1. CRÍTICA: HISTORIA Y SITUACIÓN ACTUAL
1.1. Crítica y las publicaciones periódicas literarias y culturales en México
Buena parte de la vida cultural de un país o región vive y se nutre de sus publicaciones periódicas de carácter cultural y literario: en ellas figuran los autores temas y asuntos más importantes de un momento determinado; se abren las puertas los nuevos talentos; se dan a conocer, mediante traducciones, textos en lenguas extranjeras; se rescata a los escritores poco conocidos u olvidados; se continúan las tradiciones literarias; se configuran y desarrollan corrientes estéticas; se forja el gusto de los lectores, etc.
El caso de México no ha sido la excepción. Si se le echa un vistazo a los nombres de los directores y/o colaboradores más representativos de algunos de los periódicos y revistas que han aparecido y circulado en el país en los últimos doscientos años , podrá constatarse que cada uno de ellos tiene un papel destacado en la historia de la literatura en México: El Iris, 1826: José María Heredia; El recreo de las familias (1838): Ignacio Rodríguez Galván; El Renacimiento (1869): Ignacio Manuel Altamirano; Revista Nacional de Ciencias y Letras (1889-1890): Justo Sierra; Revista Azul (1894-1896): Manuel Gutiérrez Nájera; Revista Moderna (1898-1903): José Juan Tablada, Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón; Revista Moderna de México (1903-1911): Amado Nervo, Luis G. Urbina; Revista Pegaso (1917): Ramón López Velarde, Efrén Rebolledo, Enrique González Martínez; Contemporáneos (1928-1931): Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Carlos Pellicer, Jorge Cuesta, José Gorostiza, Gilberto Owen; Letras de México (1937-1947): Octavio G. Barreda; Taller poético (1933): Efraín Huerta; Taller (1938-1941) y El hijo pródigo (1943-1946): Octavio Paz; Eos (1943) y Pan (1945-1946): Juan José Arreola y Juan Rulfo; Estaciones (1956-1961): Elías Nandino; La palabra y el hombre (1957-): Sergio Galindo y Sergio Pitol; Plural (1971-1975) y Vuelta (1976-1996): Octavio Paz, José de la Colina, Juan García Ponce; Letras libres (1999-): Gabriel Zaid, Voz Otra (2005-2006): Javier de la Mora.
Sin embargo, aquí hay que hacer una distinción: entre los títulos recién mencionados, algunos corresponden a publicaciones periódicas culturales (v.g.: El Iris, El Renacimiento, Revista Nacional de Ciencias y Letras, Revista Moderna de México, La palabra y el hombre, Plural, Vuelta, Letras libres), esto es, a aquéllas que, además de ser literarias, abarcan igualmente áreas tan diversas como política, antropología, historia, arte, etc. , mientras que otros hacen referencia a publicaciones periódicas exclusivamente literarias (v.g.: El recreo de las familias, Revista Azul, Revista Moderna, Revista Pegaso, Contemporáneos, Taller poético, Taller, Letras de México, El hijo pródigo, Eos, Pan, Estaciones, Voz otra), es decir, aquéllas de carácter no especializado donde se presentan textos de creación, críticas, reseñas y reflexiones sobre la literatura.
Esta diferenciación es significativa, puesto que la predominancia de uno u otro tipo de publicación en una época determinada puede hablarnos, hasta cierto punto, de los intereses y condiciones culturales de una sociedad. Actualmente, en México, ambas clases de publicaciones coexisten; no obstante, como en muchos otros momentos históricos —por no decir la mayoría o la totalidad—, las publicaciones periódicas culturales, por su propia naturaleza ecléctica, parecen ser —si nos guiamos por su tiraje y por la facilidad con que se las encuentra en los canales de distribución—ampliamente preferidas por sobre las literarias y, en consecuencia, tienen un impacto más decisivo que éstas en la vida cultural del país. Las segundas, en cambio, apenas si inciden en una elite cada vez más selecta —su tiraje promedio es de mil ejemplares— .
Crítica, la revista que aquí estudio, ha sido, a lo largo de su historia, así de carácter cultural como literario, transformación que puede explicarse en buena medida por los vaivenes del contexto político, económico y social en el que se ha desenvuelto. Su primer número salió a la venta en octubre de 1978, cuando la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), institución de la cual forma parte, se encontraba en un proceso de reconstrucción: desde 1961, la Universidad había iniciado, sobre todo gracias a la iniciativa estudiantil, un movimiento de reforma por una universidad democrática, crítica y popular (Vélez Pliego, “La sucesión…” 60ss; González; Ocampo 24; Correas; “Presentación…” 4); en 1973, dicho movimiento, —que estaba unido con otros de índole social— había obtenido ya ciertos resultados, el más significativo de los cuales fue el triunfo electoral de un rector procedente de la izquierda (Vélez Pliego, “La sucesión…” 76; Ortega Morales, “El movimiento… I y II”; Sotelo Mendoza, “El movimiento…”; Vélez Pliego y Sotelo Mendoza, “Hacia un nuevo enfoque… I y II” y “Universidad critica…”); para 1978, aún con cierta inestabilidad y a la expectativa de los embates del Estado y de las fuerzas reaccionarias (Vélez Pliego, “La sucesión…” 77ss), la Universidad apenas comenzaba a concretar o a avanzar en la realización de los objetivos planteados en su proyecto de reforma.
Al aparecer en el seno de esta serie de eventos —o mejor: al hacerlo a causa de ellos—, resultaba imposible que Crítica se sustrajera de asumir una posición política al respecto y, por ende, durante su primera época (1978-1987), bajo la dirección de Humberto Sotelo Mendoza, fungió como un órgano político-cultural en el que, además de irle dando seguimiento y analizar el proceso de reforma universitaria, se discutieron, desde una perspectiva predominantemente marxista, temas y asuntos económicos y políticos de los niveles local, nacional e incluso internacional; asimismo, se les dio espacio, aunque relativamente pequeño, a ámbitos menos “históricos” y más “atemporales”, se puede decir, como filosofía, sociología, literatura, etc., así como a las discusiones políticas y económicas desde perspectivas netamente teoréticas, lo cual permite hablar de la primera época de Crítica como de una revista político-cultural, no exclusivamente política.
A su vez, los acontecimientos en la Universidad y en la ciudad de Puebla se hallaban en total coincidencia con lo que ocurría en el país y en el mundo, circunstancia que contribuye a justificar el enfoque cultural, ecléctico, mas preferentemente político, tanto de Crítica como de otras publicaciones periódicas de la época, por ejemplo: Plural (1971-1975), Vuelta (1976-1996) y Nexos (1978-): a finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando el capitalismo mundial cierra su ciclo de gran auge, iniciado después de la segunda guerra mundial (Thompson 144ss; Aboites Aguilar 270-80), algunos países —para nuestro caso, México y América Latina—, comienzan a experimentar los síntomas del desequilibrio económico (Valenzuela Feijóo; Ornelas Delgado, “Aproximación… [101]-2 y “Acumulación…”; Aboites Aguilar 280-91) y, en consecuencia, se desata una gran ola de agitación social (con su correspondiente represión estatal) que se ve impulsada ideológica y moralmente por la guerra fría (por entonces en una de sus fases más intensas) y por el triunfo de la orientación socialista de la revolución cubana y del gobierno de Salvador Allende en Chile (1970-1973). Los años setenta y ochenta fueron los de la ebullición de las guerrillas en Centroamérica, de los movimientos obreros, campesinos y estudiantiles, de la época de oro del pensamiento marxista y de los partidos de izquierda; fueron también, sin embargo, los de las dictaduras sudamericanas y de la entrada de la política neoliberal (Gutiérrez; Aboites Aguilar 291-7).
En Puebla (y, en cierta medida, en el país entero), el movimiento de reforma universitaria, particularmente en su sector estudiantil, luego de sus triunfos en los años setenta, atravesó —acaso, paradójicamente, a causa de esos mismos triunfos— por un paulatino reflujo (Rivera Terrazas; González; Sotelo Mendoza, “El movimiento… I y II”) que conllevó a su apaciguamiento y, finalmente, a su extinción . Esto se vio reflejado en la segunda época de Crítica (1988-1992), dirigida por Mariano Morales y, brevemente (1991-1992), co-dirigida por éste y por Jaime Ornelas Delgado (“La imaginación…” 45, 3), pues ésta, si bien nunca dejó de incluir entre sus páginas artículos en torno a la situación universitaria local y nacional, ni abandonó por completo los análisis coyunturales, más bien se caracterizó por un eclecticismo en el que la postura política propia de la primera época quedó más o menos diluida entre la significativa presencia de temas literarios, antropológicos, filosóficos, de teoría política, etc.: es decir, de textos menos explícitamente políticos (en el sentido de una acción ante el presente), relativamente “neutros”. Es a ésta segunda época, entonces, a la que le corresponde cabalmente el título de revista cultural.
En 1993, ante la absoluta desaparición del movimiento de reforma universitaria en Puebla y en el país, la derrota del bloque socialista en la guerra fría y la victoria real e ideológica del capitalismo monopolista mundial y del neoliberalismo (Aboites Aguilar 297-300), la agitación social se vio considerablemente disgregada y disminuida. Crítica, a su vez, dirigida desde entonces por Armando Pinto, en su tercera época (1993-), se convirtió en una revista ajena a cualquier hecho político, económico y social; esto es: en una revista exclusivamente literaria.
Entre sus páginas ha desfilado una multiplicidad (como se verá más adelante, ésta es una de las características de Crítica: el no orientarse por ninguna corriente estética sino, por el contrario, dar cabida a los estilos más variados) de autores reconocidos nacional e internacionalmente, ya pertenecientes a la tradición (específicamente: la de los dos primeros dos tercios del siglo XX) o contemporáneos: Derrek Walcott, Roger Caillois, Virgilio Piñera, Salvador Novo, David Huerta, Boris Pahov, Enrique Molina, Jean Schuster, Sergio Pitol, Coral Bracho, entre otros; de ahí su doble importancia en la vida literaria de México: a) contribuir a la difusión de escritores de todas latitudes con influencia en el ámbito global de las letras (lo que le permite al lector estar al tanto de lo que sucede en el mundo y, así, configurarse un panorama literario mucho más rico que el meramente local), y b) brindar un espacio en el que se vinculan la historia y el cambio, vinculación imprescindible para la consolidación y continuidad de toda literatura.
Otras publicaciones periódicas literarias que, al lado de Crítica, se editan y circulan en el país el día de hoy son: Lenguaraz, Eñe, Alforja, Textofilia, Voz otra (hasta 2006), Tierra adentro (todas editadas en el Distrito Federal) Revista de la Universidad Autónoma de Nuevo León y Luvina (Guadalajara). Entre las publicaciones periódicas culturales, más o menos políticas, pueden contarse las siguientes: Nexos, Letras libres, Fractal, Revista de la Universidad de México (todas editadas en el Distrito Federal) y La palabra y el hombre (Jalapa).
A continuación, hago un estudio detallado de los contenidos, secciones, orientación político-ideológica, diseño e imagen de Crítica a través de sus distintas épocas .
1.1. Primera época (1978-1987).
La primera época de Crítica comprende treinta y tres números y abarca un periodo de diez años (octubre 1978-diciembre 1987). Su coordinador general —con este cargo y no con el de director aparece en el directorio de la revista— fue Humberto Sotelo Mendoza. Se caracterizó por ser una publicación político -cultural, pues en ella, si bien predominaron ensayos analíticos sobre la situación universitaria, política, económica y sobre los movimientos sociales más destacados a nivel local (Puebla y Tlaxcala), nacional, regional (América Latina) y, aunque con menor frecuencia, mundial, no por ello, sin embargo, se olvidaron por entero áreas como antropología, la sociología, la filosofía o la literatura.
Asimismo, debido en buena parte a la influencia y a la interacción con el contexto nacional e internacional descrito en el apartado anterior, la postura político-ideológica adoptada por la revista, así en la mayoría de sus artículos como en la única editorial que apareció durante esta época (la del número 2, de marzo-junio de 1979 ) fue el marxismo . Por otra parte, Crítica se definió explícitamente como la revista de la Universidad Autónoma de Puebla y, con ello, como un órgano activamente vinculado con la reforma universitaria, con las demandas sociales y, en general, con la búsqueda de “[…] transformaciones hacia formas más justas de las relaciones humanas […] de una sociedad sin explotadores ni explotados […]” (“Presentación…” 4), condición que acentuó aún más —y que, a la vez, nos confirma— la vocación izquierdista de la publicación.
En la lista (más o menos cambiante a través de los números) de su Consejo Editorial, figuran, entre otras, las siguientes personas: Julio Glockner, Luis Ortega Morales, Alfonso Vélez Pliego (rector de la UAP de 1981 a 1987), Armando Pinto Parada (futuro director de Crítica), Carlos Figueroa Ibarra, Alejandro Witker y el propio Humberto Sotelo Mendoza. Entre sus colaboradores nominales (esto es, los que aparecen sólo en la página de derechos pero no publican artículos) y reales se cuentan, a su vez: Óscar Correas, Pablo González Casanova, Óscar del Barco, Jorge Juanes, Enrique Semo, Mariano Morales (igualmente, como veremos, futuro director de la revista), Raúl Dorra, Jaime Ornelas Delgado, Luis Rivera Terrazas (rector de la UAP de 1975 a 1981) , Hugo Diego Blanco, etc., algunos de los cuales son reconocidos pensadores de izquierda en el ámbito latinoamericano (y/o exiliados políticos a causa de las dictaduras en dicha región y, por tanto, opositores al sistema). Por ello mismo, la mayor parte de los artículos de Crítica están escritos originalmente en lengua española .
Entre el número 1 (1978) y el 25 (1985), Crítica presentó uniformemente cuatro secciones constantes y una ocasional. Éstas son:
a) Problemática universitaria. Contiene reseñas históricas y ensayos analíticos sobre el papel de la universidad en el estado de Puebla, en México y en otros países. Asimismo, en esta sección figuran importantes trabajos de diversos autores en los que, número a número, se le va dando seguimiento al movimiento de reforma universitaria de la UAP .
b) Análisis político y económico. Se presentan ensayos que evalúan los principales sucesos económicos y políticos locales, nacionales, regionales y mundiales.
c) Política y cultura. Tiene un carácter menos coyuntural que la sección anterior. En ella aparecen más bien debates teóricos sobre temas “universales” y, hasta cierto punto, “atemporales”; incluye campos como filosofía, antropología, teoría política y literatura , entre otros. También se presentan en ella entrevistas (originales o no, traducidas o inicialmente en español) a personalidades del área de humanidades: Herbert Marcuse, núm. 5 (Marcuse); Jean Paul Sartre, 6 (Sartre); Claude Melissoux, 19 (Melissoux); Franco Basaglia, 26 (Basaglia), etc. Asimismo, en algunos números, en esta sección figura una subsección titulada “Actividades de la UAP”, especie de boletín en el que se da información sobre eventos, congresos, etc., que han tenido o tendrán lugar en la Universidad.
d) Notas [o “noticias”], comentarios y reseñas. Como su nombre lo indica, contiene reseñas y comentarios de libros (en especial, sobre política y economía y editados por la UAP), publicaciones periódicas (v.g.: Dialéctica, revista de la Facultad de Filosofía de la UAP, Revista de la Universidad de Chapingo, Revista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM), exposiciones pictóricas, etc.
e) Documentos (ocasional). Se reproducen documentos históricos, discursos de dirigentes políticos, manifiestos de partidos y organizaciones, etc.
A partir del número 26-27 (enero-junio 1986), Crítica, además de experimentar ligeros cambios en su diseño, como se verá más adelante, abandonó los títulos de las secciones que la habían caracterizado hasta ese momento; sin embargo, en líneas generales, sus artículos se mantuvieron con la misma orientación marxista y los mismos tópicos hasta entonces manejados.
En cuanto a su periodicidad , ésta fue sumamente variable, aunque inclinada a la trimestralidad (1980, 1985 y 1986) o, bien, a la cuatrimestralidad (1982-1985) . Para mayores detalles en torno a dicho aspecto, obsérvese este cuadro:
Cuadro 1
Años Números publicados Periodicidad
1978 1 Pentamestral
1979 2 y 3 No determinable
1980 4 a 7 Trimestral
1981 (ene.-jun.) 8-9 Semestral
1981 10-11 No determinable
1982-1985 12 a 23 No determinable
1985 (sept-nov.) 24 Trimestral
1985 (dic.) 25 Mensual
1986 (ene.-jun.) 26-27 Semestral
1986 (jul.-dic.) 28 y 29 Trimestral
1987 (ene. – jun.) 30-31 Semestral
1987-1988 (jul. – marzo) 32-33 Nonamestral
Crítica se ofreció en un formato de 20.5 cm. de ancho por 28 cm. de alto, en papel de mediana calidad, con encuadernación rústica y un promedio de 140 páginas .
En la cubierta, toda a color, figuran, en el lado superior izquierdo, su nombre y su subtítulo: “Crítica. Revista de la Universidad Autónoma de Puebla” (núms. 1 a 28) y “Crítica. Revista trimestral de la Universidad Autónoma de Puebla” (29, 30-31 y 32-33), y, en el superior derecho, su número; el resto lo ocupan el título de algunos de sus contenidos y una imagen, generalmente creada o intervenida de forma digital.
Sus textos se imprimieron a dos columnas —no así las reseñas, que lo hicieron a tres— sin cordonel, con caracteres de la familia tipográfica romana antigua. Los números 5 a 23 presentan su folio y su folio explicativo, sin filetes, en los extremos superiores de la página. El resto de los números ofrece ciertas variaciones en estos rubros.
Cada número aparece ilustrado, en blanco y negro, con la obra gráfica de un autor contemporáneo (v.g.: Gonzalo Fernández Márquez, núms. 6,7,10-11, 17 y 25; Francisco Toledo, 17; Jesús Romero Galdámez, 19 a 24; Akbar del Piombo, 25; Josep Renau , 26-27, 28; Liliana Amezcua di Sandro, 29, 30-31, y J. Carlos Jímenez, 32-33) o bien, en menos ocasiones, con la reproducción de obras del pasado (por ejemplo, los fragmentos de El Guernica de Picasso en el número 5, o los grabados decimonónicos de José Manzo y de alumnos la Academia de San Carlos, en el 18); asimismo, figuran fotografías (b/n) que acompañan a algunos de los artículos. Todas estas ilustraciones están dispuestas ya en el cuerpo de los textos (justificadas), ya, a modo de portadillas internas que separan una sección de la revista de otra, a página llena.
Por otro lado, Crítica cuenta con publicidad (novedades editoriales del ámbito local y nacional, en particular de las editoriales ERA y de la UAP; revistas de circulación en el país, sobre todo de ciencias sociales, e información sobre la realización de encuentros y congresos en México y en Latinoamérica) en sus últimas tres o cuatro hojas y, esporádicamente, en el cuerpo central de la revista.
En la cubierta posterior, toda a color, se observan el fragmento de algún texto, dispuesto en bandera por la izquierda, y una imagen, generalmente creada o intervenida de forma digital .
1.2. Segunda época (1988-1992).
La segunda época de Crítica comprende catorce emisiones: las que van del número 34 (primavera 1988) al 49 (primavera 1992), de las cuales dos fueron números dobles: 41-42 (invierno-primavera 1990) y 43-44 (verano-otoño 1990) —o, mejor dicho, sólo aparentemente dobles, lo confiesa la editorial del primero de ellos (“La imaginación…” 41-42, 3) . Su director fue Mariano Morales. Sin embargo, entre los números 45 (invierno 1990-91) y 49, el directorio de la revista consignó la figura de un director general: Jaime Ornelas Delgado, designado por el “[…] H. Consejo Universitario […]” (“La imaginación… 45, 3) de la UAP, según se lee en la editorial del número 45, para colaborar en la solución de los problemas por los que la Universidad —y, por ende, Crítica— estaba atravesando en aquel momento (“La imaginación…” 41-42, 3; 43-44, 3, y 45, 3). Se puede hablar, entonces, en este periodo, de una codirección.
Es en esta época cuando la revista puede denominarse, con toda la justicia del término, cultural, pues se caracteriza por abarcar, en proporciones equivalentes, tantas áreas del conocimiento —y recursos: académicos, periodísticos, etc.— como le es posible : no sólo incluye entre sus páginas análisis de los sucesos universitarios, políticos y económicos más importantes del momento, cual sucedía en la primera época de manera casi exclusiva, sino que, al lado de éstos, le da un considerable espacio a discusiones teóricas —más o menos “apolíticas” o “atemporales”— pertenecientes a ámbitos tan diversos como la antropología, la historia, el arte, etc. y, aunque mínimamente, a la creación literaria, situación esta última que puede verse como un punto de contacto y como germen de transición hacia su tercera época. A causa de esta visible heterogeneidad, como ya he mencionado, la postura política —en específico: de izquierda— que campeaba predominantemente en números anteriores, llega a difuminarse en cierta medida, si bien se encuentra lejos de desaparecer por completo , así de sus artículos como de sus editoriales, que ahora encabezan cada una de las emisiones de la segunda época.
Asimismo, dicho eclecticismo se reflejó en el hecho de que, con excepción de “La letra”, la revista no agrupó sus contenidos en secciones con títulos constantes; por el contrario, éstos, a manera de dossiers, variaron en cada número . No obstante esta variedad, es posible ubicar los artículos de Crítica dentro de los siguientes rubros:
a) análisis coyunturales sobre las situaciones universitaria , política y económica a nivel local, regional, nacional y mundial;
b) ensayos de carácter menos coyuntural, más teórico, que comprenden ámbitos como ecología, historia, antropología, arte, política (esto es: teoría política), etc.;
c) algunos textos literarios, tanto escritos originalmente en español como traducidos: poemas de Vassilis Vassilikos (Vassilikos 45-49), Gonzalo Rojas (Rojas 62), Carlos Pellicer (Pellicer 69) y David Huerta (“Abalorios…” 59); un cuento —inédito en español— de Virginia Woolf (Woolf 19-20); un fragmento del guión cinematográfico Bella muchacha de Juan Manuel Torres (Torres 72-81), la reproducción de una crónica de Guillermo Prieto (Prieto 27-34), un ensayo traducido de William Golding (Golding 7-13), entre otros;
d) entrevistas, originales o reproducidas: en contraste con la primera época, donde sólo tenían un papel secundario, aquí las entrevistas figuran en cantidad considerable en cada emisión, y
e) La letra: sección en la que aparecen, sobre todo, reseñas de libros de múltiples temas, pero también —y esto, al lado de las entrevistas, contribuye a darle un tono periodístico a esta época de Crítica— reportajes y breves crónicas; de forma excepcional, aparece también un cuento (Dogart 110-112).
Entre sus colaboradores (nominales y reales) más representativos se encuentran, al lado de algunos ya anotados en el apartado anterior —v.g. Jaime Ornelas, Jorge Juanes, Armando Pinto, Francisco Vélez, Pablo González Casanova, Raúl Dorra, Manlio Barbosa Cano, Carlos Figueroa Ibarra— los siguientes: Javier Mena, Dora Kanoussi, Elena Poniatowska, Ana María Magaldi (como traductora), Rafael Campos Enríquez, Susana Percaz, Carlos Perzabal y el propio Mariano Morales, etc. Por otro lado, es necesario resaltar que los artículos traducidos y/o reproducidos figuran de manera importante al lado de los originales y de los redactados en lengua española, característica que se extenderá hacia la tercera época .
En cuanto a su periodicidad: a pesar de que Crítica no indicó, ni en su cubierta ni en su página de derechos, si tendría regularidad periódica, sí procuró publicar cuatro números por año, según lo afirma la editorial del número 41-42 (“La imaginación…” 41-42, 3) —es decir: procuró una periodicidad trimestral. No obstante, esto no ocurrió siempre así. Para mayor claridad al respecto, obsérvese el siguiente cuadro:
Cuadro 2
Periodo Números publicados Periodicidad
Primavera 1988-verano 1989 34 a 39 Trimestral
Otoño 1989 - ¿? 40 No determinable
¿? -otoño 1990 41-42 y 43-44 No determinable
Invierno 1990-91- verano 1991 45 a 47 Trimestral
Otoño 1991-inv. 1991-1992 48 Semestral
Primavera 1992 49 Anual
En el rubro de diseño e imagen, Crítica se ofreció en formato carta (20.5 cm. de ancho por 28 cm. de alto), en papel de mediana calidad, con encuadernación rústica y un promedio de 120 páginas.
En su cubierta, toda a color, figuran, en el lado superior izquierdo, su nombre y su subtítulo: “Revista de la Universidad Autónoma de Puebla”, y, en el superior derecho, su issn, número, periodo y precio; el resto lo ocupan el título de algunos de sus contenidos y una imagen, generalmente una obra pictórica de un artista contemporáneo: Francisco Toledo (núms. 34 y 40), José Villalobos (núms. 37 y 46), José Luis Hernández (núms. 40 y 43-44), Mihael Dalla Valle (núm. 45), etc.
Los artículos se imprimieron a dos columnas sin cordonel , en una caja tipográfica con filetes en la parte superior y en los amplios márgenes de corte (5.3 cm. de ancho), en los cuales se colocaron, en cuerpo mayor, fragmentos destacados de los textos o resúmenes de los mismos. Por otro lado, los artículos de poca extensión se situaron en recuadros y se presentaron acompañando a los de proporciones más distendidas.
La familia tipográfica empleada —excepto por el número 34— fue la paloseco. Los folios se situaron en los extremos inferiores de las páginas y, los folios explicativos, en los superiores.
Cada número aparece ilustrado, en blanco y negro, por obras (grabados, fotografías, pinturas, la mayoría de las veces insertadas en los bloques de texto, ya a media sangre o a sangre entera —en pocas ocasiones justificadas—, pero también a página llena) de diversos artistas plásticos, así contemporáneos como ya pertenecientes a la tradición: Sando Berger, Rosa Palafox, Juan Rulfo, Mariana Yampolski, Guillermo Sienra, Spencer, Raúl Ávila, por una parte y, por otra, Francisco de Goya, Vincent Van Gogh, Joan Miró, Pablo Picasso (éstos últimos, en especial, en los números 41-42 y 43-44). De igual forma, algunas fotografías, también en blanco y negro, acompañan el contenido de los artículos. Finalmente, Crítica presenta publicidad (generalmente, novedades de la editorial de la UAP, propaganda de los diarios La Jornada, La Jornada de Oriente y de la editorial Eón, así como de algunas publicaciones periódicas: Elementos (UAP), Extensión. Divulgación de Ciencia, Técnica y Humanidades (Universidad Veracruzana), Diálogo. Revista Interdisciplinaria (UNAM), Trabajo. Sociedad, tecnología y cultura, etc.)en las últimas dos hojas y en la segunda, tercera y cuarta de forros .
1.3. Tercera época (1993-).
La tercera época de Crítica inició en el número 50 (marzo 1993) y se extiende hasta la actualidad. Armando Pinto ha sido su director y Julio Eutiquio Sarabia —él mismo poeta— su subdirector desde entonces .
La discrepancia esencial entre ésta y las dos previas es, como ya se ha mencionado, la ausencia de una postura política explícita entre sus páginas, ya que la revista se volvió netamente literaria: los textos que la componen son poemas, cuentos, fragmentos de dramas, ensayos literarios y de divulgación (principalmente sobre arte y literatura), entrevistas con escritores, reseñas y comentarios a obras literarias (sobre todo de Latinoamérica, Norteamérica y Francia) tanto de la primera parte del siglo XX como contemporáneas.
Por otro lado, la tercera época se asemeja a la primera por la carencia absoluta de editoriales y de reportajes, rubros en los que ambas se oponen a la segunda. La tercera y la segunda, a su vez, se alejan de la primera y se aproximan entre sí por dar lugar a la creación literaria (a pesar de que la segunda época lo haya hecho a cuentagotas), y por ofrecer un cierto equilibrio cuantitativo entre textos redactados originalmente en español y traducciones.
El periodo abarcado por cada uno de los números de la tercera época (anunciado en la cubierta de la revista) es de dos meses. Sin entrar por ahora en particularidades, diré que Crítica, durante ésta, ha tenido una periodicidad bimestral más o menos regular —aunque muy lejos de ser estricta— y que sus colaboradores son variados. Finalmente: la revista carece de todo tipo de publicidad.
He mencionado ya las características comunes a toda la tercera época. A partir de ahora, dividiré el estudio de la misma en dos secciones que se distancian entre sí por una elipsis de diez meses (junio 1995-marzo 1996) en la que ningún número de la revista fue publicado y que, además, se contraponen entre sí por la cantidad de números que comprenden (11 y 75+, respectivamente), por la forma de disposición de sus contenidos y por su diseño gráfico: la primera de ellas (a continuación: tercera época 1) va del número 50 al 60 (abril-mayo 1995) y, la segunda (a continuación: tercera época 2) del 61 (abril-mayo 1996) en adelante.
Sin embargo, las diferencias en tales ámbitos, por sí mismas, no resultan suficientemente significativas como para realizar una partición en el estudio de la revista; por ello, es necesario hallar una razón más profunda para validarla; ésta es la siguiente: es de la tercera época 1 de donde tomaré los poemas con los que llevaré a cabo el índice crítico de este trabajo; desde esta luz, la división metodológica revela su utilidad: contribuir a una contextualización más precisa de mi corpus de análisis.
Una vez señalado esto, proseguiré con mi descripción.
1.3.1. Tercera época 1: periodo de estudio (1993-1995).
Obsérvese el siguiente cuadro para conocer la relación entre los números publicados y los meses en los que éstos aparecieron:
Cuadro 3
Periodo Núm. publicado Periodo Núm. publicado
Marzo 1993 50 Abril-mayo 1994 56
Mayo-junio 1993 51 Junio-julio 1994 57
Julio-agosto 1993 52 Ago.-sept. 1994 58
Sept-oct. 1993 53 Oct.-nov. 1994 59
Nov.-dic. 1993 54 Dic. 1994-marzo 1995 —
Ene-feb. 1994 55 Abril-mayo 1995 60
En cuanto a la disposición de sus contenidos, la tercera época 1 ofrece las siguientes secciones:
a) “El sueño de la aldea”: ensayos literarios, de divulgación y comentarios bibliográficos de breve extensión (una a tres páginas);
b) “Digresiones”: ensayos literarios de mediana extensión (cuatro a seis páginas; figuran textos, por ejemplo, de Arthur Miller, José Joaquín Blanco y Marylin Bobes);
c) “Navegaciones”: cuentos breves (tres o cuatro páginas; figuran autores como Pedro Ángel Palou, Carmen Boullosa y Daniel Sada);
d) “Poesía” de autores del siglo XX y contemporáneos (Derrek Walcott, Blaise Cendrars, David Huerta, José Luis Rivas, Julio Eutiquio Sarabia, Enrique de Jesús Pimentel y María Baranda, entre otros);
e) una sección dedicada a algún escritor ya reconocido dentro del mundo literario: Enrique Molina (núm. 51), Juan Tovar (núm. 52), Ignacio Ibarra Mazari (núm. 53), Charles Simic (núm. 55), Salvador Novo (núm. 56) y Raymond Abello (núm. 60), sección que, a su vez, tiene la siguiente estructura:
e.1) breve reseña bio-bibliográfica del autor en cuestión;
e.2) entrevista con el escritor;
e.3) textos del autor;
e.4) comentarios de diversos autores en torno a la obra del escritor;
f) “Plástica”: en cada número, se dedican uno o dos ensayos literarios para hablar de la obra del artista que lo ha ilustrado (sección que, aunque ya sin título, se mantiene hasta el número 68, nov. – dic. 1997), y
g) “Entrevista” con algún autor de textos literarios: Jean Schuster (núm. 55; Schuster [33]-35), Sergio Pitol (núm. 56; Pitol [13]-16), Roger Caillois (núm. 57; Caillois [33]-38); Abraham Oceransky (núm. 58; Oceransky 71-73); William Ospina (núm 59; Ospina [19]-23) y Rayo (núm. 60; Rayo [77]-80).
Aquí hay que resaltar la presencia de las que ya he señalado como las dos características más notables de la revista: la variedad de colaboradores y el equilibrio histórico; en efecto, Crítica ofrece, al lado de textos de diversos autores (principalmente del siglo xx) ya validados por la tradición (dispuestos por lo general en la sección del inciso e), los de autores contemporáneos (dispuestos en el resto de las secciones), combinación que resulta saludable para la existencia de toda literatura y que, por ello mismo, hace de Crítica una publicación periódica significativa dentro del panorama de las letras en México.
Crítica se presentó en un formato de 21 cm. de ancho por 27.5 cm. de alto, en papel fino, con encuadernación rústica y un promedio de ochenta y cuatro páginas.
En su cubierta aparecen los siguientes elementos:
a) título (a color y en caracteres de cuerpo ostensiblemente mayor al resto de los datos);
b) viñeta (a color, con forma de ángel, al lado derecho del título);
c) filete (a color);
d) subtítulo: “Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla”;
e) “Publicación bimestral”;
f) “Nueva época”, periodo, número;
g) título de algunos contenidos;
h) imagen de una obra gráfica (a color);
i) issn y precio .
Los textos se imprimieron a tres columnas —con excepción de los poemas, que lo hicieron a una—, sin cordoneles, con caracteres de la familia tipográfica romana antigua. Las páginas, carentes de filetes —excepto las de inicio de los artículos—, presentan sus folios (a color, por cierto) y sus folios explicativos en la parte inferior: los primeros colocados en los extremos y, los segundos, a un lado de los márgenes de lomo.
Al inicio de cada artículo hay un margen de 7.3 cm. de ancho, color gris claro, en el lado izquierdo de la página; en éste figuran el nombre de la sección, un filete a color, una viñeta a color con forma de ángel, y, en cuerpo menor, en negritas y en bandera por la derecha, un fragmento destacado del texto. Esta página de arranque —como también ocurría, cabe decirlo, en la segunda época— nunca tiene folio.
De igual manera, en cada número pueden observarse viñetas y florones a color, así como la obra gráfica de un autor (o, al menos en su mayoría, de un solo autor) contemporáneo (v.g.: Gustavo Aceves, núm. 50; Fernando Leal, núm. 51; Mihael Dalla Valle, núm. 52, y Estrella Carmona, núm. 58), en blanco y negro, dispuesta (justificadamente) en el cuerpo de los artículos, y, en el caso de la segunda, tercera (a modo de marca de agua) y cuarta de forros, a página llena.
En suma, de la presentación física de la tercera época 1 puede expresarse lo siguiente: la alta calidad de su papel de impresión, la cual hace que sus ilustraciones (especialmente las de la contracubierta) resalten sobremanera, así como el excelente trabajo de diseño que en ella se aprecia, convierten a Crítica en una publicación sumamente agradable para la vista y para el tacto .
Tercera época 2 (1996-).
Obsérvese el siguiente cuadro para conocer la relación entre números publicados y el año en que aparecieron:
Cuadro 4
Año Núms. Publicados (NP) Total de NP
1996 61-64 4
1997 65-68 4
1998 69-73 5
1999 74-79 6
2000 80-84 5
2001 85-90 6
2002 91-96 6
2003 97-101 5
2004 102-107 6
2005 108-113 6
2006 114-118 5
2007 119-124 6
2008 125-129 5
2009 130-135 6
Los textos de la revista se distribuyen en tres secciones:
a) “El sueño de la aldea”: breves (dos o tres páginas) ensayos literarios y de divulgación, generalmente traducidos y pertenecientes a escritores anglosajones del siglo XX y contemporáneos: Harold Pinter, Scott Fitzgerald, Charles Simic, William Golding, etc.;
b) en una sección sin título se disponen cuentos, ensayos literarios (especialmente sobre literatura y sus autores), poemas y piezas dramáticas escritos originalmente en español; aquí, aunque no se excluyen por completo textos de escritores ya reconocidos por la tradición (v.g.: Virgilio Piñera y Cintio Vitier), es evidente la predominancia de textos de autores contemporáneos (Coral Bracho, José Luis Rivas, Jorge Fernández Granados, Eduardo Milán, Ricardo Yáñez, Enrique Serna, Pedro Ángel Palou, Alberto Paredes, etc.), y
c) “La vigilia de la aldea” (a partir del número 97, feb.-marzo de 2003): reseñas de obras literarias.
Nuevamente, como habrá podido notarse, la revista ostenta aquí sus dos características fundamentales: un mosaico de autores y una conjunción entre lo pasado (los textos de la sección “El sueño de la aldea”) y lo presente (los textos de la sección del inciso b).
En cuanto a su diseño, Crítica se presenta en un formato de 17 cm. de ancho X 22.3 cm. de alto, con encuadernación rústica y cubierta de cartón, en papel de calidad estándar y con un promedio de ciento cuarenta y cuatro páginas.
En su cubierta, toda a color, figuran, en la parte central superior, su título, una viñeta con forma de ángel (hasta el número 81, abril-mayo 2000), su subtítulo: “Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla”, los datos “Publicación bimestral”, “Nueva época” (frase que desaparece en el número 100, ago.-sept. 2003) , el periodo y el número. El resto lo ocupa la imagen de una obra gráfica).
Según la sección a la que pertenezcan, los textos se imprimen a una (sección sin nombre), dos (“El sueño de la aldea”) y tres columnas (“La vigilia de la aldea”) , sin cordoneles y en caracteres de la familia tipográfica romana antigua. Las páginas, carentes de filetes, tienen sus folios en los extremos inferiores y sus folios explicativos en los extremos superiores.
Se observan asimismo, por cada número, la obra gráfica de un autor contemporáneo (v.g.: Octavio Mendoza, núm. 61; Lorena Orozco Quijano, núm. 67; Olivia González, núm. 70 y Héctor Ruiz Escoba, núm. 89) y fotografías de escritores que acompañan a los artículos de la revista,; todas ellas en blanco y negro, colocadas en el cuerpo de los textos (a media sangre o a sangre entera) o, bien, en el caso de la primera y última páginas de la revista, así como al lado de la página inicial de algunos artículos, a página llena.
En la contracubierta, igualmente a color, aparecen el sumario o índice, la imagen de una obra gráfica, el precio, issn, código de barras y el nombre del ilustrador del número .
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“La imaginación Crítica”. Crítica. Revista de la Universidad Autónoma de Puebla 43-44(1990): 3.
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Vassilikos, Vassilis. “Poemas de…” Crítica. Revista de la Universidad Autónoma de Puebla 34(1988): 45-49.
G) Títulos varios
Mora, Javier de la. “Voz otra: un año de poesía y rigor crítico. Conversación con Javier de la Mora”. Conv. con Jesús R. Cedillo. Voz Otra 5(2006): 42-50.
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jueves, 28 de octubre de 2010
domingo, 24 de octubre de 2010
Nómadas en Morelia. Carlos Bonfil
La Jornada
Nómadas en Morelia
Carlos Bonfil
La octava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia no ofreció, en materia de cine mexicano, los signos alentadores de una renovación artística. Aunque en buena parte de la prensa internacional y en los círculos de la alta burocracia, tan dada a las celebraciones, se repite incesantemente que nuestro cine atraviesa por un momento afortunado, en realidad el conjunto de 70 producciones anuales ha arrojado en este certamen un balance deslucido. Un larga temporada dedicada a financiar y promover oficialmente las llamadas producciones del centenario de la Revolución y bicentenario de la Independencia (El atentado, Hidalgo, El infierno, Revolución) sólo dio como resultado obras acartonadas y tristemente funcionales y decorativas, y en materia formal la involución del quehacer fílmico a expresiones que uno creía rebasadas, olvidadas en un remoto tiradero echeverrista.
Morelia podía representar la vitrina de un cine diferente, pero con muy pocas excepciones, lo que predominó en la selección de competencia y en las películas fuera de ella fue un quehacer rutinario y el recurso obsesivo a fórmulas de humorismo y melodrama que tienen como única preocupación la supervivencia en taquilla. Un ejemplo elocuente es el oportunismo comercial de La otra familia, de Gustavo Loza, que arropada con un discurso pretendidamente perturbador aborda el tema de la adopción virtual de un niño por una pareja de hombres gay. La condición obligada para abordar aquí el tema de moda es dosificando las escenas “fuertes” (dos estrellas masculinas besándose en primer plano) con un alegato moralista en contra de las drogas. Sólo el espectáculo de una madre desobligada y heroinómana puede hacer comprensible la adopción de un niño por una convencional pareja gay de clase acomodada. Una retórica hueca enarbola el valor universal del amor para eludir cualquier pronunciamiento incómodo sobre los derechos sexuales de las minorías sexuales, bendecidas aquí por un cura liberal y por la oración de buenas noches que la pareja gay, cultivada y decente, enseña al niño antes de acostarlo.
Esa “otra” familia es la misma familia convencional de un viejo y rancio cine mexicano. Otras películas abordan con nebulosas similares los temas de la intolerancia y el racismo (El baile de San Juan, de Francisco Athie, en una costosa recreación histórica de la Colonia que en más de una ocasión naufraga en el humorismo involuntario, o Tierra madre, de Dylan Verrechia y Aidée González, que frustra sus mejores intenciones de documental sobre la maternidad lésbica en una ciudad fronteriza, con un planteamiento verboso y efectista).
Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau, y De día y de noche, de Alejandro Molina, acuden al cine de género (el horror en el primer caso; la ciencia ficción en el segundo) con incoherencias narrativas y especulaciones metafísicas que restan vigor expresivo a sus propuestas. En el caso de Grau es de lamentar el desperdicio de un tema interesante; en el de Molina cabe preguntarse cuál es el interés de intentar seducir hoy a un público popular desaparecido hace cuarenta años. Vete lejos, Alicia, de Elisa Miller, tiene un punto de vista interesante (la nostalgia del terruño vivida por una adolescente en el extremo sur argentino), pero lo que pudo ser un largometraje emotivo se resuelve en una serie de apuntes marcado por la improvisación (declarada) y un abandono esteticista digno de mejor empeño.
Todo lo contrario sucede con dos de las películas mexicanas más interesantes del festival, Nómadas, de Ricardo Benet, y A tiro de piedra, de Sebastián Hiriart. A reserva de hablar en detalle de cada una de ellas en su estreno comercial, cabe señalar una constante temática: el desplazamiento territorial que es búsqueda espiritual y cuestionamiento de la identidad propia al contacto con otra cultura. La película de Benet refrenda la originalidad y fuerza expresiva de su cinta anterior, Noticias lejanas, trasladando la exploración del mundo rural mexicano a un ámbito urbano (Nueva York), donde el protagonista vive del mismo modo complejo su experiencia de soledad y desarraigo.
Finalmente, Acorazado, de Álvaro Curiel, muestra las limitaciones de un humorismo narcisista con su abigarrada sucesión de viñetas sobre la pícara encarnación de un “mexican curious” (Silverio Palacios), a la vez pobre diablo y héroe popular, espejo magnificador del público al que va dirigida la cinta. En el extremo opuesto de rigor y originalidad narrativa, otra cinta humorística, Las marimbas del infierno, de Julio Hernández Cordón, obra emotiva y compleja sobre la soledad de un músico de marimba que descubre en la incorporación del heavy metal a su instrumento favorito, la clave de un éxito pasajero.
carlos.bonfil@gmail.com
Nómadas en Morelia
Carlos Bonfil
La octava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia no ofreció, en materia de cine mexicano, los signos alentadores de una renovación artística. Aunque en buena parte de la prensa internacional y en los círculos de la alta burocracia, tan dada a las celebraciones, se repite incesantemente que nuestro cine atraviesa por un momento afortunado, en realidad el conjunto de 70 producciones anuales ha arrojado en este certamen un balance deslucido. Un larga temporada dedicada a financiar y promover oficialmente las llamadas producciones del centenario de la Revolución y bicentenario de la Independencia (El atentado, Hidalgo, El infierno, Revolución) sólo dio como resultado obras acartonadas y tristemente funcionales y decorativas, y en materia formal la involución del quehacer fílmico a expresiones que uno creía rebasadas, olvidadas en un remoto tiradero echeverrista.
Morelia podía representar la vitrina de un cine diferente, pero con muy pocas excepciones, lo que predominó en la selección de competencia y en las películas fuera de ella fue un quehacer rutinario y el recurso obsesivo a fórmulas de humorismo y melodrama que tienen como única preocupación la supervivencia en taquilla. Un ejemplo elocuente es el oportunismo comercial de La otra familia, de Gustavo Loza, que arropada con un discurso pretendidamente perturbador aborda el tema de la adopción virtual de un niño por una pareja de hombres gay. La condición obligada para abordar aquí el tema de moda es dosificando las escenas “fuertes” (dos estrellas masculinas besándose en primer plano) con un alegato moralista en contra de las drogas. Sólo el espectáculo de una madre desobligada y heroinómana puede hacer comprensible la adopción de un niño por una convencional pareja gay de clase acomodada. Una retórica hueca enarbola el valor universal del amor para eludir cualquier pronunciamiento incómodo sobre los derechos sexuales de las minorías sexuales, bendecidas aquí por un cura liberal y por la oración de buenas noches que la pareja gay, cultivada y decente, enseña al niño antes de acostarlo.
Esa “otra” familia es la misma familia convencional de un viejo y rancio cine mexicano. Otras películas abordan con nebulosas similares los temas de la intolerancia y el racismo (El baile de San Juan, de Francisco Athie, en una costosa recreación histórica de la Colonia que en más de una ocasión naufraga en el humorismo involuntario, o Tierra madre, de Dylan Verrechia y Aidée González, que frustra sus mejores intenciones de documental sobre la maternidad lésbica en una ciudad fronteriza, con un planteamiento verboso y efectista).
Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau, y De día y de noche, de Alejandro Molina, acuden al cine de género (el horror en el primer caso; la ciencia ficción en el segundo) con incoherencias narrativas y especulaciones metafísicas que restan vigor expresivo a sus propuestas. En el caso de Grau es de lamentar el desperdicio de un tema interesante; en el de Molina cabe preguntarse cuál es el interés de intentar seducir hoy a un público popular desaparecido hace cuarenta años. Vete lejos, Alicia, de Elisa Miller, tiene un punto de vista interesante (la nostalgia del terruño vivida por una adolescente en el extremo sur argentino), pero lo que pudo ser un largometraje emotivo se resuelve en una serie de apuntes marcado por la improvisación (declarada) y un abandono esteticista digno de mejor empeño.
Todo lo contrario sucede con dos de las películas mexicanas más interesantes del festival, Nómadas, de Ricardo Benet, y A tiro de piedra, de Sebastián Hiriart. A reserva de hablar en detalle de cada una de ellas en su estreno comercial, cabe señalar una constante temática: el desplazamiento territorial que es búsqueda espiritual y cuestionamiento de la identidad propia al contacto con otra cultura. La película de Benet refrenda la originalidad y fuerza expresiva de su cinta anterior, Noticias lejanas, trasladando la exploración del mundo rural mexicano a un ámbito urbano (Nueva York), donde el protagonista vive del mismo modo complejo su experiencia de soledad y desarraigo.
Finalmente, Acorazado, de Álvaro Curiel, muestra las limitaciones de un humorismo narcisista con su abigarrada sucesión de viñetas sobre la pícara encarnación de un “mexican curious” (Silverio Palacios), a la vez pobre diablo y héroe popular, espejo magnificador del público al que va dirigida la cinta. En el extremo opuesto de rigor y originalidad narrativa, otra cinta humorística, Las marimbas del infierno, de Julio Hernández Cordón, obra emotiva y compleja sobre la soledad de un músico de marimba que descubre en la incorporación del heavy metal a su instrumento favorito, la clave de un éxito pasajero.
carlos.bonfil@gmail.com
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