martes, 1 de febrero de 2011

El movimiento de los electricistas democráticos (1972-1978)

SICLA. Sistema de Información Clasificada         Información Documental







Cuadernos Políticos, número 18, México, D.F., editorial Era, octubre-diciembre de 1978, pp. 47-70.
Raúl  Trejo Delarbre
El  movimiento de los electricistas democráticos (1972-1978)
El  movimiento de los  electricistas  democráticos  ha sido uno de los  más  destacados  en la historia del sindicalismo mexicano, y sin duda el de mayores dimensiones y perspectivas en los últimos años. Las movilizaciones, las expresiones solidarias, las múltiples reacciones que desató entre las burocracias política y sindical,  el  papel  que jugó como eje de la  insurgencia obrera reciente, señalan su importancia.
Por eso, resulta necesaria una revisión de su historia, de las opciones tácticas y las concepciones generales  que  ha  tenido,  así  como  del  papel  que  ha  desempeñado  dentro  del  conjunto  del movimiento obrero nacional.  Ningún movimiento sindical  reciente  ha  tenido características  tan ricas  y  variadas  como  el  de  la  Tendencia  Democrática.  Aspectos  como la  resistencia  en las secciones de provincia,  la participación de los trabajadores con sus familias,  la función de las mujeres  en esta  lucha,  las experiencias  personales  que tienen dimensiones  colectivas,  los actos
heroicos y conscientes de muchos de estos mexicanos que han hipotecado su destino particular a una lucha social,  forman parte de los momentos más luminosos  en la historia del proletariado mexicano.
En las siguientes páginas se esboza una reseña, necesariamente esquemática,  de la trayectoria reciente de este destacamento obrero. Este artículo es parte del marco inicial para un trabajo más amplio que habrá de desarrollarse sobre la historia de los electricistas democráticos.
Cabe  decir  que  las  tesis  que  aquí  se  señalan  han  sido  resultado  de  discusiones  con observadores  y participantes  de  la  lucha  electricista.  Por  supuesto,  y como siempre  en tales casos,  la responsabilidad de la presentación de estas ideas es exclusivamente del  autor.  En todo caso, se trata de puntos de vista que han sido resultado de una experiencia colectiva.
EL STERM Y LA LUCHA POR SU INTEGRIDAD
Aunque pueden señalarse los últimos seis años como los más espectaculares en el desarrollo del  movimiento electricista democrático,  la lucha de este contingente no podría explicarse sin mencionar la situación del sector industrial donde aparece. La dispersión de la industria eléctrica y su desigual desarrollo en el país, ocasiona el surgimiento de varias empresas y, por consiguiente, de varios sindicatos.Para 1960, existían el Sindicato Mexicano de Electricistas,  de añeja tradición combativa,  y
el  Sindicato Nacional  de Electricistas, Similares y Conexos (SNESCRM). Ese año, el gobierno de Adolfo López Mateos decide nacionalizar la industria eléctrica. Como resultado de tal medida, varias  docenas  de  pequeñas,  medianas  y  grandes  empresas,  de  capital  mayoritariamente extranjero,  son incorporadas a la Comisión  Federal  de Electricidad.  Los trabajadores de dichas compañías  estaban  agrupados  en  52  sindicatos  pertenecientes  a  la  Federación  Nacional  de Trabajadores  de  la  Industria  y  Comunicaciones  Eléctricas  (FNTICE).  Esta,  después  de  la nacionalización,  se  convierte  en  el  Sindicato  de  Trabajadores  Electricistas  de  la  República Mexicana (STERM).
El  STERM se constituye formalmente el  12 de octubre de  1960,  cuando designa su primer comité  ejecutivo  encabezado  por  Rafael  Galván  como  secretario  general.  En  sus  primeras declaraciones,  el  dirigente del  nuevo STERM insiste en que la creación de este sindicato es apenas un primer paso para la unificación de todos los electricistas: la  nacionalización  eléctrica  —señala— no  perjudica  al  pueblo.  Siempre  tuvimos  la certeza  de que una industria fundamental  para el  desarrollo del  país no podía estar  en manos  privadas,  menos  extranjeras  [...]  no hay contradicción  entre los intereses de México  y  los  de  los  trabajadores.  Nada  justificaría  que  los  tres  sindicatos  se mantuvieran  divididos  si  existiera  la  posibilidad  de  agruparse  en  uno  solo,  a condición de que se garantizaran los intereses  colectivos  y el respeto a los derechos democráticos. Los electricistas no somos una casta especial  ni tenemos privilegios.  Las condiciones actuales se deben, sobre todo, a la permanente actitud combativa y a que la mayoría del gremio se ha librado de la corrupción sindical. Sobre la clase obrera — a la que pertenecemos— recae la responsabilidad histórica de los destinos nacionales.(El Popular, 5 de noviembre de 1960.)
 En, efecto, la lucha del STERM sería la piedra de toque para definir las posiciones de
diversos sectores nacionales, no sólo respecto a la composición y las posibilidades del movimiento sindical, sino sobre la orientación del país todo. El STERM se preocupa de inmediato por concertar la acción de otras agrupaciones democráticas. El 4 de diciembre de 1960 se crea, a instancias suyas, la Central Nacional de Trabajadores (CNT) que pretendía ser un polo alternativo ante el Bloque de Unidad Obrera, que reunía a las principales agrupaciones obreras que estaban bajo la hegemonía de direcciones conservadoras (especialmente, Fidel Velázquez y la CTM) y sustentaban una ideología anticomunista.
Organizaciones como el SME, la CROC, la CRT y la Federación de Cañeros forman parte de  la nueva CNT, que sintetizaba en tres aspectos su ideario: 1]  La  reinvindicación  de  los  sindicatos;  2]  La  restructuración  democrática  del movimiento obrero y su removilización para convertirlo en fuerza poderosa de la vida nacional, y 3] La intervención de los sindicatos en la lucha por conseguir un mejor nivel de vida. (Solidaridad, lo. de enero de 1961)
La CNT existe durante más de cinco años como un polo  alternativo dentro del movimiento obrero, con posiciones contrarias a la corrupción y entreguismo del Bloque de Unidad,  Obrera. A pesar de su oposición a las prácticas del BUO —que se manifiestan en álgidas disputas durante los primeros años  de la nueva central— la CNT no sigue una política sectaria  y nunca pretende mantenerse  como  un  organismo  aislado.

  A  instancias  suyas,  se  comienza  a  discutir  la posibilidad d crear una central única. Después de múltiples rodeos y debates los organismos que componían el Bloque de Unidad Obrera aceptan constituir el Congreso del Trabajo,  que nace el 19 de febrero de 1966. Para dar paso a esta nueva agrupación, la CNT y el BUO desaparecen. A pesar de que en el Congreso del Trabajo tenían hegemonía los dirigentes tradicionales del corte de Fidel  Velázquez,  la decisión misma de constituirlo y buena parte de sus principios estatutarios fueron impulsados por la CNT y, especialmente el STERM. Entre las reivindicaciones sustentadas en  los  principios  del  Congreso,  se  encontraban  la  iniciativa  para  desarrollar  un  proceso  de reconstrucción  del  movimiento  obrero  a  partir  de  la  creación  y  ampliación  de  sindicatos nacionales por rama industrial.
La creación del Congreso del Trabajo había sido resultado tanto del interés del gobierno federal por tener un organismo que agrupara a la mayor parte de los trabajadores sindicalizados —y que facilitara la relación entre burocracia política y movimiento obrero— como del desarrollo de los dos  principales sectores del  sindicalismo nacional.  Para la CNT significaba un avance,  aunque fuese sólo relativo.  La iniciativa para crear una sola central  y la polémica misma par  llegar a esa conclusión, habían sido propiciadas por la CNT El nacimiento del Congreso del Trabajo era un paso importante para ello, aunque el nuevo organismo no era precisamente una central única. Sin  embargo,  sus  principios  constitutivos,  su  formación  misma,  abrían  la  posibilidad  para avanzar en la unidad organizativa de los trabajadores mexicanos.
Aunque el Congreso del Trabajo no sigue después el rumbo que en su constitución se señaló, el STERM sí  sostiene  tales  principios  y  constantemente  pugna  por  unificar  y  democratizar  al sindicalismo nacional, y especialmente al electricista.
Uno de los principales problemas que afrontaba el STERM era la administración de diferentes contratos  y  la  indefinición  que  en  ese  sentido  existía  en  la  legislación  al  respecto.

  La nacionalización decretada por López Mateos en 1960 había propiciado el inicio de la integración de la industria —que aún no se consumaba—, pero no estableció la reglamentación adecuada para este proceso.  En 1966 el  STERM,  el  Sindicato Nacional y la Comisión Federal de Electricidad suscriben un "Convenio Tripartita" en el que se comprometen a respetar los respectivos contratos colectivos de trabajo y la administración sindical de cada uno.
Tres años después los mismos organismos,  y además el  Sindicato Mexicano de Electricistas, establecen  un nuevo  acuerdo,  que  reitera  los  principios  del  anterior  y  se  pronuncia  por  la unificación de los sindicatos, por una parte, y de las empresas, por otra, que existen en el sector eléctrico.  Sin embargo,  de poco servían los acuerdos porque la integración  eléctrica completa no  se  daba  y  porque  la  CFE  desarrollaba  una  política  de  hostilidad  contra  el  sindicato democrático,  el  STERM.  Este  había  denunciado  continuamente  la  orientación  de  la  industria
eléctrica, que favorecía a los grandes consumidores —especialmente las empresas privadas— en detrimento de los consumidores domésticos.
La insistencia del STERM por que su fuente de trabajo sirviera para beneficiar a la nación y no al imperialismo,  junto con la reanudación de sus enfrentamientos con la burocracia sindical que no aceptaba sus intenciones democratizadoras, conducen a una polarización cada vez mayor contra  el  sindicato.  Esta situación se traduce en el  desarrollo de represalias administrativas por parte de la CFE para perjudicar a los miembros del STERM. Citemos solamente uno. La revista Solidaridad describía en octubre de 1969 un problema que se repetía en diversas secciones:
en  la  sección  39  del  STERM con  sede  en  Gómez  Palacio,  Durango,  [a  varios
trabajadores] se les hicieron préstamos de 25 mil pesos a cada uno, pagaderos "en la
forma  en  que  pudieran"  y  además  se  les  ofreció  que  disfrutarían  de  la
representación sindical y canonjías y gajes, todo ello a cambio de pasarse del STERM
al  Sindicato Nacional,  en  la inteligencia de que serían mayores,  si  además  lograban que otros trabajadores los siguieran en el camino de su traición al STERM.
(Solidaridad, n. 41, 31 de marzo de 1971, p. 26.)
Esta escalada contra el sindicato aumenta con las actitudes  antidemocráticas del Congreso del Trabajo donde el sector  "charro" había impuesto su hegemonía.  Dicho organismo se suma a los ataques  contra  el  STERM y en 1970 decide  "expulsar"  a  este  sindicato  en  una  acción  que contravenía su propia legalidad: los principios constitutivos del Congreso del  Trabajo señalaban que  no se  podían tomar  acuerdos  si  no era  por  unanimidad de  sus  integrantes.  Siendo el STERM uno de ellos, era imposible que legalmente se declarase su expulsión. Sin embargo, así ocurre  y  este  hecho  señala  el  distanciamiento  creciente  e  irreversible  entre  los  electricistas
democráticos y el conjunto de la burocracia sindical.

A esta situación se añadió la decisión de la Comisión Federal de Electricidad de llevar a un mayor nivel de enfrentamiento las medidas contra el STERM. El Sindicato Nacional,  que tenía un número mayor  de trabajadores que el  STERM, aprovecha esa circunstancia para demandar la  titularidad  del  contrato  colectivo  que  este  último  administraba.  La  argumentación  del SNESCRM se amparaba en un artículo de la Ley Federal del Trabajo donde se establecía que la administración de las  relaciones  laborales,  en una empresa donde existe más  de un sindicato, corresponde  al  mayoritario.  No  se recordaba,  sin  embargo,  que la situación de los  sindicatos
electricistas  era  en extremo  especial:  si  contrataban  con  una  misma  empresa,  se  debía  a  la integración de la industria en 1960, y para establecer las peculiaridades que tales circunstancias reclamaban  se  habían firmado  los  Convenios  de  1966 y 1969.  La  solución  que  el  STERM proponía para remediar esa situación era la integración democrática de los sindicatos electricistas.
Nada  de  eso  toma  en  cuenta  la  Junta  Federal  de  Conciliación,  presionada  por  Fidel Velázquez, al dar en octubre de 1971 su fallo en favor de la demanda del Sindicato Nacional y en  contra  del  STERM.  Este  denuncia  el  hecho  como  un  "atraco"  motivado  por  problemas políticos. En consecuencia,  decide responder con acciones explícitamente políticas.  El Consejo Nacional del STERM señala:
Pero […] ya no estamos solos ni  se nos puede aislar para  aniquilarnos [...]  fuimos un
modesto reducto en tiempos  de postración obrera y tenemos que ser destacamento de avanzada  en tiempos  de resurrección,  de reanimación de  la lucha de clases.  Ése es nuestro destino,  el  destino alto y  difícil  del  STERM;  a él  estamos  consagrados  con toda nuestra pasión revolucionaria, con toda nuestra lucidez, con todo nuestro espíritu de sacrificio. (En Insurgencia obrera y nacionalismo revolucionario. Ed. El Caballito, México, 1973, pp. 381-82)
El STERM responde en el terreno de las movilizaciones y las denuncias públicas. El 21 de octubre de 1971 encabeza  una manifestación en Puebla,  y durante las  siguientes  semanas  se realizan actos  similares  en diversas  localidades.  El  14  de diciembre  tiene efecto la Primera Jornada  Nacional  por  la  Democracia  Sindical,  en  40  ciudades  en  todo  el  país.
  A  la convocatoria del  STERM para levantar  en las calles las  banderas democráticas que no habían sido aceptadas por el  gobierno y la burocracia sindical espuria,  acuden millares de trabajadores Un ejemplo de los contingentes  que desfilaron  en esa Primera Jornada Nacional  —como en otras durante los meses posteriores—, lo da la siguiente reseña: De la movilización en 40 ciudades del  país,  destacaron  entre otras las de Tampico, donde  a  pesar  de  que  la  sección  del  STERM  cuenta  con  300  miembros,  la manifestación  organizada  llegó  al  número  de  10  mil  participantes;   la  de  Ciudad Valles,  donde  la  sección  116  del  STERM se  vio  apoyada  por  la  participación  de contingentes  de  trabajadores  de  la  FROC-CROC,  del  Sindicato  de  Trabajadores  de Cementos Mexicanos, S. A., del Sindicato de Trabajadores de Fibracel; las de Mexicali y San Luis Río Colorado, donde además de los miembros de las secciones locales  del STERM,  participaron  maestros  de  la  Sección  37 del  SNTE (Sindicato  Nacional  de Trabajadores de la Educación), trabajadores burócratas, trabajadores de la FROC-CROC, Movimiento Revolucionario del Magisterio, estudiantes, habitantes de la colonia "Flores Magón" y Sindicato de Telefonistas. (Rafael Cordera Campos, El Movimiento Obrero y la estrategia de desarrollo económico, 1971-1976. El caso de los electricistas democráticos. Tesis profesional. Facultad de Economía, UNAM, 1976. Cap. III, p. 6)
En estas movilizaciones participaban, como se ve, no sola mente los electricistas democráticos y sectores impugnadores de la burocracia sindical  oficial  (como los maestros del  MRM), sino inclusive  trabajadores  agrupados  bajo  las  direcciones  "charras"  (de  la  FROC  y  CROC, Telefonistas e incluso de la CTM) pero con una relativa autonomía que les  permitía apoyar  al STERM.  Destaca  también  la  participación  del  Movimiento Sindical  Ferrocarrilero  dirigido por Demetrio Vallejo,  que es el  segundo sector más importante,  después de  los electricistas.  De esta manera el  STERM,  en esta fase,  logra  concitar  el  apoyo de trabajadores  de diferentes  áreas  y organizaciones en todo el país.
A las denuncias y actos públicos del STERM, la burocracia sindical y la CFE responden con nuevas represalias. Ocurren actos de violencia como el ataque de esquiroles al local de la sección 40,  de Celaya.  En vez de que los culpables  del  atentado sean sancionados,  el  hecho sirve de pretexto para  que la CFE rescinda los contratos  de los dirigentes  seccionales.
  La política  del STERM ante estos sucesos sigue siendo la misma: mantener el conflicto en la arena del debate político y respaldarse  en acciones  de  masas.  El  27 de  enero de  1972 se  realiza  la  Segunda Jornada  Nacional  por  la  Democracia  Sindical,  ahora  en 48 ciudades  de  todo el  país.  En las semanas  y meses  siguientes  tienen lugar  nuevas  movilizaciones  en Puebla,  Celaya,  Torreón, Chihuahua, San Luis Potosí y otros sitios más. La Tercera Jornada se realiza el 27 de abril.
Para  dar  forma  orgánica  a  la  alianza  que  se  estaba  gestando entre  diversos  sectores  con orientación democrática,  el  STERM llama  en enero de  1972 a  crear  la  Unión Nacional  de Trabajadores  (UNT).  En  el  documento  titulado  "Por  qué  luchamos",  que  se  convierte  en  el programa de esa organización,  el  STERM convoca a los trabajadores mexicanos a defender  la democracia  sindical,  a  dar  una  nueva  estructura  al  movimiento  obrero,  a  impulsar  la reorganización de las empresas nacionalizadas y una política de nacionalizaciones en general, a apoyar  la  reforma  agraria  y la educación para  el  pueblo,  así  como a crear  una fuerte alianza obrero-campesina-estudiantil
6
El  30 de julio,  se constituye en León el  Comité  Coordinador  de la  .
UNT, donde destacaba la participación,  junto al STERM, del Movimiento Sindical Ferrocarrilero,
del Frente Auténtico del Trabajo y de sindicatos independientes en el interior del país.
Sin embargo la UNT tendría una corta vida. Muy pronto el STERM pasaría a una diferente
fase de lucha.  Además  el otro contingente nacional  que animaba a la Unión, el MSF,  sufre en
1973  problemas  que  ocasionan  su  virtual  liquidación.  Los  ferrocarrileros  dirigidos  por
Vallejo,  en su afán por reconquistar la hegemonía que la represión les había pitado en 1959,
optan por seguir una táctica que los enfrenta, sin mayor respaldo, con la burocracia sindical y
con  el  gobierno:  deciden  ocupar  las  secciones  sindicales  que  estaban  controladas  por  los
dirigentes espurios, abriendo la puerta para la intervención de la fuerza pública. Así ocurre en
varias ciudades, con saldos sangrientos y lamentables.
La  UNT había  nacido  con  dos  propósitos  esenciales.  Uno,  era  la  necesidad  de  rodear  a
movimientos como el de ferrocarrileros, y especialmente el de electricistas, de la solidaridad lile
requerían.  Otro,  apoyar  un  proyecto  estratégico  que  pugnaba  por  la  reorganización  de  los
trabajadores mexicanos. En este sentido, la UNT llega a presentarse como una central alternativa
a las centrales dirigidas por líderes espurios. Aunque probablemente —y esta ambigüedad existe
debido a la falta de precisiones por parte de la Unión, en este sentido— la UNT no aspiraba a
ser  simplemente una central  marginada del resto del movimiento obrero,  esa es la imagen que
ofrece.  Debido  a  tal  situación,  algunos  sectores  que  perteneciendo  al  "sindicalismo  oficial"
habían apoyado al STERM en las Jornadas por la Democracia Sindical entre 1971 y 1972, no
pueden participar en la UNT.
El  31 de mayo de 1972,  la CFE firma con el  Sindicato  Nacional el contrato colectivo que
era administrado por el STERM. De esta manera el acuerdo de la Junta de Conciliación tomaba
forma  y,  en  la  práctica  como  antes  por  escrito,  se  despojaba  al  STERM de  su contrato.  El
sindicato democrático insiste en apelar por los escasos conductos legales  que restaban:  presenta
un nuevo amparo ante  la Suprema  Corte de Justicia la cual  difiere su respuesta,  que en esa
situación equivalía  casi  a responder  en contra.  Tal  indiferencia oficial,  decide al  STERM a
jugar una de sus últimas cartas y anuncia un emplazamiento a huelga. Este no es aceptado por la
Junta Federal. Sin embargo, el conflicto y la eventual suspensión de labores estaban planteados.
NACE EL SINDICATO ÚNICO
Las denuncias y movilizaciones del STERM, así como  el creciente enfrentamiento en el
6 “Por qué luchamos" en Insurgencia obrera..., cit., p. 299gremio electricista, deciden al gobierno federal a ofrecer una fórmula de solución de compromiso:
la unificación del STERM con el Sindicato Nacional. Hasta entonces, el Ejecutivo Federal se
había abstenido de intervenir como tal en el conflicto, dejando que se desarrollaran libremente las
fuerzas involucradas. Esto no significaba que no existiesen sectores del gobierno que tomaran
partido en, la pugna electricista. Particularmente, destacaban las acciones en favor del Sindicato
Nacional —con el que las unían vínculos inclusive económicos— de la Comisión Federal de
Electricidad y la Junta de Conciliación. El 26 de septiembre, con la participación del presidente
Luis Echeverría Alvarez y el director de la Comisión Federal de Electricidad, José López
Portillo, los comités ejecutivos nacionales de ambos sindicatos suscriben un "Pacto de Unidad"
y acuerdan la creación del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República
Mexicana, SUTERM.
Esta era, repetimos, una solución de compromiso. No significaba la aceptación completa de las
demandas del STERM pero tampoco satisfacía a la burocracia sindical espuria. Era una medida
decretada por el Ejecutivo Federal,  y así debía entenderse, para resolver el problema por la vía
del  arbitraje.  Sin  embargo,  para  el  STERM era  un  paso  adelante  en  favor  de  una  de  sus
banderas  esenciales  —la  integración de  los  sindicatos— y abría un margen que le permitía
respirar en tanto se redefinían las fuerzas en el gremio de los electricistas.
La  dirección  nacional  del  STERM insistió  en  estas  ventajas  ante  los  trabajadores  del
sindicato quienes,  de esta manera,  aceptaron el acuerdo.  Las razones y avances de la fusión no
eran tan  claras  para  otros  sectores,  especialmente  para  algunos  grupos  de  la  izquierda  que
cuestionaron  la  decisión  del  STERM pues  consideraban  que  dentro  del  nuevo  sindicato la
corriente  democrática  no tendría  posibilidades  de  prosperar.  No advertían  que  tal  decisión era
compatible  con  los  postulados  de  los  electricistas  democráticos,  que  habían  señalado  la
necesidad  de  luchar  contra  el  charrismo  junto  a  los  trabajadores  subordinados  por  las
burocracias espurias  y no al margen de ellos.  A pesar de la reticencia de estos sectores de la
izquierda, especialmente universitaria, los trabajadores avalan la creación del SUTERM. El 26 de
octubre se realizan nuevas movilizaciones, para aprobar el surgimiento del nuevo sindicato.
El 20 de noviembre de 1972 tiene efecto la formal constitución del SUTERM, en el Palacio de
Bellas Artes. El sindicato pasa a ser miembro de la CTM y su secretaría general es ocupada por
Francisco  Pérez  Ríos,  que  había  tenido  el  mismo  puesto  en  el  Sindicato  Nacional.  La
presidencia de la Comisión de Vigilancia corresponde a Rafael Galván.  El  resto de los cargos
del comité ejecutivo y las comisiones autónomas se distribuyen paritariamente entre miembros de
las  dos agrupaciones que dan lugar  al  SUTERM.  Se acuerda,  igualmente,  que se integren de
manera  paritaria  los  comités  ejecutivos  de las  secciones  donde coincidan miembros  de ambos
sindicatos.En otros  aspectos  de  sus  Estatutos,  el  nuevo sindicato  conserva  el  espíritu  nacionalista  y
democrático que caracterizaba al STERM. Se da autonomía relativa a las secciones y el poder
del  comité  nacional  es  delimitado claramente.  El  mismo tono se advierte en las declaraciones
públicas  iniciales  del  SUTERM,  que  señalan  la  necesidad  de  nacionalizar  completa  y
efectivamente la industria eléctrica, y en llegar a la unificación con el SME.
La creación del  SUTERM era,  insistimos,  una solución necesariamente  transitoria  para  el
conflicto  electricista.  Para  el  antiguo STERM,  la  unificación significaba  la  posibilidad  de
mantener  sus perspectivas de lucha,  con la expectativa de  llevarlas  hasta los  trabajadores  que,
miembros del  antiguo  Sindicato Nacional,  no habían conocido las banderas de los  electricistas
democráticos. Ése era el principal reto para el  sector democrático: ampliarse entre las bases de
la dirección del ex-Nacional. La unificación, por otra parte, tiene como resultado la igualación de
las condiciones de trabajo, que eran diferentes en cada sindicato y,  en general,  más favorables
para los miembros del STERM. Gracias a ello, los afiliados al ex-Nacional se benefician con
una  mejor  situación  laboral.  Junto  a  estos  cambios  iniciales,  dentro  del  SUTERM  se
mantienen las dos líneas que habían existido, casi siempre contrapuestas y enfrentadas, en los dos
sindicatos  anteriores.  Por  un lado el  sector  democrático encabezado por  Galván.  Por  otro,  los
"charros" presididos por Pérez Ríos y apadrinados por Fidel Velázquez y la burocracia sindical
más conservadora del país. Estas dos tendencias no tardarían en chocar dentro del SUTERM.
PUGNAS DENTRO DEL SUTERM
El  proceso  de  integración  de  los  dos  antiguos  sindicatos  no está  exento  de  problemas.
Paradójicamente, el conflicto más grave es propiciado por la dirección de una sección que había
sido parte del STERM, la sección Puebla. Aquí, un grupo encabezado por el secretario general,
Víctor Manuel  Carreto, considera que la tendencia que preside Galván ha "capitulado" y se ha
mostrado más  "dispuesta a componendas en la cumbre"  que a escuchar  a los trabajadores.  A
partir  de esa opinión,  señala que la integración en secciones como  la de Puebla donde existían
representaciones tanto del STERM como del SNESCRM, no debe ser paritaria como establecía el
Pacto de Unidad, sino tomando como base la representación proporcional de cada uno de los dos
sectores. Como en Puebla tenía mayoría el STERM, decían, no se podía aceptar  una dirección
donde los miembros del ex-Nacional tuvieran la mitad de los cargos
7
 Esta posición, en realidad,
perjudicaba al sector del, antiguo STERM que en gran parte de las secciones —a diferencia de
Puebla— era minoritario.  Así  lo hace ver la dirección encabezada por Galván,  que apenas  en
noviembre  de  1973  consigue  llegar  a  un  acuerdo  con  los  electricistas  de  Puebla,  quienes
7 Combate, órgano de la Alianza Democrática Electricista, n. 1, 1973. (La ADE fue creada por el grupo que se
oponía a la integración paritaria en Puebla.) Véase también el cap. IV de Cordera Campos, Op. Cit.finalmente aceptan sujetarse a los términos del Pacto de Unidad y los Estatutos del SUTERM.
La  actitud de  los  dirigentes  de  la  sección Puebla  sería  un  antecedente  significativo  de  la
postura que adoptarían tres años más tarde, cuando un grupo de ellos desertaría de la Tendencia
Democrática.  También  fue  sintomático  que  quienes  aprovecharon  este  conflicto  fueron  los
opositores a la unidad de los electricistas. La dirección del SME, que había expresado repetidas
reticencias a iniciar un proceso serio que llevara a la integración, dijo con motivo del conflicto en
Puebla que este incidente daba muestras de antidemocracia en el SUTERM, motivo por el cual el
Sindicato Mexicano no podía acceder a tal unidad.
Las  diferencias  en el  seno del  SUTERM se expresan con  mayor  beligerancia  unos  cuantos
meses más tarde, en el conflicto suscitado en la sección General Electric. El 13 de junio de 1974,
los  3  mil  trabajadores  de  esta  empresa  ubicada  en  Cerro  Gordo,  estado  de  México  y  que
formaban la sección  49 del SUTERM,  estallan una huelga en protesta porque los  representantes
seccionales y el Comité Ejecutivo Nacional  avalaron una revisión contractual  a espaldas  de la
sección.
Inicialmente, toda la dirección del sindicato coincide en una sola posición. En un comunicado
público, seis días después de iniciada la huelga, el Comité Ejecutivo Nacional y la Comisión de
Vigilancia anuncian que han determinado asumir conjuntamente la representación sindical para
buscar,  junto con  los  trabajadores,  una  solución.  Sin  embargo,  este  acuerdo  no  duraría.  El
compromiso entre el sector espurio y el representado por Galván ante el problema de General
Electric se rompe señalando así el rompimiento entre ambos sectores del SUTERM.
Rafael Galván, en su calidad de presidente de la Comisión de Vigilancia, expresa su acuerdo
con las demandas de los  huelguistas y les da su apoyo.  En tanto,  el otro sector del  SUTERM
los  ataca.  El  propio secretario del  Interior  del  Comité  Nacional,  Amador  Robles  Santibáñez,
encabeza un grupo de policías y esquiroles para romper la huelga el primero de julio. La mayor
parte de los miembros de la sección tienen que volver a sus labores.  Sin embargo,  550 de ellos
sostienen la huelga y realizan diversas movilizaciones,  algunas veces  con la participación de
trabajadores  del  SME.  Estas  acciones  no  logran  disminuir  el  perjuicio  que  les  causa  la
reapertura  de  la  fuente  de  trabajo;  así,  el  26  de  septiembre  la  huelga  termina,  con  la
reinstalación de los trabajadores que habían  sido despedidos, a excepción de sus dirigentes.  La
huelga en General Electric resultaba sintomática:
quedaba claro que el llamado Pacto de Unidad plasmado en el SUTERM se rompía y
adquiría  una  dinámica  de  enfrentamiento  radical  entre  las  dos  alternativas
contrapuestas,  a través  de cualquier  pretexto aun cuando éste,  en su principio,  fuera
eminentemente laboral.
8
8 Cordera Campos,  op.  ci t. ,  cap.   IV,  p.  18.Con  más  énfasis  que  durante  el  año  anterior,  hacia  1974  se  definían  las  dos  líneas
contrapuestas en el SUTERM. La corriente democrática hacía todo lo posible por afirmarse en
el sindicato.  En su conformación,  tuvo especial importancia el ingreso al SUTERM, en el mes
de mayo, de los trabajadores del Instituto Nacional de Energía Nuclear, que se convierten en uno
de  los  sectores  más  combativos  del  sindicato.  Éste  sería  hasta  el  final  de  la  Tendencia
Democrática,  uno  de  los  contingentes  que  asumiría  con mayor  constancia  las  banderas  del
grupo encabezado por Galván. La presencia de las secciones nucleares dotó a este sector de un
buen número  de activistas de las banderas democráticas.  Sin embargo,  siempre se mantuvo una
diferencia  entre  los  "nucleares"  y  el  resto  de  los  miembros  del  SUTERM,  fundamentalmente
porque los primeros ni  son electricistas —aunque pertenezcan también  a una rama estratégica
de  la  producción  de  energéticos— ni  son  propiamente,  en  su  mayoría,  obreros  (una  gran
cantidades de extracción universitaria y tiene una calificación profesional importante) . El papel
de este sector, en sentido estricto "no obrero", tiene importancia en la orientación ideológica y
las acciones posteriores del grupo democrático del SUTERM. De la misma manera, la experiencia
que adquieren en la lucha proletaria  de  la Tendencia,  con su participación en cada  una de las
fases del  conflicto,  significa una experiencia muy  valiosa para los trabajadores nucleares.  Sin
este antecedente,  no puede entenderse su actitud —y los avances que implicó— en la polémica
relativa a la legislación sobre energía nuclear durante 1978.
Al  mismo tiempo que ampliaba su membresía,  el  sector  democrático del SUTERM buscaba
afirmar sus relaciones con otros contingentes del  sindicalismo nacional.  Ante la inminencia de
una  escisión y también  debido al  interés  por  recuperar  su papel  de  polo de  atracción  de  la
insurgencia obrera,  los electricistas encabezados por Galván promueven en 1974  la formación
del  Movimiento Sindical  Revolucionario (MSR).  El  12 de  octubre  de  ese  año,  se  realiza  la
Primera  Conferencia  Nacional  de  tendencias  democráticas  en sindicatos  nacionales  por  rama
industrial,  con  representantes  de  la  industria  eléctrica,  la  energía  nuclear,  ferrocarriles,  las
industrias minero-metalúrgicas, automotriz, de alimentación y petróleos. El MSR postula que es
necesario  reorganizar  al  movimiento  obrero  a  partir  de  sindicatos  nacionales  por  rama  de
actividad.  Su existencia inicial  tiene pocos resultados inmediatos,  debido a los conflictos  que
deben afrontar  los  electricistas,  igual  que  ocurrió con la  UNT en 1972.  Sin embargo,  cabe
destacar  una  diferencia  esencial  entre  el  proyecto  de  la  UNT y  el  MSR:  la  primera  se
presentaba como una central  alternativa,  diferente al  resto de los bloques y organizaciones del
movimiento  obrero nacional.  El  MSR en  cambio,  pretendía  ser  una  alianza  de  corrientes  y
organizaciones  democráticas,  independientemente  de la orientación de las  agrupaciones donde
estuvieran inscritas.  Este cambio,  como otros más,  es  resultado del  proceso de maduración de suspropias proposiciones, que los electricistas democráticos experimentan a través de su lucha.Dice Galván:  no debemos irnos a l lorar a casita,  debemos
colocarnos en un nuevo bastión,  y debemos tomar la
decisión de seguir combatiendo; debemos de llevar una  lucha
permanente y para eso estamos reconcentrados en el cuartel
de la clase obrera; y si no estamos convencidos, habrá que
convencernos.  En esta lucha fundamental hay la alternativa de
negociar, pero no como limosneros, sino como dignos
mexicanos.
—Marcel ino Araiza Sauceda
Final  de  un diar io,  1979La polarización en el seno del SUTERM no impide fugaces pero significativos acercamientos
con el Sindicato Mexicano de Electricistas. El 13 de noviembre de 1974, el SME acuerda crear
una Comisión Legislativa para estudiar  la unificación con el  otro sindicato.  Poco después,  en
ocasión del  decimocuarto  aniversario  de  la  nacionalización  de  la  industria  eléctrica,  ambas
organizaciones  publican  un  documento  en  el  que  reiteran  su  propósito  de  fusionarse  en  los
siguientes términos:
[...]  nos  hemos  pronunciado  por  la  unidad;  hemos  dicho  que  debemos  trabajar  para
consolidar un fuerte y democrático Sindicato Mexicano de Electricistas, revolucionario y
con una  concepción  clara  y avanzada  de  la  lucha  de  clases,  y ahora refrendamos  esa
determinación, convencidos de que en la medida que la alcancemos por la vía democrática
evitaremos condiciones que pudiesen crear situaciones conflictivas que hicieran peligrar el
urgente crecimiento de la industria [...]
9
Estos propósitos eran alentados tanto por la exigencia de núcleos avanzados que dentro de ambos
sindicatos pugnaban  por una fusión democrática,  como por el interés de las direcciones de ambos
organismos en propiciar una unificación que, de resolverse las diferencias que tenían sobre el reparto
de  puestos  y recursos,  les  daría  mayor  fuerza.  Durante  muchos  meses,  la  dirección  del  SME
mantiene una política cambiante tanto sobre la unificación como acerca de los conflictos dentro del
SUTERM. Estos conflictos, en breve tiempo, harían que todo intento de unidad resultase vano.
LA ESCISIÓN. LA TENDENCIA DEMOCRÁTICA
Al comenzar 1975, los dirigentes espurios del SUTERM llaman a la realización de un Congreso,
que se prepara con procedimientos antidemocráticos y discriminatorios. Los delegados son designados
por la dirección nacional y no por las secciones; sólo asisten trabajadores avalados por la CFE, que les
otorga viáticos y permisos para reunirse en la ciudad de México.
Las secciones democráticas denuncian que
estos delegados no fueron nombrados por sus respectivas asambleas, como indica el Estatuto,
no se han cubierto siquiera las apariencias. El Comité Ejecutivo Nacional no se reunió, ni
siquiera lanzó un convocatoria
10
Se denuncia también que los esfuerzos por unificar a los dos sindicatos han sido reprimidos por
9 Desplegado en Excélsior, 28 de septiembre de 1974.
10 Excélsior, 31 de enero de 1975.la empresa y la dirección antidemocrática. En el SME, la Comisión de Honor amenaza con suspender
a los trabajadores que participan más activamente en la Legislativa de Unidad. En el SUTERM
son despedidos trabajadores de las secciones Morelia y Oficinas Nacionales, entre otras.
En enero de 1975 en un acto de evidente provocación,  es  asesinado un trabajador  de General
Electric y la prensa —informada por los "charros" — atribuye la inspiración del atentado a Rafael
Galván. Este rechaza tales acusaciones, que nunca son comprobadas, y publica una carta dirigida al
presidente Luis Echeverría. En ese documento,  Galván denuncia  la intromisión de la CFE en los
asuntos  sindicales,  y  señala  la  necesidad  de  formar  un  frente  amplio  y  popular  contra  el
imperialismo.  Además,  menciona por primera vez en un  documento público el término "Tendencia
Democrática", para referirse al contingente de electricistas que encabeza.
11
Las secciones democráticas tratan de impedir que el Congreso espurio legitime a los "charros".
Publican numerosas denuncias en la prensa y el 8 de febrero, quince mil electricistas se manifiestan
en Guadalajara para apoyar al sector  democrático del SUTERM. A pesar de que la Comisión de
Vigilancia —presidida por Galván— había advertido numerosas irregularidades y había declarado
ilegítimo al Congreso, éste se realiza a partir del 21 de marzo. Ese día, las secciones democráticas
organizan manifestaciones en diversas ciudades. En el Congreso se hace un sumario juicio contra
Galván y el  resto de los  antiguos  miembros  de la dirección nacional  del  STERM,  y se decide
expulsarlos.
De  esta  manera,  las  fisuras  en  el  interior  del  SUTERM  se volvían ruptura definitiva.  Es
importante destacar que al señalado Congreso asiste Fidel Velázquez; en cambio el presidente de la
República, a pesar de haber sido invitado, no lo hace y tampoco manda representante alguno. Al
parecer,  no  existía  en  esos  momentos  coincidencia  entre  el  gobierno  federal  y  la  burocracia
cetemista,  la  cual  no  escatimaba  recursos  para  tratar  de  aplastar  al  bloque  democrático  en
electricistas. El gobierno y el sector más conservador de la burocracia sindical,  el  encabezado por
Fidel Velázquez,  habían  tenido sucesivos acercamientos y distanciamientos —más los  primeros que
los segundos— en el transcurso del sexenio de Echeverría. Sin embargo, en el conflicto electricista,
hasta  esos  momentos,  el  gobierno había  evitado  ofrecer  una  definición  clara  en  favor  de  los
"charros".  Se habían producido acciones favorables para este sector en momentos como el del  laudo de la
Junta de Conciliación contra el STERM en 1971. Sin embargo, acciones como la iniciativa para unificar los
sindicatos y formar  el  SUTERM en 1972,  habían permitido  al sector democrático tener un espacio donde
actuar y mantener sus banderas.  Esta parcial indefinición del gobierno federal iría aumentando conforme el
acoso de la burocracia  sindical encabezada por Fidel se volvía mayor contra los electricistas democráticos,  y
conforme el conflicto adquiría dimensiones mayores.
Uno de los elementos que permitían al sector "charro" del SUTERM tener una relativa pero real
autonomía respecto de la CTM, era la presencia de su secretario general, Francisco Pérez Ríos,
11 Ibid., 30 de enero de 1975.que se había mantenido durante muchos años al frente del ex-Sindicato Nacional gracias a sus
habilidades  y prácticas antidemocráticas pero que tenía márgenes de acción propios dentro del
conjunto de la burocracia sindical.  Pérez Ríos fallece una semana después del Congreso, el 27
de marzo de 1975. Su muerte deja al SUTERM y especialmente al sector antidemocrático sin una
dirección propia. Su sustituto, Leonardo Rodríguez Alcaine, careció de las virtudes de Pérez Ríos y
se dedicó a seguir los dictados de Fidel Velázquez.
Así  comenzaba  el  abierto  acoso  a  la  Tendencia  Democrática.  Los  electricistas  se  veían
constreñidos a volver a emplear  las movilizaciones y denuncias públicas como defensa contra el
charrismo. El 5 de abril de 1975, veinte mil trabajadores reunidos en Guadalajara respaldan a la
Tendencia y aprueban la "Declaración de Guadalajara".
En un mensaje dirigido al pueblo de. México, se expresaba que el país se encuentra en una
clara disyuntiva:
si  una sólida alianza popular  revolucionaria  ha de reencauzar  a México por la vía
del  nacionalismo  revolucionario  y  garantizar  así  su  progreso  y  su  genuina  vida
soberana,  o  si  el  imperialismo  y  sus  agentes  podrán  aprovechando  la  coyuntura
política que se avecina el cambio de presidente crear las condiciones de confusión y
violencia  que  le  permitan imponer  el  rumbo de la subordinación y aun sus  formas
pinochetistas.  La actividad febril  de Fidel  Velázquez  y su camarilla  está  enmarcada
precisamente  por  los  planes  contrarrevolucionarios  del  imperialismo.  Porque  el
charrismo no es sólo robo de cuotas, venta de contratos o persecución de obreros. Como lo
muestran los hechos que ya  hemos  expuesto,  el  charrismo ha devenido una estructura
política  básica  del  imperialismo,  de  la  burguesía  subsidiaria  y  de  los  funcionarios
corruptos  que  cambian  tradicionalmente  el  patrimonio  nacional  por  un  plato  de
lentejas.  El  charrismo,  íntimamente  entrelazado  con  aparatos  de  espionaje  y
provocación como la ORIT, brazo sindical de la CIA, es una parte de las fuerzas que el
imperialismo ha  destacado en nuestro suelo para servirse de ellas,  según sus  designios
[...]
12
LA DECLARACIÓN DE GUADALAJARA
La  Declaración  de  Guadalajara  se  propone  como  un  programa  mínimo  para  articular  las
demandas,  propósitos  y acciones  de  quienes  en  todo  el  país  pugnan  por  la  defensa  de   la
12 Declaración de Guadalajara, SUTERM-Tendencia Democrática, 1975.democracia.  Sus  puntos  programáticos  son  los  siguientes:  1]  Democracia  e  independencia
sindicales;  2] Reorganización  general  del  movimiento obrero;  3]  Sindicalización de todos los
asalariados;  4]  Aumentos  generales  de  salarios.  Escala  móvil;  5]  Lucha  a  fondo  contra  la
carestía;  6]  Defensa,  ampliación  y  perfeccionamiento  del  sistema  de  Seguridad  Social;  7]
Educación  popular  y  revolucionaria;  8]  Vivienda  obrera.  Congelación  de  rentas.
Municipalización del transporte colectivo.  Servicios municipales para todos;  9] Colectivización
agraria.  Fin  del  latifundismo,  derogación  del  derecho  de  amparar  a  terratenientes.
Nacionalización del crédito, del transporte de carga, de la maquinaria agrícola. Planificación de
la agricultura. Supresión de intermediarios; 10] Expropiación de empresas imperialistas. Monopolio
estatal del comercio exterior. Alianza orgánica con todas las naciones productoras  que defiendan
sus  materias  primas  de  las  garras  imperialistas;  11]  Intervención  obrera  en  la  defensa,
reorganización,  ampliación, regeneración interna y desarrollo planificado del sector estatal de la
economía; 12] Fiscalización obrera.
La lucha defensiva que realizaba la Tendencia Democrática era al mismo tiempo una lucha
por elevar la conciencia de los trabajadores de otros sectores y por dotar a la insurgencia obrera
de un programa que articulara sus acciones. La Declaración de Guadalajara recogía las principales
demandas  que durante décadas habían sostenido los electricistas democráticos y que, en síntesis,
descansan en la preocupación por imponer al país un rumbo nacionalista, democrático, popular y
antimperialista.
La "Declaración" surge como resultado de la necesidad objetiva de la TD por conformar un
polo que reuniera en torno suyo la solidaridad de otros sectores de trabajadores,  en momentos
en los cuales el apoyo externo era uno de los principales elementos con que la Tendencia contaba
para  salir  adelante.  Pero  la  Declaración  de  Guadalajara  también  representa  un  esfuerzo  por
señalar  las líneas más importantes de  un programa proletario,  de y para los trabajadores,  que
dotara a los sectores más avanzados de la clase obrera de una  visión general,  nacional,  de su
propia situación y de la situación del país entero. Las demandas señaladas en la "Declaración" no
eran novedosas.  Se trataba de preocupaciones  que  los propios electricistas y otros sectores del
pueblo mexicano  habían expresado en muchos  momentos.  Sin embargo resultaron  peculiares
porque la TD no sólo las  expresó en un  momento álgido de su lucha sindical,  sino porque
además  pugnó,  con  todas  las  consecuencias  que  esto  implicaba,  por  imponerlas  y  tratar  de
avanzar junto con otros trabajadores hacia la conformación de un país diferente.  Esto es, no se
trataba de un programa más, ni de formulaciones de principios abstractos. Los puntos que señala
la "Declaración" constituyen  las  tareas  que,  hoy,  resultan necesarias  para  allanar  el  camino
hacia ese paísLa Declaración de Guadalajara,  como otros planteamientos de los electricistas democráticos,
fue  cuestionada  por  sectores  de  la  izquierda  que  criticaban  las  tesis  del  "nacionalismo
revolucionario".  En esta etapa,  como en 1972,  diversas corrientes prestaron más atención a la
crítica ideológica de las proposiciones de la Tendencia, que a promover la solidaridad requerida
por los electricistas. En tanto estos sectores de izquierda se quedaban en la discusión ideológica de
consumo  casi  siempre  privado,  los  electricistas  encontraban  en  formulaciones  como  las  de  la
"Declaración"  los  principios  programáticos  y  las  perspectivas  generales  que  les  permitían
hacer  de  su lucha  un movimiento capaz  de  reunir  a  trabajadores  de  otros  sectores,  y con
alcances nacionales.
LAS MOVILIZACIONES
Hacia  la  mitad  de  1975,  la  TD comienza  a  encontrar  cerradas  todas  las  posibilidades
institucionales  para  resolver  sus  demandas.  En  esta  fase,  las  represalias  a  las  secciones
democráticas aumentan. El 10 de abril, por ejemplo, la CFE despide sin más trámite y en obvio
y desigual castigo por su militancia en la Tendencia, a cien electricistas de Saltillo.
Pero igual  que las represalias,  aumentaban la cohesión de la  TD y el  descontento contra la
dirección espuria del  SUTERM.  En el  mes  de mayo,  los  trabajadores  de la sección Kelvinator
desconocen a sus dirigentes locales y designan una representación democrática. Éste fue un golpe
importante para los "charros" del SUTERM, cuyos manejos deshonestos de las cuotas sindicales
fueron  denunciados  por  los  trabajadores.  Después  de  una  huelga  de  dos  meses,  la  nueva
dirección sindical en Kelvinator obtiene su reconocimiento.
Las protestas públicas eran entonces el  arma mejor  empleada  por  la TD.  El  28 de abril,  el
Sindicato Mexicano de Electricistas se pronuncia contra la intervención de Fidel Velázquez en
el  problema interno del  SUTERM,  llama a la unificación de  ambos  sindicatos  e invita  a los
trabajadores de la  TD a marchar  juntos el  primero de mayo.  Como parte de  sus vaivenes, la
dirección del SME asumía ahora una postura avanzada.  El  Congreso del  Trabajo se opone a la
participación de la TD en el desfile. Sin embargo la voluntad del Sindicato Mexicano prevalece y,
el primero de mayo, un numeroso grupo de electricistas del SME y la TD marchan juntos en el
desfile del día de los trabajadores, con el puño en alto y gritando consignas democráticas ante
el balcón presidencial en el Zócalo de la ciudad de México.
Entre  mayo  y octubre  de 1975,  la Tendencia  promueve  innumerables  manifestaciones  y
mítines en el interior del  país, para denunciar la irregular situación sindical en ese gremio y
la injerencia de la CFE.  También aumentan las agresiones contra la TD. El 29 de septiembre
en Saltillo,  el  22 de  octubre en Aguascalientes  y el  24 de ese mismo mes  en Torreón,  lassecciones del SUTERM en dichas ciudades son asaltadas por pistoleros al servicio de la CTM.
Esa era la respuesta de los "charros" a la Tendencia y las acciones del gobierno federal para
resolver el conflicto.
El 25 de septiembre, la Tendencia logra suscribir un acuerdo con la Secretaría del  Patrimonio Nacional
mediante el  cual  se conseguía la reinstalación de 106 trabajadores despedidos.  Los términos del  acuerdo
eran  favorables  para  la  TD y  significaban  un  avance,  parcial  pero  real,  en  sus  demandas.  Por  eso  la
burocracia sindical  espuria y sus aliados  en la CFE se oponen al  convenio.  Los diputados obreros critican
desde  la  Cámara  al  Secretario del  Patrimonio.  El  SUTERM presenta un emplazamiento a huelga,  para
presionar contra el acuerdo. Estas fuerzas pueden más que la disposición presidencial;  el  13 de octubre,  la
Secretaría  del  Trabajo declara inexistente el  convenio que habían suscrito  la SEPANAL y la CFE para
reinstalar  a  los  despedidos.  De  esta  forma,  se  suspende  el  emplazamiento  a  huelga  del  SUTERM.
Significativamente,  el  anuncio de la cancelación  del acuerdo no lo hacen las autoridades laborales sino el
secretario general del SUTERM, Rodríguez Alcaine.  Así, una  solución acordada por el gobierno federal es
anulada en beneficio de los intereses de los "charros" y el conflicto permanece en los mismos términos que
antes.
En esta etapa del movimiento electricista, el ascenso en las movilizaciones democráticas obliga
al charrismo a acudir a medidas extrasindicales y a actuar en el terreno que había empleado la propia
TD: el de las manifestaciones, las declaraciones de prensa y las gestiones ante el gobierno federal.
En este terreno, la TD avanza con facilidad. Las denuncias que hace de la corrupción en la CFE
y la dirección del  SUTERM le permiten ganar una opinión favorable en amplios sectores. Al mismo
tiempo, en vista del aumento de agresiones por parte de la CTM, y una vez cancelada la posibilidad
que  había  abierto  el  acuerdo con  Patrimonio,  la  TD tiene  que  volver  a  emplear  medidas  de
apremio. El 25 de octubre,  la Conferencia Nacional de la TD resuelve emplazar a huelga a la CFE
por violaciones al  contrato colectivo de trabajo y  realizar nuevos actos de masas en todo el país,
especialmente uno en la ciudad de México.
La  ciudad  de  México,  centro  del  poder  político  de  la  nación,  había  sido la  única  localidad
importante donde los electricistas democráticos no habían efectuado un acto de grandes dimensiones.
Esto se debía fundamentalmente a que la  TD —y antes el STERM— no contaban con contingentes
numerosos en la capital. Los trabajadores de la energía eléctrica en la ciudad de México pertenecen
en una gran mayoría  al Sindicato Mexicano de Electricistas.  El principal núcleo de la TD en el
Distrito Federal eran los trabajadores nucleares, de reciente ingreso a sus filas democráticas.
El 15 de noviembre de 1975 llegan a la capital centenares de vehículos repletos de electricistas de
todo el país. Muchos camiones son detenidos en la carretera y se les impide llegar a la ciudad. Por
la tarde,  alrededor  de 250 mil  personas  participan en la movilización obrera independiente más
importante y numerosa desde 1959. Asisten contingentes de multitud de agrupaciones democráticas
pero, sobre todo, electricistas de la Tendencia. El Congreso del Trabajo, en oposición a la marcha de
la TD, convoca a un acto en la Plaza de la Constitución que resulta muy deslucido.En la marcha del 15 de noviembre participan, junto a la TD, electricistas del SME. Pero ésta no era
una participación oficial. La dirección del Sindicato Mexicano se había negado a asistir a la marcha, señalando
así su distanciamiento de la Tendencia. Unos meses antes, SME y TD habían desfilado juntos, el primero de
mayo. Todavía el 14 de julio el secretario general del Mexicano, Jorge Torres Ordóñez, había señalado que
el proceso de unidad de los electricistas debía seguir adelante y que su sindicato tenía
un compromiso al que no daremos la espalda,  apoyar solidaria y activamente a nuestros
compañeros de la corriente democrática del SUTERM que están siendo agredidos.  Es un
compromiso invariable llegar a esa necesaria unidad electricista
-
 por medios democráticos.
Sin embargo, la dirección del SME —como otros grupos dentro del sindicalismo oficial— dejó a
un lado sus compromisos con la Tendencia Democrática. Esto se debió a las crecientes presiones de los
miembros más conservadores del  Congreso del Trabajo y a la polarización misma del conflicto,  que
fue alejando a la Tendencia de sectores ubicados dentro  del  movimiento obrero oficial  y que la
habían apoyado en otros momentos.
Éste es uno de los factores que, a nuestro juicio, determinaría una recomposición contraria a los
electricistas democráticos de las fuerzas involucradas en el conflicto.  Sectores  de organizaciones
que habían marchado junto al STERM en 1971 y 72, dejan de hacerlo en las movilizaciones que
tienen lugar tres años más tarde. La burocracia sindical tradicional se encargó de desplegar todos sus
recursos a fin de presionar a estas agrupaciones para que retirasen su apoyo al sector democrático de
electricistas. Durante varios años, los electricistas del STERM tuvieron la virtud de no apartarse del
conjunto del movimiento obrero nacional. No sólo participaban en el Congreso del Trabajo como uno de
sus integrantes  más activos. Además y sobre todo, mantenían relaciones estrechas con organismos y
corrientes progresistas del movimiento obrero. Esta vinculación se observa con claridad hasta antes
de 1972. Después de ese año, el conflicto con la burocracia del SNESCRM y la CTM se agudiza
crecientemente.
Para  responder  al  "charrismo",  los  electricistas  democráticos  tienen  que  acudir  a  acciones  no
institucionales,  en vista  de  que  los  conductos  formales  se les  van cerrando.  Las  vías  establecidas  por  la
legislación laboral,  los  reclamos  ante  el  gobierno  federal,  llegan  a  ser  inútiles:  las  presiones  de  Fidel
Velázquez  van cerrando todos  los  canales.  Así  el  STERM,  y  luego la  Tendencia,  tienen que  acudir  a
medidas como las protestas y las movilizaciones. Acciones de este tipo, sitúan a los electricistas a asumir
un ritmo diferente al del resto de la clase obrera.
Al distanciarse del movimiento obrero,  e ir perdiendo la  solidaridad de los núcleos sindicales
que  habían marchado  junto a ella,  la Tendencia  tiene que buscar  nuevos  apoyos.  Y  los busca
preferentemente en sectores no obreros, especialmente en la izquierda universitaria. Tales alianzas
deterioran aún más las relaciones de la TD con el resto del movimiento obrero del país.Situadas así las fuerzas en conflicto,  éstas prosiguen su creciente polarización. Al acercamiento
de la Tendencia hacia  grupos de izquierda y universitarios,  corresponde una recomposición de las
relaciones dentro de la burocracia sindical, que cierra filas contra el pariente desnaturalizado que
para  ellos  es  el  grupo expulsado del  SUTERM.  A las  movilizaciones  y protestas  públicas  que
imprimen al conflicto un carácter nacional,  los "charros" contestan con nuevas concentraciones de
masas y comunicados donde señalan que no transigirán.
Si para la Tendencia sus banderas democráticas, la nacionalización cabal de la industria, el respeto
a  la  legalidad,  son  cuestiones  de  principio,  para  el  charrismo  también  están  en  juego asuntos
fundamentales:  su capacidad  de  autonomía  ante  otros  sectores  del  Estado,  su  hegemonía  en  la
dirección del movimiento obrero, su legitimidad que nunca ha sido tan sostenidamente cuestionada.
Y al estar involucradas definiciones tan importantes, se entiende que la respuesta del charrismo a las
acusaciones y demandas de la Tendencia adquiera características excesivas y en ocasiones violentas,
tanto para debilitar a los electricistas democráticos como para presionar  al  gobierno en contra de
ellos.
El 25 de noviembre, un grupo de pistoleros  asalta el local sindical de las secciones nucleares en la
calle de Carolina,  en  la ciudad de México.  Las instalaciones permanecen ocupadas  durante varias
semanas, y nunca son reintegradas a los dirigentes democráticos. En esas mismas fechas el SUTERM,
el  Congreso del  Trabajo,  las organizaciones campesinas del  Pacto de Ocampo y la Confederación
Nacional  de  Organizaciones  Populares  —es  decir,  los  tres  sectores  del  PRI— publican  sendos
desplegados en donde acusan a la Tendencia, y a Rafael Galván en particular, de "comunistas [...]
de  clara  filiación  contrarrevolucionaria",  se  pronuncian  contra  la  realización  do  "paros  locos"
(anticipándose a la huelga anunciada por la Tendencia) y alertan contra "grupos que enarbolando
supuestas banderas de democracia sindical,  tratan de introducir  la confusión y la anarquía en el
país
13
La Tendencia responde que
no hay peor táctica que la represión, y lo mismo se reprime un movimiento con una carga
de caballería y el encarcelamiento de sus dirigentes, que movilizando en su contra a todas
las  organizaciones  que  el  Gobierno  controla  y  mueve  bajo  órdenes  de  los  líderes
oficializados que las mantienen regimentadas
14
La Tendencia había convocado a una nueva manifestación en la ciudad de México para el 28
de noviembre. La respuesta de Fidel Velázquez fue anunciar que realizaría otra concentración, a
la misma hora y en el mismo sitio.  Ante la posibilidad de un enfrentamiento, el gobierno prohíbe
13 El Sol de México, 24 y 26 de noviembre de 1975.
14 Excélsior 28 de noviembre de 1975.ambos actos. La Tendencia, ese día, realiza manifestaciones en varias ciudades de provincia.
El 30 de noviembre, un nuevo Congreso del SUTERM —donde, como se había hecho costumbre,
se impide la asistencia de secciones democráticas— aprueba reformas estatutarias  que limitan la
estructura que se había implantado al crear el sindicato.
La práctica de anunciar movilizaciones paralelas a las que preparaba la Tendencia,  la repiten la
CTM y  la  dirección  del  SUTERM en  varias  ocasiones.  El  24  de  enero  de  1976,  varias
concentraciones de la TD en provincia se tienen que cancelar por esta razón. El 31 del mismo mes,
la Tendencia  realiza  actos  públicos  en 16 ciudades  y en varias  de  ellas los enviados de los
"charros"  agreden  a  los  asistentes:  en  San  Luis  Potosí,  nueve  personas  resultan  heridas  por
golpeadores que se autocalifican como miembros de la "tendencia nacionalista" del  SUTERM.  El
21 de febrero es  atacada otra marcha, en Zacatecas. El 24 de ese mes, las autoridades prohíben una
manifestación que la TD había anunciado para la semana siguiente en la ciudad de México.
El repetidas veces anunciado acto en la ciudad de México se realiza hasta el 20 de marzo. No se
permite efectuar una  marcha,  solamente un mitin en el  Monumento a la Revolución.  A la misma
hora, el Congreso del Trabajo efectúa una concentración en el Zócalo.
Al mitin de la TD asisten unas 100 mil personas: electricistas, trabajadores universitarios, grupos de
estudiantes y colonos y una representación de la Alianza Nacional de Productores de Caña de Azúcar. Al acto
en el Zócalo, concurren miembros de la burocracia sindical oficial. Aunque habían sido invitados
numerosos funcionarios y dirigentes del PRI, sólo asiste el oficial mayor de ese partido, Rodolfo Echeverría
Ruiz; es de destacarse la ausencia de otros miembros importantes de la burocracia política.
De esta manera la Tendencia Democrática,  con sus banderas y movilizaciones,  se perfilaba
de  nuevo  como  un  polo  de  atracción  de  la  insurgencia  popular,  en  contraposición  a  la
burocracia  sindical.  Aunque  los  sectores  que  se  reunían  en  torno  a  la  TD  no  eran
fundamentalmente sindicales sino sobre todo grupos de izquierda, colonos del Valle de México
y estudiantes (los únicos sectores sindicales y masivos eran los sindicatos universitarios y los
cañeros),  la importancia política de la TD aumentaba por su enfrentamiento con el  charrismo.
Para muchos,  la TD estaba asumiendo funciones  que  corresponderían,  en rigor,  a las  de un
partido político. En un documento aparecido el 20 de marzo, la TD precisaba sobre este asunto:
los sindicatos en México, además de concentrar a las capas superiores de la clase obrera y
de  cumplir  con la función  tradicional  de  organismos  de  resistencia  respecto de  sus
propios miembros deben ser,  potencialmente lo son,  a  pesar  del  esmerado trabajo de
desnaturalización que se ha hecho de ellos, centros de agrupamiento y alianza de todo
el pueblo pobre,  escuelas de democracia,  organismos revolucionarios. No hay partidos
políticos  de  masas,  no  hay  dirección  clasista  del  proletariado;  los  sindicatos  no
remplazan  al  partido,  porque  éste  es  insustituible,  pero  funcionan  necesariamentecomo tal por un trecho de vía, y lo preparan.
15
Aclarando así sus perspectivas,  la Tendencia se asume como la vanguardia del  sindicalismo
organizado y avanzado en el  país.  Urgida de una solidaridad eficaz y coordinada,  se apresta
entonces para reintentar la agrupación de la insurgencia obrera y popular. Como se recordará, en
otras  ocasiones  los  electricistas  democráticos  habían querido orquestar  los  esfuerzos  de  otros
contingentes avanzados. Así lo vuelven a hacer  en 1975, al crear el Frente Nacional de Acción
Popular.  Sin embargo,  a diferencia de otros intentos organizativos,  el FNAP nace raquítico:  sus
principales integrantes son, además de la Tendencia, los sindicatos universitarios y la Alianza.
de Cañeros. Por razones diversas (que señalamos más adelante)  el FNAP no es capaz de dar a
la Tendencia el apoyo que ésta requiere.
LA HUELGA
Cerradas las vías de negociación, agotadas las posibilidades de la solidaridad, acosada por los
despidos,  la Tendencia  Democrática resuelve el  12 de junio de 1975 emplazar  a  huelga a la
CFE para el 30 de ese mes.  La cercanía de las elecciones presidenciales (a realizarse el primer
domingo  de  julio)  decide  a  la  TD a  aplazar  la  fecha  de  la  huelga,  que  queda  señalada,
finalmente, para el 16 de julio a las 18 horas por las siguientes demandas:
I]  Reinstalación de todos  los  trabajadores  despedidos  por  razones  políticas,  tal  como
reiteradamente  lo  ha  ordenado  el  presidente  Echeverría;  II]  Garantía  plena  de  no
intromisión  de  la  CFE  en  los  asuntos  internos  del  SUTERM;  III]  Elecciones
democráticas con voto directo, universal y secreto para regularizar  la vida sindical  del
SUTERM; IV]Cumplimiento  de  la  Ley  del  Servicio  Público  de  Energía  Eléctrica,
especialmente  en  lo  relativo  a  la  integración  inmediata  de  la  industria  eléctrica
nacionalizada.
16
Con la huelga, la TD acudía a un recurso extremo,  después de haber intentado otras opciones.
En vista de las numerosas agresiones que había sufrido, cabía preguntarse si ésta era una medida
adecuada, dado que una huelga como la propuesta por la TD requiere necesariamente del apoyo
de  un gran  número de trabajadores  organizados  en el  país.  La Tendencia  era  un contingente
aislado  de  la  clase  obrera,  lo  cual  mermaba  sus  posibilidades  de  sostener  una  huelga  cuya
realización debería  tener  consecuencias  en toda la  nación,  y cabía  esperar  que  se  ofrecieran
15 Excélsior, 20 de marzo de 1976.
16 Excélsior, 28 de junio de 1976.soluciones satisfactorias antes de que estallase o se evitara su realización.  La posposición de
la fecha señalada para la huelga tiene el propósito de enfatizar las demandas de la TD: al ofrecer
no interferir con las elecciones,  se busca reafirmar que no se pretende llegar a enfrentamientos
con el gobierno.  Además,  se busca abrir mayores espacios de negociación.  Algunos sectores de
izquierda  no lo entienden así,  y acusan a la TD de haberse retractado por demorar  la realización de la
huelga.
Los electricistas, si bien buscaban una solución antes del 16 de julio, tampoco hipotecaban todas
sus posibilidades a la negociación previa, y se preparaban con seriedad para hacer estallar la huelga.
La  madrugada  del  16  de  julio,  elementos  del  ejército  ocupan  y  en  otros  casos  rodean  las
instalaciones  de la CFE para evitar  la huelga,  que debía iniciarse a las  18 horas. Hubo otros
centros  de  trabajo  que  fueron  ocupados  por  golpeadores  vestidos  de  civil  que  buscaban  un
enfrentamiento con los electricistas.
Aunque no se permitió la colocación de banderas rojinegras, tuvo lugar una "huelga" parcial y
de hecho. Al encontrar sus centros de trabajo ocupados, los electricistas se negaron a laborar y los
servicios  en  muchos  lugares  quedaron  virtualmente  suspendidos.  A esto contribuye  también  el
inexperto manejo de las instalaciones por trabajadores no especializados que sustituyen a los de la
TD. La huelga, impedida por el ejército y los golpeadores, tiene parcialmente efecto.
Debido a su inasistencia al trabajo, centenares de electricistas son despedidos. Entonces levantan
una consigna que es síntesis de su lucha en ese momento: "¡Todos o ninguno!" Esa frase se repite
en numerosas  movilizaciones  que desde  el  16 de julio tienen lugar  por  todo el  país,  y en una
manifestación en la ciudad de México el 22 de julio. Pero aparte de estas marchas, es bien poca la
solidaridad que reciben los  electricistas.  Sólo el  Sindicato del  Personal  Académico de la  UNAM
realiza  un  esfuerzo  que  rebasa  las  declaraciones  y  efectúa  un  paro  de  un  día  en  Ciudad
Universitaria,  el  29  de  julio.  Al  día  siguiente,  la  Federación  de  Sindicatos  Universitarios
promueve un paro de dos horas.
En contraste con esta limitada solidaridad, se levanta una intensa campaña de los "charros" y la
CFE contra la Tendencia. El SUTERM y la Comisión pagan desplegados y anuncios radiofónicos
para descalificar a Rafael Galván. Los  sectores del PRI vuelven a publicar acusaciones contra los
electricistas democráticos y su dirección.  El Congreso del  Trabajo hace aparecer  desplegados con
acusaciones macartistas. Los documentos del CT son firmados por todos los sindicatos y centrales
que lo integran excepto el  SME y el  Sindicato  de Telefonistas,  que acababa de sacudirse una
dirección espuria.
La  intervención  del  ejército  marcaba  el  principio  del  fin  de  la  indefinición  pública  del
gobierno ante la Tendencia. Anteriormente, medidas como el acuerdo de la Secretaría del
Patrimonio habían demostrado el propósito del gobierno por llegar a un arreglo con la TD. Pero larepetida aceptación de las condiciones de los "charros" iría doblegando toda intención de arreglo por
parte  del  gobierno.  El  Ejecutivo Federal  había mantenido,  en los  meses  y años  anteriores,  una
posición neutral, por lo menos en sus acciones públicas, permitiendo que los sectores en conflicto se
desarrollasen según sus propias fuerzas. Al polarizarse la situación,  el gobierno se va definiendo
con más énfasis contra la Tendencia.  La  huelga era una medida de presión,  medida extrema y
forzada por las circunstancias, que el presidente decide no aceptar, aunque en esa fase el gobierno
tampoco  se  pronuncia  por  acabar  con la  TD.  Otros hechos,  en los días posteriores,  mientras  se
mantenía la suspensión de labores, señalarían la  diversidad de esfuerzos que el charrismo realizaba
para finiquitar las acciones de la Tendencia.
El 26 de julio, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje dictamina la terminación del contrato
colectivo  entre  el  SUTERM y el  Instituto  Nacional   de  Energía  Nuclear.  De  esta manera las
secciones  nucleares,  uno de los  sectores  más  destacados  de la  Tendencia,  quedaban formalmente
separadas del sindicato y sometidas al régimen del Apartado "B", que regula las relaciones laborales
y limita las posibilidades de acción sindical de los trabajadores al servicio del Estado.
El mismo 26 de julio,  un grupo de electricistas es atacado  en Puebla, se suscita una balacera y
resulta muerto un policía  vestido de civil,  al  que se presenta como trabajador  de la  CFE. Al día
siguiente, a los funerales asisten miembros destacados del gobierno, el PRI y la burocracia sindical
oficial.  Este acontecimiento es aprovechado por la prensa amarillista  (y casi toda lo es cuando el
charrismo  sindical  se  muestra  generoso)  para  presentar  a  la  TD como un grupo con intereses
violentos y antinacionales.
La  disgregación  de  la  Tendencia  era  la  táctica  que  habían  emprendido  sus  adversarios.  Se
buscaba debilitar  sus filas  con los despidos y el  terror.  Se separaba ilegalmente a las  secciones
nucleares.  El  27 de  julio,  se  anuncia  que  los  secretarios  generales  de  las  secciones  Puebla  y
Guadalajara  (Víctor  Manuel  Carreto y José Aceves Pozo)  suscriben un acuerdo  renunciando  a  la
tendencia y formulando un llamado para volver a trabajar. Este fue uno de los mejores golpes del
charrismo. Al no poder doblegar a los trabajadores en su conjunto, buscó debilitar las voluntades de
dos dirigentes que aceptaron ser cohechados. La noticia de esta traición causa un general y natural
desconcierto en las secciones involucradas.  En Puebla,  más  de la mitad de los trabajadores,  sin
entender aún la traición de Carreto se abstienen al votarse el  retorno a labores. (Es de destacarse
cómo Carreto, quien antes se distinguía por sus posturas supuestamente radicales, cambia esa actitud
por la franca y ostentosa traición.)  En Guadalajara,  la mitad del  Comité Seccional  se opone a
Aceves, y surge una corriente democrática.
Debilitada  la  suspensión  de  labores,  acosada  por  charros  y  medios  de  información  (que
despliegan una intensa campaña contra Rafael Galván) el 31 de julio la Tendencia accede a que se
reanuden las labores a cambio de la reinstalación de todos los despedidos. Este acuerdo, señala ladecisión del gobierno por abrir una posibilidad de solución negociada,  accediendo así a las gestiones
que en ese sentido la Tendencia había promovido. Por supuesto, no se llegaba a la solución que la
TD había demandado, pero sí a la única que en ese momento permitía su permanencia además de que
ganaba las reinstalaciones. La actuación del procurador —y no del secretario del Trabajo a quien,
formalmente, correspondería resolver este asunto— indica también que para el gobierno, como para
todos, éste era un problema de índole política y no simplemente laboral.
El  retorno al  trabajo comienza el  2 de agosto y las labores  se regularizan hasta dos semanas
después.  Sin embargo,  esta  era  apenas  una tregua  en la  larga  lucha  de  los  electricistas.  Muy
pronto,  se denuncia que el  pacto con el  gobierno y la  CFE no se cumple cabalmente,  y muchos
trabajadores no son reinstalados como se había pactado.
CRECE LA HOSTILIDAD CONTRA LA TENDENCIA. EL CAMPAMENTO
La  huelga  había  puesto en juego los  mejores  recursos  de  la Tendencia:  su capacidad para
intentar  un movimiento nacional,  para forzar  una  negociación con el  gobierno,  para  poner  en
acción todas las fuerzas que la apoyaban,  para lograr una actitud de sostenido combate entre los
electricistas  que la integraban.  Sin embargo,  después de una prueba de  tal  magnitud era difícil
mantener la cohesión y la tensión necesaria para continuar esta lucha. Más difícil aún debido a
que las agresiones contra la TD no se habían suspendido. El 25 de octubre, un grupo de pistoleros
toma por asalto el  edificio de la CFE en Torreón,  e impide la entrada a los  trabajadores que no
aceptan  renunciar  a  la  Tendencia.  A mediados  de  diciembre,  las  secciones  nucleares  —ahora
convertidas  en  Sindicato  Único  de  Trabajadores  del  Instituto  Nacional  de  Energía  Nuclear—
denuncian que se pretende excluir a 500 miembros de su organización y despedir a otro: trece.
Mientras tanto la dirección del SUTERM, a la vez que mantiene su hostilidad contra la TD, se
esfuerza  por  regularizar,  a su modo,  la  vida  sindical.  El  18 de  noviembre,  el  IV  Congreso del
Sindicato  realiza  nuevas  modificaciones  a  los  Estatutos.  Se  disminuye  hasta  casi  anularla  la
autonomía  seccional,  se incrementan las facultades  de la dirección nacional  (entre ellas,  la de
decidir  exclusiones)  y  se  modifica  el  escudo del  sindicato,  que  era  un puño cerrado,  por  el
emblema de la CTM.  Rodríguez Alcaine es reelecto secretario  general  y los dirigentes Aceves y
Carreto, que habían traicionado a la TD, reciben cargos en el comité ejecutivo.
El cambio de presidente de la República,  efectuado el  primero de diciembre, no disminuye los
ataques a la TD. En febrero de 1977, los "charros" intentan repetir las experiencias de Guadalajara
y Puebla comprando a los dirigentes democráticos de San Luis Potosí. Allí, la asamblea rechaza el
intento por separar a la sección de la TD. En Hidalgo, son agredidos los trabajadores de la Tendencia.
En la sección Kelvinator, el Comité Nacional del SUTERM se roba las cuotas de los trabajadores,los cuales denuncian el atentado.
El caso más difundido en estas fechas es el de los electricistas de Mexicali, en Baja California.
El 14 de mayo de 1977, la CFE suspende el pago de salarios a 150 trabajadores en esa población.
Un año antes,  se había interrumpido el  pago a un número igual  de electricistas eventuales.  En
protesta,  y para evitar  la entrada de esquiroles,  los miembros de  la sección Mexicali  ocupan su
centro de trabajo.  Varios son despedidos. Los trabajadores no desmayan y buscan solidaridad en
todo  el  país.  Se  realizan  asambleas  —a  algunas  asisten  funcionarios  del  gobierno  de  Baja
California y la CFE— y en todas se rechaza a los representantes del comité nacional del SUTERM
que pretenden solucionar el conflicto a cambio de que los trabajadores renuncien a la Tendencia.
La situación en Mexicali se prolonga durante varios meses, y hacia allá se desplaza la atención
de  las  fuerzas  en  conflicto.  En  varias  ciudades,  incluido  el  Distrito  Federal,  se  realizan
manifestaciones  y actos  en apoyo  a  los  trabajadores  de  Mexicali  y otras  secciones  de  la  TD,
despedidos por sus acciones sindicales.
Ante la respuesta negativa a sus peticiones y para demandar solución a ellas, el 28 de septiembre un
centenar de electricistas de varias secciones, junto con sus familias, instalan un campamento junto a la
residencia presidencial de Los Pinos, en la ciudad de México. Allí aguardan varias semanas una solución a
sus peticiones, después de haber recorrido todos los canales que las leyes establecen para solucionar conflictos
laborales. Dos manifestaciones, el 8 y el 29 de octubre, apoyan a los electricistas que permanecen en el que
pronto es calificado como "el Campamento de la Dignidad Obrera".
El  5 de noviembre,  policías  y granaderos desalojan a los  hombres,  mujeres y niños que se
encontraban en el Campamento.
Sindicatos  democráticos  y agrupaciones  progresistas critican esta medida del  gobierno.  El
Sindicato  de  Trabajadores  de  la  UNAM la  califica  como  una  acción  que  señala  una
orientación hacia la derecha, y responsabiliza de ella al presidente José López Portillo y al jefe
del Departamento del DF, Carlos Hank González.
17
 La propia Tendencia Democrática señalaría:
fuimos siempre conscientes de que el Campamento no constituía una medida normal  de
lucha; pero a nuestro respecto no ha habido mucha normalidad
18
En  efecto,  la  instalación  del  Campamento  de  los  electricistas,  así  como  la  indiferencia
durante  semanas  ante  esta  desusada forma de protesta obrera y la contestación intransigente,
violenta y autoritaria que significó el desalojo de los hombres y mujeres que se habían apostado
junto a Los Pinos, ejemplificaban bien el curso que adoptó el conflicto. Cerrada la posibilidad de
un  arreglo  por  las  vías  habituales  y  señaladas  por  la  ley debido a  las  fuerzas  desplegadas
primero  por  el  charrismo,  y  después  por  el  gobierno,  el  conflicto  se  desarrollo  con
17 Excélsior, 6 de noviembre de 1977.
18 Ibid., 7 de noviembre de 1977.procedimientos y por canales extrainstitucionales.
El  desalojo  del  Campamento,  cuya  instalación  había  sido  una  medida  extrema  —aunque
limitada— después  del  intento  de  huelga  de  1976,  implicaba  también  el  cierre  de  las
posibilidades  defensivas  de  la  Tendencia  Democrática.  El  11  de  noviembre  se  anuncia  la
renuncia a la TD de los trabajadores miembros de las secciones San Luis Río Colorado y Puerto
Peñasco. El aislamiento de la TD aumentaba. En esas fechas, la Tendencia había reanudado sus
llamados a los electricistas del SME para que, recobrando la tradición avanzada de su sindicato
—sumido en un letargo que duraba ya tres lustros—, expresaran su apoyo a la democracia en ese
gremio. El 9 de noviembre,  la dirección del SME cancela todas las probabilidades de tener una
actitud digna y consecuente con la historia de su sindicato, al publicar un desplegado donde, en
respuesta a la Tendencia, dice con un lenguaje ambiguo pero de intenciones políticas claras que
el problema no es laboral
sino de  carácter  político  a  nivel  nacional  en  el  que  con  manifiesto interés  de  los
dirigentes  de  la  llamada  Tendencia  Democrática  se  pretende  aprovechar,  con fines
oscuros, la posición de los trabajadores.
19
El 12 de noviembre el Consejo Nacional de la TD, reunido en Ciudad Universitaria, analiza
esta  situación y ofrece  la  desaparición  de  la  Tendencia  a  cambio de  la  satisfacción  de las
siguientes demandas: reunificación democrática de las secciones del SUTERM, reconocimiento de
las secciones nucleares y la de Kelvinator, reinstalación de todos los rescindidos, pago de salarios
caídos,  reconocimiento de derechos a eventuales y consulta nacional  entre los electricistas para
determinar la unificación con el SME.
20
La decisión del Consejo Nacional de la TD causa desconcierto desde esa misma tarde, cuando
la  noticia  se  conoce  en  una  manifestación  de  apoyo  a  los  electricistas.  Además,  tanto  el
charrismo como la izquierda que mantuvo una actitud distante ante la TD, se apresuran a señalar
que los electricistas democráticos han fracasado definitivamente.  La Tendencia lo desmiente.
21
Su oferta de desaparecer a cambio de la satisfacción de las exigencias señaladas, constituía una
medida de urgencia: para urgir al gobierno federal a resolver tales demandas.
Otros acontecimientos retardarían la conclusión de esta fase en la lucha electricista. El 16 de
enero de 1978, la CFE ordena cerrar la planta hidroeléctrica de La Boquilla, en Chihuahua, con el
fin de dejar sin trabajo a los 150 electricistas, militantes de la TD, que laboran en ese sitio.
Tres semanas más tarde, el cierre de La Boquilla ocasiona la suspensión, por varias horas, de
19 Ibid., 9 de noviembre de 1977.
20 Ibid., 29 de noviembre de 1977.
21 Ibid.la energía eléctrica en una amplia zona al sur del estado de Chihuahua. Para facilitar la
reanudación del servicio —y a pesar de que implicaba violar el contrato colectivo— los
trabajadores de La Boquilla permiten la entrada a la planta de técnicos de la CFE. El 3 de
marzo, los electricistas que custodiaban la planta son desalojados por policías judiciales y
soldados. Estos sucesos reavivan el apoyo a la Tendencia Democrática. El 9 de marzo se
realiza una marcha en la ciudad de México, y en esas mismas fechas se desarrolla una intensa
campaña de prensa contra el despido de los electricistas democráticos. Sin embargo, y a pesar
de que significaba un daño grave para el funcionamiento del servicio eléctrico en la zona, la
CFE no acepta reinstalar a los trabajadores de La Boquilla.Es preciso hacer  conciencia sobre lo siguiente:  que la
revolución,  en la etapa que culminó con el constituyente,
pero muy pr incipalmente durante el  per iodo cardenista,
clausuró para siempre en México la vía nacional  de
desar rol lo capi tal ista [. . .  ] Y las al ternat ivas del  país
quedaron bien definidas:  avance hacia la  izquierda,  por
una vía no capitalista,  o estancamiento [ . . .  ]  Ni  que decir
t iene que la si tuación mundial  favoreció el
estancamiento desde 1940. Estancamiento significa
corrupción interna,  degeneración del proceso
revolucionario,  acumulación capitalista mediante el saqueo
al erario y la  inhumana explotación de obreros y
campesinos,  entrega económica (y en gran medida
pol í t ica)  al  imper ial ismo,  des ar rol lo hiper t róf ico [ . . .  ]
Pero los   soportes materiales de ese estado de cosas
degenerativo son sumamente raquíticos; en cuanto a su base
social,  simplemente es nula.
—Insurgencia obrera y nacionalismo revolucionario  Otro  ejemplo  de  resistencia  proletaria  lo  ofrecen  los  trabajadores  de  Parral,  también  en
Chihuahua.  Como en otras secciones,  allí  los "charros" y la Comisión Federal  de Electricidad
intentan doblegar  la militancia de toda una sección  sustituyendo a la dirección local.  Desde
octubre  de  1977,  se  pretende  suplantar  a  la  dirección  democrática  en  Parral  con  una
delegación ilegítima. Como este intento no surte efecto,  los adversarios de la Tendencia optan
por  la  provocación.  El  20 de febrero de 1978,  un grupo de esquiroles  intenta tomar  por  la
fuerza las instalaciones de trabajo. Los electricistas lo impiden, y desde entonces permanecen,
por varios meses, sin recibir salarios y desplegando un movimiento que recibe la solidaridad de
toda la región, ocupando y defendiendo sus centros de trabajo.
Durante la primavera de 1978, se realizan en varias ciudades actos de apoyo a la Tendencia
Democrática. Sin embargo, las posibilidades de reactivar las movilizaciones y protestas públicas
eran escasas.  Pero éste era un conflicto que  no podía prolongarse al infinito,  y durante varios
meses se efectúan tortuosas y prolongadas negociaciones entre la dirección de la TD y el gobierno
federal.  A éste  le  interesaba  resolver  un asunto cuya  indefinición,  de  todas  maneras,  era  un
problema de carácter  nacional.  A la Tendencia,  porque la  resistencia de sus militantes tenía
límites.  Durante este periodo,  centenares de hombres y mujeres,  como los de Boquilla,  Parral,
San Luis  Potosí  y Guanajuato entre  otros  sitios,  mantienen  las  banderas  de  la  Tendencia  y
resisten  sin  cobrar  salarios,  despedidos  por  su  actividad  sindical,  convertidos  en  auténticos
militantes de la dignidad obrera.
Las  negociaciones  con el  gobierno federal  muchas  veces  fueron interrumpidas  o sufrieron
retrocesos debido a la presión de Fidel  Velázquez,  quien en representación del  charrismo más
retardatario, se negaba a permitir cualquier acuerdo que no fuera la liquidación de la TD. Hacia
septiembre  de  1978,  se  llegó  a  acuerdos  iniciales  para  lograr  las  reinstalaciones,
indemnizaciones,  reacomodos  y jubilaciones  de los  trabajadores  cuya  situación laboral  había
sido afectada por pertenecer  a la Tendencia.  El  15 de ese mes,  la Tendencia  Democrática lo
anunció así y señaló que, concluida esta etapa, dedicaría ahora sus esfuerzos a la construcción
del Movimiento Sindical Revolucionario.
Antes de concluir,  revisaremos someramente la situación  de tres de los principales actores
en el conflicto de la Tendencia: la empresa, la burocracia sindical y la insurgencia obrera.
LA EMPRESA
La corrupción, la dispersión y la desorganización han agobiado a la industria eléctrica durante
muchos años.  Aun después de la nacionalización decretada por  López Mateos en  1960,  esta
industria ha seguido funcionando para favorecer más a los grandes consumidores (las empresas
privadas) que a los consumidores domésticos.Los electricistas  democráticos han insistido en que la única solución a esta situación debe
pasar  por  la completa nacionalización e integración de la industria.  Durante  el  gobierno de
Echeverría,  se  perfiló  la  posibilidad  de  que  así  fuera,  con  la  aprobación  de  la  Ley  del
Servicio  Público  de  Energía  Eléctrica  que  fue  elaborada  con  una  intensa  participación  de
representantes  del  sector  democrático  de  trabajadores  electricistas.  Dicha  Ley  contenía
proposiciones avanzadas y señalaba que la prestación de este servicio corresponde exclusivamente
a  la  nación  (actualmente  una  empresa  privada,  la  Compañía  de  Luz  y  Fuerza,  ha  seguido
administrando  la  energía  eléctrica  en el  Valle  de México).  La Ley,  empero,  no se cumplió.
Persisten numerosas concesiones a empresas  privadas,  la Comisión Federal  de Electricidad se
encuentra en una profunda crisis y no puede afirmarse que la energía eléctrica que se produce en
México sirva preferentemente para el desarrollo del país.
Algunas cifras hacen más evidente la crisis que hemos señalado.  En 1974,  el  déficit  de la
industria eléctrica fue de  1 654 millones de pesos. Al año siguiente, de 2 278. En 1976,  de 4
863 millones.  Un reajuste de cuotas  disminuyó esas  cantidades  a 1 031 millones  en 1977.  El
estudio que consultamos para obtener estos datos señala las siguientes pautas en la distribución
de la energía eléctrica del país:
Con los bajos precios de la energía eléctrica,  el capital del  Estado ha actuado como un
soporte  del  capital  privado,  en  especial  de  las  grandes  empresas  monopolistas.  La
nacionalización de  la  industria  eléctrica  ha  trabajado en beneficio  de los  monopolios,
garantizando  grandes  abastecimientos  industriales  de  energía  con  precios  bajos.  Por
ejemplo, en 1977 el número de consumidores domésticos fue de 6 millones 978 mil, el de
consumo industrial fue de 23 mil y el  de tarifas de contratos especiales —todas empresas
capitalistas— fue de 79; con un consumo del 21% de la energía vendida en todo el país.
22
Datos y tendencias de desarrollo como éstos han sido señalados  durante muchos  años por  los
electricistas democráticos.  En numerosas ocasiones, han insistido en que la situación deficitaria de
la  industria  se  debe  en  gran  parte  a  los  gastos  favorecidos  por  la  corrupción,  el  desorden
administrativo, y el sostenimiento de represalias contra los trabajadores. Pero además, se debe —ha
señalado la TD— a que la industria  no ha sido nacionalizada por completo y su crecimiento ha
servido más para apoyar a la iniciativa privada monopólica  que para impulsar las industrias del
Estado.  Esto,  sin referirse a otros  aspectos  que han sido también importantes:  el  porcentaje de
consumo de energía eléctrica en el campo, por ejemplo, ha disminuido en los últimos años.
LA BUROCRACIA SINDICAL
22 Francisco Colmenares, "Los precios de la energía eléctrica, 1962- 1977" en Solidaridad, n. 186, septiembre-octubre de
1978, p. 12.Suele decirse que el charrismo sindical está en crisis.  Suele  hablarse de los "charros" como un
conjunto  homogéneo  de  líderes  que  sojuzgan,  sin  más,  a  los  trabajadores.  Sin  embargo,
experiencias  como la de la Tendencia Democrática  señalan que tales  afirmaciones  son,  por  lo
menos, limitadas.
Sin entrar a un estudio a fondo de la burocracia sindical  —estudio que,  por lo demás,  resulta
necesario— se puede  decir  que el  llamado charrismo ni  está en completa crisis  ni  responde  a
intereses siempre iguales.  En la burocracia sindical  coexisten dirigentes  y corrientes  diversas.
Desde los  más tradicionales —como Fidel Velázquez,  para citar el ejemplo más conocido— hasta
direcciones  como las del  SME o el  Sindicato de Telefonistas,  a quienes  no se puede identificar
mecánicamente con los burócratas más conservadores.
En los años recientes, la burocracia sindical ha tenido que recuperar demandas importantes de los
trabajadores (en las revisiones de salarios, en la creación de organismos de protección y promoción
social) y también a respetar los márgenes de acción de diversos movimientos sindicales democráticos.
Muchos de estos movimientos han sido reprimidos;  otros  continúan vigentes.  Con la Tendencia
Democrática,  la  burocracia  sindical  tuvo  que  aceptar  en  varias  ocasiones  las  soluciones
determinadas por el gobierno: así sucedió con la creación del SUTERM en noviembre de 1972 y con
los acuerdos para volver al trabajo en julio de 1976. En esas ocasiones, el  gobierno federal impuso
medidas  que,  aun cuando no eran  del  todo satisfactorias  para la TD,  tampoco lo eran para los
"charros".
La  escalada  en  el  conflicto  con  la  TD favoreció  a  la  burocracia  sindical  tradicional.  El
enfrentamiento de la Tendencia con el  gobierno dio al  charrismo la posibilidad de avanzar  sus
posiciones para desplazar  a los electricistas democráticos.  Desde 1976,  la campaña contra la TD
arreció notablemente.  Los actos paralelos a los organizados por la Tendencia,  la intensa campaña
publicitaria contra su dirección,  y hasta las  amenazas de intervenir violentamente, fueron acciones
poco  comunes  por  parte  de  los  "charros",  tan acostumbrados  a  hacer  política de entretelones  y
negociación.  Desde 1976,  la burocracia  sindical  tradicional  jugó a eliminar  las  posibilidades  de
solución, una tras otra, y a evitar toda negociación.
Los despidos de trabajadores,  la traición de algunos dirigentes seccionales,  la expulsión de la
dirección democrática, y sobre todo el alargamiento del conflicto, fueron restando fuerza a la TD en
beneficio de los intereses del charrismo. El ingreso al SUTERM de varios millares de trabajadores
que  antes eran subcontratados para la CFE por empresas subsidiarias y que construían obras de
ampliación, también sirve para tonificar la base de los líderes espurios.
Los meses más recientes en el movimiento de la TD coincidieron con una aparente recomposición
de las relaciones  entre la burocracia sindical y el gobierno.  Durante el sexenio de Echeverría,  elgobierno  había  pretendido  inicialmente  que  el  movimiento  obrero  organizado  fuera  la  base
requerida para apoyar su programa "modernizador" del país. Pero no sucedió así, por la dispersión
del  movimiento  obrero,  la  carencia  de  puntos  de  coincidencia  suficientes  y  los  conflictos
interburocráticos del propio Estado. Durante el gobierno siguiente, presidido por José López Portillo,
el régimen buscó crear nuevos espacios —otorgando nuevas concesiones— de relación y negociación
con  la  burocracia  sindical.  Los  dirigentes  espurios  se  comprometieron  a  respaldar  la  política
económica oficial (sintetizada en los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional) a cambio de
asegurar su propio desarrollo.  Uno de los factores para que éste sea posible es  la sujeción de la
insurgencia obrera y,  especialmente,  de la  Tendencia Democrática.  Este hecho influyó para que el
gobierno, colocado ante la disyuntiva de elegir entre respaldar  el charrismo y la antidemocracia o
mantener el espacio para que la Tendencia siguiera actuando, se decidiese a respetar los deseos de
la  burocracia  sindical  espuria  —uno  de  sus  aliados  fundamentales— y  determinar  el  fin  del
movimiento de los electricistas.
LA INSURGENCIA OBRERA
Los  años  más  recientes  en  la  lucha  de  la  TD coinciden  con  un  notable  crecimiento  de  la
insurgencia obrera.  Huelgas en  pequeños sindicatos,  nacimiento de nuevas agrupaciones,  marchas y
pronunciamientos públicos, han sido expresión de este auge. Sin embargo,  después de seis años de
efervescencia (a  partir  de 1972)  la insurgencia obrera se encuentra en un  periodo de descenso,
enmarcado dentro de una disminución general de las luchas populares en todo el país.
La Tendencia buscó impulsar  el  desarrollo de esta insurgencia obrera y en la última fase este
intento descansó en la creación del Frente Nacional de Acción Popular. Sin embargo, la creación del
FNAP no implicó sumar las fuerzas de la mayor parte de los sectores sindicales democráticos. En
vez de eso, el Frente estuvo integrado, como ya lo señalamos, por sectores de izquierda y estudiantiles.
De tal manera, el FNAP fue más un foro de discusión ideológica entre corrientes y pequeños grupos,
que un polo aglutinador  de movimientos  reales.  (Inclusive,  hubo partidos  de  izquierda  que  se
negaron a participar en el Frente, y otros que aunque participaron formalmente,  no le prestaron gran
atención.)  Además  de  los  sindicatos  universitarios,  los  cañeros  y  la  propia  Tendencia,  estaban
pequeños sindicatos de empresa y el resto de los trescientos integrantes del Frente (nacido en mayo
de  1976)  eran  grupos  de  colonos,  estudiantes  y  corrientes  y  frentes  sindicales  de  poca
representatividad.
Por  otro lado,  cada uno de los  tres  pilares  del  FNAP afrontó problemas  que les  impidieron
impulsar las tareas propias del Frente. Los sindicatos universitarios tuvieron que oponerse al intento
de crear una legislación que restringiera sus posibilidades de actuación, el proyecto de "ApartadoC" de las autoridades de la Universidad Nacional. La Alianza Nacional de Productores de Caña de
Azúcar fue el contingente más golpeado: al desarrollar un ritmo superior a sus propias posibilidades y
al presentarse como un organismo excesivamente "radical" ante el gobierno, se vio sometida a un
fortísimo ataque desde dentro y fuera de su organización, la cual quedó aniquilada. Por su parte la
Tendencia Democrática hubo de afrontar la situación que ya hemos señalado.
De esa manera,  el  FNAP nunca pudo tener  un funcionamiento orgánico,  cotidiano y expedito.
Nunca  pudo  coordinar  las  acciones  solidarias  de  sus  integrantes,  y  en  ocasiones  se  dedicó  a
discusiones ideológicas poco fructíferas. El debate, en los días de su creación, sobre el "nacionalismo"
de la Tendencia, señaló sus posteriores crisis. La Tendencia Democrática aceptó en esa ocasión, como
una concesión a la izquierda estudiantil universitaria, que se eliminasen del programa del  FNAP —
calcado de la "Declaración de Guadalajara"— los  aspectos relativos a las empresas nacionalizadas.
Posteriormente, la. TD acabó por relegar las tareas de organización del  Frente en vista de la poca
utilidad que tenían. El FNAP devino en un centro de grupúsculos que encuentran en el debate entre
sí la ilusión de que se acercan a los trabajadores.  Sin embargo, como es claro, no es allí donde se
forja la clase obrera. El Frente, de tal forma, fue un organismo con pocas  bases y menos provecho
para  el  movimiento  sindical  insurgente.  Incapaz  de  dotarse  de  una  estructura  orgánica,  las
decisiones que adoptó eran siempre acuerdos de direcciones,  sin ser asumidas por las agrupaciones
que lo integraban. Tuvo,  eso sí, la virtud de haber dado respuesta oportuna a varios  problemas: de
manera destacada, las observaciones sobre la devaluación del peso, formuladas en octubre de 1976, y
que constituyeron la única crítica consistente y pública a la política económica del gobierno. Otro
de los logros del  FNAP fue el  surgimiento de una docena de frentes locales  en ciudades como
Guadalajara, donde estas sucursales del FNAP llegaron a tener influencia importante en las luchas
populares.
Las  pocas  posibilidades  del  FNAP  se  manifestaron  especialmente  en  la  última  fase  del
movimiento electricista. Ni la huelga de 1976 ni el Campamento que se instala al año siguiente y
que son dos de las acciones más extremas y heroicas que ha debido realizar contingente democrático
alguno en el movimiento obrero, reciben el apoyo suficiente por parte de otras agrupaciones. Estas
limitaciones reducirían la lucha de la Tendencia casi exclusivamente al plano de la discusión ante la
opinión pública. No eran ésos momentos de grandes movilizaciones.
HACIA UNA NUEVA ETAPA
Una revisión como la que hemos hecho de la lucha de los electricistas democráticos, con todo y lo
somera  que  resulta,  destaca  la  arraigada  tradición  en  la  que  se  han  sustentado  las  jornadas
desarrolladas en los últimos años por la TD.  El  movimiento electricista no ha sido coyuntural  niespontáneo,  a  diferencia  de  muchos  otros  dentro  de  la  insurgencia  obrera  reciente.  Ha  sido  un
movimiento que resulta de la experiencia anterior de este contingente, y que se inicia desde los años
cuarenta,  cuando se forman los  sindicatos  que habrían de  integrar  la FNTICE,  y que adquiere
características  más  precisas  hacia  el  principio de  los  sesentas,  cuando la  industria  eléctrica  se
nacionaliza y es constituido el STERM.
Desde entonces, los electricistas democráticos comienzan a sostener las banderas que luego serían
ampliamente  generalizadas  y que  serían  asumidas  por  otros  contingentes  de  la  clase  obrera.  Su
insistencia  en  la  necesidad  de  democratizar  al  sindicalismo,  en señalar  la  importancia  de  las
empresas  nacionales,  en  ofrecer  una  visión  panorámica  a  las  luchas  sindicales,  constituye  la
aportación más  importante  que cualquier  grupo obrero ha hecho,  en los  últimos  tiempos,  a la
experiencia  colectiva  del  proletariado  mexicano.  En  el  programa que  los  electricistas  han
prefigurado, se encuentra la contribución más definitiva al conjunto del movimiento obrero nacional.
Los  aspectos  que  conforman  este  programa  han  sido  delineados  durante  el  transcurso  de  un
movimiento real  y concreto;  en esa medida es que resultan mucho más valiosos. Algunos de los
puntos del  programa de los electricistas  democráticos,  sin duda,  deberán revisarse a la luz de la
situación del país y del propio movimiento obrero; se trata, en todo caso, de puntos perfectibles. Pero
su  importancia  no  sólo  se  ha  podido  advertir  en  la  importancia  cualitativa  del  movimiento
electricista,  sino en la trascendencia de otras  luchas que también han animado (como la de los
trabajadores nucleares en 1978) y que seguirán inspirando.
Las lecciones del movimiento de la TD son numerosísimas. Este movimiento señala, como ningún
otro,  que  las  luchas  sindicales  no  pueden  realizarse  ni  entenderse  a  partir  de  concepciones
esquemáticas o maniqueas. Han sido las formas peculiares que han asumido las distintas fuerzas en
conflicto, las que han determinado el resultado de las acciones de los electricistas en cada fase. En
las  páginas  anteriores,  hemos  hecho  apenas  un recuento  de  acontecimientos  y hemos  señalado
algunas conclusiones iniciales.  Una de ellas señala que  el balance detallado de este movimiento
deberá  partir  de  la  revisión  exhaustiva  del  conjunto  de  las  experiencias  de  los  electricistas
democráticos. Muchísimas de estas experiencias ni siquiera han sido señaladas en este trabajo, pero
por su riqueza deberán ser incorporadas a un estudio posterior.
Pocos conflictos sindicales destacan, como éste, el tránsito de la lucha sindical a la de carácter
político.  Hemos  señalado  ya  que,  en  vista  del  marco  en  el  que  debió  actuar,  la  Tendencia
Democrática transitó por caminos a veces poco formales y, gracias a ello, pudo convertirse en el eje
de la insurgencia obrera en esta etapa. Por esas mismas circunstancias, debió adoptar una política de
alianzas que, en términos de la solidaridad que requería su lucha sindical, resultó contraproducente.
También se advierten,  en una revisión del  conflicto electricista,  los  sucesivos  cambios  en la
política  de  los  sectores  involucrados  en  el  mismo,  particularmente  la  burocracia  sindical  y  elgobierno. Estos dos actores del movimiento electricista desempeñaron diversos papeles y no siempre
coincidieron en sus puntos de vista, como suele creerse. Los márgenes de autonomía que busca y
ejerce la burocracia sindical, además de la heterogénea composición de la misma, resultan evidentes a
la luz de este conflicto, como en algunos otros también recientes.
A diferencia de muchos  otros contingentes  que han desarrollado luchas democráticas  dentro del
movimiento obrero mexicano,  el de los electricistas se distingue por su capacidad  de reflexión y
autoevaluación. En algunos momentos, el ritmo de los acontecimientos impidió que los análisis de la
TD fuesen del todo acertados (ya hemos señalado que su concepción de la burocracia sindical como
un bloque monolítico o su política de alianzas significaron limitaciones a su lucha). Pero si se les
puede estudiar y cuestionar es, precisamente, porque el movimiento de la Tendencia ofrece, en cada
una de sus fases, testimonios de los puntos de vista que la dirección de los electricistas iba forjando.
Esta es una característica prácticamente inédita en el  movimiento obrero mexicano,  donde  existen
pocos documentos  acabados sobre las posiciones públicas,  las  concepciones  programáticas  y las
polémicas que han sostenido diversos contingentes.
La Tendencia Democrática, y antes el STERM, han sostenido sus argumentos en todos los foros
donde ha sido posible,  y han justificado así  las opciones tácticas  que han elegido,  así como las
concepciones estratégicas que las animan. El documento con que la Tendencia anunció el término de
esta fase en su lucha, aparecido el 15 de septiembre de 1978, es de los mejores ejemplos de ese
afán por revisar constantemente sus posiciones y su trayectoria.
23
 La decisión de pugnar ahora
por la construcción del Movimiento Sindical Revolucionario —propuesto, como vimos, desde hace
varios años pero al que ahora se desea dar nuevo impulso— es también prueba del interés de los
electricistas democráticos por crear nuevas opciones que den un nuevo marco a su lucha y donde
sean asimiladas las ricas experiencias de los últimos años.
Hoy,  con más  énfasis  que nunca,  resulta evidente que la  organización democrática de las
masas es la alternativa para buscar un cambio en la orientación del país.  Ni el resultado de la
lucha  de la Tendencia  ni  el  fracaso de experiencias  como la del  FNAP,  pueden señalar  lo
contrario. Si ambos intentos no prosperaron se debió a circunstancias coyunturales, por un lado,
pero sobre todo a que no lograron incidir en el conjunto del movimiento obrero. Sin embargo, las
banderas de los electricistas democráticos tienen completa vigencia.
La  política  económica  antipopular  que  restringe  los  salarios  y  no  tiene  capacidad  para
aumentar  el  empleo,  que  aumenta  la  carestía  y  que  se  sostiene  en  la  sujeción  de  los
trabajadores,  debe  repercutir  más  temprano que  tarde  en la  actitud de las grandes masas  de
proletarios,  desempleados y  subempleados a los cuales afecta.  Muchos conflictos  en los  meses
más  recientes,  así  como las  modificaciones  en la actitud  de  sectores  de  la  propia  burocracia
23 Uno Más Uno, 15 de septiembre de 1978.sindical,  señalan  que  se  está  produciendo  un cambio  en  las  posturas  del  movimiento  obrero
organizado, que ya no puede desempeñar el papel de simple sostén de la burocracia política, y que
de una u otra forma debe ofrecer respuesta a las demandas legítimas de los trabajadores.
Los puntos programáticos y la experiencia producidos por la Tendencia Democrática adquieren
importancia  especial.  La  Declaración  de  Guadalajara,  aunque  imperfecta,  pues  omite  muchas
cuestiones y otras las aborda en forma general, tiene una completa vigencia. La construcción de un
movimiento  sindical  revolucionario,  integrado  por  trabajadores  y  apoyado  en  los  propios
trabajadores organizados democráticamente,  es una  opción que tiene perspectivas muy amplias.  Al
frente de este movimiento deberán estar  los  electricistas  democráticos,  cuya  tradición y nuevas
acciones seguirán animando los esfuerzos por restructurar al movimiento obrero y para moldear,
paso a paso, un país que sea de los trabajadores y para ellos.