III
La caída de Machado,
los dirigentes y los partidos
Los acontecimientos revolucionarios de
Cuba y las tareas del Partido Comunista*
Julio Gómez
Los acontecimientos revolucionarios que han tenido lugar en Cuba a mediados de agosto, en los cuales participaron vastísimas masas de trabajadores cubanos, que de hecho derrocaron al dictador Machado, no fueron una sorpresa. Esos acontecimientos fueron preparados por todo el curso del desarrollo de la crisis económica que había minado la economía nacional del país, empeorando hasta el extremo la situación de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo y agudizando extraordinariamente las contradicciones de clase en el país.
Cuba, con sus cuatro millones de habitantes es una colonia, y de las más importantes del imperialismo americano. Su importancia es grande no sólo en su calidad de apéndice agrario y de materias primas de Estados Unidos y como mercado de venta para los productos industriales de este país. sino también como base militar estratégica que viene a completar el sistema del Canal de Panamá. Esta circunstancia es la que explica la atención especial que Estados Unidos de América dedica a Cuba, sobre todo en los acontecimientos de estos últimos días expidiendo barcos de guerra para defender a sus ciudadanos
Todas las ramas más importantes de la economía de Cuba, están sometidas prácticamente al capital norteamericano. Según los datos de The New York Times del 5 de febrero del año en curso, el total de las inversiones de capitales norteamericanos en Cuba es de 1,750 millones de dólares, mientras que todas las inversiones extranjeras en Cuba alcanzan la suma de 1,900 millones de dólares (según los datos del diario citado). Si tomamos en consideración que todas las inversiones norteamericanas en la América del Sur y del Caribe equivalen en cifras redondas a 6,000 millones de dólares, se comprenderá la enorme importancia de Cuba y el papel que ella desempeña en el sistema colonial de Estados Unidos.
Habiendo sometido a Cuba a su influencia absoluta y convertido a este país en su colonia (después de la Guerra de Independencia de principios del siglo en curso, cuando los españoles fueron expulsados de Cuba), Estados Unidos ha empleado todos sus esfuerzos para someter íntegramente la economía de Cuba a los intereses del capital norteamericano, y consolidar la independencia de Estados Unidos. Cuba fue convertida en un país típico del monocultivo. Su artículo principal de producción y exportación es el azúcar, siendo exportado a Estados Unidos más del 70% de todo el azúcar. Las distintas compañías norteamericanas han invertido en esta rama de la economía nacional de Cuba enormes capitales (cerca de 800 millones de dólares, según los datos del Daily Workers del 26 de julio de este año), siendo actualmente dueños de enormes plantaciones de la caña de azúcar (cerca de la quinta parte de la superficie total de Cuba pertenece a las compañías norteamericanas) y de la mayoría absoluta de los ingenios de azúcar. Casi el mismo fenómeno se observa en las plantaciones y fábricas de tabaco y en todas las ramas restantes de la agricultura y de la industria.
El capital norteamericano, que en Cuba es simultáneamente productor, acaparador y exportador de la materia prima y proveedor del mercado interior de Cuba, de la producción industrial de Norteamérica y de otra índole, ocupa en dichas ramas un puesto preponderante. Una excepción entre estas ramas de la economía nacional la constituye tan sólo el transporte ferroviario que pertenece en los fundamentos al capital británico. Las inversiones de capitales ingleses en Cuba son relativamente de poca monta, sobre todo si se les comparara con las inversiones de capitales norteamericanos. Sin embargo, Estados Unidos no se propone en absoluto cohabitar con el imperialismo británico en Cuba, hace todo lo posible para expulsarlo de sus posiciones. Con este objeto, está tomando incremento la construcción de carreteras y las comunicaciones interurbanas de ómnibus. En el transcurso del año fue inaugurada una importantísima carretera que costó más de 100 millones de dólares, que atraviesa toda la isla y que es susceptible de ser aprovechada durante la guerra para el rápido transporte de tropas.
La crisis económica mundial, y, sobre todo, la crisis que se había desencadenado en Estados Unidos de América, asestaron un golpe vigoroso a la economía nacional de Cuba, precisamente en razón de su carácter de país de monocultivo y de su dependencia colonial con respecto a Estados Unidos. La reducción del consumo del azúcar en Estados Unidos, Inglaterra y otros países, a los que se exporta el azúcar cubano, y principalmente la intensificación de la producción del azúcar en una serie de países coloniales y semicoloniales (Brasil, Haití, Santo Domingo, Java, etcétera), determinaron la considerable reducción progresiva de la exportación del azúcar de Cuba.
Así, por ejemplo, la exportación del azúcar en su volumen disminuyó desde el 1 de enero hasta el 10 de julio de este año, en comparación con el mismo periodo de 1932 en un 29%25. Al mismo tiempo, los precios del azúcar que regían en el mercado mundial y que ya habían bajado en 1925-1926, sufrieron una baja sumamente sensible en el periodo de la crisis; mientras que en 1923, el precio del azúcar de una libra inglesa se cotizaba a razón de 5,23 centavos de dólar, dicho precio bajó en 1929 a 2 centavos, y en 1932 a 0,92 centavos la libra26. La reducción de la exportación condujo a la formación de grandes reservas de azúcar. Ya en abril de 1930 las reservas de azúcar en Cuba alcanzaban 3 millones de toneladas. Con el fin de reducir las reservas de azúcar y de ejercer alguna influencia sobre el aumento de los precios, el gobierno de Machado, en consonancia con las decisiones de la Conferencia Internacional de los países productores de azúcar (celebrada a principios de 1931) resolvió reducir la producción del azúcar por la fuerza, es decir, mediante la utilización solamente de una determinada cantidad de la caña de azúcar; a raíz de esto el gobierno promulgó un decreto especial con la firma del Presidente, fijando la escala de la elaboración de la caña de azúcar para los distintos ingenios. Como resultado de dicho decreto, la producción del azúcar disminuyó de 5’456,000 toneladas en 1929 a 2 millones de toneladas en 1933.
La reducción de la exportación del azúcar y sobre todo la baja de los precios de dicho producto no han podido, claro está, dejar de repercutir sobre el comercio exterior de Cuba. Además, la otra rama importante de la economía nacional de Cuba, la del tabaco, también sufrió extraordinariamente durante la crisis (la exportación de artículos del tabaco y de materias primas en 1929 alcanzó 37’800,000 dólares; en 1932 solamente llegó a 12’900,000 doláres27. Es de notar, que con la reducción relativamente insignificante de toda la exportación en su volumen, su exportación se ha reducido extraordinariamente en su expresión de valor 5, 7 y 32.1% en 1932 en comparación con 193128. La suma total de la exportación de Cuba en 1932 (30 millones de dólares) es inferior a la exportación de 1929 en un 60% y en un 10%, a la de 1904. En cuanto a las importaciones, en las cuales los productos alimenticios, es decir, los productos de consumo para las amplias masas ocupan un lugar considerable, éstas bajaron a un nivel inferior al de 1899, por más que la población de la isla de Cuba, aumentó en ese mismo lapso en más de un 13%29.
La brusca disminución del comercio exterior se refleja, en primer término, sobre el presupuesto del Estado, cuyo déficit fue en 1932-1933 aproximadamente de 8 millones de dólares (o sea, el 16% del presupuesto). Las medidas adoptadas por el gobierno de Machado para equilibrar el presupuesto fueron dirigidas en lo fundamental contra las masas trabajadoras (aumento de las tarifas aduaneras a la importación de productos de consumo popular, disminución de los sueldos de los empleados del Estado, etcétera).
La burguesía y los terratenientes indígenas como también los capitalistas norteamericanos están buscando una salida de la crisis a expensas de las masas trabajadoras de Cuba. La reducción de la producción del azúcar condujo a la clausura de una serie de ingenios. De los 183 que trabajaban en 1925, ya en 1932 trabajaban sólo 133 y éstos con una carga considerablemente disminuida. La restricción de la producción del azúcar originó la disminución del área de la caña de azúcar, en 1932-1933 se sembró y cultivó sólo el 45% de toda la superficie de las plantaciones de la caña de azúcar. Estas circunstancias originaron a su vez un aumento considerable de la desocupación, actualmente existen en Cuba cerca de 500,000 desocupados (de acuerdo con los datos de The New York Times del 6 de febrero de este año, entre los obreros agrícolas e industriales, así como los empleados que no reciben subsidio de clase alguna, pues en Cuba no existe el seguro social.
La situación de los obreros que aún trabajan no es mucho mejor que la de los desocupados. Los salarios siguen disminuyendo en todas las ramas de la agricultura y de la industria, llegando en algunas ramas hasta el 50% y el 70% de reducción. Por ejemplo, el salario promedio en las fábricas textiles es apenas de 20 centavos por día, el salario de los obreros tabacaleros es de 30 ó 40 centavos, con la agravante de que en toda una serie de ramas industriales se trabajan semanas incompletas.
Es penosa, sobre todo, la situación de los obreros agrícolas en las plantaciones de azúcar. La disminución de la superficie sembrada y la restricción de la producción del azúcar redujeron a su vez los plazos de la zafra de 40 a 50 días por año. Esto acarreó la reducción de las jornadas de trabajo para decenas de millares de obreros agrícolas. Al propio tiempo, los salarios también disminuyeron en un alto grado. En 1930 se pagaba a un obrero. agrícola por el corte de 100 arrobas (una arroba, equivale a 11.5 kilogramos) de la caña de azúcar, 40 centavos y en 1932, tan sólo de 15 a 20 centavos. Trabajando 14 horas por día se puede cortar máximo 200 arrobas, pero esto a costa de un trabajo forzado. Esta es la razón de que The New York Times del 6 de febrero del presente año informe que el salario promedio de los obreros agrícolas en las plantaciones de azúcar no es superior a los 15 ó 20 centavos por día, con la agravante de que en la práctica no existen salarios en dichas plantaciones, pues el obrero recibe, en vez de dinero en efectivo, bonos que circulan sólo en las tiendas y almacenes del terrateniente o de la compañía propietaria de aquellos establecimientos. Las supervivencias más pronunciadas de la explotación semifeudal o de semiservidumbre predominan no solamente en las plantaciones de los terratenientes nativos, sino también en las compañías extranjeras donde dichas supervivencias se entrelazan estrechamente con la explotación capitalista.
Uno de los activistas locales del Partido Comunista de Cuba describe en una carta al Comité Central, del 23 de abril de 1933, la situación de los obreros agrícolas que trabajan en las plantaciones de azúcar, del siguiente modo:
"En el central Céspedes, el sueldo más corriente entre la clase llamada peón era, en la época de la zafra, de 25 centavos diarios por 10 ó 12 horas de trabajo...
"... El perímetro que ocupan todos estos centrales constituye una propiedad privada, con derechos a violar domicilios para hacer registros, a prohibir la entrada a los elementos que tengan a bien, los señores administradores se convierten en señores feudales con una guardia privada a su servicio..."
Ésta es una confirmación bastante clara de las relaciones de semiservidumbre que imperan en la agricultura de Cuba.
La brusca baja de los salarios, de una parte, y la monstruosa explotación por otra, han determinado que los obreros agrícolas no quieran trabajar en la zafra de la caña de azúcar, prefiriendo quedar sin trabajo. Este fenómeno tiene un carácter de masas de tales proporciones, que durante la zafra de 1932 no alcanzaba la mano de obra en las plantaciones, y el gobierno se vio obligado a recurrir a medidas policíacas, enviando obreros agrícolas a las plantaciones bajo vigilancia.
La dominación de relaciones semifeudales, la dependencia colonial con respecto al imperialismo y el desarrollo del monocultivo condujeron a las economías de los campesinos medios y pobres de Cuba a la progresiva pauperización. Esta pauperización fue tanto más acelerada por la aceptación del Plan Chaudburn (en mayo de 1931) sobre la restricción de la producción del azúcar. Dicha restricción se ha producido en primer término, precisamente a expensas de los campesinos independientes y de arrendatarios (colonos), pues los ingenios de azúcar se negaban sencillamente a aceptar para la manufactura la caña que traían los campesinos, prefiriendo trabajar con la caña de las plantaciones propias o de los terratenientes.
Los precios bajos de compra que fijan las compañías norteamericanas obligan a los campesinos a renunciar al cultivo de la caña de azúcar. Una parte de los campesinos abandonan sus tierras o las tierras que ellos subarriendan, marchándose a las ciudades y vagan por las plantaciones o por las haciendas en busca de trabajo, engrosando el ejército de los desocupados. Otra parte de los campesinos pasa a cultivar distintos productos alimenticios con la ayudade los terratenientes, aumentando aún más su dependencia de vasallaje y de endeudamiento de semiservidumbre con respecto a éstos.
La situación de los empleados de las empresas comerciales e industriales privadas y, especialmente, de los empleados del Estado también empeoró extraordinariamente a consecuencia de la crisis. La reducción de los sueldos a los empleados llega en numerosos casos al 30 ó al 40% y aún más. Los empleados del Estado vieron sus sueldos reducidos tres veces tan sólo en el transcurso de 1931, siendo que se demora en pagar esos sueldos de tres a cuatro meses.
Por último, la crisis económica y las medidas del gobierno en lo que respecta al equilibrio del presupuesto y, sobre todo, al aumento de los impuestos, repercutieron también en la situación de la pequeña burguesía urbana.
La furiosa ofensiva de las clases dominantes y del imperialismo contra el nivel de vida de las masas trabajadoras operó una rápida radicalización entre las masas. Cuba ocupa uno de los primeros puestos por el nivel de su ascenso revolucionario sobre los países de la América del Sur y del Caribe. El movimiento obrero y campesino toma un carácter combativo cada vez más agudo. Se incorporan a la lucha revolucionaria las masas fundamentales del proletariado y de los trabajadores Ya en 1930-1931 comenzó el ascenso del movimiento revolucionario. Paralelamente con reivindicaciones de carácter económico se presentaron en los comienzos o ya en el proceso de la lucha, también reivindicaciones políticas, dirigidas contra el terror gubernamental, por la liberación de los presos, contra el Plan Chaudburn, reclamando la dimisión de Machado, reivindicaciones de carácter antimperialista, etcétera.
La huelga general del 20 de marzo de 1930 (Jornada Internacional de Lucha contra la Desocupación), en la cual participaron 200,000 obreros, la huelga de solidaridad con los huelguistas tranviarios de La Habana y contra el terror policiaco en el mes de agosto de 1931, en la cual participaron 50,000 obreros; la huelga de tres meses de los obreros tabacaleros de La Habana a principios de 1932, con la participación de 15,000 obreros; la ola de huelgas en las plantaciones e ingenios de azúcar en 1932-1933 con la participación de millares de obreros, con la ocupación de locales y organizando la autodefensa armada (Casabal); una serie de huelgas en distintas empresas industriales y en el ferrocarril y transportes que pertenecen en lo fundamental a capitalistas extranjeros (Habana Electric, Ferrocarriles, talleres de los tranviarios, etcétera); las demostraciones revolucionarias de masas, de millares de desocupados en el transcurso de los últimos dos años; todos estos combates revolucionarios del proletariado cubano muestran el alto nivel del creciente ascenso revolucionario que abarcó las fundamentales masas de trabajadores cubanos. La dirección de esas huelgas y demostraciones se encontraba en lo fundamental, en manos del Partido Comunista de Cuba.
Paralelamente con el movimiento del proletariado se desarrolló también el movimiento de los empleados y de la pequeña burguesía urbana. Huelgas de empleados contra la reducción de sueldos tienen lugar en Cuba bajo la dirección del Partido Comunista y de los sindicatos revolucionarios. Los empleados participaron activamente en las huelgas generales de los últimos años en La Habana.
La lucha de la pequeña burguesía urbana se expresa en las negativas en masa a pagar impuestos, a pagar altas tarifas por el uso de energía eléctrica, etcétera. Pero fue la lucha estudiantil dirigida contra Machado y en defensa de la autonomía universitaria la que tomó la forma más aguda. Decenas de líderes de los estudiantes fueron muertos y encarcelados por los agentes de Machado durante esos últimos años. La pequeña burguesía, exasperada, se agrupa en grupos terroristas que se impusieron el objetivo de matar a los partidarios más eminentes del régimen de Machado.
El Partido Comunista de Cuba no solamente toma parte activa en los combates revolucionarios de las masas trabajadoras, sino que es su principal organizador y dirigente. El Partido Comunista de Cuba crece y se templa en dichos combates. Desde su fundación (1925) el Partido Comunista de Cuba lleva su labor en las condiciones del terror más cruel. Decenas de sus líderes —de los mejores representantes del proletariado de Cuba—, fueron muertos en forma bestial (sirviendo de nutrición para los tiburones) por los agentes de Machado en Cuba y en el exterior, como el asesinato de Julio Antonio Mella, organizador del Partido Comunista. Centenares de comunistas llenan sistemáticamente las mazmorras de Machado, pero es imposible paralizar el trabajo del Partido Comunista mediante el terror. El Partido Comunista sigue su lucha al frente de las masas por sus reivindicaciones, contra la ofensiva de los terratenientes y capitalistas, contra la opresión del imperialismo norteamericano, contra la dictadura sangrienta de Machado; su prestigio como el único partido revolucionario, vanguardia combativa del proletariado cubano, sigue creciendo de día en día. Sus ligazones con las masas crecen y se multiplican. En el periodo de la crisis, en el periodo del ascenso revolucionario, el Partido Comunista de Cuba al encabezar y organizar a las masas para la lucha, se ligó aún más con dichas masas, penetrando en una serie de las más importantes empresas y en las fundamentales ramas de la industria. Por encima de los líderes reformistas, el PC soliviantaba las masas para luchar por sus reivindicaciones parciales. Y por encima de los líderes reformistas, contrariando su voluntad, los obreros organizados en los sindicatos reformistas se hicieron eco de las exhortaciones del partido, participando en las huelgas generales, en las luchas de solidaridad y en otras acciones revolucionarias organizadas bajo la dirección del Partido Comunista durante el último año; de un año y medio a esta parte, el Partido Comunista de Cuba comenzó también a penetrar en lo más espeso del proletariado cubano: entre las masas de los obreros agrícolas. Fue precisamente el PC de Cuba el que organizó la huelga combativa en las plantaciones y en el ingenio Hazabal, huelga que fue apoyada por los campesinos de los alrededores, y toda una serie de huelgas del proletariado agrícola.
El Partido Comunista de Cuba emprendió en estos últimos tiempos, por primera vez, la organización del sindicato revolucionario de obreros azucareros y agrícolas, habiendo abarcado ya varias decenas de plantaciones e ingenios. También por primera vez se inició la organización de ligas revolucionarias de campesinos y colonos pobres y medios. Ya existen unas cuantas de estas ligas. Por último, el Partido Comunista de Cuba emprendió el trabajo entre los negros, oprimidos nacionalmente, preconizando y popularizando (débilmente aún) la consigna de la autodeterminación hasta la separación inclusive, coordinando esta consigna con una serie de reivindicaciones parciales. Esto adquiere mayor valor debido a que la opresión nacional de los negros que constituyen casi la tercera parte de toda la población de Cuba y en una serie de regiones, la mayoría de la misma (por ejemplo, en varias regiones de la provincia de Oriente), se entreteje con la monstruosa explotación de semiservidumbre sobre todo en las plantaciones de la caña de azúcar.
A la par del aumento de la influencia política del Partido Comunista aumentan también sus efectivos. Durante los últimos dos años el Partido Comunista de Cuba aumentó sus filas en 4-5 veces. Un aumento aún más considerable tuvieron las Juventudes Comunistas de Cuba.
Sin embargo, a pesar de toda la importancia indudable de estos éxitos, todavía no son muy grandes en comparación con las posibilidades creadas por la favorable situación objetiva. El partido no ha penetrado aún suficientemente en una serie de importantísimas empresas y está muy débilmente arraigado en algunas ramas fundamentales de la industria (por ejemplo, entre los obreros tabacaleros); los sindicatos revolucionarios y el Partido Comunista no realizan todavía una labor suficientemente activa en el seno de los sindicatos reformistas; el trabajo en el campo sigue siendo hasta hoy el eslabón más débil en el conjunto de la labor del partido; igualmente es débil el trabajo entre la pequeña burguesía urbana.
El movimiento de la pequeña burguesía urbana y el de los campesinos están débilmente enlazados con el movimiento revolucionario del proletariado, y son dirigidos en lo fundamental por los grupos burgueses-terratenientes que están en oposición a Machado y que constituyen la llamada oposición nacional. Los líderes de dicha oposición son grandes terratenientes de Cuba, como Menocal, Mendieta y otros. La lucha que estos últimos llevan contra Machado, lucha por el poder, por una parte mayor en la explotación de las masas trabajadoras, comenzó inmediatamente después de la elección de Machado como presidente de Cuba, en 1925. Sin embargo, el imperialismo norteamericano, con el cual la oposición burguesa-terrateniente está íntimamente ligado —pues los intereses de ésta se entretejen con los intereses de las compañías norteamericanas—, no tenía interés en la exacerbación de la lucha en el seno de las clases dominantes de Cuba. Pero no obstante, las reiteradas tentativas de los embajadores norteamericanos (Cugghenheim, por ejemplo) de conciliar con la oposición no se han coronado con éxito. La profundización de la crisis económica fue acentuando cada vez más la lucha en el seno de las clases dominantes de Cuba.
En su lucha contra Machado, la oposición intentó aprovechar el creciente descontento de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, su odio contra el régimen de terror de Machado. Estas tentativas tuvieron un cierto éxito, sobre todo entre los campesinos y la pequeña burguesía urbana (e incluso entre los estudiantes) y, parcialmente, entre las capas más atrasadas de los obreros.
Teniendo en cuenta que la organización de la oposición burgués-terrateniente estaba sumamente desprestigiada entre las masas por su constante conciliación con Machado, se creó una nueva organización, ABC, que utiliza ampliamente los métodos terroristas contra Machado y sus agentes, como también otra serie de organizaciones que por su composición social es pequeñoburguesa, pero cuyos líderes están directamente ligados con la oposición burguesa-terrateniente y dirigidos por esta última.
Los actos terroristas en las ciudades y en las poblaciones campesinas de las provincias bajo la dirección de apoderados de la oposición burguesa-terrateniente —actos que exteriorizan el creciente descontento de la burguesía urbana y del campesinado—, fueron provocados por dicha oposición con el fin de crear en Washington la impresión de inestabilidad del gobierno de Machado y la necesidad de sustituirlo. No obstante. el movimiento de los campesinos rebasó muy a menudo el marco fijado por los líderes de la oposición burguesa-terrateniente. Así por ejemplo, los campesinos sublevados atacaron la finca de Menocal, uno de los líderes de la oposición, incendiando su hacienda.
So pretexto de ser barridos por el torbellino de la revolución, ante el temor de que la influencia del Partido Comunista entre las masas siguiera creciendo, la oposición burguesa-terrateniente, en los momentos de mayor ascenso revolucionario, concertó armisticios con Machado.
Lo mismo sucedió en los últimos tiempos, en vísperas de los recientes acontecimientos revolucionarios. La oposición realizó negociaciones con la participación del embajador americano Vells, acerca de un armisticio con Machado. Dichas negociaciones tuvieron un completo éxito. La paz fue firmada. Pero ni Machado ni el imperialismo americano que lo apoyó siempre, han podido detener el movimiento revolucionario.
Desgraciadamente, la falta de datos no nos permite analizar el desarrollo de los últimos acontecimientos de agosto que precedieron a la fuga de Machado. No obstante, todo el proceso del desarrollo de los acontecimientos y las pocas noticias que fueron publicadas en la prensa, nos dan derecho a afirmar que el movimiento de masas de los trabajadores, en rápido ascenso a fines de julio y en los primeros días de agosto, movimiento que tomó la forma de una serie de huelgas parciales, y más tarde la huelga general de La Habana, transcurría en un grado considerable con la participación y bajo la dirección del Partido Comunista. Y aunque es indudable el hecho de que los líderes del ABC y de la oposición burguesa-terrateniente desempeñan un cierto papel en la dirección de este movimiento, sin embargo el derrocamiento de Machado (el 12 de agosto) fue el resultado de la verdadera lucha revolucionaria de las grandes masas de trabajadores dirigidas en lo fundamental por el heroico Partido Comunista de Cuba.
Al igual que en Chile en 1931, cuando el derrocamiento de Ibáñez, el derrocamiento de Machado en Cuba en agosto del año en curso, no fue resultado de un pronunciamiento o de un golpe de Estado, tan habitual para los países de América del Sur y del Caribe. Machado fue derrocado precisamente bajo la presión revolucionaria de las masas trabajadoras. Este movimiento fue preparado por toda la labor precedente del Partido Comunista de Cuba y dirigido en lo fundamental por dicho partido.
Las huelgas de masas que precedieron al derrocamiento de Machado, huelgas en las cuales al lado de reivindicaciones económicas figuraban reivindicaciones políticas (liberación de los presos, dimisión de Machado, etcétera); los asesinatos de agentes de la policía (especialmente el de Magriñá, uno de los asesinos del camarada Mella); el incendio de las oficinas de El Heraldo de Cuba, órgano de Machado; las impetuosas manifestaciones en las calles de La Habana y otras ciudades, todo esto demuestra el alto grado del ascenso revolucionario de las masas trabajadoras. Su reclamación de legalizar el Partido Comunista demuestra al mismo tiempo la influencia que el Partido Comunista ejerce sobre las masas que participan en el movimiento. Sin embargo, la debilidad del Partido Comunista, sobre todo su debilidad de organización, su insuficiente contacto con las masas y especialmente con las del campo, no han permitido hasta ahora al Partido Comunista de Cuba dar cumplimiento a la tarea revolucionaria que incumbe a dicho partido, al proletariado y a las masas trabajadoras de Cuba: crear un gobierno revolucionario propio, un gobierno obrero y campesino.
El imperialismo americano designó para ocupar el puesto del presidente dimisionario, Machado —quien huyó de Cuba en aeroplano, aterrizando en una isla británica—, a otro de sus testaferros: Céspedes, habiendo dado su asentimiento a dicha candidatura la oposición burguesa-terrateniente. Céspedes, exembajador cubano en Washington, que ocupó una serie de altos cargos en el gabinete de Machado, continuará en lo fundamental la misma política que su prominente antecesor: la política de servir fielmente a la política del imperialismo norteamericano defendiendo al mismo tiempo los intereses de las clases dominantes de Cuba y la ofensiva contra el nivel de vida de las masas trabajadoras. Siguiendo el ejemplo de Machado, Céspedes, conjuntamente con el imperialismo americano y con las clases dominantes de Cuba, irá descargando todo el peso de la crisis sobre los hombros de las masas trabajadoras, aliviando a sus expensas la situación de la burguesía y de los terratenientes de Cuba y garantizando los beneficios de los capitalistas americanos. Probablemente en esta obra prestará su apoyo la oposición burguesa-terrateniente, de acuerdo con la cual fue elegido el dictador.
La situación de la clase obrera no se mejora en lo más mínimo por el hecho de que en lugar de Machado ocupe ahora el poder otro testaferro del imperialismo americano y de las clases dominantes de Cuba. A las masas les es completamente indiferente quién es el que las obliga a pasar hambres: Machado o Céspedes. Las masas trabajadoras de Cuba contestarán con combates aún más potentes a la ofensiva ulterior contra su nivel de vida y el cercenamiento de sus derechos políticos. La atmósfera revolucionaria está adquiriendo en Cuba una densidad cada vez mayor.
El crecimiento del ascenso revolucionario y las acciones combativas de las masas trabajadoras cubanas están cargadas de elementos de crisis revolucionaria. Esta situación debe ser aprovechada por entero por el Partido Comunista, en aras de los intereses de la clase obrera y de los trabajadores de Cuba.
* * *
La tarea del partido en las nuevas condiciones creadas consiste actualmente en la preparación múltiple, política y orgánica, de las masas trabajadoras, para los combates revolucionarios decisivos, para la lucha por el poder, por el gobierno revolucionario obrero y campesino.
Desarrollando por todos los medios la lucha económica de la clase obrera, el Partido Comunista de Cuba no puede dejar de tener en cuenta que esta lucha debe adquirir, en las condiciones de maduración de los elementos de la crisis revolucionaria, el carácter de preparación de las masas obreras para los decisivos combates revolucionarios. Y es por esto que, paralelamente con las reivindicaciones económicas del proletariado, adquieren una importancia cada vez mayor las reivindicaciones de carácter político. La lucha por estas reivindicaciones, estrechamente ligada con las consignas fundamentales del Partido Comunista, politiza la lucha del proletariado cubano y la eleva a un plano superior.
En la situación actual de Cuba, en el proceso de preparación de los combates decisivos, adquiere una importancia especial el amplio desarrollo de la lucha del campesinado, el aliado más importante del proletariado en su lucha contra el feudalismo y el imperialismo. La tarea del Partido Comunista consiste en atraer a la lucha a estas capas trabajadoras, por sus reivindicaciones inmediatas (anulación de las deudas, negativa a pagar los arriendos y los impuestos, etcétera), organizando simultáneamente su lucha por las reivindicaciones políticas y popularizando ampliamente las consignas fundamentales de la revolución antifeudal y antimperialista.
En las regiones donde el movimiento campesino se encuentra ahora a un alto nivel, donde prácticamente se va desarrollando el movimiento guerrillero, la tarea del Partido Comunista es lanzar, como consigna de acción, la consigna de la toma revolucionaria de la tierra que pertenece a los terratenientes y a los capitalistas extranjeros, dirigir directamente esas acciones del campesinado y organizar la defensa de las tierras ocupadas. Se sobreentiende que, en este caso, el Partido Comunista no hace ninguna diferencia entre los terratenientes de la camarilla de Machado y los de la camarilla de Céspedes.
Después, la tarea del Partido Comunista es la de penetrar en el Ejército y la Marina, exhortar a la lucha a los soldados y marineros, y coordinar su movimiento con el del proletariado y el del campesinado. Organizando la lucha por sus propias reivindicaciones económicas y políticas, el Partido Comunista de Cuba debe popularizar al mismo tiempo, ampliamente entre los soldados y marinos, sus consignas fundamentales, la consigna de fraternización con los obreros y campesinos en la lucha, etcétera. Además, el Partido Comunista debe realizar entre las tropas emplazadas en las regiones del movimiento guerrillero, la agitación para que se nieguen a luchar contra los campesinos revolucionarios y para que pasen al lado de los guerrilleros. En el proceso de la lucha, contando con la efervescencia en el Ejército, el Partido Comunista de Cuba debe lanzar la consigna de crear comités de soldados y de barcos de guerra, órganos de lucha de los soldados y marinos por sus reivindicaciones económicas y políticas, sin detenerse ante la violación de la disciplina militar.
Las amplias masas del proletariado cubano reclaman del gobierno de Céspedes la legalización del Partido Comunista. Es posible que este gobierno, bajo la presión de las masas, se vea obligado a satisfacer esa reclamación. Sin embargo, el Partido Comunista de Cuba, sin aguardar a que esta cuestión se solucione por vía pacífica, debe lograr por propia voluntad conquistar mediante la existencia legal, tanto del Partido Comunista como de las otras organizaciones revolucionarias (Juventudes Comunistas, sindicatos revolucionarios, etcétera), conservando y consolidando simultáneamente su aparato ilegal.
Paralelamente a esto, la tarea del partido consiste en organizar la lucha de las masas por las reivindicaciones políticas, tales como la libertad de palabra, de prensa, de reunión, etcétera, es decir, reivindicaciones de máxima ampliación de las libertades democráticas.
Al mismo tiempo el Partido Comunista ha de coordinar la lucha de los trabajadores de Cuba con su consigna de gobierno obrero y campesino, presentando y popularizando su programa: nacionalización de las grandes empresas industriales, bancarias, de los transportes y de otra índole de propiedad de los imperialistas; confiscación sin indemnización de la tierra que pertenece a los terratenientes de Cuba y a los capitalistas extranjeros y reparto gratuito de esas tierras entre los campesinos; anulación de las deudas del Estado; armamento para los obreros y campesinos; creación de un ejército revolucionario obrero y campesino para la defensa contra la intervención armada de los imperialistas, especialmente de Estados Unidos de América, etcétera y, sobre la base del programa del gobierno obrero y campesino, persuadir a las masas trabajadoras de que solamente este gobierno es capaz de librarlas del yugo imperialista y de la explotación de la burguesía y de los terratenientes.
Al indicar a las masas el gobierno obrero y campesino como la única salida revolucionaria posible de la crisis, el Partido Comunista va organizando la lucha de las masas, preparando el derrocamiento del poder del imperialismo extranjero, de los feudales y de la burocracia terrateniente y "la instauración de la dictadura democrática del proletariado y del campesino sobre la base de los soviets" (programa de la Internacional Comunista).
Al presentar la cuestión de la instauración del gobierno obrero y campesino y al organizar a las masas para la lucha por el gobierno, al crear los comités de fábrica y los comités de campesinos como centros orgánicos de apoyo de su influencia, el Partido Comunista de Cuba tiene que presentar al mismo tiempo en su propaganda de masas la consigna de organizar los soviets de diputados obreros, campesinos, soldados y marineros.
El Partido Comunista debe adoptar la decisión de crearlos también prácticamente (es decir, transformar esa consigna en consigna de acción), en una situación en que el movimiento de masas adquiere un carácter singularmente agudo, convirtiéndose (en la escala de todo el país o de algunas regiones aisladas) en una gran guerra civil. Los soviets, creados de este modo, al encabezar y organizar la lucha orgánica de las masas, se convierten en órganos que van preparando y realizando la insurrección armada de los trabajadores.
Al propio tiempo, el Partido Comunista de Cuba ha de considerar como su tarea la ampliación de la red de organizaciones del partido en las fábricas, plantaciones, ingenios, en el campo, en el Ejército y la Marina; el aumento de sus efectivos a expensas de los trabajadores de las grandes fábricas y de los campesinos trabajadores revolucionarios, especialmente de los campesinos pobres, la consolidación de los sindicatos revolucionarios en las fábricas y en las plantaciones, de los grupos de la OSR en los sindicatos reformistas y de las ligas de los campesinos revolucionarios.
De la labor de los comunistas entre las masas por la conquista de la mayoría de la clase obrera para su causa; de cómo los comunistas desplieguen eficazmente la labor en los sindicatos y transformen las grandes fábricas y plantaciones en baluartes del partido, dependerá el ritmo de la maduración de la crisis revolucionaria.
Al poner de manifiesto el carácter burgués-terrateniente del nuevo gobierno de Céspedes, su papel de agente del imperialismo norteamericano, su política de ofensiva contra los intereses económicos y políticos de los trabajadores (la orden dada ya al primer día de ocupar el sillón presidencial de abrir fuego contra las manifestaciones obreras para mantener el orden), el Partido Comunista no puede dejar de desenmascarar al mismo tiempo la fraseología izquierdista del ABC y de otros partidos y las relaciones que hay entre sus líderes y el imperialismo norteamericano, luchando simultáneamente por la conquista de la pequeña burguesía urbana como uno de los aliados del proletariado, envenenada por los programas revolucionarios de esas organizaciones y embriagada por el éxito del derrocamiento de Machado.
Al organizar y ponerse al frente del movimiento revolucionario de las masas trabajadoras, el Partido Comunista de Cuba ha de luchar por ejecutar su línea revolucionaria de clase, por su independencia política, ideológica y orgánica, frente a toda clase de partidos y grupos burgueses-terratenientes y pequeñoburgueses, que se encubren con la demagogia revolucionaria, contra toda clase de influencias extrañas al partido que penetran en las filas del proletariado e incluso en las filas del propio Partido Comunista.
Luchando contra el grupo derechista, oportunista, de renegados de Junco, desembarazando las filas del partido de sus partidarios declarados o encubiertos, el Partido Comunista debe desenmascarar al mismo tiempo la tesis oportunista tan en boga entre algunos miembros del partido, de que "es imposible la revolución en Cuba sin la revolución en Estados Unidos", sin la revolución en los otros países de América Central, "sin la ayuda del proletariado de los otros países", en una palabra, teoría que prácticamente sirve tan sólo para desarmar al proletariado cubano y a su vanguardia el Partido Comunista de Cuba. El ansia revolucionaria de lucha en el proletariado cubano y en las masas trabajadoras de Cuba, su capacidad combativa, demostrada en el transcurso de los últimos años, la existencia en Cuba de un Partido Comunista abnegado y combativo, de una parte, y la exacerbación de la lucha en el campo de las clases dominantes a causa de la profundización de la crisis, debido al fin de la estabilización parcial del capitalismo, de otra; todas estas condiciones son precisamente la mejor garantía de la posibilidad del triunfo de la revolución en Cuba. Se sobreentiende que a los partidos comunistas de los otros países, y especialmente a los partidos comunistas de Estados Unidos, de México y de América Central, les incumbe la tarea de movilizar al proletariado y a las amplias masas trabajadoras para el apoyo del movimiento revolucionario de Cuba.
El Partido Comunista de Cuba se encuentra en vísperas de trascendentales combates revolucionarios. Depende de su capacidad el dirigir y ahondar la lucha económica del proletariado y de las masas trabajadoras de Cuba, la realización de las tareas históricas revolucionarias que dicho partido tiene planteadas en la situación actual.
* Tomado de La Correspondencia Internacional, revista semanal, No. 39, 15 de septiembre de 1933.
25 Diario de la Marina, 14 de junio de 1933.
26 Cuba Importadora e Industrial, junio de 1993.
27 Cuba Importadora e Industrial, junio de 1993.
28 Cuba Importadora e Industrial, mayo de 1993.
29 Cuba Importadora e Industrial, febrero de 1933.
Los cuadros de los Partidos Comunistas
de América del Sur y del Caribe*
Julio Gómez
El principal defecto consiste, en primer lugar, en la poco satisfactoria composición social de los cuadros dirigentes de los partidos comunistas (que es en gran parte el reflejo de la composición social de éstos). En tanto que los cuadros de base (miembros y secretarios de los comités de las células) y de los comités de distrito y regionales son fundamentalmente obreros, entre los cuadros dirigentes superiores del PC es decir, entre los miembros del Comité Central y de sus departamentos, el peso específico de los obreros es insuficiente, a la vez que el porcentaje de los empleados, intelectuales y otros es demasiado grande. Por otra parte, los obreros —miembros de los órganos dirigentes del PC—trabajan principalmente en las empresas pequeñas y medias de los ramos secundarios de la industria, lo que dificulta enormemente la ligazón de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe con los obreros de las ramas fundamentales de la industria: minas, petróleos, plantaciones, etcétera.
Al mismo tiempo existe otro defecto esencial, que es la poco satisfactoria composición de los cuadros de los PC. El ascenso del movimiento revolucionario de las nacionalidades oprimidas —indios y negros—, que se nota durante los últimos tiempos, plantea ante todos los PC de América del Sur y del Caribe la inaplazable tarea de la conquista de la dirección de estos movimientos, de la transformación de esta lucha, que hasta hoy ha sido espontánea en lo fundamental, en una lucha organizada. Pero esta tarea exige la formación de los cuadros del PC políticamente firmes de entre los indios y negros que conocen los idiomas, las condiciones de vida y las costumbres de las nacionalidades oprimidas. Sin embargo, en este sentido, la mayoría de las secciones de la IC en América del Sur y el Caribe no han hecho nada. Una cierta excepción la constituye el PC de Perú, que cuenta en sus filas a varios miles de indios, pero que todavía no ha llevado a la dirección del partido más que a un número muy limitado de indios. El PC de Brasil, que cuenta con varias decenas de dirigentes (de distrito y regionales) de nacionalidad negra, y el PC de México, que en la actualidad está dando los primeros pasos para atraer al partido a los indios y para llevarlos al trabajo dirigente.
Otro defecto es el nivel político extremadamente bajo de los cuadros de los PC de América del Sur y del Caribe. Esto se refiere no solamente a los activistas de base, sino también a la mayoría de los dirigentes. Frecuentemente, los dirigentes de los PC ni siquiera conocen los acuerdos fundamentales de sus propios partidos, y menos aún los acuerdos de la IC. No es extraño, pues, que en una serie de casos las corrientes ideológicas extrañas a nosotros (las anarcosindicalistas, reformistas, pequeñoburguesas y burguesas) encuentren su reflejo en el trabajo práctico y aun en los documentos políticos de una serie de Partidos Comunistas.
El pasado político de la mayoría de los PC de América del Sur y del Caribe (salidos de los distintos grupos anarquistas, de los sindicatos reformistas, anarcosindicalistas, etcétera) crea un terreno favorable para la penetración de tales tendencias en las filas de los PC. A pesar de esto, la mayoría de los PC de América del Sur y del Caribe no se han planteado la tarea de la reeducación política de sus miembros en general y de los activistas del PC en particular: la tarea de la elevación del nivel de los cuadros de los PC sobre la base de la teoría del marxismo leninismo. Con excepción de los PC de Argentina, Brasil, Uruguay y Cuba, que han organizado una serie de círculos, escuelas y cursos adjuntos a los comités de distrito, regionales y centrales, con el objeto de estudiar las distintas cuestiones del movimiento revolucionario, que han creado las escuelas del PC hasta en las cárceles, que combinan estas formas del estudio político con toda una serie de otras formas, como son, por ejemplo, veladas de preguntas y respuestas, conferencias sobre las distintas cuestiones y ramas del trabajo, que se convocan periódicamente (conferencias de los secretarios de células, de los responsables del trabajo de agitación y propaganda, de organización, etcétera), conferencias e informes para los activistas del partido, etcétera; con excepción de estos PC todos los demás no han hecho nada o casi nada en lo que se refiere a la recalificación política de los cuadros del partido ya existentes y a la preparación de nuevos cuadros. Y en esto se refleja también el desdén anarcosindicalista del estudio político, tanto por parte de los órganos dirigentes de los PC como por parte de los activistas de base y de la mayoría de los miembros de los PC. Es muy característico en este sentido el ejemplo del PC de México. La escuela del partido, adjunta al CC (de un mes de estudios), creada hace tres o cuatro años, inició sus trabajos con veinte estudiantes miembros del PC, pero al terminar los cursos quedaron solamente seis. Tal fluctuación se explica, en primer lugar, por la mala organización del trabajo de la escuela —de lo que es culpable el mismo CC—, y en segundo lugar, por la subestimación por parte de los activistas del partido de la importancia de los estudios políticos.
Está mal organizada la difusión de la literatura del partido. Debido a esto, los miembros de los PC leen toda clase de literatura nociva (de los anarcosindicalistas, trotskistas, etcétera) y no tienen posibilidades de recibir su propia literatura comunista. Hasta hoy día no todos los PC aprovechan las posibilidades de la edición de literatura del partido en su propio país. En este sentido, realizan un determinado trabajo solamente los PC de Argentina y Uruguay, que está dando últimamente apenas sus primeros pasos en esta cuestión.
En los comités del partido todo el trabajo es realizado, por lo general, por uno o dos compañeros, mientras que la mayoría de los miembros de los comités de las secciones y las comisiones no toman una participación regular, y a veces ninguna, en este trabajo. Es indudable que tal práctica de los comités del partido dificulta extremadamente la preparación práctica de los cuadros del partido.
Como tareas fundamentales, que tienen una decisiva importancia para los PC de América del Sur y del Caribe, en lo referente a la preparación y a la elevación del nivel político de los cuadros del partido, deben señalarse las siguientes:
Elevación del peso específico y el aseguramiento de la mayoría de los obreros en todos los órganos dirigentes de los PC, por medio de la promoción de los mejores activistas del partido, de los obreros de las grandes empresas, de las ramas más importantes de la industria al trabajo dirigente del partido, creación para ellos de cursos especiales cortos sobre las cuestiones referentes a su trabajo concreto en el partido y sobre las cuestiones políticas generales. Al mismo tiempo no se debe permitir que la política de proletarización de los cuadros del partido se convierta en un instrumento de lucha contra aquellos dirigentes —intelectuales, empleados, etcétera— que, trabajando durante una serie de años en el partido, han demostrado su capacidad en la realización consecuente de la línea del PC y de la IC. Hay que luchar también contra la elevación mecánica de los obreros al trabajo de la dirección, es decir, sin tener en cuenta su actividad, el tiempo de permanencia en el partido, etcétera, y, principalmente, sin prestarles la ayuda necesaria en su trabajo.
Los PC deben esforzarse por elevar el nivel político de sus miembros que son indios o negros, rodearles de una atención especial, prestarles toda la ayuda necesaria cuando tengan que cumplir alguna tarea que se les haya encomendado. Los PC pueden tener en cuenta la circunstancia de que, habiendo la diferencia de idiomas y existiendo la desconfianza de las amplias masas de las nacionalidades oprimidas con respecto a los blancos, y aun a los mestizos, la conquista de los indios y los negros exige que en el trabajo del partido tomen una participación directa los elementos que proceden de las nacionalidades respectivas.
Para preparar en una escala mayor a los nuevos cuadros de los partidos de América del Sur y del Caribe, deben organizar el trabajo colectivo de todos los comités del partido, de las secciones y comisiones —incluso también de los comités de células—, distribuir el trabajo entre todos los miembros de los órganos dirigentes de los PC, establecer un control sistemático y la revisión del cumplimiento del trabajo encomendado a cada miembro del comité.
La tarea más importante es la lucha por los cuadros del partido, teórica y políticamente preparados sobre la base del leninismo, capaces de orientarse en todas las situaciones, de dirigir las luchas revolucionarias de clase, de realizar en la práctica la línea general del partido y de la IC. Esto significa, en primer lugar, el desarrollo de la lucha contra la ideología reformista y anarcosindicalista, contra las influencias, todavía bastante fuertes en los partidos, de grupos y corrientes burguesas y pequeñoburguesas, que penetran en ciertos países en los PC. Los PC deben organizar una red de círculos, de escuelas del partido y cursos sobre las distintas cuestiones del movimiento revolucionario y para el estudio del programa y las decisiones más importantes de la IC y del PC. El estudio leninista, en combinación con la práctica diaria revolucionaria, servirá como el más poderoso instrumento de la preparación y reeducación de los cuadros del partido. Los PC deben plantearse la tarea de la autoeducación de sus miembros. Distribuyendo la literatura del partido, sin detenerla ni un solo día, los órganos de los PC deben plantear ante todas sus organizaciones la tarea de controlar la lectura de la literatura por los miembros y ayudarlos, por medio de la organización de las discusiones y conferencias sobre unas y otras cuestiones, que son tratadas en la literatura leída; movilizar a sus organizaciones para la lucha contra la difusión de la literatura anarquista, trotskista, etcétera, entre los miembros de los PC y los obreros.
La preparación de los cuadros bolcheviques del partido. capaces de luchar por la línea general del PC y de la IC, presupone la movilización de toda la masa de los miembros del partido para la lucha contra las desviaciones de la línea de la IC, contra todas las manifestaciones del oportunismo de derecha e izquierda. Hasta los últimos tiempos, en la mayoría de los PC, la lucha contra las desviaciones y los errores oportunistas era obra solamente de un círculo reducido de dirigentes y no de todos los miembros del partido. Es necesario cambiar radicalmente este fenómeno anormal. Los PC deben desarrollar la autocrítica bolchevique desde abajo hasta arriba, encauzándola hacia elmejoramiento del trabajo. Sobre la base del desarrollo de tal autocrítica, los PC deben atraer a todos sus miembros a la discusión de los problemas más importantes de la vida del partido, de sus decisiones, de su trabajo diario.
* La Correspondencia Internacional, revista semanal, No. 43, año IV, 21 de septiembre de 1932, pp. 532-533