Milenio
La libertad de Prensa: a 20 años de Windhoek
Invitado
Javier Hernández Valencia *
De acuerdo con los expertos, son diez los principales desafíos que enfrenta la libertad de expresión en el orbe. Algunos retos son viejos, otros han emergido recientemente por el desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación
Hace dos décadas se adoptó la declaración sobre la “promoción de la libertad de prensa en el mundo”. La Declaración de Windhoek, como se le conoce en referencia a la ciudad de Namibia en la que se redactó, fue aprobada al término de un seminario convocado por la Unesco en el que se abogaba por el “establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de una prensa independiente, pluralista, y libre”, en tanto componentes “indispensables para el desarrollo y mantenimiento de la democracia”. Dos años más tarde, la Asamblea General de la ONU declaró el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa con el objetivo de promover los valores y principios consagrados en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Por más transformaciones que han acaecido en los últimos veinte años, los cimientos de la Declaración de Windhoek se mantienen y hoy en día nadie duda de que la libertad de prensa y la democracia conforman un binomio indisoluble.
De acuerdo con los expertos independientes que a escala internacional promueven la libertad de expresión en el ámbito de la ONU, la OSCE, la OEA y la Organización para la Unidad Africana son diez los principales desafíos que enfrenta la libertad de expresión en el orbe. Si bien es cierto que algunos desafíos son viejos (y lamentablemente perduran), otros han emergido recientemente particularmente por el desarrollo de las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Los desafíos más apremiantes son: los mecanismos ilegítimos de control gubernamental sobre los medios de comunicación; la vigencia de leyes penales que criminalizan la difamación; la violencia en contra de periodistas; las limitaciones al derecho de acceso a la información; la discriminación en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión, particularmente en agravio de los grupos históricamente menos favorecidos; las presiones comerciales que amenazan la capacidad de los medios de comunicación de difundir contenidos de interés público; los obstáculos que padecen las emisoras públicas y comunitarias; las restricciones injustificadamente amplias a la libertad de expresión con motivo de los retos que enfrenta el mundo en materia de seguridad; los esfuerzos de algunos gobiernos para controlar el potencial que ofrece internet, y la falta de acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación por parte de la mayoría de la población.
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Los desafíos detectados a escala mundial se manifiestan igualmente en México y, en ciertas ocasiones, en algunas de sus formas más agudas y lacerantes. El año pasado visitaron al país el relator especial para la Libertad de Expresión de la ONU, Frank La Rue, y la relatora especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Catalina Botero. Al término de su visita oficial conjunta ambas relatorías hicieron públicas sus observaciones preliminares dejando en claro que “el pleno goce de la libertad de expresión en México enfrenta graves y diversos obstáculos”.
Para ambas relatorías, los obstáculos más preocupantes son los asesinatos de periodistas y otros actos de violencia; la impunidad generalizada; la vigencia de una legislación que permite aplicar sanciones penales por el ejercicio de la libertad de expresión; las limitaciones a la diversidad y el pluralismo en el debate democrático, y una emergente tendencia a restringir el derecho de acceso a la información pública.
Las relatorías no solamente mostraron los desafíos. Adicionalmente formularon una serie de recomendaciones puntuales para solventarlos. Para superar la violencia, la impunidad y la autocensura sugirieron, entre otras cuestiones, fortalecer a los órganos de procuración y administración de justicia; adoptar las reformas necesarias para permitir el ejercicio de la jurisdicción federal sobre los delitos contra la libertad de expresión; adoptar protocolos especiales de investigación, y establecer un mecanismo nacional de protección a periodistas.
Con el objetivo de fomentar la diversidad y el pluralismo en el debate democrático, las relatorías de la ONU y la OEA propusieron adoptar un marco normativo que brinde certeza jurídica, promueva la desconcentración de la radio y la televisión y contribuya a generar un espacio mediático plural y accesible a todos los sectores de la población, especialmente a la radiodifusión comunitaria; crear un órgano público independiente del gobierno que regule la radio y la televisión, y establecer criterios en la asignación de publicidad oficial.
Ante la persecución legal de la expresión, Frank La Rue y Catalina Botero sugirieron derogar los tipos penales que criminalizan la expresión, y garantizar que las y los periodistas no sean sometidos a acoso judicial u otro tipo de hostigamiento jurídico como represalia por su trabajo.
En materia de acceso a la información, ambas relatorías recomendaron preservar los avances en la materia, garantizar que los órganos de transparencia sean autónomos y que sus resoluciones sean definitivas e inatacables, y profundizar la transparencia en el sistema de justicia.
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Los retos levantados por ambas relatorías al término de su visita oficial conjunta se mantienen en México. La propia Relatoría de la CIDH acaba de publicar su informe final de misión, mismo que con mayor profundidad y análisis desarrolla los desafíos registrados. Será en junio de este año cuando corresponda al relator de la ONU sustentar su informe de misión ante el Consejo de Derechos Humanos. Ambos informes deberán ser leídos de una forma complementaria y tomados con la seriedad debida con el objetivo de diseñar un plan de acción estratégico que permita que la libertad de prensa que el día de hoy se pregona alrededor del mundo sea susceptible no sólo de conmemorarse en México, sino también de celebrarse.
Una transformación venturosa que sin lugar a dudas potenciará el alcance y aplicación de los estándares internacionales en materia de libertad de prensa es la aprobación reciente de la reforma constitucional en materia de derechos humanos por parte del Congreso de la Unión, misma que ha sido turnada a los congresos de los estados en donde se espera mantenga el cauce festivamente aprobatorio que alcanza ya a nueve legislaturas locales. Una vez que entre en vigor, la reforma constitucional favorecerá que los postulados de Windhoek cuenten con una mejor plataforma para cristalizarse en México.
El sueño de Windhoek sigue vigente en el mundo y, particularmente, en México. La aspiración sigue siendo la misma de hace 20 años, tal y como nos lo recuerdan el secretario general de la ONU, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la directora general de la UNESCO, en su mensaje del día de hoy con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa: “Promover la libertad de expresión como fundamento de la dignidad humana y piedra angular de la democracia”.
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* Representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
* Representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.