lunes, 15 de agosto de 2011

Calderón en Stanford y los movimientos estudiantiles en México

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Zaida Alicia Lladó Castillo
áb, 18/06/2011 - 12:36am
Un poco para ubicar o ilustrar al Presidente Calderón sobre hechos que a propósito olvida y tomando en cuenta los comentarios que hiciera el pasado 12 de Junio de 2011, en la conferencia que dictara en la Universidad de Stanford en California, (universidad privada en la que cada estudiante paga 53 mil dólares c/9 meses o 70 mil 500 dólares al año),  al hacer referencia a el pasado autocrático de México, que no sólo masacró estudiantes, sino que desapareció a los opositores”, pues tendré que hacer algo de historia para recordarle que a veces ésta se repite y que,  así como él en el presente se enfrenta junto con las fuerzas armadas a los grupos gansteriles, narcos y delincuentes, cobrando vidas de civiles, sicarios y militares y le molesta que no se le entienda su política de seguridad , pues entonces debe preocuparse por la forma en que la historia lo habrá de colocar una vez que deje de ser Presidente y no vaya a ser que algún similar en un futuro, también le repita esas mismas palabras.

Realmente estaba encabritado el Presidente Mexicano y una vez más (como a Fox) le ganó la víscera, porque mientras decía su conferencia, una avioneta desplegaba un mensaje diciendo; “40,000 dead! How many more?” (“¡40,000 muertos! ¿Cuántos más?”), además de que sabía que más de 50 personas también le esperaban a la salida de la Universidad, para  hacerle reclamos, así que de antemano, tenía que justificarse y desquitarse en su intervención frente a los universitarios.

Y no se midió cuando arremetió contra el pasado diciendo que: “México tenía un régimen autocrático; todos sus gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido. Durante muchas décadas ese único partido controlaba todo: lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo. Cuando los estudiantes como ustedes protestaban (¿??) eran masacrados, muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos”.

Y en esa perorata, le pegó a los gobiernos priístas pasados y de paso a la administración del panista Fox: “Apenas el pasado viernes se recordó el 40 aniversario de la masacre de estudiantes del Jueves de Corpus, de la que las posteriores administraciones panistas no lograron el castigo a los responsables; además, la gente tiene viva en la memoria la otra matanza de jóvenes del 2 de octubre de 1968.” Etc., etc.” afirmo el Presidente ya encarrerado.

Y no cabe duda que Felipe Calderón, buscó justificar una vez más en el extranjero y en el pasado, lo que no le ha resultado en el país y en el presente.

Pero como uno de los temas que tocó se relaciona con los movimientos estudiantiles en México, pues me remitiré a la historia de estos hechos, para aclarar algunos puntos que el Presidente parece olvidar o no quiere reconocer.

Es cierto en el pasado, algunos gobiernos por miedo, conveniencia, precaución o estrategia,  hicieron lo propio o lo impropio, para lograr mantener equilibrios y no poner en riesgo la paz social en México y se enfrentaron a los enemigos internos (que siempre han existido en el país y que nos han querido ver divididos y en guerra) y los externos (que históricamente han aprovechado esas divisiones para sacar la mejor tajada económica a costa de los mexicanos y de su soberanía).

Haciendo memoria respecto a la historia de los movimientos estudiantiles de nuestro País, éstos han pasado por diferentes etapas; por lo que, para entender el significado de algunas fechas que han quedado grabadas en la memoria, vale la pena remitirse de manera sintética a lo ya escrito y en este caso he  tomado como base los ensayos de Javier Pérez Durán y Héctor Magaña Vargas (2001)[1] y las clasificaciones que hacen investigadores como: De la Garza, Ejea, Macías (1986)[2], Carmona, Ramírez , en los que hablan de las etapas y  crisis estudiantiles vividas observándose con claridad que por una parte ahí estaban presentes corrientes bien intencionadas que lucharon por causas justas, y por la otra,  la existencia de tendencias con miras a imponer una ideología y un estilo de lucha donde los enemigos a vencer eran las potencias capitalistas o los sistemas represores. Hacia el exterior, el enemigo a vencer era los Estados Unidos de Norteamérica  como principal promotor del capitalismo, país con el que México ha tenido que lidiar ante esa vecindad insalvable, para bien o para mal y, hacia el interior contra  los Gobiernos Priístas:

Los primeros referentes de los movimientos estudiantiles en México, se remiten a las primeras décadas del siglo XX y, de ahí en adelante, han sido divididos en tres etapas:

  1. Movimientos estudiantiles de la oligarquíaQue son movimientos que se caracterizaron por estar directamente vinculados con el alto clero y el manejo de los intereses de la clase dominante patronal. Entre los más destacados se encontraban en 1923 la huelga de la Escuela Nacional Preparatoria en oposición de la secundaria y en 1925 en contra de la administración escolar. En 1929 en la Escuela Nacional de Derecho, cuyo origen fue ir en contra de los exámenes parciales y que se llegó a intensificar a tal grado que se da  la represión y ésta fue una de las causas de que la Universidad Nacional exigiera la Autonomía universitaria.
  2. Movimientos estudiantiles estatalesDonde el Estado mexicano es quien logra intervenir para lograr el control de los grupos estudiantiles. En esta etapa se creó la Ley Orgánica de la UNAM y se incluyó la Junta de Gobierno, en 1944,  pero hubo que deponer a su rector Brito Foucher. Otro hecho se da en 1948, donde el Rector Zubirán renunció, a la protesta de la elevación de cuotas de 180 a 200 pesos; sin embargo el movimiento fracasó.
  3. Movimientos estudiantiles no estatales. Éstos son los que toman importancia pues se caracterizan por ser movimientos que han pretendido romper con el control absoluto del Estado cuando éste se ha inmiscuido en las escuelas y centros universitarios, en:  sus planes y programas de estudio, en el manejo y manipulación de los propios estudiantes a través de sus organizaciones estudiantiles, en el control de los órganos de decisión, el control de la planta docente como aliados naturales de las autoridades, y sobre todo, en el manejo presupuestal en donde los Gobiernos (sea federal o estatales) retienen las aportaciones como una forma de presión para controlar las finanzas internas, etc.

 Los movimientos estudiantiles no estatales han pasado por tres fases en el tiempo; a) la fase de democratización b) la fase de radicalización y c) la fase de reflujo.

La fase de democratización corresponde a las primeras expresiones estudiantiles en forma organizada de las décadas 40, 50 y hasta el final de la década de los años 60. Hechos relevantes en esta etapa están: la huelga en 1956 del IPN y la de las escuelas normales rurales como la Escuela Nacional de Maestros y la Normal Superior, en donde como resultado de esta presión se obtienen formas de democratización interna en  las estructuras de gobierno y las organizaciones estudiantiles.

Cabe mencionar, que estas etapas coinciden con las cuatro décadas que dura la Guerra Fría, que inicia en 1947 y que se distingue por el choque de intereses de las grandes potencias (URSS-vs-EU). Visiones, e ideologías antagónicas que llevó a guerras, confrontaciones y acciones de espionaje internacional que ningún país pudo sustraerse pues el meollo era la pugna: capitalismo-vs-socialismo+comunismo. México no fue la excepción y tuvo en su haber grupos comunistas y socialistas infiltrados en diferentes puntos y espacios, que buscaban este territorio como antesala para llegar a Estados Unidos y vengar las afrentas que dejó en sus países.

Ya desde años antes ( en los años 30), en nuestro país la polarización de las posturas extremas en los movimientos de participación de la juventud habían dado lugar a dos grandes orientaciones estudiantiles que se confrontaban, la denominada liberal inspirada en un discurso culturalista y humanista de corte católico que llevaba a la manipulación del clero en los centros universitarios y que absorbió la posición de la derecha conservadora y la popular, que unificaba a los alumnos de los centros educativos creados por el Estado revolucionario, como las normales, escuelas de agricultura, las universidades populares y los institutos tecnológicos.[3]

Luego entonces, no fue extraño que empezaran a incorporarse las corrientes socialistas y comunistas dentro de los centros universitarios, en la cátedra y en la posición de los docentes y alumnos, invadiendo la educación pública de nivel medio superior y superior. El punto no era que éstas existieran, se analizaran  y se asimilaban como nuevas formas de ver la realidad internacional y nacional, sino que se convirtieron  en verdaderos instrumentos de rebeldía para dar forma a las guerrillas y la confrontación radical contra las instituciones de todo tipo. Esto puso en alerta al Gobierno pues a leguas se visualizaba que el propósito no sólo era deslindar a las instituciones de educación superior del control del Estado sino hacer de estos centros del saber, “bunkers” donde dominaran las ideológicas socialistas y comunistas y provocaran movimientos para alterar el orden y hacer caer según ellos, las “dictaduras” estatales. Esto hizo posible que grupos políticos estudiantiles tales como: El Frente Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) y la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM) coincidieran con estas corrientes. Dentro de esos movimientos estuvo presente la influencia de Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Comunista de México (PCM). En el caso de la Confederación de Jóvenes Mexicanos, que en un inicio adquiere una gran fuerza lo absorbe el Partido de la Revolución Mexicana y posteriormente se convertiría en la corriente juvenil del Partido Nacional Revolucionario, en la etapa de Lázaro Cárdenas[4]

Igualmente en esa etapa a fines de la década de los años 60, acontecen los sucesos del 2 de Octubre de 1968, que sintetizaron 8 años de luchas estudiantiles, desde la provincia y el DF, para lograr el respeto de los gobiernos a las autonomías, las normas internas y las formas de autodirección al interior de los centros de educación superior. La confrontación que se dio en varias partes del país, derivó en un movimiento macro, ya no solo de estudiantes sino también de grupos comunistas y socialistas que ya dominaban los centros universitarios y la parte artístico-cultural de nuestro país. Y como respuesta del Estado, ante la proximidad de los Juegos Olímpicos de ese año, se envió al  Ejército para desactivarlo, dándose ese trágico enfrentamiento que costó vidas de jóvenes universitarios, de civiles  y el encarcelamiento de muchos docentes. Siendo ésta una triste experiencia que demostró, que la falta de sensibilidad y de acuerdos políticos entre las partes no debe justificar jamás el uso de la fuerza militar nacional, a menos que sean serias las amenazas a la seguridad, soberanía y paz social del país.

Pero en los siguientes años, se dio paso a una etapa  denominada deradicalismo, escisiones y polarización, movimientos que detonan principalmente en las entidades como: Puebla, Nuevo León, Sonora, entre otros Estados,  de 1969 a 1971.

El inicio de esta nueva fase se da en la UANL (Universidad Autónoma de Nuevo Leon), que para 1971 llega al máximo de su etapa democratizadora en un proyecto de Consejo Universitario y de ley orgánica apoyada por todos los universitarios y se enfrenta a la propuesta del Congreso local  y del Gobierno del Estado. En esta lucha participa el Partido Comunista Mexicano dividido en diferentes grupos entre ellos la Juventud comunista (JC) de ese estado. El Comité Coordinador de Comités de lucha (CoCo) planteó una marcha de apoyo al D. F. (donde el porrismo tuvo su mayor auge); ésta se realiza el 10 de junio y en un gran despliegue policiaco la marcha fue repelida antes de salir, siendo asesinados varios estudiantes. A la masacre se le conoce como el “halconazo” o la “masacre de jueves de corpus”, al ser los llamadosHalcones el comando que llevó a cabo las acciones. Éste es el hecho que tomó como referente Calderón en Stanford.

Pero continuando con esta breve historia de los movimientos estudiantiles, después del 10 de Junio de 1971, empezó la fase de reflujo de los movimientos estudiantiles. Hechos diversos, derivados de los resabios del movimiento estudiantil del 68 y 71 y como respuesta a lo que sucedía en el proceso de maduración de las universidades de provincia en particular de algunas con orientación radical, se hacen evidentes nuevamente en las posturas de los grupos universitarios tanto de la UNAM como el  IPN. Sin embargo los movimientos se recrudecen cuando se involucran en éstas intereses ajenos a los universitarios, entre ellos grupos rebeldes campesinos, obreros, de maestros  de educación básica e incluso grupos guerrilleros y partidos políticos con figuras con aspiraciones que buscaban en los centros universitarios adeptos. En ellos se filtran líderes de los  movimientos comunistas y socialistas ya instalados en México, que aprovechan el escaparate para dar rienda suelta a sus reclamos,  buscando también los espacios de control. Igualmente, en 1972, la ruptura de la Juventud Comunista en células, provocó la desaparición del movimiento de la UNAM entre 1973 y 1974; lo mismo sucedió en la Universidad de Oaxaca y muchas otras del país.

La década de los 80 fue crítica para México pues en 1982 el peso mexicano se devalúo en un 400% frente al dólar e hizo que el gobierno cambiara su estrategia política y económica para evitar la fuga de capitales  nacionales y extranjeros. México tenía que mantener la paz social pues de ello dependía rescatar confianza, lograr la inversión y mejorar la economía en breve. El esfuerzo de las autoridades universitarias se centraba en la búsqueda de mejores condiciones y dirigir el tiempo hacia la calidad y la excelencia académica. No obstante la UNAM tuvo en 1986 la huelga de 21 días en la que se pararon las iniciativas del Rector Carpizo y se quedó su Ley orgánica incólume. En esa década los movimientos estudiantiles más fuertes se fueron extendiendo a los espacios rurales básicamente en las normales, aún cuando la Universidad de Chapingo, la de Guerrero y Puebla se mantenían activas.

Coincide esa etapa con la formación de la corriente democrática dentro del PRI, encabezada en el momento por los priístas Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que se resistieron aceptar el relevo presidencial operado desde los Pinos. Al no encontrar eco a sus demandas dentro del PRI, la consecuencia es la renuncia a su militancia y se van a formar años después el Partido de la Revolución Democrática (PRD), sumándose en éste los partidos de tendencia socialistas, comunistas y los llamados los “novorevolucionarios democráticos”.

Las siguientes décadas ( 80, 90 y 2000) llevó a los centros universitarios a movimientos internos moderados, con excepción de la huelga de la UNAM de 1999 que duró varios meses cuyos temas centrales de lucha fueron la: 1)Abrogación del Reglamento general de pagos (RGP), 2)Desvinculación de la UNAM con el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL), 3)Derogación de las reformas de 1997, 4)Desarticulación de los aparatos represivos de la UNAM, 5) Realización de un Congreso democrático, y 6) Alargamiento del semestre y recuperación del mismo de manera total. Ésta culmina con la renuncia del Rector Barnes y la llegada del nuevo el Dr. Ramón del Fuente, quien por varios años mantuvo a la UNAM en un clima de equilibrio y de intentos de reformas para mejor la calidad educativa.  Sin embargo, darle demasiada fuerza a los movimientos rebeldes estudiantiles de la UNAM se les revirtió a larga a sus propios creadores, pues sólo  demostró la falta de madurez de sus líderes que se convirtieron en figuras indeseables, como el famoso Moch que se dio el lujo de secuestrar a sus propios catedráticos (aquellos que lo apoyaron en un inicio y lo hicieron crecer), humillándoles cuando ya alcoholizado les instruyó que “le besaran los pies”.

Pero regresando a la idea inicial, de ¿Por qué tomar el Presidente como tema el dolor de un movimiento estudiantil en una universidad extrajera y para colmo, privada? Por qué, ¿ustedes creen que a los niños “popis” frente a los que habló,  les importa un movimiento estudiantil que ni sienten ni conocen?. Por supuesto que no.

Todos lo que hemos egresado de una institución pública, sabemos de los riesgos que los centros educativos han tenido en el pasado y en el presente de ser manipulados no sólo por el gobierno sino por grupos con tendencia radical  y con fines de control. Antes eran los comunistas o socialistas ahora es la delincuencia organizada. Y lo sabemos porque como estudiantes o maestros lo hemos vivido. Por lo tanto,  no se vale el doble discurso del Presidente, porque por una parte se pone hablar frente a estudiantes extranjeros de una universidad SUPER-ULTRA RICA símbolo del capitalismo, de un conflicto estudiantil propio de las universidades públicas mexicanas,  que precisamente lucharon contra eso,  tomando el hecho como pretexto para golpear a los gobiernos priistas y también panistas con los que no coincide. Eso es incongruente.  

El Presidente ya no puede negar que su partido,  que lleva 11 años en el poder, no puede con los problemas que le ha generado su posición y visión de derecha a ultranza, quedándome  aun la duda sobre ¿en cuál de las diferentes clasificaciones de derecha defiende su gobierno?, ¿la derecha católica conservadora?, interesada en la preservación de ciertos valores morales de la tradición católica y que se reivindican en los partidos demócrata-cristianos; ¿la derecha liberal?, defensora por siempre del liberalismo económico y generalmente opuesta a la acción del Estado como regulador de la actividad de los particulares; ¿la ultraderecha?, concepto que usan las corrientes de izquierda para describir grupos que son de derecha-radical, que influyen en los gobiernos panistas y que descubren una doble moral en su forma de actuar y de pensar;  o finalmente , ¿la neoderecha? que quiere ser una combinación de las anteriores.

Porque creo que basta un botón al revisar la política educativa de su gobierno, para responder dudas. Porque se dice un defensor de la educación pública, pero le reduce el presupuesto y da privilegios a la educación privada en este país. Porque en México habla maravillas de sus avances económicos, cuando todos sabemos que no es a través de sangrar los bolsillos con los “gasolinazos” como se resuelve el problema de solvencia económica nacional y va al extranjero a recordar hechos en donde lo dejan como víctima incomprendida de su gobierno y de su país.

El problema creo yo respetuosamente, es no reconocer como funcionario y como  partido ,que  han perdido desde tiempo atrás el rumbo y la valiosa oportunidad de gobernar a la altura de las expectativas de desarrollo de los mexicanos; porque ahora ya las crisis que padecemos no son de “sustentabilidad” sino de  “sostenibilidad”, donde el hilo de la tolerancia está ya muy delgado y México está a punto de un estallido social y político de grandes dimensiones y …¿esa es la herencia que nos va a dejar cuando salga?.  

Por eso hay que preocuparse en verdad en su comportamiento de aquí en adelante, de frenar esta inercia en donde como país nos vemos débiles e incompetentes en el extranjero y por ende vulnerables, repercutiendo se quiera o no, en hacer más grave la descomposición social y política de adentro hacia afuera. Ojala y me equivoque.

Gracias y hasta la próxima.  

Bibliografía:

  1. Duran Javier y Magaña Héctor (2001) en Los movimientos estudiantiles en México, Cronología, FES Zaragoza UNAM. 
  2. De la Garza Enroque, Ejea Tomas, Luis F. Macías, (1983) El movimiento estudiantil en México, y El Otro Movimiento, UAM-I, México.
  3. Garrido, L- J.,  (1993), La ruptura, la Corriente Democratizadora del PRI,Ed. Grijalbo, México.
  4. Lladó, Z (2011), La participación de las mujeres del PRI en la vida política de México (1929-2010): avances, rupturas y cuentas por saldar. Ed, independiente. México.






[1] Duran Javier y Magaña Héctor (2001) en Los movimientos estudiantiles en México, Cronología, FES Zaragoza UNAM. 


[2] De la Garza Enrique, Ejea Tomas, Luis F. Macias, (1983) El movimiento estudiantil en México, y El Otro Movimiento, UAM-I, México


[3]Lladó, Z (2011), La participación de las mujeres del PRI en la vida política de México (1929-2010): avances, rupturas y cuentas por saldar. Ed, independiente. México.

 [4] ibid

El movimiento estudiantil universitario (2)

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Miércoles, 23 de Marzo de 2011 / 12:02 h
René Martínez Pineda
(Coordinador del M-PRO-UES) *
En las décadas pasadas –como hoy, pero por otras razones- la ideología del movimiento estudiantil inició carente de autonomía, pues, la vinculación con la lucha armada no sólo era evidente, sino también originaria, debido a que se potenció desde los partidos clandestinos político-militares. En ese ayer, el hecho definidor de la ideología fue la dictadura, y hoy lo es el consumismo y el mesianismo. Aquel movimiento, acusó mucho la influencia del anarquismo (errada aplicación del troskismo) en una rara mezcla con la ilusión pacifista y liberal que la oratoria democristiana puso de moda en los 60 y 70, ideas que –bajo la forma de lo que llamo socioliberalismo- deambularon entre la juventud latinoamericana como buena moneda revolucionaria, lo que se superó con la irrupción de las guerras civiles. El movimiento actual, sufre en extremo la calentura ajena del aventurerismo pequeñoburgués (redentorismo; rebeldía arbitraria), el anarquismo, y el influjo de la corrupción y perversión política del sistema (muchos pequeños feudos de poder –al peor estilo de los partidos políticos- que impiden su unificación) haciendo de “revolución”, “pueblo” y “unidad”, palabras comunes y corrientes.


En esta coyuntura, no existe lo militar como factor definidor de lo ideológico, por lo que el movimiento estudiantil –al menos en el país- se ha estancado en el anarquismo que, por definición, termina derechizándose, siendo manipulado, o, en el mejor caso, siendo intrascendente, tal como sucedió en Europa cuando la izquierda burguesa y los viejos partidos socialistas reformistas, acabaron por aceptar como “bueno” el socioliberalismo, fluida y mesiánicamente remozado por los presidentes norteamericanos, tanto demócratas como republicanos.
El movimiento estudiantil, ciertamente, debe acompañar al pueblo en su lucha y en sus justas reivindicaciones, pero no a costa, ni en contra, de un sector significativo de él mismo, y comete un craso error si pretende suplantarlo o, peor aún, convertirlo en objeto de lástima; en un ente social pervertido; o en pasivo sujeto de beneficencia mecanicista. Recuerdo que una de las primeras cosas que aprendí sobre el socialismo, en mis años de dirigente estudiantil, fue su premisa: “a cada quien según su esfuerzo y trabajo”. Es absurdo, por ejemplo, que dicho movimiento esté en contra de las pruebas de conocimientos para acceder a la universidad pública; que promueva que el campus sea convertido en un enorme mercado; o que no fomente el estudio riguroso en el nivel preuniversitario, me parece que eso es el clímax de la pérdida total de rumbo. Por otro lado ¿en qué cabeza cabe reivindicar bases ajenas en contra de las propias? De seguir así, el movimiento estudiantil salvadoreño tendrá el triste honor de ser el primero en Latinoamérica en: atacar, amedrentar y depredar a sus propias bases, queriendo imponer el discutible derecho de unas decenas, violando el derecho de miles; amenazar al sector docente (por intereses foráneos a la universidad que atentan contra su calidad académica y su estabilidad) cuestionando sus prestaciones sociales, que son el fruto de la lucha de los trabajadores en general.
En verdad, no se puede decir que el actual sea un movimiento electoralmente de derecha, pero, sí se puede afirmar, categóricamente, que es un movimiento ideológicamente de derecha, un actor académicamente reaccionario, porque hace de las organizaciones estudiantiles: clubes sociales o pequeños negocios personales; porque antepone lo individual o minoritario, a lo colectivo o mayoritario; porque antepone lo instrumental a lo esencial; porque ve lo público como algo que, como no tiene dueño, se puede derrochar; porque –aunque ataca al capitalismo sin soltar sus celulares- ve la educación de forma mercantilista; porque es autoritario con su gente y, con ello, obliga a tomar medidas similares: la exigencia de identificación para entrar a la universidad (en el tiempo del CAPUES, como método de control político; hoy, para proteger a la comunidad de los ladrones que deambulan por el campus) debió hacerse después de una amplia consulta interna. Eso lo convierte –conscientemente o no- en el nuevo y confeso enemigo de la universidad, en tanto mina sus cimientos: la institucionalidad, la que fue redactada con la participación de la inmensa mayoría de los gremios docentes y estudiantiles, por lo que irrespetar arbitrariamente esa institucionalidad es, a todas luces, promover esa anarquía doméstica que viene desestabilizando a la institución desde hace años, aun más de lo que -por quienes son sus gestores- lo hizo la dictadura militar.


Ahora bien, hay que estar claros de que sólo a través de la colaboración cada día más estrecha con el pueblo, y de la recuperación de su memoria histórica, el movimiento estudiantil podrá definir sus propias luchas contra, pongamos por casos, la baja calidad académica; y contra las fuerzas académicas y religiosas de derecha enquistadas en la universidad, cuya influencia es tal que algunos de sus pioneros coordinan varias carreras y decanatos. Esa colaboración -y la recuperación de su autonomía y pensamiento revolucionario- es la que posibilita la realización de la crítica concreta de los intereses y principios del orden establecido, con lo que las instancias estudiantiles alcanzan el nivel de vanguardia universitaria, pues, tienen una definida orientación ideológica.


Precisamente, “vanguardia universitaria” debería ser la idea más autorizada de la nueva generación estudiantil, con lo que se reivindicaría, tanto la lucha por la Reforma universitaria, como el legado de: sangre por democracia. Al respecto, muchos de quienes he consultado concuerdan en afirmar que este movimiento estudiantil -que defiende intereses foráneos y carece de programa de lucha- dista mucho de proponerse objetivos exclusivamente universitarios y estructuralmente populares, porque no parte del avance teórico-político de la masa estudiantil, y, al ser así, no puede convertirse en un referente de la lucha y renovación universitaria a nivel regional.


Y es que, mientras el movimiento estudiantil universitario carezca de liderazgo e insista en hacer de sus bases reales sus enemigos (en el marco de un régimen social que se niega a morir y que, incluso, se fortalece) la universidad pública no podrá tocar las raíces recónditas del problema educativo nacional, a nivel universitario y preuniversitario. Habrá iniciado el camino –seguramente con el surgimiento de nuevos líderes y nuevas organizaciones- cuando depure a la universidad de los malos alumnos y los malos profesores que, por ejemplo, toman el cargo como un empleo burocrático; si permite –como sucede en otros países– que tengan acceso a la universidad todos los capaces, y neutralice en parte, por lo menos, el mesianismo e inculque en los educandos el hábito de la investigación y el sentimiento de pertenencia y de responsabilidad individual.