Valentín Campa: clase, sindicato y partido
(Ponencia presentada en la mesa redonda por
el natalicio 110 de Valentín Campa, en el Au
ditorio Octavio Paz del Senado de la República
,el 10 de febrero de 2014).
por: Max Ortega
Recordar a Valentín Campa, obliga a reflexionar sobre una de las relaciones fundamentales y especificas de la sociedad y el Estado capitalista, la relación clase social, sindicato y partido político.
Obrero, sindicalista y militante del Partido Comunista Mexicano, Valentín Campa es la personificación de uno de los momentos del proceso constitutivo de los trabajadores mexicanos como clase obrera. Históricamente como se sabe, ese proceso ha sido en casi todos los casos, largo, complejo y doloroso. En su desarrollo permanece una lógica específica que busca resolver el problema de la transformación de la clase dominada en clase dominante mediante su transformación en Estado político. Así, sindicato y partido, instrumentos importantes de dicho proceso, suelen hacerse cargo de las huelgas, las reformas y la revolución.
La formación de la clase obrera es, por otra parte, un proceso simultáneo al proceso de acumulación de capital, de la constitución de la clase dominante y de su Estado político. De manera tal que el conflicto social viene a ser en ese sistema de relaciones su fuente de energía y verdadera explicación.
En este marco, he dividido mi exposición en tres partes. En la primera expondré los rasgos biográficos de Valentín Campa; en la segunda, analizaré a grandes rasgos, la situación de los ferrocarriles después de la privatización y el sindicato ferrocarrilero, industria y organización a las que perteneció ya fuera en el servicio activo o en el despido, en libertad precaria o en el encierro recurrente, en el espacio amplio de la vida gremial o en la comunidad fraterna del partido político. En la tercera parte, revisaré la actualidad de Valentín Campa en la situación actual.
1. Datos biográficos
1920 – 1940
Obrero petrolero, ferrocarrilero, sindicalista, militante comunista y hombre de partido, fueron actividades todas ellas que conformaron la vida de Valentín Campa, quien nació en Monterrey el 14 de febrero de 1904.
Entre 1920 y 1921 fue obrero petrolero en la compañía La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Company, empresa anglo-holandesa, instalada en Ciudad Madero. Despedido de La Corona, ingresó en 1922 a los ferrocarriles como cargador y vigilante a la vez, con 12 horas de trabajo y $2 pesos de salario en Hipólito, Coahuila. Luego fue dependiente de carros y guías en el departamento de transportes. Adherido a la alianza de Ferrocarrileros desde 1923, fue designado dos años después, en Ciudad Victoria, Tamaulipas, secretario del Consejo Divisional de la Confederación de Transportes y Comunicaciones (CTC). Participó desde ese nivel de dirección sindical, en la huelga de la Unión Mexicana de Mecánicos, de agosto de 1926, y en la huelga general de la CTC de febrero de 1927, en solidaridad con la Unión de Mecánicos. En el contexto de esta huelga ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM). Este tránsito del sindicato al partido llevó a Valentín Campa a ocupar nuevas responsabilidades. Elegido miembro. del Comité Nacional Ejecutivo de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), constituida en enero de 1929, tuvo que asumir la secretaría general al año siguiente, salir al encuentro de la violenta represión del maximato y preservar la continuidad de la Confederación en la clandestinidad.
Durante los cinco años que duró la represión callista (1929-1934) sobre el PCM y la CSUM, no hubo rendición. En la actividad secreta, los trabajadores se templaron, emprendieron la resistencia y pasaron a la ofensiva de clase, organizando los sindicatos nacionales de industria. El primero en constituirse en 1933, fue el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), seguido por el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), en 1935. Un año antes, en 1934, habían apoyado la creación del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la Republica Mexicana (SITMMSRM), y creado la Liga de Trabajadores de la Enseñanza, cuyo empeño unitario ayudó a unificar al magisterio nacional, primero en el Frente Único Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (FUNTE), y más tarde en la Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza, la Federación Mexicana de Trabajadores de la Enseñanza, el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana, y finalmente, ya en 1943, en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Todo este trabajo de organización sindical prestigió por igual a Valentín Campa, a la CSUM y al PCM, de ahí su capacidad de convocatoria para crear junto con otras fuerzas sindicales, el Comité Nacional de Defensa Proletaria y apoyar a Cárdenas frente a Plutarco Elías Calles, cuando el 12 de junio de 1935 se abrió la crisis política nacional. La alianza política con la fracción cardenista facilitó a las dirigencias sindicales, por otra parte, la creación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), en su momento, la central más poderosa del país. Los responsables de su conducción eran los comunistas, los lombardistas y los fidelistas.
La competencia por el control de la CTM no tardó en producirse, dando como resultado, la corporativización de ésta y la derrota del PCM y del bloque de fuerzas encabezadas por Valentín Campa. La creación de los nuevos equilibrios políticos y sindicales ocurrió entre noviembre de 1936 y junio de 1937. El III, IV y V Consejo Nacional de la CTM y el Pleno Ampliado del Comité Central del PCM y la resolución de su buró político del 21 de septiembre 1937, fueron los escenarios en los que se desarrollaron tales acontecimientos.
La gradual subordinación del PCM al Estado populista, al partido del Estado (PRM) y a la naciente burocracia sindical cetemista produjeron desencanto y desconfianza, al mismo tiempo que el Estado capitalista terminaba de constituirse, de establecer las bases de la industrialización y de corporativizar y hegemonizar al conjunto de la sociedad.
1940 - 1959
La crisis interna puso fin a la dirección Laborde – Campa en 1940. En efecto, el Primer Congreso Extraordinario de marzo de ese año acordó su expulsión. Las renuncias y las expulsiones comenzaron. Durante veinte años, miles de cuadros y militantes se marcharon.
En el clima del anticomunismo de la guerra fría los gobiernos priístas, se empeñaron en perseguir y destruir a los comunistas; charrificaron a los sindicatos, exterminaron a la democracia sindical y edificaron, aprovechando la expansión capitalista, un nuevo sistema de dominación sindical basado en el corporativismo (dominación y consenso). Esta vez, el PCM no opuso resistencia. Renunció a la lucha y optó por la colaboración. Aceptó las nuevas realidades políticas y se convirtió en apéndice de la clase dominante.
Contrariamente a la dirección encinista del PCM, Valentín Campa tuvo otro comportamiento. Reagrupó a sus compañeros en la Asociación Socialista Unificada (ASU), participó en la Mesa Redonda de Marxistas y ayudó a crear el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM), en el que habría de militar durante casi nueve años. Desde la debilitada fortaleza obrera mantuvo simultáneamente un combate prolongado y desigual contra el Estado y el sistema político mexicano. Comunista sin partido, regresó al STFRM para defender desde el puesto de secretario de Educación y Propaganda del Comité Ejecutivo, de 1943 a 1948, los contratos colectivos de trabajo y la unidad de su sindicatos. Y para hacer del sindicato ferrocarrilero el corazón de la resistencia y la reorganización sindical, misma que cobró forma en la creación de una nueva central sindical, la Confederación Única de Trabajadores (CUT).
Como era previsible, el gobierno alemanista respondió con la intervención policíaca y militar del sindicato ferrocarrilero. Luis Gómez fue encarcelado por seis meses y Valentín Campa por tres años y dos meses.
El 9 de enero de 1952, Valentín Campa salió de Lecumberri, al mismo tiempo que crecía el descontento ferrocarrilero por la paulatina y constante destrucción del contrato colectivo de trabajo. El descontento se plasmó en el movimiento tortuguista de 1954, el movimiento de Balderas contra el convenio del 31 de enero de 1955, y durante la revisión del contrato colectivo de trabajo de los Ferrocarriles Nacionales, en enero de 1957. En noviembre de 1957 se inició la lucha por el aumento de salarios que, luego de los paros de junio, julio y agosto de 1958, se coronó con la democratización del sindicato, cuando en las elecciones internas Demetrio Vallejo obtuvo 59 mil votos contra 9 del candidato del Estado. La dirigencia elegida por los trabajadores estaba constituida por militantes del POCM, PCM y PP.
Para contener la rebelión del conjunto de la clase obrera, alentada por el ejemplo ferrocarrilero, el Estado reprimió el 28 de marzo de 1959 al sindicato ferrocarrilero y al resto de la insurgencia obrera. Los locales sindicales quedaron ocupados por el ejército y la policía, miles de trabajadores fueron despedidos, y encarcelados 68 dirigentes obreros, acusados del delito de disolución social, ataques a las vías generales de comunicación y amenazas contra la economía. Víctimas de este odio de la clase dominante, Demetrio permanecería en prisión 12 años y 4 meses; y Valentín Campa, 10 años y 2 meses.
1959- 1999
Tras la disolución del POCM, en diciembre de 1959, Campa y sus compañeros solicitaron su reingreso al PCM. El XIII Congreso, realizado del 27 al 31 de mayo de 1960, sustituyó a la dirección encinista, aceptó el reingreso solicitado, y eligió una nueva dirección, que incluyó a Valentín Campa. Éste como ya dijimos antes, permaneció encarcelado durante diez años y 2 meses. Al quedar en libertad en 1970, se reintegró plenamente a su partido. Intervino activamente en el Consejo Nacional Ferrocarrilero y en el sindicalismo universitario; fue candidato presidencial del PCM en 1976. Dos años después el PCM obtuvo su registro condicionado que le permitió participar en las elecciones de 1979, como parte importante de la Coalición de Izquierda, y obtener 18diputados de representación proporcional. Uno de esos diputados de la LI Legislatura era Valentín campa.
Participó después de las direcciones del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y en el Partido Mexicano Socialista (PMS). Militó también en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Murió el 25 de noviembre de 1999, a los 95 años de edad, habiendo estado 14 veces en la cárcel, 12 veces secuestrado por las policías y dos veces procesado.
2. Privatización, ferrocarriles y ferrocarrileros.
Modificación del marco jurídico constitucional
El 16 de enero, el presidente de la república, Ernesto Zedillo Ponce de León mandó al Congreso de la Unión, el "Anteproyecto de decreto que reforma el párrafo cuarto del artículo 28 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en materia de Ferrocarriles y vía satelital". El 26 de enero, la LV Legislatura del Senado de la República aprobó con 105 votos a favor, "el dictamen que reforma el párrafo cuarto del artículo 28 constitucional, a fin de que los sectores social y privado contribuyan al desarrollo de las vías de comunicación ferroviaria y satelital". El 28 de enero, la Cámara de Diputados aprobó el dictamen del Senado.
Aprobada la reforma constitucional, llegó a la Cámara de Diputados, el 3 de abril, el Anteproyecto de Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario. Borrador para una discusión. El 26 de abril, la Comisión de Comunicaciones y Transportes de la Cámara de Diputados emitió su dictamen con proyecto de decreto de la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario. Publicándose finalmente, el 12 de mayo la Ley Reglamentaria del servicio Ferroviario.
El siguiente paso del proceso privatizador fue adelantar un año la revisión del contrato colectivo de trabajo y determinar el conjunto de modificaciones que deberían hacérseles. Llegando a la conclusión, Ferrocarriles Nacionales de México, en agosto de 1995, que deberían suprimirse el 44% del total, es decir, mil 351 de las 3 mil cláusulas del contrato.
Reparto del botín
En tres años, del 12 de mayo de 1995 al 30 de junio de 1998 se privatizó el 92 por ciento del tráfico ferroviario, quedando la industria ferrocarrilera privatizada, como sigue.
El Ferrocarril del Pacífico Norte, hoy Ferrocarril Mexicano (FERROMEX), con una longitud de 6,200 km. Correspondiente al 30.3% de la red ferroviaria, y 17,200 millones de Ton-km. (46.2% del total), quedó en manos del Grupo México (80%) y Union Pacific (20%).
Ferrocarril del Noreste, hoy Transportación Ferroviaria Mexicana (TFM), con una longitud de 3, 960 km. que correspondía al 19.3% de la red ferroviaria y 14,000 millones de Ton-km. (37.6% del total), quedó en manos de Transportación Marítima Mexicana (51%) y Kansas City Southern Industries (49%).
Ferrocarril del Sureste, hoy FERROSUR, con una longitud de 2, 200 km., el 10.7% de la red ferroviaria y 3,200 millones de Ton-km. (8.6% del total) quedó en manos del Grupo Financiero Inbursa y Grupo Frisco.
La Terminal Ferroviaria del Valle de México, con una longitud de 296 km. quedó también en manos de los grupos antes mencionados (75%9 y del gobierno federal (25%).
Adicionalmente se privatizaron cuatro líneas cortas: Ojinaga – Topolobampo, Coahuila – Durango, Ferrocarril Chiapas Mayab y Nacozari.
Por la concesión de las tres principales líneas troncales del sistema ferroviario, las cuatro líneas cortas, y el 75% de la Terminal Ferroviaria del Valle de México, que representaban 99 por ciento del tráfico ferroviario en términos de toneladas-kilómetro, y casi 18 mil kilómetros de vía principal, el gobierno Zedillo recibió 1, 800 millones de dólares.
Al terminar el sexenio solo quedaban pendientes de concesión un poco más de 4 mil kilómetros de vía, el 25% de acciones del Ferrocarril Terminal del Valle de México y los talleres de Empalme, sonora, Aguascalientes y Matías Romero, Oaxaca.
CCT
Las revisiones contractuales de 1992 y 1994 se ciñeron a los dos lineamientos básicos de la empresa, privatización y despido de personal, así que la revisión de 1996 se orientó, por una parte a consolidar el contrato colectivo tal y como ya se había revisado en el 94, y de la otra, a profundizar su flexibilización.
El resultado de la revisión contractual de junio de 1996, el clausulado del mismo se redujo de 3 mil 45 cláusulas a solo 208, quedando capítulos enteros convertidos en simples reglamentos. Un año más tarde, la dirección sindical firmó con la empresa Transportación Ferroviaria Mexicana, nueva propietaria del Ferrocarril del Noreste, un nuevo contrato colectivo de trabajo, de solo38 cláusulas.
Despidos y jubilaciones
En 1982 se pasó de 81 mil 248 puestos a 79 mil 713 en 1988. En 1993, el personal ocupado se redujo a 55 mil 664. Para 1998, el personal ocupado en Ferronales se había reducido a solo 7, 092 personas.
En 1982, los jubilados eran 28 mil 715; 37 mil 142 en 1988; y 50 mil 449 en 1993.
Reajustados y recontratados
De los 8 mil 700 ferrocarrileros reajustados en el Ferrocarril del Noroeste, el concesionario Transportación Ferroviaria Mexicana solo recontrató a 4 mil.
De los 13 mil 500 trabajadores liquidados en el Ferrocarril Pacífico Norte, la nueva empresa Ferrocarril Mexicano (FERROMEX), solo recontrató a 3 mil
De los 2 mil 500 trabajadores liquidados en la Terminal del Valle de México solo fueron recontratados 700.
"Charrismo" y privatización
De 1962 a 1994, el responsable de la administración de la sujeción y control sindical fue el Grupo Héroe de Nacozari. De 1995 a 2000 su lugar lo ocupó el Grupo Democracia Sindical. El primer grupo estuvo dirigido por Luis Gómez Z; el segundo, por Víctor Félix Flores Morales, quien sigue ocupando hasta la fecha el cargo de secretario general.
Estos dos grupos sindicales corporativos y neocorporativos priístas se caracterizaron por el apoyo incondicional al proceso de privatización de Ferronales, los "retiros voluntarios", las jubilaciones y los despidos de miles de trabajadores; los salarios reducidos la supresión de prestaciones, el aumento de las cargas de trabajo, la flexibilización y mutilación del contrato colectivo de trabajo; y por la legalidad sindical quebrantada, negación de la democracia sindical y la represión de la inconformidad.
3. Actualidad de Valentín Campa
A partir de 1982 los gobiernos neoliberales realizaron tres grandes transformaciones de carácter histórico: la sustitución de un patrón de acumulación de capital por otro; la sustitución de un modelo de relaciones laborales y sindicales corporativo por otro de naturaleza neocorporativa; y la sustitución de una forma estatal por otra.
Estos cambios han dado como resultado, bajo crecimiento anualizado del PIB, desempleo, empleo precario e informal, caída salarial, desindustrialización, exclusión en la educación superior, privatización de la seguridad social y sus fondos de pensiones, crisis agropecuaria y expulsión de millones de campesinos, privatizaciones y desmantelamiento del sector paraestatal, compactación del sector central y entrega de los recursos naturales a las empresas transnacionales (tierra, agua, aire, minerales, petróleo, gas y uranio). En suma, mayor integración económica subordinada a la economía norteamericana, desnacionalización y despojo. Crisis del sistema electoral y del sistema de partidos. Fraudes electorales e imposición. Crisis de las instituciones del Estado. Injusticia y represión de los disensos sociales. Corrupción generalizada y profunda descomposición social. Y, más recientemente, cerrando el ciclo neoliberal, más "reformas estructurales": contrarreforma de la legislación laboral, reforma educativa, reforma energética y reforma fiscal. Y, además, otra reforma electoral regresiva y antidemocrática.
En esta situación, en la que las y los trabajadores nos estamos quedando sin seguridad en el empleo, sin salario remunerador, sin vivienda, sin seguridad social, sin fondos de pensiones, sin sindicatos, sin derecho a huelga, sin representación política, sin patria y sin futuro, cuál es la utilidad práctica de recordar a Valentín Campa.
Si los trabajadores no se quieren detener ante los acontecimientos singulares de la historia, ni tampoco dejarse arrastrar por ellos, dado que ellos mismos son la esencia de las fuerzas motoras y actúan centralmente sobre el centro mismo del proceso del desarrollo social, necesitan recuperar y usar su historia. De modo tal que al recordar, hacer memoria, la relación de la consciencia de clase con la historia se haga, sindical y políticamente productiva.
Anular todas las privatizaciones y reintegrar los Ferrocarriles al país; devolverle la centralidad a la acción de las y los trabajadores; hacer de los sindicatos nacionales de industria, el hilo conductor de la lucha social y política; unificar las fuerzas disgregadas de las y los trabajadores en una nueva central sindical, para que esta opere como un nuevo centro organizador de los trabajadores manuales e intelectuales, del campo y de la ciudad; democratizar los sindicatos y romper el sistema de dominación estatal corporativo; rearticular lo gremial con lo político; redefinir los vínculos del sindicato con el partido, y del ciudadano con la clase social; y organizar la hegemonía de los trabajadores asalariados, fusionando los intereses de las y los trabajadores con los intereses del conjunto de las clases subalternas. Ir al encuentro de la nación y convertirse en Estado de las y los trabajadores.
La actualidad de Valentín Campa -esperamos no equivocarnos- está en estas conclusiones que podemos derivar de las experiencias de su trayectoria de vida.
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