lunes, 29 de octubre de 2012

La Caída de Nava Castillo. Gabriel Sánchez Andraca

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LUNES, 29 DE OCTUBRE DE 2012

La Caída de Nava Castillo y la llegada de Merino Fernández, ambos oriundos de Ixcaquixtla

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Pulso Político
Gabriel Sánchez Andraca
Lunes 29 de Octubre de 2012 

                Puebla: 30 de octubre de 1964 
Los habitantes de esta ciudad despertaron alarmados: tanques de guerra con sirena abierta rodaban por las calles de Puebla, seguidos de camiones con decenas de soldados con uniforme y arreos de combate.

Era el 30 de octubre de 1964. Un día antes, el 29 en la noche y en las primeras horas del día 30, jóvenes desconocidos habían agredido a universitarios poblanos que pintaban bardas por diversos rumbos de la ciudad, para desmentir la nota principal del vespertino La voz de Puebla, que decía que en la UAP había surgido una división entre los estudiantes que encabezaban un movimiento contra el gobierno del general Antonio Nava Castillo.

La agresión fue realizada por personas que llegaron en automóviles marca Valiant, de la ciudad de México, y que por lo que se veía estaban entrenados para eso.

Esa agresión inesperada prendió los ánimos en el edificio Carolino, cuartel general del movimiento estudiantil y popular. Cientos de padres de familia llegaban a las altas horas de la noche, para saber qué había pasado y para buscar a sus hijos.

La ciudad era un hervidero. Los rumores corrían por todas partes y personas en autos y a pie circulaban por las calles como si fuera una hora normal.

Todo se había iniciado el día 13, cuando fue disuelta una manifestación de “lecheros” que protestaban porque el gobierno estatal les prohibió vender su producto directamente a las amas de casa, pues había un decreto ordenando que en Puebla sólo se vendiera leche pasteurizada, además de que su producto había sido recogido en todas las entradas a la ciudad y fue a parar al caño, ya que los policías encargados de esa labor vaciaron los botes llenos del lácteo en la tarjeas.

Después de la agresión policiaca, los lecheros fueron al edificio carolino de la UAP a pedir el apoyo de los estudiantes que estaban en pie de guerra desde 1961, cuando estalló el Movimiento de Reforma Universitaria.

Había un descontento generalizado contra el gobierno estatal presidido por el general Antonio Nava Castillo, por los abusos cometidos por muchos de sus funcionarios en su mayor parte militares desconocidos y desconocedores de la realidad local.

Los comerciantes de los mercados y los vendedores ambulantes traían pleito casado con el contralor general, coronel Luis Sánchez Domínguez, autoritario y déspota como la mayor parte de los funcionarios que llegaron con el general.

Puebla había cobrado fama a nivel nacional de tener un sector estudiantil universitario rebelde e indomable. El gobernador y los militares que lo acompañaron en la aventura pensaron que su presencia en la entidad era para pacificar al estado o a la universidad, que era la conflictiva.

El primero de febrero de 1963 había tomado posesión el nuevo gobierno. Unas semanas después, el mandatario recién estrenado fue invitado por la Universidad Autónoma de Puebla, gobernada entonces por una Junta Administrativa, a inaugurar los cursos de ese año escolar, pues entonces en Puebla —como en todo el centro del país— las instituciones educativas se regían por el calendario A, que se iniciaba en febrero y terminaba en noviembre.

Fue el gobernador a la ceremonia de inicio de cursos que se efectuó en el salón Barroco que estaba a reventar de estudiantes. A medio acto, llegaron grupos de estudiantes fúas, de extrema derecha y los izquierdistas, llamados comunistas, les cerraron el paso y se armó un pleito entre los dos grupos dentro del salón Barroco.

El gobernador Nava Castillo, hecho una furia, salió junto con sus acompañantes y con las autoridades universitarias por la sala de Banderas, que tiene una puerta lateral y todos se dirigieron a las oficinas de la rectoría.

Había un absoluto silencio. Como dicen los clásicos, se podía escuchar el zumbido de una mosca, mientras en la calle se escuchaban gritos, insultos y golpes. El gobernador tomó un teléfono que le entregaba un ayudante al momento que le decía: “es el general Lepe” señor gobernador.

¿Lepe? Ya sabes, duro con ellos. Le dijo el mandatario.

Al colgar, un estudiante del grupo de “los comunistas”, aprovechó el momento, cuando Nava Castillo colgó el teléfono y le dijo: “Señor gobernador, hasta cuándo va usted a soportar a esa gente” se refería a los estudiantes derechistas del grupo fúa.

Casi a gritos, el general le respondió: “sepa usted que yo vine invitado por la universidad a inaugurar los cursos y no a meterme en sus asuntos. En la calle, en la calle es donde voy a hacer sentir mi autoridad. ¿Hasta cuándo? Y le lanzó una mirada que a todos dejó mudos.

Sin decir más, el gobernador se levantó y tomó su sombrero (usaba sombrero de fieltro) y buscó la salida. Sus ayudantes lo encaminaron y con el licenciado Amado Camarillo Sánchez, presidente de la Junta Administrativa, salió de la rectoría.

Fue el rompimiento entre la UAP y el gobierno

Ese día se inició la ruptura entre el gobierno del estado y la universidad, entonces la única que había.

Los policías del general Lepe llegaron precedidos de los bomberos que empezaron a lanzar chorros de agua contra los estudiantes, como se ve en los noticieros de ahora a los carabineros chilenos disolver las manifestaciones estudiantiles. Pero aquí no surtieron efecto, tal vez el equipo no daba para eso.

Total, los universitarios paralizaron un carro bomba y una cisterna, los destruyeron y después les prendieron fuego en la plazoleta que está frente al templo de La Compañía.

De este primer encontronazo, el gobierno salió derrotado y los meses siguientes Puebla empezó a vivir en un ambiente de tensión.

Los comerciantes establecidos del centro también estaban a disgusto, los taxistas igual, pues eran mal tratados por el personal de tránsito a cargo de un mayor de la Fuerza Aérea Mexicana, llamado Pedro Saldívar.

En los municipios el disgusto era contra el coronel médico veterinario Ciriaco Tista Montiel, que era el director general de Gobernación y que no guardaba ningún respeto por los presidentes municipales a quienes daba órdenes terminantes y regañaba en público cuando no las acataban al pie de la letra.

El ambiente adverso contra el gobierno estatal fue creciendo hasta que llegó el asunto de los lecheros, que fue la gota que derramó el vaso.

Dos semanas de enfrentamientos constantes entre grupos estudiantiles apoyados por comerciantes ambulantes, locatarios de los mercados y habitantes de colonias populares, además de los lecheros y con el apoyo de los taxistas, fueron el preámbulo de la caída del gobernante.

Se sabía que políticos importantes del gobierno federal, enemigos del entonces ya presidente electo Gustavo Díaz Ordaz, alentaban a los grupos inconformes de Puebla contra el gobierno local, pues Nava Castillo era gente de Díaz Ordaz.

Donato Miranda Fonseca, secretario de la Presidencia de la República, encabezaba al grupo de funcionarios que estaban contra el presidente electo que se encontraba de viaje por Europa, pero el que daba la cara con los grupos inconformes y los alentaba, era el secretario particular del presidente Adolfo López Mateos, el licenciado michoacano, Humberto Romero.

Un aliado de Díaz Ordaz era el licenciado Luis Echeverría, en esos momentos encargado del despacho de la Secretaría de Gobernación, desde que Díaz Ordaz fue lanzado como candidato del PRI. Echeverría era el enlace del gobierno local con el presidente, pero muy cerca de éste estaban los adversarios de Díaz Ordaz.

Cuando altos funcionarios del gobierno del estado se percataron de que dos días antes de la caída de Nava Castillo ya estaba en Puebla hospedado en el hotel spa Agua Azul, el ingeniero Aarón Merino Fernández, quien iba a sustituir a Nava Castillo, se dieron cuenta de que Echeverría no tenía el control del problema y que gente muy poderosa estaba actuando al margen de la Secretaría de Gobernación.

No hay que olvidar que la candidatura del PRI a la Presidencia de la República se la disputaron el secretario de la presidencia, Donato Miranda Fonseca y el de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz.

El Directorio Estudiantil Poblano
El “movimiento” contra el gobierno local era encabezado por un grupo integrado por representantes de todas las escuelas universitarias de ese entonces. A ese grupo se le dio el nombre de Directorio Estudiantil Poblano.

Fue un grupo plural en el que tanto los estudiantes como los maestros y los representantes de todos los organismos civiles que participaron en esa lucha, tenían plena confianza y a decir verdad, ellos, los integrantes del directorio, nunca dieron lugar para que se sospechara que hicieran algo indebido. Mantuvieron la unidad y la lealtad a quienes los habían elegido, hasta el último momento.

Durante esos 15 días ocurrieron muchas cosas: una manifestación de estudiantes y maestros universitarios salió del Carolino cerca del medio día (de uno de esos días), iba encabezada por el rector Manuel Lara y Parra. Cuando pasaba frente al entonces palacio de gobierno, hoy edificio de protocolos, de frente al palacio municipal se lanzaron varios motociclistas de tránsito para romper la columna y lo lograron en cuestión de un minuto.

Muchos estudiantes fueron metidos a los edificios de enfrente protegidos por secretarias, empleados de oficinas y por los propios abogados, médicos, dentistas y comerciantes que ahí trabajaban.

Desde un balcón de enfrente del palacio, decenas de personas observaban. Gente del pueblo que estaba en el zócalo se congregó en la esquina de la 2 Norte y la entonces calle Maximino Ávila Camacho y empezaron a reclamar que la Policía dejara de agredir a los estudiantes.

Un grupo de universitarios logró tirar a un motociclista de apellido Pardo y después de capturarlo lo metieron al Carolino, recluyéndolo en un cuarto a la entrada del primer patio.

Después de que terminó la refriega y empezó a reinar la calma, el funcionario más odiado por los comerciantes ambulantes y establecidos, el contralor general del estado, coronel y médico Luis Sánchez Domínguez, se metió al Carolino para observar lo que ahí pasaba, pensando que nadie lo reconocería. Grave error. Cuando había traspasado el portón de la entrada, alguien se dio cuenta y avisó a sus compañeros y al pie de la escalera que conduce a la planta alta, fue tomado “prisionero” y metido al cuarto donde ya había dos de los agentes de tránsito.

El gobierno inició intensas negociaciones para la entrega de los detenidos, aunque lo que realmente interesaba era el contralor.

A las 12 de la noche fueron sacados los prisioneros en medio de un griterío espantoso. El doctor Julio Glockner, uno de los maestros universitarios más respetados por haber encabezado el movimiento de Reforma Universitaria dos años antes, fue el héroe de la jornada. Logró sacar a los prisioneros convenciendo a los cientos de estudiantes y gente del pueblo que hacía valla, de que no los agredieran.

De lo que no escaparon fue de los insultos y gritos que les lanzaban y que pusieron al doctor Sánchez Domínguez al borde de un colapso.

Unos días después ocurrió lo de la agresión a los estudiantes en diversos rumbos de la ciudad (29 de octubre de 1964) y el día 30 cayó el gobernador.

Su solicitud de licencia fue leída en sesión extraordinaria del Congreso efectuada al anochecer del día 30.

Había una concentración increíble de personas de todas las clases sociales en el zócalo y calles adyacentes. Toda la 5 Poniente, desde el frente del palacio legislativo, estaba atestada. En el salón de sesiones se encontraban todos los diputados y cientos de personas que lo llenaban todo.

A las 20:30 horas entró la comisión integrada para acompañar al nuevo gobernador que había sido designado por unanimidad para sustituir a Nava Castillo. Coincidentemente habían nacido en el mismo pueblo, en Ixcaquixtla.

Después de rendir la protesta, Merino Fernández se dirigió a pie al palacio de gobierno. El recorrido fue lento pues la multitud no permitía avanzar rápido. Ya en el palacio, Merino Fernández subió a una ventana que da a la 2 Norte y desde ahí dirigió un mensaje a la población.

Hace 48 años ocurrió eso, casi medio siglo y la historia de Puebla dio un giro inesperado.

Pedimos a un exfuncionario del gobierno de Nava Castillo que nos relatara sus impresiones. Aceptó escribir algo de lo que él vivió, pero eso lo publicaremos mañana en esta misma columna, haciendo la aclaración de que nos suplicó no publicar su nombre, pues considera que eso podría dar lugar a revivir viejas rencillas políticas, que tienen que ser ya sólo parte de la historia, además de que muchos de los actores ya fallecieron.

Incluso los miembros del Directorio Estudiantil Poblano, que cada año se reúnen en el mes de octubre para comer y recordar viejos tiempos, este año (se reunieron hace 15 días) ya fueron mucho menos. Unos han muerto, otros están enfermos y otros más no viven en Puebla.


MARTES, 30 DE OCTUBRE DE 2012
Sucesos de octubre de 1964

Pulso Político
Gabriel Sánchez Andraca
Martes 30 de Octubre de 2012

Durante los disturbios provocados en Puebla por agitadores pagados por los intereses de quienes pretendían lesionar la imagen del Lic. Díaz Ordaz convulsionando el gobierno del general Nava Castillo, se le había recomendado a este último mantener a la Policía acuartelada para evitar cualquier lamentable eventualidad. Así las cosas, la ciudad de Puebla se encontraba prácticamente en las manos de las ocurrencias vandálicas de los grupos de agitación que tenían tomadas las calles.

Se tenían evidencias de la periódica presencia de automóviles Valiant de color azul que llegaban a la universidad para alentar económicamente el movimiento, prohijado, como después hubo ocasión de corroborar, por funcionarios cercanos a la Presidencia de la República.

Ante tales circunstancias, se tomó la determinación de constituir una comisión para entrevistar al subsecretario de Gobernación encargado del despacho, Luis Echeverría. Ésta fue integrada por los senadores electos Gonzalo Bautista O’Farril y Eduardo Cué Merlo, así como el presidente estatal del PRI, diputado Arturo Alonso Hidalgo; por el sector popular el diputado Jorge Vergara, por el sector obrero los dirigentes de la CROM, de la FROC, encabezados por don Blas Chumacero, y el diputado José Octavio Ferrer Guzmán como representante del Congreso del estado y del sector campesino, en su carácter de secretario general de la Liga de Comunidades Agrarias. La petición de la comisión ante el Lic. Echeverría se concretó a solicitar que los elementos de la XXV zona militar patrullaran la ciudad para detener los desmanes, toda vez que la Policía estaba impedida de participar para poner orden.

El Lic. Luis Echeverría categóricamente hizo saber a la comisión que la participación del Ejército podría provocar la caída del gobierno del general Nava Castillo y que eso no iba a suceder.

Al regresar a Puebla, los integrantes de dicha comisión convinieron que al día siguiente los representantes del sector obrero harían un pronunciamiento público apoyando la posición del gobierno del estado, ya que durante el periodo del conflicto habían permanecido callados.
Al día siguiente, como a las 6:30 de la tarde, reunida la comisión en las oficinas del presidente del PRI con los representantes de los tres sectores para definir la posición del sector obrero, el diputado Ferrer recibió un llamado del Lic. Urbano Deloya, comunicándole que el gobernador Nava Castillo le pedía que pasara a su casa.

Al arribar el diputado Ferrer al domicilio del mandatario, el general Nava Castillo se encontraba de pie en la biblioteca, rodeado de un numeroso grupo de funcionarios y amigos de la Iniciativa Privada. Se intuía que solamente estaba esperando la llegada del coordinador del Congreso, a quien después de saludarlo cordial y serenamente le entregó su solicitud de licencia para separarse del cargo, diciéndole con voz firme y solemne:

“Compañero Ferrer, aquí está mi solicitud de licencia porque no quiero que corra sangre en Puebla”. Sin esperar más lo tomó del brazo y juntos bajaron a la cochera hacia su carro, que estaba listo para partir al Distrito Federal. En ese trayecto y en forma muy discreta, cambiaron impresiones sobre las circunstancias y sugerencias en las que se debería llevar a cabo la sesión del Congreso para designar gobernador interino. El diputado Ferrer no tuvo oportunidad de hacer comentario alguno con los amigos que quedaban en la biblioteca. Salió rápidamente para las oficinas del Congreso del estado para convocar para esa misma noche a los integrantes de la Cámara de Diputados.

El Ing. Aarón Merino tenía dos días de haber llegado discretamente a Puebla y se hospedaba en el spa Agua Azul, por lo que fue fácil intuir que el propio Echeverría, encargado del despacho de la Secretaría de Gobernación, desconocía las maniobras del grupo de la Secretaría de la Presidencia.

Hasta ahí el relato del testigo presencial.

Lo que ocurrió después

Después de esto, vino todo lo demás: la sesión del Congreso, la lectura de la solicitud de licencia, la designación del ingeniero Merino Fernández como gobernador interino; la designación de la comisión que iría por él al hotel spa Agua Azul, la protesta del nuevo gobernante ante el Congreso; el recorrido en medio de una multitud de personas de todas las clases sociales que llenaban el zócalo y calles adyacentes desde el palacio legislativo al de gobierno, entonces ubicado en lo que hoy es el edificio de protocolos, el discurso del ingeniero Merino y el retiro de la gente en forma ordenada después de un día realmente agitado.

Al día siguiente se iniciaron los cambios de funcionarios y dio principio una nueva etapa en la vida de Puebla.