ARTURO ALFARO GALÁN
A 50 años del movimiento de Reforma Universitaria en la UAP, que aglutinó a miles de estudiantes, los ideales por una enseñanza laica y el respeto por el artículo tercero constitucional continúan vigentes.
La pugna, comprendida entre el periodo de 1961 y 1964, marcó el camino para que los universitarios –aglutinados en el Comité Estudiantil Poblano– promovieran la democratización de la institución, la creación de un Consejo Universitario, así como el impulso por una universidad moderna y de calidad.
Ante ello, La Jornada de Oriente le presentará en los siguientes días un relato histórico y una serie de entrevistas a integrantes de los grupos liberal y conservador, quienes en más de cuatro años formaron parte del movimiento estudiantil más importante de la entidad, que trascendió en las esferas políticas, sociales y eclesiásticas.
Por un lado, los miembros del Bloque Liberal Universitario –y más tarde Comité Estudiantil Poblano– pugnaban por una educación laica, mientras que los del Frente Universitario Anticomunista (FUA) pretendían continuar la hegemonía dentro de la UAP con un carácter confesional y clerical.
Los antecedentes
Para Jesús Márquez Carrillo, profesor investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAP –uno de los historiadores con mayor investigación en los movimientos estudiantiles–, el movimiento de Reforma Universitaria de la UAP tiene sus primeros antecedentes en 1958, cuando estudiantes y trabajadores –simpatizantes con el Partido Comunista– forman el Frente Nacional Universitario y el Bloque Liberal Universitario.
Este grupo liberal, que también apoyaba la distribución del libro de texto gratuito por parte del gobierno mexicano, no sólo buscaría luchar en contra del “oscurantismo” y el contenido confesional de la enseñanza impartida por algunos maestros católicos en materias relacionadas con la filosofía, las ciencias sociales y las humanidades, “sino también para involucrarse en las movilizaciones obreras encabezadas por los ferrocarrileros y en las que participaban maestros, obreros textiles y telegrafistas”, refirió en entrevista.
La primera manifestación clara de liberalismo sucede el 17 de abril de 1961, cuando un grupo de estudiantes protesta en el zócalo de esta ciudad contra la invasión de Estados Unidos en la Bahía de Cochinos, en Cuba. Este fue el acto detonante para el surgimiento de la efervescencia estudiantil.
En entrevista por separado, Alfonso Yáñez Delgado, académico de la UAP, consideró que los estudiantes liberales no tuvieron más camino que pronunciarse por el respeto irrestricto del artículo tercero constitucional en la UAP y por la desaparición del Consejo de Honor, una especie de junta que regía los destinos de la institución, la cual era regida por personajes vinculados con el clero poblano.
Yáñez Delgado recordó que la figura eclesiástica recaía en el arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz, quien movilizó a los grupos conservadores –denominados FUA– para aclarar que los universitarios no apoyaban a la Revolución Cubana de Fidel Castro.
Incluso, recordó Yáñez, el clérigo convocó a sus adeptos, procedentes de las escuelas de carácter confesional, como el Colegio Benavente, el Colegio Carlos Pereyra y el Instituto Oriente, a realizar movilizaciones “muy agresivas” contra los “estudiantes comunistas” e “instigadores de la patria y el catolicismo”.
De acuerdo con el también periodista, esta situación generó una doble lucha: “se trata de transformar el mayor centro de estudios estatal, pero también de definir las relaciones legítimas de éste con los actores y fuerzas sociales circundantes y el Estado”, agregó.
Asimismo, puntualizó que la actividad extramuros causó crispación social entre quienes controlaban a la UAP y el grupo liberal, tanto que en las fachadas de los principales colegios católicos aparecieron con pintas alusivas a Benito Juárez García y exigiendo el cumplimiento del artículo tercero de la Constitución, mientras que en otros sectores se colocaron mantas con la leyenda “¡Fuera Rojos!”, en clara alusión a los simpatizantes con el Partido Comunista.
Los del FUA, con la iglesia
Ramón Beltrán López, uno de los miembros del Comité Estudiantil Poblano, relató que el 25 de abril de 1961 los estudiantes liberales –encabezados entonces por Enrique Cabrera Barroso y Zito Vera Márquez– se dirigieron a tomar las instalaciones del Colegio Benavente, en la 25 Oriente de esta ciudad, en desquite por las manifestaciones del FUA.
No obstante, cuando llegaron al inmueble, camiones de soldados de la XXV Zona Militar custodiaban el sitio, que pretendía ser tomado por asalto. Ante ello, los estudiantes negociaron con el general Ramón Rodríguez Familiar, quien les permitió cinco minutos de lanzar todas las piedras posibles contra el edificio. Y así sucedió, apuntó Ramón Beltrán, quien entonces cursaba los primeros semestres de la carrera de Medicina.
Beltrán López aseguró que los alumnos apedrearon el edificio y rompieron las más de 500 ventanas que existían, lo cual causó el enojo de los padres de familia del grupo conservador, quienes exigieron al gobierno estatal disolver las manifestaciones y sancionar a los responsables.
Estos hechos –según Beltrán– provocaron que los alumnos conservadores, liderados por el clero, diluyeran rumores entre la sociedad, repartieran volantes condenando la intromisión del comunismo en Puebla y exigieran a la ciudadanía denunciar “a los rojos”, pues representaban una fuerza política contra “las buenas costumbres”.
“La iglesia comenzó a soltar muchos rumores contra los que participábamos en ese movimiento. Uno de los que se inventaron, pero que jamás desmintieron, era que una imagen de la virgen de Guadalupe estaba en la entrada de la universidad, para que todos al acceder la pisáramos. Para la iglesia y para todos los sacerdotes, éramos peor que el diablo, por eso éramos rojos y bien colorados”, contó en entrevista.
De acuerdo con Beltrán López, en cada manifestación del grupo conservador –que superaba en número a los Carolinos– condenaba al comunismo soviético y al finalizar sus actos los estudiantes del FUA cantaban el Himno Guadalupano y lanzaban vivas como: “Viva Cristo Rey” y “Cristianismo Sí, Comunismo No”, lo que permaneció hasta 1975.
Los Carolinos
La denominación de los Carolinos para el grupo liberal nació el 1 de mayo, cuando un grupo de estudiantes –liderados por Enrique Cabrera Barroso, Zito Vera Márquez– se reunió en el consultorio del doctor Manuel Gil Barbosa, en la calle 10 Oriente número 12, para organizar la toma del Edificio Carolino de la UAP, mientras se desarrollaba la marcha obrera de ese día.
Al respecto, Ramón Beltrán López acotó que fue él quien tocó la puerta de la universidad –que entonces estaba cerrada por la crispación de las manifestaciones ocurridas– para convencer al guardia Donanciano Sánchez de ingresar a la cafetería del inmueble a tomar alimentos, lo cual permitió que los demás estudiantes ingresaran al edificio y tomaran el control de la situación.
“Éramos 13 estudiantes los que logramos entrar. Hay una acta firmada, porque en todo el edificio pusimos sellos, clausuramos todas las entradas y le pedimos a don Chano que atestiguara que ninguna de las oficinas de la administración fue violada, ni que hubo extracción de documentos, ni nada por el estilo”, apuntó.
Según el relato de Ramón Beltrán, los estudiantes desconocieron al entonces rector de la UAP, Armando Guerra Fernández –quien finalmente renunció el 2 de mayo por la tarde– e invitaron a las organizaciones civiles a sumarse al movimiento universitario.
Más tarde, los miembros del Comité Estudiantil Poblano nombraron como sucesor a Jorge Ávila Parra, miembro del Tribunal Superior de Justicia, quien fue desconocido por los miembros del FUA, y presionado a declinar en su postulación, que según el profesor jubilado de la UAP Alfonso Yáñez Delgado fue propiciada por una campaña eclesiástica por su supuesta homosexualidad.
Yáñez Delgado apuntó que para el 9 de mayo los universitarios liberales postularon a Manuel Gil Barbosa, Efrén Palacios y Julio Glockner como candidatos a ocupar la rectoría, pero fue este último quien recibió el apoyo de diversos grupos sociales y estudiantiles, lo cual permitió instaurar un nuevo rector.
Según el entrevistado, Glockner comenzó la ejecución de diversas reformas dentro de la universidad, cambios en las estructuras orgánicas y una ferviente imparcialidad y tolerancia ante los dos grupos estudiantiles, lo cual propició simpatía con la sociedad.
Incluso, detalló Yáñez, el primer acto simbólico para el nuevo jefe de gobierno de la UAP fue el 15 de mayo, cuando pronunció un discurso en alusión a los maestros, no sólo universitarios, sino “a todos aquellos que han sufrido persecución”.
De esta manera comenzó el rectorado de Julio Glockner, mientras los estudiantes liberales exigían la expulsión de los miembros del FUA, como Manuel Díaz Cid, Jesús Corro, Marcial Campos, Mario Bracamonte y José Rodríguez Concha, quienes fueron acusados de pertenecer a grupos de tendencia franquista y de propagar la división entre los universitarios.
“Este periodo nos da a los universitarios la esperanza, una esperanza que estaba reprimida por una ideología. No se trata sólo de una reforma universitaria, sino de un movimiento por el que ahora la enseñanza es laica, busca la democracia y la participación social, pero me parece que aún falta mucho más”, concluyó, en entrevista, Jesús Márquez Carrillo.
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