La BUAP fue ejemplar durante la contienda electoral
Dos veces, durante la más reciente campaña, se reunieron en Casa Puebla el gobernador Moreno Valle y el rector interino de la BUAP, Alfonso Esparza.
El tema: el papel que jugaría la universidad en la coyuntura electoral, teniendo al más reciente ex rector como candidato a la alcaldía.
El mandatario puso sobre la mesa la preocupación de que la institución se contaminara con el proceso y fuera utilizada como arma política en la lucha de partidos.
Consciente del potencial capital electoral que significaría utilizar a la comunidad universitaria como parte de las estructuras de movilización y obtención de votos y los riesgos que lo anterior significaba para la estabilidad de la institución, el gobernador pidió a Esparza un compromiso claro de que la máxima casa de estudios del estado se iba a mantener al margen de la elección.
La respuesta del hoy rector no pudo ser mejor.
A pesar de su probada cercanía y amistad con Enrique Agüera, Alfonso Esparza coincidió en que la calentura política podría desestabilizar a la universidad, lo que significaría un gravísimo problema para su nobel rectorado.
Perdería mucho más de lo que potencialmente hubiera ganado con una muy poco probable victoria de quien lo bendijo en el cargo.
Además, Moreno Valle prometió que el trabajo coordinado entre su gobierno y la institución continuaría con la misma dinámica de siempre, independientemente de cómo se resolviera la coyuntura electoral.
"Una universidad fuerte y estable", pidió consciente de que la BUAP es hoy un factor importante de gobernabilidad en el estado.
Los compromisos se sellaron y hoy que ha pasado la elección resulta claro que fueron honrados de manera escrupulosa.
La universidad se manejó de manera institucional durante la contienda.
Los estudiantes, trabajadores y académicos jamás fueron presionados para votar de determinada manera y ejercieron plenamente su libre derecho a actuar de acuerdo a sus simpatías políticas y afinidades ideológicas.
De no haber sido así, el resultado de la elección a alcalde hubiera sido diferente.
O por lo menos más cerrado.
El manejo político de una comunidad cercana a las 50 mil personas, con familiares que son también votantes potenciales, en el papel lucía como un activo importante para el proyecto agüerista.
No fue así.
Al contrario.
44 mil votos de diferencia entre el priista y el ganador, Tony Gali.
Lo cierto es que, en los hechos, el proceso electoral del domingo pasado es también un parteaguas en la vida universitaria.
Lo que sigue es el inevitable y a veces doloroso proceso de independencia entre el rector que llega y el rector que se va.
En eso debe de pensar Alfonso Esparza y en el enorme reto que tendrá en octubre, cuando intente convertirse ya en rector formal de la institución.
No hay que olvidar que la BUAP es la última medalla que le falta conseguir al gobernador Moreno Valle y no es un trofeo menor.
Habiendo ganado todo en la elección, el control de la universidad sería la auténtica joya de la corona.
Claro, siempre y cuando no exista otro pacto de por medio.
Un pacto en donde se pudiera apelar a la reciprocidad.
A ver.
latempestad@statuspuebla.com.mx
Twitter: @ValeVarillas
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