miércoles, 25 de marzo de 2009

Crónica de la crisis en curso: el desempleo en América Latina

Matria. La Jornada de Oriente
Rafael de Jesús López ZamoraLas perspectivas laborales y el comportamiento del empleo para América Latina en el presente año no son muy halagüeñas y dependen de la evolución económicgeneral. Durante el año 2008 la dinámica de  producto se tornó inestable en la región; el
nivel general de la inflación reaccionó en respuesta

al incremento en los precios del petróleo

y los alimentos, y en algunos países aumentaron

las tasas de interés; la afluencia de capital

bruto hacia la región se comprimió 45 por ciento

entre enero y septiembre; el deterioro en la

demanda externa y los mercados financieros

internacionales, combinado con la posterior

caída de los precios de los productos básicos,

provocó una disminución del crecimiento del

PIB a 4.4 por ciento durante el año, con respecto

al 5.7 por ciento registrado en 2007. En algunos

países la tasa de ocupación y el empleo asalariado

formal mostraron ya en el tercer trimestre

de 2008 los efectos de la reducción del crecimiento,

y se mantienen en 2009.

Según las tendencias al cierre del año anterior,

para el presente año 2009, con un crecimiento

económico del 1.9 por ciento se esperaba

que la tasa de ocupación disminuyera 0.2 puntos

y se alcanzara una tasa regional de desempleo

media de entre un 7.8 por ciento y un 8.1

por ciento, acompañada con un aumento de la

informalidad laboral, una mayor participación

laboral a la cual contribuiría la disminución de

la emigración y la pérdida de empleo de los

miembros de hogares de menores ingresos, con

lo que el número de desocupados aumentaría

por primera vez desde 2003 (CEPAL, 2008). Pero

de acuerdo con datos más actuales del Fondo

Monetario Internacional (FMI) (febrero 2009),

en el presente año para América Latina se espera

un crecimiento del PIB de sólo el 1 por ciento,

luego entonces las perspectivas de empleo

son aún menores y el crecimiento del desempleo

es difícil de dimensionar.
Aquéllos son los indicadores a través de los cuales


se está manifestando la crisis, el propósito del

análisis no es el “catastrofismo” como pueden afirmar

algunos, el propósito es ilustrar el funcionamiento

del modelo de acumulación capitalista

actual (es lo único que nos permite llegar a la verdadera

causa de la crisis y del comportamiento de

aquellos indicadores), para denunciarlo y de alguna

manera intentar moderar su verdadera naturaleza.

El proceso de concentración y centralización de

capital, de las empresas, de la fuerza de trabajo,

recursos naturales, financieros, y de activos empresariales,

en los países imperialistas, es el responsable

de la reestructuración de la economía mundial

en las últimas décadas y particularmente responsable

de la refuncionalización de la ley del valor y,

con ella, de los mercados de trabajo en esta nueva

fase de la economía mundializada.

Análisis del modelo

Las políticas de ajuste del neoliberalismo establecidas

a lo largo de las tres últimas décadas

(apertura externa, privatización, competitividad,

flexibilidad, reforma laboral, etcétera), ensancharon

las fronteras de la ley del valor para homogeneizar

las formas de organización y las condiciones

de explotación de la fuerza de trabajo. El “modelo”

de relaciones laborales e industriales introducido

por las transnacionales con el apoyo del Estado ha

descansado en la intensificación del trabajo, el aumento

progresivo de la jornada laboral, la disminución

de los salarios reales, un intenso proceso de

precarización de la fuerza de trabajo y el empleo,

las modificaciones en los procesos de producción y

las reformas laborales que son la base material del

declive de las organizaciones sindicales, lo que

implica sobre todo pérdida de derechos para los

trabajadores, aumento del desempleo y el subempleo

en todas sus formas, con el consecuente aumento

de la pobreza1.

Las principales tendencias del mercado de trabajo

y sus componentes observadas en América

Latina en las últimas décadas están inmersas en el

actual modelo de acumulación capitalista vigente,

mismo que tiende a acortar los ciclos de rotación

del capital fijo, elevar la productividad del trabajo

y extraer ganancias extraordinarias mediante la

revolución constante de los precios y la apertura de

nuevos y variados mercados para la realización de

la producción. Al aplicar las nuevas tecnologías en

el proceso productivo se acorta el tiempo de trabajo

socialmente necesario para la reproducción

de las mercancías en general y de la fuerza de trabajo

en particular; esto es, se eleva la productividad

del trabajo, el aumento de ésta provoca reemplazo

de trabajadores. La competencia se estrecha e

intensifica a escala mundial, así como el extendido

fenómeno de subcontratación, los servicios y los

procesos de investigación, ciencia y desarrollo encaminados

a la producción de nuevas mercancías y

tecnologías, monopolizadas por las grandes corporaciones

multinacionales. De éstas, más de 50

por ciento son norteamericanas, y son las que en

realidad, mediante un marco adecuado de flexibilización

de los mercados de trabajo, se apropian la

masa de plusvalía que producen en el mundo

millones de trabajadores.
AL: las etapas de


acumulación y las teorías

En América Latina el capital ha aumentado y

ensanchado su radio de acción y se centraliza en

unos cuantos monopolios; ha aumentado la composición

técnica del capital a costa de reducir las

necesidades de inversión en capital variable2 y ha

prostituido los mercados financieros internacionales,

lo que ha generado una caída en la demanda de

trabajo con el consecuente aumento del desempleo.

Actualmente la crisis, la reestructuración y las

tendencias depresivas en curso están golpeando

inmisericordemente a los mercados de trabajo y extienden

como nunca el desempleo, la miseria y la

pobreza extrema. Los mercados de trabajo experimentan

una profunda crisis que no ha podido ser superada

con los paradigmas que surgieron de la crisis

para reestructurar el fordismo3 y el taylorismo4.

Así, durante las últimas décadas observamos que

los puntos de inflexión mas importantes de las crisis

que tienen sus efectos directos sobre la producción

y por ende sobre los niveles de empleo, coinciden

con el agotamiento del modelo de acumulación en

una determinada fase del capitalismo y por ende

de sus planteamientos teóricos representativos encarnados

en una corriente de pensamiento económico,

para arribar en consecuencia a otra fase o

etapa de acumulación que necesariamente se advierte

acompañada de su correspondiente corriente

de pensamiento y teoría representativa. Así, América

Latina ha transitado fundamentalmente (aunque

no es un proceso lineal y homogéneo, en él

subyacen muchas corrientes de pensamiento dentro

del paradigma principal), de una etapa de liberalismo

económico (clásicos) —en América Latina,

esta concepción, con sus particularidades históricas,

podemos decir que llega a su fin y declive

entre 1914 y los años cincuenta del siglo pasado,

después de la crisis del 29— a una etapa de intervencionismo

estatal (keynesianismo) —entre la

década de los años cincuenta y ochenta— y posteriormente

a una etapa de predominio del pensamiento

llamado neoliberal (neoclásicos) —mediados

de los ochenta a la actualidad— y por supuesto

cada una de ellas ha enfrentado en su momento las

tensiones que implica la crisis del sistema capitalista.

Ante la coyuntura actual, las diferentes posiciones

teóricas (ideologizadas) no se han hecho

esperar, unos para defender el status quo, otros

para recrear los modelos keynesianos y los que

insisten en un verdadero cambio de paradigma.

Los primeros, obviamente representados por las

corrientes neoclásicas5, y la nueva macroeconomía

clásica, apologistas del neoliberalismo económico,

que insisten en continuar aplicando las recetas que

recién demostraron su ineficacia; los segundos, herederos

de Keynes que invocan la intervención del

Estado, que resurgen como los salvadores del sistema

y de inmediato se aprestaron a los rescates

millonarios so pretexto de rescatar los millones de

empleos perdidos (las tensiones que enfrentan a

los primeros con los segundos se pueden ejemplificar

en lo que ha pasado en los últimos días en el

Congreso de los EU); y, los que reivindican a la

corriente marxista del pensamiento económico, los

que representan a las corrientes contestatarias, los

que han permanecido expectantes (que no inmóviles),

los que a pesar de todos los intentos anteriores,

no pierden las esperanzas de un cambio

radical y del fin del capitalismo como sistema

imperante, o al menos ganarle terreno al sistema

mismo y a las otras concepciones y en el caso del

mercado de trabajo luchar y fijar una posición teórica

que permita la obtención de mejores condiciones

laborales, bienestar y más espacios para la

población trabajadora. Para estos últimos las tensiones

derivan de la resistencia que opongan los

primeros para ceder espacios ante el peligro que

ello representa para sus intereses.

* Maestro en Economía por la BUAP, con especialidad

en Economía Urbana y Regional. Grupo

Interuniversitario de Montreal, GIM-BUAP.
Notas


1 La nueva macroeconomía clásica surge en la década

de los ochenta y sus planteamientos vinculados al mercado

de trabajo se centraron principalmente en el estudio del

desempleo a través de teorías como: la de insiders-outsiders,

salarios de eficiencia, sindicatos monopolizadores

de la oferta laboral y la de los contratos implícitos (Pérez,

2007).

2 Aunque con ello esté en juego permanentemente su

supervivencia ya que, víctima de sus propias contradicciones

se tiene que enfrentar a las recurrentes crisis y a la

inminente caída tendencial de la tasa de ganancia general.

3 Forma de producir en cadena iniciado por Henry Ford.

4 Corresponde a la división de las distintas tareas del

proceso de producción.

5 El liberalismo económico tiene su fundamento teórico

en la llamada escuela clásica representada por A.

Smith, Malthus, Ricardo y Mill, y la escuela neoclásica

parte de tres supuestos básicos: la oferta de trabajo se

relaciona positivamente con el salario real, la demanda

de trabajo se determina en competencia perfecta y guarda

una relación negativa con el salario real y los salarios y

los precios son perfectamente flexibles y sus variaciones

permiten eliminar el exceso de demanda en el mercado

(López, 2004).

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