jueves, 3 de septiembre de 2009

Raúl Ramos Zavala, ideólogo de la guerrilla urbana, 30 años después. Pascal Beltrán del Río

La del 6 de febrero de 1972 era una mañana de cielo despejado en la capital. Nada había ese domingo que conmoviera a la ciudad, fuera del partido de futbol Atlante-Universidad. Tres jóvenes cuchicheaban en una banca del casi desierto parque México, en la colonia Condesa.
Avisados por alguien, los policías preventivos Sotero Tobón Zárate y Andrés Márquez Milán descendieron de su patrulla, la 314, y se dirigieron hasta donde conversaban los tres muchachos. Al ver venir a los agentes –narraría el parte policiaco--, dos de los tres jóvenes desenfundaron sus pistolas y dispararon sobre ellos. Márquez murió en el acto, mientras que Tobón, herido, alcanzó a sacar su arma y disparó en respuesta.
Otro agente, Diego Velázquez, quien supuestamente sólo pasaba por el lugar, disparó sobre uno de los jóvenes. Según el parte, éste estaba a punto de rematar a Tobón, quien se desangraba en el suelo.
El muchacho era Raúl Ramos Zavala, exmiembro de la Juventud Comunista, buscado por la policía por su participación en asaltos ocurridos en la Ciudad de México y Monterrey.
Herido de muerte, Ramos Zavala fue llevado en vilo por su compañero Jorge Alberto Sánchez Hirales, hasta que ambos fueron copados por la policía. Sánchez Hirales continuó disparando hasta vaciar el cargador de su Smith &Wesson.
Nacido en 1947, en Torreón, Ramos Zavala estudió Economía en la Universidad de Nuevo León y se involucró intensamente en las luchas de esa casa de estudios. Muy joven se adhirió a la Juventud Comunista (JC), dirigida entonces por Marcos Leonel Posadas.
En agosto de 1969, la organización envió a Ramos Zavala a la Ciudad de México, para hacerse cargo de la reorganización de estructura en la Universidad Nacional Autónoma de México, seriamente dañada tras de la represión al movimiento estudiantil de 1968.
Aunque era un cuadro cercano a la dirigencia de la JC, Ramos Zavala comenzó a inconformarse con la “rigidez” de los lineamientos de la organización y los de su casa matriz, el Partido Comunista Mexicano. Incorporado a la planta docente de la UNAM, como adjunto del economista Jesús Puente Leyva, Ramos Zavala desarrolló la idea –inspirado en la obra del guerrillero urbano brasileño Carlos Marighella— de que la lucha política legal necesitaba ir acompañada de un contingente armado que la protegiera de la represión. Y vendió esa idea no sólo entre estudiantes comunistas de la UNAM sino también entre miembros de la JC de otras partes del país, que compartían su inconformidad.
Para diciembre de 1970, las tesis de Ramos Zavala, plasmadas en distintos documentos –entre ellos, El Proceso Revolucionario— ya tenían un buen número de seguidores en la JC. Ese mes, la organización celebró un congreso, en Monterrey. El grupo de Ramos Zavala asistió con la idea de que la JC modificara su línea, pero fue aplastado por “maniobras de la estructura del partido”, según recuerda Joel Ortega, exmiembro de la Juventud.
Distanciado cada vez más de la ortodoxia comunista, Ramos Zavala abogó con sus seguidores por el desarrollo de una organización armada, cuyo primer objetivo sería la “autodefensa” de los movimientos populares.
Ramos Zavala sostenía que de no organizarse dicha autodefensa, los movimientos populares no tendrían futuro frente a la represión, recuerda Joel Ortega. “Nos van a cazar como moscas”, solía advertir Raúl.
La represión del Jueves de Corpus de 1971, que atestiguaron Ramos Zavala y sus compañeros, confirmó en ellos la idea de que la lucha política legal carecía ya de sentido. Pocas semanas después de ese 10 de junio, el grupo realizó su primera acción armada: El asalto a una terminal de camiones en Ermita Iztapalapa.
Parte fundamental de la estrategia del grupo –que era conocido como los Procesos, por el documento de Ramos Zavala—era la acción conjunta de distintos grupos armados.
Raúl, que para entonces ya era padre de un niño, viajaba frenéticamente por el país para establecer los contactos. Así, las primeras armas de los Procesos fueron provistas por el grupo del chihuahuense Diego Lucero, conocido como el Núcleo Central. Y un nexo importante se dio con un grupo de jóvenes cristianos, encabezado por Ignacio Salas Obregón y José Luis Sierra Villarreal, a quienes Ramos Zavala había conocido y tratado en Monterrey, y que habían llegado por otra vía teórica al camino de las armas.
En diciembre de 1971, varios grupos –entre ellos, los Procesos, el Núcleo Central, el Movimiento de Acción Revolucionaria y la guerrilla de Lucio Cabañas— planearon el asalto de la nómina millonaria de Petróleos Mexicanos. La acción no pudo llevarse a cabo y se optó entonces por realizar asaltos bancarios simultáneos en distintas ciudades.
Los asaltos, efectuados en Chihuahua y Monterrey, en enero de 1972 fracasaron, con un saldo de guerrilleros muertos, heridos y encarcelados.
Entre los sobrevivientes estuvieron Ramos Zavala y Salas Obregón, quienes consiguieron salir de Monterrey sin ser detenidos. Ramos Zavala pudo llegar a la Ciudad de México en tren y se ocultó por varios días en una casa de seguridad de la colonia Narvarte.
Su principal necesidad en esos días era recontactarse con lo que había quedado de la guerrilla, relata su esposa, Victoria Montes.
El 6 de febrero --cuatro días después de la muerte del líder guerrillero Genaro Vázquez, en Michoacán--, Ramos Zavala asistió a una reunión en el parque México. Se encontraría ahí con Jorge Alberto Sánchez Hirales, un exmilitante de la JC, de Mexicali, y con Heber Matus Escarpulli, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, a quien el PCM había enviado a estudiar a Bulgaria.
Matus encabezaba una célula de apoyo a la guerrilla, conocida como los Tábanos, que aún no se incorporaba a la lucha armada. La idea de la reunión en el parque, explica Ramón Sosamontes, quien militaba en la célula, era que el grupo diera el paso a la guerrilla.
La rápida liberación de Matus y la aprehensión del resto de los Tábanos unas horas después –“mientras veíamos por televisión el Atlante-Universidad”, recuerda Sosamontes— han hecho aparecer a aquél como delator. “Incluso hay quienes creen que Matus entregó a Raúl”, dice el exdiputado perredista.
En todo caso, opina Joel Ortega, “la muerte de Raúl es un enigma”.
Estudiante de la Facultad de Economía en esos años, a Joel Ortega le tocó discutir con Ramos Zavala sobre la lucha armada. “Nunca estuve de acuerdo con ellos; se equivocaron gravemente”, dice, en relación con el grupo de Raúl. “Hay que reconocer la determinación y el arrojo de ese grupo, pero tenían una visión equivocada de la realidad y, sobre todo una nula preparación. Si no sabían manejar un carro, mucho menos un arma”.
Había temor de reclamar el cadáver de Ramos Zavala. Por intermediación de Puente Leyva y de Ifigenia Martínez, directora de la Facultad de Economía, las autoridades entregaron el cuerpo, que fue velado en una funeraria de la colonia San Rafael.
“Había seis personas en la funeraria, entre ellos Pablo Gómez y yo”, cuenta Joel Ortega. La Facultad de Economía puso una esquela en el periódico. Los restos de Ramos Zavala fueron trasladados a Monterrey.
Como sucesor de Ramos Zavala, a Ignacio Salas Obregón le tocó concluir su obra: la unificación de los grupos rebeldes, que culminó en Guadalajara, en marzo de 1973. No estaban todos los grupos, pero entre los fundadores de la Liga Comunista 23 de Septiembre –como se bautizó a la nueva organización— estuvieron Estela Ramos Zavala, la hermana de Raúl, y su esposo, José Angel García.
--¿Qué valor histórico tiene la vida de Ramos Zavala? –se le pregunta a Joel Ortega, quien hasta hace unos días asesoraba a Rodolfo Elizondo, actual responsable de comunicación de la Presidencia de la República.
--Yo creo que uno muy importante: Raúl era representativo de esta generación desgarrada, que no llegó a las armas como producto de la amargura sino de una concepción teórica, así haya estado equivocado. Raúl tenía futuro como economista. Era el alumno más brillante de Chucho Puente Leyva. De haber escogido otro camino, bien pudo haber sido secretario de Estado o algo por el estilo.

Raúl Ramos Zavala: El Maestro. Por Victoria Montes Montes



Raúl Ramos Zavala, con lentes, con su compañera Victoria Montes, y a su lado Sergio Dionisio Hirales Morán y su esposa Leticia Barragán Ochoa. 
Amigas, amigos:
Me siento emocionada al dirigirme a una reunión cuyo propósito es rendir homenaje a Raúl Ramos Zavala y evocar al joven de brillante inteligencia, de alegría generosamente compartida con sus amigos.
A todos, a cada uno de los presentes, agradezco la oportunidad de dar testimonio acerca de Raúl.
Reciban mi más profundo reconocimiento. Recuerden que al dignificar se dignifican, que al admirar y honrar, muestran su propia calidad humana e intelectual.
Hace más de treinta años Raúl Ramos Zavala fue parte de estas aulas y se le miró por los pasillos de Economía, con su rápido andar, con la sonrisa a flor de labios.
Hace más de treinta años los universitarios acogieron a un joven profesor que impresionó a sus alumnos por el conocimiento, la disciplina, el respeto, la enseñanza generosa y el imprescindible buen talante.
Raúl nació un 25 de octubre. Llegó a la UNAM con sus palpitantes 23 años, a formar a otros jóvenes. Cayó abatido por las balas de la represión gubernamental en el Parque México de la capital del país, a los 24 años de intensa vida, vida que cambió vidas, que dejó huellas imperecederas y anhelos de justicia, de libertad, de mejoramiento social, de emancipación humana.
En septiembre de 1969 se incorporó como ayudante del que había sido su profesor en la Facultad de Economía de la Universidad de Nuevo León, Jesús Puente Leyva.
Con su maestro Puente Leyva guardaba una relación de amistad, respeto y mutuo reconocimiento.
Raúl asumió con gran responsabilidad su tarea de estar al frente de un grupo.
Preparaba concienzudamente sus clases y el material que servía de apoyo a los alumnos, los llamados digestos.
Cuando los digestos se imprimían en la escuela, estaba pendiente de su elaboración, desde que se ‘picaba’ el stencil por la secretaria Elenita, hasta que salía del mimeógrafo, cuidando que estuviera de lo mejor.
Se preocupaba de que los alumnos tuvieran un buen material de apoyo.
Raúl llegó a México a fines de julio o principios de agosto de 1969 para integrarse a la Dirección Nacional de la Juventud Comunista de México, del Partido Comunista Mexicano (PCM), como responsable de la Juventud Comunista en la UNAM y para impertir clases en la Escuela Nacional de Economía de la Institución.
Se presentaba a clases de saco y corbata. A él le gustaba andar con pantalón de mezclilla y botas, pero ir a clases era algo muy especial.
También fue profesor en la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla.
Inmerso en la discusión y organización de la manifestación de apoyo al movimiento estudiantil de su querida Universidad Autónoma de Nuevo León, programada para la tarde del 10 de junio de 1971, no olvida que ese día tiene que aplicar un examen a sus alumnos poblanos. Lo elabora el día anterior y yo me voy a Puebla a aplicar ese examen. Cuidaba mucho la combinación de su trabajo político que era lo fundamental, con su trabajo de maestro, que le gustaba y respetaba. Con la represión a la manifestación de ese día la prioridad fue una sola, prepararse para responder.
Sus alumnos, que tuvieron la vivencias en el salón de clases son los que pueden hablarnos con mayores elementos de ese aspecto de la vida del joven brillante y talentoso que fue Raúl.
Hay que destacar que su principal centro de atención fue México, el proletariado mexicano, la necesaria revolución que impulsará a este país.
En un momento de su vida la preparación académica se convirtió en un valioso medio para saber como contribuir a la emancipación de los trabajadores.
Estudió a fondo la historia de México. Combinó esos conocimientos con la Economía Política, a fin de encontrar las posiciones de desarrollo nacional hacia el socialismo.
Fue un relevante académico, un estudioso, un investigador, un analista. Pero la prioridad era el trabajo político revolucionario. Por esa postergó su titulación. Las responsabilidades, las exigencias de su liderazgo pesaban demasiado.
Esas responsabilidades, de haber vivido los años posteriores a 1972, habrían crecido enormemente, así como la persecución policíaca. Seguramente la titulación habría sido pospuesta indefinidamente, claro, sin menoscabo de su reconocida capacidad intelectual, de su sólida formación académica y teórica en general.
No quería preparación intelectual sólo para él. Estimulaba a sus compañeros, les enseñaba los caminos de la reflexión, prácticamente los sentaba por horas con libros, comida y lo que hiciera falta para que trabajaran la teoría y propusieran, debatieran, elaboraran por escrito.
Raúl poseía una buena técnica de lectura rápida que le permitía conocer un libro en un día, leer dos o tres libros a la vez, tomar notas y esbozar tesis.
Por otra parte, le gustaba la música norteña, estilo Monterrey. Su interprete favorito era Juanito Salazar. Pero era también irreductible admirador de los Beatles y sabía inglés. Tuvimos un día, gracias a un regalo, una verdadera joya de aquel tiempo: un disco de Silvio Rodríguez. En sus aficiones y gustos Raúl era sencillo, alegre, agradable.
Raúl tuvo alumnos de escuela y de lucha revolucionaria. Algunos de ambas categorías. Todos ellos lo amaron como maestro, como guía. Y lo colocaron a la altura del ideal. Su muerte lo volvió aún más extraordinario, más entrañable. Sus alumnos siempre lo hicieron suyo y se le entregaron. Alguno anda por allí, sin haberlo visto en persona, sintiéndose discípulo también, porque conoció su pensamiento y su ejemplo, a través de los labios y los ojos de quienes con él convivieron.
No cabe duda: Raúl fue todo un maestro. Y quienes mejor pueden saberlo son quienes hoy le recuerdan como tal, con su significativa presencia en esta reunión, dedicada a la memoria de Raúl Ramos Zavala, el maestro.
Miércoles 26 de Febrero de 2003
Raúl Ramos Zavala nació el 25 de octubre de 1947, en Torreón, Coahuila. Murió el 6 de febrero de 1972, en el Parque México, de la Ciudad de México, a los 24 años, 3 meses, 12 días.

EL PROCESO REVOLUCIONARIO. Raúl Ramos Zavala

“Es por ello que el papel de la JC (Juventud Comunista) debe orientarse en este período a sostener con mayor firmeza, coherencia y fundamento la serie de posiciones que están desenvolviéndose y continuar ampliando la discusión. Paralelamente en discusiones con el partido a todos niveles. Cuando menos esta serie de consideraciones son las que perciben como perspectiva inmediata de actitud de la JC. Nuestra organización considerada como reserva y auxiliar ha demostrado ser más que eso y, en la práctica política, ha obtenido toda la autoridad suficiente como para también discutir la línea política partidaria”
“Joven amigo: ¿Se siente revolucionario? ¡Cree que la hora se acerca para nuestros pueblos?. En ese caso proceda con seriedad. La revolución no es un juego. Cese de reír. No sueñes. Sobre todo, no sueñes. Soñar no conduce a nada; solo la reflexión y la seriedad confieren la ponderación necesaria para las acciones duraderas. Niéguese al delirio, a los ideales, a lo imposible. Nadie baja de la sierra con diez machetes locos para acabar con un ejercito bien armado: no se deje engañar por informaciones tergiversadas, no le haga caso a Lenin”.
Julio Cortázar: Último round

En el período de discusión previo a los congresos de la Juventud y del Partido se irán delineando posiciones y planteamientos representativos de la inquietud que se ha desenvuelto en la izquierda mexicana a nivel general. Básicamente, unas y otras tratan de responder a las clásicas preguntas sobre el “¿qué hacer?” y el “¿qué hemos hecho?” procurando definir objetivamente tanto la situación política como las tareas, los lineamientos para la acción y, a partir de esta base, adoptar una posición política correcta.
Ciertamente, el ambiente actual es definitivamente distinto al existente en 1967. Antes del II Congreso de la Juventud Comunista, realizado ese año, se observó un optimismo en la base, debido fundamentalmente a la acción política y la experiencia propia; sin embargo, se contaba entonces con una mínima dosis de posiciones políticas desarrolladas. Hay que observar, además, que durante el período de discusión previo a los Congresos II y XV de la JC y del PCM (Partido Comunista Mexicano) respectivamente, la base se mantuvo prácticamente a nivel de espectador. Y una prueba de ello la encontramos en lo relativo a ciertas precisiones programáticas –el problema de la vía y el carácter de la revolución-, en torno a las cuales no hubo una conciencia previa, ni aún la más elemental, y, por consiguiente, tampoco una toma de posiciones ni un real debate ideológico y político.
Hoy, en cambio una importante discusión tiene lugar en la base y los cuadros medios de la juventud y del partido, pero como se ha visto, el grueso de las inquietudes se ha manifestado principalmente en corrillos y haciendo uso de adjetivaciones, aún sin conocer verdaderamente los puntos de vista de los compañeros a quienes se pretende rebatir. Esta táctica amenaza el combate ideológico, cercándolo. Y es que, en las actuales condiciones, la táctica del calificativo es equivalente a la negación de la discusión y al sometimiento de las ideas propias a las de la minoría adjetivizante. ¿Se pretende acaso, reducir y eliminar el marco de la elaboración política, (como en tiempos pasados)?
Por otro lado, el elemento tradición pesa mucho en los cuadros y militantes medios, cuya gran parte esta caracterizada por la escasa preparación ideológica y bajo nivel político, y están habituados a la percepción acrítica de los problemas referentes a la línea política, a la historia partidaria y la estructura de nuestras organizaciones. Lo anterior puede observarse, sobre todo, en los compañeros recién ingresados al Partido o a la Juventud, aunque se extiende a los viejos militantes y agravados por la serie de vicios adquiridos y reflejados en la propia organización. ¿Cuáles son los resultados de esta situación? Veámoslo gráficamente: sin haber superado esas limitaciones, a través de la militancia, esos compañeros empiezan a tener conocimientos sobre algunos instrumentos políticos, por ejemplo las famosas tres capas de la burguesía (antes del 67), el club, la célula el comité central, la lucha por la democracia, etc. Y con esta “preparación” elemental, a veces ni con ella, se les lanza al ruedo ideológico... y oportunismo, de reformismo, etc. Y estos compañeros, a combatirlas.
Esto sucede, en general, extrapolando sus iniciales “impresiones partidarias” a veces con cierta lógica, pero casi siempre con escaso contenido ideológico.
A veces nuestros oponentes se sumergen en la inactividad o en el cerradismo programático. Consideran sus tesis como verdades absolutas convirtiéndolas de hecho en frases y en algunos casos en calificativos; ante tal actitud, nosotros respiramos un poco... y a la carga con nuestra porción de clichés: “teoriquillos” “ultraizquierdistas”, etc.
Pero ante tal panorama y ante un conjunto de limitaciones hoy visibles, se ha empezado a generar entre nosotros una inquietud importante. Algunos compañeros la perciben como un problema de presencia comunista o incluso han llegado a sugerir “insuflar de espíritu combativo al partido” para desempeñar bien nuestro papel de efectivos combatientes por la “democracia y el socialismo”. Otros hablan de que se ha producido una interrupción brusca en la elaboración política de la juventud o del partido; en ese caso – comentan –, “bastara con pensar un poco, reformar otro tanto, replantear otras cuestiones...y” ¡¡ya¡¡ resuelto el problema . Mas hay otras ideas: varias coinciden en señalar que hay una situación de crisis, y hasta mencionan algunas de sus “causas” que realmente no son tales, sino lo inverso, es decir efectos de una situación anómala que hay que analizar en toda su magnitud y su contexto internacional e histórico, para descubrir porque se puede dar una dogmatismo “que ha penetrado en todos los órdenes del partido “siendo que aparentemente, el esquema de organización partidaria dispone de mecanismos correctivos, los que en un corto plazo intervienen para situar en la senda proletaria al Partido y determinar empíricamente la acepción leninista de que este, como entidad histórica, no se equivoca, entre las “causas” que se mencionan están: “la incapacidad para dar perspectivas” y el “dogmatismo” (tan llevado y traído últimamente en varias publicaciones).

LOS COMBATES DEL 68
En nuestra discusión incluye necesariamente la acción del movimiento de masas, pero especialmente los combates del 68. en la acción de 1968 todas las organizaciones de izquierda que existen en México fueron puestas a prueba.
En el momento de auge, hubo la pretensión generalizada del “vanguardismo”, pero bien pronto se demostró que las organizaciones de izquierda actuamos en la gran convulsión sin tener un sentido realista del destino de esa insurgencia esencialmente estudiantil. Y, después de la represión, hubo una argumento muy socorrido para cobijar la incapacidad política (la incapacidad para definir los lineamientos para la acción y las perspectivas a seguir): se culpó de todo a la represión y al reflujo del movimiento (¡!).
Evidentemente, muchas preguntas lanzo el movimiento de 1968. interrogantes que, en su inmensa mayoría quedaron sin contestación por parte de la Izquierda Revolucionaria: el colmo sin embargo fue ignorar la existencia de tales preguntas y la necesidad de resolverlas. En otros términos, había que plantearse el clásico “qué hacer” de la acción política ante la represión . Por otro lado, la acción del 68 generó y afirmó una experiencia valiosa, y a través de este proceso estimuló profundamente la sensibilidad política de los cuadros y los militantes medios de todas las agrupaciones políticas de izquierda. De aquí que, en la actualidad, sea un fenómeno común la presencia, en todos los núcleos tradicionales de izquierda (PCM, LCE, PORT, etc), en una efervescente discusión, ya sea dentro o fuera de ello, pero en general localizada dentro de sus respectivos campos de influencia ideológica.
Existen suficientes indicadores para afirmar que la crisis de la que tanto se habla es extensible a toda la izquierda, cuyas organizaciones han sido incapaces, hasta ahora, de crear un verdadero movimiento en alguna fuerza social, o al menos en una parte de ella sobre la cual influya y se integre la acción revolucionaria (esto es referible en un sentido histórico en lo suficiente valido como para evidenciar la incapacidad de la izquierda mexicana dar coherencia y permanencia a la acción, así como para acumular un Stock de fuerzas combativas en el que se apoyen las acciones futuras).
Por otro lado, la izquierda tampoco ha podido generar organizaciones revolucionarias sólidas, sensibles y –sobre todo– efectivas en su actividad.
En el desarrollo de esta opinión se procura referir, así sea sucintamente como y porque se ha generado esta situación que, entre otras cosas, ha dado lugar a esclerosis históricas que han determinado de alguna manera nuestras actuales limitaciones.
Es interesante apuntalar algunas ideas –ya que no es el espacio adecuado para analizarlo en toda su oportunidad–, acerca del fracaso de los grupúsculos en México en sus propósitos de convertirse en el “Partido del Proletariado” por el que tanto se hablo de construir o crear. Por un lado hay que indicar que en su desarrollo se presentan vigentes las constantes divisiones de las que tampoco ha escapado el Partido e incluso es el más “especializado” en ese sentido, así tenemos las dos divisiones de los años 40 de las cuales salieron el grupo “Insurgente” y el grupo “Renovador” e incluso ex miembros del Partido se integraron y fundaron organismos tales como el Partido Obrero Campesino y el Partido Popular; en 1957 sale la Célula Carlos Marx de Revueltas, Rojo, Lizaldo, etc., pero además que han padecido del raquitismo histórico observado en el Partido y se ha imprecisado su política conforme pasa el tiempo.
Hay que observar varias reglas políticas que se han sostenido en primer término se han estructurado a imagen y semejanza de la organización partidaria con todos sus mecanismos, accesorios, vicios, etc. Y que atan a la organización (basta recordar la primera división de la LCE, motivada por la diferencia de “enfoques” sobre el centralismo democrático; segundo, el grueso de estos grupos disidentes se han integrado contra el Partido pero no para su desarrollo, por lo que sus premisas teóricas son bastante endebles y la ruptura del partido sale ya debilitada y propensa a la escisión continua; por otro lado han convertido el grueso de estos grupos en fetiche simbólico su “desarrollo ideológico”, entiendo éste como un ejercicio escolástico, vías que como una integración de las variables y metodología marxista a la investigación nacional, es decir, no es un marxismo aplicado sino ritualizado y cuando se ejercita un “análisis” hay que dotarlo de una buena dosis de calificativos usados por los clásicos y llenar de “estadísticas proletarias” utilizando las “estadísticas burguesas”. Así se convierte en prédica convencional “el círculo de estudios” que no pasa de ver “el manifiesto” y similares. Es por ello que con estos conductos la resultante en los militantes es una ideología de frase y de sensacionalismo por lo que el auténtico y básico desarrollo teórico que sustentaría en gran medida la vida de los grupúsculos” que contando con la visión teórica de su experiencia e incluso con la teorización de la acción revolucionaria encuentran ideas integradas y “la competencia” o discusión ideológica se presenta con ellos obligando a la división desde la élite.

LOS PUNTOS CRITICOS DE LA ACCION DE MASAS
Y sin embargo se mueve...
Galileo.

El primer intento posrevolucionario del movimiento campesino se generó en el período comprendido entre 1929 y 1933. Sus estallidos tuvieron como causas básicas el incumplimiento sistemático de las promesas redentoras hechas por los precedentes regímenes revolucionarios. Este panorama se agudizaba ante la situación depresiva de la economía mundial a la que no escapaba el país. En consecuencia. El cuadro de la situación en el campo estaba definido, a grandes rasgos por la subsistencia de la estructura tradicional de la tendencia y producción de la tierra, aparejada al estado de supervivencia de las amplias masas campesinas. Las acciones de este período tuvieron distintos cauces, que iban desde la asimilación política de los sectores conservadores de la Iglesia, el oficialismo de diversos matices, los remanentes del Partido Agrario de Soto y Gama, Magaña y otros, hasta las agrupaciones independientes encabezadas por los comunistas de entonces. El principal producto de la labor realizada por este combativo movimiento campesino lo construyeron las ligas de comunidades agrarias.
En 1934, al tiempo que la situación económica del país se agravaba y se incrementaban los efectos de la depresión, los movimientos huelguísticos iban en ascenso. Es claramente perceptible que el movimiento obrero ha tenido puntos álgidos de acción: el período 35/37 el 43/44 y 58/59 o incluso. Intentemos una breve explicación, el período post–depresivo 29/33 había creado un clima de descontento que fue reprimido pero que no se eliminó sino que forjó una experiencia para el funcionamiento clandestino, el cual se exteriorizó en el 34/35 de una manera masiva obligando a la burguesía a la concesión (posición convergente con los propósitos de integración a la burguesía del movimiento obrero). En el 43/44 la represión brutal fue la respuesta lógica de un régimen obligado a mantener el clima de “estabilidad de la inversión privada”. Y en 1958/59 el problema era más de fondo; frente a la estructura autoritaria del sindicalismo corrupto se creaba la contrapartida “el sindicalismo independiente” La lógica respuesta –como veremos más adelante en la búsqueda de sus causas– fue la represión reiterada.
Fundamentalmente se crearon dos corrientes importantes, el movimiento obrero y campesino, que incidieron sobre el cuadro político del país, provocando la definición de los distintos sectores y fuerzas políticas de México. Evidentemente, el callismo fue la fuerza oficial a la que se insertó la mayor parte de las organizaciones políticas, caudillos civiles y militares, grupos de presión, etc. A partir de la integración de sus intereses y sectores de influencia, lo que por otra parte dio lugar a que las masas otorgaran a este sector su carácter esperanzador y paternalista. La creación del Partido Nacional Revolucionario, en estas condiciones, se ideó como un preámbulo a la estabilización e institucionalización genérica de la vida nacional. Por su parte, el plan sexenal, con todas las debilidades impuestas por la burguesía heterogénea y difusa, fue el intento de esta clase para reagrupar la inquietud existente en el país y orientarla por los causes oficiales. Se requeriá la aplicación de una política reformista, y el equipo idóneo para llevarla a cabo se localizó en Cárdenas y su grupo, aún cuando se presentaron las peripecias y zancadillas clásicas de la politiquería nacional para su arribo al poder.
De este modo, bastaron 3 o 4 años para desviar, deformándola, toda la potencialidad revolucionaria ––que por lo menos era instintiva de los movimientos obrero y campesino forjado con las experiencias de los años “difíciles”– para decirlo en una frase, pasaron de la presión a la adhesión incondicional del cardenismo. Además la inofensibilidad de clase que le estaba generando al movimiento de masas la política del Estado Mexicano, y la burguesía en general, encontró otro elemento que, debido a la forma que fue utilizado, distorsionó y supeditó aún más las organizaciones revolucionarias; la política de nacionalizaciones –aspiración legitima y sensible de las masas mexicanas– que fue, y lo es todavía para algunos la cobertura anti–imperialista del gobierno mexicano, dominante o no en la estructura de sus decisiones. La recolección de objetos de oro y plata como se recordará, significó el avalamiento masivo de la representatividad genuina y perenne que otorgaron al estado Mexicano sus “desprotegidos hijos”.
La adhesión incondicional del movimiento obrero y campesino a la política de la burguesía podemos cuantificarla mediante el resultado (y destino) del estratégico e importante control que sobre la economía nacional tiene el aparato estatal; en otras palabras: ¿Por qué y en beneficio de quienes ha sido utilizado ese control? Como visión anticipada, podemos ver que el movimiento obrero y campesino, punto de apoyo para la política de nacionalizaciones, reparto de tierras, etc. ha sido el menos favorecido, y que los sectores opuestos (el capital medio de ese tiempo) ha gozado de insumos, reducciones o extensión en el pago de transportes y facilidades para la inversión que solamente la “generosidad” del Estado Mexicano puede otorgar, agravado por el hecho de que no se encuentra atado a ninguna presión o fuerza de masas, a las que en otras condiciones tendría que responder y consultar. Y aun subsistiendo tal fuerza el Estado Mexicano era la representación jurídica institucional de una revolución que en el saldo oficial correspondió dirigir una burguesía con posibilidades de crecimiento por lo que el destino natural, era el desarrollo capitalista utilizando para ello todos los dispositivos existentes.
La burguesía tiene distintos “frentes” de ocupación de clase: la dirección del Estado, del aparato económico y de las organizaciones sociales institucionales (sindicatos, partidos, etc.) Y para ello se ha dado en nuestro país una distribución de funciones en que el sector dedicado a la dirección estatal– burocracia política ha sido el más sensible y de mayor perspectiva para desarrollar al país política, económica o institucionalmente en el marco capitalista (revirtiendo este proceso social, el Partido ha pretendido encontrar en tal diversificación de tareas, la cual ciertamente no esta exenta de contrariedades circunstanciales, motivadas fundamentalmente por la mentalidad conservadora de la burguesía propietaria del aparato productivo privado e incluso apoyándose en estas “fisuras” –la justificación para su análisis “cabal” de la burguesía. Situación que se dice “aprovechándola” puede dotar de aliados tácticos a la clase obrera en su dura tarea de tomar el poder). La burguesía mató dos pájaros de un tiro; la necesidad de su desarrollo y el controlar-enajenar a la clase obrera; y así, nuestro aliado se convirtió en patrón. La historia partidaria es harto evidente con tal aseveración.
La visión anecdótica de la enajenación del movimiento obrero y campesino es un lugar común que está por demás desarrollar: a las ligas de comunidades agrarias, su CNC, al movimiento obrero (Confederación Sindical Unitaria de México, grupos de acción de obreros ferrocarrileros, petroleros, electricistas, etc.), su CTM. La práctica del “compromiso” o de la “unidad” por contrapartida, se convirtió en un tabú cimentado por la aberración ideológica y política que se había cometido con las masas. Desde entonces ha existido una conducta bien diferenciada hacia los “izquierdistas”, individuos leprosos para la revolución (y en este contexto podemos ubicar la deleznable actitud hacia los núcleos trotskistas de ésta época), pero en cambio los sectores progresistas (Lombardo, Cárdenas, etc.) son nuestras obsequiosas novias a las cuales se les puede tolerar todo con el fin de no romper el enamoramiento, hoy en el propio partido se adopta linealmente la misma actitud y cuando aparecen planteamientos que puntualizan la necesidad de la autodefensa armada como pivote básico o inmediato) para el desarrollo del movimiento se toman con la mayor fuerza a tales “desviaciones” combatiendo ferozmente su aplicación y hasta la discusión de base y la información sobre este tipo de problemas en cambio hacia los oportunistas Siqueiros, Orona, Crispín Reyes se les trata como “jovencitos desviados” a los que “hay que ganar” para el Partido cuando han dado clara muestra (Orona, Crispín Reyes) de su ligazón incluso Pública con Echeverría y en general con el régimen y hasta justificar instituciones de dominación –ejercito y de deformación– elecciones del aparato burgués.
Es por esto que en 1940 con la “solución Ávila Camacho”, sencillamente se manifestó la extrapolación política de las tendencias que se afirmaron en el transcurso del período anterior. Ávila Camacho fue presentado como el candidato de la unidad nacional en el propio VII Congreso en 1939 y se presentaba la consigna de Unidos tras un solo candidato Ya que la “unidad del pueblo es la unidad PRM”. En el VII Congreso Extraordinario de 1940 se sostuvo la política de unidad y apoyo a AC desde los combativos sillones del salón verde del Palacio de Bellas Artes. En 1945–46 se presentó un puente entre el Partido y el Estado por lo que las entrevistas Encinas–Ávila Camacho eran vistas con la mayor naturalidad por lo que se puede incluir al partido como una de las “madres” del “Cachorro” de la Revolución o candidato de la “burguesía progresista”, Miguel Alemán al cual con el mayor de los ingenuos desencantos se le llamó después “traidor a las mejores causas de la Revolución”.
La política de alianzas también desde este período –ilustrada– plenamente en la relación y trato hacia Lombardo y socios de una manera dramática y en especial después de la ruptura y reconciliación con este en 1938 adquiere un complejo de características hoy muy conocidas, es decir, la “unidad de las alturas”. Las alianzas entendidos como conciliábulos o “grillas” con la mecánica de frentes populistas y para ello el ejemplo más claro lo son la CCI, el FEP, CNED, etc. es por ello que las masas que se “incluyen” en las organizaciones tiene una percepción poco conciente volitiva de su permanencia o adhesión a estos organismos por lo que son fácilmente manipulables y penetrables este tipo de organizaciones. La experiencia resultante que podemos anotar es que si no se da un proceso real de conciencia en la base –proceso que ciertamente hay que estimular tendente a la unidad organizativa si se forman aparatos anticipados o ellos estarán condenados a desaparecer.
En los años cuarenta, la enajenación de los Obreros y de los campesinos llegó a extremos inauditos. Incluso las impresiones instintivas de las masas trabajadoras, las luchas reivindicativas y “depuradoras” fueron no tan sólo distorcionadoras, sino también reprimidas. Cuando actuaron, las masas de los cuarenta no tardaron en comprender que se había, equivocado de puerta, cuando los grupos revolucionarios les hablaban del amor a la paz, de la unidad antifascista, del ahora símbolo “sagrado” de la unidad nacional, lo que en el terreno de la práctica se convirtió en el sometimiento gratuito de sus pretensiones a los intereses de la burguesía. El destino lógico de este proceso de enajenación organizativa fue la liquidación plena de cualquier “posibilidad revolucionaria” que más bien sería reformista; la sensible y afianzada burguesía decretó la caída de Lombardo y el ascenso de Fidel Velásquez a la CTM, en lo que fue la reiteración histórica del monismo de la década de los 20 pero, dadas las necesidades políticas (burguesas) del momento, más corrupto y represivo.
El pacto de solidaridad sindical celebrado entre los sindicatos obreros metalúrgicos, petroleros y ferrocarrileros (SNTM, SNTP y SNTF) es el hecho más ilustrativo de la inexistencia de una vanguardia organizada, o sea de la representatividad real de las aspiraciones de clase del movimiento obrero. Los propósitos del pacto eran: la defensa de sus intereses y la integridad independiente de las organizaciones sindicales; sin embargo, éstas fueron muy pronto eliminadas por la actividad represiva y violenta que tuvo ante ellas el estado y, por otro lado, debido a la inexistencia de fuerzas, de apoyo, así como de una conciencia que representara y diera orientación a sus luchas y definiera coherentemente los propósitos básicos y últimos de su acción, ofreciendo perspectivas, consistencia y permanencia a su actividad espontánea. El resultado lógico vino a ser la eliminación de toda posibilidad organizativa del movimiento obrero independiente. La escuela de la represión dio inició en 1948, con la liquidación del sindicato ferrocarrilero y la llegada a su dirección del famoso “Charro” Díaz de León; continuó después con el ascenso de Carrasco a la dirección del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos en 1950 después de esto, una definitiva represión al movimiento huelguístico dirigido por los propios trabajadores mineros al margen de la dirección, en Palaú, Rosita y Cloetes. Este fue el último escollo, el último eslabón de una cadena de control que, definitivamente imprimió una huella en la conciencia del pueblo mexicano, pero sobre todo, en sus sectores activos: el movimiento obrero y campesino. Y fue también la representación más clara de la impotencia de este movimiento, de sus limitaciones; de su incapacidad incrementada no tan sólo por la deformación histórica a la que fueron sometidas sus organizaciones enajenándolas al Estado Mexicano, sino por su incapacidad para la acción independiente; es decir, se ilustraba así con mayor claridad su imposibilidad de actuar organizada e independientemente.
Se establecen así dos puntos importantes en la memoria política del movimiento obrero y campesino de México; su incapacidad para la acción organizada independiente y la percepción clara de la inexistencia de un espejo sobre el cual recurrieron sus acciones, para que se le oriente; y entendió también la posibilidad de que, al deformarse sus organizaciones de clase, éstas se convirtieran en instrumentos que podían ser usados en su contra.

ESPONTANEIDAD Y EXPLOSIVIDAD: CARACTERÍSTICAS DEL MOVIMIENTO DE MASAS EN MÉXICO
Por lo anterior puede comprenderse que el movimiento de masas, en nuestro país adquiera las características de espontaneidad y explosividad que ahora anotamos. Espontaneidad, porque al carecer de un elemento reflejo o de la conciencia organizada, o cómo quiera llamársele, las masas actúan sin una clara conciencia de su situación desprovista de perspectivas claras, aprovechando simplemente las coyunturas y fisuras que las circunstancias económicas y políticas del país o la región permiten. Explosiva, porque al percibir empírica e históricamente la deformación y enajenación de los propósitos de clase de sus organizaciones y de la incapacidad de éstas para la acción independiente, definitivamente optan por la acción espontánea y explosiva, saliéndose de las instituciones organizativas a las que están sometidas y rehuyendo, después del “auge”, los esquemas organizativos prefabricados sobre los cuales se trata de incidir su acción (recuérdense los casos del MRM del CNF de la CCI y de la propia CNED) y esto implica en gran medida que tales agrupaciones se conviertan con el tiempo en instrumentos organizativos carentes de contenido pues las masas no ven en ellos sus perspectivas para la acción. Por el contrario, el Estado con una capacidad de afirmación más clara y una estrategia más efectiva, teniendo a su disposición los recursos que le ofrece todo un sistema de manipulación de las masas y contando además con una imagen clara acerca de los propósitos y la acción de la izquierda define con mayor coherencia sus propósitos y en un breve lapso reconquista el control sobre los estratos, núcleos o grupos sociales que circunstancialmente se sustraen de su esfera de influencia por lo que, nuevamente, el control se institucionaliza.
Efectivamente el problema de la espontaneidad y la explosividad del movimiento de masas en México tienen su raíz en la insatisfacción social y política existente y en la carencia de sus organizaciones políticas y reivindicativas. Observamos por ejemplo, que las masas parecen dispuestas a lanzarse a la lucha con cualquier motivo y en cualquier oportunidad (en Sonora, por la imposición de un candidato; en Durango, contra la corrupción oficial: en Michoacán, por el alza de las tarifas camioneras y la más sorprendente de todas ellas –de las citadas y otras muchas– por la represión circunstancial a los alumnos de una vocacional y una preparatoria el 23 de Julio de 1968 otro rasgo del movimiento de masas en México es el elemento sorpresa que igual toma desprevenido al gobierno y a las organizaciones de izquierda –a todas ellas– que, por regla general, en esos momentos se encuentran sumergidas en discusiones sobre generalizaciones programáticas que, según se afirma deberán servir para “orientar” y “conducir” la acción de las masas. Por eso es común que los militantes activistas choquen con sus “equipos supremos” de dirección cuando entre los primeros se produce un rápido aguzamiento de su sensibilidad política vía experiencia. Pero lo más lamentable es que el régimen una vez pasados los dolores de cabeza iniciales provocados por la impetuosidad del movimiento, calcula el momento de pasar a la represión y a la campaña confucionista, mecánica acostumbrada y empleada en contra del movimiento de masas para liquidarlo.
El problema se complica por la desenvoltura de la acción de masas en México y el incremento de sus luchas. Cuando, como resultado de éstas los trabajadores tienen la posibilidad de participar en la negociación y en la solución de sus problemas circunstanciales, sientan no tan solo un precedente de la victoria de la acción de las masas ya de por sí, insoportable para el régimen, pues sirve de estímulo a la subversión potencial sino algo más la implícita obligación política de negociar con ellas el destino económico, político y social del país, lo que resultaría prácticamente suicida para las perspectivas de la fortalecida oligarquía mexicana.
Preliminarmente podemos concluir que la organización, en el sentido clásico del término –agrupación de defensa económica y política ha sido una institución irrecurrente en el esquema social y político de México, pues ha sido sustituido por la aglutinación minoritaria en torno a los grandes intereses y posiciones que deciden la política de la organización. El “conciliábulo” como sistema es una norma de autoritarismo común básico y generalizado a las agrupaciones mexicanas, serán partidos, sindicatos, organizaciones privadas, etc.

ACERCA DEL PARTIDO
Let it be...
THE BEATLES
Tres elementos inciden sobre la crisis del partido, la que evidentemente tiene un carácter histórico: en primer lugar la concepción organizativa sobre la que marcha el funcionamiento, la actividad y la vida partidaria, en general: el segundo término la línea política establecida y que se ha significado como un elemento constante en la vida y en la historia del partido.
La organización; ¿En qué sentido se habla de la concepción organizativa impráctica, infuncional y antihistórica para la situación actual del país?. Para empezar el partido en su accidentada vida –para llamarla en un término noble–, ha padecido de un raquitismo histórico; como con una revisada al material del partido de plenos, del congreso, etc., sacamos algunas conclusiones y algunas de ellas ha sido esa debilidad orgánica. Pero paralela a ella una concepción ritual –perogrullada– para estimular la vida del Partido: hay que crecer(¡!). podemos incluso realizar el análisis comparativo de las conclusiones de decenas de plenos, conferencias, congresos, etc., y encontraremos lugares comunes: hay que ir a la clase obrera, tener un sentido colectivo pero no sectario para el reclutamiento. El problema, todo parece indicarlo es de fondo es decir de concepción (también se ha pretendido establecer una relación mecánica que docilizar irracionalmente, a la estructura organizativa con la política oportunista, la organización tiene su propia dinámica. Si no, ¿cómo entender el crecimiento notable cuantitativo y operacional, vale decir funcionamiento de las células, los comités, etc. que han tenido algunos partidos comunistas europeos aún y con su política conciliatoria y castrada).
Anotaremos que, en relación con la concepción organizativa, generalmente se habla de que el esquema de nuestra organización, es decir, el esquema celular, es algo así como una “Verdad Absoluta” . Por lo que cualquier opinión en su contra es, por lo regular, anatematizada con el socorrido calificativo de reduccionista. Pero el problema es sumamente complejo; y seguramente no se resolverá rechazando a priori los puntos de vista referentes a él y poniendo de manifiesto la ausencia, la incapacidad o la esquivación del análisis histórico de la sociedad mexicana cuyo estudio debe encaminarse al encuentro de las características reales de la organización partidaria.
Todas estas cuestiones se conviertan en problema clave que, en el marco de una concepción organizativa, se señalan como elementos de discusión. Sin embargo, en la esquivación de estos problemas están enmarcadas las tesis que la dirección del partido edito como documento que debiera servir de base para la discusión previa al congreso. Y es que las tesis se refieren exclusivamente al problema del funcionamiento, de la viabilidad y de la administración partidaria, reduciendo toda la problemática, prácticamente, a las cuestiones relacionadas con el control de los recursos del partido y a la eficiencia de su administración.
Sin embargo desde mi punto de vista, es la concepción organizativa el problema del cual debemos de partir; y esa concepción organizativa debe ser definitivamente distinta de la cual ya se ha presentado una opinión acerca de que es el esquema leninista de organización partidaria. Y esto nos obliga a pensar que no necesariamente se debe de partir del famoso esquema celular y del complejo mecanismo de aditamentos que van junto a el, para definir obligadamente al esquema partidario. Pero entonces ¿en que sentido o para que, fue elaborado el esquema leninista de organización? Desde mi punto de vista realmente correspondió a una necesidad histórica que por Lenin fue delimitada, explicada y desarrollada ante una situación de efervescencia ideológica y política de clase.
Efectivamente, podemos referirnos a ciertos puntos máximos de la acción de la clase obrera europea: en 1825, después de la gran depresión del capitalismo naciente forjo una experiencia de lucha del movimiento obrero, de la clase obrera como tal, de la cual derivaron varias acciones importantes, como lo fueron el movimiento desembrista en Rusia, y las luchas obreras que derrocaron a Felipe D’Orleáns. Entre 1840 y 1848 se forjo otro proceso: el de la organización del movimiento obrero. En este periodo se crearon y desarrollaron las organizaciones tradeunistas inglesas, las organizaciones clandestinas del movimiento ruso obrero y las organizaciones gremiales y mutualistas francesas. Finalmente, en 1864 surge la internacional comunista que da integración partidaria a la clase obrera y estimula el desarrollo de las diferentes tendencias que en ella se manifestaron, el proudhonismo, bakuninismo, kropotkismo, marxismo y otras. Estos acontecimientos y estas experiencias de la clase obrera estimularon a su vez las percepciones intelectuales paralelas. Como resultado de este avance de la clase obrera europea resurgió la necesidad de definir con claridad el estilo proletario de organización que indiscutiblemente, correspondía a una situación dada y a un estado especifico de disciplina de clase que aquí, esta muy diluido.
El esquema leninista de organización fue trasladado a nuestro país en 1919, cuando el grueso de la vida política y social se encontraba en el campo, en donde las experiencias de organización eran mínimas (entre las que sobresalía el anarcosindicalismo no ortodoxo, impulsado por el movimiento Flores Magonista). Además, en ese tiempo la experiencia del movimiento obrero mexicano era muy insipiente, y sus luchas representaban un porcentaje muy reducido dentro del movimiento social de México (las principales acciones correspondieron a los movimientos de los mineros, de los tranviarios, y de los obreros textiles, respectivamente). Y no debe olvidarse que el movimiento obrero mexicano carecía de una verdadera experiencia partidaria; –la mayor parte de las tendencias organizativas se originaron, dentro del movimiento obrero, a finales del siglo XIX, pero en México tuvo la característica de la corrupción y la desestimación de sus propósitos iniciales de clase y de su posible integración. No obstante, se implanto el esquema, que resulto improcedente, por las razones que se han esbozado. No esta de mas señalar que las experiencias partidarias, ya no digamos las de la clase obrera, sino de la sociedad en su conjunto, eran mínimas, y las instituciones sociales eran casi inexistentes. Así, por ejemplo, el Partido Liberal fue de hecho el núcleo de personajes e intelectuales que se agruparon en torno a Juárez. El Partido Científico, tuvo un papel parecido con respecto a Porfirio Díaz. En estas circunstancias el establecimiento de un esquema idealizado de organización partidaria de la clase obrera en México se opuso de hecho al desarrollo real de la conciencia organizada del movimiento obrero en nuestro país. En cambio, en otros lugares se produjo una autentica nativizacion del organismo proletario de clase, cuyo ejemplo mas rico es el Partido Chino y en América Latina, el Partido Socialista de Mariátegui.
UNA LATOSA DEPENDENCIA
Tras la muerte de Lenin se modifico la orientación y la política del partido bolchevique tanto en el frente interno como en el externo. En el frente interno se transformo aquel gran Partido que toleraba e impulsaba la discusión interna y en la cual la voz de Lenin ciertamente era la cantante, pero en constante polémica con sus discrepancias. En las formas de Stalin, paralelamente se establece un ingrediente que hasta hoy perdura: la discrepancia es equivalente a traición por lo que estaría condenado como organismo partidario a ser una unidad monolítica en donde solo se escuchara una voz o tres voces como ahora y el resto contemplara con un silencio acritico sumiso y hasta humillante los acontecimientos políticos. Sin embargo, este triste papel de bufones políticos se resistieron fuertemente a jugarlo viejos bolcheviques de la talla de Kirov, Zinoviev Trotsky, etc., los cuales fueron eliminados por distintos procedimientos, desde las grandes purgas políticas hasta las liquidaciones físicas. Así, del gobierno de los Soviets se pasó al gobierno burocratizado utilizando los aparatos de poder soviético.
En el frente externo se decretó la parálisis del movimiento revolucionario y el sostenimiento incondicional a la política de socialismo en un solo país como respuesta grotesca y traidora a la traición internacionalista que tuvo el Partido Bolchevique. Así, la III Internacional fundada por Lenin dejó de ser un elemento catalítico del movimiento revolucionario para jugar el papel de preventivo en el desarrollo de éste. La organización se apropió no de la política leninista sino de su símbolo: el “Partido de Lenin”, la vanguardia revolucionaria encabezada por la URSS, el mito y veneración religiosa a Lenin quien por cierto si hubiese existido sería el principal opositor a esta idealización antimarxista. Para la política antileninista hubo oposición por parte de algunos revolucionarios que veían hipotecar por parte de Stalin y la internacional. En esa disputa fueron claras las opiniones de Mao, Ho Chi Ming, Mariategui, Gramsci; las que provocaron rupturas y discrepancias serias con “el grueso del movimiento comunista internacional”. Sin embargo otros partidos no tuvieron la fortaleza necesaria para oponerse al autoritarismo stalinista y del aparato de la internacional. Es ilustrativa la idea del compañero Campa al admitir la “incapacidad teórica nuestra” y el “peso que jugaba la Internacional” para entregar al oportunista Brounder del comité ejecutivo de la I.C. la instancia de decisión política sobre nuestra actitud hacia Lombardo y la CTM a finales de los treinta.
La dependencia con respecto a formulaciones extraídas de la experiencia internacional ha sido un elemento constante en la vida de nuestra organización. Hay que recordar las resoluciones establecidas en el VI Congreso de la Internacional y sus recomendaciones para crear “bloques obrero–campesinos auténticos”, que se encargarían de definir nítidamente la independencia de clase que tales bloques deberían tener con respecto a los núcleos de poder establecidos en los países capitalistas, con la burguesía y con las instituciones del régimen burgués. Y, de una manera automática, en México se originó la política del bloque obrero–campesino y “la necesidad de la acción organizada independientemente”.
Incluso se llegó a presentar una intentona de “toma del poder” en 1929 que concluyó con la liquidación de importantes núcleos campesinos (entre ellos J. Guadalupe Rodríguez). Y cuando se presentó el problema de la sucesión presidencial, en 1934, lo lógico fue calificar de fascista al Plan Sexenal y al propio Cárdenas. Esta correspondencia con los argumentos, las tendencias y las posiciones acordadas en el VI Congreso de la Internacional fue el principal elemento que desgarró toda la acción de masas en México. Resulta significativo que, dentro de la historia “oficial” del Partido, se mencionó que ésta posición fue liquidada en la Carta del 35; desde mi punto de vista, sin embargo, tal declaración significó la reiteración de los viejos errores de definición internacional, de situaciones nacionales sobre las cuales no necesariamente había correspondencia.
¿De que otra forma interpretar, entonces, la carta 35, sino como producto de las resoluciones tomadas por el VII Congreso de la Internacional?. Y la aplicación de la política unitaria del “frente popular”, tanto en México como en otras partes del mundo, también fue producto de los acuerdos tomados por el VII Congreso, siendo sus principales representativos (del “frente popular” los gobiernos de Francia, España, Italia y Chile junto a sus fracasos correspondientes. En México, la aplicación de tales acuerdos adquirió una representación grotesca, al identificar al ‘frente popular’ con el PRM, o sea, con los mismos vicios del pasado. Se trataba de presentar, y aún se intenta ahora, una actitud crítica y autocrítica de la vida del Partido, y de su posición procedente, con la Carta del 35. Ya se ha visto antes que tal ‘modificación’ política se materializó finalmente en la adaptación incondicional de todo el movimiento obrero y campesino a los dispositivos del aparato burgués que obtuvo, con la política de ‘Unidad a toda costa’, la integración docilizada de toda una posibilidad histórica de afianzamiento de las organizaciones de clase y de su fortalecimiento para la eventual acción revolucionaria.
En 1940 se trató de llevar a cabo una ‘revisión autocrítica’ de la política adoptada en el período anterior, pero el maniobraje que a nivel internacional efectuó el aparato latinoamericano de la IC, dirigida por Codovilla y que dio lugar a la creación de la famosa ‘Comisión depuradora’, impidió ese proceso y, en su lugar dio cabida a la represión en contra de los compañeros miembros de la dirección. Hay que agregar que ésta tonalidad crítica y autocrítica. Laborde realizó una autocrítica a semejanza de los religiosos del ‘ostracismo’ medieval, es todo un sistema que se encuadra en el fenómeno llamado Estalinismo. Sin embargo, se sigue utilizando en el poststalinismo, lo que hace meditar seriamente aunado a otras ilustraciones, en un neoestalinismo vigoroso. Este método de análisis en la URSS después de la cacareada desestalinización aún en los momentos Kruschovianos, era un rito muy bien logrado: el culpable de la deformación socialista era Stalin, así como antes fue el responsable de todos los éxitos. De hecho se mistificaban los problemas ocurridos pues como señalaba Togliatti: Se eluden los verdaderos problemas que consisten en saber de que manera y porque la sociedad soviética se había alejado de la vía democrática y de la legalidad que se había trazado e inclusive allegado a ciertas formas de degeneración. A nuestro Partido, ‘la influencia bienhechora’ del XX Congreso llegó más con fórmula vacía que en esencia ya lo era, que lo único que alteró fueron clichés y como veremos más tarde, algunos de tipo ‘programático’ como la tipificación de la revolución democrática de liberación nacional.
Durante el Congreso Extraordinario de 1940, se liquidó a los personajes Campa y Laborde y se mantuvo el grueso de los planteamiento políticos del pasado; se volvió en definitiva a la línea de ‘Unidad de Frente Nacional antifascista’ se respaldó la política aplicada por el régimen de Ávila Camacho y en 1946 se apoyó al candidato de la llamada ‘burguesía progresista’: Miguel Alemán. Y así en el propio informe de Encinas al Congreso del ’40 se trataba de limpiar la afrenta cometida contra Lombardo Toledano “figura preclara de la revolución mexicana que es víctima de los ataques más canallescos y viles”. En suma, se sostiene con la corrupción ideológica del Cardenismo–lombardismo.
En el Pleno del Comité Central celebrado en diciembre de 1956 se procura ‘revisar’ toda la política del pasado. Veamos: En el camino de corregir las debilidades y defectos del trabajo del Partido examinados por la reunión del CC es necesario concentrar la atención del Partido en las siguientes cuestiones fundamentales:
 Poner en primer plano, entre las tareas internas del Partido, la labor ideológica en todas sus formas:
 Orientar todo el trabajo del Partido hacia la ligazón con las masas principalmente con la clase obrera.
 Desarrollar en todo el Partido la lucha ideológica, impulsando la crítica y la autocrítica y sobre todo la crítica por la base.
 Desarrollar una lucha en el seno del Partido por la aplicación de los Estatutos.
 Elaborar una justa política de cuadros, corrigiendo los errores que se han cometido en ese sentido.
 Dar toda su importancia al trabajo de propaganda y agitación, elevando su calidad.
 Desarrollar a lo largo de todo el Partido una profunda vigilancia revolucionaria para impedir el trabajo del enemigo en nuestras filas.
El Pleno del CC llama a todos los miembros del Partido a lucha con toda energía para la elevación del trabajo del Partido, por la corrección de las fallas y debilidades y por ligar estrechamente toda su actividad de las masas, para desarrollar nuestro Partido, por la corrección de las fallas y debilidades y por ligar estrechamente toda su actividad de las masas, para desarrollar nuestro Partido, orgánica y políticamente y hacer de él el gran partido que la clase obrera de México necesita.
Y con esta cantaleta, correspondiente a los nuevos tiempos de la descentralización, se inició nuevamente la campaña de purificación de “los errores cometidos en el período anterior”. Pero en la coyuntura del 56, y en la aligeración de ciertos mecanismos internos que facilitaron la afloración de opiniones, surgieron tendencias de cambio, una de ellas representada por el entonces Comité del DF. cuya mayor parte integra actualmente la Dirección del Partido, otra por la Dirección del Partido, otra por la Dirección anterior encabezada por Dionisio Encinas y una tercera representada por la célula “Carlos Marx” del compañero Revueltas.
En 1957 y 1960 se realizaban las conferencias de los partidos comunistas obreros. En ambas se reiteran las máximas y “verdaderas absolutas” del presente: la necesidad de converger el gran torrente revolucionario por los “tres conductos”, y en donde también se ubica el carácter de la lucha de los países atrasados, que debería encuadrarse en estos planteamientos y ante la necesidad evidente de cambio en la orientación internacional, se modifican algunos planteamientos básicos y se caracteriza a la Revolución Mexicana como Revolución liquidada, y se desprende la necesidad de una nueva revolución, cuyas características serán de un movimiento revolucionario de liberación nacional. Por otro lado, se modifican algunos elementos internos que posibilitaron cierto aligeramiento de la esclorosis en la discusión retenida y reprimida y se crea un medio ambiente favorable hasta para ciertas posiciones y elaboraciones limitadas. Pero esta solución de parche no podía durar mucho, al cabo de un lapso relativamente corto, y sobre todo a partir de 1965, se comienzan a manifestar síntomas de debilidad en el organismo partidario y se presentan algunos choques que se explican inicialmente como “diferencias entre nuestra influencia ideológica y política y nuestra capacidad orgánica limitada”.
Así se van originando categorías que van integrando “la posible solución a la crisis del Partido”. Con tal orientación, el XV Congreso del Partido, y, en particular, el informe de C. Encarnación Pérez, representa la aglutinación de esta opinión de modificación administrativa del Partido, desafortunadamente, subsiste ahora esta orientación y por otra parte, las posibilidades de resolver realmente esta crisis son pocas y difíciles.
Hay otro intento de análisis crítico de la situación en donde circulan las voces del “cambio del presente”. Garaudy, Santiago Carrillo y el medil checoslovaco entusiasman a nivel de imitación.
No se trata, desde luego de desconocer las experiencias del movimiento revolucionario mundial. Se trata de aprovechar esas aportaciones, y otras, mediante un estudio de nuestra realidad que debe ser básicamente propio, o instrumentado y desarrollado con características y elementos de análisis nacionales. Tenemos que desarrollar en forma plena las características nacionales de la acción política y dentro de tal contexto, el organismo o esquema partidario y la política que debemos desarrollar en este país, aprovechando, evidentemente, las características del movimiento revolucionario mundial.

ACERCA DE LA LINEA
En el último Congreso del Partido, aparentemente se produjo un cambio significativo. Y con el título de precisión programática se incluyó en el informe central del Congreso una modificación interesante acerca del carácter de la revolución, sobre las fuerzas motrices del movimiento revolucionario y sobre la vía probable de la revolución. Súbitamente se propuso la modificación del carácter de la nueva revolución (que de liberación nacional se cambia por el de democrática, popular y antiimperialista), en un movimiento que ciertamente no nos iba a liberar de una supuesta colonización imaginada, supuesta o sobreentendida durante siete años. En consecuencia el esquema de contradicciones que situó al XIV Congreso se limitó con claridad, y adquirió características prioritarias la contradicción social oligarquía – imperialismo– pueblo mexicano, la cual una vez resuelta, será capaz de “sacar al país de la vía del capitalismo dependiente” .

LA ESTRUCTURA ECONOMICA ACTUAL EN MÉXICO
Primeramente habrá que observar que el método de análisis económico tiene un conjunto de claras limitaciones de la investigación económica vía categorías marxistas en el sentido clásico del término. Por otro lado y no a nivel de defensa ni justificación, es visible que el “análisis económico” dominante en la vida partidaria ha tenido un alto porcentaje de especulación y de subjetivismo y solo en contadísimas ocasiones realmente se intento presentar una opinión coherente y sistematizada, problema evidentemente conectado con el “ajuste” internacional tan estilizado en la vida partidaria. En otros grupos el intento de investigación marxista ha quedado en buenos deseos en virtud de la fetichizacion de las categorías marxistas y suponen que el análisis se ha dominado con solo agrupar cifras utilizando las estadísticas disponibles en cuota de plusvalía, de ganancia, composición orgánica de capital, etc. Tratando de evitar caer en este conjunto de vicios y desplantes de la izquierda mexicana y aun con las limitaciones señaladas, presentamos un intento inicial –sujeto, vía discusión seria. A modificaciones y profundizaciones posteriores– de dar una aproximación aproximada del “modulo del desarrollo” a largo plazo de nuestro país; de presentar los elementos mas relevantes de política económica desde finales de la revolución hasta la década de los setenta.
En este trabajo se parte de la hipótesis de que el desarrollo económico ha respondido a una mecánica estructural específica. Que se ha basado fundamentalmente en el control monopólico por parte de los estados de los insumos energéticos básicos, en el sostenimiento de una tasa de inversión infraestructural “para el desarrollo” y en una política de control y represión sobre las masas. Que esta estrategia global ha conformado el carácter capitalista de nuestro país. Se pone, por tanto, el mayor énfasis en el periodo clave y mas ilustrador de los destinatarios y usufructuarios de esta política de claro sentido burgués, es decir, en la etapa Cardenista y los treinta años de crecimiento económico posterior. Tratase al final, de caracterizar en sus rasgos mas relevantes –dependencia estructural con el imperialismo, la monopolización del capital y de la desigualdad social lógicamente resultante–, un tipo de sociedad burgués cuya supervivencia descansa en el ejercicio del poder político en formas instituidas como son el autoritarismo y la represión.
Es por esto que el supuesto frente antioligárquico –o democrático popular– se reduce a los sectores básicamente revolucionarios de la población: la clase obrera, los campesinos pobres y las capas medias. La experiencia y situación política de los “sectores reformistas” de la burguesía hacen dudar, a nivel de certeza política de su eventual participación en el proceso revolucionario. ¿Podemos encontrar como valido el criterio establecido de catalogar a una revolución por el carácter inestable de sus aliados?. Aun mas curiosa es la muy difundida idea de que “ante la imprevisión del curso de la acción y conciencia de la clase obrera”, habrá que garantizar su unidad acercando a los sectores rezagados bajo consignas no socialistas “pero haciéndolas llegar”.? Habrá en ella un mínimo de lógica política?. (Este malabarismo de ideas refleja nítidamente la desconfianza en las fuerzas propias y, en consecuencia, en la capacidad de absorber un movimiento vigoroso, definido ya como revolucionario).
Lo mas grave, sin embargo, es el carácter conciliador que tratan de introducirle al movimiento revolucionario y la limitación a priori de los objetivos socialistas, los que requieran una etapa procedente de acuerdo con la formulación actual.
Otro hecho que se inserta en la memoria política de la burguesía mexicana es la trayectoria del proceso revolucionario cubano, lo que la hará más repelente a la “unidad” con los sectores revolucionarios en el transcurso de los futuros combates por el poder.
Por todo lo expuesto, debe admitirse que el carácter de la revolución no admite caracterizaciones. Es decir, o es verdaderamente revolucionaria (socialista) o simplemente no lo es.
Es claro que el proceso revolucionario no tendrá las características “de laboratorio”, sino que va a producirse en el marco de una situación compleja y difícil que, con la sensibilidad e inteligencia que deberá imprimirle su vanguardia, buscará la presencia del mayor núcleo de fuerzas aliadas, pero sin rebajar el carácter de una revolución que no admite titubeos ni indefiniciones. Sobre el tipo de lucha, seguramente estas se darán en todos los terrenos; no debe mistificarse la acción de las masas y “autoconvencerse”, ni distorsionar o frenar el avance político de las masas a escalones de conciencia revolucionaria.
En otros términos, todo esto significa que la acción de las masas en México deberá contar entre los grupos revolucionarios a un conductor y orientador de sus luchas, pero también a un alimentador de sus conciencia que le haga concluir la necesidad de la acción revolucionaria.
En la actualidad, se suponen “aperturas democráticas” que, debe entenderse, el Estado burgués no esta dispuesto a otorgar, como se ha visto reiteradamente.
Además, en tales circunstancias, sería imposible la democracia sindical, universitaria, política, etc.
Puesto que el autoritarismo es la norma vital, sostén institucionalizado del control social, sobre la cual obligadamente debe marchar la política del régimen.
Ciertamente, la antidemocracia crea un profundo malestar y aumenta el potencial combativo del movimiento de las masas, lo que crea un profundo malestar y aumenta el potencial combativo del movimiento de masas, lo que crea circunstancias favorables para las posiciones revolucionarias pues a nivel nacional y regional, hacen posible captar fuerzas sociales que pueden (y esto depende de la vanguardia básicamente) avanzar hacia planteamientos, concepciones y posiciones claramente revolucionarios. Por esto mismo, ilusionarlas con la esperanza de una democratización significa poner un frente real al desarrollo del movimiento revolucionario.
Las formas de lucha a las cuales se recurre en la actualidad, además de convertirse en ley y rito convencional sobre el que ocurren todas las acciones de masas, se establecen dentro del juego de una legalidad burguesa, de la que somos más respetuosos que el propio Estado Burgués. Naturalmente debemos luchar por cualquier demanda –incluso la lucha por las libertades políticas– y emplear todas las formas de lucha (inclusive pacífica), pero con el claro objetivo de hacer avanzar la conciencia y organización del movimiento espontáneo de masas. En tal sentido, nuestra divisa debe estar claramente establecida.

NECESIDAD DE LA ACCIÓN DE AUTODEFENSA, FINES Y OBJETIVOS
El impedimento al cual se enfrenta el movimiento de masas en México es la fuerza represiva que practica a todos los niveles el Estado mexicano, por lo de que de una manera instintiva –de conservación– se han venido desarrollando formas de autodefensa armada. Sin embargo han aparecido en los momentos de auge de un movimiento y no resisten la represión que siempre ocurre. Por ello se ha desenvuelto una acción espontánea y múltiple de organización de autodefensa, sin embargo estos intentos han sido frustrados por la penetración policial y la frustración en el momento de la preacción.
Pero la necesidad sigue vigente. Para ello hay que formular los objetivos políticos de este tipo de acciones para que tengan perspectiva y sentido. El núcleo de autodefensa aparece insertado en el propio movimiento de masas desarrollando funciones ampliamente conectadas con el, en diversas tareas enmarcadas en un criterio de defensa y avanzadilla armada del movimiento revolucionario.
Un nexo clave del núcleo armado con el movimiento lo será el papel de detonador político para la preparación del movimiento de masas desprotegido o descabezado cuyas fuerzas internas son capaces de “concienciar” al sector social o fuerza que va a combatir o ser agredida quien con los métodos tradicionales –clásicas reuniones nacionales de “coordinación”, el cartel o la serie de carteles, los “paros” convocados por vanguardias y en el mejor de los casos seguidos parcial y pasivamente por una masa inconsciente no es motivada para la acción. Este tipo de estímulos políticos es una de las condiciones necesarias para la subsistencia de los núcleos sociales en especial cuando después de un combate son reprimidos y se encuentran ante una natural desconfianza y desencanto hacia los “planteamientos de desorganización y de lucha” que generalmente se les entregan. La acción armada se inserta en este cuadro como un factor estimulante de primer orden aun y cuando esta función no es una condición suficiente para desarrollar el movimiento plenamente ya que se conectan problemas que tienen que resolver los núcleos directamente ligados y semiligados al movimiento.
Otra función política del núcleo armado deberá ser su capacidad para interceder en la protección del movimiento, de sus acciones y de sus organizaciones (de masas y revolucionarias). Esta protección que de hecho desempeña labores paramilitares también se presenta como un parte del todo global del problema organizativo. Es decir, que se obliga el desenvolvimiento de lineamientos de organización clandestina (que no subterránea) con todos los elementos preventivos y de real conexión con el movimiento que esta implica.
En la escalada de represión y agresión de parte del Estado hacia el movimiento de masas y al movimiento revolucionario en general, como respuesta a sus niveles de acción y de peligrosidad política, encontramos que la burguesía ha tenido una amplia capacidad de impunidad, lo que le ha otorgado una visión mítica del ciudadano común que identifica claramente la situación de impotencia con el señalamiento obligado de que “con el gobierno no se puede”. La acción armada en este sentido debe jugar un papel dinámico de respuesta a las agresiones y presiones ejercidas sin que ello signifique un “defensivo” estático como el concepto clásico de la autodefensa sino comprendida en el contexto de la acción armada en su conjunto. En este sentido la avanzadilla armada del movimiento tendrá ciertamente un papel directamente ligado a el. Incluso como condición indispensable para su subsistencia y desarrollo.
Podemos resumir el contenido general de las opiniones anteriores con la siguiente expresión: la izquierda revolucionaria tiene la urgente necesidad de auto examinarse y redefinir. Esto brevemente, consiste en:
 Replantear la estructura organizativa, la mecánica de decisión, discusión y elaboración política. En suma, una reconcepción organizativa; aunque ahora podemos adelantar que, en cuanto a la vida anterior, lo que el análisis partidario nos entrega es lo que hay que eliminar. Sin eufemismos, lo anterior significa elaborar y decidir colectivamente. Este es un punto de partida esencial e indispensable para efectuar los cambios auténticos.
 Replantear la línea política, la estrategia de acción del modelo de organización del movimiento, las formas de lucha, etc.
 El equipamiento de un real instrumento de autodefensa de las acciones las organizaciones revolucionarias y, en general, del movimiento activo.
Se plantea en este momento como un problema inquietante la función que le corresponde jugar a la juventud en este proceso de discusión y de definición política actual. Hoy se ha comentado y cuestionado seriamente la existencia de la juventud comunista como tal y esto parte del contexto mas general, es decir, de la necesidad de dividir por edades las funciones de operatividad política comunista cuando la experiencia del movimiento revolucionario –Lenin, Mao, Ho, Fidel, etc.– es integrar a los jóvenes en el marco de una sola organización y solo ya tomado el poder se integra un especial organismo juvenil que supuestamente debe jugar un papel educador o incentivador del trabajo socialista. Y aun en estos países es ampliamente dudosa la efectividad política con que han actuado las “vanguardias juveniles”. Algunos compañeros –opinan que en un momento también era generalizada– pensábamos que crearían un conjunto de mecanismos para convertir atrayentes a la JC. y transformarla en una JC de masas. Bajo en este tipo de planteamientos se presento por principio una ruptura clara con las obligaciones practicas y políticas del movimiento de masas que solo en los ratos de ocio los métodos juveniles hacían su aparición mas bien utilizados como un medio de convivencia social en lugar de un método político de funcionamiento –incluso esta convivencia juvenil se daba al margen de cualquier sesuda formulación, sencillamente era la resultante de relación personal misma. Sin embargo es un intento –que para nosotros ha sido ley histórica– curiosos de “acoplar” la realidad a “nuestra” teoría en este caso, del desarrollo juvenil comunista, intentamos insistir durante años en obligar a la realidad a que no fuera rejega con nuestras concepciones. Lo mas sorprendente y el plan reiterativo es escuchar voces afortunadamente muy pocas–, algunas del mas “alto nivel, que insisten en señalar que el fracaso de esta orientación realmente no lo es ya que no se ha aplicado y que al serlo realmente si habrá posibilidades de realizar un balance de esta política.(¡¡).
Algunos compañeros –estos si muchos– plantean por todo lo anterior la necesidad de integrarse al Partido y disolver a la JC como organismo autónomo. Aquí también se evidencia algunos fenómenos reales que acompañan a esta proposición implícita o explícitamente. En primer termino hoy es observable que en la JC –estimulada, sobre todo, por sus cuadros médicos– hay una inquietud que se esta aproximando seriamente –como todo el desorden e incoordinación que acompaña a toda discusión que surge pronto y exclusivamente– al nivel de formulación política en todos los sentidos que surge pronto y exclusivamente– al nivel de formulación política en todos los sentidos y por ello hay que llevarla hasta sus ultimas consecuencias. El Partido por una serie de razones ya esbozadas antes, pero ilustradas regionalmente con mayor vigor y para ello la percepción de los militantes es clara, carece de pilaridad critica cuando menos en el corto plazo, por otro lado tomando como un hecho la situación de desconfianza de la base hacia el equipo de dirección de la JC, hacia el Partido, etc. una dirección inmediata a este provocaría la natural deserción de compañeros, que en las condiciones actuales son valiosas para el desarrollo del cambio de que tanto se habla.
Es por ello que el papel del JC debe orientarse en este periodo a sostener con mayor firmeza, coherencia y fundamento la serie de posiciones que están desenvolviéndose y continuar ampliando la discusión. Paralelamente en discusiones desenvolviéndose y continuar ampliando la discusión. Paralelamente en discusiones con el partido a todos niveles. Cuando esta serie de discusiones con el Partido a todos niveles. Cuando menos esta serie de consideraciones son las que perciben como perspectiva inmediata de actitud de la JC nuestra organización considerada como reserva y auxiliar ha demostrado ser mas que eso, y en la practica política ha obtenido toda la autoridad suficiente como para también discutir la línea política partidaria.
Por otra parte, existe en el país una clara tendencia unificadora de opiniones. Para ello tenemos indicadores suficientes, tales como el Grupo Comunista Internacionalista (t): así como de los católicos que sostienen un (cuadro) revolucionario autentico (camilistas, guevaristas, etc) y los sectores antisnobistas de los núcleos neoizquierdistas.
Este proceso de afirmación revolucionaria no ha sido sencillo. Todo lo contrario; ha sido el resultado de luchas internas y aproximaciones sucesivas hacia planteamientos comunes, derivados de la necesidad de operar cambios reales en la acción y concepción de la izquierda revolucionaria en México. El efecto caracterizador de este proceso indudablemente lo ha sido la acción de 1968.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aprueba Uruguay una ley contra acoso sexual. CIMAC

Regulará relaciones en el ámbito laboral y docente

Aprueba Uruguay una ley contra acoso sexual
Por Cristina Canoura
Montevideo, Uruguay, 1 sep. (CIMAC/SEMlac).- Una ley tendiente a prevenir y sancionar el acoso sexual, así como a proteger a las víctimas de ésta que se considera " forma grave de discriminación y de desconocimiento del respeto a la dignidad de las personas" fue aprobada por el parlamento uruguayo el pasado 18 de agosto.
La norma, que en junio no había conseguido el visto bueno de la totalidad del Senado, define como acoso sexual a "todo comportamiento de naturaleza sexual, realizado por persona de igual o distinto sexo, no deseado por la persona a la que va dirigido y cuyo rechazo le produzca o amenace con producirle un perjuicio en su situación laboral o en su relación docente, o que cree un ambiente de trabajo intimidatorio, hostil o humillante para quien lo recibe."
Como se desprende del texto, la ley regulará las relaciones laborales y de docencia, tanto en el ámbito público como en el privado.
El acoso sexual comprende requerimientos de favores sexuales que impliquen: "promesa, implícita o explícita, de un trato preferencial respecto de la situación actual o futura de empleo o de estudio de quien la reciba; amenazas, implícitas o explícitas, de perjuicios referidos a la situación actual o futura de empleo o de estudio de quien la reciba; (…) exigencia de una conducta cuya aceptación o rechazo sea, en forma implícita o explícita, condición para el empleo o de estudio."
Del mismo modo, involucra acercamientos corporales de naturaleza sexual, ofensivos para el destinatario o destinataria; el uso de expresiones (escritas u orales) o de imágenes de naturaleza sexual, que resulten "humillantes u ofensivas" para quien las reciba.
UN ÚNICO INCIDENTE PUEDE SER ACOSO SEXUAL
En la exposición de motivos que justifican la ley se reconoce esos actos entre personas del mismo sexo y se subraya que "las mujeres están mucho más expuestas a ser víctimas del acoso sexual porque carecen de poder y se encuentran en posiciones más vulnerables".
Se fundamenta, asimismo, que las mujeres "también corren peligro de padecer esta conducta cuando se las percibe como competidoras por el poder".
"Es una situación de violencia de género porque se apoya en patrones culturales, estereotipos y prácticas arraigadas en las relaciones de poder abusivas entre hombres y mujeres, que se reflejan tanto en el entorno privado y doméstico como en ámbitos de accionar social, como son las relaciones laborales o de docencia", refiere el texto.
También se considera el acoso sexual como "un problema de salud que repercute en el medio ambiente de trabajo generando riesgos de accidentes o enfermedades de carácter laboral" e "incidiendo negativamente en los niveles de rendimiento y productividad de las empresas".
Con 17 artículos, la nueva ley estipula que serán responsabilidad del empleador o directivo los actos de acoso sexual cometidos por sus dependientes u otra persona vinculada al lugar de trabajo o centro de actividad docente, "en tanto haya tenido conocimiento de su ocurrencia y no haya tomado medidas para corregirla."
Cuando el autor del acoso sexual fuera un trabajador dependiente, será sancionado de acuerdo con la gravedad del comportamiento, pudiendo ser despedido por notoria mala conducta y, en caso de ser funcionario público, la conducta será calificada de falta grave, explicita el texto legal.
La Inspección General del Trabajo y de la Seguridad Social del Ministerio de Trabajo es la encargada de velar por el cumplimiento de la ley.
Además, será obligación del empleador o directivo de la enseñanza proteger la intimidad de las personas denunciantes o víctimas, "debiendo mantener en reserva las actuaciones que se cumplan, así como la identidad del o la víctima y de quienes sean convocados a prestar testimonio en las investigaciones."
Cuando los sindicatos reciban denuncias de acoso sexual, estarán facultados para concurrir ante la Inspección General del Trabajo y de la Seguridad Social y a solicitar la constitución de la Inspección en el lugar de trabajo.
La víctima de acoso sexual tendrá derecho a reclamar al responsable una indemnización mínima por daño moral equivalente a seis meses de salario.
En caso de que la persona acosada sea despedida o sancionada en los siguientes 180 días después de haber interpuesto la denuncia, el despido será calificado de abusivo y dará lugar a la indemnización de seis meses de salario, que se acumularán al despido laboral común. Para calcular la indemnización se tomará como base el salario del trabajador responsable del acoso sexual.
09/CC/LG

domingo, 30 de agosto de 2009

Campesinos miembros de la UCI fueron interceptados y secuestrados

México, D.F., 25 de agosto de 2009.

LIC. MARIO MARÍN TORRES
GOBERNADOR DEL ESTADO DE PUEBLA
LIC. MARIO MONTERO SERRANO
SECRETARIO DE GOBERNACIÓN DE PUEBLA
LIC. RODOLFO IGOR ARCHUNDIA SIERRA
PROCURADOR GENERAL DE JUSTICIA DE PUEBLA
La Secretaría de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos del Secretariado Nacional del PRD, esta tarde, tuvo conocimiento que los CC. ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO, fueron interceptados por un vehículo color rojo y subidos en él, cuando caminaban entre la carretera Tepango de Rodríguez hacia Zapotitlán de Méndez, carretera interserrana que comunica a Zacapoaxtla en el estado de Puebla.
Se nos ha informado que hasta este momento las 21:15 horas, estas personas siguen sin aparecer.
La preocupación de esta Secretaria la fundamentamos en que la Unión Campesina Independiente (UCI) desde hace años ha venido denunciando que ha sufriendo amenazas, torturas, asesinatos, por parte del grupo Antorcha Campesina lo que nos hace temer que el levantamiento de los CC. ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO, sea parte de este hostigamiento.
Solicitamos de manera urgente:
1.- Que se haga una exhaustiva investigación para dar con el paradero de: ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO y sean presentados inmediatamente con vida.
A T E N T A M E N T E
MARIA DEL SOCORRO CESEÑAS CHAPA
SECRETARIA DE SEGURIDAD, JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS
DEL SECRETARIADO NACIONAL DEL PRD

PRD :: UN NUEVO ESPÍRITU
Benjamín Franklin No.84, 6º Piso, Col. Escandón,
C. P.11800, Deleg. Miguel Hidalgo, México, D. F..
Tel: 10858109 / 10858109 soprdcesenas@live.com.mx
Núm. EXP. PRD/SSJDH/122/2009.
Núm OF. SSJDH/342/2009.
Asunto: ACCIÓN URGENTE

México, D.F., 25 de agosto de 2009.

LIC. MARCIA MARITZA BULLEN NAVARRO
PRESIDENTA DE LA COMISIÓN DE
DERECHOS HUMANOS DE PUEBLA
La Secretaría de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos del Secretariado Nacional del PRD, esta tarde, tuvo conocimiento que los CC. ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO, fueron interceptados por un vehículo color rojo y subidos en él, cuando caminaban entre la carretera Tepango de Rodríguez hacia Zapotitlán de Méndez, carretera interserrana que comunica a Zacapoaxtla en el estado de Puebla.
Se nos ha informado que hasta este momento las 21:15 horas, estas personas siguen sin aparecer.
La preocupación de esta Secretaria la fundamentamos en que la Unión Campesina Independiente (UCI) desde hace años ha venido denunciando que ha sufriendo amenazas, torturas, asesinatos, por parte del grupo Antorcha Campesina lo que nos hace temer que el levantamiento de los CC. ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO, sea parte de este hostigamiento.
Solicitamos de manera urgente su intervención para:
1.- Que se haga una exhaustiva investigación para dar con el paradero de: ROSA MARIA MELCHI ANGEL, JUAN CASTILLO VELAZQUEZ, LEONARDO GOMEZ GALINDO y FRANCISCO HERNANDEZ GALINDO y sean presentados inmediatamente con vida.

A T E N T A M E N T E

MARIA DEL SOCORRO CESEÑAS CHAPA
SECRETARIA DE SEGURIDAD, JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS
DEL SECRETARIADO NACIONAL DEL PRD
PRD :: UN NUEVO ESPÍRITU
Benjamín Franklin No.84, 6º Piso, Col. Escandón,
C. P.11800, Deleg. Miguel Hidalgo, México, D. F..
Tel: 10858109 / 10858109 soprdcesenas@live.com.mx
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SECRETARIADO NACIONAL
SECRETARÍA DE SEGURIDAD, JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA