Sindicalismo Universitario México

La crisis de la universidad mexicana y el sindicalismo universitario

La crisis de la universidad mexicana y el sindicalismo universitario
Luis Ortega Morales
Pubicado en Foro Universitario 1978

El presidente de la república, licenciado José López Portillo, solicitó recientemente —hace apenas unas semanas— un pri mer periodo extraordinario de sesiones a la quincuagésima legislatura nacional, con el fin de resolver entre otros asuntos el de la relación entre el Estado y la universidad pública.

La prontitud de esta medida, que pasó por encima de los acuerdos de la XVIII Reunión Ordinaria de la Asamblea General de la Asociación Nacional de Uni versidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUlES), tiene como explicaciones inmediatas, en primer lugar, la estructura de la próxima legislatura, y, en segundo, los acuerdos que en materia de educación superior son ya consenso entre los universitarios.

Como es sabido, en el próximo mes de julio se efectuarán las elecciones para diputados federales, enmarcadas en el contexto de las últimas reformas a la Constitución y su correspondiente ley reglamentaria (Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, LOPPE), lo cual posibilitará la llegada a la Cámara de nuevos partidos políticos. La relevancia de esa medida estriba en el hecho de establecer determinadas condiciones para que algunos partidos de izquierda obtengan algún puesto en la Cámara, principalmente por su participación en las elecciones correspondientes a los distritos plurinominales o de representación proporcional, toda vez que obtengan su registro definitivo al obtener el uno y medio por ciento de la votación nacional a su favor.

Es del conocimiento público que la posición de estos partidos respecto a los problemas universitarios es resultado de su incesante participación en ellos, y con una larga experiencia; lo cual les ha permitido presentar una alternativa nacional propia, y para el conjunto de la educación superior en el país. Esta posición, plasmada en experiencias tan importantes como la de la Universidad Autónoma de Puebla, les ha dado autoridad y sobre todo fuerza para generar una fuerte discusión respecto de las proposiciones enarboladas en la Cámara, la cual probablemente dificultaría cualquier sorpresa de legislación a este respecto. Resaltamos este aspecto, ya que es el tema de nuestra exposición, con lo cual no pretendemos colocar en un papel secundario las opiniones —no poco importantes— que han tenido estos partidos en otros ámbitos de la política nacional.

Decíamos pues, que otro de los elementos presente en la iniciativa del Ejecutivo federal reside en el consenso que entre los universitarios han obtenido algunas proposiciones. Tales son los casos respecto a la necesidad de elevar a garantía constitucional el concepto de autonomía universitaria; los requerimientos de legislar respecto de las relaciones laborales en estas instituciones y el acuerdo de la ANUlES con celebrar una próxima asamblea general extraordi naria para modificar su estructura orgánica.

En el primer caso, surge la necesidad tanto para el Estado como para los par ticipantes del movimiento universitario de adecuar a las condiciones actuales del desarrollo del país las funciones y objetivos de la universidad mexicana, sobre todo porque a raíz de las modificaciones estructurales surgidas en los úl timos años, resulta evidente que las funciones dadas por el Estado a la educación superior han sido superadas sustancialmente. En este marco debe ubicarse consecuentemente los objetivos de la Reforma Universitaria. Pasaremos entonces a analizar esta situación.

A partir de los años cuarentas, según señalan distintos autores, se inició el establecimiento del modelo de “desarrollo estabilizador”, que tenía como principales objetivos el desarrollo sostenido de la economía mexicana a través del impulso del crecimiento del sector industrial y agrícola, y con bajas tasas de inflación. En este periodo, ramas industriales como la metalúrgica, la química básíca, la eléctrica y otras, fueron consideradas como puntales; asimismo, creció la inversión extranjera directa y se conformó el sector monopolista de la economía. Las deformaciones que en el desarrollo del país provocó dicho modelo hicieron sentir sus efectos a finales de la década de los sesentas.

Sin embargo, otros renglones de beneficio social, como la educación, se vieron afectados con la política restriccionista del gasto pdblico. El gasto educativo total de la federación para 1960 era escasamente de 3,000 millones de pesos y para 1970 se elevó a 12,000 millones, para atender respectivamente a 6.64 y 11.50 millones de alumnos inscritos en todo el sistema educativo nacional, esto significaba un 15.50% y un 22.69°/o de póblación atendida en relación con la población total del país en los años respectivos. Para los años 1958, 1960 y 1964, el gasto educativo representaba el 1.6%, 2.91% y 3.06% del PNB respectivamente. El sistema educativo superior atendía 70,000 estudiantes, y en 1970 estos ascendían ya a 194, 090 estudiantes.

El abandono que los distintos regímenes produjeron respecto de la formación de profesionistas y técnicos, no correspondía a las necesidades del desarrollo económico nacional. Consecuencia de esto fue el bajo nivel académico y el anquilosamiento de las instituciones de educación del país.

Es por ello que el movimiento estudiantil de 1968 no sólo puede explicarse con razones ideológicas o políticas. La inquietud de los estudiantes era producto también de sus condiciones de estudio y de sus preocupaciones debidas a su papel social como profesionistas.

El trato que a las universidades se les daba era tótalmente secundario; la importancia que podían tener en el modelo de desarrollo nacional no pasaba más allá de una formación ideológica sancionadora del sistema; nada justificaba las demandas estudiantiles de desarrollo universitario, de elevación del presupuesto, de una mejor formación de científicos y técnicos, de Reforma Universitaria radical, etcétera. Importantes movimientos nacionales fueron destruidos mediante la más cruel represión y apagados con las ballonetas del ejército mexicano. El cuerpo de paracaidistas asaltó el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Michoacana, la Universidad de Sonora. Los estudiantes, no en pocas ocasiones, demandaban el esclarecimiento de asesinatos de sus compañeros. La autonomía universitaria era pisoteada. El movimiento de 1968 significaba también el repudio a un sistema económico y a un modeloo de desarrollo que deformaba al país, el rechazo a una ideología caduca, y, la exigencia de reconocer que las funciones de la universidad mexicana debían adecuarse a las condiciones nacionales.

El modelo de desarrollo compartido impulsado por el presidente Luis Echeverría —quien trató de modificar la política económica de los últimos gobiernos— se manifestó principalmente en un incremento inusitado del gasto público, con las consecuencias evidenciadas en 1976. Aunque se generó un desarrollo importante en el país, la crisis del desarrollo capitalista se agudizó, los conflictos sociales y políticos se acrecentaron.

La educación nacional recibió un gran apoyo económico y se produjo una considerable modificación en su estructura. En 1973 se creó el Consejo del Sistema Nacional de Educación Técnica y en diciembre de 1975 la Ley Nacional de Educación para Adultos. El presupuesto educativo se incrementó en 8, 000 millones de pesos en 1970 y en 40,000 millones en 1976, y la inscripción pasó de 5 millones a 16 millones 600, 000 educandos. Se crearon instituciones como la Universidad Metropolitana, el Colegio de Bachilleres y el Colegio de Ciencias y Humanidades; se fundaron 1, 012 instituciones técnicas, de las cuales 17 correspondían a institutos tecnológicos agropecuarios de nivel superior y 26 a institutos tecnológicos regionales, así como el Instituto Nacional de Ciencia y el Tecnología (CONACYT) .
El presupuesto destinado a las universidades era para 1970 de 1, 087 millones de de pesos; en 1976 aumentó hasta 8 500 millones, de los cuales se destinaron para las universidades de provincia 1 500 millones. Para esos años, la población estudiantil ascendió de 208, 000 a 496 133 estudiantes y las universidades de provincia pasaron de 93, 000 estudiantes en 1970 a 180 000 en 1976.6. Se estima que para el periodo de 1977-1978 habrá en el sistema de educación superior unos 100 000 estudiantes, de acuerdo con la tasa de crecimiento identificada en un 15% a 18% anual.
El impulso a la educación de ninguna manera consistía en una simple benevolencia del Estado a los universitarios; cada medida se orientaba al objetivo de crear una estructura correspondiente a las necesidades del desarrollo nacional. Durante el régimen que analizamos fue impulsada la idea de la industrialización del campo y se dejaron bien sentadas las bases para ello, lo cual implicaba tener una infraestructura de cuadros medios suficiente para cumplir esta tarea, para lo que se optó por el camino de desaparecer la mitad del sistema normal rural y crear en su lugar las escuelas secundarias tecnico agropecuarias, no sin antes expulsar a más de trescientos estudiantes y casi deshacer la Federación de Estudiantes Socialistas de México, de amplia trayectoria democrática y de la cual uno de sus presidentes fue Lucio Cabañas; de desarticular las es cuelas secundarias prevocacionales del Instituto Politécnico Nacional creando las escuelas de enseñanza técnica, industrial, y comercial, y de separar las es cuelas preparatorias de las universidades para ubicarlas en el Colegio de Ba rse chilleres, etcétera.
 Las universidades no fueron ajenas a las fuertes convulsiones sociales que se las presentaron en este periodo en el país, sino por el contrario, fueron protagonistas importantes, sobre todo después de las experiencias del movimiento de 1968 y de la represión del “jueves de corpus” —10 de junio de 1971—. Los universitarios, en su despertar nacional, participaron en el ascenso del movimiento obrero, campesino y popular mediante una actividad de agitación permanente. La alta concentración de la tierra y la formación de grandes capitalistas en el campo amplió la lucha por la tierra. Miles de grupos campesinos tomaban propiedades agrarias y exigían su reparto con la orientación, y en no pocas ocasiones con la dirección de estudiantes. La crisis económica, la reducción del poder adquisitivo de los salarios, producto de la inflación y el incremento de precios, avivó las protestas de los obreros, quienes en este periodo acrecentaron sus luchas mediante prolongadas huelgas, exigiendo reivindicaciones económicas y una representación auténtica de sus dirigentes. Las luchas de los trabajadores de Cinsa-Cifunsa, Spicer, Kelvinator, Mobilis Lis, IACSA, Volkswagen, Nissan, Sidena, etcétera, son algunos ejemplos. La toma de locales sindicales por el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, las luchas de los obreros metalúrgicos de la Fundidora de Monterrey, y las jornadas por la democracia sindical impulsadas primero por el antiguo STERM y posteriormente por la Tendencia Democrática del SUTERM, demostraban el ascenso del movimiento obrero y su interés por luchar a fondo contra el charrismo sindical. En estos movimientos los universitarios encontraron el camino que orientaba su papel como parte de la sociedad, y la necesidad de hacer profundas transformaciones a la universidad mexicana.
Las gigantescas inmigraciones del campo a la ciudad y el retraso a la solución de los problemas urbanos se tradujeron en luchas por una habitación digna, lo cual propiciaba la formación de colonias populares y de movimientos de ocupación de zonas urbanas. Las colonias Francisco Villa en Chihuahua, Rubén Jaramillo en Morelos, Emiliano Zapata en Puebla, Campamento 2 de octubre en Netzahualcóyotl, Cerro del Judío en el D.F., etcétera, se sumaban a la insur gencia popular.
También se mantenían en actividad algunos núcleos de guerrilleros rurales y urbanos, muchos de ellos compuestos por activistas y dirigentes del movimiento estudiantil, quienes buscaban una alternativa distinta para el movimiento revolucionario nacional, llegando a conformar una verdadera organización nacional a la cual denominaron “Coordinadora Nacional”, que aglutinaba las principales organizaciones, y, quizás hubiese podido fructificar de no ser por sus graves diferencias internas y por la fuerte represión de que fueron objeto por parte del régimen.
El cambio en la fisonomía política del país estaba dado; la crisis de la estructura capitalista en México se expresaba en múltiples formas, y se definían otros campos políticos con alternativas de solución distintas. El reacomodo de fuerzas como un proceso de adecuación desplazaba del grupo de poder hegemónico a medianos industriales y comerciantes, y se deslindaban los campos de la actividad económica del Estado. La unidad del sector público con el capital financiero, como solución a los problemas nacionales a través del impulso de la economía mixta, hacía de este último una fuerza que empujaba hacia la determinación de una política que beneficiara sus intereses. Sin embargo, la presencia del movimiento democrático y los avances en su cordinación fortalecidos con la construcción del Frente Nacional de Acción Popular, obligaba al régimen a tomar en cuenta esta fuerza. La demanda de los partidos de izquierda de una reforma política conseguía cada vez más adeptos y se presentaba como solución a la crisis. La presencia de nuevos partidos políticos permitía elevar la conciencia de las masas, ya que enarbolaban planteamientos sólidos difíciles de destruir únicamente con la represión. La reforma electoral fue propuesta en el régimen de Echeverría.
Las transformaciones en la estructura política .y económica del país tuvieron repercusiones en las universidades. A las funciones asignadas a estas últimas en periodos pasados se les agregaban hoy nuevos elementos, no sólo por la nueva estructura educativa nacional sino también por las transformaciones que introdujeron los universitarios. La educación técnica dejó de ser exclusiva del Instituto Politécnico y, además, la educación media superior dejaba de ser sólo facultad de las universidades. Los estudiantes universitarios demandaban una mayor participación en el curso educativo y la redefinición de las funciones de sus instituciones, exigiendo una universidad que los formara críticamente ante los problemas sociales.
En distintas universidades la transformación educativa modificaba su fisono mía, impulsando reformas universitarias, creando nuevas carreras, desarrollando la inve&tigaci6n y revisando los métodos de enseñanza. Las preparatorias popu lares eran una exigencia para facilitar el ingreso de las más amplias capas de la población, rechazando así el viejo concepto de la universidad elitista, al mismo tiempo que se impugnaban las forma’s autoritarias y despóticas del gobierno.
La política federal de transformación de la educación chocaba con antiguos privilegios que los grupos de poder locales habían mantenido a través de las universidades. En no pocos casos, los gobernadores estuvieron a la zaga de estas transformaciones, no viendo otra cosa en la política presidencial que golpes hacia los rectores que ellos apoyaban. Muchos de ellos se manifestaron en contra de esta política y obstruyeron los incrementos de subsidio, reprimiendo además los intentos democratizadores de los universitarios. Esta nueva situa ción, aunada a los intereses propios de los grupos democráticos, propició el desarrollo de enfrentamientos contra las autoridades universitarias y guberna mentales, a pesar de las facilidades que la Secretaria de Educación Pública les otorgó para resolver los problemas. El incremento al financiamiento para las universidades significaba una posibilidad para que los grupos de poder de estas se consolidaran y pudieran así disminuir las posibilidade de avance de las fuerzas democráticas. Universidades como las de Aguascalientes, Chihuahua, Veracruz, y Nuevo León, Estado de México, Chiapas, y Nacional Autónoma de México, aprovecharon muy bien este apoyo consolidando a autoridades y grupos de poder, desarrollando sus niveles académicos y otras iniciativas, destruyendo así toda la posibilidad de influencia de los grupos democráticos; otras universidades, donde la correlación de fuerzas no estaba aún definida, tanto entre los propios sectores del gobierno estatal y las autoridades universitarias, así como entre las filas del movimiento democrático, se vieron retrasadas en su transformación y todavía se encuentran en serios conflictos. En este contexto se dieron también avances muy importantes en algunas universidades en donde las fuerzas democráticas pudieron realizar serias transformaciones y destruir viejas formas que impedían el desarrollo de las instituciones. La falta de alternativa de las autoridades y una correlación de fuerzas favorable permitió la llegada de autoridades democráticas que supieron aprovechar las nuevas condiciones, no sin antes pasar por agudos enfrentamientos. Se dieron procesos de democratización en las universidades de Zacatecas, Guerrero, Sinaloa y Puebla, y resurgieron demandas de transformación en varias escuelas del Politécnico así como procesos importantes: el cogobierno en la Escuela Nacional de Economía, Medicina, Ciencias, Colegio de Bachilleres; el autogobierno en Arquitectura, etcétera, de la Universidad Nacional. El impulso de una educación científica, democrática, crítica y popular —como la definió el programa del FNAP— tomaba en cuenta el surgimiento del movimiento social del país y las transformaciones en el desarrollo científico que se daba en las universidades. El socialismo científico como método de análisis se desarrollaba en las instituciones educativas, permitiendo encontrar elementos para la transformación radical de los planes y en programas de estudio. Todos estos fenómenos crearon una alternativa importante a la educación superior en México, y un modelo de desarrollo de la universidad mexicana.
La autonomía universitaria, en este contexto, pasaba a ser una de las cues va tiones más importantes que permitía a los universitarios desarrollar sus luchas u- internas e imprimirles a sus centros de estudio las modificaciones que de acuerdo lo a la correlación existente resultaran posibles. La educación científica, la estruc ad tura democrática y la posición crítica, pasaban a formar parte del concepto or de autonomía, rechazándose al mismo tiempo todo intento del régimen por us intervenir en los asuntos internos y desatenderse de su obligación de financiar os la educación superior.

Los objetivos del Estado, una vez creada esta estructura, no permitían alter nativas y modelos distintos para cada universidad. La homogenidad del sistema educativo nacional para cada uno de los distintos niveles debería corresponder a las necesidades de desarrollo económico y social del país, para lo cual se hizo

la necesario definir las medidas tendientes para ello, creando así un sistema nacional no de educación superior con la intención de introducir en éste todas las univer te sidades. La primera medida buscaba la definición de las carreras que en éstas

se impartían y la planificación d& su crecimiento, lo cual involucraba inmediata- os mente los aspectos de financiamiento condicionado; para lo cual se adoptó la las decisión de separar las preparatorias de las universidades y crear el Colegio de de Bachilleres. La aceptación de estas medidas fue impulsada utilizando el presu ue puesto. El nuevo modelo incluía la reducción del gasto público sin restringir el Ofl crecimiento del sistema, y para ello se impulsaba la creación de formas de do financiamiento propias. De-esta forma se daban las posibilidades de la creación

de centros de producción industrial y agropecuaria, fideicomisos, aumentos de

el cuotas y becas-crédito, etcétera.

El impulso de estas medidas por parte del régimen pasaba necesariamente

les por efiminar los obstáculos que a esta política se oponían, de aquí el intento Las de Luis Echeverría de legislar sobre autonomía universitaria en un marco cons as titucional tendiente a restringir este proceso. Ante esta medida, que pretendía

23

1

L

Lrios para cada uno de los problemas de la educación, con un programa real de

sin transformación y no sólo de agitación, que necesitamos enarbolar tanto en la

arti- discusión política como en la movilización permanente, buscando con ello atraer

i de a las masas universitarias y ganar otros sectores de la población.

ollo

del Sindicalismo universitario

erar

Encontramos la estructura actual del sindicalismo universitario a partir de 1972;

Las con el movimiento de huelga desarrollado por el Sindicato de Trabajadores

s de y Empleados de la UNAM (STEUNAM) y la constitución de la Federación -

i en de Asociaciones y Sindicatos de Trabajadores al Servicio de las Universidades —

evos e Institutos de Enseñanza Superior de la República Mexicana (FASTSUIESRM).

ente En años anteriores existieron movimientos importantes de organización de los

mo trabajadores universitarios, que aisladamente demandaban reivindicaciones sala-

Estas riales. En 1964, los trabajadores administrativos y el personal docente de la Uni

las versidad de Nuevo León constituyeron el Sindicato de Trabajadores de la

ntos Universidad de Nuevo León agrupando en su seno a empleados y profesores,

pre- y en ese mismo año se organizó en la UNAM el Sindicato de Profesores

im- (APUNAM). A partir de los años sesentas surgen sindicatos como el de Tra ecta bajadores Administrativos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos

(STAUAEM), en Guerrero el de Trabajadores Administrativos y de Intendencia obre al Servicio de la Universidad Autónoma de Guerrero (STAISUAG), en Tlax icio.. cala el de Trabajadores Administrativos y de Intendencia al Servicio del Insti ema tuto de Estudios Superiores del Estado de Tlaxcala (STAISIESET); en Puebla rmal existía la Asociación de Trabajadores Administrativos (ATAUAP) desde 1956; un en Michoacán, desde 1938 se constituyó el Sindicato Unico de Empleados de

e el la Universidad (SUEUM); y el 18 de octubre de 1933 se creó el Sindicato de

titu- Empleados y Obreros de la Universidad Nacional (SEOUNAM).

y a Estas organizaciones sindicales desarrollaban una lucha por reivindicaciones

rollo económicas —como característica principal— sin pretender, excepto algunos ca sos, su reconocimiento oficial por parte de las autoridades universitarias o la dad borales.

edu- El ascenso del movimiento obrero nacional que se gestaba en ese entonces, bási- producto del agravamiento de las condiciones de vida de los trabajadores, y el Lece- crecimiento de las universidades, impulsó a los trabajadores universitarios a la ción defensa de su economía. Las organizaciones de trabajadores administrativos que ción participaron en el Primer Congreso de la FSRSUIESRM se mostraron parti esto darias de las posiciones meramente economistas, y con una escasa visión de la tito- problemática educativa nacional, El STAUAEM, el STAISIESET, el STAISUAG, erca el STEUNAM, el SUEUM, el STUNL, la ATAUAP, y la ATAUNAM plan tua- tearon la conquista de mejores prestaciones salariales y condiciones laborales

más adecuadas. Con excepción del STEUNAM y la ATAUAP, todas las de-

e la más organizaciones tenían reconocida su existencia jurídica en las Juntas de

;eno Conciliación. La promulgación de la Nueva Ley Federal del Trabajo en 1970,

rnos en la que se restringió la sindicalización de aquellos trabajadores sujetos a en estatutos especiales, dificultó las posibilidades del reconocimiento de otros sin-

por dicatos que posteriormente se formaron.

Es en este contexto en el que se da el surgimiento de las organizaciones sin dad dicales de trabajadores universitarios.

El 25 de octubre de 1972 estalló la huelga del STEUNAM, por el estableci

cido miento de relaciones colectivas de trabajo acordadas bilateralmente; no des-

- ,.n e haber realizado gestiones para su reconocimiento legal ante la Junta

las Federal de Conciliación y Arbitraje, el cual les fue negado. Hasta entonces los u sindicatos universitarios se encontraban inmersos en una estructura que no les

e permitía defender sus derechos como trabajadores, lo cual los impulsó a cues

tionarla con el propósito de orientarla hacia la consecusión de sus objetivos. Li

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-el académicos podrían hacer corresponder la reforma administrativa con la trans las formación académica y de gobierno; el cambio de la relación autoridad admi nistrativa-empleado-ejecutor, por otras formas en las que se incluyan las opi lel niones de los trabajadores para el mejor desempeño de sus funciones, supe raria a su vez uno de los principales obstáculos en la Reforma Universitaria

ue la burocratización.

Esta perspectiva puede dar a los trabajadores administrativos una mejor no comprensión de su papel como universitarios, más allá de las relaciones obrero- la patronales, permitiéndoles ver además con mayor profundidad el papel de los Les sindicatos académicos y el de los estudiantes, fortaleciéndose así la unidad de

objetivos sindicales y universitarios, estableciendo condiciones favorables para

la fusión de los sindicatos de trabajadores administrativos y académicos.

IS- Los sindicatos de trabajadores académicos que en la mayoría de las univer sidades —después de su creación en la UNAM, UAP, UAG y UAS— fueron

ad prohijados, también por la naturaleza del trabajo que desarrollaban sus agremia u- dos no sólo presentaron demandas gremiales y económicas sino que exigieron el la modificación de la estructura académica de las universidades. de Esta fue la principal razón que condujo al rector de la UNAM a presentar se su proyecto restriccionista de los derechos laborales en las instituciones uni versitarias, basando sus principales argumentos en la existencia de un vacío

o. } jurídico al respecto. No es por ello casual que en su última proposición separe aa el derecho de contratación colectiva de los trabajadores administrativos y a- restrinja el derecho a la huelga de los académicos.

Por la importancia de este punto, deberemos detenernos para un análisis par ticular.

El doctor Soberón es uno de los principales impulsores de la legislación laboral universitaria; su proyecto no sólo busca la regulación de las relaciones laborales sino también coadyuvar a la precisión de las relaciones del Estado con la universidad, ya que propone en su iniciativa una mayor intervención de aquél sobre las decisiones autónomas de las universidades, por ejemplo mediante la participación de los presidentes de las juntas de conciliación en la solución de los conflictos que sólo competen a los universitarios. Tanto su proposición de agregado al Artículo 123 constitucional como su última

a- proposición mantienen este principio. Por esto se ha convertido en el principal restriccionista de la autonomía universitaria.

la Su concepto de autonomía es restrictivo no sólo para los sindicatos sino también para el conjunto de los universitarios, ya que limita la participación de éstos en los marcos puramente academicistas. Su propuesta no. toma en cuenta que el desarrollo de las universidades ha permitido la organización de

a- sus trabajadores y que, como tales, no pueden dejar de expresar sus opiniones

u- respecto al conjunto de las esferas universitarias. Es precisamente el surgi

1- miento de estas organizaciones —producto de situaciones objetivas— lo que

[ ha venido a agudizar la crisis de la universidad tradicional y todo aquel com plejo de conceptos y prácticas que rectores como el de la UNAM tratan de

preservar.

a El doctor Soberón parte de la separación absoluta entre las relaciones aca démicas y laborales, presuponiendo que los sindicatos sólo deben tener fun a ciones estrictamente limitadas a la consecusión de mejorías económicas de sus

1- afiliados; según el rector de la UNAM, la posibilidad de que los trabajadores

e universitarios participen en las relaciones académicas arrojaría un saldo nega tivo para las instituciones de enseñanza superior, pues los fines académicos serían entonces definidos por intereses económicos gremialistas, lo cual redun daría supuestamente en la supresión de la libertad de cátedra e investigación

- por un lado, y en la disminución del nivel académico por el otro, ya que

e se obligaría a los profesores a impartir sus cátedras con un sentido predeter

u minado por la organización sindical, debido al ingreso a la universidad de

s profesores afines a los intereses del grupo hegemónico en el sindicato. Por -

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-el académicos podrían hacer corresponder la reforma administrativa con la trans las formación académica y de gobierno; el cambio de la relación autoridad admi nistrativa-empleado-ejecutor, por otras formas en las que se incluyan las opi lel niones de los trabajadores para el mejor desempeño de sus funciones, supe raría a su vez uno de los principales obstáculos en la Reforma Universitaria:

ue la burocratizacjón.

si- Esta perspectiva puede dar a los trabajadores administrativos una mejor no comprensión de su papel como universitarios, más allá de las relaciones obrero- la patronales, permitiéndoles ver además con mayor profundidad el papel de los Les sindicatos académicos y el de los estudiantes, fortaleciéndose así la unidad de u: objetivos sindicales y universitarios, estableciendo condiciones favorables para

la fusión de los sindicatos de trabajadores administrativos y académicos.

Los sindicatos de trabajadores académicos que en la mayoría de las univer

si- j sidades —después de su creación en la UNAM, UAP, UAG y UAS— fueron

ad prohijados, también por la naturaleza del trabajo que desarrollaban sus agremia

Ii dos no sólo presentaron demandas gremiales y económicas sino que exigieron

el la modificación de la estructura académica de las universidades.

de Esta fue la principal razón que condujo al rector de la UNAM a presentar

se 1 su proyecto restriccionista de los derechos laborales en las instituciones uni

versitarias, basando sus principales argumentos en la existencia de un vacío

1 jurídico al respecto. No es por ello casual que en su última proposición separe

la el derecho de contratación colectiva de los trabajadores administrativos y a- restrinja el derecho a la huelga de los académicos.

Por la importancia de este punto, deberemos detenernos para un análisis par

11- ticular.

O- El doctor Soberón es uno de los principales impulsores de la legislación

laboral universitaria; su proyecto no sólo busca la regulación de las relaciones

laborales sino también coadyuvar a la precisión de las relaciones del Estado

la con la universidad, ya que propone en su iniciativa una mayor intervención

g- de aquél sobre las decisiones autónomas de las universidades, por ejemplo

o- mediante la participación de los presidentes de las juntas de conciliación en

la solución de los conflictos que sólo competen a los universitarios. Tanto

su proposición de agregado al Artículo 123 constitucional como su última

a- proposición mantienen este principio. Por esto se ha convertido en el principal

la restriccionista de la autonomía universitaria.

la Su concepto de autonomía es restrictivo no sólo para los sindicatos sino

también para el conjunto de los universitarios, ya que limita la participación

de éstos en los marcos puramente academicistas. Su propuesta no toma en

cuenta que el desarrollo de las universidades ha permitido la organización de

sus trabajadores y que, como tales, no pueden dejar de expresar sus opiniones

respecto al conjunto de las esferas universitarias. Es precisamente el surgi

miento de estas organizaciones —producto de situaciones objetivas— lo que

a ha venido a agudizar la crisis de la universidad tradicional y todo aquel com

plejo de conceptos y prácticas que rectores como el de la UNAM tratan de

u preservar.

a El doctor Soberón parte de la separación absoluta entre las relaciones aca

démicas y laborales, presuponiendo que los sindicatos sólo deben tener fun

a ciones estrictamente limitadas a la consecusión de mejorías económicas de sus

1- afiliados; según el rector de la UNAM, la posibilidad de que los trabajadores

e universitarios participen en las relaciones académicas arrojaría un saldo nega

tivo para las instituciones de enseñanza superior, pues los fines académicos

serían entonces definidos por intereses económicos gremialistas, lo cual redun

daría supuestamente en la supresión de la libertad de cátedra e investigación

por un lado, y en la disminución del nivel académico por el otro, ya que

e se obligaría a los profesores a impartir sus cátedras con un sentido predeter

1 minado por la organización sindical, debido al ingreso a la universidad de

s profesores afines a los intereses del grupo hegemónico en el sindicato. Por -

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1

otra parte, las relaciones académicas quedan establecidas solamente a través de los organismos creados ad hoc por la legislación universitaria, bajo los lineamientos acordados por los órganos de gol establecidos en la ley orgánica de la institución. Cualquier modificación en una u otra parte alte raría las relaciones académicas, y sería la universidad objeto de pugnas entre sindicalistas y representantes de la institución, suprimiéndose así el concepto de comunidad universitaria por el de universidad laboral.

Lo que en el fondo propone el rector de la UNAM es mantenet los sindi catos, en general, a un papel meramente economicista, de defensa ante situa ciones exclusivamente referidas a cuestiones salariales. Esta interpretación ins titucionalizada de la Ley Federal del Trabajo se traduce para los sindicatos del país en la determinación legal de que las huelgas sólo son válidas si se han desequilibrado los factores de la producción y cuando se brinde solidaridad a sindicatos que la han estallado en las mismas condiciones; cualquier otro motivo que provoque la huelga es un ataque a la nación y a las leyes que la norman, y por tanto deben ser reprimidas. Es la misma concepción que pre valece —mutatis mutandis— respecto de los partidos políticos, a los cuales sólo se les otorga la función de la lucha electoral y de ninguna manera la de representar los intereses de los trabajadoies en los sindicatos, de los profesio nistas en sus asociaciones, de los universitarios en sus centros de estudio. Cualquier otra actividad de los partidos políticos justifica su salida de las uni versidades. o de los sindicatos, como han reiterado en múltiples ocasiones importantes personajes de la política oficial.

De aquí que la actividad política en el seno de los sindicatos esté suma mente restringida; tienen prohibido, por ejemplo, abordar problemas tales co mo la conducción de una empresa, la planificación de la producción, o cuestionar la política de los subsidios de las empresas estatales a las privadas, etcétera. En consecuencia, los sindicalistas universitarios no tendrían ninguna dificultad de opinar respecto a la situaci4n académica, administrativa, o de gobierno de la universidad mexicana.

Nada más falso. La relación entre lo académico y lo laboral tiene su expli cación en las funciones de los trabajadores universitarios, ya que su actividad académica se traduce necesariamente en una relación laboral. No se separa de ésta en la medida en que el trabajador ejerce su función como tal en la docencia y la investigación. La visión que separa estos dos elementos parte de la idea de la existencia de un “espíritu académico” abstracto, sin relación con el sujeto que lo ejerce; el trabajador académico no puede ejercer la docencia como una máquina en donde la división del trabajo lo obliga a repetir incan sablemente tal o cual capítulo de un libro, reflexionando sólo en su jornada, su salario, su horario y sus prestaciones sociales. Los planes y programas de estudio se definen en instancias académicas distintas de las gremiales, pero con la participación del trabajador académico, como tal trabajador docente, vincu lado a su práctica diaria. Al mismo tiempo, problemas tales como el número de estudiantes a los que imparte educación y formación profesional, la supe ración académica, los balances académicos y la calificación de su trabajo, no se miden en horas de trabajo,, ni se valoran en una contratación colectiva, sino en una relación más compleja en la que intervienen el desarrollo mismo de la institución educativa en que labora, el desarrollo de la ciencia y las condiciones sociales que la determinan.

Por ello, el trabajador académico no puede estar desvinculado de su función de educador y formador de estudiántes, ya que su experiencia y su práctica cotidiana lo obligan a observar cercanamente las deficiencias o virtudes de los planes y programas de estudio, las deficiencias de la estructura educativa y los mecanismos de relación entre el profesor y el estudiante. De ahí la obli gatoria necesidad de participar tanto en la definición de los objetivos de la enseñanza y la adecuación permanente de ésta a las condiciones del desarrollo

nacional, como del tipo de profesores y su nivel de preparación para impar 28

vés

los tiria. Los mismos trabajadores académicos son los más autorizados para opinar

ley respecto de la admisión y promoción de los profesores.

lte- En el mismo sentido, la concepción que se tiene de la función de los

ntre trabajadores administrativos, limitados a las reglas de orden-ejecución, implica

pto la separación entre gobierno y administración, entre las estructuras de gobierno

y las medidas administrativas. Pero recordemos que cuando las estructuras de

di- 1 gobierno son más antidemocráticas, los criterios autoritarios y despóticos se

tua- profundizan.

ns- Así, la proposición del doctor Soberón además de presentarnos la separación

atos entre lo académico y lo laboral, también mantiene la diferenciación entre los

trabajadores académicos y administrativos, producto de una concepción globa

dad lizada de la vida universitaria, incluso en cuanto a sus derechos sindicales y

tro laborales. Aunque no podemos más que aceptar que sus funciones son distintas,

la esto tampoco da lugar a diferenciar su función como componentes de la comu

pre- nidad universitaria, con posiciones comunes respecto de la vida de las insti

ates tuciones.

de Para el sindicalismo universitario esta discusión es nueva y se inicia, como

sio- decíamos, a partir de la organización sindical de los trabajadores académicos;

tiio. sin embargo, hay momentos en que una concepción se fija en el movimiento

Lmi- más rápidamente que incansables explicaciones, y esto se debe a que una

nes práctica definitiva, enfrentándose con una realidad que así lo indica, ha de

mostrado la justeza del razonamiento. Es decir, el sindicalismo universitario

ma- se desarrolla en el seno de la violación permanente de sus derechos sindicales

y contra autoridades cuyo espíritu universitario ha dejado de ser la razón de

nar su posición. A muchos de los rectores muy poco les importaron los principios

ra. con tal de reprimir a los sindicalistas. En universidades como las de Sonora,

tad Nayarit y Guanajuato se llegó al absurdo de cerrar escuelas y desaparecer

mo dependencias al unísono para despedir profesores y trabajadores. En Nayarit

se destruyó la biblioteca del Centro de investigaciones Sociales

p11- Los trabajadores académicos introdujeron en el quehacer del sindicalismo

Jad universitario las discusiones respecto de la política educativa del régimen y la

ara democratización de las estructuras académicas y de gobierno de las universi

la dades, rebasando las posiciones economicistas que todavía mantienen algunos

rte sindicatos de trabajadores administrativos. Fue hasta la Primera Reunión del

lón Foro Universitario convocado por la Asociación del Personal Académico de

cia Carrera (APACO), el SPAUNAM, y el STEUNAM; celebrada el 26, 27 y

28 de agosto de 1976, cuando se fijó una perspectiva más profunda para el

sindicahsmo universitario nacional, y un quehacer universitario. En algunas

de universidades como las de Puebla, Guerrero y Sinaloa, este fenómeno se pre

on sentó con anterioridad debido al avance en el proceso de democratización que

impulsaban los distintos sectores. Con algunas particularidades y deficiencias

ro de parcialización, se colocaba el sindicalismo universitario como una fuerza

nacional, con opiniones propias, con un programa de alternativa a la educa

no ción; como lo demuestran las resoluciones del y Congreso de la Federación

no de Sindicatos Universitarios. Para este evento, la FSTU contaba ya con 32

la organizaciones sindicales, 16 sindicatos de trabajadores administrativos, 12 de

ies trabajadores académicos y 4 sindicatos que agrupaban a ambos (STUNAM,

SINTCB, SITUAM y STUNL).

ón Debido a la derrota política que el doctor Soberón sufrió al ser rechazada

su iniciativa de “Apartado C”, éste ha modificado su posición y ahora pro-

los pone una alternativa en la que mantiene los mismos principios que ya hemos senalado. Esto significa que no basta la derrota política para destruir una con

I cepción global, y que no es sólo en el terreno de la legislación en donde se

la debe presentar el frente. Se encuentra ahora la iniciativa presidencial respecto

de. la autonomía universitaria, de la relación Estado-universidad, de la legis

ir- lación laboral y de la estructura y funciones del sistema nacional de educa ción superior.

29

Sindicalismo universitario y movimiento obrero

El sindicalismo universitario surge en un momento de ascenso del movimiento obrero, campesino y popular; se hace parte de él y participa en su dinámica. Al mismo tiempo en que cuestionan la estructura sindical oficial, los tra bajadores universitarios demuestran su interés por realizar la democracia e independencia sindicales, colocándose en ese sentido como una alternativa ante el movimiento obrero.

Durante 1972-76 encontramos un resurgimiento de la lucha sindical, cam pesina y popular que tiene su mayor expresión en las grandes manifestaciones de la Tendencia Democrática del SUTERM y en la constitución del FNAP. En este ascenso participan grupos de trabajadores en pequeñas empresas que aisladamente desarrollan sus protestas, y constituyen el grueso del movimiento. Otros sindicatos, principalmente los nacionales, inician su participación en las filas del movimiento democrático.

• Sin embargo, este ascenso es breve. La derrota de la Tendencia Democrática del SUTERM’ marca a su vez la derrota de una forma de lucha e inicia otra. La concepción del sindicalismo independiente, que produjo resultados enalte cedores para algunos grupos de activistas, dejó de dar resultados. Muchos mo Y iILÇI3iP p 3 ki i3 içn 1 481I i En 1976, aislada la Tendencia Democrática del SUTERM, y debilitados los movimientos de los trabajadores de La Campana y Vidrio Plano de México, se dio el último respiro del sindicalismo universitario: la lucha por el salario de emergencia, que ha sido tal vez la huelga nacional más importante hasta nuestros días para la FSTU.

En esta huelga, que se inició el 18 de octubre de 1976, participaron los sin dicatos de la UAP, UAG, UAZ, UV, UAC y el Colegio de Bachilleres. La Universidad Autónoma Metropolitana realizó paros escalonados sin efectuar la huelga.

A pesar de la derrota del movimiento, la huelga universitaria demostró sin embargo la posibilidad de una organización nacional para presentar un frente común ante una coyuntura tan importante para el país y el movimiento obrero, aunque de momento no existiesen perspectivas de reanimar el cónjunto de los trabajadores, a pesar de haber estallado varias decenas de huelgas en todo el país. Al mismo tiempo se mostraba la realidad del sindicalismo mexicano ofi cial —que entraba en crisis— y la debilidad de movimiento democrático. El sindicalismo universitario levantó sus huelgas al obtener sus reivIndicaciones, pero sin poder ir más allá.

A pesar de esta situación, otras fuerzas recogían las experiencias e iniciaban otro momento. en la lucha sindical, más prolongado pero con perspectivas más craras. Estas se ubican en los sindicatos nacionales de industria, representados por los trabajadores metalúrgicos, de la energía nuclear, la Asociación Nacio nal de Actores y la propia Federación de Sindicatos de Trabajadores Univer sitarios —la cual inicia su consolidación como organización nacional— y los telefonistas.

Hoy tenemos un cuadro distinto, de permanentes definiciones en el terreno político, sindical, económico y educativo nacional. Se ha realizado la Segunda Asamblea Nacional Ordinaria del Congreso del Trabajo con cambios impor tantes en su política; se ha fijado un panorama de desarrollo económico en donde las expresiones más agudas han sido superadas; se ha publicado oficial mente la LOPPE y han quedado registrados condicionadamente nuevos par tidos políticos que se preparan para las próximas elecciones de julio; se ha presentado la iniciativa presidencial de Ley para la Cordinación de la Educa ción Superior; y se mantienen en actividad constante importantes sindicatos

del país.

30

Conclusiones

El sindicalismo universitario surge en el periodo más agudo de la crisis nacio nal, como una fuerza participante y activa que logra alcanzar presencia na nto cional en el terreno de la actividad propiamente sindical universitaria, agru ca. pando en su seno a la mayor parte de los trabajadores de las universidades

públicas. Puede definir también una perspectiva nacional para el sindicalismo

e en las universidades y para la educación superior nacional, al mismo tiempo

irite que distintas fuerzas tratan de imponer sus planteamientos acerca de la pro

blemática educativa nacional.

s El sindicalismo académico llega a ser un factor decisivo que en unidad de

nes acción con los estudiantes permite presentar una alternativa viable para modi

P. ficar la correlación nacional de fuerzas en las instituciones de educación su

iue perior.

to. Como participante en el movimiento sindical nacional, también se presenta

las como una alternativa seria ante pequeños grupos de trabajadores. Su presen

cia resulta ser importante para el surgimiento del movimiento sindical nacio

ka nal, como parte principal en la unidad de acción con otras organizaciones que

manifiestan su descontento en el seno del Congreso del Trabajo.

te

Sindicalismo universitario poblano

16. En la Universidad Autónoma de Puebla, el sindicalismo universitario surge con Los el proceso de Reforma Universitaria y al calor del movimiento que desarrolla ron conjuntamente empleados, profesores y estudiantes en contra de autori

iO dades despóticas; y con el desarrollo académico y científico de la universidad.

ta El sindicalismo universitario se presenta primeramente entre los trabajado res administrativos. Estos últimos, por su falta de cohesión política, no logran

Ifl precisar una alternativa propia de organización sindical; la definición de sus La relaciones laborales depende más bien del movimiento que de sus propios in rar tereses.

En la dirección sindical contendieron dos grupos sin programa ni posición

in propia, y más bien se impuso la fuerza y la manipulación que la necesidad de ite formar un sindicato. El grupo que obtuvo la representación del sindicato, que

estaba representado por el sector gremialista de los trabajadores de intenden OS cia, no pudo presentar a la base sindical una política propia que reflejara los el intereses del conjunto de la base del SUTUAP.

fi- Sin embargo, la influencia del movimiento de Reforma Universitaria logró El que aquel grupo se incorporara al proceso, atrayendo a su propia base.

La incorporación de los trabajadores al proceso de Reforma Universitaria

democrática fue resultado tanto de la satisfacción de sus demandas como de an la política que las autoridades universitarias de entonces encauzaron hacia ese ás sector. Los importantes incrementos de subsidios permitieron a las autoridades [ desarrollar la universidad, consolidar su proyecto de Reforma y aglutinar en o- torno suyo las organizaciones sindicales.

La labor de convencimiento, respecto de un proceso, difícilmente se logra

os sin que se solucionen las demandas de estudiantes, profesores y trabajadores y mucho menos si éstas se limitan a los aspectos de carácter económico. La uni

rio versidad poblana —como el conjunto de las universidades, sobre todo las de provincia— se encontraba fuera de los marcos del desarrollo económico de la

región, a pesar de que a partir de los años sesentas surgió en el estado de

rn Puebla un proceso importante de industrialización. Difícilmente podía decir la UAP que sus prof esionistas participaban en la solución de los problemas

regionales.

El nivel académico fue uno de los aspectos que más se impulsaron, no sólo

a- por las autoridades universitarias, sino también por el propio sindicato, que os las condiciones adecuadas para que las autoridades universitarias satisficieran

considerablemente sus demandas. La presencia de los trabajadores académicos

31

4

en algunas ocasiones avanzaba más rápidamente en este terreno que aquéllas. Esto implicaba transformaciones en la estructura académica, en los planes

de estudio y en los salarios de los profesores. Pongamos algunos ejemplos:

En 1959, los profesores hora-clase recibían diez pesos por hora; en 1966,

veintidós pesos, cincuenta centavos. Entre 1972 y 1976 ascendió a 29.50 pesos

y 3 1.90 pesos respectivamente. Durante esos mismos años existían, en 1966,

83 profesores de carrera y 1 016 plazas de profesores hora-clase. En 1976, la

UAP contaba con 371 profesores de carrera y 785 hora-clase. Esta situación,

como decíamos, modificaba la estructura de la enseñanza. De esta forma los

profesores de carrera —de tiempo completo— tenían en 1966, un salario de

3 335 pesos; para 1972 oscilaba entre 1 700 y 7600, y para 1976 entre 6 000

y 19000 pesos.

Tanto el presupuesto universitario como el número de estudiantes, se mo dificaron sustancialmente en este periodo. Para 1961 la VA? contaba con 5 255 000 pesos de presupuesto para atender una población escolar de 4212 alumnos. Para 1965 el total de presupuesto era de 15 133 720 pesos, y para el año siguiente, sin aumentar la población estudiantil, pero disminuyendo el pro fesorado, el personal directivo y los empleados, así como otro tipo de gastos, el presupuesto se redujo a 13 268 258 pesos, para un alumnado que pasó de 7 981 a 9059 estudiantes.

Para 1970, la Universidad Autónoma de Puebla recibía del gobierno federal 6905 000 pesos como subsidio; del gobierno estatal 3 777 000; y tenía ingre sos propios de 4.9 millones, haciendo un presupuesto global que ascendía a 15 559 000 pesos, para atender a 12 755 estudiantes. En 1974, los ingresos totales de la UAP ascendían a la cantidad de 66743 000 pesos, de los cuales 42 238 000 eran por concepto de subsidios provenientes del gobierno federal, 13 800 000 pesos del gobierno estatal y 10703 000 por concepto de ingresos propios. Para el año siguiente, el presupuesto global de la universidad ascendía ya hasta los 75724 000 pesos, de los cuales sólo 11 millones correspondían a ingresos propios, habiendo aumentado el gobierno estatal el subsidio sólo en 2 millones.

Como puede observarse, durante estos años la universidad sufrió una ele vación considerable de su presupuesto en comparación con los incrementos practicados en periodos anteriores. Esto es: de 1961 a 1965 el presupuesto au mentó de 5 a 15 millones; en el periodo de 1965-1970 se mantuvo casi con las mismas cantidades, elevándose sólo en medio millón de pesos. Pero en el periodo que va del año de 1970 a 1975 el presupuesto tuvo un aumento de esos 15.5 millones a 75 millones de pesos. La población estudiantil se incre mentó entre 1961 y 1965 de 4 147 alumnos a 7881; y, de 12775 a 30043 entre 1970 y 1976.

La UAP se mantuvo con un presupuesto restringido que no podía satisfacer sus necesidades de crecimiento y desarrollo hasta 1971, empero, a partir de 1972, el incremento de subsidio fue de un promedio de 12 millones anuales. Fue también en el año de 1971 cuando el grupo democrático tomó el local de la rectoría de la universidad y expulsó a los integrantes de la Junta Adminis trativa, la cual ejercía funciones de rector, y al año siguiente se nombró al químico Sergio Flores, militante del Partido Comunista, rector interino. Al año siguiente se iniciaba el periodo de incrementos de subsidio. Pero la situa ción evidentemente no era especial: otras universidades recibían importantes incrementos de subsidio a partir de ese año, sin que mediara de por medio algún conflicto que lo determinara. La situación interna de las universidades en el marco de la crisis nacional y los reajustes que en el terreno de la política educativa daba el ejecutivo federal establecían condiciones favorables para avan zar y consolidarse, al mismo tiempo para rebasar a los que se aferraban a con diciones ya inexistentes.

En el año de 1974 se fundó el Sindicato Unico de Trabajadores de la UAP,

y en 1975 el Sindicato de Trabajadores Académicos de la UAP, existiendo ya

32

quéllas. en el movimiento universitario y otros factores más, les permitió asimilar el

planes desarrollo del movimiento y plasmarlo en los principios de su organización

mp1os: sindical, dándole a éste una proyección totalmente lejana al gremialismo.

1966, Por otro lado, a los trabajadores administrativos, alejados por lo general de

D pesos la problemática universitaria, les resultó difícil asimilarla globalmente, concre

i tándose a recibir de las autoridades los incrementos salariales.

976, la Los trabajadores administrativos fueron una fuerza marginada del movi

nación miento estudiantil; su bajo nivel político se manifestaba en el apoyo incondi

ma los cional que brindaban a las autoridades universitarias. En 1965 existían 201

mo de trabajadores administrativos. Por ejemplo, el salario para una mecanógrafa

6 ono “A” era de 500 pesos mensuales y el de un intendente, de 600 pesos. Actual

mente, la UAP tiene 500 trabajadores y los salarios se han incrementado con-

se mo- siderablemente.

a con El resultado de esta situación ha sido una pugna permanente en la direc

4212 ción del SUTUAP por imponer hegemonías que, al no estar apoyadas en una

ara el posición política coherente y que unifique al conjunto de los sindicalizados,

el pro- se puede transformar en oportunismo y dar lugar a que otra fuerza pueda

gastos, ganar la dirección del mismo y conducirlo hacia rumbos distintos de los que

ssó de hoy tiene. En el STAUAP se ha consolidado una política orgánica democrá

tica que permite el libre juego de tendencias y la representación proporcional

rederal de éstas en la dirección ejecutiva.

ingre- Sin embargo, esto no ha tenido su contrapartida en lo que a la política la

idía a boral se refiere. Hasta ahora ningún sindicato cuenta con reglamento interior

gresos de trabajo discutido y aprobado por las autoridades y el mismo sindicato; el

cuales STAUAP no tiene el reglamento de admisión y promoción, ni el de superación

deral, académica; y el sindicato administrativo no ha hecho aún un ajuste de cate

gresos gorías en el tabulador que permita regular mínimamente las promociones y

endía las admisiones.

jan a A diferencia del STAUAP, el SUTUAP no ha efectuado una sola reforma

lo en a sus estatutos, a pesar de su caducidad e incumplimiento. En el sindicato de

trabajadores académicos los estatutos han sido reformados cada año durante

ele- la celebración de su Congreso Ordinario.

efltos

O 1. Castrejón Díez, Jaime. La educación súperior en México, ed. Secretaría de Educación

Pública, México, 1976, p. 39

en e 2. Morales Aragón, Eliezer. “Objetivos y caracterización de la política educativa del régi

o de men de Luis Echeverría Alvarez” en Investigación Económica núm. 4, 1977, Facultad

ncre- de Economia de la UNAM

entre 3. Castrejón DÍez, Jaime. La educación superior en México, ob. ci pp. 145-180

4. Véase: Ochoa, Cuauhtémoc. “Sistema educativo y reforma educativa”, Cuadernos Poil

facer ticos núm. 7, México, 1976

1 5. Echeverría Alvarez, Luis. Sexto informe de gobierno, El día, Suplemento núm. 64, Méxi

Iaaes. co, 2 de septiembre de 1976

d de

rinis- 6. Echeverría Alvarez Luis. Ibid.

al 7. “La Planeación de la Educación Superior en México”. Ponencia que presenta el Consejo

Al Nacional a la consideración de la Asamblea General de la ANUlES en su XVIII

itua- Reunión Ordinaria, Puebla, Fue., noviembre 16, 1978, p. 43

itites 8. El gas natural que se vende a las grandes plantas de Hojalata y Lámina (V.C.), que

A’ son 6 en el país, les es suministrado por PEMEX a 12 centavos (el) metro cúbico...

e 10 ¡a 12 centavos los mil litros! (...) Además, los Ferrocarriles Nacionales (...), mane

ades jan (sic) el mineral de hierro de Hojalata y Lámina (V.C.), desde Colima hasta Puebla,

ítica en más de 1.500 kilómetros de recorrido, a 50 pesos toneladas. Campe Salazar, Valentín. van- El Partido Comunista y el movimiento obrero mexicano (a los cuarenta a,los de la lun doción de la CTM). Serie Controversia, número 1, Universidad Autónoma de Puebla,

1976, pp. 12 y 13

9. Iniciativa de Ley para la coordinación de la educación superior, presentada por el pre sidente de la república, José López Portillo al H. Congreso de la Unión, México, D.F.,

1978. Fotocopia

33

10. “Breve reseña histórica del sindicalismo universitario. Creación de la Federación de Sin dicatos de Trabajadores Universitarios”. Materiales para el y Congreso Ordinario de la

FSTU. Mimeóg.

I “A los estudiantes, maestros y trabajadores universitarios”. Federación de Asociaciones y Sindicatos de Trabajadores al. Servicio de Universidades e Institutos de Enseñanza Su peilor de la República Mexicana (FASTSUIESRM), inserción pagada, México, D.F., 25 de abril de 1974

12. Principio de Transformaci6n. Este principio determina la dinámica histórica de reforma, de renovación y de cambio de estructura. De ahí se desprende el imperativo actual de la democratización de las instituciones de enseñanza media y superior, mediante la trans formación de las esferas administrativas, académica y jurídica. La transformación im plica: la participación efectiva de profesores, estudiantes y trabajadores, y, la ampliación de los beneficios de la educación media y superior al pueblo. Proyecto de estatuto pro visional del Sindicato del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México. SPA UNA M Asamblea Constitutiva, 13 de junio de 1974, Coalición de Or ganizaciones Magisteriales de la UNAM, p. 5

13. Reproduciremos, por su claridad, un volante impreso en los años sesentas: “LOS HIJOS DE SANCHEZ (un estudio profundo). Donaciano Sánchez (Chano) cacique de Tiaco tepec, peluquero y barbero de rectores a (sic) colocado en la IJAP a toda su ilustre tribu; Virgilio Sánchez, Eufrosina Sánchez, Amadeo Maceda Sánchez, Fidencio Sánchez y otros “Sánchez” adoptivos como cuñados y compadres, «‘Los Bonilla” y entenados y amigotes “Los Rojano, de Ita, Los Sánchez Avilés”. Que viva la prefectura que mil ganancias da, vendemos la basura, el gas, el teléfono y la casa, chantajeamos la servi dumbre exigiéndoles un porFentaje, para asegurarles su empleo, amén de alardear que se compra a los estudiantes”. (Reproducción Autorizada)

14. Véase Soberón, Guillermo. “Propuesta de adición al artículo 123 de la Constitución Po lítica de los Estados Unidos Mexicanos”, en La universidad en el mundo, núm. 1, 1976,

ob. cit.

15. La federación impulsará la participación de los sindicatos universitarios en la lucha por la reforma educativa nacional y universitaria y por la democratización de las es tructuras de gobierno de las universidades del país, pronunciándose por una organiza ción nacional de trabajadores de la educación en todos los niveles. Estatutos y Resolucio nes del V Congreso Nacional Ordinario de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Universitarios, Secretaría de prensa y propaganda de la FSTU, México, 1978, p. 8

16. Véase: Lara Condés, Enrique. La tendencia democrática del SUTERM, Serie Contro versia núm. 13, Universidad Autónoma de Puebla, 1976

17. Principio de Democratización de la enseñanza. La organización sindical pugnará por la democratización de las estructuras universitarias, y en general, de todas aquellas que rigen la educación en el país, a fin de que se incorporen a la toma de decisiones y a la gestión académica y administrativa, los diferentes sectores que conforman las institu ciones; estudiantes y trabajadores académicos administrativos, de intendencia, etc. Co nociendo por otra parte que la educación es producto de la estructura económica y como tal, tiene un carácter de clase, la organización sindical se propone combatir asi mismo por todos los medios a su alcance el control y manipulación de la enseñanza media y superior por parte de la burguesía nacional y el imperialismo, luchando en cam bi6 porque las instituciones creadoras de cultura lleguen cada vez más al alcance de las clases populares, y para ello se tratarán de establecer los mecanismos adecuados para que las organizaciones sindicales de obreros y las organizaciones de campesinos partici pen con independencia del Estado y de la burguesía, en la determinación de las estruc turas y contenido de la universidad y de la enseñanza. Proyecto de Estatutos Provisio nales del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Puebla. Declaración de Principios, p. 2. Mimeóg.

18. Informe del C. rector, doctor José E. Garibay Avalos, al H. Consejo Universitario de la UAP y Primer Anuario Estadístico de la UAP. Universidad Autónoma de Puebla,

1966

19. Informe del C. rector, doctor José E. Garibay Avalos, ob dr.

20. Barrón Toledo, Jesús. La enseñanza superior en México 1970-1976, Asociación Nacio nal de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior, México, pp. 291-355

21. Véase: Ortega Morales, Luis. (Secretario General del Sindicato de Trabajadores Acadé miços de la Universidad Autónoma de Puebla). La universidad en el mundo, audiencias en torno a la propuesta de adición del apartado “C” al Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Número especial 4, Universidad Nacional

Autónoma de México, 1976, pp. 24-26 34