viernes, 24 de enero de 2014

La potencia soberana de las autodefensas

La potencia soberana de las autodefensas

Bernardo Cortés Márquez

La potencia soberana de las autodefensas

La reciente problemática de las "autodefensas comunitarias" en Michoacán, en zonas como Tepalcatepec, Buenavista, Nueva Italia, etcétera (la Tierra Caliente), no es sino la respuesta a un "estado de excepción" en el que se encuentra ya dicho estado desde hace tiempo. La suspensión del "estado de derecho" es la forma de gobierno que ha regido la vida de las comunidades afectadas en Michoacán, en tanto que el gobierno no impidió jamás la apropiación de la vida diaria de las comunidades por parte de grupos delictivos y del narcotráfico. El gobierno michoacano se mostró inoperoso (para G. Agamben significa algo así como inoperante, sin efecto alguno; me inspiraré en este filósofo italiano en la presente reflexión) frente a este facto de la delincuencia organizada que se instituyó, como una ley impuesta, el cobro de cuotas y abusos que fueron debilitando la vida misma y la seguridad de las comunidades.

La Tierra Caliente fue así arrojada al abandono por el gobierno, que equivale a una sutil especie de "estado de excepción" en el que la ley y el derecho no son suspendidos por un caso de emergencia, sino por la corrupción de las estructuras del Estado con el crimen organizado, entrando el gobierno en una especie de suspensión de funciones, entre ellas la de defender la vida y la seguridad del pueblo. Un particular "estado de excepción", de suspensión de la ley y la función gubernamental que protege los cuerpos de la comunidad, siendo que la corrupción torna inoperante la función de la defensa de la vida de los ciudadanos, y entonces el Estado ha abandonado a las comunidades al bando del narcotráfico y a los grupos de extorsión. Este y no otro es el escenario en el que surgen los grupos de autodefensa.

Los grupos de autodefensa no han hecho otra cosa sino expropiar la facultad o la potencia (otra expresión de Agamben que indica que el pueblo recupera la soberanía que había otorgado delegadamente al Estado) de protección de la vida que se encuentra inoperante en el gobierno. Los pueblos contienen la potencia de recuperar en todo instante las funciones y las potestades que aparentemente habían sido delegadas a un gobierno o Estado. Y es desde esta luz que se revela la condición auténticamente política y legítima de las autodefensas, en tanto que han accedido a la recuperación de la soberanía que esencialmente les pertenece (artículo 39 de la Constitución). Con las defensas comunitarias o autodefensas, asistimos a la esencia misma de lo político, la de la protección de la vida de la comunidad, es decir, a la generación misma de la comunidad política. Es aquí donde vida y derecho coinciden sin distinción, volviéndose indistinguibles en una forma de vida, en la vida de un pueblo que no puede ya delegar su soberanía, porque la figura misma de gobierno es inoperante; el pueblo que ejerce el poder él mismo. Este es el aspecto originario del poder, la potencia de los pueblos. Retornando a su potencia originaria, a la protoinstitución política por excelencia que es la soberanía de comunidad, los pueblos pueden hacer cumplir lo que en la ley y el "estado de derecho" se encuentra sin significado. Al tomar su seguridad en sus manos, es decir, su vida misma, las comunidades de Tierra Caliente le han arrebatado el ejercicio biopolítico al poder soberano del gobierno y han constituido así una acción política en la que nos es posible diferenciar algo así como un Estado y un pueblo. Autodefensa, autorganización, son conceptos que deben ser comprendidos como una potencia que vuelve a sí misma para acrecentarse a una segunda potencia ( potentia potentiae o hiperpotencia) generando un pueblo que vuelve sobre sí mismo (pueblo que genera pueblo) en el que no es posible separar una forma de vida de un pueblo y un poder político. Y es aquí donde adviene el ejemplo de un pueblo futuro, por venir, que recupera y lleva a cabo un acto que se enfrenta al Estado, que manifiesta el ejercicio pleno de su potencia soberana que ninguna ley ni ningún derecho pueden pretender agotar y apagar. No es ya soberano quien decide sobre el "estado de excepción", como pensaba C. Schmitt, sino quien porta en su esencia el origen, la potencia, de todo poder político, y esta es la comunidad, el pueblo.

Desde luego se equivocan aquellos que comprenden las autodefensas como un acto ilegal que atenta contra el "estado de derecho", ya que su proceder no es nunca la violación de la ley, sino, y sobre todo, el cumplimiento de la esencia de la ley en su plenitud, es decir, que han tomado una función del gobierno en sus manos para ejercerlo directamente. Han expropiado la potencia política que antes se había delegado, y esto es un acto de pura política sin mediación ni delegación, es decir, que han hecho de la ley y su función de proteger la vida una forma de vida de una comunidad que se autodefiende frente a la inoperosidad del gobierno. Al defenderse a sí mismas las comunidades de Michoacán no hacen sino aplicar el derecho y la ley en su esencia misma, en su potencia originaria, y recordar la potencia política que los pueblos contienen en sus cuerpos mismos y que pueden hacer retornar o expropiar a todo gobierno y Estado el poder. Las guardias comunitarias o autodefensas comunitarias hacen inoperoso el "estado de derecho", pero no para transgredirlo, ni para simplemente suspender la ley en un "estado de excepción", sino que lo expropian, lo recuperan, para cumplirlo de una vez por todas. Las autodefensas no son ni ilegales, ni han simplemente abolido un "estado de derecho" derrumbado ya desde hace tiempo, sino, más bien, que lo han restituido a su más originaria potencia, aquella en que la ley y la política eran indistinguibles porque se sintetizan en la soberanía del pueblo recuperada, por la corrupción de su delegación en el gobierno.

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jueves, 23 de enero de 2014

JOVENES DE LOS 70 S.doc

JÓVENES DE LOS 70

Historia elemental de las FRAP

FUERZAS REVOLUCIONARIAS ARMADAS DEL PUEBLO

 

Capitulo I

 

Vamos a relatar la historia de un personaje, simplemente porque fue el único que vivió completos esos tiempos.

 

1972 fue un año de confusión, con la caída de los primeros integrantes del núcleo, el resto cayó en la indecisión. Camilo llegó a decir que no había estrategia, que se habían lanzado a la acción sin meta definida; Raúl afirmaba vehementemente, que estaba claro, que la intención era desarrollar la guerrilla, pero como era el menor, en todos los aspectos, su opinión no contaba mucho.

 

El núcleo lo integraban a principios de este año: Camilo, Ful, Nabor, Ramón, Raúl, Veri y Chebo. Estaba por unírseles Juventino, que andaba peleando la restitución a PEMEX, en Tampico. Había relación con la Unión del Pueblo, a través de Milton, los hermanos Héctor y Ray Hernández Castillo, y el Tiburón Meléndrez.

 

La tendencia general  era hacia la unidad. La caída de los del MAR, y de gente de varios núcleos evidenció la amplitud de la rebelión.

                           

En este año, aparecieron por Guadalajara, los restos del grupo 23 de Septiembre de Chihuahua. Los profes, como fueron conocidos estos elementos por el F.E.R, los trajo Gil Olivo, y tuvieron pláticas con los diferentes grupos que componían el F.E.R.

 

Los grupos más definidos, eran: el del Clark, de la Izquierda Independiente; el Núcleo, que provenía de la Juventud Comunista; la Unión del Pueblo, que tenía su origen en el D. F. y Oaxaca; y los Vikingos, compuestos por varias pandillas de Guadalajara.

                                                       

Mientras se definía la situación, Veri hizo grupo con Chebo y dos nuevos: Limón, ex –rural, y el Chino, estudiante, y siguieron consiguiendo fondos. Camilo y Ful, platicaban por su cuenta con los Maestros.                                   Juventino y Raúl, platicaron también con ellos, y el Richard, un prójimo moreno, delgado, de cara chupada y pómulos salientes, les exigió el sometimiento incondicional, como condicionante para discutir la estrategia y la unidad. Raúl con su pasión acostumbrada, exigió discutir primero, para unirse después.  El Richard le dio el aplacón diciéndole: a ver maestro, ¡define la estrategia y la estructura! Fue como si le hablaran en chino, y se quedó callado.                  Con trabajos habían conseguido el mini-manual de Mariguella, y la información sobre los Tupamaros llegaba escueta y superficial; los del núcleo estaban a oscuras. La reunión terminó sin ningún acuerdo y con resentimientos.

 

Raúl y Juventino se reportaron al penal de Oblatos con Alfredo, Carlos, Salvador y el Ingeniero Guillermo.

                                                                  

Entrar a la penal era fácil, daban datos falsos, pues no exigían identificación; hacían la fila para la revisión y para recibir el comprobante.                             La penal era un edificio casi porfiriano, cuadrado, de piedra, con la superficie de 2 manzanas, de la calle 58 a la 62, con un pasillo en su ancho muro, con torreones en las esquinas, e intercalados sobre la puerta o portón había un balcón que miraba al sur, donde había vigilancia de refuerzo.

 

Trasponiendo los portones entraba uno a los jardincitos triangulares, que rodeaban a un pequeño kiosco rodeado de bancas. Hacía la izquierda estaba el edificio de  sentenciados, de construcción nueva, de cemento. Siguiendo con dirección norte se encontraba la sección de baños, de las fondas y la tienda. Más adelante, a mano derecha, se ubicaba la sección de procesados, y ahí, en la celda que consideraban más discreta, platicaban de la situación y de los encuentros políticos que se estaban dando.

                 

Alfredo conocía al grupo del 23 de Septiembre y opinó que no valía la pena insistir en la alianza, incluso dijo que uno de ellos era un hablantín.            Alfredo hablaba poco, para que le entendieran mucho, y su opinión fue casi una orden. Después de las pláticas, caminaban hacía el campo deportivo, ubicado mas al norte, limitado por la muralla. Alfredo pensaba en ese lugar como ruta de escape.                                                                                                                    

A medio día comían el bastimento que mandaban la madre y las hermanas de Ful. A veces comían en las fondas o en las celdas.

                                         

La salida se efectuaba a eso de las 7, casi oscureciendo, y se despedían de los camaradas con algo de tristeza, mientras avanzaba lentamente la larga fila de amigos y familiares de los presos.

                                                       

Tiempo después, Alfredo los contactó con otro elemento de la  Juventud Comunista, dirigente de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos; Muchacho entre los 25 y 27 años, fornido, de ojos risueños, sonorense, con cintura alta, que le daba un aire a los soldados ingleses de la 1ª Guerra Mundial,por lo que lo apodaron el Tomi. También había chocado con los de la 23, y proponía unir fuerzas para seguir con las expropiaciones, para rearmarse, entrenar, y seguir fogueándose.

 

Ramón era el viejo del Núcleo, con casi 40 años, y con experiencia en la vida; para irla pasando, vendió la camioneta de su padre, que se trajeron de Sonora en la pelada; compró una más barata, y con la diferencia y con algo de dinero que aportó Juventino, rentaron casa en la colonia Atlas; ahí vivían Camilo y Ful, que ya estaban quemados; Ramón y Juventino los visitaban: Raúl, el Cañero -tío de los quemados-; Nabor, y un nuevo invitado, el Aceleres.

 

Ramón y Juventino cargaban unas 38 Súper, quitadas a la policía; Nabor y Raúl portaban 38 especial, S&W y Colt, respectivamente, y Camilo una Walter P-38, 9 mm.

 

En esos días, otro del F.E.R., el Kali, los invitó a una expropiación a Manuel Doblado, Gto. Ramón, Raúl, Nabor y Ful, cubrieron al Veri y al Kali desde la camioneta, mientras agarraban un vocho con el método del corto. Ya con el vocho se encaminaron hacías las semiáridas tierras de los Altos, pasando por Tepatitlán, San Ignacio, y Arandas.

                                              

En algunas partes de la carretera, veían manchones de robles, recuerdo que por ahí hubo bosques. Pasando Arandas, en un tramo de carretera llena de curvas, todavía existía algo de bosque. Luego bajaron al borde de las planicies de Guanajuato, por el rumbo de Manuel Doblado.

                                           

El viejo, supuesto poseedor de un tesoro en monedas de oro, resultó un hueso duro de roer, y las amenazas del Kali, Nabor, Ful y el Veri, fueron inútiles, a lo mejor les notó que no iban a cumplirlas. Como quiera, recuperaron una 45 del 11 y algo de dinero. Ramón y Raúl esperaron en la camioneta.                         Al regreso, dejaron encargado el vocho en un rancho de este lado de Arandas. A los días regresaron por él, y ya estaba esperando la judicial; bajaron de pelada, hacía Atotonilco, con la policía a distancia; hacía la salida del pueblo se pararon en un restaurante taquero, y se parapetaron a esperar a los judas. Estos se hicieron los ignorantes y se fueron de paso. Pasado el susto, compraron un montón de tacos y enfilaron a Guadalajara.

 

El Milton reportó a un compa, veterano de las F.A.R. Guatemaltecas, el Tobi; alto, de tórax grande, que lo hacía parecer gordo, casi blanco, con cara de niño y pelo corto, alegre. Traía apuntes sobre explosivos, trampas cazabobos, minas, bombas de tiempo, y trabucos caseros de inspiración vietnamita. Se los trajo de Cuba, donde estuvo asilado un tiempo. Cargaba una Browning 9 mm. La aparición del Tobi, generó la fiebre de los explosivos entre el Camilo y el Ray Hernández Castillo.

                        

Empezaron a conseguir los niples, la pólvora, mecha y fulminantes. Hicieron granadas de distinto tamaño, con cortes de segueta para marcar las esquirlas con figura de rombo.

                                                                                            

Camilo ideó poner a la mecha un casquillo de cinta scotch, para rellenarlo de una masilla de cabezas de cerillo y luego secada al sol, para poderlas prender al tallón con la caja de cerillos.

                                                                 

Primero probaron una pequeña, en el muro de una presa seca, por la carretera a Zapotlanejo, delante de Puente Grande.

                                                       

En una salida que dieron a entrenar, por el rumbo de San Cristóbal de la Barranca, probaron una con tapas de 3 pulgadas. Le tocó el honor de lanzarla a Raúl. Estaba llena de pólvora negra, habían cortado la mecha para que duraran 8 segundos; cuando la pequeña flama saliera al otro extremo de la mecha, se daría la explosión.

                                                                                           

Parado a la orilla de un zanjón de unos 3 metros y medio de profundidad, Raúl prendió la mecha, con la garganta reseca y los nervios crispados, no contó ni siquiera a tres y lanzó la granada,... que estalló antes de llegar al suelo. Así conocieron la peligrosidad de la pólvora negra.

 

Por fin decidieron un operativo conjunto con los Tomis: un cajero ambulante que recogía el último paquete en una farmacia Guadalajara, en la calle Reforma y Munguía.

                                                                             

Para no enseñar todas sus  cartas, participaron dos de cada grupo.  Del núcleo, Juventino y Raúl; de los Tomis, el Alex -delgado, moreno claro, de pómulos altos y barba tupida que lo hacía ver siempre mal rasurado, y de naturaleza tranquila- y el Torres -morenazo, del mismo rodado del Tomi pero más animado, de seguro maestros los dos-. Raúl por primera vez iba de responsable, con los nervios tensos y con esa duda que acompaña a todas las acciones: ¿me animaré?

                                                                                         

Juventino los esperó en su propio carro, un Falcón 68, al que quitó las placas momentos antes, una cuadra atrás, para doblar la esquina inmediatamente. Alex iba junto a Raúl, para desarmar al policía uniformado que se quedaba al  volante de la camioneta Datsun. El Torres debería cruzar de la acera de enfrente para agarrar por atrás al cajero, cuando intentara subir a la camioneta. El transporte llegó como de costumbre y el cajero entró a la farmacia a recoger el efectivo; calculando el tiempo, los muchachos se acercaron al vehículo, para llegar sincronizados con el cajero.

                                                                       

Al abrir el cajero la puerta opuesta, Raúl desenfundó la 45 del once del Ful, mientras el Alex abría la puerta del  conductor y se la recargó en la nuca al agente, con el consabido: ¡quieto o te mueres!

                                                  

El carro del arma se corrió levemente hacía atrás y Raúl se  sobresaltó un  poco, y el policía un mucho.

                                                                                        

Torres iba retrasado en su parte, y Alex,  que debía desarmar al agente sé desubicó y se quedó cambiando miradas con el cajero, que tampoco atinó a hacer nada. Raúl  desarmó mientras al policía de la 38 especial, que se resistió a salir de la funda.

                                                                                                     

Por fin llegó Torres y le arrebató el maletín. Les ordenaron clavarse en el piso del vehículo durante 5 minutos. Mientras, una muchacha acomedida, salió de la farmacia, acompañada por un empleado, y con el índice señaló a Raúl y dijo: ¡ese fue!, entonces se percataron de las armas que tenían en las manos y se metieron aprisa.

                                                                                                     

Alex y Torres se fueron a paso rápido hacía el coche, mientras Raúl cubría la retirada caminando hacia atrás y con la escuadra pegada a la pierna. Subieron al coche y se fueron a buena velocidad.Raúl quería una 38 S&W, porque el revolver Colt le quedaba grande en la mano. A la recién adquirida le fallaba la doble acción, y la dejo ir. En el reparto le tocó al Tomi.

 

En la casa de la colonia Atlas, Ramón se presentaba por tío de los muchachos, que todavía pasaban por estudiantes. Un día vieron por la cuadra  un individuo sospechoso; Raúl tomó el m-1 de Ramón, lo cerrojeó y subió a la azotea a vigilar, el sospechoso desapareció y todo volvió a su lugar, empezando por la carabina.

                                           

A los días salieron de nuevo a entrenar, por la brecha a San Cristóbal. Dejaron la camioneta en un llanito poblado de huizache, cruzaron un riachuelo semiseco y avanzaron por la vereda de una loma pedregosa.

                           

El Aceleres armó la carabina sobre la marcha  y se dedicó a apuntar a todos. Al tiempo de oír el disparo, Raúl vio saltar, engarrotado, su brazo izquierdo, la mano apretada, como si sostuviera un lápiz y con una especie de zumbido; por puro reflejo intentó sacar la Colt, que llevaba en el lado izquierdo de la cadera, pero la mano izquierda no le obedeció para levantar la camisa.                         El pequeño trozo de lonja y las salpicaduras de sangre en el agujero de la chamarra, le confirmaron que estaba herido, miró aquellas partículas con algo de horror.

                                                                                                             

El Aceleres llegó corriendo mientras preguntaba: ¿te di? ¿te di? Raúl solo dijo: si, me distes y lo invadió un principio de mareo.

                                                   

Nabor le preguntó: ¿es grave?  No, creo que no.  Entonces, ¿por qué te quieres desmayar? Lo invadió la vergüenza y recuperó la serenidad.

                 

Camilo checó el paso de la bala por la orilla de la espalda y comentó: yo te hubiera asegurado el corazón. El destino le comenzaba a decir a Raúl, que con esos amigos, no se debía preocupar por lo enemigos.

 

Ramón y el Veri, lo condujeron con un doctor de los del Partido Comunista, que lo despachó con unos parches de gasa y una receta para antitetánico y antibióticos y con la apresurada promesa de: te vas a poner bien.

 

Cuando el farmacéutico vio la receta, preguntó: ¿para quien es el antibiótico? Y Ramón señaló al joven de todavía 20 años.  El farmacéutico agregó: deberían llevar condones, para retener la supuración.

                                                     

Raúl decidió retirarse un mes, mientras sanaba de la herida, y se fue con unos parientes lejanos. En la despedida le dijo el Ful: así nos vamos a ir yendo todos. Raúl resintió el comentario y contestó: voy a regresar.

 

Cicatrizó la herida, pero no recuperó el movimiento, tenía insensible una franja desde arriba del codo, hasta la punta de los dedos que le quedaron en posición de tomar un vaso. Practicó a cargar y descargar el revólver con la mano derecha; a  veces clavando el cañón en la cintura o bien, colgándolo del pulgar inmóvil, por el hueco que deja el cilindro. Al ver lo lento y difícil, pensaba en buscarse un trabajo, pero no quería fallarles a los compas presos y regresó en el plazo convenido.

 

Para entonces, el Tomi ya tenía visto otro cajero, y había conseguido mas armas. A Raúl le tocó estrenar una metralleta 9 mm., de fabricación tapatía, con muy buen acabado. Ni esperanza que la controlara, pero aún así, se la llevó al operativo.

                                                                                        

El Tomi hizo una caja a la medida, y a la hora de sacarla, fue un circo. El Tomi encañonó al cajero y al policía, dentro de un negocio, ubicado en el rumbo de González Gallo y Ejército.

                                                                             

Raúl sostenía la caja con la mano invalida, agarró la culata, y de un tirón desprendió la caja, con la izquierda enganchó el canal del cargador, recargó la empuñadura contra su pecho, y así liberó la derecha para poder cerrojar, y a continuación hacer el empuñe debido. Con todo y ceremonia, la expropiación resultó y en la prensa, comentaron de un muchacho nervioso, lo que le acarreó las burlas de los compañeros.

                                                                           

La 38 especial, S&W, de este policía estaba nueva y bien, y Raúl la pidió. La vieja y pesada Colt se la pasó a un nuevo: el Celes.

 

En las pláticas subsecuentes con los Tomis, quedó claro, que nadie quería seguir en él circulo vicioso: conseguir dinero para la infraestructura e infraestructura para conseguir dinero. Se imponía una acción de contenido netamente político. Se decidió trabajar por el rescate de compañeros detenidos. Carlos y Alfredo Campaña querían que se les sacara del penal de Oblatos, por el muro norte.

                                                                                                             

La idea era arrimar por el exterior un camión alto, y unas escaleras y sogas; tomar posición en uno de los torreones con unas 4 gentes, y desde ahí, tener a raya a los custodios vigilantes, con fuego de m-2, mientras los presuntos fugitivos trepaban por las sogas. Otros cuatro iban a hostigar a los vigilantes que pudieran estar en los torreones de las esquinas.

 

Raúl se opuso ferozmente a este plan, porque le parecía ilógico arriesgarse 8 o 10 gentes, para rescatar a 3 ó 4  elementos. Cierto que los Campaña podrían trabajar mejor que nadie en las alianzas nacionales, pero aún así, propuso algo de másalcance y más optimista: Secuestrar al Cónsul gringo, y pedir que excarcelaran por lo menos a unos 20 de todo el país, y los enviaran a Cuba o Argelia. Se aceptó la propuesta, apoyado por el Tomi, y se empezó a vigilar al Cónsul, que confiadamente aparecía en las páginas de sociales; incluso una vez, lo encontraron solo, en la plaza de la Liberación, y le notaron una pantorrilla anormalmente chueca; pensaron en una prótesis y en algún tipo de transmisor-localizador oculto por ahí; hay que verificar cuando lo agarremos, fue el acuerdo.

                                                                                                       

Por otro lado el Cónsul tenia una rutina bastante regular: llegaba y salía del consulado con variación  de una media hora y  seguía la misma ruta hasta el cruce de Américas y Colomos, aquí cambiaba a veces: unas seguía por Américas hasta la de Paseo de las Águilas y otras viraba a la izquierda por Colomos, pasaba por el frente del Club Guadalajara y salía en la esquina de su casa.

 

Hubo dos modos totalmente distintos de checar. Juventino se plantó una tarde completa fuera del consulado, hasta que se le vio salir; decía que era menos sospechoso aparecer una sola vez, que varias; Raúl y Ramón preferían pasar varias veces, a pie o en carro, en los horarios probables y deducir la hora, aunque no lo vieran personalmente.

                                                                 

También la ruta la iban adelantando por partes, primero por la Av. Chapultepec y luego la Av. México y Américas. Juventino aprovecho estos datos y lo siguió en carro, una sola vez, hasta su casa.

 

A fines de 1972 y principios del 73, fue una intensa actividad de alianzas y estructuración de los grupos. Eran viajes por todo el país, para buscar relaciones, armas y vehículos.

 

Por estas fechas la policía localizó gente de la Unión del Pueblo en Oaxaca y México, D.F., y entre ellos cayo el Tobi y toda una familia Pimentel. La policía sabia que el Tobi (Chema Vides) era gallo muy jugado y para no complicarla, le echaron tres polis desarmados: dos lo encontraron de frente, haciéndose los despistados y otro lo alcanzó por la espalda, asegurando el cuello y los otros los brazos, sin darle chance de sacar la Browning.

 

Así perdió el movimiento una de las gentes mas experimentadas, que le platicaba a los muchachos de la necesidad de ligarse al pueblo y así hacer crecer los grupos. También les platicaba de las acciones que realizó las F.A.R Guatemaltecas, como secuestros y canjes, asaltos, ajusticiamientos, atentados con bombas, morteros, la tortura y hasta les daba línea sobre las relaciones personales: todo se vale, menos forcejear y, no las busquen bravas; y les platicaba las penas de Turcios Lima y otros compas guatemaltecos.                 Les dejo un minimanual de tiro y explosivos y una historia inconclusa de la guerrilla Guatemalteca y un sentimiento de pena e impotencia: si agarraron al Tobi, ¿qué nos espera a nosotros?

 

Una vez que Juventino y Raúl fueron a desayunar por la de Jesús García, cerca de la Av.Américas, encontraron ya de salida al Clark y al Chihuahua, con ojos de desvelados; ya no traían las barbas y melenas de estudiantes, sino aire de empleados; este grupo, también andaba recio en las expropiaciones y los entrenamientos.

                                                             

Fue de las últimas veces que los vieron vivos o libres. Chihuahua cayó preso después de un accidente carretero. Clark, murió practicando con pólvora negra; el niple, del largo del antebrazo, no exploto y los muchachos que estaban experimentando un fulminante con casquillo 22 mágnum, sacaron la mecha y casquillo, al jalón y vieron que la mecha se había apagado; al volverla a meter, la pura fricción, produjo el estallido. Manuel Rodríguez "El Clark" y su tocayo Manuel Ali, murieron por las esquirlas y la onda expansiva, el Clark perdió las manos. Daniel Meza, que observaba de pie, sufrió fractura de mandíbula por otra esquirla.

 

El Veri y su grupo,  cayeron  al chocar con el tren, cerca de Tuxpan, Jal. La fuerza que se agrupaba por un lado, se perdía por el otro.

 

El dinero expropiado a los cajeros, sirvió para rentar casas con cochera y armas. Empezaron a aparecer las Browning y los m-2; también apareció una S&W modelo 39, doble acción de 9 mm. Juventino compró una ametralladora cal. 45 Spitfire.

                                                                                                             

Esta traían cuando una patrulla los escoltómedio D.F. con un Falcón expropiado. Raúl se la puso sobre las piernas y abrió el pesado cerrojo, listo para dispararla por la ventanilla. De pronto los uniformados se desviaron y no pasó nada.

                                                                                                               

Por el rumbo de los Altos, el Falcón negro, empezó a escupir bujías. Le sellaron los huecos con palos de huizache y lograron llegar a Guadalajara.

 

En otro viaje a Salamanca, agarraron un Falcón blanco automático. En la madrugada, el gordo no ubicó las velocidades y por poco lo desvíela; kilómetros adelante, se detuvieron en una brecha, checaron las velocidades y siguieron sin incidentes.

 

Para completar, agarraron un Falcón en Guadalajara con placas de Yucatán, de unos cadetes de vacaciones. Hubo algo de ruido y el dueño se asomo por una ventana de altos; en esta ocasión reforzaban en la cobertura a Raúl, el Winter y el Yaqui.

 

El primero era Ricardo, el hermano menor del fallecido Clark, alto, delgado, atlético; el segundo, sonorense  también, era un toro, de tez blanca y pelo chino. Al ver al dueño, Ricardo se hizo el borracho trasnochado y camino hacia la esquina, tambaleándose; Ramón se hundió en el piso del coche, para acabar de cambiar el swicht, mientras Raúl y el Yaqui observaban expectantes en la esquina, listos para empuñar las armas. De pronto el carro rugió descaradamente  bajo la mirada del dueño, cubrió la media cuadra hasta donde iba el Winter, se medio detuvo para recogerlo y se perdió en la madrugada. Raúl y el Yaqui los siguieron en el Falcón frio. Al llegar al domicilio-cochera, un prójimo con kepí de militar, desde la penumbra les espeto: ¡quietos o se mueren! El Yaqui se helo en el sitio, Raúl la agarro al vuelo, lo empujo y le dijo: ¡es el Gordo! Las carcajadas después del susto.

 

Era costumbre en esos tiempos no dar  a conocer domicilios, autos o compañeros innecesariamente, y al llevar por primera vez al Winter y al Yaqui a esa casa-cochera, los llevaron con los ojos cerrados, fingiéndose dormidos, pero nada mas al verla por dentro, la reconocieron... ahí vivieron de estudiantes.

 

Aparte  de vigilar al Cónsul gringo, vigilaban de corto a un industrial, Pedro Sarquis, dueño de lafábrica de ropa la Cadena. Lo rastrearon casi toda la González Gallo y a través de la ciudad hasta la leve cuesta, que por la Ávila Camacho llega a la glorieta de Zapopan.

                                                           

En esos días les dio por visitar a algún pariente recluido en un hospital de la colonia Chapalita, por lo que trabajaban extra para conocer la nueva rutina. Pensaban en un secuestro doble; uno para rescatar presos y, otro para conseguir fondos.

 

En este año de arrancón, un hermano de la logia masónica, el Ing. Lugo, alias el Venado, les proporcionó un directorio oficial, con nombres, domicilios, teléfono y fechas de cumpleaños, de los principales elementos del gobierno, federales y estatales.

                                                                                             

Con patrullajes diarios, recababan información complementaria sobre vehículos y horarios, además de rutas. Con las notas de sociales, se enteraban de las familias principales y sus fiestas. Unas estudiantes de comercio, dieron con los registros de hacienda. Pronto tuvieron un archivo, con los principales del gobierno federal y estatal, y de la economía en Guadalajara, con todo y fotografías.

 

Ful, Camilo y Nabor seguían estrechando relaciones con los maestros de la Liga, y reclutaron a varios de los Vikingos: Efraín el Borre,  José  el Grajo, al Wences, al Cholico, a Andalon, al General, al Tom de Analco, al Patricio, a la Leona y muchos de menos fama. El Master traía grupo por su cuenta.

 

En vísperas de la acción, el Ful les sustrajo el archivo de la casa de la colonia Atlas. Se pusieron furiosos y por suerte no lo encontraron, si no hubieran practicado el secuestro y canje con él. Se los regresó antes de los 15 días.

 

Otra parte de los preparativos consistió en elaborar la lista de los que iban a pedir. La hicieron buscando que fuera representativa: de varios grupos, veteranos y novatos, presos recientes o antiguos, hombres y mujeres, de importancia estratégica  y sin ella. Querían mandar el mensaje a todo el movimiento, que los de mayor calidad moral y con aguante a la tortura, podían esperar la liberación.

 

Solo faltaba un detalle, poner nombre a la recién nacida. Se hizo una reunión para escoger las siglas, a orilla de la carretera, adelante del balneario los Camachos. Por el Núcleo estaban Juventino y Raúl; por la CNED, el Tomi y el Alex. Se propuso de todo: Ejercito, Frente, Liga, Comando, etc. Se decidieron por el de "Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo": FRAP. Aquí iba a caber lo poco  y lo mucho, lo cerrado y lo amplio, comunistas, democráticos, socialistas, troskos, espartacos, independientes y lo que cayera.

 

Con los fondos tocando fondo, se escogió el 4 de mayo de 1973, para capturar a Terrance Leonhardy. El 5 de mayo era buen día para que se difundiera la noticia, día de victoria para los mexicanos.

 

Raúl estaba apuntado para  el comando que iba a agarrar al industrial; con todo el dolor de su corazón, no lo quisieron en lo del gringo, por inválido. Al final ya no cupo ni en la infraestructura: junto con el Yaqui, se fueron a una pensión donde había paisanos de este.

 

El día anterior, concluyeron que negociar dos secuestros, era muy complicado y todo el comando asignado a lo del industrial, se fue a la banca.

 

El lugar elegido para interceptar al Cónsul, fue frente al Club Guadalajara; era un albur, porque podía irse por la ruta alterna.

 

Por las platicas posteriores, Raúl se enteró que los hermanos Juventino y Ramón condujeron los autos que hicieron el bloqueo; el Tomi se adelantó al Cónsul para alertarlos de su aproximación; el Gordo arranco de su lugar de estacionamiento del modo mas lento posible, para cerrarle el paso y Juventino lo bloqueo por atrás; Winter desde la banqueta presento el m-1 corto y al guitarrear el seguro, se le disparo el arma, y el gringo espantado, se abrazo al volante, gritando débilmente: ¡help!  ¡help!

                                                           

El Alex con un marro listo, aguardaba por el lado opuesto, reforzado por otro joven, el Chihuahua. Este abrió la puerta del conductor y empujo al gringo al centro; Winter pasó al asiento trasero y el Alex completó el control sentándose al lado derecho. La caravana arrancó a buena velocidad, ante la mirada atónita  de un agente de tránsito.

En un lugar que solo ellos sabían los esperaba Victoria, mujer del líder, Alfredo Campaña, en una camioneta para hacer el trasbordo. En el trayecto, le cubrieron los ojos al cautivo con cinta adhesiva y le pusieron unos lentes oscuros para que no se le viera; le ataron las manos al cinturón, para que se notara menos y le revisaron la pantorrilla, que lo único que tenia, era una vieja lesión de guerra mal soldada. Hicieron el trasbordo y todos los asignados a la custodia, se fueron con él, a una casa por el rumbo de la glorieta Minerva, donde lo tuvieron mientras duraron las negociaciones.

 

El suceso, se dio a conocer en los noticieros de la noche.

 

El Yaqui y Raúl, vieron la noticia en la pensión, sentados detrás de varios estudiantes, que no entendían mucho del asunto. El Yaqui con carácter de niño, no dejaba de hacer señas de regocijo y se notaba que se sentía incluido en la acción; Raúl le pedía calma también a señas. Esperaban que saliera todo bien, ya que prácticamente habían quedado en el aire; dependían de los compas que estaban en el operativo y de las citas de enlace. Si algo salía mal, iban a quedar literalmente en la calle y muy escasos de dinero y Raúl ya estaba medio quemado, por la caída del Veri, que lo mencionó, aunque con un apellido cambiado.

 

Raúl puso sus citas personales a más de un mes, le dijo a su novia que iban a hacer algo fuerte, que sacara de su casa toda la propaganda y libros, por las dudas y se despidieron con tristeza anticipada.

 

Los maestros estaban en una reunión con reclutas del F.E.R. cuando cundió la noticia de la acción fuerte. Un chavo llegó precipitado a dar la noticia. Los maestros suspendieron esta reunión con reclutas, para irse a improvisar una al nivel de dirección. En su prisa, el Richard dejó un cuaderno, con una lista de reclutas del F.E.R., con nombres y apellidos; lo recogió la Gorda Rosa y después se los comentó a los de las nacientes  F.R.A.P.

 

En el primer comunicado que se entrego ese 4 de mayo, se pidió la liberación de 30 presos políticos, para su posterior envió a un país no especificado. Los nombres tampoco se dieron, por si fallaba la acción, no hubiera represalias. También se exigió la difusión de un comunicado en prensa, radio y televisión a nivel nacional.

 

Si se aceptaban las exigencias, se haría llegar subsecuentemente, la lista de presos y su destino final y el comunicado. La negociación la manejo el Tomi.

 

Al día siguiente, la presidencia dio el si, agregando como era su costumbre, que se trataba solo de delincuentes comunes.

 

El 5 de mayo en la noche, se leyó en los noticieros de televisión, el comunicado guerrillero, donde se denunciaba al mundo, la dictadura priista, la represión cotidiana, la extraordinaria, como la del 2 de Octubre del '68; la del 29 de Septiembre del 70' en el Politécnico de Guadalajara; la del 10 de Junio del 71 en el D.F. y responsabilizaba al presidente Luis Echeverría de todos estos actos, así como a Alfonso Martínez Domínguez en los hechos del D.F. y a Carlos Ramírez Ladewig, en los de Guadalajara. Se denunciaba además con todas sus letras, la corrupción y saqueo ya tradicional de los funcionarios gubernamentales.

 

Se entregó la lista de los 30 guerrilleros a ser liberados y se pedían las correspondientes negociaciones, para que fueran recibidos en la isla de Cuba.

 

Con este solo operativo, quedo reconocida oficialmente la lucha armada en el país, y el grupo rebasó el ámbito local y el del sector estudiantil, para declarar la guerra a todo el sistema usufructuario de la Revolución Mexicana.

 

En dos días se concretaron las negociaciones con Cuba, y se concentraron los guerrilleros en Guadalajara.

 

Abordaron el avión, con la V  de la victoria y sus morrales con sus escasas pertenencias. En la casa donde tenían al Cónsul, la novia del líder Alfredo Campaña, rompió en llanto: ¡porque se va a ir, si él es mío! Ramón le pidió serenidad para que el gringo no oyera de más.

 

Ya liberados y seguros los compas, el Tomi y Juventino tomaron una última decisión: pedir al gobierno un millón de pesos, la caja del grupo estaba ya vacía. El gobierno dijo que sí. Esta última petición le quitó algo de pureza al operativo.

 

El Tomi hizo que la esposa del Cónsul, recorriera a pie una larga ruta, para detectar una posible vigilancia.

 

Ya viendo algo de seguridad, la abordo frente a un aparador, de una tienda de San Juan de Dios, le murmuro la contraseña convenida, recogió la maleta con el dinero, le dijo que permaneciera unos minutos viendo el aparador, y se fue, seguido por los compas de la cobertura; caminaron varias cuadras, para contrachecar y, luego abordaron el auto y, se fueron a un lugar seguro, a revisar que el dinero no estuviera marcado, ni seriado, ni cargado con algún equipo de rastreo.

                                                                                             

Después se vieron en la cita de coordinación con Juventino, que representaba el equipo de adentro, y le dio parte del dinero. Acordaron que la mejor hora para liberar al gringo, era alrededor de las 9 de la noche. La ciudad estaba en una tensa calma y la policía acuartelada, como exigencia de los guerrilleros.

 

En la noche, subieron al gringo al camper de la camioneta de Ramón, y se quedaron con él, Winter y Chihuahua, Ramón y Victoria iban en la cabina, como una pareja común y corriente y un poco cariñosa, mientras los ojos inquietos barrían de un lado a otro buscando el peligro.

 

Juventino les daba escolta a distancia, pasearon al Cónsul muchas cuadras, dando  vueltas completas a una que otra manzana y glorieta, para desorientarlo y, por fin lo bajaron en una calle solitaria, con los ojos cubiertos con gasa y tela adhesiva, le dijeron que esperara unos minutos para descubrirse y caminaron hasta alcanzar el vehículo que los esperaba.

 

De ahí, se fueron todos a sus respectivos puntos de reunión acordados previamente, para iniciar el repliegue; Ramón, Victoria y Winter, recogieron a Raúl;  el Yaqui,  feliz,  se fue por su lado y ya solvente.

 

Ramón y acompañantes, se dirigieron fuera de la ciudad, en la camioneta. Raúl iba en el camper con el m-1, vigilando por todas las ventanillas, los demás en la cabina, llevaban las pistolas bajo la pierna,  bien a la mano. Las salidas estaban libres y ellos se fueron por la carretera de los Altos. Solo Ramón sabía que se dirigían a León Gto., donde tenía rentado un departamento, exclusivamente para ocultarse el resto del mes.

 

El departamento estaba en una zona entre un centro comercial y la central camionera. En la planta baja, estaba la cocineta y la sala. En el primer piso había una recámara que ocuparon Ramón y Raúl y en el segundo piso estaba la otra recámara que ocupo Victoria. Winter se quedaba en la sala, para cuidar las entradas y para ver la Tv., hasta tarde.

 

Se levantaban temprano para ir por los periódicos y unos jugos. Al principio solo salían Ramón y Victoria.

 

Vieron el impacto que había tenido el operativo en el país.

 

Las reacciones fueron favorables en su mayoría. Se criticaba principalmente el lema: Por la Revolución Proletaria, Venceremos. Que ya en esos tiempos de critica al socialismo real y a la izquierda envejecida de los partidos comunistas, como que a algunos les sonaba trasnochado, por cuanto evocaba la dictadura del proletariado, que había devenido en dictadura del partido. El otro pero era lo del millón de pesos.

 

El gringo reconocía el trabajo de gente seria y preparada y comentaba que se le había sometido a un interrogatorio muy inteligente. Raúl se entero que el cuestionario lo había elaborado Victoria, pero la grabación se la llevo Juventino y nunca hubo oportunidad de oírla.

 

Con el paso de los días, fueron agarrando confianza y empezaron a recuperar sus costumbres personales. Los hombres de origen popular, se levantaban temprano a hacer sus desayunos y ver los noticieros. Victoria empezó a levantarse a la media mañana, pues se dormía hasta tarde leyendo.

 

Ramón la empezó a apodar  la Princesa.

 

León y casi todo Guanajuato eran de una mentalidad conservadora. Una vez que Ramón pregunto por cassettes de Oscar Chávez, la vendedora los saco de un rincón y se los vendió casi en secreto. Por eso ponían a Victoria a lavar parte  de la  ropa de los hombres, porque el lavadero estaba en el balcón de su piso y creían conveniente, que las vecinas la vieran en dicha actividad. Otra parte de la ropa la lavaban los muchachos en el baño y ella tendía, para que pareciera  que era la de todo el quehacer de la casa.

 

Veían televisión buena parte de la mañana, habitualmente la serie de Sir Galaad, al que Winter llamaba Sir Galaxie.

 

A los 15 días, Ramón y Winter salieron hacia la perla tapatía a ver a los compas y programar las actividades futuras.

 

En la noche, a la hora de ver los noticieros, Raúl y Victoria, platicaban del futuro inmediato. Victoria quería dejar el movimiento. Decía que extrañaba su vida universitaria, y el teatro, pues ella actuaba; y también que ella estaba acostumbrada a tener novio siempre. Raúl pensaba que el novio estaba al otro lado del mar, pero todos, por unos u otros motivos, esperaban que los compas volvieran pronto, y ese era otro tema de conversación.

                               

Esperaban que en la isla se formara una coordinadora nacional y que se estructurara todo el movimiento. Raúl era un recluta con iniciativa, pero solo eso. Esperaba como muchos, el regreso de los jefes.

 

Winter ya no volvió, pues se fue para Sonora, para seguir trabajando allá, le heredó una Browning a Raúl, que había cedido su .38 S&W a Victoria, después de que ella no pudo cerrojear una Astra .380

 

Para librar mejor ese largo mes, decidieron salir a entrenar a las goteras de León. Dejaron la camioneta en un potrero, cerca de la carretera, en dirección norte. Al poco rato se les cruzó una víbora de  cascabel por entre el pastizal seco, le dispararon y se les perdió entre las piedras. Le estuvieron picando con una vara y la cascabel abrió la boca y perdió el camuflaje.

 

Raúl le atino uno de 9 mm.

 

Siguieron caminando en la misma dirección, hasta que dejaron atrás el bosquecillo y llegaron a unos llanos de labor; los hombres querían cruzar más allá, para que el ruido de los disparos no llegara a la carretera. El sol ya estaba alto y el calor arreciaba. Al empezar el llano, la Princesa se emberrincho, les grito que ya estaba cansada, que tenia calor y sed, -como todos-, que no daba un paso mas, y que se fueran a chingar a su madre, y que si querían que la mataran. Raúl y Ramón cruzaban miradas, desconcertados; no era para tanto. Pero si empezaron a pensar seriamente en regresarla a su familia.

 

Hicieron una práctica breve y apresurada, másque todo para reconocer las armas y volvieron a León.

 

Pasado el tiempo convenido regresaron a Guadalajara. Raúl andaba medio desesperado por saber de su novia, que seguía ligada al F.E.R. y así, a los Maestros de la Liga 23 de Septiembre. A ver como les había ido a todos.

 

Llego a la cita permanente, con todos los cuidados, revisando primero toda el área, varias cuadras a la redonda. La muchacha llegó puntual, algo malhumorada. Los de la 23 habían andado de intrigosos, tratando de disminuir el operativo y la mala nueva: Ful la había convencido de que dejara la legalidad, pues la represión había detenido a varios de los de San Andrés y algo habían hablado.

 

Ahora Raúl tenía que integrarla a la organización, cosa que no le desagradaba del todo, pues como decían la mayoría de los del movimiento: no hay que morir sin haber amado.

 

Por lo pronto, ella estaba asilada con la Gorda Rosa.

 

La casa de la colonia Atlas, hacia tiempo que la habían dejado y en estos días vivían en una de Jardines de La Paz, a una cuadra y media de la clínica nueva del I.M.S.S. y a unas 3 ó 4 cuadras de la orilla de la ciudad.

 

En las reuniones subsiguientes, vieron el mejor modo de utilizar los recursos económicos y humanos. Como los de la 23 de Septiembre coparon casi a todo el F.E.R, se decidieron atender el trabajo de base que tenía el Tomi: a través del profesor Pedro Casian, tenían presencia en el movimiento campesino y cañero del sur y occidente del estado.

 

Ahí refuerza Raúl al profe Casian, que usaba el seudónimo de Efraín. Además, Raúl atendía una brigada reclutada por el Tomi y que estaba compuesta por: Yolanda, Violeta, Cuauhtémoc, Oscar y el Ray. Estudiaban teoría política-filosófica y militar, además entrenaban tiro de pistola y rifle, escopeta y subametralladora.

 

Juventino y el Chihuahua coordinaban al Winter y su gente, que allá en la lejana Sonora, tenían un par de brigadas que atendían trabajo campesino, en el Valle del Carrizo y los alrededores de Cd. Obregón. Además un amigo, del papá de Winter -militar retirado-, les empezó a vender granadas de mano.

 

El Tomi y el Alex siguieron atendiendo 3 de las normales rurales, donde tenían muchos adeptos, como dirigentes que habían sido, de la CentralNacional de Estudiantes Democráticos. Siguieron, además comprando armas y municiones. Las probaban y entrenaban en las cercanías de la brecha a San Cristóbal de la Barranca.

 

Ahí se vio que los que tenían un sentido natural para manejar la ráfaga, eran Juventino y el Tomi; lo mismo con los recién adquiridos m-2, que las 9 mm tapatías y la Spitfire calibre .45. Hacían el barrido de izquierda a derecha y de regreso, manteniendo una dispersión de los impactos, entre los 15 y 20 cms., que se consideraba más que aceptable. Los demás lograban que los primeros 3 tiros tuvieran una dispersión adecuada, pero el resto, se les iban desde un metro, hasta 3 ó 4 metros, y si no ladeaban las metralletas, del tiro sexto en adelante, se los atinaban al cielo. Por eso, ellos entrenaban ráfagas cortas, de máximo 4 tiros, a blanco individual, con el tiro inicial apuntando al lado izquierdo.                                                                                                            

 

Empezaron a abundar las Browning 9 mm., que con su capacidad de 13 tiros, les daba mas confianza a los muchachos. Había controversia sobre el modo de desenfundar y apuntar. Los Campaña subían la mano a la altura del hombro, la dejaban caer sobre la pistola, la arrancaban al jalón, volvían a subir la mano hasta el hombro y daban el apuntón hacia delante y disparaban media carga, que casi siempre pegaban bajo; y las Súper Colt,  que traían inicialmente, a veces dejaban el carro abierto antes de agotar la carga. El Tomi usaba la Browining bajo el ombligo, desmartillada, porque no le gustaba el seguro lateral, prácticamente imperceptibles al desengancharlo; desenfundaba, amartillaba con la izquierda, pegaba el codo a la cintura y hacia el disparo prácticamente desde la cadera, y casi siempre acertaba. Raúl desenfundaba al subir la mano, y en un movimiento continuo estiraba el brazo hasta la altura del pecho y hacía el disparo, también con buenos resultados.

 

Raúl entrenaba a la brigada con su técnica, que también aplicaba a la escopeta y la metralleta. Con la escopeta, descubrieron que había que sostenerla más hacia la derecha, por su fuerte retroceso, así la culata pasaba entre el brazo y costado, sin golpearlos. El entrenamiento inicial, era con pistolas y rifles .22 y de diábolos.

 

La novia de Raúl y la Gorda Rosa, atendían brigadas que titubeaban entre las F.R.A.P. y la Liga.

 

Los reclutas de la Liga exigían acción, después de lo del gringo, y nombraron una Dirección Nacional Militar que recayó en Camilo. Para ese entonces, se habían unificado con los Enfermos de Sinaloa y con varios grupos de Monterrey, jalando entre ellos varios infiltrados del gobierno.

 

Para hacerse de armas, empezaron a desarmar policías de las casetas; primero sin resistencia, y después empezaron los tiroteos. También hicieron operativos de finanzas, para un doble secuestro. Ya casi para fin de año, capturaron al cónsul honorario de Inglaterra, en Guadalajara, Duncan Williams y al industrial del aceite, Aranguren.

 

El gobierno ya prevenido, les distorsiono la negociación.

 

Pedían 50 presos políticos y 10 millones de pesos. En la lista que publicó el gobierno, aparecían delincuentes comunes. Aparte llegaron del D.F. 50 patrullas, que reforzaban a la policía local y alejército, y empezaron a catear casa por casa, amplias zonas de la ciudad; los chilangos, revisaban hasta a las señoras que estaban en la regadera. Incluso, le decomisaron su colección de armas al ex-gobernador Medina Ascencio.

 

Por más que intentaron los de la Liga la negociación, los del gobierno fingieron demencia ycontinúo la represión.

Duncan Williams, lo único que tenia de ingles, eran sus padres, y los intereses de Inglaterra, al parecer valieron  lo que un cacahuate al gobierno de Luis Echeverría. Camilo desesperado, dio la orden de que liberaran a Williams y el personalmente, le descerrajo un tiro en la cabeza, al infortunado industrial.

 

La familia había aceptado pagar el rescate, pero la Liga, quería antes que todo, los presos políticos, para no quedar como meros secuestradores por dinero.

 

En estos días los muchachos de todos los grupos se la pasaron brincando de un lado a otro de la ciudad, evadiendo los cercos, porque  ¡pobre del que hubieran localizado en esos días!; como dijo un electricista, simpatizante: para los machos, los muchos.

 

Aparte de entrenar, estudiar, checar futuros blancos, hacer propaganda para los movimientos sectoriales, se daban tiempo para viajar a Tampico, donde Juventino –Ingeniero Químico- seguía peleando su restitución a PEMEX y aparte, participaba en una de esas pirámides, donde el negocio esta en enganchar incautos y vender cosméticos.

 

Manejaban de noche, cruzando los altos, el desierto y la sierra que esta mas allá de San Luis y cruzaban por la orilla de Rió Verde, con sus canales de agua limpia y en las mañanas vaporosas, cruzaban las montañas que están antes de bajar a la Huasteca, y de ahí, puro llano, verdes de caña y hierbas altas, donde pastaban los hermosos cebúes.

 

Para no andar tan de oquis en Tampico, Juventino estuvo trabajando a un capitán de barco, que le trajo de Texas, dos m-1, de marca Internacional, que salieron malísimos. Les pulieron y repulieron los pistones, hasta que más o menos funcionaron.

 

Cuando los recogieron en Tampico, pasaron luego a almorzar con las Piquinas, en un restaurante a una cuadra de la plaza principal. Mientras Raúl esperaba su bistec a la tampiqueña ¡faltaba mas!, Juventino que era muy conchudo, puso la valija con los dos m-1 cortos detrás de la barra que daba a la cocina. De pronto una de la Piquinas, fornida, de pelo corto, rizado, grita a todo pulmón: ¡de quien son estas pistolas! Juventino, con una media sonrisa, sin inmutarse, contestó, casi en el mismo tono: ¡sonmías! ¡Ay ingeniero!, ¿¡para que ponen aquí sus chingaderas!?

 

Las recogieron después de almorzar.

 

En este tiempo, Chihuahua coordinó el regreso de la Princesa con su familia, aunque era más partidario de desaparecerla. La llevaron al D.F. donde se despidió, diciendo o amenazando, con mejor seguir con el grupo. Para no seguir lidiando con su carácter voluble, la convencieron de que se fuera. Le devolvió a Raúl el revólver y se despidió de ellos, con un beso en la mejilla. La vieron alejarse en la noche.

 

Un día que el Chihuahua y Juventino tenían que ir a Sonora, para no comprarle llantas al Falcón, decidieron expropiar uno, que las trajera en buenas condiciones, al fin y al cabo, los coches siempre se ocupaban.

 

Desde el atardecer, Juventino, el Chihuahua y Raúl patrullaban la ciudad buscando el vehículo apropiado.

 

A eso de las 11 de la noche detectaron uno, por el rumbo del Expiatorio, a media cuadra de la Av.Munguía. Juventino quedó a una cuadra en su carro, cubriendo; Chihuahua se dirigió a forzar la ventanilla del Falcón elegido, custodiado por Raúl, y en eso salen unos ciudadanos echándoles grito. Chihuahua sale a paso rápido hacia Munguía y Raúl se va por Escorza, en dirección al Expiatorio, seguido por el civil, en ademán de sacar pistola. Al doblar por la calle de Prisciliano Sánchez, Raúl se detiene y le da un tirón a la metralleta tapatía, que lleva bajo la chamarra, detenida con la mano izquierda y el arma se niega a salir; en la cintura, a la derecha trae la Browning, pero tantea que en lo que le quite los dos seguros, el otro ya le disparó.

 

Sigue caminando hacia Munguía con el otro en corto, que no acaba de sacar arma. Por el lado deMunguía esta despejado, para que se estacionen los clientes del puesto de helados Holanda. Ahí, Raúl se pone a discutir con el prójimo que lo acusa de roba carros: ¡cabrones, si ya se llevaron dos de aquí en esta semana! Con razón no duermen los de esta cuadra, pensó Raúl. En eso pasan en el carro, Juventino y Chihuahua, que baja con un m-1 corto en las manos y Raúl aprovecha que se retiró el otro, para jalar con fuerza la metralleta, que estaba atorada por la mira plegable, con alza, en la chamarra; por fin sale el arma con el alza levantada y mientras hace la ceremonia para empuñarla, el vecino espantado corre para alejarse del Chihuahua y se da el encontronazo con Raúl, que apenas alcanzó a jalar el cerrojo; el vecino se aferra al arma, y en el forcejeo le corta el rostro a Raúl, con el filo del alza. Hubiera podido quitarle la metralleta al inválido, pero el Chihuahua está a sus espaldas y mejor sigue su carrera. Chihuahua regresa al carro seguido por Raúl. El civil se la piensa  y se regresa a continuar el ataque; Raúl que no descuida la espalda, levanta la metralleta con la mano derecha y suelta 4 tiros graneados, sobre la cabeza del individuo y agujera los vidrios y el marco de aluminio, del puesto de nieves. El vecino arranca nueva carrera, arañando el suelo con pies y manos. Ya en el carro preguntan: ¿que pasó¡Ya se iba a regresar el cabrón! ¿Le diste? ¡No, le tire alto! Y ahí mismo Raúl entregó la metralleta a Juventino: no quiero traer un fierro, que no pueda manejar. Por esa noche fue suficiente, y se fueron a dormir.

 

Días después, Raúl pasó por el rumbo en el camión ruta #1, que subía por Madero y en la parada del Expiatorio llega a la bajada trasera, aquel vecino tan aferrado.

 

Se reconocen ambos, nerviosos, el guerrillero trae ahora el revolver .38 por dentro de la chamarra. El civil se baja, y en la siguiente parada Raúl también, y se aleja a toda prisa, caminando bajo la noche.

 

Como la casa de Jardines de la Paz, la conocía Ful, Juventino se dio a la tarea de buscar otra. Llevaba a Raúl y a veces a las novias de ambos, con los ojos cerrados, con muchas vueltas de despiste. Pero con tanto patrullar la ciudad, ya reconocían la ciudad hasta dormidos. Raúl sabía que estaban en algún lugar de Lagos del Country.

 

Todavía tenían la casa-cochera del rumbo del registro civil, y ahí, Raúl tuvo la primera relación completa con su pareja.

 

Ramón, rentó también casa, que tenia huerta de aguacate. Buen lugar para guardar coches.

 

Cuando Juventino salía por algo de tiempo, Raúl, si estaba solo en la casa, se dedicaba a pintar de negro las granadas vendidas por el capitán delejército, para disfrazarlas y borrar los números de clave, pintados.

 

A veces se quedaba encerrado con su novia, y se dedicaban a su relación con brío juvenil.

 

Hubo una salida, para Sonora, de Juventino y Chihuahua. Al mismo tiempo, Raúl salió con el Efraín, para el rumbo de Talpa. En el camino, el profe se detuvo en un pueblo un rato a ver a campesinos. Raúl no supo el lugar, porque para variar iba con los ojos cerrados. Siguieron ruta y ya en la montaña, le dejó el vocho a Raúl. Llegaron a un vado, donde corría un rió regular de corriente, inexperto con el VW, pasó despacio y la corriente los arrastró. El vocho quedó recargado en unas piedras. Se despojaron de las armas y se bajaron a enderezarlo.

 

Casi al momento, detuvo su vehículo un civil y les ayudo a sacar el compacto.

 

Estuvieron unos días en las montañas, de aquel lado de Talpa, entrenando campesinos e informando de los trámites de su lucha, llevados a través de la Central Campesina Independiente.

 

Al regreso a Guadalajara, debía coincidir con el regreso de Juventino y Chihuahua, pero estos no aparecieron.

 

Ramón se lo llevo a su casa, que Raúl sintió que estaba por el rumbo del Cerro del Cuatro. Varios días acudieron a la permanente, sin resultados. Una noche al regresar a la casa pasaron frente al televisor y vieron a Juventino y al Chihuahua con las huellas de la tortura. Los tenían ya en el D.F., después de pasar por los torturadores de la Dirección Federal de Seguridad, y los de Inteligencia Militar, en el infame campo militar # 1.

 

Su caída se debió a una derrapada, en una curva mojada, por el rumbo de Culiacán. Cuando intentaban poner sobre sus ruedas el vehículo, se detuvieron en una camioneta 3 judiciales, que en vez de ayudarlos, verificaron los papeles y números del vehículo, que era expropiado. Los compas que no tenían sus pistolas y granadas encima, fueron arrestados.

 

Ramón y Raúl se dieron a la tarea de localizar la casa de Lagos del Country. Dieron con ella y tras dos días de pasar a todas horas, frente a ella, se convencieron de que el único domicilio quemado fue el del Chihuahua, entraron y recuperaron 30 granadas y una partida de dinero, mas un m-2 y municiones.

 

El m-2 trabaja a cerrojo cerrado y con un seguro fácil de quitar. Raúl se quedó con él.

 

La novia de Juventino quedó descoordinada, pero algún día iba a recalar con las estudiantes de comercio.

 

Buscaron domicilio para Raúl y su novia y lo hallaron en Las Águilas. La maestra Graciela, con el seudónimo de Ursula, se fue a vivir con ellos.

 

La caída de los compas, dejó aislado al grupo de Sonora, pero además deja a Ramón y a Raúl en una posición política débil. Ya estaban aislados del movimiento original, el F.E.R., y sin los compas y sin Sonora, el Tomi los declaró un grupo de dos, que mantenían bajo su custodia alrededor de $200,000.00

 

Al estilo Liga, el Tomi exigió el sometimiento incondicional y la entrega de todo el dinero. Ramón, bronco de Sinaloa y ya cuarentón, propuso para rápido, la ruptura.

 

Raúl, que sentía una duda saludable sobre la supervivencia de todos y cada uno, quería mantener la unidad a toda costa y que se dedicaran los recursos al desarrollo de nuevos elementos. Entrego al Tomi la mitad de los fondos, mientras que este mantuvo sus propios fondos intactos.

 

Raúl aceleró el entrenamiento y fogueo de la brigada del Flaco Castillo y de la Gorda Rosa, que estaba integrada por el Zhivago, Juanillo, Emilio y el Hércules.

 

El Escualo, se la pasaba entre Guadalajara y México, manteniendo la coordinación con la Unión del Pueblo.

 

Raúl seguía entrenando a la brigada del Tomi, y ahora se incluía el lanzamiento de granada en los bosquecillos de la primavera. A veces iba el Flaco a instruirlos sobre explosivos. Otras, Jorge Luis Meléndrez, el Escualo.

 

En una, a la que no fue Raúl, hicieron una bomba con reloj. El Escualo no puso mecha, como cuerpo de retardo, y los alambres se contactaron antes de tiempo. Acabo con el reloj incrustado en el vientre y quemado de brazos y piernas, lanzo un ¡ay! semi-inconsciente y cayó de espaldas para siempre. El Ray quedo ciego permanente y el Témoc y el Óscar, ciegos temporalmente.

 

El Témoc, recuperó la vista en un largo rato, y tuvo que aprender a manejar, para llevar a los compas ciegos a la ciudad. Notificaron a la Cruz Verde del lugar donde dejaron al Escualo, por teléfono.

 

Cuando Óscar recuperó la vista, dispuso del fondo de $50,000 que él guardaba, y se fue hasta Venezuela. Nadie lo criticó.

 

Raúl también estuvo a punto de sufrir otro accidente serio. Iban por la Av. Vallarta y el Tomi le mostró una Browning, que acababa de adquirir, y le apunto al tórax; Raúl le dijo: ¡voltea tu chingadera! Y se la desvió con la mano. Le contesta el Tomi: tiene seguro, estás traumado, mira. Apunta al tablero del coche y jala el gatillo. Quedaron ensordecidos y con la cabina llena de humo; los de los coches vecinos viendo espantados. Arranca como si nada, dice Raúl. Cuadras adelante pregunta el Tomi: ¿me habríasdisparado, si te hubiera herido?. Si me quedaban fuerzas, claro que sí. Mmm, entonces mejor rematarte.

 

En el siguiente entrenamiento, se revisó a fondo el arma y se encontró que el seguro estaba fuera de lugar, porque se había roto la pestaña, que lo fija en su sitio.

 

Este tipo de incidentes y la necesidad de mantener limpias y engrasadas las armas, para su buen funcionamiento, obligaba a los muchachos a desarmarlas pieza por pieza, y las ponían en su orden de salida, para no batallar en la armada. También pulían con mucho cuidado las piezas del sistema de disparo, para incrementar la precisión. También redondeaban y pulían las rampas, para mayor seguridad en el cerrojeo.

 

Conocían a fondo los revólveres Colt y S&W, las escuadras Colt, P-38, Browning y los m-1 y m-2.

 

Los compas de la Liga trataron de sacarse la espina en Monterrey. Nada más que la escolta del industrial, Garza Sada, no fue neutralizada adecuadamente y se suscitó un tiroteo y el señorresulto herido y se les frustró otra acción. Si ya de por sí, el gobierno era feroz con cualquier tipo de oposición, tocándole a la crema y nata, desató una persecución implacable al movimiento armado.

 

Por fechas de navidad, a uno de los participantes en el doble secuestro Duncan-Aranguren, se le ocurrió salir a la calle, en la madrugada, ebrio y armado. Lo detuvo una patrulla. No resistió la tortura de la federal y entregó unas casas. Camilo se contactaba con el Cachetes en citas permanentes. Cuando no apareció a varias seguidas, fue a ver un domicilio que él conocía, por la calle de Cambre. La casa y los domicilios vecinos, estaban llenos de agentes. Lo tirotearon desde las azoteas y la calle. Alcanzó a herir a uno, pero cayó herido con tres balazos, la noche del 24 de diciembre. Primero lo llevaron detenido a la Cruz Verde. Después llego por él la D.F.S., y lo torturaron hasta la muerte.

 

En las F.R.A.P. seguían los forcejeos. Ramón, principalmente, se negaba a entregar los últimos $70,000.00 que les quedaban. En el fin de año, se trasladaron hasta Cd. Obregón a ver al Winter y su gente.                               En el camino, pasando Culiacán, en la madrugada, Ramón le grito a Raúl, que iba dormido en el asiento trasero: ¡despierta, muchacho, hay retén de la policía!                                                                                                                    Raúl se incorporó con la chamarra sobre el pecho y la Browning debajo, ya lista. Ramón, fingiendo titubeos y confusión rebasó el grupo de agentes. Llegó corriendo un solo policía de civil. Le grito: ¡porque no se detuvieron!, Ramón, contesto: creí que me estaban dando paso. ¿De donde vienen? De Guadalajara. ¿A donde van? A Obregón. Mientras hacia las preguntas, iluminaba la cara de Ramón y al muchacho aparentemente adormilado y sorprendido. Parecían padre e hijo, y los dejo ir, sin tratar de revisarlos.         De Obregón, pasaron al pueblo de Esperanza, a buscar a Winter. Él los convidó a la sierra, a platicar con el Viejo, Pablo Bauman.

                                             

Después de un largo recorrido, por unos lomeríos bajos y pelones, llegaron al campamento del Viejo, que trabajaba la perforación de un pozo.

 

Era delgado, correoso, güero colorado y muy risueño. Desde la tarde, después de corretear a tiros de .22  a una despistada parvada de codornices, estuvieron platicando del movimiento y de la organización. Ramón se quejaba amargamente de las pretensiones del Tomi, y Raúl creyó notar en el Winter una actitud evasiva.

 

A la luz de la fogata, el Viejo hizo el mejor comentario del año: cuando vi subir a los compas excarcelados, las escaleras del avión, fue el espectáculo más hermoso que han visto mis ojos.

 

A eso de la media noche, oyeron por el radio, que en el D.F. habían detenido, después de una persecución y tiroteo, a Mario el Yaqui, a Astorga y al Gil Olivo. Y ya rodeados, fingieron rendirse, y el Yaqui, con las manos levantadas pero cubriéndose con Gil Olivo, llevaba una granada, y sin el pasador; soltó la palanca, contó a tres y lanzo la granada que estallo sin llegar al suelo, hiriendo a dos agentes. A pesar de esta muestra de valentía, no pudieron escapar.

 

Ramón y Raúl propusieron a Winter, que se replegara con su grupo a Guadalajara, pero Winter se negó, pues decía que tenían penetrada la Procuraduría Estatal y los compas les avisarían de cualquier intento de aprehensión.

 

Al día siguiente se despidieron del Viejo, dejaron a Winter en Esperanza y emprendieron el regreso a Guadalajara, cruzando las enormes y áridas llanadas que componen el estado de Sonora.

                                                         

Sinaloa es más fértil y al pasar al pie de la sierra, el Gordo señaló el rumbo de su origen: Cosalá, algún día subiremos para allá, muchacho.                           Cruzaban luego los campos tecnificados del rumbo de Culiacán, y seguían la costera. Desde donde divisaban a Mazatlán y luego entraban a la parte  llana de Nayarit. Pasando un puente sobre el río Santiago, estaba el crucero de Tuxpan y por el ramal de la izquierda conducían hasta iniciar la larga cuesta que lleva a Tepic, lo cruzaban pasando por el frente de su Ingenio y seguía una carretera llena de curvas y poblados pintorescos, hasta bajar y subir  Plan de Barrancas a  Ixtlán, seguían los pueblos de Jalisco: Magdalena, Tequila, Arenal y la patria, Guadalajara.

 

A escaso un mes de iniciado el 74, les cayó un grupo de agentes, directo desde México, al grupo del Winter; después de varios tiroteos aprehendieron a casi todos. Los trasladaron por tierra, hasta el D. F., en camionetas, cubiertos con lonas, como si fueran melones o sandias, sin comer ni beber, custodiados por soldados. Cuando pedían agua, los callaban a culatazos. Se ensañaron con el Viejo, por ser ex-militar; no aguanto el castigo y murió a consecuencia de los golpes.

 

Los torturaron más de veinte días en el campo militar No.  1 y después los consignaron, bajo diferentes cargos en el penal de Oblatos.

 

Se oyó el rumor, de que el Winter había entregado, al capitán que les vendía las granadas, y que lo habían fusilado en secreto, en el  No. 1. El gobierno era una mafia monolítica que no toleraba la más mínima deslealtad. A su nombre, se podía cometer todos los crímenes y violaciones de la ley y de los derechos humanos, pero ir contra sus intereses, era pena de muerte.

 

Raúl  soltó otros $50,000.00 al Tomi y siguió entrenando las brigadas, pero estrechando más la relación, con los de la Unión del Pueblo.

 

Por esos días salió del penal de Oblatos, Salvador Rivera, que tenia cargos leves. Por lo mismo, no lo enviaron a Cuba, traía unos chavos reclutados a dentro, vagos de barrio, reformados.

 

También tenían de antes, un círculo de obreros, que no resultaron muy entrones, solo uno, apodado Julio, se animó a lo armado.

 

El Tomi para seguir presionando, pidió un juicio para Trinidad, la mujer  de Ramón. Se encerraron en la casa de las Águilas, a donde llevaron al  Tomi y Trinidad, con los ojos cerrados.

 

El Tomi no esperaba el careo, y gritóescandalizado, que ahora iba a ser él,  enjuiciado, y abandonó la casa, valiéndole madres la compartimentación y la seguridad, así se concretó la ruptura.

 

Para no dejar que se les agotará el dinero, ya muy escaso, hicieron una expropiación en la glorieta del Álamo. Llegaba una panamericana a recoger el dinero. Calcularon que en los días santos no iba a recoger, y les cayeron antes que la camioneta. Salvador le puso una P-38 en la sien y el policía, cincuentón curtido, no se inmutó, y empezó a acercar la mano a su arma, pero Ramón le paro el carro enfrente y descendió, cerrojeando el M-2. ¡que no se mueva, no me oye! ¡Ah!, ¿Va en serio? Lodesarmaron y Salvador lo arrimó a las oficinas, que estaban  en lo alto, a donde habían llegado Raúl y el Flaco Castillo. Encañonaron al empleado y grito el Flaco: ¡Danos el dinero de la camioneta! Como el empleado no se movió, el Flaco puso el revolver .38, que le había cambiado a Raúl por una Astra 9mm, para la acción y salto el mostrador y buscó el dinero. Raúl se clavó el revolver en la cintura y checó un archivero que había a la izquierda de la entrada y encontró el m-1 corto, que le habían visto al otro vigilante. El Flaco saltó de regreso con el botín y Raúl le entregó el M1, que el Flaco miródesconcertado, y luego el 38, que lo sorprendió todavía más. Le ordenaron al empleado que se tirará al piso y que no se moviera en cinco minutos, bajaron las escaleras, y al pie, Salvador todavía no conseguía que el azul, se tirara al suelo, como que pensaba arrancar por el M1, pues se desconsoló mucho, cuando lo vio en poder de los muchachos. Subieron al coche y arrancaron rumbo a la Nogalera.                       

 

En el camino se cambiaron de ropa. El Flaco preguntaba que de dónde habían salido tantas armas. Raúl contestó: sabíamos que tenían el M-1, y la .38 tú la dejaste en el mostrador. Transbordaron en la colonia, dejando el carro del operativo, varias cuadras antes, el resto lo caminaron despacio, de dos en dos.

 

Tenían razón en lo de la acumulación del efectivo, le tocó al Flaco el M-1 y un proporcional de dinero. El resto, se  dedicó a montar infraestructura para otro secuestro.

 

Decidieron hacer otra acción de finanzas, para asegurar el rapto de Julia -así le pusieron al industrial que tenían en la mira-, al gringo le habían puesto Martha.

 

Le tocó la suerte a una abarrotera, frente al mercado de Mexicaltzingo. Metieron 3 nuevos, para irlos fogueando, de la brigada del Flaco: el Zhivago, Juanillo y el Hércules.

 

Raúl como responsable, Salvador de apoyo, y Ramón al volante. Juanillo y Zhivago pidieron el dinero a los chinos, al salir de la tienda, ya a oscuras, y el Hércules debía encañonar y desarmar al policía del comercio, que cerraba la puerta de la tienda. Los nuevos, arrebataron la bolsa con el pan a la china, mientras su hermano gritaba: ¡no, mi dinero no! Raúl la agarró al vuelo, y con la mala le quito la bolsa de papel, con el fajo de dinero, cruzó la calle rumbo al coche y vio que el policía no estaba controlado, y se inicio el tiroteo de banqueta a banqueta; se retiró de carro en carro, haciendo dos o tres disparos en cada alto, con la Browning. Un velador se unió al policía y Raúl sentía zumbar los moscardones del .45 alrededor de su cabeza.

 

   Los nuevos tronaron sus armas al aire, para calarlas, dijeron.  Salvador, por la acera del mercado, hizo lo mismo. Al llegar al coche, un último cuarentaicincazo, le movió el cabello, y ¡la puerta con seguro! Apretó el arma vacía con el antebrazo izquierdo y tocó la ventanilla.

 

    Ramón quitó el seguro y entró al auto. ¡No traían dinero! Dijeron los nuevos. Yo lo traigo, contestó Raúl. ¿Estamos todos? Preguntó: ¿falta alguien? El Hércules. Pero no entró a la acción. Por eso fue la balacera. ¿Contra quién? Contra el policía y un velador, dijo Chava. Pues vamonos, en está oscuridad no vamos a ver si nos llegan. Y Ramón arrancó hacia 16 de Septiembre sin encender las luces; las prendió al virar en la siguiente cuadra.

 

     El Hércules apareció en la cita de recoordinación, y dijo que apenas iba a hablarle al policía, cuando empezaron los disparos.

 

      Ramón y Raúl los invitaron al próximo secuestro, y los del Flaco no quisieron, no se sentían todavía preparados. Les comunicaron además, la intención de guardar el dinero para negociar con cierta tranquilidad, cosa que no les pareció muy bien a los de la UP.

 

      A través de los compas presos en la penal, supieron que en Obregón, andaba Andrés Meza, a salto de casa. Y decidieron ir por él, para completar el equipo para la siguiente acción. Ya en Obregón, para dar tiempo para la hora de ver a Andrés, visitaron a unos parientes del Gordo. Al rato, ya había una docena de Sonorenses, echando bacanora. Al atardecer, fue Ramón a coordinar al desbalagado. Pusieron cita para Guadalajara, le dio suficiente dinero y se despidieron.

 

      Al caer la noche, Ramón decidió que fueran a saludar a su papá, que vivía a corta distancia de Obregón.

 

      Estuvieron un par de horas, siguiéndole con el bacanora; la madrastra de Ramón les dio de cenar. Don Panchito preocupado por sus hijos; dos en Cuba, y el otro en la penal. Ramón y Raúl, confiaban en sacar a Juventino, de un modo o de otro. Estaba presente Armando de unos 17 años, producto del actual matrimonio.

 

      A eso de la media noche, se despidieron, con la bendición y muchas recomendaciones de don Panchito. Estaban abordando el auto, cuando Armando se subió al asiento posterior, y dijo con mucha firmeza: Me voy a ir con ellos.

 

      Todos se quedaron en una pieza, a pesar de andar encandilados por el licor. La mamá soltó el llanto y se deshizo en súplicas, pero el adolescente no se movió, con la vista fija al frente. La nana oyó los ruegos y salió a unirse al lloriqueo. Los hombres se miraban entre sí y don Panchito también empezó a suplicar al muchacho.

 

      Ramón y Raúl con una sonrisa de incredulidad todavía, decidieron por fin: vamonos, antes de que se haga mayor el escándalo. Arrancaron, con las mujeres arañando la carrocería. Se echaron de un tirón, las más de 24 horas de viaje, con el nuevo y decidido recluta. El adolescente adoptó el nombre de Jorge. Llegando a la ciudad, lo llevo Raúl con unos simpatizantes, que vivían por la colonia Atlas, y aceptaron tenerlo ahí.

 

      Andaban muy atareados, con lo del próximo secuestro; tenían que ubicar las rutas de a pie, para recoger el dinero, cuidando que fuera rápida la salida, en caso de enfrentamiento. Tuvieron que checar, sentido de las calles, puntos para apostar a su gente, para ver el paso, de los que iban a entregar el dinero; puntos de recoordinación rápida; lugar para los apoyos y varias rutas de escape. Puntos discretos y seguros, para poner comunicados. Teléfonos. Confirmar al día la ruta del presunto. Entrenamientos, y simulacros sobre el terreno, a horas discretas y también a horas aproximadas a la real. Todos opinaban y daban ideas. Completaron los vehículos, contactaron a Andrés. Y llegó el día.

 

     Para la normalidad de la casa y la custodia quedaron: Ramón, Ursula, Salvador, Julio y Andrés.La negociación la iba a manejar Raúl, secundado por Jorge. Les iban a dar apoyo Ramón, Salvador y Julio. En el apañe, entraron todos, como había una obra a la altura de la Plaza Patria, nuevecita, estaban desviando él trafico por una calle paralela, que sube por la loma que está al frente del campo de golf, hacia el poniente.

 

     Ramón bloqueó el auto del industrial con un coche y Andrés iba con él, para copar la puerta derecha. Jorge conducía la camioneta que bloqueópor atrás. En la caja de la camioneta iban  Salvador y Raúl, que saltaron para encañonar al industrial. Julio salió de la cabina para ocupar el asiento trasero delvehículo asaltado. Raúl encañonó al hombre con un M-1 y Salvador con pistola. Le ordenaron: ¡hágase para allá! Don Pedro Sarquis obedeció. Era libanés y apoyaba a un grupo armado de su patria, y parece que el secuestro, no le cayó de mucha sorpresa. Estaba enterado del tema. Salvador tomó el volante, y se fueron con rumbo a los Colomos, seguido por el auto de Ramón y la camioneta manejada por Jorge, donde iba también Raúl, todavía en la parte trasera, para tener mayor facilidad de tiro. Varios automovilistas vieron el secuestro pero ninguno reportó nada a la policía.

 

     Jorge y Raúl se apartaron del grupo para no ver el trasbordo. Abandonaron la camioneta bien estacionada, y trasbordaron otro vehículo que estaba cuadras adelante. El otro grupo llegó a otro lugar, solo conocido por ellos, para el trasbordo. De ahí se fueron al domicilio de seguridad. El vehículo del industrial, lo dejaron con las llaves puestas. Después llegó un hermano masón, el Venado, y retiró el vehículo muchas cuadras, porque la policía, siempre pregunta a los vecinos, cuando encuentran los vehículos. Le decían el Venado, porque hacia los contactos, caminando, ya fuera alrededor de una manzana, en sentidos opuestos y a horas fraccionadas, como a las 4:42, 6:17, o algo así. A veces lo alcanzaban solo a divisar, cuando ya iba de salida de la zona, raudo como venado. Otras veces, se encontraban a lo largo de una calle, con esos tiempos mínimos, sincronizados. Los demás, se veían en puntos fijos, con tolerancia de 15 minutos.Jorge y Raúl se dirigieron a zona céntrica, a hacer la primera llamada: es un comando guerrillero, tenemos secuestrado a don Pedro Sarquis, no den aviso a la policía, en tal lugar, hay un comunicado, donde les explicamos las condiciones, ¿quedó claro? Sí.

 

     Pidieron 3 millones y medio, a entregar en dos días; querían poco, para que se fuera rápido. Volvieron a llamar al día siguiente y la familia contesto que sí. Raúl pidió llevar la negociación con el hijo: Víctor Sarquís. Al otro día llamaron, el dinero ya estaba listo, dijo Víctor Sarquís. Bueno, en tal esquina, detrás de la caja de teléfonos va a encontrar un sobre con las indicaciones. Raúl, Jorge y Julio vigilaron la ruta que debían seguir. Ramón seguía la ruta a unas cuadras de distancia. Vieron que dos o tres hombres, en lugar de bolsas de dinero, llevaban unas sogas, sin duda para hacer un contrasecuestro. Raúl retiró a los compas y telefoneo: ¡más vale que se dejen de juegos!, mañana vuelvo a llamar.

 

      Al día siguiente se volvió a hacer el mismo trámite y ahora se exigió que fueran con camiseta bien fajada y tenis sin calcetines, para que no pudieran ocultar alguna arma. Jorge y Julio los interceptaron, después de verlos pasar por varios puntos, cubiertos por Raúl. Les dijeron la contraseña y recogieron las bolsas con el dinero y les ordenaron: sigan caminando derecho cuatro cuadras. Y ellos se fueron hacia el vehículo que los esperaba. Recorrieron una ruta de contra chequeo, mientras revisaban el dinero, en busca de marcas, artefactos explosivos o de localización; todo bien.

 

     Más adelante Raúl y Jorge se bajaron con parte del dinero, para guardarlo en partidas menores, por seguridad. Como la policía no se había enterado Ramón no arrimo medico al señor Sarquis, que resultó diabético, pero estaba bien controlado. Solo le consiguieron dieta y medicina.

 

      En el periódico de la mañana, Raúl vio la noticia de que el industrial, había aparecido por la colonia Atlas, muerto. Un comunicado informaba, que al notificársele su liberación, le sobrevino un paro cardiaco, y los esfuerzos por revivirlo fueron en vano. Ramón llegó a la cita de recoordinación, bastante agüitado. Ya eran por demás los reproches, y Raúl solo comentó de lo malo, de las noticias buenas y de lo necesario de un control médico para las próximas.

     A la brigada del Flaco, les dijeron que les iban a pasar un fondo de $100 000°° para que se armarán mejor y también para su trabajo de organización, y ellos dijeron que no, que solo aceptaban lo de la tienda: $ 35 000 °°.

 

      Después se enteraron, que se les había hecho sospechosa tanta generosidad, por un miembro de la brigada. Los de las FRAP, simplemente, querían impulsar el desarrollo propio y ajeno, porque la merma del movimiento, estaba a laorden del día, y nadie sabía quien podría ser el próximo en caer, muerto o preso.

 

      El día que Raúl llevaba el dinero, lo sorprendió un fuerte aguacero, que volvió ríos a las calles. Se le mojo el distribuidor y con trabajos pudo estacionar el coche. Siguió buen rato la lluvia. Para la media noche el vehículo seguía sin querer arrancar y no traía fuego, para secar bien la pieza, por lo que procuró un taxi, y lo encontró primero una patrulla.

      Sin bajar le preguntaron: ¿Qué andas haciendo a estas horas? Se me hizo tarde con unosamigos, a aquí a tres cuadras. Acércate. Lo vieron y les dio confianza ¿a donde vas? A mi casa, a 10 cuadras. Súbete, la raza de por aquí es muy madreadora. Se subió, con la esperanza de que no lo esculcaran; aparte del dinero traía una Browning y les iba a tener que pagar mal el favor. Cuando llegaron a la casa, ya llevaba la llave en la mano y se bajo como rayo, dándoles muchísimas gracias.

 

      Ya desahogados económicamente, Raúl y su compañera, se pusieron a buscar casa nuevamente. La había dejado un tiempo con parientes y había salido mal, por el carácter disparejo de la muchacha, hija única y acostumbrada a que le adivinaran sus achaques físicos y morales. Cada rato y en cualquier domicilio, hacia maletas, para marcharse con sus padres. Pero como conocía a los elementos de varias brigadas, no podían dejarla al alcance de la represión y la empezaron a marginar de la actividad política, y más todavía, de la militar. Lo que fue pretexto de nuevos conflictos, a grito pelado. Por lo pronto se fueron a vivir con unos paisanos, que vivían por el rumbo de Paradero y a los que les caía bien la ayuda, para pagar la renta.  De aquí había salido bañada en lagrimas la muchacha, el año pasado, porque la esposa de otro paisano le dijo: mucho gusto señora o, ¿señorita?

 

      La alcanzó en la calle, tomaron camión hasta el centro donde siguió el drama. En el Parque de la Revolución ya estaban en lo que parecía ser el tema mas socorrido, de las burguesitas, que se unían al movimiento: ¡Si quieren, mátenme, bola de cabrones! Y ahí, Raúl le receto un par de bofetadas, que por lo pronto la calmaron, y que después, serian pretexto para nuevos pleitos. Y aunque en ese momento no traía dinero suficiente, paró un taxi, que los llevo a las Águilas, con la esperanza de que estuviera Ursula. Sí estaba, y ella pagó el chofer.

 

     Lo bueno, que el matrimonio de paisanos, ya le conocía el carácter, muy parecido al de la señora de la casa; había además ahora una razón, para tenerle mas consideraciones; Lucia ya estaba embarazada. También la mujer de Ramón, había dado a luz a una niña al inicio de la primavera, por eso Trinidad no entro al secuestro reciente. Después de lo cual, hubo tiempo, para que los volados padres, llevaran a conocer a la criatura. Cuando Jorge vio a su nueva sobrina le dijo al Gordo: ¡igualita a ti! ¡Pobrecita!. Que traen, si mi viejo esta guapo; defendió Trini.

 

      A fines de Junio, volvieron a salir hacia Sonora, para ver como iba la reorganización que andaba haciendo Andrés, y para contactar a un gavillero famoso, de Sinaloa; Tino Nevares, conocido de Ramón. De ultima hora, este consiguió dos cajas de balas 9 mm, y dos cargadores, que agarro Raúl.

 

      Como siempre salieron al oscurecer, viajaron toda la noche y a la media mañana, llegaron al puerto de Topolobampo, a almorzar y se tomaron un par de cervezas. Siguieron camino entre el calorón de Sonora. En el mini súper de una gasolinera, encontraron un solitario six de cervezas. Se lo acabaron por el Valle del Carrizo. Quisieron comprarmás, pero no hubo. Se tuvieron que conformar con refrescos. Raúl iba medio belicoso y más, porque un automovilista, empezó a hacer cosas raras. Los emparejaba y se le quedaba viendo a Ramón; rebasaba y al rato estaba parado a la orilla de la carretera y al rato ya lo traían pegado, y Ramón no lo reconocía de ningún lado; Raúl menos.

 

     Como a la cuarta o quinta vez de verlo estacionado en la carretera, Raúl le soltó unos cuatro balazos que rebotaron en el pavimento. El otro arrancó quemando llanta, Ramón regaño a Raúl: ¡Para que le tiraste! ¡A ver si no nos están esperando!

 

      Entraron a Obregón, con todas las precauciones; Raúl con la Browning en la mano. Novieron nada raro y Ramón se apeó y se fue a ver un contacto. Lo que siguió nunca quedo claro, por las lagunas que le quedaron a Raúl. Recordaba haber disparado a través del parabrisas. Luego que lo empujaron al asiento trasero de una patrulla. A su alrededor un montón de policías de uniforme y de civil, que miraban quien sabe a dónde, al acecho. En el asiento delantero estaba una metralleta Walter y Raúl se abalanzo sobre ella. Lo rebotaron de un revés y empezó la golpiza, con pies, pistolas, culetazos de rifle. Su siguiente recuerdo fue de haber sido lanzado a un cuarto oscuro, con el piso mojado.En la oscuridad de la media noche, lo sacaron con las esposas a la espalda. Ramón estaba también esposado, en el asiento trasero de un auto y le ordenaron a Raúl que subiera. Al entrar pregunto Raúl: ¿cómo fue que nos agarraron? Cállate, no te conozco, murmuro Ramón. Un judicial entró por el lado de Ramón y otros dos se sentaron adelante. A un lado estaba el Falcón con el parabrisas acribillado. Todo era confuso en la mente de Raúl. Arrancaron. Cruzaron la ciudad, y salieron a la carretera, escoltados por otro auto con más agentes. ¿Adónde nos llevan? Ahí, para allá, dijo un agente. En la madrugada ya llevaban las esposas bien ceñidas y las manos amoratadas ¿me pueden aflojar las esposas? Ya no siento las manos. No. Después de insistir tres o cuatro veces, accedieron y les pasaron las esposas por debajo de una pierna, y las dejaron bien ajustadas. Y no le jalen, porque se aprietan. Los guerrilleros sabían, que fueran para donde fueran, iban a la tortura. Aparte del temor, Raúl traía el remordimiento, de que lo mas seguro, era que estaban ahí por errores suyos. Faltaba ver, que tanto les sabían los de gobierno. El aire entraba caliente, en el auto, a pesar de la madrugada.

 

     Clareando, llegaron a Hermosillo. Con la salida del sol arrec el calor. Se detuvieron los autos, quien sabe para qué. Se acercó un norteño con aspecto de jornalero, güero, rumbo a los 60, sombrerudo. Jefes, pásenme algo pa´ la cruda. Se asomó al interior, vio las esposas de los prisioneros, al tiempo, el agente de adelante volteaba sobresaltado: ¡cabrón, me asustaste! ¿Qué quieres? Nada, jefe. Luego a los detenidos: ¡que les vaya bien! Pero todos sabían, que era todo lo contrario.Por fin llegaron a la procuraduría. Judas armados con R-15 y R-18 a los lados. Bajaron una escalinata corta y doblaron a la derecha. Luego luego, estaba la puerta de una celda, ahí dejaron a Raúl. Al fondo, abrieron otra reja, que daba a una escalera de caracol, echa de tubo y solera; por ahí subieron a Ramón. Llevaban más de 48 horas sin dormir y encima la golpiza, Raúl vio en el piso de la celda un colchón de esponja, y unos cartones todos resudados. Una ventana alta daba a los pies de los guardias de la entrada. Buscó un rincón con poca vista, y trató de descansar y de ser posible dormir. El calor era sofocante, pegajoso. Logro dormitar un poco, con un sueño lleno de sobresaltos y preguntas.Casi al medio día llegaron por él. Lo esposaron por la espalda y lo pasearon por los sótanos hasta llegar a una oficina pequeña. Detrás de un escritorio, estaba sentado un sujeto gordo, moreno, bien rasurado y de sombrero. Lo rodeaban a izquierda y derecha 4 judiciales: un moreno medio gordo y pañoso; otro blanco, atlético, con botas blancas picudas, y camisa a cuadros; y dos más, jóvenes, delgados, uno más claro y marcado por las espinillas. Ramón estaba sentado a un lado del escritorio.

 

     ¡De modo que no se conocen cabrones! Espetó el jefe. Si traen pistolas iguales; licencias de donde mismo y un testigo dijo que bajaste del mismo carro, señalo a Ramón, y pregunto: ¿Quién es este cabrón? Dirigiéndose obviamente a Raúl. El cual, sintiendo, que en parte, estaban descubiertos, contesto: Es don José; ateniéndose al nombre e identidad; que habían elaborado, en base a las licencias de manejar. ¿Y qué haces con él? Le ayudo a manejar. ¿A qué se dedica? Compra y vende ganado. ¡Ah! ¿¡Sí!? Cabrones. Llévenselo.

 

     Jalaron a Raúl de los brazos, y los pies se le volvieron de plomo. Lo condujeron por un laberinto de pasillos y se detuvieron en un rincón, donde había un tambo con agua de drenaje. Le quitaron las esposas y le ordenaron: ¡quítate la ropa! Se quito todo, menos los calzoncillos. ¡Quítatelos también! Lo esposaron de nuevo por la espalda y le vendaron los ojos, bastante apretados, y la respiración se le hizo difícil. Les dijo y se burlaron. Y empezaron las preguntas: ¿desde cuándo estás en la Liga? ¿A cuántos has matado? Sintió algo de alivio; ¡no saben nada! Pensó. Y tras de eso la golpiza en el tórax y la cabeza, y el dolor fue creciendo ante la ráfaga de golpes y en unos instantes, el dolor se volvió insoportable, como si le fuera a estallar el cuerpo. Pararon los golpes, y lo levantaron en vilo y lo sumergieron en el agua; como lo imaginaba, agarróaire. El tiempo se le hizo largo y empezó a soltar burbujas y a retorcerse y patalear todo desesperado, para que lo sacaran. Lo sacaron en eúltimosegundo, cuando ya iba a dar un jalón de agua. Y mal estuvo en el suelo y las preguntas: ¿desde cuándo estas en la Liga? ¿Yo no se nada de eso!, ¡Me van a madrear de en balde! ¡Canta, cabrón! ¡Hijo de la chingada! Y se volvió a repetir lo mismo, docenas de veces, y en cada tanda de madrazos, el dolor era cada vez más fuerte, pero Raúl se aferró, porque sabía que estaban fuera de rumbo. Y en las metidas al agua, hizo más teatro. Fingía desmayos, vomitaba agua, y los judas, muy acomedidos, le atravesaban unos madrazos por el pecho, para que acabara de expulsarla de los pulmones. Como al fin, se cansaron de tanto golpear, detrás de una mentada, le llego un derechazo al hígado, que lecortó la respiración y lo hizo caer de rodillas, mientras boqueaba, tratando de recuperarse.

 

     Le quitaron la venda y las esposas y le ordenaron vístete. ¡Vístete! Lo volvieron a esposar y volvieron a la oficina; a la entrada grito uno ¡este ya cantó! Raúl dijo: yo no se nada de eso. El Gordo la agarro al vuelo. Dijo el comandante; pues ahora sigue este cabrón. Y se lo llevaron a lo mismo; solo, que, siendo gallo mas jugado, estuvo cazando la ocasión de devolver los golpes; cuando creyó que ya los tenia ubicados, soltó una patada con todo el peso y rebotó contra la pared. Los judas se ensañaron con él. Lo patearon hasta el cansancio. Y como no salían de lo de la Liga tampoco soltó nada.

 

     Ahora, a Raúl lo llevaron a la celda de arriba. Hasta el oscurecer, probaron bocado, que repartían en la procu, elementos del ejercito. Pasaron la noche en continuo sobresalto. Al oír los cerrojos, imaginaban que iban otra vez por ellos. Al acostarse en el suelo, Raúl oyó un crujido en su costado izquierdo y se detecto dos costillas rotas. Trato de dormir sobre su costado derecho. En la madrugada, se quedó solo en calzoncillos, por el calor agobiante. Trataba de imaginarse la ciudad, allá afuera. Sintió todo el peso del aparato; incluso sintió que cada ladrillo, y cada barrote de las celdas, estaban en su contra. Al clarear, se levantó, se vistió y se puso a caminar por la celda, a explorar, a buscar un posible escape y no encontró nada. Se puso a ver el nombre, que dejaron anteriores presos. En un lugar poco visible araño sus nombres y las siglas de la FRAP, por si los desaparecían.

 

     Al rato oyó toser a Ramón, allá abajo, y alzo la voz: ¿¡cómo andamos!? ¿¡¿Cómo crees?! ¡Don José, me estaba acordando, de que le ayude a empujar la camioneta, en la colonia Atlas, y que me dio la chamba! ¡Si, y mira ahora como estamos, muchacho! Con eso, acabaron de elaborar la coartada.

 

     Al rato se oyeron voces y ruido de cerrojos; y el miedo los atenazo. Pero solo eran los militares, con el desayuno. Estaba completo, pero aun así, les sabían como estopa y comían con trabajo. Los militares aguardaban, por la bandeja y los trastes, platicando con los judiciales jóvenes, que la hacían de llaveros. Raúl, reconoció las voces, que a la hora de la tortura, trataban de fingir, de distorsionar. Las siguientes 24 horas, fueron de temor y sobresaltos. Y el dolor de las golpizas. Caminaba de un lado a otro, despacio, para no acalorizarse. Y se acostaba buscando la posición menos dolorosa.

 

     Después del desayuno, al día siguiente, los sacaron a interrogatorio, en la oficina; un gringo, oía todo, en silencio. ¡¿Desde cuando se conocen?!Desde hace como tres meses. ¿Qué vinieron a hacer? A saludar a unos parientes. ¿A que horas salieron de allá?; ¿dónde consiguieron las armas? Yo, con un camionero en San Gabriel. ¿En cuanto?En dos mil. ¿Eh, más baratas que aquí? La agarre de oferta. ¿Y los tiros? No sé, llegó con ellos el patrón. Raúl se sentía con mas temor, de regarla aquí, que en los golpes. ¿Desde cuando andan en la Liga? Yo no se de esas cosas. ¡Llévenselo! Raúl camino casi arrastrando los pies. Lo llevaron a la celda donde estaba Ramón, que pregunto con el gesto. Raúl hizo un gesto casi imperceptible, para decir que no había golpes en esta, y que no sabían nada. Ramón la pasó igual. Sorteo también el interrogatorio. Pasaron nueve días de temor e incertidumbre. Los sacaron a fichar, escoltados por un solo judicial. El fotógrafo los amenazó con torturarlos él; que los de abajo no sabían, los retrataron, les sacaron huellas de todos los dedos y notaron la invalidez de Raúl. Ya había explicado a los de abajo, el accidente, cambiando el lugar y el autor. Les buscaron cicatrices y demás señas particulares. Volver a la celda fue un alivio.

     

      A los quince días llegaron furiosos. ¡Nos viste la cara de pendejos! Y lo arrastraron a la oficina, de vuelta. Ahí estaba Ramón. El jefe aulló: ¡ya sabemos quien es este cabrón, ahora nos vas a decir quieneres tú y todas las que deben! ¡Llévenselo! Lo volvieron a llevar al rincón de la tortura ¿quién eres? Francisco Javier Martínez Mejía. ¡Mientes! ¡No! ¿De dónde? De Jalisco. ¿Por qué se cambiaron el nombre? Porque ese pusieron en la licencia, y temía miedo que me madrearan más. ¿Desde cuándo están en Liga? No sé de esas cosas. Desvístete.                  

 

      Ya vendado y esposado, le dijeron: híncate y abre la boca. Se imagino toques en la lengua, y apretó los dientes. Le llovieron golpes en el rostro y oídos. Le taparon la nariz y le clavaron pulgar y dedos en la quijada y le medio abrieron la boca. Sintió que le empujaron algo. Por el olor y el sabor supo: mierda. Y se dio el revolcón en el suelo. Lo patearon por todos lados y lo volvieron a poner de rodillas deteniéndolo de los cabellos, mientras otros se le paraban en las pantorrillas. La batalla duro un largo rato. Le reventaron la boca con el vaso. Le pisaban sobre las esposas, que desgarraron las muñecas. Trapearon con él, arrastrándolo de los cabellos. ¿¡Desde cuando estas en la Liga?! ¡Yo no sé de eso! Mientras no se notara, que sabían algo, había que aguantar el castigo. Encabronados le llenaron la nariz de excremento, y al tratar de respirar con la boca, le retacaron el puño hasta la garganta. Ahora el terror y la humillación de asfixiarse con mierda. Se revolcó y trato de vomitar hasta que se medio despejo la garganta. ¡Ya tienes tus vicks, cabrón! Las carcajadas, se oían por media procuraduría.

                                                                                                     

Lo llevaron todavía vendado a la oficina, donde escupió. El jefe le grito: ¡No escupa aquí cabrón! Y se salió asqueado. Se lo llevaron de vuelta a medio lavarlo y a que escupiera todo lo que traía en boca y nariz. En la oficina, dio su verdadera identidad, pero se mantuvo en la coartada de trabajar con Ramón. Mientras este era torturado de la misma forma. Si no son de la Liga, son asaltantes. No. ¡Eres su querido! No. Te vamos a violar. Yo no se nada. ¡Voltéenlo! ¡Uh! Esta todo cagado y con espinillas! Ya se imaginaba Raúl como estaban, con 15 días sin bañarse, con aquel calor despiadado y con lo que acababa de pasar. ¡Que se vista! Lo sacaron de la oficina y le quitaron la venda y esposas. Y de vuelta a la celda. Ramón también aguantó, aunque teníalos agravantes de los hermanos. La boca se les lleno de torterones de ampollas, que se empezaron a borrar a los quince días, igual que los desgarrones en las muñecas, pero quedaron con las manos medio insensibles. Atrás del excusado por fuera de la celda, había una llave. Raúl les pidió chance de bañarse, arriesgando que lo agarraran mojado, para las descargas eléctricas. El llavero espinilludo resultóde Zapopan. Se llamaba Jorge. Les dejo el jabón y unas cubetas con agua. Después de bañarse Raúl, lavo también la ropa. A los gritos, seguían poniéndose de acuerdo. ¿Podemos platicarles de Marta, don Ramón? No muchacho, nada de platicar de romances. (No vayas a cantar del gringo.) Y es que Raúl, en todos estos días de terror y de dolor, se dio cuenta de lo injusto que era la relación, con su compañera. Mientras ellos asumían una fuerte responsabilidad, con el movimiento y pagaban aquí por eso; de su mujer solo recibía zozobra e insultos, incluso riesgos gratuitos, cuando salía con sus gritos histéricos, oyera quien oyera. Si confesaban algo irían a parar al penal de Oblatos, a acompañar a los compas, y así descansaría de su mujer para siempre. Además con los días que habían aguantado, de seguro los compas ya se habían replegado, y tenían dinero de sobra, para reorganizarse. Salvador tenía gente y experiencia. Pero no, mientras no les supieran algo, no hablarían.

 

     Los militares, veintiañeros, platicaban con los llaveros, de Lucio Cabañas. Estaba cercado, decían, y cuando quiera romper el cerco, lo vamos a agarrar.Un día les metieron un lumpen, rapado, porque en lapeni de Hermosillo, enfierrró a un gringo, para robarlo. Estaba en los separos, como castigo. Fue el que le dijo, que había oído, cuando estaban chineando a uno, allá en los sótanos. Raúl le aclaró, que lo andaban ahogando con mierda. Así son de culeros estos judíos; una vez un preso, le informo al gobernador Biebrich, de que sé lo habían hecho, y él lo amnistió. Pues si, pero a nosotros, ni siquiera nos tienen registrados, los cabrones. El raterillo había estado antes, en la celda de abajo con Ramón. Se lo llevaron y trajeron a un catrín, acusado de fraude. Y las preguntas de rigor. ¿Porque te tienen aquí, morro? Nos la quieren echar de guerrilleros, de la Liga. A poco son guerrilleros; en este País, eso no va. Eso quieren que confesemos, a puros madrazos. Mira las cicatrices, y también traigo dos costillas rotas. ¿Ya les dijiste a los judas? ¿Para que? ¿Para que me peguen mas duro ahí, donde más me duele?No, para que te traigan médico. Mmm si ni siquiera nos tienen registrados, estamos desaparecidos. ¿Y la familia ya sabe? No, no creo, veníamos de Guadalajara y nos agarraron en Obregón, y de ahí, nos pasaron para acá. Como que era un oreja, que los quería sopear por la buena. Se lo llevaron también.

 

     A la izquierda de la celda, el pasillo hacia L. Como a los 25 días, al llavero gacho, al prieto, se le olvidó cerrar la puerta a la hora del almuerzo. Raúl con el corazón todo acelerado, caminó hasta la escalera, para hablar con Ramón, pero no se animó a bajar, porque tanteó, que no iba a alcanzar a subir, cuando oyera el ruido de la puerta, que daba a las oficinas. Volvió a la celda y se quedó parado, bajo el marco, con la puerta abierta. Estaba solo en calzoncillos, porque el calor iba cada día peor. En eso dan vuelta por el pasillo, varios maricas, de los quinceados, que llevaban para asear las celdas. Al ver al hombre, pegaron un grito de quinceañeras espantadas y se regresaron  por donde habían venido. En un ratito llegó el llavero, diciendo, apurado: ¡Le deje abierta la puerta al morro! Pero Raúl ya se había encerrado, y hasta el candado había puesto.

 

     Como la noticia de la aprehensión, salió en el periódico, ya se habían enterado los compas de la penal, en Guadalajara. También don Panchito se enteró y metió un abogado. Por eso los judas, se la llevaron más tranquila; aparte de que tenían que corroborar las identidades, y demás datos que aportaron los detenidos.

 

     En ese mes que estuvieron desaparecidos, los Tomis hicieron otros operativos económicos, para preparar otro secuestro: asaltaron un par de cajeros ambulantes. A uno, lo agarraron en el jardín de Aranzazu, junto con el policía de escolta, y los introdujeron al templo, les dijeron que se hincaran devotamente y se pusieran vaporub en los ojos; luego se retiraron tranquilamente. Al otro, lo chocaron por alcance en la Av. Vallarta, casi con Chapultepec, en lugar de pedirles disculpas, los encañonaron, los pasaron al asiento trasero y después de aplicarles vick, se los llevaron a un lugar discreto, donde los dejaron.

 

     Una noche los detenidos, no alcanzaron cena. Como ya había cierta familiaridad con los judas, Raúl los amenazó: si sigue empeorando el servicio, vamos a cambiar de hotel. El comentario, recorrió media procu. El licenciado que contrato don Panchito, exigía la presentación de los detenidos; pero ahí se dieron cuenta cómo se las gastaban los del gobierno, un día que pasaron por las celdas, con un detenido. A los minutos, llegaron revisando el lugar la esposa y un licenciado. Ramón les dijo en tono fuerte: hace unos minutos, pasaron tres judiciales con él, lo tienen por ahí en los sótanos. El judicial que salió al último, lo amenazo: vas a ver, hijo de la chingada. Por alguna razón, ni él ejército, ni gobernación, reclamaron a los presos, lo que los salvo de pasar por el campo militar N°1, donde la variedad de las torturas, era más amplia.

 

     Empezando Agosto, los pasaron a los separos, adjuntos a la penal de Hermosillo. Ahí había tres pandilleros, que los agarraron asaltando a unos chavos, que se resistieron y se pusieron a cambiar hebillazos con ellos. Los regresaron a Obregón, a una celda atiborrada de presos, unos por narcos; otros por escandalizar en la borrachera y a uno de ellos, le pintaron en la frente el cargador de una pistola escuadra, con cortes hondos y bien definidos. También estaba un anciano, vendedor de queso, por presunta intoxicación de un niño; comía su queso delante de todos y les ofrecía; nadie aceptó. Para la tarde lo dieron libre; el niño había bebido en un canal, rociado de insecticida.

 

     Por fin, los llevaron al ministerio público, acusados de portación de arma prohibida, resistencia de particulares y cambio de nombre. El abogado, había sido maestro y magistrado estatal, les dijo: o fueron mis alumnos o yo les di el cargo a los del juzgado; los voy a sacar, a pesar del guachismo que hay aquí. Yo soy guacho de Guanajuato, les dijo el abogado, moreno, bajito, risueño. Pregunto: ¿se van a pelar? O van a seguir firmando. Nos vamos a ir. Bueno, para pagar fianza completa. Los de la afianzadora son más perros que la judicial. Cobraron $10 000.00 por Ramón, y $1000.00 por Raúl. Las pistolas aparecieron sin cargadores y con unos pocos tiros viejos. El del ministerio hizo preguntas, de para qué y como portaban las armas. Para defensa. En la cintura, o sobre el asiento, cubiertas con la chamarra. ¿Motivo de la aprehensión? Tercio el abogado: borrachera total. Se metieron dos cartones de cerveza, cada uno. Denunciaron la tortura, pero los rastros casi habían desaparecido. Para las costillas, hacia falta radiografía. Les pusieron fecha para firmar, y no falten, porque ¿dónde se pueden meter, que no los encuentren? Amenazó la secretaria.

 

     Se asilaron con unos parientes y Ramón se puso a buscar a Andrés, el cual les facilito el dinero. A la siguiente presentación a firmar, la secretaria, que conocía a Ramón de un juicio anterior, les informo: los van a volver a encerrar. Para en la noche, Andrés les tenía un rait. Una maestra, los llevó en su auto, hasta la ciudad de Mochis, a la central camionera. Tomaron autobús, hasta un pueblo de Jalisco, ahí, un abogado, de los del Lic. Odin, los recibió y los llevó a la ciudad.

 

     Ramón se fue para su casa, a buscar a su familia. Raúl, se fue a la colonia Atlas a pedir razón de Armando. Entró a la vecindad, con el calor de la tarde. La ventana que daba al pasillo, estaba abierta, se asomo y encontró al adolescente, leyendo, sentado en el suelo, de shorts. ¡Y , que haces aquí todavía! Levanto la vista: ¡compa, ¿Qué paso?! ¿Por qué tardaron tanto? Nos apañaron pero aguantamos la chinga, ¿por qué no te saliste de aquí? ¿Con qué dinero? ¿¡Y luego lo del fondo, que metimos al veliz!?. No encontré nada. Deja pasarme a revisar. Ahí en la bolsa de un lado, estaba un fajo de billetes,con un total de $100 000.00. ¡Yo revise todo y no lo halle! ¿Y el Gordo? Se fue a buscar a su mujer. ¿Siguen en contacto los de aquí? Si, en dos días vemos a Chava. Raúl se puso a descansar el resto de la tarde. En la noche, llegaron del trabajo, los chavos de la casa, que se alegraron mucho de verlo. Les platicó lo del dinero y pagó lo que le habíanprestado a Jorge. Cenaron contentos y se fueron a dormir todos.

 

     Al día siguiente, se pusieron a buscar casa, y armas. A los días, encontraron un cuarto de vecindad, por Abascal y Souza. Un simpatizante, les consiguió un par de Colt´s. Una Súper.38, de cañón grueso, sin gota de pavón, y una .45 del 11, en mejores condiciones. Ramón reencontró a su compañera, a través de las permas.                      

 

     Encarrilándose en el trabajo, empezaron a sentir las secuelas de la tortura. Lagunas de la memoria, dificultad en la concentración, fatiga crónica y un odio todavía más feroz, a los del gobierno, cuando se ensimismaban en los recuerdos, la expresión se les transformaba.

 

     Los de la Liga por esos tiempos, mandaron al Wences, con varios mas, a atacar un cuartel, en Chihuahua. Insistieron todo el día, y el Wences, fue uno de los que perdieron la vida. A Nabor, lo mandaron de campaña, con otra docena, a la sierra de Sonora. Al Tom de Analco, lo mandaron a llevarles pistolas, y se tiroteo tres o cuatro veces, con elementos del ejercito, en el camino, pero llegó. Raúl se la pensó como tres semanas, para buscar a su mujer. Andaba con más ganas de irse a un rancho, de amigos de Ramón, por el Rumbo de Talpa, a descansar unos 20 días.

     Caminando por el centro, con Jorge, se encontraron a Alex y otro nuevo. Les informaron que preparaban algo grande y les pidieron un préstamo. Raúl dijo que lo iba a proponer, pero Ramón todavía seguía encabronado con ellos. En el transcurso de ese año, el Flaco y su brigada, provocaron incendios, en tiendas de ropa del centro, con bombas incendiarias, que armaban, en cajetillas de cigarros. El combustible, era grasa de camión con azufre, para el encendido ponían, clorato de potasio con azúcar, y ácido sulfúrico, que iba en un frasquito, con la tapa agujerada. Para el tiempo, ponían varias capas de papel mantequilla en la tapadera. Llevaban el frasquito aparte, y se lo ponían, al instante de poner la bomba en alguna prenda, ya casi al cerrar la tienda, para evitar daños a clientes.

                                                                                     

Así incendiaron a Wolwoort y telas Franco. La guerra era contra los beneficiarios del sistema.

                                                                                       

Una mañana, se inicio un incendio en la juguetería Ramar. La policía tenía localizada una casa de la Liga, por la calle Belisario Domínguez,más allá del estadio, y la atacaron, diciendo que tenían que ver con el atentado. Los chavos que concurrían a la casa habían notado el plantón, y le avisaron a Richard, que se puso necio y se negó a abandonar el domicilio: ¡que le lleguen maestro!, dijo, empuñando la .45, que había andado en la guerrilla Guatemalteca. El borreguito, Efraín, era un Vikingo curtido, que no dejaba a nadie solo, en las broncas; también entró a la balacera. El tiroteo fue largo, y los judas estrenaron sus Uzis y las granadas de gas. Los muchachos salieron enceguecidos, y disparando y cayeron abatidos. Todavía los levantaron por los cabellos, y les dieron un tiro en la frente. El incendio en la juguetería fue por un corto.

                                                               

Mientras esto sucedía, Ramón acompaño a Raúl, en un corte de pelo. El peluquero despotricaba contra los greñudos, y al caer de la melena del muchacho, se le componía el genio; casi al final, oyeron por el radio la noticia del tiroteo.

 

Se enviaba dinero a los presos, con las estudiantes de comercio. Una noche, le ganó lo paternal a Raúl, y fue con los amigos del Paradero, a buscar noticias de su mujer. Después de ponerlos al tanto de las friegas de Sonora, le dijeron que ella había recurrido a sus padres, los que le rentaron una casa, para que se aliviara: en unos días se va a reportar a nuestro trabajo, ¿qué le decimos? Que en dónde la veo. Llegó el plazo, y se encontró con ella y su madre. Lo llevaron a la casa donde estaban, allá por la Francisco Villa y la Dionisio Rodríguez. Se la llevaron bien, en esos días previos al parto. Andaban culecos, y además casi nadie volvía, de las mazmorras del gobierno.

 

Sobre el préstamo a los Tomis, Ramón soltó una retahíla de insultos y malas razones: ¡Si fuera al revés, a poco ellos nos iban a ayudar, con algún cinco! ¡Si nos querían dominar por hambre, cabrones deshonestos! La acción grande, fue la del secuestro del viejito Zuno, suegro del presidente, Luis Echeverría; y  maestro masón, grado 33.

 

Como los Tomis eran fuereños, no sabían de la relación con la logia. ¡Ahora si nos comprometieron!, bufó Ramón, y ya ni chance de salir de la ciudad.Espaciaron la coordinación. Raúl y Jorge compraron de urgencia un radio, para seguir los acontecimientos. El gobierno dijo no, a todas las peticiones, y soltó a la perrada, dirigida por el comandante de la Dirección Federal de Seguridad, Miguel Nassar Haro. Empezaron por excarcelar a los de las FRAP. Se ensañaron con Juventino, Chihuahua, y el Winter. El papá entregó a la Princesa, Eunice Michel y ni el nivel político delhombre, la libró de la tortura. Como había consigna de cargar todo a los quemados, Ricardo señalo a Ramón y Raúl, como autores del operativo. Esto permitía a los Tomis, más libertad de movimiento, pero obligó a los quemados a extremar las precauciones, adoptando aspecto de empleados pobretones, con pelo corto y lentes; y que por su parte, no tenían otra cosa qué hacer. Nassar capturó a los padres de los presuntos autores y los obligó a pedir, ante los medios de difusión, la libertad del maestro: ya suelten al señor Osuna, dijo don Panchito, ¡Zuno! Le corrigió, uno de los presentes. Don Chano, padre de Raúl, le puso una regañada, se encontrara donde se encontrara. Catearon también casas de familiares. Los hijos del maestro, movilizaron la gente que tenían: Guadalupe hijo, arrimo a los de la Comisión del Sur y a los de las Industrias del Pueblo, de Tuxpan, para pedir su liberación.

                                                                                                     

Raúl se unió al clamor, y pintó en los baños del paraninfo: ¡ya suéltenlo!      Andrés Zuno pidió declaración de los presos en el DF. que él protegió antes. Corral coopero, encantado. Los federales habían aprendido, y empezaron a catear casas con cochera, de renta reciente, aparte de los cateos al azar. En eso le llegó la hora a la mujer de Raúl, y un amigo de la familia, la llevó a la maternidad, con un mes de anticipación. Otro motivo, para no dormir en esa noche, 11 de septiembre. Fue una niña, cubierta toda de lanugo.

 

Cuando Valenzuela, vio la situación tan difícil, decidió que había que libera a don Guadalupe, ante la feroz oposición de Pedro Casian, que quería ejecutarlo: ¡debemos tener palabra! El Tomi ya se imaginaba las consecuencias y lo liberó sin tomar opiniones. Cometieron el error de tenerlo por el rumbo del parque Alcalde. El viejito, daba clases en la facultad de Filosofía y conocía de memoria, las campanadas del reloj, que estaba enfrente del registro civil. Eso y la renta reciente, llevó a la captura de los primeros. Entre ellos cayó el Tomi, que apremiaba a sus reclutas, a informar de la cadena de contactos.                                                                 Agarraron como a 14, entre los últimos, al profe Casian, David López Valenzuela, Caridad Montserrat, Ramón García García, Rubén Valdez, Fernando Acosta, Margarita Maldonado, Godinez Espinoza, Luis Villanueva, Dalila González, y Jesús Pacheco, Eduardo Martinez y Jorge Reyes Razo. En un descuido, se les escapó el Témoc, de una casa de tortura, de la colonia Independencia, descalzo y esposado. Se las arregló para evadirlos en la madrugada, y salir de la ciudad, hasta las bases campesinas. Frustrado el operativo, el Yoghi, un Vikingo titulado de profesor, se regreso de las montañas del rumbo de Talpa, donde estaba, por acuerdo con Casian. Ahí iba a aterrizar el avión, con los compas que pensaban liberar. Ya no querían másturistas en Cuba, ni en ningún otro lugar del mundo. Querían regresarlos a la acción, lo más pronto posible.

                                   

En la oscuridad, cayó en un retén del ejército. Aparte de una P-38, traía su credencial de maestro,y con eso y mucha alegata, logró que lo dejaran seguir, diciéndoles todavía, que luego pasaba a la quinceava a recoger el arma. Se fue para el norte, todo un año.

 

Pasada la oleada represiva, siguieron entrenando a la gente nueva, en lo militar. El trabajo de base, que compartían con los Tomis, quedó pendiente.

 

En un camión urbano, Raúl encontró a un paisano, estudiante de leyes, con Alfredo Campaña. Le dijo que ahora estaba en el trabajo sindical; con el registro y amparo, de la Confederación Obrera Revolucionaria, aquí a la vuelta, por Corona, también están conmigo Roberto y Cándido. Raúl prometió visitarlos otro día. Salvador reclutó una brigada de chavos bravos de la Morelos y la del Fresno, emocionados con las acciones pesadas. Las armas se conseguían pocas y muy trabajadas. Raúl verificó lo del sindicato, y empezó a visitarlos para ver donde traían trabajo. Dos organizadores nayaritas traían trabajo en la industria de la masa y con jornaleros. Raúl era moreno, delgado y con bigote; Pancho era más grueso, chino y de bigote más recortado. Andaban por Tala y Ameca. También tenían contacto con gente de Tepic, que a través del PPS, habían logrado movilizaciones fuertes. Don Cadena, era líder de albañiles y logro juntar casi 100 gentes representativas del gremio en el pequeño local. No cabía duda de que había ganas, de zafarse del control del gobierno, impuesto a cargo de la CTM y la CROC. Don Cadena era ya cincuentón, alto, fuerte, moreno. Otro organizador, Castellanos, traía jornaleros de Colima: este camarada era de piel clara, cincuentón también, y de carácter reposado.Raúl decidió cambiar de seudónimo, y se puso aquí, Mario Medina, y se reforzó con Jorge, para tratar con los grupos sindicales, a los que empezaron a apoyar económicamente, y a darles platicas de historia sindical.

 

Andando por la calle, Mario, se encontró con una paisana; Chela, blanca, alta, con unos ojazos verdes. Se empezaron a invitar a comer. Ella invito primero al Chalet Suizo, por la Avenida Américas. Para corresponder la invito a un restaurante a fuera del cine Diana, bonito y de aceptable categoría. Luego se fueron a ver la del Quijote, con Peter O´toole.Como a la muchacha le daban ataque epilépticos, Mario, mantenía la relación, en el plano de la amistad. A la salida, caminaron por la 16 de Septiembre, rumbo al parque Agua Azul, donde ella tomaba su camión. Al pasar por el estacionamiento, de la clínica #1, Mario vio abordar en un Mercedes verde, al odiado Carlos Ramírez Ladewig. Chela le vio la mirada y las intenciones y le dijo ¡No! ¡No!Mario tomó nota de la hora y lugar; ella abordó su camión y se despidieron.

 

En la siguiente reunión, les dio la nueva: ya volvió de Europa el perro de Ramírez Ladewig. Estaciona su coche por 16 de Septiembre, tiene lugar exclusivo. No le iban a perdonar la represión del Frente Estudiantil Revolucionario, la masacre del Politécnico,  la muerte del Compa, ni la persecución y tortura de tantas docenas de chavos. Se organizaron, para pasar todos los días por ese lugar, y ubicarle la rutina. Le conocieron otros dos vehículos, uno azul y otro amarillo. También le fueron localizando la ruta, que los fue llevando hacia Plaza del Sol; luego, hasta Las Fuentes. Estrenaron a Jorge en la agarrada de Falcon´s, que guardaba Ramón, también les conseguía placas, con un coyote, que tenía su oficina por el parque Morelos.Mario entrenaba de modo intensivo con Jorge, con unas escuadras .22, Colt, que consiguió Ramón. Los tiros los compraban por paquetes de a 500, en las armerías de la calle Obregón y por la Calzada Independencia. También se surtieron de cargadores tapatíos, para las escuadras .38 y .45. los de los M-1 y M-2, los conseguía Ramón. Las carabinas M-2, las recortaron del cañón y la culata y les quitaron la mira trasera. Las manejaban solo en tiro instintivo. Jorge, salió bueno para la ráfaga. Las metralletas M-2, eran exigentes con los cargadores; con algunos de plano no funcionaban y los fueron desechando.

 

Cuando hubo cierta calma, y aflojó la vigilancia de la familia, por parte de la DFS; Mario llevó a su nena a conocer, por sus parientes. Como trataron con más familiaridad a la hija de Ramón, que le llevaba 6 meses en edad, la mujer de Mario armo uno de sus pleitos, con los que arrasaba con familia y camaradas. Todo el camino hasta la casa de Francisco Villa, fue de pleito; llegando su madre le dio cuerda: ¡te dije que no la iban a querer! Se hartóde los gritos e insultos y entrometidas de la suegra que duraron como tres horas y hasta su paternidad se puso en duda; se encerró en la cocina, trabado de rabia. Al rato, se vino otra jornada de gritos y llantos, ahora para pedirle perdón. Esa noche decidió pasar a su hija a su familia, para poder cortar con esa mujer tan conflictiva.                                                                                                      

 

Este fin de año, en Octubre, cayó Pedro Casian,que era de los que lograron evadir más tiempo la represión, de los de la columna de los Tomis.                     A la Liga 23 de Septiembre les habían quitado los cuadros de dirección desde principio de año,cuando cayó Ignacio Salas Obregón (Oseas), y a Ignacio Olivares Torres, junto con Salvador Corral. Mal año para la guerrilla.

 

Se acabó el 74 e inició el 75, en entrenamientos y tratando de recontactar, la gente dispersa por los golpes de la repre. Mandaron al Venado a Cuba, a platicar con los asilados. Las noticias al regreso, no fueron muy alentadoras. Los cubanos no les daban ningún entrenamiento, ni ayuda para volver a México, por los compromisos que tenían con Echeverría, que andaba de tercermundista, regalando petróleo y productos agrícolas. También era de los pocos que compraban azúcar a la isla.

                                                                       

Los trataban bien. Vivían en un hotel cómodo, y les daban un poco de dinero, para los antojos. Cuando Echeverría visitaba Cuba, los encerraban en algún cuartel. Algunos de plano, pidieron trabajo a los cubanos. Entre ellos los de la Unión del Pueblo, y las muchachas de Chihuahua. Con en tiempo se casaron con cubanos. La Coordinadora Nacional, quedó en sueño.                                                                                                                   Volvieron a mandar al Venado, con dólares para los compas. Las noticias que tuvieron del Tobi, fue, que a él, como Guatemalteco, si lo habían ayudado a volver al continente.

 

En una vuelta que se dio el Flaco al DF. Volvió con unos chavos pueblo, flacos, morenos, que traían una larga lista de pedidos a los de la FRAP: coches, armas, tiros, dinero. Mario y Ramón, cruzaron miradas. Ya aparte, el Flaco, nervioso, les dijo: los compas interpretaron mal la relación. En el coche, donde se retiraron Ramón y Mario, dijo el Gordo: estos oaxaquitas, creen que somos sus papás o sus maridos.

 

El Flaco  volvió al DF. Y cayó en una redada a la UP. Estaba en el escusado, cuando oyó los portazos y forcejeos. Se asomo con los pantalones a medio subir y un agente lo jalo de los cabellos y lo arrojo al suelo: ¡Quieto o te mueres, cabrón! Y le puso la pistola en la cabeza. Su brigada quedó en el aire, coordinada solo por las FRAP.                                

 

Los de la Liga, sofocado un levantamiento de jornaleros en Culiacán; desarticulados en Sonora, Jalisco y Monterrey, se concentraron en el DF. , donde se dedicaron a masacrar uniformados, en las casetas, a la hora de pasar lista; en los asaltos bancarios; y en las loncherías, masacraron a un grupo de judiciales.

 

La más buena intención del año nuevo, fue ajusticiar al cacique sanguinario, Ramírez Ladewig. Jorge y Mario salieron a explorar Colima, para conseguir una camioneta. En el camino, en Atenquique, encontraron a los licenciados Odin y al Aceleres, que escamado le preguntó: ¡¿qué haces aquí, en tu pueblo?!. Odin contesto por él: el león se mueve mejor en su terreno. Mario, riendo aclaró: vamos a la playa, a bañarnos y a comer pescado al mojo de ajo; lo preparan muy sabroso. No lo dudo, cabrón; repeló el Aceleres. Se despidieron y cada uno siguió su camino. Mario y Jorge, más delante, metieron el auto a una ocotillera, y bajaron a la barranca del Muerto, por una vereda, solo conocida por la familia. Entrenaron a sus anchas. Siguieron camino y se dieron vuelta rápida por la ciudad deColima. Luego enfilaron a Tecomán; cruzaron la cadena de lomas altas, por una carretera llena de curvas, que faldea el curso de un río seco.                                                                    

 

De Tecoman, se siguieron a la Playa del Paraíso, por una brecha polvorienta. Aquí, se sentía mucho calor. Metieron las escuadras bajo el asiento y se bañaron en la playa, de corrientes traicioneras, sin dejar de vigilar el coche. Comieron en una enramada, y se regresaron con buen tiempo, para llegar a Guadalajara, al anochecer. En la siguiente reunión informaron de un trayecto tranquilo. Como parte de los preparativos, se entregaron las nenas a la familia. Salvador decidió estrenar en el agarre de la camioneta, a tres de los bravos del barrio. Los llevaba con él, en el Falcón. Ramón, Jorge y Marioiban en un Dodge, que les heredó el Clark, partieron de Guadalajara, tanteando llegar al oscurecer a Colima. Cuando iban en las gasolineras, las cuatas, Salvador hizo señas de que lo esperaran. Se le iba ahogando el carro. Mario tomó el volante del Falcón, con la recomendación de que no se fijara en los nuevos, que por su parte, se hacían los dormidos.Querían camioneta, porque habían decidido ajusticiar a Ramírez Ludewig, en la Avenida Mariano Otero, pues había muchos baldíos por ese tramo, y cero semáforos. Estaban empezando hacia el lado sur, el fraccionamiento residencial Victoria, con escaso trafico, ideal para escapar hacia la colonia del Fresno. Pensaban emparejar la camioneta y descargar las M-2 y M-1. Era indispensable la camioneta, porque se esperaba, que el ajusticiado, perdiera el control de su vehículo, y tenían que aguantar una posible embestida. Continuaron hacia Colima, pasando por Santa Ana, Zacoalco, Sayula, C.D. Guzmán, Atenquique, Tonila y Cuauhtemoc y al fin, Colima. Llegaron ya oscuras. Cenaron, pollo frío y refrescos y empezaron a buscar. Se sorprendieron, al ver un fuerte patrullaje del ejército en Jeeps y camiones. Se reunieron de emergencia; se habían desatado numerosas invasiones de tierras, y él ejército andaba reprimiendo e intimidando a los campesinos. Los de los comandos, mas que intimidados, decidieron buscar en Guzmán.

 

Revisaron rápido la ciudad, pequeña, con escasas diez cuadras de ancho y unas treinta de largo. La mejor opción, fue una que estaba como cuatro cuadras, al sur del centro. Acomodaron los autos, una cuadra adelante, listos para la retirada, abrieron la aleta de la camioneta en el silencio de la ciudad dormida. La empujaron sin ruido hasta la otra cuadra, los nuevos, cubiertos por los veteranos. Ahí Ramón safó el switch, por dentro, y le conectó uno nuevo. Aunque algo trabajada la unidad, arrancó bien. Salió la pequeña caravana, de la ciudad, cruzando por en medio de los tulares de la laguna. A la cabeza, Mario con los nuevos, que ahora iban dormidos de verdad; seguían Ramón y Salvador, en la recién adquirida; y al final Jorge, solo, en el Dodge.

 

Llegaron hasta Santa Ana sin incidentes. Cruzaron el pueblo, y al salir de la curva, donde estaban los balnearios, Mario divisó allá, en el crucero, las farolas rojas de la policía: ¡despierten muchachos, hay reten!, y Mario sacudió al chavo, que iba a su derecha, el cual despertó a los del asiento trasero.                       Llegaron hasta el grupo de federales, que estaban revisando unos trailers y camionetas. Con un nudo en él estomago, Mario detuvo el auto, cuando se lo ordenó uno de la judicial federal, grandote, enchamarrado. Tenia la esperanza de librarla de palabra, como aquella vez, en Sinaloa: ¿¡de donde vienen?!. Aquí nomás de Guzmán. ¿¡A donde van?!. A Guadalajara.

Medio despreocupado, el federal abrió la puerta:¡bájense, los vamos a revisar! El terror le subió a Mario por el cuerpo, que se negó, a muerte, a volver a la tortura. El m-2, que llevaba entre la puerta y élasiento, quedó a la vista del federal. Mario, en un estado de sonámbulo, lo agarró y jaló el seguro, mientras el federal retrocedía espantado: ¡voltea eso!, ¡voltea eso! En segundos, que le parecieron eternos, Mario siguió jalando el seguro, repetidas veces, como autómata. El agente hizo el intento de desfundar y entonces Mario reaccionó y le soltó tres tiros rápidos, en el pecho. El judicial cayó de espaldas cuan largo era, con un sollozo, Mario bajó del auto y con un brevísimo instante de coraje, le descerrajó otro tiro, que lo aquieto para siempre.Jorge, desde el final de la fila, pensó: ¡se animo el compa! Y corrió a entrarle a la refriega, empuñando otro M-2; bajo el asiento, dejó una Súper y dos granadas. Un judicial federal, que estaba a espaldas de Mario, intentó dispararle, pero el Garringo, uno de los nuevos, lo abatió con un tiro de P-38. Por la derecha salió Eduardo y se tiro de cabeza, por el pequeño declive de la carretera y ahí se quedó, fundido en el suelo, todo lo que duró el tiroteo, empuñando su escuadra y una granada. El Gallo bajo por el mismo lado, e inmediatamente recibió un impacto de rifle FAL, que le destrozó la femoral y cayó llamando a su jefe de brigada: ¡Chava, Chava!; y se hundió en la inconsciencia. Todo él reten, compuesto de judiciales federales, soldados y un par de la federal de caminos, se soltaron con todo lo que traían. Mario, oía silbar balas, desde un metro por encima de su cabeza, hasta el rebotar de muchos tiros en el suelo. Como sonámbulo, alineaba su arma, a los puntos de fuego, que veía en la oscuridad de las cinco de la mañana; empezó a retroceder, sin dejar de disparar, con un sentimiento de insignificancia, lucidamente consciente, de que un pequeño pedazo de plomo, podía acabar con él. Se acordó de la ráfaga; empujó la pequeña palanca, y siguió disparando ráfagas cortas, a los fogonazos que veía al frente, hasta agotar el cargador;entonces , dio la espalda y corrió, mientras le cambiaba peine a la metralleta, perseguido por la lluvia de balas.

 

Ramón y Salvador, atrincherados, en las puertas abiertas de la camioneta, soltaban fuego graneado, en apoyo de los compas. Al acabar de cambiar el cargador, Mario vió contra la tenue claridad del horizonte, la silueta de un soldado, que corría tras Jorge y Garringo, le apunto el M-2 y se oyó un clic, cerrojeo y la ráfaga desapareció al soldadito. Bajó al arroyo donde Jorge encañonaba a Garringo y le soltaba el clic, cerrojeaba y repetía el clic, mientras Garringo insistía: ¡soy compa! Mario los empujo y dijo: ¡si es, vamonos! Garringo y Jorge brincaron el alambrado, bajo la luz del coche de Jorge, que retrocedió sin control, hasta la otra orilla, iluminando el lugar, donde estaban ahora. Brincó luego Mario, y cayó sobre una piedra bola y se fue de lado; salvó la metralleta, y frenó la caída con la quijada, que sonó a quebrada.                                                                                           Al incorporarse, un judicial les descargó la .45. Mario no contestó el fuego, con la absurda idea de que los podía ubicar con los fogonazos. Si hasta podían ver la hora con la luz del coche.

 

Corrieron por el lecho del arroyo, y el agente sedirigió a la camioneta, donde Salvador trataba de desencasquillar la .45 Comando, que se negó a trabajar con bala semirasa: ¡¿Tu que traes, cabrón?!Ramón lo oyó desde el otro lado, y a través de la cabina, le vació medio cargador de la súper. El agente se abrazó el costado y corrió hacia su gente; cayendo al llegar a ellos.                       Se reanudó el tiroteo y Salvador hizo uso del M-1, que también llevaba. De pronto los federales suspendieron el fuego por un rato largo. Ramón le murmura a Salvador: Vamonos, compa. Y corren hacia el poniente, trepando un leve lomillo bajo nuevo tiroteo, y se pierden en la luz difusa del alba.                Eduardo permaneció sin moverse, muchos minutos, oyendo los lamentos y llamadas de los federales heridos: ¡llégale Pancho! ¡No puedo! Y se deslizó en silencio, mas de 100 metros, en dirección al pueblo. A la altura del balneario apretó el paso, rodeo la curva, siempre fuera de la carretera, hasta llegar a las primeras calles, que se descuelgan desde el asfalto, en dirección al centro. Siguió hasta la parada de camiones y tomo el primero, que lo llevó de regreso a Guzmán. De ahí a Tamazula. De Tamazula a Jiquilpan; luego a la Barca y al anochecer, entro a Guadalajara, por la carretera de Zapotlanejo.

 

Ramón y Salvador se refugiaron todo ese día en unos matorrales bajos y tupidos a escaso kilómetro y medio, al norte, del lugar del zafarrancho, en el día, unos judiciales, se les acercaron a como a cincuenta metros y oyeron sus comentarios.

 

Mario y los otros dos, se fueron un rato por la barranca mas honda y luego subieron a lo parejo y se fueron hacia el oriente, paralelos a la carretera, para refugiarse en una nopalera, al pie de la ruta que va a Mazamitla.                             En el camino, Jorge rogaba: ¡ojalá que no agarren al compa Mario, porque lo van a matar! Al empezar a clarear, Mario le dice: no te preocupes, aquí vengo. ¡Hombre, si no te había reconocido! En eso, se oyó, allá, una descarga cerrada. ¡Ojalá no hayan matado a otro compa! Bajo la nopalera, revisaron las armas. El m-2 de Jorge no trono un solo tiro. Lo desarmaron, vieron quebrada la barra de la ráfaga, y el pistón pegado, por falta de limpieza y lubricación. Tenia además, el cargador abollado por una caída. Jorge le pasó sus tiros a Mario, y se lamentaba de no haber disparado ni un solo tiro. Mario le preguntó¿Y las dos pistolas que traías? La súper, se quedó bajo el asiento y las dos granadas. ¿Y la .45? Esa aquí la traigo, pero quien se iba a acordar en esos momentos, con la balacera que se soltó. ¿Y qué sentiste, cuando mataste a ese cabrón? Con el miedo que tenia, ni chance de sentir nada. ¿Le pegaste a algún otro? A un soldado que iba atrás de ustedes. Yo le atiné a otro, comento Garringo: que a la luz del día, vieron que era moreno claro, de pelo muy chino y complexión fuerte.                                           Vestía todo de blanco, hasta los zapatos, donde traía un rozón de bala. Iba para una fiesta, cuando Chava me invito a venir a foguearme. Pues estuvo bueno el principio.

 

Mario le indicó: talla la ropa con tierra y hierba.Se pasaron el día comiendo nopales crudos; dormitando e imaginando, que de pronto, aparecían por las lomas inmediatas, una multitud de soldados y sabían, con un sentimiento de terror, que los iban a masacrar. Al oscurecer, Ramón y Salvador, se encaminaron a una capilla que esta a la orilla de la carretera. Envolvieron las armas, las enterraron y tomaron un camión a Guadalajara. Los tres restantes, subieron en la noche el cerro, que corre hacia la laguna de Chapala. En lo alto, tomaron agua, de un abrevadero para el ganado. Durmieron un rato, a la vista de la carretera. Al alba, enterraron las metralletas al pie de una cerca y se fueron de uno en uno, a distancia de la carretera, hasta el poblado más próximo, donde Jorge y el Garringo, tomaron camión. Solo Mario le siguió a pie, tardando otras 24 horas, para llegar a la ciudad. Al otro lado de la carretera, a escasos tres kilómetros, 600 soldados y 300 judiciales, peinaban los cerros de la Primavera. Todos se fueron a sus respectivas casas, y compraban todos los periódicos, para ver si informaban de la suerte de los demás. Se reagruparon en las citas permanentes, a las que llegaron con todas las precauciones.

 

En la noche siguiente de la balacera, llego a Guadalajara lo que quedaba, de la aventura de la Liga de Sonora: Nabor y otros dos compas. El y otro, venían heridos, por las esquirlas de unas granadas, que les lanzaron los soldados, cuando hacían desayuno, en un arroyo poco profundo. Otro compa, recibió la explosión de lleno y ahí quedo. Escaparon bajo fuego, siguiendo el arroyo. Vagaron varios días, hasta salir a la carretera. Luego el largo viaje a la perla, para encontrarla rodeada de retenes. Pasaron sin problema. Se soltó la represión en los barrios mas quemados y también interrogaron a los presos en la penal.

 

En los meses siguientes siguieron expropiando carros, en la ciudad, para reponer los perdidos. También trataron de subsanar la falla de las armas. Desecharon los cargadores tapatíos, que ya tenían los resortes vencidos y las laminas deformadas.Empezaron a comprar cargadores originales, que costaban el triple, pero garantizaban duración y buen funcionamiento. También dejaron de experimentar con tiros, de ojiva exótica, como la semirasa, que es propiamente para tiro de club y con armas finas.Reclamaron con sorna a Ramón, por no dar mantenimiento al M-2: ¡Pierdes mucho tiempo, en pelearte y reconciliarte con tu mujer!

 

En particular, Jorge y Mario no quitaban el dedo del renglón, en lo de Ramírez Ladewig, y entrenaban, ahora, para ejecutarlo, desde la banqueta, y ponían el blanco, a la altura correspondiente, allá en los bosquecillos, por donde empezaron a construir un hospital de los tecos: el Ángel Leaño.

 

Ramón consiguió un par de .45´s, en excelente estado, que fueron a parar a la brigada de Salvador. Luego varias Browning, quedándose él con una y pasando las otras dos, para Mario y Jorge. Jorge por su cuenta, consiguió unas .38 súper marca Llama y Star, que no aceptaron. Luego una .357, Smith & Wesson, modelo 27, en condición de nueva, con la que se quedó.                                       Salvador se casó en esa temporada de preparativos, con una paisana de Ramón. Mario y su mujer, consiguieron una casa, cerca del periódico El Occidental. Los pleitos iban de mal en peor. Y todos los modos que buscó Mario, para componerle el genio a la muchacha fueron inútiles.

 

En esa temporada, también, les tocó ver la derrota de los gringos en Viet-Nam. Veían por televisión y en los periódicos, como peleaban los presuntos aliados, por entrar a la embajada yanqui y para ocupar un lugar, en los helicópteros, que los conducirían a los aeropuertos y portaaviones.Ramón consiguió en Tlaquepaque, un pequeño corralón, para guardar y pintar coches. Y ya con todo preparado, detallaron rutas y un plan concreto, para el ajusticiamiento. Se insistía tanto en el ajusticiamiento, no solo para castigar a los que estaban por encima de la ley; sino como una estrategia, para descabezar las estructuras corporativas, donde se daba una fuerte personalización del poder. Se esperaba romper el control, sobre los sectores y generar pugnas entre los pretendientes a heredar los tronos. También estaban en la mira, Heliodoro Hernández, de la CTM y Francisco Silva Romero de la CROC. Como muestra, de los herederos impacientes, aparecía el Pelacuas que mató a su presunto correligionario, el gordo Mora, en el céntrico restaurante, El Cid. Mataron también a dos adolescentes que lo acompañaban. Uno de los pelacuas, escondió una carabina M-1, en el templo de Aranzazu, en su retirada; el párroco la entregó a la judicial. A los dos días, el chavo fue a la procuraduría a recogerla, con la anuencia del procurador. Estas muertes, fueron por el incipiente mercado de la droga y por oposiciones dentro de la U de G. El Balvaneda, mata a otros tres: el Oto, el venado y al * con más de 100 balazos a cada uno.

 

El ayuntamiento inicio obras en la avenida Washinton y el cacique se empezó a  manejar exclusivamente, por la avenida Alemania-Niños Héroes y de ahí en adelante podría variar a Mariano Otero o Circunvalación. Pusieron como fecha, el 11 de septiembre, para conmemorar el aniversario del Pinochetazo, puesto que la FEG, recibía entrenamiento del FBI y Ramírez Laudewig, se reportaba con la CIA, al igual, que en su juventud, Luis Echeverría.

 

El día 11, llegaron tarde, Ramón y Trinidad, con gran molestia de Jorge y Mario, que eran los ejecutores asignados. Eduardo les iba a cubrir la espalda, para que ellos se concentraran libremente en el objetivo. Salvador iba  a cubrir una cuadra hacia la Glorieta Niños Héroes, en la acera sur. Garringo, en la acera norte, directamente enfrente del lugar escogido: el entronque de Alemania con Niños Héroes. Ramón y Trinidad, estaban estacionados por Vidrio, para escoltarlos en la retirada y a media cuadra del auto, donde iba a salir el grupo ejecutor.

 

El 12 de septiembre, todos llegaron a tiempo y ocuparon sus lugares. En la acera sur, en la parada del camión, se agruparon los de la directa. Un policía de civil, estaba ahí; la guayabera, prenda de moda en el sexenio, no le disimulaba el pistolón. Mario evaluó la situación y le dijo a Eduardo, cuando empiecen los tiros lo eliminas; no trates de desarmarlo, porque para uno solo es muy complicado, te puede forcejear y hasta ganarte. Eduardo se arranca en ese instante. ¡No! Hasta que nosotros empecemos.

                                                        

Los minutos se alargaron y el gendarme no se iba. Por fin, como a las 3:05, divisaron el Mercedes verde, por Alemania.

                                                   

Haciéndose los despreocupados, Jorge y Mario, cruzaron al camellón. Eduardo acechaba al policía, ya francamente nervioso. Ramírez sospechó de los muchachos, enchamarrados, a esas horas. Trató de rebasar al camión urbano por la izquierda, en lugar de escapar por la derecha, el camión lo bloqueo contra el camellón. Mario sintió que ya no teníaopción; La lucha de siempre, en su interior, de iniciar o no la acción de tomar una vida, de embarcarse o no en el peligro cesó.

                                                                                                                                   

Desenfundó la Browning, en lo que Ramírez volteaba al otro lado, a ver etráfico, y la alineó a la cabeza; el primer disparo, estrelló el vidrio en pequeños fragmentos que ocultaron el blanco; se desconcertó un instante y siguió disparando a rumbo y entonces, empezó a caer el vidrio, en trozos grandes; Jorge se adelantó para disparar con la mágnum por el parabrisas. El camionero arrancó, y el Mercedes avanzó a vuelta de rueda, hasta chocar contra un macetón, en la acera opuesta, seguido por los muchachos, que dispararon hasta agotar las cargas.

 

Al inicio del tiroteo, Eduardo desenfundó la .45 Remington y le soltó un tiro en el rostro al policía, que cayó fulminado. Vigiló luego hacia Alemania y hacia Niños Héroes, donde estaba Salvador también vigilante. Garringo, sintió el rebote de las primeras balas en el pavimento y se pasó al otro lado del poste, con la P-38 en  la cintura y la metralleta en el portafolios y siguió vigilando el tráfico que venía por Niños Héroes, desde el Oriente. Agotados los tiros, Mario, seguido por Jorge, se dirige al coche, estacionado en Vidrio. Garringo, se adelanta a paso largo, para ocupar el volante. Mario trata de sacar el cargador de la Browning con la mano lisiada y no puede. Eduardo va tras ellos y cruza entre el tráfico inmóvil. Al librar el Mercedes por el frente, ve los estertores del tirano y sin poderse contener, ledescerraja un .45 en el rostro. Al oír el disparo Mario se clava la Browning vacía, y saca una .38 de cinco tiros, que lleva de extra, y revisa la calle hacia atrás; cubre a Eduardo hasta que lo alcanza y rebasa. Es el ultimo en subir, por el lado izquierdo, y al arrancar el auto, un árbol de la acera, le empuja la puerta que casi le atrapa la pierna: ¡espérese compa! Acaba de subir y arrancan, seguidos por Ramón y Trinidad. Salvador se retira por su lado, a su auto.

 

Siguieron la ruta de retirada, hasta el barrio de Analco. Ahí, los empareja Ramón y les dice: venimos limpios, hay que llevar el carro al corralón. Mario y Jorge, se pasan al carro de Ramón, para escoltar al posible quemado. Lo encierran en Tlaquepaque y se dispersan.

                                                                   

Mario llega al centro, cambiado de ropa y telefonea a sus hermanas; entre la plática dice una frase clave, con  lo que avisa que hubo algo serio, y se va a desconectar un tiempo de la familia. Ellas sintonizan otra onda y ni siquiera se dan por enteradas. En eso esta, cuando ve el Mercedes acribillado. Lo conducen unos judiciales, al corralón, del IJAS. De plano, ese era el día de suerte, del tirano; el doctor que llega en la ambulancia, de la cruz verde, es nada menos que el Zhivago, que le bombea fuertemente el corazón; piensa: si no se muere, que quede más loco de lo que está. Adalberto Gómez, uno de los presuntos herederos del baleado, también doctor, le dice: ¿no es muy fuerte el bombeo?. Contesta el Zhivago: con lo débil que está, solo así podemos conseguir una adecuada irrigación. Con todos esos esfuerzos, consiguieron iniciar el fin, de una época de terror.

 

Todavía no se enfriaba el cuerpo, cuando ya venía hacia la Perla, el investigador #1: Nassar Haro, con sus guardaespaldas e investigadores. Con el solo detalle, de meterle las cargas completas, se fue sobre los fegosos. Excarceló al Pelacuas, calentó al Niño Urzúa, que estaba relacionado con el coyotaje de placas. Se trajeron de modo ilegal a Ornelas Rochín, precoz narcotraficante, desde los Ángeles. Engrosaron las filas de los torturados algunos fegosos menores.

 

Agotada esta línea de investigación, Nassar volvió sobre el detalle de las placas. Aparte de haberlo conducido a los coyotes y al Niño Urzúa, estaba otro dato; según el acomedido que las anotó(porque vio a Jorge correr toda la cuadra, con la mágnum en alto, como antorcha olímpica), el carro en el que huyeron los ejecutores, era un Falcon; el favorito de las FRAP. Revisaron los datos con los que obtuvieron las placas, luego, los datos de los Falcon´s, abandonados por las FRAP. Ahí apareció, el abandonado en el zafarrancho del 40; vueltos a repasar, Ornelas Rochín, y el Niño Urzúa, reconocieron su amistad, con Hernán Cortes, ya no digamos con Francisco Martínez, alias, Manuel García, Raúl Manzo y los que acumule. Con esta certeza, se dedicaron otro mes para tratar de localizar y matar a los involucrados que, según un asesor de Nassar, eran: Ramón Campaña, Francisco Martínez; y Tiburcio Sánchez, de la Unión del Pueblo; lo aseguraba David López Valenzuela, alias el Tomi.

 

El que cooperó en el intento de localización y aniquilamiento de los subversivos, fue el comandante de la Judicial federal, destacamentada en el estado, Francisco Sahagún Baca, cuñado del federal, que cayó primero, en el zafarrancho del retén. Después de buscar inútilmente, a los ejecutores, Nassar, emitió un comunicado, en Diciembre de 1975, donde daba a conocer los resultados de sus investigaciones, aclarando al final, que las autoridades locales, iban a continuar vigilantes, hasta detener a los inculpados. Los de la FEG, no creyeron la versión; más bien pensaban en el estado mayor presidencial. Pensaban: esta muerteva a beneficiar a los cuñados del presidente: los Zuno. Como los muchachos de la FRAP, creyeron que ya era inútil ocultar la autoría, difundieron un comunicado, con todos los detalles tácticos. Aun así los de la FEG nunca lo creyeron.

 

Como los rebeldes, lo que más les interesaba era desbrozar terreno para el trabajo político, antes de la acción, platicaron con Samuel Meléndrez, hermano del escualo, en el restaurancito El Roble, por la calle Juan Manuel. Ahí le preguntaron como les iba en el trabajo de la U de G. Mal, contestó, con la FEG no se puede. Y ¿cómo se pondría, si se ejecutaba al líder, Ramírez Ladewig? Pues bastante bien. El resto de la reunión Samuel se la dedicó a burlarse de Ramón, nombrado jefe máximo, desde el secuestro del viejito Zuno, por la prensa. Los guerrilleros, molestos, no se pusieron a aclarar el trabajo de cada quien.

 

Después del ajusticiamiento, volvieron a platicar con el flamante secretario general del PartidoComunista, en Jalisco:¿cómo está el ambiente en laUniversidad?. Bien, los fegosos se están acercando a la izquierda. Ramón y Mario, se sorprendieron: ¿cómo? Ellos no creen que ustedes lo ajusticiaron, dijo con burla Samuel.

 

En este fin de año, salió el Chebo de la penal, trayendo más reclutas. El Yogui regresó del norte y volvió a su trabajo de profe. Y sigue recontactando elementos dispersos de los del Tomi. Prometía: más delante me paso al tiempo completo.  

                                                                                                 

Siguiendo el trabajo con la COR, entraron en relación con gente del pueblito de Santa Cruz, yendo hacia Ocotlan; los encabezaba un ex militar: Matías.El flaco y su brigada, se dedicaron con ahínco, a poner bombas en los bancos, en el edificio del PRI, y hasta en los letreros del candidato a la sucesión: López Portillo. Los de las FRAP, los cubrían, a la hora de poner los paquetes. *******

 

La mujer de Mario, seguía con su genio. Una tarde, que le notó el humor, prendió la grabadora y luego la cucó. Ya que considero que estaban registrados, suficientes gritos, le pidió silencio; regreso el casete y la hizo escuchar. Ella se pasóvarios días, poniéndolo a diferentes volúmenes, y checando por la escalera a diferentes distancias. No se oye tanto, decía con risita nerviosa. Los vecinos del departamento de enfrente, les regalaron un mueble viejo y abandonaron el edificio.

 

También hubo bajas, en el grupo de las FRAP ese año. El Julio resultó alcohólico, y le contaba todo a su papá, que decidió invertir en un negocito, los $10 000 °°, que le dieron como fondo intocable. Don Máximo, como llamaba él a Ramón; por aquello del elevón que le dio la prensa, lo regaño fuertemente:¡¿Cómo se pone a platicar su participación?!, ¡es algo delicado!. Y el fondo, su nombre lo dice: INTOCABLE. Cortaron contacto con él.

Úrsula se fue, porque quería que el cambio al hombre nuevo, fuera más rápido y radical. Eduardo se enteró, que el Garringo en sus borracheras, se ponía a llorar y a contarle a su novia, que se había embarcado, en unas broncas bien gruesas. Que algún día los iban a matar. Mario platicó con él. Garringo estaba temeroso de que lo ejecutaran. Mario le dijo: no estás quemado, puedes irte a donde quieras. Le cambió el arma grande, por una Body Guard, Air Weigth, y se despidieron. Garringo se fue a Estados Unidos, con todo y novia, aprovechando el fondo, que también tenía. Eduardo y Jorge, cada uno por su lado, dieron con un grupo grande, de Atemajac, que se reportaban con el PPS y al instituto cubano. La conexión con el instituto, se daba a través de Roberto, un periodista de la revista Porque. El grupo estaba integrado por Santos, Enrique, Valente, Luis, Alejandro, Benjas, Leonardo y dos proletariados; las novias de varios y dos hermanas de Valente. Pasaron una temporada como círculo de estudio y brigada propagandística, mientras lo conocían más. Eduardo tenía también los buenos contactos para armas: Federico, un fornido bigotón, alteño y que tenia un puesto de tortas y tacos, en la 8 de Julio. El otro era el Mongo, Ramón Palacios, ex – ferrocarrilero, y ex – fegoso, del grupo del asesinado Gordo Mora. Ahora, traficaba de todo. Por lo pronto, les consiguió una Uzi con dos cargadores, de la original, israelita. También empezaron a salir pistolas, sobre todo, .45 y .38 Súper, Colt. Mario dejó para él una copa de oro, ya totalmente decepcionado de la Browning. El Yogui, Rubén Mayoral, moreno, fornido, con alta autoestima, que todo trataba de aprender del campo y de la pesca, se había ganado el apodo del pequeño Larousse, que luego quedó solo en el Pequeño; se dedicaba con ahínco a recontactar regados de los del Tomi. Casian le había contactado con el Centro Independiente de Cultura Proletaria; un compa de nombre Agustín, obrero de la cementera Guadalajara; el Centro manejaba movimiento en el Salto, también.

 

El pequeño, reconectó al Largo, maestro también, de los de Atequiza. El tenia unos condiscípulos por Zacatecas, trabajando conjuntamente con el movimiento del grupo Política Popular, que ya se había dividido en dos corrientes: la Línea Proletaria y la Línea de Masas. Juan y Miguel, siguieron a estos últimos, que les parecieron mejores. Largo, también tenía contacto con el güero, que luego le apodaron Porfirio, porque tenía endurecida la córnea de un ojo, con el que no veía.También se coordinaban con un grupo de muchachas de la Normal de Cañada Honda, de Aguascalientes; las muchachas del grupo eran: la Coquena, morena, regordeta y que se reía con carajadas bien sabrosas; la Prometida, morena clara y de carácter tranquilo; la Muñeca, bajita, de facciones finas y la Tocaya, casi blanca y llenita.Porfirio tenía trabajo fuerte en la Huasteca Potosina, donde hacia equipo con un ex militar, Cliserio Gaeta. Ellos mantenían vivo el movimiento Tierra y Libertad, que llevo al auge un estudiante de San Luis, apodado el Seco. Por alguna razón, que solo él supo, este abandonó de pronto el movimiento, que cayó en el letargo.

 

La mujer de Mario, volvió a salir embarazada, por no aceptar el control. La ocupaba en picar esténciles y en pasar a máquina el archivo, que cada día engrosaba; recortaba fotografías del periódico, de los del sistema. Al grupo de Atemajac, le pusieron la brigada Tuti-Fruti, porque había de todos tamaños y colores y de todas las psicologías. A las muchachas, las organizaron en un círculo de estudio, atendido por Lucia y la gorda Rosa. Jorge les daba entrenamiento militar. Mario entrenaba a los chavos. A veces lo apoyaba Eduardo a veces Jorge.

 

Por el lado del la COR, se vino el movimiento en Industrias Químicas, lidereado por Jesús Gaeta, un zacatecano fornido, cuarentón, ex judicial en Sinaloa. Dicha empresa es importante, porque trata el agua, que llega a Guadalajara. Intentaron estallar la huelga, como 4 veces, movimiento indispensable, para el recuento de simpatizantes, para así conseguir la titularidad. La CTM, coludida con la empresa, metía a un grupo fuerte de uniformados, a la planta, para impedir que los obreros pararan. Afuera, cuando llegaban los licenciados y lideres de la COR, ya los de la CTM, tenían como 200 golpeadores y unos 20 o 30 empistolados. Lo que más nos duele, decía el Negro, de los de la COR, es que las que más nos gritan y nos patean el equipo de sonido, es un grupo de enfermeras.

 

Ya a la cuarta, los de las FRAP, decidieron balacear a la multitud de cetemistas. Llegaron temprano y se dedicaron a reconocer el terreno. Atacar por Gobernador Curiel, implicaba perder por lo menos un carro. Fueron a explorar, por una brecha, que pasaba al otro lado de la planta; cuando una botella rota les reventó una llanta. En lo que la cambiaron, ya la CTM había hecho su trabajo, y se habían retirado. Decidieron ejecutar al cacique de la planta, un tal Gaytán, emparentado con Heliodoro Hernández.

                                                                                             

Por si les hiciera falta trabajo, estalló un movimiento en la escuela técnica, CeRETI, allá por los Colomos. Mario se acordaba que un sobrino de Camilo y Ful, estudiaba ahí. Lo localizaron, atendiendo un puesto de tacos, por la López Mateos. Ya no iba  a la escuela, porque pensaba casarse, pero se ofreció a llevarlos a conocer a los amigos del movimiento. Los estudiantes del CeRETI querían correr a los Patolos, Fegosos del grupo de Palacios, un fósil de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la U de G.

Como la necesidad de armas, se estaba incrementando, el Pequeño contactó a Mario, con un grupo de coyotes viejos que gravitaban alrededor de la policía y del personal de algunas de las armerías, que ahora solo vendían al publico, tiros .22 y de escopeta. En este círculo, conoció Mario al hijo de un armero: Chuy Aguilera, estudiante de ingeniería. De con él salió un lote de 5 pistolas, que Mario comprópara la UP, que ahora coordinaba en la Perla Héctor Eladio, hermano del Flaco Castillo, y recién excarcelado. Héctor apareció con dos chavos Michoacanos. Uno bajito, de pelo chino, y el otroalto, también delgado, de ojos verdosos, de nombre Chava.

 

Con el incremento del trabajo, se imponía otro operativo grande de finanzas. Ramón consiguió con tiempo, otra casa con cochera, para el futuro secuestro. Mario, Jorge y Eduardo, se dedicaron a trazar las rutas, para recoger el rescate, lugares para los comunicados y localización de teléfonos, en lugares distantes de la ciudad. Llevaban a los de la brigada Tuti-Fruti, para que fueran aprendiendo.

 

Como Jorge tuvo problemas en la vecindad, por cuestión de faldas, empezó a buscar nueva casa, auxiliado por Enrique, al que llamaba Enriqueto y vino acabando en Queto. Salvador y Chebo, seguían entrenando sus grupos, aparte, por la compartimentación. Uno de los de Chebo, Elpidio, bajito, risueño, fornido, salió bueno para la ráfaga.De la de Tuti-Fruti, el Benjas, también resulto con cualidades. Les empezaron a llegar con los contactos, las S&W, modelo 59, de 14 tiros y doble acción, en 9 mm. A ninguno de los veteranos los convencieron, por el empuñe grueso, que dificultaba además ocultarlas, y las pasaron a los nuevos brigadistas. En corto tiempo les aparecieron achaques. Tenían un mecanismo frágil,  y detalles deajuste. Dejaron de comprarlas. Con los coyotes viejos, salieron pequeñas escuadras calibre .32 y .380, Colt, Beretta y Astra, que fueron a parar con las muchachas, que normalmente eran más certeras, al principio, que los varones.

 

Como candidatos a los secuestros, había miembros de la familias Sauza, Tequileros, y de la familia López Chávez, de Zapateros, de la Canadá. Pero les habían llegado rumores de fuertes desavenencias familiares y existía el riesgo de que dejaran perecer al capturado. Se decidieron por un candidato de menor capital y con una rutina muy variable: el Ingeniero Juan de la Torre. Ex presidente municipal de Guadalajara, contratista constructor y presidente en funciones de la Federación Mexicana de Fútbol. En la víspera del operativo, iban en el auto con Ramón, Trinidad y Salvador por la avenida Américas. Vira a la derecha y se apunta a una cochera, a media cuadra. Salvador se baja risueño a abrir el portón de madera. Ya adentro le dicen a Mario: esta es la casa del próximo secuestro. Protesta: yo no debo de conocerla, porque voy a estar en la negociación. Siempre te ha tocado afuera y ya es tiempo de que sientas el estrés, de estar aquí, esperando a ver que pasa. Bueno, pues ya lo habían embarcado, en los dos aspectos del operativo. Y cada vez eran mas evidentes, las secuelas de la tortura y la constante tensión. Para planificar, Mario se auxiliaba de un cuaderno de notas, porque se le iba la onda. Hasta en laspláticas.

 

Acomodaron las guardias, de modo de dejar a Mario, tiempo para salir a negociar. Pensaron que en el día de su cumpleaños, podría tener don Juan de Dios, una rutina más familiar y se decidieron esperarlo, a que saliera de su oficina, más o menos al medio día. Mario y Jorge, se vistieron de saco. Eduardo iba de guayabera. Para ahorrarse un carro decidieron llevarse al detenido en el suyo propio.Mario y Eduardo se apostaron en la puerta del edificio. Jorge estaba en la acera de enfrente, con la Uzi en un maletín. Transcurrió una larguísima media hora. Varios visitantes fueron a la felicitación. Vieron salir, incluso, al procurador de justicia del estado. Y se relamieron, al verlo tan a la mano y solo. Varios minutos más, y por fin salió el contratista. Se fueron sobre él Mario y Eduardo: ¡quieto o se muere! Don Juan esbozo una sonrisa de resignación como diciendo: chin... ya me tocó. Eduardo lo cacheo, por si trajera algún arma, le pidió las llaves del auto y abrió las puertas del mismo y luego se las dio a Jorge, que tomo el volante. Pasaron al detenido al asiento trasero. En esto salió un empleado, y antes de abordar el auto Mario le advirtió: ¡Esto es un secuestro, no avise a la policía! Arrancaron, Eduardo le puso tela adhesiva en los ojos, y luego unos lentes oscuros. Mario le ató enseguida las manos al cinturón. Y antes de que se nos olvide, don Juan: ¡Feliz cumpleaños! En la siguiente cuadra, Ramón, Trinidad y Salvador, los siguieron, cubriéndolos. Dieron vuelta en corto, y, más delante, dieron vuelta completa a una manzana, para desorientar al detenido y entonces vieron que un carro con tres gentes, iban tras ellos. Ramón también los vio y fingió jaloneos en el coche y se detuvo, bloqueando el paso. Jorge aceleró a fondo. Sabían que se podían reunir en el lugar del trasbordo.

                                                                                                

Ahí los alcanzó Ramón, en una calle solitaria que desembocaba a la Avenida Américas. Pasaron al hombre, como si fuera un pariente enfermo y débil, al carro de Ramón. Eduardo, Mario y Jorge retiraron el vehículo del secuestrado, hacia el rumbo del panteónde Mezquitán. Mientras, los demás llevaban al preso, dando un rodeo, mientras le hacia efecto un anestésico. Cuando entraron a la casa, el hombre ya iba diciendo incoherencias. Mario y Jorge hicieron la primera llamada: tenemos secuestrado a Don Juan de Dios, no avisen a la policía. Luego les vamos a avisar de las condiciones. Mario se fue a la casa de seguridad y Jorge se fue a ver a los de la brigada Tuti-Fruti, para coordinarlos para la mañana siguiente.

 

Mario y Ramón, escogieron las primeras guardias, sucesivas, de tres horas, por la noche, para dormir, después de corrido, para salir a negociar, más o menos descansados, al otro día. El que no estaba de guardia se iba al cuarto de la azotea, donde estaba un M-1 de culata plegable y granadas. Abajo, en la sala-cochera, tenían los M-2. Se acostaban en el mueble. La recámara principal, la dejaron para el detenido y ahí había siempre un guerrillero viéndolo.

A la mañana siguiente, se vieron con la brigada y les dijeron: a partir de unos 50 minutos, empiezan a vigilar la ruta, en los puntos acordados. Van a pasar dos gentes de blanco, con camiseta fajada y las bolsas del dinero. Ya saben donde reportarse con elcoordinador. Todos asintieron. Mario fue y puso el primer comunicado, en una esquina de la 34 y Pensador Mexicano. Telefoneó y les dijo el lugar exacto: tienen 40 minutos para llegar, de Chapalita a ese lugar. Como a los treinta minutos se plantó a varias cuadras, a vigilar el punto y la primera parte de la ruta. Empezó a ver coches de la judicial y del servicio secreto, pasar a alta velocidad. Como tenían anotadas las series de sus placas, los reconocían de inmediato. Siguió otro par de minutos, confundido entre la demás gente que esperaba el camión, para salir de dudas y luego se fue con Ramón. ¡Ya valió madre!, fue el saludo. Ya los noté muchacho. Pues si, vamos a retirar a los compas. Mario se bajaba del vehículo en los puntos determinados y les avisaba: ¡retírense, nos vemos en la recoordinación!, a Santos, Benjamín, Queto y el Vale. Casi al final de la ruta, le dijeron a Jorge y Eduardo ¡súbanse, no tarda la perrada! Eran los que corrían más peligro, porque era el lugar más solitario y donde se suponía, que iban a  dejar el dinero, si no los interceptaban antes.Lejos de la zona, Mario llamó por teléfono: ¡les dijimos que no interviniera la policía!. Le contestaron: ¡llegó la federal de México, y no nos hicieron caso! ¡Nos tienen intervenido el teléfono! Bueno, vamos a buscar otra vía de comunicación.

 

Le dijeron a Jorge y Eduardo, vean a los chavos al rato y los ponen para mañana, a las siete de la mañana para ensayar otra ruta. Se fueron, Ramón y Mario, a la casa de seguridad. Ahí hablaron con el detenido, de la intervención de la policía, y de la cantidad de dinero que pedían. Don Juan pregunto: ¿Cuánto piden por mi liberación? Mario contestó: diez millones. ¡No, es mucho! Contesto el secuestrado. Mario abrió la carpeta, con el  expediente del contratista y  le leyó las cifras y empresas declaradas a Hacienda. Don Juan contestó: solo tengo quince millones, y los declarécon tres empresas ficticias, tres veces, para conseguir créditos bancarios. ¡Ah!, vamos a discutir esto con los compañeros, vamos a procurar que todo salga bien. Por lo pronto, pensaron una nueva ruta y el lugar de arranque, fue la Avenida Ávila Camacho y Circunvalación. Sin muchas ilusiones,  pusieron en sus puestos a la brigada, a la mañana siguiente.

 

Vigilaron el punto desde una distancia de más de un kilómetro. Cuando apareció el  helicóptero, Mario le dijo a Ramón: vamos a retirar a los chavos, otra vez, ya valió. Nassar estaba de vuelta en la ciudad.Mario llamó de nuevo a la familia: ¿todavía no se puede hacer a un lado a la Federal? Contestó Don Carlos de la Torre: Ya le dije a ese cabrón de Nassar Haro, que si algo le pasa a mi hermano, yo me voy a arreglar con él y en cuanto a los 10 millones que piden, simplemente no los tenemos y va a ser difícil conseguirlos prestados. Contesta Mario: ya vimos eso con Don Juan y nos aclaró lo de la declaración múltiple. La cantidad va a quedar en 6 millones.Vamos a tratar de juntarlos.                                                                                       Correcto, vamos a comunicarnos con ustedes próximamente.

 

Llegaba el fin de semana y el trabajo se le acumuló a Mario. Tenía que trazar nueva ruta. Tenía que buscar otro medio de contactar a la familia; para el último intento, se contactaron primero con el Procurador Estatal, quien dijo que no iba a avisar a la Federal, por ser muy amigo de Don Juan. Pero no cabía duda, le gano la vocación de perseguidor. No importaba porque solo había sido una maniobra de comprobación. La siguiente ruta, la combinó con un largo viaje en camión urbano, y se iniciaba en las Águilas, lugar accesible, para llegar desde la Colonia Chapalita. Luego, al final metió otra modificación, el comunicado dividido.                                      

 

El punto riesgoso, es el de recoger el dinero, y casi siempre se hace en la parte final de la ruta de verificación; por eso, Mario recortó del comunicado esta parte, y la puso en  otro lado. Entonces, se anexaba otro escrito con instrucciones, para localizar el pedazo faltante, que además, podía estar en uno de 3 o 4 lugares diferentes. Eso iba a obligar a la policía, a ampliar el cerco y a hacerse más evidente, lo cual daba tiempo desahogado, para retirar a los compas. Aparte de trazar rutas, faltaba resolver una bronca interna; Salvador, se aferraba en ejecutar al detenido, para que quedara como un antecedente, y no volviera a intervenir la policía; Mario opinaba que se podía maniobrar, y hacer que la clase dominante local, se enfrentara con la federal chilanga, en solidaridad con el detenido.

Otro argumento, era que el fondo andaba bajo y ni iban a poder aguantar los meses, en que los iba a perseguir Nassar. Pero la verdadera razón, es que el hombre le había simpatizado. Resulto ser hijo de un revolucionario Villista y también lector de Martín Luis Guzmán. Platicaban largo y tendido, con Mario, de las campañas y grandes batallas de la División del Norte. Además, le dijo, sincerándose con el muchacho: yo no soy ingeniero, empecé de albañil, junto con mi hermano, luego nos lanzamos de contratistas.

 

Para neutralizar a Salvador, Mario fue a su casa, a saludar a su mujer; recogió la .22 Colt, de los entrenamientos y se regresó a la casa de seguridad. A la hora de discutir el asunto, ante la tozudez de Salvador, sacó el arma y le dijo: ten métele un tiro en la nuca, esta casi no va a hacer ruido.                          Salvador pegó un respingo: ¿y porque yo?, hay que rifarlo. Tú eres el que lo esta proponiendo, los demás no queremos. Creemos que podemos sacar a Nassar de la jugada. Se decidió dejar ese fin de semana, sin ningún movimiento, para hacer guerra de nervios al sistema y a la familia. Don Juan tenía úlcera, y ese fin de semana la leche que le compraron, salió casi agria. Se tuvo que resignar a las verduras cocidas y a los huevos tibios.

 

El lunes, se volvieron a comunicar con la familia, temprano. Ya se habían movilizado para que la élite local, llamara a México, y pusieran en paz al comandante Nassar. También ya tenían reunidos 5 millones 300 mil pesos. Ya con eso, contesto Mario.Pero hay una condición, le dijo el hermano: queremos que nos confirmen, que Juan esta vivo. No hay problema, al rato hablo con él, y que comente algo que solo la familia sepa.

 

Se fueron a la casa de seguridad, y Don Juan les comento una anécdota, donde intervenían sus 2 hijas y un sacerdote y solo su esposa se acordaba.Ya con esto Mario y Ramón, se trasladaron a un rumbo distante de la ciudad e hicieron la llamada. Primero dieron la contraseña acordada, por aquello de que  se apuntaran negociadores falsos, y luego comentaron la anécdota a la esposa. Se dieron por satisfechos.

¡Hablamos al rato!; tenían que cambiar de teléfono, antes de que los localizaran.

Se fueron hasta las Águilas y pusieron el primer comunicado del día y luego llamaron, dando tiempo límite para recogerlo y hacer la ruta, de entrega del rescate. Pusieron a la brigada a vigilar, la ruta en la parte céntrica de la ciudad. Mario vigiló el área, donde tenían que localizar y armar el rompecabezas. Como al tercer avistamiento, contrachecando con la brigada, confirmaron 2 cosas: primero, no había vigilancia policíaca; segundo, no traían el dinero.Llamaron a los familiares y les pidieron explicaciones. El rescate esta en el auto allá en las Águilas; no, el dinero lo deben llevar ellos, en la ruta que se les marca; que recojan el auto, antes de que se pierda. Viendo que la policía estaba marginada, decidieron concluir la negociación, esa misma tarde.

 

Mario improvisó una ruta pequeña, que los familiares hicieron a paso veloz, tanto que en lo que Mario y Ramón contrachecaban con la brigada, el dinero ya estaba depositado, junto a unos postes, en unas bolsas de plástico que transparentaban el contenido. Ni tiempo de interceptarlos y darles la contraseña, como habían pensado. Subieron al carro a Jorge y Eduardo y se fueron directos al punto final, en la calle N. Cumplido y Herrera y Cairo. La calle por suerte, estaba solitaria, y las bolsas todavía allí. Las recogieron, y mientras hacían la ruta del contrachequeo, revisaron el contenido.

 

Descentralizaron el fondo, y cada cual se fue a guardarlo y a seguir con las tareas de coordinación, asignadas. Ya a oscuras, subieron a Don Juan al vehículo; en el trayecto, se despidieron, y le pidieron disculpas por el cobro de impuestos, pero el movimiento requiere recursos. Lo bajaron por la calle Morelos, a tres cuadritas de la glorieta minerva. No abra los ojos de golpe, porque los tiene desacostumbrados. Se despidieron. Don Juan se expresó bien de la gente que lo había secuestrado, ante los medios de difusión: son gente educada y con ideales, se les debería abrir espacio político, para que no tengan necesidad, de llevar acabo acciones incorrectas.

- ¿Y lo del dinero?

- Bueno, estamos vivos y ahora no queda otra, que ponernos a producir.

 

Los de las F.R.A.P., se pasaron 2 o 3 días con la guardia en alto, mientras la represión los buscaba afanosamente. Fue inútil, los guerrilleros se habían anticipado a todas las posibilidades. Los revolucionarios espaciaron las reuniones de coordinación, pero todos, seguían atendiendo a sus contactos. Ahora que había recursos, se plantearon y aprobaron 2 grandes proyectos: uno, hacer una cárcel subterránea, para futuras acciones. El segundo, negociar un paquete grande de armas y municiones. Se apartó 1'800,000 para los gastos inmediatos.  El resto, se puso en unas cajas para herramientas, y se lo dieron a guardar, a un hermano masón, tabasqueño y coronel del ejército. Ramón quedo a cargo de lo de la cárcel subterránea, para lo cual compró un pequeño lote, donde, para despistar,iba a construir una  casita y unas porquerizas. Mario empezó a trabajar la relación, con un tal Pancho el Güero, que vendía tiros y pistolas a discreción. Aumentó las compras de ambas cosas, a un coyote del rumbo de Sta. Teresita. La intención era que este vendedor le pasara luego la relación directa con el Güero, y con él negociar un paquete, con valor de un millón de pesos; suficiente para armar y entrenar 2 o 3 nuevas generaciones de reclutas. Nada más que,el gobierno, viendo la seriedad del alzamiento guerrillero, ya estaba localizando y deteniendo a los fabricantes, importadores y vendedores de armas y municiones, en la ciudad.

                                                                 

El fabricante de las metralletas 9 mm. fue una de las primeras victimas de la federal de Sahagún Baca. Luego, siguieron varios  coyotes menores, y cuando ya Mario estaba iniciando tratos con el Güero, este fue aprehendido con mas de 100 armas y alrededor de 10,000 cartuchos, muchos de los cuales eran de carga casera, pero con materiales de calidad.

                                                   

El güero tenía patrón, pero él se echó toda la bronca, aguantando la feroz tortura. A los guerrilleros les dolió, como si hubiera sido alguno de la familia.

 

En el corralón de Tlaquepaque, tenían como 3 o 4 coches en etapa de repintado y enfriamiento; en uno, ya legalizado, daban clases de manejo, a los nuevos y a los viejos, que no sabían manejar, casi siempre en el fraccionamiento Jardines de La Paz, nada más al otro lado de la Av. Revolución. Seguían también localizando al caciquillo de industrias químicas, que tenia una casa por Atemajac. Los de las F.R.A.P. estaban decididos a jugársela al gobierno en todos los terrenos, y si los de la CTM aplicaban tácticas ilegales, les iban a contestar igual.El conflicto en el C.E.R.E.T.I., seguía con las tomas y contra tomas. Cuando los estudiantes democráticos, tenían la escuela, Mario y Jorge se iban a reforzarlos en las guardias y rondines, sobre todo en las noches.                                       

 

El dirigente principal era Memo Díaz, moreno de lentes y de las juventudes priistas; otro de los dirigentes, la Periquita, joven alto, fornido, con pelo chino, esponjado (como el de la periquita, de las tobilleras), era hijo, también de un priista. Pero la mayoría eran chavos de fuera del estado, o de los barrios de la ciudad, algunos sanos y otrosmaleadones, marigüanos. Incluso, uno chilango, se costeaba los estudios, robando coches o asaltando transeúntes.

Cuando a la siguiente, fueron los Patolos, los que tomaron la escuela, los democráticos convocaron a la mayoría, a manifestarse fuera de la escuela. Mario y Jorge, se llevaron de refuerzo a Salvador y al Pequeño. Todos llevaban de a 2 pistolas, y los primeros chalecos antibalas. Se juntaron alrededor de 400 estudiantes, y los líderes democráticos dijeron sus discursos, mientras los Patolos, algunos ya casi cuarentones, los escuchaban desde adentro, con las carabinas m-1 disimuladas en el doblés de las cobijas, puestas en la barda que sostiene el enrejado. Los que seguían a los Patolos, no eran muchos, pero eso si, todos portaban armas. De pronto corrieron las voces: ¡¡va a salir el Evaristo!!; por allá, a la derecha, se abrió la reja de la puerta principal, y salieron 5 chavos, con las pistolas en la mano, y se vinieron directo a donde estaban los oradores. Mario y Jorge estaban en corto; un poco atrás, apostados en sendos árboles, apoyabanSalvador  y el Pequeño.

 

Los Patolines venían abriéndose paso, repartiendo amenazas e insultos: ¡órale, a chingar su madre! ¡Lárguense bola de putos, o vamos a hacer matazón de culeros!. Todos los que traían, desenfundaron y se dejaron ir al encuentro, pero fue uno de los desarmados, el que los enfrento primero. Un chavo, llamado también Jorge, blanco, fornido, y melena hasta los hombros enfrento al Evaristo: ¡échale pues, cabrón! ¡Mátame, hijo de la chingada! y se abrió la camisa, para exponer mejor el pecho. El Patolillo retrocedía persignándolo con la .45. Estudiantes y guerrilleros, desde todas las direcciones, le apuntaban ahora a la cabeza; los Patolos mayores, sacaron a relucir los m-1 y metralletas. Casi acorralados contra la cerca, el Evaristo, apunto al suelo y soltó 4 o 5 balazos. Los dedos en los gatillos, esperaban a que se atreviera a apuntar más alto. Todos, adentro y afuera, se quedaron un instante en suspenso, cuando alguien grito: ¡hay un herido. El primero en reaccionar, fue Memo Díaz, que agarró a su camarada Jorge por los hombros, y grito: ¡con esto tenemos, para que nos haga caso el gobierno!. Los Evaristos aprovecharon el momento, para brincar la cerca, cubiertos por sus maestros en porrismo. Memo seguía con sus gritos: ¡nada mas es un rebote, en el brazo! ¡Llamen a la Cruz Verde y a la judicial! La multitud se arremolinó a su alrededor y los armados, las fueron bajando, tanto los de un bando, como los del otro. Jorge y Mario se reunieron con sus camaradas. Decía Jorge: ya tenía al Evaristo en la mira. Contesta Salvador: le hubieran soltado. Mario Reflexionaba: se hubiera hecho una masacre. Salvador: eso radicalizaría el movimiento.El Pequeño: nosotros ya teníamos asegurados a los de adentro.

Al rato llegó la ambulancia, y no aparecía el herido, que se había ido a comer unos tacos. El herido se fue al hospital acompañado por los líderesy allegados, que después pusieron denuncia penal.

 

Aprovechando los días de cierta calma, Jorge se echaba el viaje hasta Obregón, en un coche comprado que, normalmente, usaba su hermano Ramón. En el viaje de estos días, se trajo a uno de sus amigos, alto, de pelo chino, atlético, por mientraslo dejó en una pensión, y luego, con los días, rentaron casa a una viuda, en área céntrica, en Pavo y Pedro Moreno.

 

Mandaron otro emisario a Cuba. Les llevó dinero a los compas expatriados. De regreso trajo unos cassets, con la voz de Alfredo. También, puros y ron Habana, Club. Seguían saliendo a entrenar; ahora se retiraban 5 o 6 Km., de las brechas. Les dieron a los nuevos su respectiva pistola, bien probada y equipada; también fondo intocable, de prueba, ahora, reducido a $5'000.00, debido a las malas experiencias. Juanillo, trabajando la relación con CICP, se trajo otra brigada, compuesta por: el Charles, estudiante de arquitectura; Bruno, profesor normalista; Chespiro estudiante de medicina. También se les inició en el entrenamiento. El Pequeño, traía otro recluta, de la U de G, que en el primer entrenamiento, salió muy certero y le puso de apodo El Vago. Previendo días más difíciles, Mario, Eduardo, y Jorge, guiados por Don Cadena, exploraron salidas a pie de Guadalajara. Bajaron a la barranca, por el mirador de Huentitán, cruzaron el puente arcediano y de ahí por el viejo Camino Real y veredas, hasta la proximidad de Ixtlahuacán, donde durmieron la primera noche, abrigados con las chamarras.

                                                                       

De día pasaron por Ixtlahuacán, donde desayunaron. Cruzaron luego por unos potreros, para llegar a un rancho aislado, donde una güerita les regalo agua. Se les grabó la voz de chiqueada, de la muchacha. Con Jorge, comentaron de Camelia la Texana, canción que, los demás, no habían oído. Se despidieron, agradecidos y Jorge prometió volver.Llegaron a la carretera de Saltillo, y pidieron rait de regreso, porque Don Cadena, estaba resintiendo la caminata. Ya al otro lado de la barranca, bajaron de la camioneta, en el inicio de una brecha, que faldeaba la barranca, en dirección norte.                                                                                                       El hombre mayor los llevó hasta el rancho de uno de sus parientes, donde durmieron la segunda noche, después de cenar frijoles y tortillas, calentadas en fogón, y de oír a los parientes ponerse al día, en noticias del resto de la familia. Durmieron sobre costales, en el patio y aun así, sintieron calor. En la mañana, después del desayuno, se despidieron y el pariente les indicó donde encontrar un pequeño manantial de aguas termales. Los cuatro se bañaron por turnos, echándose agua con las manos, con las armas disimuladas bajo alguna prenda, en corto.Salieron de la barranca y desde una loma, divisaron la brecha de San Cristóbal de la barranca, a donde se dirigió Don Cadena a pedir rait.

 

Los tres jóvenes siguieron por los potreros, paralelos a la brecha, hasta el cerro de las cuachas, nombre que ellos le habían dado, por que había piedras con ese aspecto. Lo cruzaron en el transcurso del día, entrenaron en la parte alta y al oscurecer, se echaron a dormir, en la orilla sur, donde se inicia la bajada. En ese bosquecillo, sintieron frío.

                                                         

Al clarear, bajaron al llano, hasta cruzarse con un arroyo que viene desde la brecha a San Cristóbal, ahí bebieron y luego bajaron a una barranca larga, donde también sabían entrenar. Ahí corre otro riachuelo, donde volvieron a beber. Siguieron la barranca hasta uno de sus comienzos, para cruzar una loma y dar  a otro arroyo, que se origina en un manantial limpio, a la orilla de la robleda. Ahí, encharca hasta para bañarse. Atravesaron la robleda y llegaron al fraccionamiento de ese nombre, ya cercas de la ciudad. En una tienda, compraron para el almuerzo, comida de urgencia, porque Jorge se ponía de malas, con la malpasada. Al día siguiente, ya bien dormidos y bañados, acudieron a la reunión de la mañana. Les gustaba el restaurante El Greco, en López Cotilla y Penitenciaria, porque ni el dueño, ni las meseras, se amilanaban con ellos, a pesar de ya haberlos reconocido en el periódico, y también, como a la mitad de la columna de Valenzuela.

                                                                                                             

Se citaban a desayunar a las 8, y Ramón llegaba a rumbo de las 9, por lo que Jorge, lo bautizo: el abominable hombre de las  nueve. En esos días de calor intenso, a Ramón le dio por cargar la metralleta tapatía, en un portafolios, y en otro, la Browning. Para no cargar los dos a la reunión, dejo el de la metralleta en el coche, y fue la ultima vez que la vio.

 

Con Jorge, tenían otro problema. Como dejaban los autos a varias cuadras de los lugares de reunión, a veces, al muchacho se le olvidaba donde lo había estacionado, y caminaban hasta una hora, por todo el rumbo, para encontrarlo, y eso, que el auto lo ponían, por si había que salir huyendo.

A Mario también le pasaron detalles de estos. Una vez, que llevo a Porfirio a su casa, en el camino le presto una Colt Pytón .357; Porfirio, traía una camisa transparente, que no ocultaba el arma y dijo: la puedo esconder en el hueco de la ventila. Mario aprobó la idea. A la mañana siguiente, volvieron al auto; Porfirio, viendo al suelo, para no ver el nombre de la calle, ni detalles del rumbo; lo primero que vieron, fue la puerta del conductor mal cerrada y unos tiros sobre el asiento. Mario volteó para todos lados y se subieron rápido, para recoger los cartuchos. La puertecita de la ventanilla, estaba abierta. Fue inútil la búsqueda de Porfirio. Los comunes los traían de encargo.

 

El Largo, apareció con una Súper del trece, para cambiar. Se llevó una Súper comando, liviana. Mario revisó la del trece, y vio que tenia los resortes del carro y el del martillo, muy cortos; tenia una .45, algo floja de ajustes, y a esta le quitó los resortes para cambiárselos. Luego, la base de la .45, se puso a la conversión, a la que también quito la mira trasera, para cambiársela a su Copa de Oro, por ser más baja y sólida; dejó el carro  completo, como extra, para la copa de Oro, también. Jorge salió una vez mas, para Sonora a visitar a la familia. Al regreso, se unió a Eduardo y Mario en el corralón de Tlaquepaque, para ayudar en la lijada y pintada de autos. Eduardo, tenia que ir a un contacto y pidió el carro que traía Jorge, sobre todo, para practicar el manejo. Volvió mas tarde, todo agitado, con la noticia de que había chocado, por que no se detuvo debidamente, en el cruce de Dionisio Rodríguez y la 32. Contó, que de inmediato quiso pagar el golpe, pero el otro, prepotente, quería llevárselo a la Procu, Eduardo tuvo que desenfundar la Browning. Decidió Mario: pues ya se perdió ese carro. A lo que repelóJorge: tenemos que ir a recogerlo, porque ahí esta todavía mi maleta, ayer no la baje. Ni modo que se pierda.

-No, porque ahí viene mi licencia de manejar.

-¿! Que tiene que hacer la licencia en la maleta?!

-Era para que, en los retenes, vieran que no teníanada que ocultar en la cajuela; en esta me fui bien civil, hasta desarmado.

 

Tomaron otro vehículo y se dirigieron al lugar del accidente. Pasaron y vieron al otro conductor, acompañado por un individuo grandote, con lentes oscuros. Se retiraron 2 cuadras, y estacionaron el auto en la calle 30. Dejaron a Eduardo cuidando el coche; Jorge se dirigió a hablar con el afectado y Mario lo cubría desde la banqueta de enfrente, fingiendo ser otro curioso más.

 

Jorge se presentó como el dueño del vehículo, y con disposición a pagar los daños, inmediatamente. El otro resultó ser el laboratorista de la Procu, y ahora exigía la entrega de Eduardo, para encerrarlo por amenaza con arma de fuego. El grandote era su compañero judicial. Jorge le dijo que iba hablar con su cuate, para que se entregara y no lo metiera enmás broncas: lo que saca uno por prestar el coche.

 

Bajó por Dionisio Rodríguez y dobló por la 30. Mario, viendo que nadie lo seguía, se fue a darle alcance. Cuando llegó, ya le había explicado a Eduardo. Mario les dice: vamos a platicar con Jorge, aquí a la vuelta, para que no nos vean juntos.Estaban discutiendo que hacer, cuando oyeron los gritos de Eduardo: ¡¡me vienen siguiendo!! y dobló la esquina en espantada carrera. Mario desenfunda la del trece, todavía sin probar; se encamina a la esquina y aparece encarrerado el judicial, con la pistola en la mano. Mario le dispara al corazón y lo ve apagarse con el impacto; barre con la mirada la cuadra, por si vienen más. El judicial, ya muerto, sigue en su inercial carrera, y Jorge y Eduardo, lo cosen con las Browning, hasta verlo caer, y mientrasrueda en el suelo, Mario se desconcierta con tanto disparo; busca mas enemigos sin encontrarlos.Cambian cargadores, recogen el arma del caído, una .380 Llama, detienen un taxi y vuelven al lugar del choque, a tratar de sacar la maleta; no está el laboratorista, que hasta las llaves del auto le quitó aEduardo.                                 Mario le descarga la Súper a la chapa, y ni así logra abrirla, se suben al taxi y se retiran, le dan al taxista dinero por todo un día de trabajo: por el tiempo que vas a perder en las declaraciones. Ya lejos, se bajan, y toman un camión, que los regresa al lugar del tiroteo, para ver, si no ha sido detectado el segundo auto, en el que llegaron.

                                                                                             

En la noche, Ramón y Trinidad, lo recogen, escoltados por los jóvenes. En el periódico del día siguiente, la noticia de que el caído, es primo del jefe de la judicial en el estado, Hugo Daniel Díaz. Mario guarda los coches y sugiere a Ramón, que encierre también el suyo, lo cual hace por unos diez días.Éste, pensando que ya todo pasó, vuelve a sacar el vehículo. A los quince días, es detenido junto con Trinidad, en el cruce de González Gallo y la Calzada Independencia, por una docena de agentes, comandados por el Director en persona. Los agarran, porque las placas de su vehículo, se compraron en el mismo paquete. Identifican a Ramón por las huellas, y empieza la tortura.

 

Al parecer, Trinidad dice  todo lo que sabe. Entrega la casa donde tuvieron a Juan de Dios. El corralón de Tlaquepaque; su propia casa y el domicilio de Eduardo y su esposa, Lolita. Y las porquerizas. Mario, casualmente, se encuentra a su hermana en Chapultepec e Hidalgo, y Martha le cuenta, que acaba de haber un tiroteo en Santa Tere, entre policías y guerrilleros y que hasta una granada, le tiraron a los del gobierno.                             A Mario se le hace familiar el suceso, y se dirigen hacia allá, a ver si se puede hacer algo, aunque hoy solo trae la  .32 Colt, de su mujer. Solo ven unos policías de guardia y se enteran, que se llevaron detenidos a una pareja joven. Localiza a Jorge, en la casa del centro, donde están estudiando con el sonorense, recién reclutado. Deducen, que Trinidad está hablando y, aun así, Jorge insiste en ir al corralón a incendiar los autos: por que luego se quedan con ellos, estos cabrones, ni siquiera los regresan a los dueños. Mario se niega rotundamente: no vamos a correr ningún riesgo por las cosas, solo si se tratara de salvar a algún compa.

 

Ese día y el siguiente, recorren las permanentes con el resto de los compañeros, extremando las precauciones. Los encuentran a todos y renuevan lugares de cita. En el periódico, sale el recuento de las perdidas: se pierden cinco vehículos, (corregido y aumentado); hay cuatro detenidos y tres identificados: Mario y Salvador; Jorge solo en fotografía y con nombre cambiado. El corralón, lo convierten en granja con mil conejos; y el lote rumbo a Chapala, queda como un criadero de ganado fino: 6 cerdos, los convierten en docenas de ganado de alto registro. En la casa de Ramón, recogen 5 pistolas y el m-2 de Mario, además de millón y medio de pesos. En la casa del secuestro, hallan un m-1; a Eduardo, le recogen 4 armas. Cuando Jorge y Mario, se dan tiempo para ir a la casa de Pavo, el sonorense, espantado por las noticias de la prensa, ya arrancó para su tierra. Entregan la casa a la dueña, para ahorrar rentas, pues se quedan sólo con los fondos personales. Del cuarto de la vecindad, sacan lo poco que hay de valor, bajo la mirada suspicaz de los vecinos, que sin duda habían visto  los periódicos, donde salieron a relucir, las acciones ya comentadas. Ya que pasó el golpe, se dedicaron a definir la estrategia y las tácticas, que debía seguir la organización, que empezaba a formalizarse.

 

El Porfirio trajo de San Luis Potosí, unos estudiantes, que representaban a otro grupo que incluía gente de Tampico. Uno era moreno claro, alto, delgado, pelo chino, fuerte; el otro moreno, bajito, de nariz aguileña. Al primero, lo apodó el Pequeño: Emilio Varela, y a la larga quedó solo con el apellido; el otro ya venia bautizado, era el Chirriscuis y quedó solo con el Chirris.

 

Los de la UP, locales, ejecutaron en una calle céntrica, a Arturo Rosas, miembro del FER, acusado de  corrupción. Posiblemente, ellos le sabían másque los de las FRAP, pero no contentos con eso, acusaron a toda la brigada de la gorda Rosa de encubrimiento de inmoralidades, y querían arrasar con todos.                                                         Se pasaron en paquete a las FRAP.

 

Se decidió que se nombraran representantes, por cada grupo, para empezar a trabajar, en la elaboración del documento de línea. Los participantes eran: Mario y Jorge, Salvador y Matías, Zhivago y Juanillo; Santos y Queto; la Coquena y la Muñeca; y como los internos en la penal, estaban divididos, por la presunta interpretación de los teóricos clásicos, correcta o incorrectamente, Efrain mandó su representante, una maestra muy morena, a la que apodaron la Pimienta. Como coordinadores comodines, quedaron el Pequeño y el Largo. Chebo se acompañaba con un nuevo, Elpidio. Las pláticassirvieron para elaborar el concepto de: Guerra Revolucionaria Integral de Carácter Prolongado: la GRICP.                                                        

 

Se propusieron empezar por una historia de las luchas populares del país, de la independencia, paraacá. También un estudio de la economía mundial, a partir de la segunda guerra mundial; se propuso sintetizar a varios teóricos militares, como a Von Klasewitz, Von Giap, Mao, Engels, Lenin, Pianitski, el Che Guevara, Robert Taber, Pomeroy, Regis Debray, y además, se buscó información sobre los movimientos latinoamericanos, viejos, como los de Guatemala, y Colombia; en auge, como el de Argentina; y los fallidos, como los de Bolivia, Venezuela y Uruguay.

 

Un día, Mario recogió, ya tarde, la trascripción de los casets, enviados de Cuba, con las estudiantes de comercio, que eran además, enlace, con Ramón y Juventino. A la mañana siguiente, temprano, fue con el papá del Pequeño, a recoger una .357 SW, que le compró; de ahí, se dirigió a una unidad deportiva, a la reunión del día. Descendió del camión, y se encamino a una entrada lateral. A unos 60 metros, venían cuatro tipos de diferente edad y físico. Uno corrió a interceptarlo, moreno claro, delgado correoso, más o menos de su estatura: ¡¿Adónde vas?! Aquí, a la Unidad. ¡¿Dónde vives!?                                                                                                                   Por el centro. El agente lo jaló del brazo izquierdo para esculcarlo. Mario llevaba un morral de mezclilla con la mágnum, en la mano izquierda, los papeles con la trascripción, y en el lado derecho de la cintura, la .45, Copa de Oro. Si se dejaba esculcar, iba derecho a la tortura; le subió una oleada de pánico; pensó en dispararle de inmediato, pero dudo en acertarle a los que venían y se decidió a juntarlos.Se encaminó al encuentro del grupo, sin darle tiempo al que llevaba de su lado, de concretar el esculque. Mientras caminaban, le dijo: les puedo dar un dinero, para que nadie tenga molestias.                                                                                     No, nada, te vamos a llevar a investigación. En ese instante se juntaron y Mario desenfundó, abriendo la chamarra de mezclilla y le metió una bala en el corazón, al que llevaba a su izquierda, que se fue al suelo como tronco, posiblemente sin enterarse de su propia muerte; y con rapidez relampagueante, disparó sobre el que venía por su derecha, que también cayo fulminado; los dos restantes, dieron la vuelta para correr y Mario alcanzó al tercero en la espalda, que se fue de bruces. El cuarto, jovencito, delgado, se cubrió detrás de un VW, y Mario hizo un disparo, que quedóen el auto; el chavo cruzó la calle  pegado al suelo, y se metió detrás de un árbol. El guerrillero no le vio intenciones de pelear y se desatendió de él, y reviso con la vista a los caídos. El segundo, era moreno y musculoso; le hizo otro disparo, para asegurar. Luego, cuidando al chavo, que ahora corría a toda velocidad, hacia la esquina, se dirigió a unos taxis que estaban en corto. De pronto, el tercero, ungüero, gordo, se medio incorporó y le empezó a descargar una Súper; Mario sintió el zumbido de las balas a la altura del estómago, y fueron bajando, al tiempo que el se detenía abruptamente, y la última aró el suelo, y salió justo frente a sus pies y a Mario lo invadió el terror, y volteó y le vació el resto de la carga al  caído, que volvió a dar con la cara en el suelo. En eso, llegó el Pequeño, tratando de despegar la funda de su Astra, 9 mm, y le pregunto: ¡¿qué paso!? ¡¿Son compas?!                                                             No, son policías, refiriéndose a los caídos. Allá tengo el coche, dijo el Pequeño. Déjalo, contesto Mario, para que no se queme. Y se dirigieron al taxista que no alcanzo a huir: ¡sácanos de aquí! El hombre, ya mayor, obedeció y Mario fue indicando la ruta; antes de bajar, le dio el dinero equivalente a varios días, por lo que se le complicara la vida, dejaron que se alejara y luego abordaron un camión hacia el centro, y más tarde otro. Mario insistía: pero no quiso dinero, el perro pendejo.

 

El resto de los coordinadores, vieron el tiradero, desde adentro de la unidad, y se retiraron aprisa, después de poner cita de recoordinación. El Pequeño volvió al oscurecer, en compañía de su padre, a recoger su auto. Pasados dos meses de la caída, Ramón mandó por escrito, la orden al coronel, para que entregara la caja con herramienta, a Mario.Con esos tres millones y medio, se dedicaron con desahogo, a armar y a entrenar las brigadas, que ahora se coordinaban.                                                    

 

Por el lado del Mongo, empezaron  a salir los R-15, que el adquiría con los narcos, que vivían en colinas de San Javier. Chuy Aguilera, les consiguió una Ingram calibre .45 y una Uzi arreglada. Por el lado de Federico, aparte de pistolas, salieron escopetas High Standard, una de ellas, muy compacta, automática; la otra de puñeta, agarraba 7 tiros, y Mario, la dejo para él. Otra pieza medio rara, fue una calibre .223, de nombre Busch Master, que se fue, junto con la escopeta automática, a la brigada del Chebo. A punto de nacer su segundo hijo, Mario rentó casa por el sector Libertad, y aquí estreno nombre: Germán Tapia. Cuando nació el Machin, se fueron directos al nuevo domicilio.

 

El Mongo, les consiguió un par de escopetas automáticas: una Rémington, ya bastante trabajada y  la otra, una Winchester nuevecita, que por lo pronto no quisieron recortar. Salieron Mario y Jorge a probar la Rémington, hacia el rumbo de la Primavera; Mario entrenó además, con una .32 Colt, que no se le prestaba para el tiro instintivo. Mientras tiraba hacia un paredón, Jorge, parado sobre una piedra, no dejaba de jugar con el gatillo de la Rémington, y el seguro gastado, fue cediendo; de pronto, sobrevino el disparo, que le levanto el cabello a Mario. Solo lo salvo la altura de la piedra. En cuanto apareció el Varela, a los días, Mario le regalo la escopeta, con la recomendación: llévatela, lo más lejos que puedas.

 

La caída de Ramon, Eduardo, de Trinidad y de la maestra Graciela Chavarin, la cual fue detenida con gran despliegue de fuerzas, incluso con un helicóptero, bajó la capacidad operativa de las FRAP.Se le propuso al Pequeño que pasara al tiempo completo. El trabajo más urgente, era plasmar en el papel la estrategia y las tácticas. Los escritos fueron sobre la historia política y económica del país desde la revolución de 1910, en adelante.

                                                                             

Tambien se anotó la situación mundial,especialmente después de los tratados de Breton-Woods, donde se aceptó de hecho ,que los Estados Unidos, se afirmaban como el nuevo Imperio,sucesor del decadente Imperio Ingles.            Laspláticas sobre este asunto y otros más concretos e inmediatos, se llevaban a cabo en las orillas del bosquecillo de la Primavera, a la sombra de los pinos atrofiados y de los robles enanos.

Como resultado de las pláticas con la UP, seinvitó a las FRAP a una escuela de cuadros en el DF,por lo que comisionaron a Jorge y a Mario como representantes de la Organización para esta tarea.El viaje al DF lo hicieron en tren, que aparte de barato, era más seguro, ya que la policía no hacia revisiones en la terminal del ferrocarril. El Flaco y uno de los michoacanos fueron los guías. Se bajaron en la estación de Lecherías según grito el ferroca. De ahí le siguieron en camiones urbanos, sin ver nombres de calles, casi todas polvorientas. Se bajaron quien sabe dónde, porque si en ese DF no se orientaban fijándose, ahora sin levantar la vista… Luego caminaron varias cuadras, hasta una casa de una planta, con un ventanal amplio. Ahí los dejaron los guías.

                                                                                                   

Los recibió un compa moreno, lacio, peinado con el cabello hacia la frente, sencillo. Ya había otros compas de diferentes regiones y en el transcurso deldía, llegaron más. Se acomodaron como pudieron en la casa, apartando sitio con las maletas. Cenaron y se echaron a dormir para empezar la escuela al díasiguiente.

                                                                                                             

En la mañana, hicieron algo de ejercicio antes del desayuno. Después se dedicaron a estudiar y comentar los documentos de línea de la UP. Así se transcurrieron tres días, pasados los cuales, en la mañana, después del desayuno, los pasaron a una recamara, mientras en la sala desnuda hacían unos preparativos medio misteriosos. Cuando volvieron al saloncito, ya estaba instalada una mesa larga y tras ella estaban sentadas cuatro personas encapuchadas.

                                                                                                         

Por el físico supieron que uno de ellos era Elena o Tiburcio.                                 Cantaron la Internacional y La joven guardia. Luego Tiburcio les echó un rollo revolucionario y les informó que al díasiguiente iba a haber salida a práctica militar. El resto del día siguió con el estudio y ejercicio físico yprácticas de karate y judo.

                                                                                                             

A la mañana, desayunaron temprano y se fajaron las armas para esperar el transporte. Ahora llegó Tiburcio con su identidad de ingeniero, en una pickup, y casco de obrero, con lentes de seguridad industrial.                                               Jorge no pudo contener su ánimo burlón, y apuntándole con el índice le dijo: ¡tu,tu,tu...!  Invitó a Jorge y a Mario a la cabina para poder avanzar en acuerdos y porque eran los más fogueados y responderían bien en caso de ofrecerse. El resto subió a la caja del vehículo.

                                                                             

Anduvieron en muchas vueltas para desubicar a los compas y luego tomaron carretera y después brecha, hasta que pasaron un ranchito en un terrenoárido, con un paisaje de magueyes, hasta una pequeña presa, donde los saludo un pastor de chivas. Ahí descendieron y prepararon la práctica de ataque y retirada.

                                                                                                                     

Al salir de la trinchera improvisada, Tiburcio les disparaba a un lado, para que se acostumbraran, y Mario cerrojeo la 32 y le dirigió una mirada de reojo a Tiburcio, que captó el mensaje y dijo, tú ya has oído muchos balazos, y ya no disparó la Browning, 9 mm.

                                                                                         

Por lo demás, la practica transcurrió sin nada notable.                           Regresaron tarde a la casa a descansar, salir al dia siguiente con las mismas medidas que a la llegada.                                                                      

 

De regreso a Guadalajara, se pusieron a checar la llegada de la nómina a la CFE de la plaza de la Bandera, con los datos que les dio un trabajador del sindicato. En esos días, un cuadro político campesino les informó que un cacique cañero se la había sentenciado, y Mario le preguntó si creía que si se animaría ese cabrón. El compa les dijo a los presentes: ya lleva 6. No hubo dudas, esos caciquillos priistas no se tentaban el alma.

                                                                               

Se organizó el comando que iría a ajusticiarlo,por el rumbo de Ameca.                 Mario declino encabezar el operativo y propuso a Jorge como responsable; una razón era que este ya teníasuficiente fogueo, y otra, que Mario sentía problemaspsicológicos, consecuencia de tantas muertes.

                                                       

De pronto le volvían las imágenes de los enemigos caídos a la mente y en cualquier circunstancia y le era difícil apartarlas; y, a veces, le llegaba una sensación de asco al pensar en la violencia.

                                                       

Pero también tenía pensamientos obsesivos con las cuestiones tácticas y en cualquier lugar y aun en los camiones imaginaba posibles enfrentamientos y alternativas.

                                                                                                             

En el comando se apuntó Zhivago como primer tirador, Juanillo como segundo, el Resucitado como cobertura y Jorge como responsable.                           Salieron en la madrugada por la carretera a Ameca,a esperar al asesino en su ruta al trabajo, y ahí le pidió Zhivago a Jorge, que tumbara al tipo de la bicicleta, ya que se sentía inseguro de acertarle en movimiento. Cuando apareció el objetivo, Jorge hizo lo acordado, pero el maldito, en el aire sacó la .45,porque no se iba a esperar a ver si era una broma de estudiantes, y casi sincronizados con Zhivago empezó el tiroteo. Zhivago le descargó su 45,Juanillo otra 45 y Jorge una .32; mientras el Resucitado se lanzó al suelo y en el aire el cacique le acertó uno de .45 que le cruzó la espalda, por debajo de la piel.

                                                                 

Al ver Jorge que no se aplacaba el cacique,sacó su Browning y hasta los 3 o 4 disparos más, el sujeto se aquietó, sentado en el pavimento de la calle. Levantaron al compa herido y se fueron alvehículo, que habían dejado a distancia. En camino,por la brecha elegida, checaron al nuevamente Resucitado y Zhivago concluyó que la herida era superficial, desde el hombro derecho hasta la cintura, de todos modos, antibiótico y antitetánico.

                                                                   

A la hora de la reunión del día, dieron el parte del operativo.

 

Mientras, se preparaba el asalto, de CFE,salieron a entrenar por la brecha de San Cristóbal de la Barranca, de la capilla de Montichello a la izquierda. El compa Zhivago iba con la fiebre de probar una granada artesanal que les regaló su ex organización, la UP.

                                                                                         

No se esperó a llegar al lugar elegido; cuando apenas iban donde el gran roble, le quiso quitar el pasador que retenía el tornillo enresortado que hacíade detonador. Mario lo contuvo: ¡espérate a que los demás se cubran!                   Se medio cubrieron en unas piedras bajas, y el joven inquieto jalo el pasador, y no sucedió nada. La miro medio sorprendido mientras los demás le urgían que la lanzara. No alcanzó a hacer un comentario, cuando la granada estalló y el militante cayó sentado, con una mirada de sorpresa y de vergüenza, no había hecho caso y ahora estaba ahí, herido, con la mano derecha desaparecida y el pulgar izquierdo partido por la mitad, y quien sabe cuánto daño en el interior.                   Mario se sentó en la piedra con desanimo; chingado, masculló; luego corrió junto con los demás a socorrer al herido, que con sus conocimientos médicos, ya se había hecho una valoración de sus lesiones.

                                                       

Cuando los demás lo rodearon, les dijo con voz algo lastimera, péguenme un tiro. Mario contesto: !no se ve hemorragia, te vas a salvar¡; un comentario nacido de la esperanza y de la ignorancia.

                                                         

Buscaron el modo de transportarlo de regreso,pero se había puesto muy pesado para cargarlo entre todos, y mientras buscaban una rama gruesa para la parihuela, Jorge corrió el más de unkilómetro, hasta el Falcon, por una cobija.      

El calor y el impacto emocional, los agobiaba a todos, pero lo que más agobiaba a Mario, era la ausencia de dolor por el camarada, una indiferencia que le recordó al Extranjero, de Camus; eran los efectos de la llamada neurosis de guerra, que le estaba bloqueando los sentimientos.

                                               

Llego la cobija, la amarraron a la rama, como hamaca y levantaron al herido, que insistió todavía en el tiro de gracia, pero comprendió que los camaradas no se iban a animar y desistió.

                                                                                             

Mario le encerró la mano izquierda en la cobija,era la más viva muestra del dolor del camarada, pero desconocedor de la mecánica de las heridas internas, no se podía imaginar la agonía del médicoy militante.

                                          

Se turnaron, Juanillo, El Pequeño, Jorge, El güero Porfirio y Mario, para cargar al camarada,ignorantes de que cargaban un moribundo.

                                               

El compa se fue hundiendo en el silencio, y en la obscuridad infinita; ya contestaba poco a las preguntas.

                                                                       

El último tramo era de subida, pero al fin llegaron al coche y vieron que hacer en la ciudad.Mientras, la hemorragia interna iba sofocando poco a poco al herido, le acababa la vida de modo inmisericorde.

                                                                 

En el vehículo se fueron con el camarada,Mario, Jorge y Juanillo, para buscar al doctor de la logia.

                                                                                                   

A los 3 kilómetros de la partida, Juanillo comentó: ya murió el compa. Se detuvo la marcha del auto y lo checaron, incrédulos.

                                                     

Siguieron el viaje a buscar al doctor, que no pudo dejar el trabajo y le presto a Mario el estetoscopio, con el que acabaron de comprobar que el camarada había sucumbido a la hemorragia interna.

                                                                                                               

Ante la mirada asustada de un transeúnte,arrancaron hacia la casa del Pequeño, la única conocida, con cochera.

                                                   

Llegaron, tocaron a la puerta y le pidieron a sus padres permiso para meter el vehículo y luego les explicaron del accidente.

                                                       

Doña Chabelita les espetó con energía: ¡Que le paso a mi hijo!? Nada, es que no cupo en el carro, al rato llega. ¡No, díganme la verdad!. Es la verdad.                       Al rato llegaron los rezagados y acordaron avisar a la esposa del accidente y que iban a enterrarlo en la noche.

                                                                             

Al saber la noticia, la gorda Rosa, dijo: ¡Que pendejo!

 

El comentario molesto a los guerrilleros, que estaban conscientes que el camarada había muerto preparándose para la guerra contra el poderburgués. En la noche, pasaron al difunto a la cajuela,se acomodaron como pudieron con la viuda y agarraron por la López Mateos, rumbo a la brecha de San Isidro y Tala. Adelante, se desviaron por la brecha que corre rumbo al cerro de la Primavera y bajaron a un barranco.

                                                                       

Ahí sacaron al muerto, ya rígido, como pudieron.

                                                

Cavaron al pie de una piedra grande y en eso llegó un coche hasta el borde. Todos se atrincheraron y los intrusos decidieron regresarse. Al final, derrumbaron la piedra sobre la tumba del revolucionario y emprendieron el regreso, cada quien ensimismado en su propia tristeza.                                          

 

El operativo de CFE les falló dos veces; de en balde las amistades que hacían Cuco y el Fakir con los conductores de los vehículos, que agarraban a punta de pistola y que ellos cuidaban allá, en una barranquilla de la Robleda o por la brecha de la Primavera.

                                                                                   

En esos días llegaron unos chilangos de la UP;se fueron por una brecha empedrada que partía de la calle Legazpi, por la zona industrial, y llegaba al cerro del Tesoro, cruzando potreros llenos de huizaches, a un lado del cerro del 4 y que traían un ultimátum de Tiburcio; ya no era una invitación a integrarse, sino una exigencia de someterse, igualito que años antes les habían dicho los de la 23 de Septiembre.

                                                                         

El ambiente se puso ríspido y al decirles, los chilangos, que si habían tenido miedo de decirle queno en su cara, a Tiburcio, los comisionados de las FRAP, Mario, Jorge, el Pequeño y Juanillo, sintieron el impulso de un arreglo personal con estos altaneros. Pero se impuso la mística revolucionaria y les dijeron que lo iban a discutir en la CoordinaciónNacional, ya por mero trámite.                                                                                                    

Chava, el michoacano, le comentó después a Juanillo, que le hubiera dado mucha pena acabar en una balacera con los buenos combatientes de las FRAP, pero que él iba a proteger a los emisarios de su organización.

                                                                                 

El equipo encargado de redactar el documento de línea, se reunió en Pénjamo, en una casa que consiguieron las muchachas de Cañada Honda.Avanzaron bastante en la redacción. Ahí, Jorge volvió a sacar lo enamoradizo, e inicio romance con Mafalda, y como ya tenía embarazada una muchacha vecina de la casa donde vivía con Queto,Mario, que lo veía como un hijo discípulo, semolestó. Pero como Mafalda manifestó su intención de cuidar el hijo en camino, pues hubo que resignarse a la situación.

                                                                           

Mario se comunicó a la semana a su casa, por el teléfono de sus vecinos y su mujer le comento que el niño estaba enfermo. Pidió permiso al comité para volver unos días a Guadalajara. El niño, lo que tenía,era tristeza por la ausencia del padre, ya que estaban muy unidos. Se reintegró rápido al grupo de redacción. De regreso a Guadalajara, los comisionados, volvieron a insistir en lo de la nóminade CFE, a pesar de que los augurios estaban en contra.

                               

El 18 de Agosto, día de la quincena, salieron en 2 vehículos a cazar carro para el operativo, Jorge traía a la brigada tutifruti, y en el otro vehículo, Mario,Juanillo, el Pequeño y el Resucitado. A la media mañana se encontraron por Chapalita; Jorge ya traía un coche color tinto, y como ya no era hora para el operativo, acordaron que lo llevaran a la brecha de la Primavera. Confiados en que lo acompañaba la brigada, Mario y su comando se retiraron a descansar a sus casas.

                                                                                                     

Jorge dejo que Carlos, Vale y Benjas se fueran a sus ocupaciones y se llevó de escolta nada más a Queto, en el carro gris legal. Se enfilaron por la avenida Mariano Otero para salir de la ciudad,ignorantes de que el coche expropiado era de una prima del Gobernador y que ya todas las fuerzas represivas estaban cazándolos, incluidos los másperros, la Brigada Blanca, grupo de elite, con miembros escogidos del ejército y de las policías.                                                         Al llegar a la altura de Plaza del Sol, un Maverik de la Brigada le cerró el paso a Jorge; por las ventanillas de la derecha, dos agentes le apuntaron con sus pistolas; el esbirro queiba detrás del conductor, bajó rápidamente y apuntódesde la parte trasera del vehículo tinto al joven comandante guerrillero.               Jorge sintió impotencia, estaba en una emboscada perfecta; no podía tomar la Uzi que llevaba entre el asiento y la portezuela, porque inmediatamente seria acribillado.Esperaba ayuda del nervioso Queto, que a escasos 15 metros estaba paralizado por la sorpresa.

                                                                                 

Se decidió a jugársela solo y se lanzó hacia la puerta de la derecha, perdiéndose por una fracción de segundo de la vista de los agentes que lo tenían encañonado; pero el que estaba detrás del coche le disparó por la espalda en cuanto salió por la puerta derecha, sin darle tiempo de desenfundar su Browning. El joven, de escasos 20 años, se fue de bruces sobre los arbustos del camellón. Fue hasta entonces que Queto reaccionó y aceleró a fondo a su coche, que se apagó en el violento acelerón. Sebajó del auto inútil y con rabia descargo la 38 especial Colt sobre los agentes, que sorprendidos corrieron a cubrirse detrás de los coches, con el guerrillero caído a su lado. Queto corrió a su vez a la colonia residencial Victoria, a su izquierda.

                                           

Mario, después de comer y dormitar un pocosalió al anochecer a la reunión de coordinación. Ahí Queto les dio la mala noticia. Estaban en el restaurant del rumbo de Américas, y después de acordar el repliegue, decidieron caminar un poco con Queto, que ya evindenciaba síntomas de paranoia.La caminata se alargó por Santa Tere, ya que Queto cada vez veía más enemigos, hasta en un inocente vecino, parado en la puerta de su casa, de short y todas las fachas normales. Prolongaron la caminata hasta San Juan de Dios y Mario, desconocedor de la gravedad del asunto, les dio dinero a Queto y Santos, para que se fueran unos días a la playa,donde Queto ya no viera enemigos. Confiaban en que el camarada Santos le transmitiera su naturaleza tranquila.

 

Los 2 dias siguientes fueron de rutina, de coordinación y estudio.                   Cuando le dieron la noticia a Mafalda, dijo: ¡maldito operativo.Entonces fue cuando vieron lanoticias en los medios; que Queto y Santos, en lugar de irse a la playa, habían secuestrado un camión que venia del DF hacia Guadalajara, por el rumbo de Penjamo.Pedían la liberación de los presos de las FRAP. Al Gobierno Priista le valieron madres las vidas de los ciudadanos comunes y corrientes, y el camión fue bloqueado por el rumbo de la Piedad; los agentesdispararon contra el camión, hiriendo y matando pasajeros. Entonces, Queto se suicidó con la granada que llevaba y Santos salió disparando contra el jefe de la Judicial de La Piedad, que se puso con sus agentes a la bajada del camión 3 Estrellas; nada más a este esbirro pudo eliminar antes de caer abatido por la lluvia de balas de los michoacanos.

                                                                       

Cuando vieron la noticia en Guadalajara, Benjaresumió el sentir de todos; lo que lamento, dijo, es que ya no podemos fusilar a Queto.

                                 

Abrumados por la serie de eventos, el 23 de Agosto, El Pequeño invito a Mario a comer a la casa de sus papas, en Mina y la 74. Aparte, Mario quería detallar una Browning de las que tenía Jorge(Armando Campaña), el menor de los Campañas.

                                                                                                                 

Se estaban sentando a la mesa, cuando oyeron  una fuerte patada en la puerta de madera delZaguán, que resistió, debido a la antigua aldaba que tenia. Como relámpago Mario desenfundo la Súper y la Browning y se puso a un lado del pasillo, mientrasel Pequeño busco su 45 Comando; como vieron que las puertas resistían, el Pequeño dijo, vámonos a la azotea. Mario lo siguió por la escalera y cuando iba a la mitad, El Pequeño se asomó hacia Mina, e inmediatamente los de la Brigada Blanca le dispararon con las Uzis.

                                                                                                                             

Les quedo claro que iban a matarlos.

                                                                         

El Pequeño se desplazó al muro del oriente porque vio que los agentes se dirigieron al taller vecino. Cuando pasaron la puerta, ya tenía alineada la 45 y disparó 2 veces al agente que iba por delante, acertándole en el hombro y la cara,rebotándolo contra la pared. El otro agente aprovecho para cubrirse. Mientras, Mario rodeó el cubo del centro de la casa, con una sensación de indiferencia, y buscó a los enemigos que disparaban desde la 74. Vio a un poli fornido que le apunto con un M 1, y se empezaron a disparar. Mario vio que sus tiros se fueron alto y a la derecha del pistolero y en lugar de compensar el tiro apuntando abajo y a la izquierda del esbirro, opto por cambiar la Súper por la Browning, que tenía mejor reconocida y logro acertarle un tiro en un brazo al agente de elite.

                                                                                         

El Pequeño se acercó y le dijo que bajaran a la vecindad del lado sur; bajaron para encontrarse que era un callejón sin salida, además que ya los polisestaban pateando la puerta de lámina que tambiénresistió.

                                       

Un vecino, joven, delgado les dijo: váyanse,están asustando a mi familia. Okey le respondieron los guerrilleros, préstanos algo para subir la barda,que está algo alta. Les prestó una escoba y el Pequeño tuvo que empujar al lisiado Mario para que pudiera subir.

                                                                                                      

Ya arriba, Mario muy serio le dijo: que no sepa la historia que me empujaste de las nalgas.

                                                                                                              

Entonces El Pequeño decidió que se colaran por una ventana de la bodega del lado oriente, y salieron a la 76, de paso el Pequeño cambio de camisa con un trabajador de la bodega.

                                                                                         

A sus espaldas, los esbirros del régimen, ciegos en su afán de exterminio, seguían disparando sin ton ni son contra la casa, donde solo quedaron las 2 personas mayores.

                                                                   

Los guerrilleros caminaron hacia FelipeÁngeles, donde pararon un taxi y Mario le pidió que los llevara al Parian de Tlaquepaque, pero elPequeño, emocionado repetía: ¡metí gol!, ¡metí gol!. Claro que el taxista la cachó.

                                         

La balacera se oía a kilómetros alrededor.Mario, con la indiferencia que lo embargaba, dijo al taxista, llévenos al Politécnico. Para ese momento ya los agentes de todas las corporaciones se amontonaban en la esquina, disparando sin ver ni a qué.

                                                                 

Los medios llegaron tan rápido que se podía decir que junto con los primeros 8 de la Brigada y 4 del Servicio Secreto. En la Penal, a escasas 5 cuadras, los presos oían el tiroteo interminable, que duro más de 2 horas, con el apoyo incluso de un helicóptero. Los guerrilleros cruzaron toda el área del politécnico, hasta el bulevar Tlaquepaque y salieron por Ciencias Químicas, la antigua facultad de Mario. Tomaron camión al centro y luego para la 32, a la casa de Mario. El Machídesconoció al Pequeño y el humor de pólvora y adrenalina, y se soltó a llorar.

                                                                                                                   

Al Pequeño le agarro la duda de si la cola la había llevado Mario desde ahí, lo que era ilógico,pues ya estuviera ahí la represión. Como quiera Mario accedió a emigrar al domicilio del doctor paisano, que les había facilitado llave.                      Recogieron lo indispensable y se fueron a dicho domicilio, allá por Américas.     A las 3 horas de gastar parque, los policías, muchos de los cuales conocían a don Reyes Mayoral y se decían sus amigos, pidieron que salieran con las manos en alto. Salió don Reyes y se le fueron como perros; lo metieron a golpes e iniciaron el cateo y el saqueo,como se les estaba haciendo costumbre.

                           

Un comandante de la judicial estatal, tomo el Maverik de don Reyes y salió a la de Mina; un agente grito: ¡se escapan!. El comandante se bajódel carro, espantado por la lluvia de balas y fue el tercer herido de la jornada.             A don REYES MAYORAL, lo sacaron con una camisa enrrollada en la cabeza, y se lo llevaron a la casa de la DirecciónFederal de Seguridad de la calle Francia. DespuésChuy Aguilera les contó que le habían reventado la ulcera a golpes, que doblado por el dolor les pidió unmédico y sólo le contestaban rabiosos: ¡ los entrenas, pinche viejo!. Entonces les pidió ir al baño. Taponó el lavabo, moviéndose con gran esfuerzo, lo llenó de agua y enganchó la cabeza en la llave y jalo toda el agua que pudo, para que la asfixia y la muerte llegaran lo más rápido posible. Prefirió morir,que aguantar la tortura despiadada de los perros del gobierno dictatorial Priista.

                                                                                                   

Lo tiraron por Michoacán y le pasaron un coche por encima. Y lo volvieron a recoger como desconocido, con la desfachatez de costumbre. En los medios dijeron que era el papá de Mario y que este lo había abandonado cobardemente.

                                                                                                         

Aja, valiente Gobierno, dijeron los que conocían a don Reyes Mayoral.

                                                             

Esa noche de muerte, Mario decidió engendrar vida, y aunque su esposa no estaba muy de acuerdo, engendraron.

                                                               

En esos días retiraron los contactos; salían lo menos posible del departamento invadido y hasta los 4 días apareció el doctor, que estaba de guardia,interno en  el hospital Ayala.

                                                                                                         

Le explicaron el por qué de la invasión y como ya habían verificado que la Pimienta era la traidora,que no había aguantado la tortura, regresaron al departamento de la 32.

                                                                                         

El Machín ya tenía un tío Toño, que se quedó a vivir con ellos un buen tiempo. Cuando aparecieron los de la UP, les dijeron que no les interesaba seguir con el intento de unidad y se dijeron adiós. Los hermanos de Armando, desde la Penal, pidieron el informe sobre su caída, por lo que el estatal de Jalisco escribió un comunicado que les hizo llegar y que posteriormente también mandaron a Cuba.

                                           

En medio de la UP y las FRAP, quedo el Toñis,un vikingo reintegrado al movimiento y que financiaban las FRAP, para hacer trabajo partidario.                       El seguía en contacto con Eladio y los Estrada, y como los de la UP ya andaban en la onda paranoica, hicieron varios intentos de ejecutar al Pequeño y a Mario, usando al Amador, uno de los de San Onofre, que los del FRAP no ubicaban.                                                                                                                Como nunca se animaron a rifársela con estos gallos bien jugados, recalaron con el confiado Toñis. En una salida para la orilla norte de Guadalajara, le metieron una bala en la nuca,iniciando una tradición de ser más feroces con los del movimiento, que con el enemigo de clase.

                                                                 

Abandonaron el operativo de la CFE y expropiaron el banco del mercado de Atemajac.Salió tranquilo y en esa metieron al líder campesino como observador y cobertura, para que fuera curtiendo el ánimo.

                                                 

En el año 78, le fue mal a la UP, con la caída de Eladio y el chavo Estrada. También a Mario le llovió. Cuando le estaban enseñando a una nueva recluta una 38 de las de cuña, modelo de 1905, el Pequeño sacó a medias el cargador y extrajo el tiro de la recámara, la disparó para que el arma pasara desamartillada a la jovencita; para sorpresa de todos, sonó el disparo.                                            Mario sintió el impacto en el hombro derecho y un dolor en el hígado.                   Se sentó en un sillón de la salita y le dijo al Pequeño, ya me fregaste.                   No, la herida está en el hombro. Si, pero acuérdate que las balas se desvían.

                                                     

Después del instante de desánimo, Marioreacciono, no se iba a morir ahí en el departamento,para que luego le batallaran para sacarlo.                                    Le dijo al Pequeño: ¡traete el directorio telefónico, busca al Ingeniero Carlos Lugo Guerrero!Luego le indico a su esposa: ponme una chamarra en la espaldaY bajaron a la calle a buscar un taxi. No tardó en pasar uno y le pidió que los llevara al hospital Ayala, donde estaba el doctor paisano.

                                                                                                       

El taxista al ver el color del herido les dijo: estámás cerca la Cruz Verde. No, en el Ayala ya sabencómo tratar mi asma. Los dejó en la entrada de Urgencias, ya oscureciendoMario se recargó en la jardinera y le indicó al Pequeño, busca al doctor Viera. Este se coló haciendo caso omiso de prohibiciones. Al rato  apareció con el doctor, que los llevó en su auto a una farmacia y mientras el Pequeño surtía la receta de rigor, el compa examinóa Mario a la vez que le decía: ya retírate de tus camaradas, a la próxima te van a matar. A lo mejor,lo voy a pensar. Agregó el doctor, la herida es delicada, te bajo la bala por la espalda, pero no te vas a morir.

                                                                                                           

Los llevó a su departamento; Mario se acostó en el catre, unos estudiantes colimenses que compartían el departamento se asomaron, saludaron y se volvieron a encerrar.

                                                                                                       

El doctor volvió al hospital y el Pequeño siguió esa noche la búsqueda de los hermanos de la logia.

                                                                                             

Quien sabe porque, Mario sentía la necesidad de orinar cada rato, levantarse era un martirio. A eso de la media noche la respiración se le hizo difícil, ya no llego al baño, que estaba al pie de la cama. Se acostó respirando apenas, procurando no alterarse;él no lo sabía, pero el neumotórax, producto de la hemorragia interna en el pulmón derecho, estaba a punto de matarlo, era cosa de que se alterara tantito y el corazón tronaría por el esfuerzo.

                                             

Pero el aguanto tranquilo, con algo de apatía y resignación el dolor y la dificultad para respirar, unas 3 o 4 horas, hasta que la respiración se normalizópoco a poco, con una lentitud desesperante.

                                                                     

En el amanecer ya pudo ir de nuevo al baño;luego los estudiantes colimenses se fueron a sus clases y como al medio día, el Pequeño llegó con la noticia de que el cirujano de la logia, lo operaria en la tarde, en el local que tenían en Tesistán con los sindicalistas. Coche y todo estaban listos.

                               

Recogieron al doctor masón en el MaxiAméricas. Llegó con sombrero de espía y lentes oscuros, y claro, con su maletín de doctor. Salieron a la carretera y el doctor le pregunto: ¿como te sientes? Mal, con dolor arriba de la cintura.

                                                                          

En el establo lo checó, lo puso boca abajo sobre una tarima, desinfectó, puso los  estériles, abrió un corte mínimo y batalló con las pinzas para sacar la bala atravesada. Te va a quedar una cicatriz chiquita,ni se va a notar y le cosió. Luego apretó fuerte el lugar a ver si detectaba costillas rotas, y dijo: por si acaso, ponte una venda varias semanas.

                                                           

Dejaron al doctor en la misma plaza y se fueron a la 32. Subió con trabajos las gradas y auxiliado por su mujer y el camarada, se acostó a descansar. Se iba a retirar de la Guerra Revolucionaria todo un mes, de esta guerra que se daba en todo el continente; que estaba en su apogeo enCentroamérica, y ya en declive en Uruguay y Brasil.

                                                                               

En Argentina la lucha era feroz, apoyada la represión por los gringos, que organizaron la Operación Cóndor, violando derechos Humanos ySoberanías Nacionales, en su afán de acabar a los rebeldes nacionalistas, sin importar si eran luchadores legales o clandestinos. Con estos eran especialmente despiadados. Sobre todo en Argentina, donde los guerrilleros atacaban directamente a la oligarquía económica, política y militar. De esto se iba a retirar Mario y le iba a delegar la carga al comité estatal y al Pequeño.

                                                                                                               

Paso la noche con dolor, pero con la ayuda de su mujer, moverse era menos agobiante. Con lo que no contaban, es que el bebé seguía siendomadrugador y le gustaba que papá platicara con él al amanecer. Cuando empezó a jalonear al herido,todavía a oscuras, no quedó otra que incorporarse a platicar con él.

                                                                             

Después del desayuno, Mario se volvió a acostar, y al rato, ya estaba el niño acostado a su lado, imitándolo. La mamá se lo llevaba y él se regresaba a acompañar al papá, y la madre desesperada: No quiere ni comer… No quedó otra que convalecer caminando por la casa o sentado en la salita. Cuando le enseñó la bala a la nueva recluta, ésta la arrebato con asombrosa rapidez.

                                                                                                             

Le tocó al Pequeño buscar operativos de finanzas; uno fue un usurero de su barrio, que se negó a abrir la caja fuerte y al que no intimidaron las amenazas, que como quiera no iban a cumplir. Mario vio de lejos la acción, desarmado, porque no podía moverse sin dolor. Aparte que le repugnaba a ratos la vista de las armas.                                                                                

 

Al mes, el dolor no cedía, buscaron a la enfermera Margarita, que trabajaba en una clínica a la vuelta de Federalismo; le tramitó la radiografía detórax alegando una caída sobre una piedra.

                                                                                       

La imagen mostró una canal de una pulgada de ancho, de costillas pulverizadas en vía descendente,y la pared derecha del tórax, obscurecida por el rastro de la sangre. El doctor fingió creer lo del accidente. Y recomendó: mínimo otros 2 meses de venda y de reposo.

                                                                                 

Apenas se había medio recuperado Mario, y el Pequeño organizó el asalto a una casa de cambio por López Cotilla. El operativo iba bien, el dueño entrego el efectivo y monedas a la mano; cuando se descompuso el asunto, fue cuando le exigieron los centenarios. Se puso a gritar histérico, y los cachazos del Largo y del Pequeño, no lo pudieron acallar. Se retiraron corriendo hacia Analco, sin notar que un policía, que se quitó el kepi, los seguía.                                                 Al llegar a Revolución, les grito: ¡quietos, policía! El Pequeño disparo sin titubear y el policía también. El Pequeño le atinó en un hombro y el tiro del poli pego en un poste y desviado, le atinó al Largo en el muslo izquierdo.                                         Se retiraron hasta el jardín del Patio de los Ángeles. Ahí se sentó el profe, viendo el revolotear de patrullas, hasta que volvió el Pequeño con un vehículo a recogerlo y lo llevo a la casa de Mario. Para entonces ya estaba con ellos su hija mayor de 3 años, que primero se asustó, y como el profe traía el pelo como el payaso Cepillín, le dijeronque éste era. ¡Gran error! Al otro dia, la niña acarreóvarios chiquillos a ver a su tío Cepillín. Otro guerrillero que tuvo que convalecer en movimiento.

                                                                   

En cuanto hubo modo, se agruparon en el Ejido El Perico, a un lado de Valle de Santiago, en casa de un viejo agrarista. Ahí siguieron con el documento de táctica y estrategia.

                                                                                         .

En las FRAP decidieron concentrar fuerzas y realizar un asalto doble en la Avenida Munguía;invitaron compas de varias regiones y un par de nuevos: el Macondo y el Bigotes. Como este último era nerviosón, se lo dejaron a Mario, con la tarea de agarrar y desarmar al policía más arisco, que estaba siempre pegado en la pared en la acera oriente, en medio de la cuadra, para tener a la vista tanto el banco de la calle Independencia como el deReforma.

                                                                  

El Resucitado y Benjas se ocuparon del policía de Independencia.                           Para sorprender el suyo, Mario puso su 45 en medio de un periódico y sincronizado con los demás, se acercaron al arisco,platicando y riendo, con las camisas bien fajadas y en una volteada del poli, le puso el arma en elestómago: Quieto o te mueres, le dijo, despacio pero con decisión.                      El agente hizo el intento de alcanzar el revólver, pero se contuvo.                       Le ordenó Mario: mete las manos en tu cinturón,atrás, así cruzaron la avenida. En lugar de quitarle el arma, el Bigotes se fue a detener una mujer mayor para meterla al banco y Mario al entrar, le quito el revólver al policía.

                         

Se recogió el dinero y salieron en orden a abordar la camioneta de redilas que estaba a espaldas, por N. Cumplido. Arrancaron hacia el centro y en la calle Penitenciaria se bajaron todos y se dispersaron en el área. Sólo el Pequeño yCuauhtémoc, que se acababa de reintegrar, estaban rezagados. Mario ya estaba cruzando al Parque de la Revolución, cuando se le atravesaron 2 patrullas,logró distraer a los de la primera, que se fue de frente, pero los de la segunda, vieron la camioneta y se enfilaron para alláMario se fue tras ellos, el Pequeño los vio, fingió correr y se ocultó detrás de un coche, cuando menos lo esperaban, salió y le metió 5 balazos de 38 al copiloto, y la cuñera se le encabrillo. Como quiera, el conductor se paralizó.

                                                                   

Cuando llegó Mario, el Pequeño pateaba al herido que salió con la escopeta de la patrulla y se negaba a soltarla, Mario le apuntó y se rindió, el chofer aprovechó para salir huyendo arreado por un par de tiros de Mario.                                           El Pequeño intento disparar con la escopeta recuperada y no funcionó.                   Otro policíaapareció en la esquina y apuntó a Mario, que al no poder quitar un par de pistolas al caído, le soltó uno de 45 en la cabeza y se empezó a tirotear con el aparecido; no se atinaron y recargaron, el poli a la vuelta de la esquina y ya no se asomó.

                                                                                                           

En eso llega Cuauhtémoc con un taxi y les dice:súbanse. Le dicen al taxista: te vamos a decir por donde darle. Fueron a parar al barrio de Analco. Le dieron dinero y le dijeron: vete derecho 5 cuadras.Agarraron camión para la Calzada, al restaurant el Organito a almorzar y coordinarse. Preguntó Mario:porque se atrasaron? Es que Juanillo no desarmó el R15 y en eso nos entretuvimos. En fin, eso y la ruta de retirada demasiado corta….                 Mario se autocriticó, para la otra la escojo más larga.

                                               

El recurso para seguir organizando había costado una vida al enemigo.                   Llego el díadel nacimiento de la criatura engendrada en la fuga,y se fue con su mujer a una clínica de Circunvalaciónnorte, que les recomendó el doctor de la logia.Pequeño que es el mundo, entrando, se encontró a su tía Consuelo y su marido, el doctor René, que fue de los torturados por lo del maestro Zuno.

       

Les tuvo que informar de la llegada de la cría.

                                                       

Al rato largo, el doctor Estrada primo del doctor Rene le enseño una niña, de pelo chino, blanca y con una oreja doblada. El doctor vio la mirada y le dijo: se va a componer.

                                                                                                             

Como si fuera maldición, sus hijos nacieron en fechas sangrientas; Tania el 11 de Septiembre, Ernesto el 29 de Septiembre, y para no fallar,mientras esta niña  que  nacía, el 18 de Mayo; ycoincidió que en esos momentos el Pequeño se dirigía a la casa de la 32.

                                                                                                                       

Se cruzó con una patrulla del Servicio Secreto;al llegar a la esquina, vio de reojo que los secretasvenían en sentido contrario. Mala señal.

                                 

Caminó a la derecha para retirarse de la casa;había caminado unos 25 metros, cuando los secretas pararon el coche en la esquina y se inició el tiroteo; el Pequeño le atinó a las puertas donde se cubrían y las balas, en dirección del pecho, no les llegaron; saltó a la banqueta y en el aire le pegaron en la pantorrilla. Corrió sin que los secretas se atrevieran a seguirlo. A la vuelta de la esquina,agarró a un estudiante subiendo a su camioneta, le dijo: ¡soy guerrillero, sácame de aquí!

                                                                     

El chavo, tranquilo, lo llevó hasta el rumbo del Parque Alcalde. Y un favor más, préstame la camioneta y te la regresamos al rato. , no hay problema, me la dejan aquí, con la llave bajo el tapete.

 

                                                         

El Pequeño se fue con don Cadena y de ahí mando a Benjas a la clínica a avisar a Mario que, en ese momento, llegaba a la casa de la 32, donde la nueva recluta le informo del tiroteo; pensé que ya noiban a volver y que me tenía que quedar con el niño.Mario recogió a su hijo y salió aprisa, por las dudas.

                                                 

Se fue a la clínica donde su mujer le informó el mensaje del Pequeño. Cuando dieron de alta a la parturienta, también se fueron con don Cadena, que acomodó a la mujer y sus hijos con su pareja, Toñita.

                                               

Y la mala racha siguió, a la COR se les había colado el yerno de García Paniagua, y en esos días fue a buscar a don Cadena, a la casa de Toñita, en el preciso momento en que su mujer, histérica, le gritaba a Mario, por llegar algo tarde con la leche. Estuvo a punto  de callarla de un derechazo, porque el antena podía oír algo comprometedor. Por suerte no pasó nada, pero ante tanto riesgo gratuito, Mariodecidió que su mujer e hijos, tenían que salir de la ciudad. En cuanto su mujer estuvo en condiciones, se fueron a buscar casa a Arandas.

                                                                   

La casa de la 32 no tuvo bronca y Mario la dejo de reserva para el solo y ahí inicio un sueño de amor y entrega con la recluta jovencita, de carácter callado. Los recursos se escasearon con el envió del Vale y el Fakir a Aguascalientes, y al Resucitado al semidesierto, a reforzar al Miguelón.

                                     

Decidieron repetir la de Atemajac casi igual, con la diferencia que ahora presionaron  a Mario para que fuera adentro.

                                                 

Llegaron y desarmaron al policía que estaba en la patrulla y le preguntaron por su pareja: se fue a un mandado. Chin, hay que cuidar su regreso. Mario entró a revisar, controló al gerente mientras los designados recogían el efectivo. Salió a cuidar y un policía desarmado y de civil le hizo seña de que no había bronca.

                                                                                                    

Salieron todos y caminaron cuadra y media,donde habían dejado la suburban expropiada para la acción.

                                                                                     

Al arrancar, se cruzan con la patrulla con el policía desbalagado y el de civil, junto con el recién desarmado.

                                                                       

Por puro reflejo, Mario desenfundo la 38 Súper y les disparó al cruzarse, el de civil se tiró al piso; al tiroteo se unieron Juanillo y la Doña, un chilango de nuevo ingreso, alto, con cara de empleado.

                                                                   

Los guerrilleros se retiraron dejando al chofer de la patrulla con un tiro en la cabeza, que el nuevo seadjudicó.

                                                                                                     

Llego el 79 y el avance en el documento de línea ya era notable, nomás un detalle no les gustó a varios, y es  que  Varela y Juanillo, secundados porCuauhtémoc y la Coquena, le dieron al Comité Nacional la facultad de expulsar coordinadores, sin tomar en cuenta a los regionales, lo que daría margen a una camarilla de entronizarse. Una señal de que empezaba a gestarse el oportunismoburocrático en la organización, que todavía no llegaba a consolidarse. Esa parte la borraron.

                                                                             

Siguieron con las tareas de la formación político militar de los cuadros, y en este año parecía que no iba a haber golpes de la represión, como que los del gobierno andaban en otros asuntos.

                                                             

Mario ya pensaba en delegar responsabilidadesen los cuadros que se estaban consolidando; la muerte de Armando Campaña, le había quitado un heredero de confianza. Aunque muchos cuestionaban el supuesto caudillismo del Clan Campaña.

                                                                                   

Entonces apareció el Miguelón, traía la petición de más cuadros para el semidesierto, platicó que porallá estaba en grande la lucha por la tierra, en el campo y las ciudades, y que estaban organizados frentes populares con estudiantes y maestros.

                                                                                       

Le sonó interesante a Mario y le soltó: yo me voy. Pero  eres el encargado de la guerrilla urbana., pero ya hay compas capacitados, además voy aestar viniendo a los operativos. Pusieron la reunión por allá y se despidieron.

                                                       

Mario aviso al estatal. Pasó unos días con su familia y le siguió para el semidesierto. Lo recibió el Resucitado y se fueron caminando a una colonia del movimiento. Ahí le explicaron la línea de organización y que la estrategia era que el pueblo practicara autodirigirse. Después, a los días, paso a otra zona donde se daba la lucha por los ejidos.

 

Pero había que regresar a Jalisco, para preparar otro doble asalto, porque ya podían meter hasta más de 20 combatientes bien armados y fogueados a las acciones. Que viera el pueblo que el tan cantado exterminio de la guerrilla, era puro cuento. Cuando estuvo listo el operativo, llamaron a los compas de los demás estados y se fueron como siempre a hacer el simulacro, días antes de la acción, para dar tiempo de que el organismo se regularizara, porque luego andaban con ganas de ir al baño en malos momentos.

                                                                         

Varela encabezó un equipo y el Pequeño otro. AMario le tocó estar en la cobertura enfrente del monumento de los Niños Héroes, cuidando la posible llegada de la represión por cualquiera de las avenidas. También desde ahí vio cuando Benjas desarmó al policía que estaba junto al negocio El Charro, y también vio como un nuevo, Javier, sesentó tranquilamente junto al policía que se la pasaba sentado en una bardita, del lado poniente y que le apuntó con la pistola oculta en un periódico;una señora fue y le dijo al poli: ¡están asaltando el banco! El policía movió la cabeza y claro, no hizo nada. La señora se retiró intrigada e indignada. El operativo salió tranquilo.                          

 

Después se recoordinaron y repartieron presupuestos. Ya envuelados con las accionesmúltiples, Varela preparó una en San Luis e invito a una triple a través del Nacional. Esta se efectuó en el mercado de Abastos de allá. A esta no fue Mario,porque se trataba de que Varela funcionara ya como responsable de una directa grande y que implicaba coordinar un equipo numeroso. Salió bien y el único detalle fue que el Fakir no acabó de derribar el poste de teléfonos.

                                                                                                               

Así transcurrió el año, acabando el documento,que termino con casi 80 páginas y cada quien en su zona trataba de aplicar la línea acordada.

                                   

En el semidesierto se aprendió que había un movimiento fuerte, que abarcaba varios estados,donde ya habían roto el control que el priismo ejercíatravés de su estructura corporativa, que era la CTM, CROC, CNOP, y en Jalisco, la FEG. Esta también había evolucionado, sus miembros, ahora estaban integrados a la Dirección Federal de Seguridad, a la Judicial Federal o mínimo a la del Estado. Pero también, siguiendo su instinto mafioso,Javier Barba andaba haciendo contratos en Sinaloa,a cuenta de los Gallardo, Fonseca y Caro, que ya estaban instalándose en Jalisco, donde SahagúnBaca había inaugurado la tradición de negociar con el narco.

                                                                                         

Este esbirro andaba en el DF, reprimiendo a la LC23, por llamado de López Portillo y el Negro Durazo, encabronados por el intento de secuestro de Margarita López Portillo, años antes.

                                                                               

El arreglo con los capos sinaloyos (les decía el Mongo) prosperó, según se supo después, porque la CIA gringa los estaba usando para financiar la contra Nicaraguense.

                                                                                                   

En Centroamérica la rebelión estaba en grande,le urgía mas al Imperio acabar con movimientos de miles y no los de cientos, que quedaban en México. Y para ellos, usar dinero del narco no era un impedimento legal o moral.                     Asi, metieron de lleno a los personeros del PRI, en el tráfico de cocaína, que movían los  narcos de Colombia.

                                                                   

Bueno, hasta Odín y parte de su equipo,alcanzaron del reparto del polvo de moda. Y del dinero también, porque defender narcos, deja ganancias. Pero su lealtad siguió en la izquierda.

                                                                                 

Ya por el 80 en una visita a Monterrey se encontraron con Pedro Casián, que había sido liberado con toda la columna de Valenzuela. Era otro que estaba aprendiendo de las experiencias del norte. Nomás que no respeto la línea de las FRAP y embarcó, sin ninguna necesidad, a gente de Tierra y Libertad.

                                                                               

Mario y los demás, se retiraron de esas tierras yél se fue a San Luis Potosí, porque informó Varela que ya había condiciones para preparar  la guerrilla rural.  Mario, primero se fue a Río Verde, con todo y familia, y luego a Cd. Valles, donde se  iban a consolidar las bases de apoyo para la lucha rural.                                 En toda la zona había efervescencia por la lucha por la tierra, en especial el proyecto Pujal Coy, varias cooperativas y además, lo electorero.

                         

Ya andaban ahí de avanzada, el Vale y el Fakir.Se habían acomodado en Axtla a la sombra y guía del profe Anselmo. A Mario lo llevaron unos días con otro profe, Tebo, ya mayor, viejo agrarista. Y pues lo de siempre, los recursos.

                                                                         

Varela dirigió el asalto al banco que estaba allápor la aviación.                             Mario estuvo de cobertura, con una 357 que le prestaron. Su primera acción en San Luis, capital.

                                                                                               

Acordaron trabajar una zona integral, que abarcaría desde San Luis hasta Tampico, donde había trabajo político y militar. Trajeron brigadas,para San Luis y Valles, que deberían construir a mediano plazo, las bases políticas y de apoyo. Mario se encargaría de instruir las brigadas de autodefensa, con reclutas campesinos de toda la huasteca, para que no se conocieran personalmente y se mantuviera la compartimentación.

                                                                       

Por lo pronto estaba para la de ya, la invasión de un predio en Tierra Blanca, de Tanquián para adentro; cruzaron su camioneta en un pesado lanchón el rio Axtla, de casi 100 metros de ancho y varios de profundidad.                                                                                           Varela y Mario fueron a ver el terreno, para ver el lugar del campamento de los campesinos y el del grupo de autodefensa, que estaría integrado por gente local y del nacional.

                                                                                             

Mario escogió un canal, a unos 80 metros de donde se instalarían los campesinos. El canal sería su trinchera y su ruta de escape, si había balazos.                                     El día de la invasión, salieron temprano de Rio Verde, de la casa de Varela y seencaminaron a Tanquián, pero nomás agarraron la cuesta que sigue al crucero de San Ciro, y la camioneta se descontroló y chocaron en unparedoncito; Mario resultó con fractura de muñeca, y pues a regresar a San Luis para ver un traumatólogo. La esposa de Varela lo guió en la capital.

                                 

Varela reorganizó el equipo y se hizo la invasión. Como no pasó nada en los primeros días,se fueron a dormir a la escuela que estaba pegada a la brecha. Ahí los sorprendió la Judicial y un grupo de pistoleros. El saldo fue de 2 dirigentes campesinos muertos y 50 presos, en donde iban 8 cuadros de las FRAP.

                                                                                                                   

En este año, a mediados, salió el Pequeño para Puebla, donde estaban apoyando a un movimiento campesino. Al parecer decidió seguirse hasta más al sur, hasta el Salvador, a pelear en la guerrilla de allá.

                                         

A reorganizar, apenas se recuperó Mario. Jalóequipo de Guadalajara y asaltaron de nuevo el banco del mercado Tangamanga, en San Luis.Luego se fueron a Tampico a preparar un doble asalto, enfrente del panteón municipal. Checaban fácil, desde un restaurancito que sobresalía en la avenida. Los de Tampico se resistían a que les calentaran la ciudad, sobre todo el Cristóbal. El Bigos (del puerto) si quería, pues estuvo en el de San Luis.

               

Total, que cuando se reunieron los del comando,no les quedó otra que aceptar. En esta estrenaron al Halconcito, del DF; al profe Mariano, de Michoacan y Elver, de la huasteca. Salieron 5.2 millones. Cuando se detuvo tantito una blindada, el profe se heló,pegado a la pared del banco.                                         Cuando los de adentro se retiraron en una camioneta, Elver y Mario pararon un pesero y solo cuando voltearon a ver al profe, este reaccionó y corrió al vehículo.                                                                                                                  

 

Ya solventes, se dedicaron a financiar la defensa de los nuevos presos políticos, y a seguir con lo de la guerrilla rural. Escogieron la sierra del Lobo, pasando Xilitla, para entrenar. Ahí se subían hasta 12 dias, estudiando marxismo, estrategias y tácticas. Cometían serios errores, como el de no enterrar la basura y los excrementos.                                      

 

Mario, en sus idas a Monterrey, viajó por Cd Victoria y le gustó la sierra de Valles, hasta esta ciudad, para zona guerrillera. Y empezó a buscar quien los pasara a Texas para de allá traer las armas por docenas.

                                                                                                                 

Uno del frente amplio los llevó al o Bravo y de ahí un guía, a un rancho de Texas. Mario y Juanillo anduvieron de compras en Mc Allen, con el guía que les conseguía compradores de allá.

                                                                         

Juntaron una docena y las pasaron primero a Monterrey y luego a Guadalajara. Cuando todo iba tan bien, contra una prohibición clara, de que no anduvieran ni revueltos ni en la camioneta expropiada, por la Huasteca, el Vale se llevó a varios para Axtla y en el crucero de Xilitla los atrapó el reténde la Judicial Federal. Adiós proyecto de guerrilla rural.

                                                                         

También cayó el Fakir y el profe Chemo, por no replegarse; y todo el arsenal de la Huasteca.Después de 15 días de tortura, los consignaron.

                                               

De esta se salvó Mario porque no se animaron los Judiciales a esperarlo en la casa de Valles. Les advirtió el Vale: él no lo van a agarrar dormido.

                                                             

Un par de agentes de la DFS, de Guadalajara fue a Valles a ver las confesiones de los detenidos,bien identificados como de las FRAP; uno de Valles le inquirió: ¿van a darle seguimiento a lo que estos soltaron?                                 No, ¿para qué? Estos cabrones son buenos para evadirnos. La flojera de los DFS y el aguante del Vale, libraron a la familia de Mario, ya que el Vale conocía las casas de San Luis.

                                                                                         

Cuando Mario regreso de Valles, su familia ya había visto la noticia en la tele. Ni la luz prendían. Empacaron y salieron para Guadalajara, víaGuanajuato, con las mochilas de los niños llenas de los billetes de desecho que sacaron de la doble de Tampico.

                                                                                             

Acomodó a su familia en Guadalajara y seregresó a San Luis a supervisar la defensa jurídica del montón de presos. Como los cuadros políticos tenían trayectoria en Nuevo León, Durango, Coahuila y Zacatecas, el frente de masas se movilizó a San Luis. Los apoyó el Frente Nacional contra laRepresión de doña Rosario Ibarra.

                                           

Con todo en contra, el Gobierno de San Luis liberó a los activistas en 1981. Los replegaron a Guadalajara, León y Tepic.

                                                         

Para tener para el gasto asaltaron una fletera en Guadalajara. Lo de Tampico se había ido en liberar a los presos.

                                                                                          

Con Varela fuera, Juanillo sacó a flote sus ansias de controlar la Organización y aprovecharon oportunistamente una falta de respeto que Mariocometió con Varela.

                                                                                                                       

Mario se puso a disposición de Varela para un arreglo de hombres, pero este mejor le hizo caso a su compadre, cosa que le dolió mucho a Mario,hasta las lágrimas.

                                                                                                     

Juanillo y  Varela quedaron como responsables militares nacionales y dirigieron un asalto bancario en la colonia Talpita, de Guadalajara. En la retirada se cruzaron fuego con unas patrullas y a Juanillo  le tocaron unos postazos de escopeta en las nalgas,herida que no se le hizo muy heroica.                             A Mario lo desterraron a Michoacán, donde andaba ya Macondo, y se puso a entrenar a los camaradas del profe Mariano.

                                                 

Mientras, las FRAP le cayeron a un banco de Tepic, donde hubo un herido de la guerrilla y dos judiciales muertos. Todo se debió a que al resucitado se le fue un tiro y sonó la alarma. Llegaron cuatro judiciales por Insurgentes y se parapetaron en las casuarinas que estaban en la contra esquina. En una banca baja, al otro lado de la avenida, Benjas estaba de cobertura. Se le ocurrió cambiar cargador a la Ingram 45 a última hora.                                                       Los que estaban de cobertura fuera de los dos bancos, vieron venir a  los judas con las armas en la mano e iniciaron el tiroteo. Benjas sacó la Ingram y les grito: ¡Quietos o se  mueren! Al cerrojear, se cayóel cargador y los judas le apuntaron; alcanzó a rodarse al otro lado de la banca para que no lo alcanzaran las balas. La cobertura más los de la directa que salían: Témoc, Pedro el sinaloense, el Lucas, el Resu y Javier le atinaron a un judas.

                       

Benjas se reincorpora al combate y rafaguea a un agente que quedó bajo fuego cruzado. El resto de los policías emprenden la huida. Pedro recibe un tiro en el hombro y un rozón en el cuello que le deja descubierta la tráquea. Llega la camioneta de la retirada y se lanza de espaldas a la caja. Se retiran rodeando el parque de La Loma, mientras los de una patrulla  arrancan por rumbo contrario; que a pedir refuerzos, dijeron.

                                                                     

El nacional ya no quería a Mario como Responsable militar nacional, pero tampoco a la Banda de la Mala Leche (Varela y Juanillo). Varela seretiró al noreste y realizo un asalto bancario en El Mante. La policía lo agarró bañándose en un canal.

                                                                                     

En el 82 se reincorpora Mario al Nacional y preparan una en León. Extrañamente, Juanillo le dispara a un judicial que estaba dentro del banco con una increíble precisión para solo agujerear el chaleco del agente, que todavía más extrañamente cayó fulminado por un disparo, que ni siquiera le rozó la piel. Mario y el Bigotes, que hacían guardia afuera,después de desarmar a 2 municipales entraron al banco, que ya sonaba la alarma y, además, ya seoía el sonido de las patrullas llegando. Ordenaron:vámonos, y salieron en orden por la puerta trasera. Según los periódicos, estuvieron a punto de llevarse unos 50 millones, que les hubieran servido para profesionalizar a 50 chavos, que ya estaban en la lista de espera y con los que esperaban cubrir todo el trabajo político y militar en 9 estados, para empezar.

                                                                                                                     

En un asalto bancario en Tampico, al que no fue Mario, un policía detecto a Elpidio que se le acercaba para desarmarlo y se inició un tiroteo. Los guerrilleros lo agarraron a fuego cruzado y el policayó al suelo e inmediatamente fue cubierto con sus cuerpos por las cajeras, ante la vista admirada de los guerrilleros que, dijeron: de suerte no herimos a ninguna.

           

Para irla pasando, asaltaron unas tiendas del ISSTE, en Guadalajara y Tepic. Se acaba el 82 en una situación triste, y en el 83 aparece Varela, que de plano les dice: me soltó la DFS, para que los entregue, hagan conmigo lo que quieran, fusílenme,enciérrenme donde no me encuentre el gobierno, lo que ustedes decidan. Su compadre Juanillo rehusótenerlo, nadie aceptó la tarea.                       Lo dejaron suelto.

                                                                                             

Repitieron el de Atemajac, como Juan por su casa, dijeron los periódicos. Cuando se andaban agrupando en Tepic, la judicial alcanza a Benjas y a Neto el Prole al salir de la terminalSe arma el tiroteo, caen los dos judiciales y el Neto resulta herido; se dispersan por el rumbo de la Universidad.El Neto llega de algún modo a un cañaveral, donde lo localiza la policía y lo rematan de una puñalada en el corazón.

                                                                                     

El ambiente estaba tan tenso en Tepic, que el mismísimo Azul Esparragoza, se escondió… en la casa del director de seguridad.

                                       

Salió en los medios que 50 federales andaban en la ciudad y no se sabía sobre quiénEn los lugares de reunión aparecían empistolados,buscando con ansias. La última reunión la tuvieron que hacer en el cerro de las microondas.

         

Cuando Pascual, uno de la brigada de la gorda Rosa, salía de su casa, en la madrugada, para dirigirse a Tepic, en una colonia organizada por las FRAP, 2 tipos se le fueron a los golpes sin causa aparente, Pascual desde el suelo, les disparo a las piernas, hiriendo a uno.

                                                                   

Lucas y Mario, dijeron: ya no son coincidencias.

                                                                                                   

En la reunión que efectuaron en una loma cercana a la playa de Guayabitos, acordaron retomar el paso y se aprobó un secuestro que podía dejar 5 millones de dólares.

                                                                                       

De regreso a Guadalajara, Mario y el Vale se pusieron a checar el objetivo, pero los demás hacían el vacío. El Vale le dijo a Mario: Juanillo,Cuauhtémoc y el Resucitado, dijeron que no van a apoyar, porque hay el riesgo de que te salga bien.Una extraña razón.

                                                                                           

Por ahí de septiembre, fue detenido Elpidio, en el Falcon legal. Se fueron sobre su casa y cayó su hermano y su mujer y otro arsenal. Para varios quedo claro que Varela los estaba poniendo.Después entregó a un poblano en el parque de Chapultepec.

                           

También el Ho Chi Pit estuvo a punto de caer en el Sanborns de Ciudad Universitaria. Ssalvóporque llegó temprano y al área de revistas, en lugar del restaurant. Desde ahí vio movimientos sospechosos y se escapó por la puerta trasera. Saliócomo rayo para Tampico y hasta allá lo siguió Varela para ponerlo. Pero gente de las colonias lo vieron acompañado de federales y le aconsejaron precaución al ya nervioso Pit. Y, desde lejos, y en un coche no conocido por Varela, verificó la emboscada.

                                                                             

Y antes de que se enteraran los de los demás regionales, entregó a toda su gente de San Luis y Tamaulipas en una reunión a la que los convocó el Flaco, compadre de Varela, desarmados, en Tampomolón; que acá había armas. El contacto serealizó en un cañaveral, al pie de un cerro, donde un tipo de chamarra roja hacia señales. El Pit dio la orden de retirada y de todos lados salieron camionetas, cerrándoles el paso. El remate, fue un camión ganadero, de donde bajaron precipitados, unmontón de soldados. ¿Quién podía criticarlos por no resistirse?

                                     

En Tampico, el Bigos de allá, balaceo a 3 judiciales que intentaron detener al Flaco, compadre de Varela y a Esteban, de la Huasteca. Todos los detenidos estuvieron en la tortura de 2 a 3 meses. Para Elpidio, la peor fue que lo dejaron en un pozo en la tierra, junto con su esposa. Pensó en matar a la mujer, que no dejaba de reclamarle en todos los tonos, pero no lo hizo porque se dijoy que tal si no la sacan estos cabrones.

                                                                           

El siguiente en caer fue Pedro, el sinaloense,herido en Tepic. Lo detuvieron en el parque Morales,de San Luis PotosíLo subieron luego luego a un camión camuflageado de transporte foráneo e iniciaron la tortura.

                                                         

Mario la vio cerca en León, en Octubre del 83.Andaban sobre un banco del parque Hidalgo, de allá,y la blindada regresó por el efectivo a los 5 minutos de haberlo dejado, aparte que 2 sujetos estaban con una camioneta encendida en el taller de al lado.Mario dio la señal de retirada. Y se fueron en camión al centro, a la coordinación. Lo acompañaban: el Charles, Lucas y el Chato. En el camino le pregunto el Charles: ¿porque suspendiste?; y él le explicó. Charles le informo: dice Pancho el costeño que son puras suposiciones tuyas. Okey.

                            

Se bajaron del camión y se encaminaron al centro. Cuando iban en la adoquinada, ya en pleno centro, Mario oyó un :¡Hey, HEY! De Lucas. Voltearon Charles y Mario y vieron que un tipo altotenía en peso a Lucas, éste tenía la Súper a medio sacar; el Chato aprovechó para arrancar para con Mario; detrás de él se vinieron dos de chamarra de piel; Mario desenfundó la 45 y le disparó al que veníasobre él; el judicial se barrió a la derecha de Mario hacia una tienda, y en esa fracción de segundo,Mario le atinó el tercero al centro del cuerpo y le vio el impacto de la muerte.

                                               

El que venía tras el Chato, se metió a una tienda a la izquierda; El Chato volvió a correr en dirección al centro y Charles lo siguió. Mario quedócon un enemigo a cada lado. Caminó hacia Lucas,sin descuidar al de la tienda; en una volteada hacia atrás, oyó 3 disparos y volteó para ver caído al judicial que tenía a Lucas. Lucas corrió hacia el templo de la esquina y Mario lo siguió, al pasar junto al judicial, éste se incorporó para tratar de agarrar su arma y Mario al pasón le metió 2 balas en la cabeza.

                                                                                  

Alcanzó a Lucas cuando se quería meter al templo: ¡no, síguele! Un tránsito venía por la callelateral con el arma en la mano. Los guerrilleros le dieron para la avenida López Mateos y la gente estaba como estatuas en 2 cuadras, solo ellos y el de tránsito caminaban. Mario cambio cargador y entonces lo invadió un cansancio de pesadilla;caminó al paso, y cuando llegó al camellón el tráficose detuvo. Le grito a Lucas: ¡la Guayincita! Mario encañonó al conductor y le ordeno: ¡bájate! El conductor agarró algo del asiento y se salió. Chin,que no hayan sido las llaves. Ocupó su lugar, todo bien, quiso abrir a Lucas pero ya el tránsito le apuntaba desde el cofre; bajó la ventanilla y asomóla 45; el tránsito se cubrió en el trailer de al lado. Lucas bajó la ventanilla a la de a huevo. El trailero arrancó a marcha lenta empujando al agente que tuvo que brincar al camellón. Mario avanzó también despacio para cubrirse con el tráiler. Cuando lo consideró adecuado, arrancó y el tránsito les soltóvarios balazos. Se metieron a la colonia de la derecha y tras muchas vueltas, perdieron a unos que los seguían. Tiraron saco y chamarra, se acomodaron las armas como pudieron y le dieron para la salida a San Felipe.

                                                                               

Ahí se encontraron una mujer que les comentó:acabo de ver una matazón en el centro. Fingieron demencia y la mujer se fue con mirada de haberlos reconocido. Llegó el camión y lo abordaron. En San Felipe vieron un retén que esperaba que llegaran en coche. En San Luis, Lucas entregó las pistolas envueltas en periódico.

                                                                                                     

Mario se siguió a Aguascalientes donde el Vale convalecía de un tiro que recibió en un asalto fallido en León. Desde ahí verificaron que en León no había habido más broncas. Puras coincidencias, decía Lucas.

                                                                               

Al final de la racha, le habían llegado a 35 combatientes, con un muerto y 15 detenidos.

                                                                                                             

Ya bien mermados, asaltaron a un par de tiendas Conasupo.

                             

Hicieron varias reuniones para organizar el repliegue.

                                     

El Resucitado y Pancho el costeño, hicieron bloque y dijeron: nos vamos a quedar en las bases y con la familia, para que ellos no dejen que nos desaparezcan. ¿Porque los van a agarrar? y ¿luego las armas? El Resucitado dice: ¿Hay , macho de Jalisco?!

                                                                           

Le contesto: ¡A  no me van a matar por sus pendejadas!

                                     

Mario ya no quiso discutir. Se retiró con el Vale y el Elver. Esto ya valió madres. Se fueron al DF, a pedir asilo a la Embajada Nicaragüense y el portero no los dejo entrar.

                                                                                           

Regresaron a Guadalajara y cada quien agarro su rumbo.

                         

Mario revivió un muerto y en Mayo de 1984, se puso a trabajar con esa identidad laboral para mantener a su familia.

                                                                                                                                                         Francisco   J.  Martinez  Mejia                              16 de Noviembre 2013