lunes, 20 de abril de 2015

Mar: Vertidos de hidrocarburos

Plataforma petrolífera

Efectos de los vertidos en el medio marino:
Los hidrocarburos, debido a su menor densidad relativa, flotan y son transportados hasta las costas con el empuje de vientos y corrientes. Cuando la alcanzan, recubren rocas y playas provocando la muerte de los numerosos organismos que las habitan. Los hidrocarburos liberados en el medio marino sufren diferentes procesos que alteran su composición y estructura física. Las partes volátiles suelen desaparecer en poco tiempo y son liberadas hacia la atmósfera o integradas en la química marina. Las fracciones menos volátiles se compactan y forman una masa más o menos viscosa, en función de la temperatura del agua, que se dispersa por la superficie marina. Los organismos sésiles, en su mayoría filtradores, que habitan en la zona intermareal de las playas y rocas desaparecen casi por completo debido tanto al cubrimiento directo por hidrocarburos como a la intoxicación derivada del proceso de filtrado del agua de mar contaminada. Otros organismos no sésiles, como muchos peces, experimentan las consecuencias de la acumulación de sustancias tóxicas en sus órganos vitales y en sus reservas de grasa al alimentarse de organismos del plancton marino afectados también por el vertido. La fracción viscosa de los hidrocarburos, que se acumula en la superficie impregna las plumas de las aves e impide su función de aislante térmico. Muchas aves mueren debido al frío, mientras que otras perecen intoxicadas al ingerir parte del hidrocarburo que cubre sus plumas, mientras intentan limpiárselas.


Efectos de la industria petrolera en ecosistemas tropicales. Por Elizabeth Bravo:
En los trópicos, los mares constituyen una gran fuente de recursos naturales para miles de poblaciones locales. Sin embargo, la actividad petrolera produce impactos sociales y ecológicos importantes, tanto por accidentes como por prácticas rutinarias de la operación (exploración sísmica, perforación, producción de desechos contaminantes). En caso de accidentes, los primeros afectados es la biota sésil (organismos que viven directamente sobre una base fija, por ejemplo, rocas o el fondo marino); su mortalidad es mayor en sitios donde se acumula el petróleo aunque otros organismos son más tolerantes a la contaminación, como los gastrópodos. Algunas especies se regeneran en un año, pero otros organismos sésiles, como los erizos de mar, no se regeneran completamente hasta después de cuatro años.

Arrecifes coralinos:
Otros ecosistemas fuertemente afectados son los arrecifes coralinos, ecosistemas marinos tropicales de altísima biodiversidad, resistentes a la erosión y tormentas, estabilizadores de las líneas de costa, especialmente en zonas tropicales bajas. Hacen falta décadas para que un arrecife recupere las condiciones que tenía antes del derrame. En los componentes vegetales del arrecife hay una reducción en la tasa de fotosíntesis, que puede ser un problema crónico en arrecifes expuestos a altos niveles de contaminación. Se produce un mal desarrollo del tejido reproductivo y la atrofia de las células reproductoras; dichos efectos pueden durar algunos años después del contacto con el crudo, reduciendo la tasa de reproducción y por lo tanto la densidad de población. El petróleo produce alteraciones en la composición de las especies y en el hábitat. Por ejemplo, dada la mayor masa de los corales ramificados, absorben más petróleo, produciéndose una mayor tasa de mortalidad que en otras especies.

Manglares:
Otro ecosistema afectado por la industria petrolera es el manglar, ecosistema de gran importancia social, económica y ecológica, hábitat para muchas especies de peces y mariscos y fuente de materia prima para muchas actividades productivas de la s comunidades asentadas en su entorno. Las actividades petroleras en el manglar producen interrupción del flujo del agua dulce y del mar hacia los manglares y dentro de ellos, lo que altera la forma de drenaje, la vegetación, el suelo, y produce la inestabilidad general de la zona. La perforación se hace por dragado, para hacer más profundo y ancho los canales existentes, lo que puede destruir totalmente la zona afectada. Cuanto más ancho y profundo sea el canal, mayor será el daño. Se produce erosión a gran escala, muerte de la vegetación, interrupción en el crecimiento de las plántulas, sofocación e intoxicación de las raíces zancudas y disminución de las raíces absorbentes. Los árboles maduros que sobreviven sufren deterioro del dosel más alto y disminuye la cantidad de hojas y yemas. La recuperación del manglar puede tardar varias décadas; además, hasta ahora no se conoce ninguna manera de limpiar la contaminación del sedimento sin destruir el bosque.

Pastos marinos:
Otros ecosistemas afectados por la actividad petrolera son los lechos de los pastos marinos, que crecen en aguas someras, sobre todo de costas tropicales. Los lechos de pastos marinos estabilizan el fondo marino, sirven de trampa de sedimentos, mejorar la calidad del agua y alimentan directamente a más de 340 animales marinos, que sufren cuando se interrumpe la cadena alimentaria. Algunas especies muy susceptibles mueren en contacto con el crudo y se recuperan muy difícilmente. Aquellos animales con bajo potencial reproductivo y de dispersión tienen gran dificultad de recuperarse a largo plazo, en tanto que las especies que poseen un mayor potencial reproductivo se recuperan en menos tiempo. Finalmente, en ecosistemas costeros tropicales del petróleo afecta gravemente a las especies que anidan en la arena. Los huevos absorben la humedad del ambiente que les rodea, por lo que pueden absorber los hidrocarburos presentes. Si hay contaminación en zonas de anidación, el impacto puede ser catastrófico para la reproducción. Expuestos al petróleo en etapas más tardías, los embriones de tortuga son muy sensibles a los efectos tóxicos del petróleo. La contaminación por petróleo retarda la eclosión de los polluelos y produce anormalidad en el carapacho de las tortugas, especialmente cuando la exposición ocurre en las etapas tempranas, que es cuando éste se forma. Los huevos de pato silvestre también son susceptibles a la contaminación. Dado que la demanda de oxígeno aumenta con el crecimiento embrionario, la obturación de los poros del huevo por el petróleo produce alta mortalidad o disminución en la tasa de crecimiento. No cabe duda, pues, de que la actividad petrolera pone en peligro varios de los ecosistemas más importantes de los trópicos. 
Elizabeth Bravo. Coordinadora de Investigación del Oilwatch Secretariat, Quito-Ecuador.


Vertidos en el océano. Por Sophie Boukhari (1998):
El océano está cada vez más sucio porque, como siempre lo ha hecho, el hombre sigue tomándolo por un basurero. Los niños se compadecen de los delfines asfixiados por bolsas de plástico y de los pájaros atrapados en los restos viscosos de petróleo. Los amantes de los baños de mar se quejan de la proliferación de las medusas que ondean en la inmensidad azul. Los científicos constatan y miden la contaminación y explican que no saben cuánto tiempo el océano soportará una presión semejante. Los defensores de medio ambiente se desgañitan: ¡El mar no es un basurero! ¡Atajemos el desastre! Todos los años tres a cuatro millones de toneladas de petróleo van a dar al océano. Es cierto que las mareas negras son espectaculares y dan mucho que hablar en la presa, pero el peligro procede sobre todo de los cientos de miles de toneladas de hidrocarburos arrojadas por los buques. "Los accidentes de los grandes petroleros como el Torrey Canyon (1967) o el Amoco Cádiz (1978) son impresionantes, recuerda el experto británico Ray Griffith. Pero el medio marino es víctima de atropellos silenciosos con consecuencias mucho más graves, como la eliminación de gases de los barcos o el vertimiento de aceites usados". Sin embargo, la falta de escrúpulos de los navieros sólo es responsable de 25% de la contaminación marina por hidrocarburos. Según Tony Knap, de la estación de investigación biológica de las Bermudas, ésta tiende incluso a retroceder, ya que las concentraciones de alquitrán en alta mar están disminuyendo debido al perfeccionamiento de las técnicas de transporte y manipulación de los productos del petróleo. En cambio, la contaminación de este tipo, en un 60%, procede de la tierra: se debe esencialmente al derrame, a través de las canalizaciones urbanas, de aceite utilizados por los motores. El 15% restante proviene sobre todo de la actividad de las plataformas en alta mar de extracción de gas y de petróleo. El instituto francés de investigaciones IFREMER da la voz de alarma sobre otro peligro: la circulación cada vez más intensa de buques cargados de productos tóxicos, de materias explosivas, de desechos industriales y nucleares. Y advierte que las tempestades siguen arrojando a la costa barriles y recipientes escapados de esos cargamentos.

Bacterias viajeras:
Y, lo que es peor, multitudes de "pasajeros clandestinos" son transportadores muy a pesar suyo de un extremo o a otro del plantea: se trata de bacterias, virus y otros organismos contenidos en el agua de mar que los buques embarcan antes de partir para asegurar su estabilidad. Al llegar, se vierte esta agua que sirve de lastre sin haberla tratado ni filtrado previamente. Así, se calcula que más de 3.000 especies animales y vegetales se pasean cada día en el fondo de las embarcaciones. Según James Baker, de la National Oceanic and Atmospheric Administration (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), la famosa NOAA estadounidense, 80 millones de toneladas de agua "extranjera" se vierten anualmente en las aguas norteamericanas. Según él, en la región de San Francisco se han identificado 212 especies procedentes de otras latitudes. El Mediterráneo ha acogido también un centenar de nuevas especies salvajes en los últimos años, entre las que figura la famosa "alga mortífera" (Caulerpa taxifolia), escapada del acuario del Museo Oceanográfico de Mónaco. Ahora bien, esos intrusos pueden provocar la desaparición de parte de la fauna y de la flora autóctona y modificar los ecosistemas locales. Por consiguiente, las consecuencias del aumento de la navegación son variadas y, a veces, inesperadas. Pero, al igual que en la contaminación por hidrocarburos, los buques no son los principales responsables. Solo puede atribuírseles aproximadamente un 10% del total de la contaminación marina. Más de tres cuartas partes de la materias que degradan los océanos proceden de la tierra. Llegan infiltrándose en el suelo para reaparecer en los ríos que desembocan en el mar, por derramamiento directo o a través de la atmósfera, resume R. Griffith . Principales culpables: la falta de estructuras de saneamiento, la agricultura intensiva y la industria. Un 70% de los desechos vertidos en el Pacífico no reciben ningún tipo de tratamiento previo, señala El estado del medio ambiente (1997), publicado por el PNUMA. Según un estudio sobre el Mediterráneo de este organismo de las Naciones Unidas, todos los años se arrojan directamente en ese mar 1.700 millones de metros cúbicos de aguas servidas municipales, tres cuartas partes de las cuales no han sido tratadas. El Norte y el Sur están igualmente afectados, si bien los países en desarrollo acumulan los inconvenientes, ya que el fuerte crecimiento demográfico y la carencia de medios financieros y de expertos les impide hacer frente crecimiento demográfico y la carencia de medios financieros y de expertos les impide hacer frente al problema. En Francia, por ejemplo, un tercio de la población sigue consumiendo agua no purificada. En Egipto la bahía de Alejandría se asfixia, esencialmente a causa del derrame de las alcantarillas, hasta el punto de que algunas zonas como la rada de Abukir se consideran biológicamente muertas.

Contaminantes de origen agrícola:
El derroche de pesticidas, herbicidas y otros venenos procedentes de la agricultura intensiva permite a una parte de los habitantes del planeta disponer de alimentos a bajo precio. Pero priva a todos de ciertas delicias del mar. Transportados por cauces y ríos, esos compuestos químicos "afectarían el crecimiento y desarrollo de los organismos marinos, en particular las crías de los crustáceos, explica Griffith. Pueden modificar también la estructura de las comunidades de fitoplancton y perturbar la fotosíntesis." Y, lo que es peor, los fosfatos y los nitratos contenidos en los abonos químicos provocan "mareas rojas", es decir florecimiento masivo de algas unicelulares. "Las toxinas que éstas secretan llegan a través de la cadena alimentaria hasta los principales predadores, como los peces de gran tamaño", lo que no deja de ser peligroso para quienes lo consumen. "Esas mareas rojas pueden agotar también el oxígeno disuelto en el agua de mar" al punto de asfixiar la fauna y la flora. Además, los vientos transportan los contaminantes de origen agrícola a miles de kilómetros, incluso hasta el Artico, donde son absorbidos por los predadores locales.

Contaminantes industriales:
Por todas partes las industria regurgitan sus residuos en los ríos y sus gases tóxicos en la atmósfera. Por ejemplo, 66 mil millones de metros cúbicos de desechos industriales se evacúan todos los años en elMare Nostrum. El océano absorbe enormes cantidades de aceites minerales, detergentes, fosfatos, metales pesados: cadmio, plomo, cobre, zinc, empleados por las centrales metalúrgicas y, mercurio procedente de la actividad minera. En total, alrededor de un tercio de los contaminantes presentes en la atmósfera regresan al mar, a través de la lluvia o por depósito directo. De los siete mil millones de toneladas anuales de CO2 producidas por la actividad humana, el océano recupera por lo menos dos. Es sabido que éste constituye una formidable máquina recicladora de los gases naturales presentes en la atmósfera. ¿Pero hasta qué punto soportará el exceso de trabajo que le impone el ser humano? ¿Podrá, se preguntan con inquietud los científicos, adaptarse al recalentamiento climático provocado por las emisiones humanas de gases con efecto de invernadero sin que su equilibrio y su circulación se vean perturbados? En todas las latitudes, expertos, organizaciones de las Naciones Unidas y ONG agitan la bandera roja. Existe el riesgo de que el Mediterráneo corra la misma suerte que el Mar Negro cuyas aguas ya no contienen oxígeno disuelto mas allá de una profundidad de 150 a 200 metros, lo que limita el espacio vital disponible para los organismos marinos y provocan una pérdida de peces demersales de lento crecimiento, advierte el PNUMA. En el Pacífico, en las costas de California, las existencias deplancton han disminuido en un 80% desde 1951, probablemente a causa del recalentamiento climático, alerta de Scripps Institution of Oceanography. La biodiversidad se empobrece. Pero, por lo visto, aún no sabemos lo suficiente para actuar.


Fuentes terretres: Enorme lista de desechos:
El vertedero final para una gran parte de nuestros desechos es el océano. A él van a parar gran parte de los vertidos urbanos e industriales. No sólo recibe las aguas residuales, sino que, en muchas ocasiones, se usa para arrojar las basuras o, incluso, los residuos radiactivos. El 80% de las substancias que contaminan el mar tienen su origen en tierra. De las fuentes terrestres la contaminación difusa es la más importante. Incluye pequeños focos como tanques sépticos, coches, camiones, etc. y otros mayores como granjas, tierras de cultivo, bosques, etc. Los vertidos que siguen en importancia al de aguas residuales es el de nutrientes, los compuestos orgánicos sintéticos, los sedimentos, la basura y los materiales plásticos, los metales, los radionucleidos, el petróleo y los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Gran parte de estas sustancias se caracterizan por su toxicidad, la persistencia y la bioacumulación en la cadena trófica.

Accidentes marítimos:
Los accidentes marítimos son responsables de alrededor de un 5% de los hidrocarburos vertidos en el mar. En cambio, una ciudad de cinco millones de habitantes acaba vertiendo en un año la misma cantidad que derramó el Exxon Valdez en su accidente en Alaska. Aproximadamente un tercio de la contaminación que llega a los mares empieza siendo contaminación atmosférica pero después acaba cayendo a los océanos. En los fondos oceánicos hay, en este momento, decenas de miles de barriles con substancias como plutonio, cesio o mercurio, resultado de décadas de uso del océano como vertedero para grandes cantidades de desechos. Por ejemplo, como consecuencia de los accidentes sufridos por diversos barcos de guerra desde 1956 hasta 1989, ocho reactores nucleares completos, con todo su combustible, y 50 armas nucleares, se encuentran en el fondo de diversos mares del globo.

El exceso de aporte de nutrientes causa eutrofización en grandes zonas marítimas. En la desembocadura del Mississippi, por ejemplo, una zona de unas 4000 millas cuadradas, en las costas de Texas y Louisiana, ha perdido gran parte de su fauna como consecuencia del enriquecimiento de nutrientes continuado por el excesivo crecimiento de las algas y del empobrecimiento en oxígeno provocado por la putrefacción de estas algas. Alrededor del 60% de las especies viven en la franja de 60 Km más próxima a la costa. Todos ellos se ven especialmente afectados por la contaminación que afecta a los mares y océanos, especialmente en la cercanía de las costas, lo que es especialmente importante teniendo en cuenta que, según algunos cálculos, procede de las costas algo más de la mitad de todos los servicios que la naturaleza, en su conjunto, provee a la humanidad (que en un estudio hecho en 1987 se evaluaron en 21.500 miles de millones de dólares) La capacidad purificadora de las grandes masas de agua marina es muy grande. En ellas se diluyen, dispersan o degradan ingentes cantidades de aguas fecales, hidrocarburos, desechos industriales e, incluso, materiales radiactivos. Por este motivo es muy tentador recurrir al barato sistema de arrojar al mar los residuos de los que queremos deshacernos; pero en muchos lugares, los excesos cometidos han convertido grandes zonas del mar en desiertos de vida o en cloacas malolientes.


España: Investigación:
La investigación española en ciencias marinas la capitalizan en la actualidad dos Organismos Públicos de Investigación, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Entre ambos organismos suman cerca de 1.000 personas dedicadas al estudio del mar. La disciplina cuenta además con tres facultades de Ciencias del Mar, en las universidades de Cádiz, Vigo y Las Palmas, y con varios centros de investigación autonómicos que añaden personal e infraestructura.


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