martes, 15 de octubre de 2013

Disiento, Derecho de mayorías Uuc-kib Espadas Ancona. 11 de octubre de 2013.


Uuc-kib Espadas Ancona.
 Derecho de mayorías
El debate público sobre el derrotero del carnaval se ha polarizado y ha dejado ver pocos matices en las posiciones a favor o en contra de su permanencia en los principales espacios públicos de la ciudad. Sin embargo, resulta interesante que, contra lo que suele ocurrir, aquí las posturas no están alineadas ni con partidos ni con medios de comunicación, sino que dividen opiniones en estos y en otros espacios públicos, como la academia. Sin embargo, comienzan a aparecer opiniones más sofisticadas, que podrían llevar a opciones de consenso. Estos dos factores tendrían ya que llamar a la prudencia al alcalde, evitando tomar una decisión precipitada, y escuchando voces distintas de las mercantiles.
          Discrepo, sin embargo, de la idea de convocar a una consulta popular. Los derechos de la mayoría no incluyen el de cancelar los de las minorías, se hable de religión, política, sexualidad, capacidades individuales o propiedad. O, como es el caso, del derecho de festejar en las principales calles de la ciudad de la que cada quien es copropietario. Además, la hipotética minoría, que no es claro que lo sea, alcanza en la más moderada estimación las 150,000 personas.
          Los carnavales son, nos recuerda Ella Fanny Quintal, lo que los antropólogos llaman "ritos de inversión". Espacios sociales en el que los roles sociales se invierten. Esto se expresa en elementos que la comercialización lleva a disolver, como el disfraz, la burla a la autoridad y a otros notables, la toma de las calles, la momentánea igualdad social, la permisividad ante conductas normalmente sancionadas, incluidos, sí, en todos los carnavales del mundo, el travestismo y la ebriedad pública. Una de las funciones de estos ritos es servir de válvula de escape controlada a las tensiones sociales acumuladas en la vida diaria y favorecen la paz y tranquilidad cotidianas.
          Lejos de extirparse, el carnaval de Mérida debe abrirse. Regresar a la sociedad sus derechos, restringir el número de puestos de bebida y comida para revivir el viejo modelo en el que cada quien llevaba sus consumos. No dar concesiones exclusivas a ningún mayorista. Mejorar la seguridad regalando condones, como se hace en Brasil y ampliar la fiesta en distintas zonas de la ciudad.
          Ya vendrá el miércoles de ceniza.


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