domingo, 9 de octubre de 2011

EL PCM Y LA UNIVERSIDAD. LRT

SICLA. Sistema de Información Clasificada         Información Documental








Intervención realizada en el Edificio Carolino de la VAP\
Yo pienso, compañeros, que el Partido Comunista, nuestro PC, concretamente aquí en Puebla, tiene una presencia sumamente importante, ganada a lo largo de la lucha. El res­peto que estudiantes y universitarios sienten por nuestro partido no es una concesión gra­tuita. Creo que los comunistas hemos logrado ganar ese respeto y la prueba es queque- ramos o no, el partido tiene una gran presencia en esta Universidad y debemos esperar que esa presencia no solamente continué sino que se acreciente, y que la extendamos en el res­to de las universidades.
Desde 1950 la lucha ha sido muy difícil para la UAP. Recordemos el intento de mi­litarizarla por parte del gobierno de Avila Camacho; ante esta circunstancia fue el PC, pe­queño, chiquito, insignificante si ustedes quieren el que encabezó la gran acción de defen­sa de la Universidad.
Después vino la lucha contra el gobierno de Nava Castillo por la reforma universita­ria y por la transformación académica y democrática de sus estructuras. Ustedes no tienen idea de lo que era esta unversidad en los años 5Os y 60s. En esa época prevalecía la anti­democracia y el nivel académico era uno de los más atrasados del mundo. A veces, en for­ma de chiste, nos reíamos de las tonterías que aquí se enseñaban en las diversas áreas del conocimiento; pero esa era la realidad. Una universidad antidemocrática en la que la vo­luntad del rector o de la pandilla que lo apoyaba era la suprema ley; trabajadores, estu- dintes y maestros estaban sometidos a la férrea voluntad de aquellos que tomaban las decisiones. Así transcurrieron ios anos, los comunistas sufieron persecusiones, algunos fueron expulsados, otros tuvieron que salir pero volvieron a entrar como consecuencia de la lucha por la democratización. Desde entonces tenemos presencia, compañeros, y creo que nuestro deber es acrecentarla.
El programa actual de reforma universitaria no salió del aire, sino del trabajo de los comunistas poblanos. Fue producto de discusiones en las que participaron los camaradas, otros grupos y muchos universitarios, quienes recogieron la experiencia que habíamos acumulado a lo largo de muchos años. En este momento nuestra presencia cumple ya tres décadas. Desde 1950, el Partido, a veces en forma muy clara y en otras muy débil, casi os­cura, ha estado presente en todas las luchas. Esto le ha permitido acumular una tradición muy importante en Puebla,
En otros lugares del país, con mayor o menor presencia, hemos sido parte de las lu­chas, sin embargo, este planteamiento debiera ser motivo de otro tipo de análisis. Pienso


que nuestro Partido tiene una gran responsabilidad; debemos convertirnos en una fuerza motriz, que impulse, que empuje, que dirija, que de normas y orientaciones, guardando siempre el respeto que nos merecen los demás sectores universitarios. Esto es fundamental.
En algunos momentos hemos cometido errores, pero en términos generales se ha mantenido esta línea. De no haber sido así, hoy no estuviéramos aquí. Si nuestro Partido fuera impositivo, si manejara esta Universidad con mano de hierro, ya no estaríamos aquí. Hemos cometido errores, debemos reconocerlos, analizarlos y estudiarlos para evitarlos, pero creo que nuestra presencia ha sido fundamentalmente directora; por eso las masas se preguntan, frente a cada uno de los muchos problemas de la vida universitaria, cual es nuestra opinión en cada caso.
El Partido tiene una misión política fundamental. ¿Qué otro partido político en es­te país puede dar una orientación en el terreno de la educación superior, en los aspectos de la vida democrática del pueblo, de la vida sindical y de la organización campesina? ¿Qué otro partido puede, honestamente, dar una directiva justa que venga a resolver ^o ayudar a resolver- los grandes problemas de los diferentes sectores? Solamente nosotros. Esto no es jactancioso. Analicen ustedes las diferentes agrupaciones integrantes del mosaico de par­tidos de nuestro país y van a llegar a la conclusión de que el único que tiene realmente pers­pectivas, que puede proponer opciones, soluciones a los graves problemas nacionales, es el PC.
En este momento estamos en un proceso de avance muy importante, no solamente a nivel estatal sino nacional. Pero, quiero ser enfático, no debemos perder de vista que no­sotros no somos los únicos, ni una fuerza ciega que impone su voluntad sobre las demás fuerzas y sectores universitarios. Debemos caracterizarnos por hacer planteamientos jus­tos, que sea el Partido quien proponga las mejores opciones. Ya lo ha hecho en el pasado,
lo sigue haciendo en el presente y ésta deberá ser nuestra línea en el futuro.
Estoy de acuerdo con lo dicho aquí por los compañeros Luis Ortega y Alfonso Vé- lez, sobre las relaciones Partido-Universidad. Debemos discutirlas con mucho cuidado y establecer los límites entre Partido y Universidad, entre Partido y Gobierno, entre Partido y Sociedad; creo que la tesis que planteé en 1975 al asumir el cargo de rector, sigue sien­do válida; nuestro Partido no puede estar por encima de la Universidad. Igualmente pienso que los comunistas debemos aspirar a dirigir nuestra Universidad -ésta es una aspiración legítima- y para realizarla, para materializarla, debemos emplear los canales democráticos que nosotros mismos hemos discutido e impulsado.
Para terminar, quiero hacer referencia a dos puntos que me parecen de vital impor­tancia y sobre los cuales podemos y debemos discutir y trabajar. El primero se refiere a la acción del movimiento estudiantil y del movimiento sindical. Nosotros fuimos los impul­sores del movimiento sindical en ésta y en otras universidades. Fueron nuestros camaradas los mejores y más claros voceros de la creación de sindicatos en las universidades. Sobre el aspecto de la estructuración de la organización estudiantil se ha avanzado poco. Creo que mientras no exista un conjunto organizado de estudiantes que pueda tener una dinámica poderosa y que cuente con la mayoría de ellos en sus filas, nuestros planes de reforma universitaria estarán inconclusos. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que sea el Par­tido el que controle el movimiento estudiantil, pero sí debe ser el Partido el que lo impul­se, el que cree entre los estudiantes conciencia y necesidad de organizarse para plantear sus problemas y sus demandas a la par de los sindicatos ya existentes.
El segundo gran problema es el del sindicalismo, que debiera ser una fuerza que vi­gile los intereses justos y correctos de los trabajadores y que contribuya junto con los de­más sectores, a la resolución de los problemas y proyectos de la reforma universitaria. Se debe alejar de la mente de los sindicalizados las posiciones gremialistas, porque corremos el riesgo de que nuestro sindicato se encierre dentro de una problemática de defensa de intereses puramente gremialistas y que se convierta en un sindicato economicista. No di­go que esto sea malo; no me opongo a que el sindicato busque mejorías económicas para sus agremiados; esa es una de sus funciones. Pero se trata de una organización con carac­terísticas muy particulares, es un sindicato sui géneris, diferente del que puede establecerse en una fábrica o en una empresa; es un sindicato universitario que debe ser junto con no- sotros y con otros grupos avanzados de izquierda y con la masa universitaria, los que em­pujen los procesos de reforma.
Creo que si logramos impulsarla organización estudiantil, dejando que sean los alum­nos los que definan sus formas de organización y planteen a través de ese mecanismo sus problemas, estaremos contribuyendo como partido interesado en la universidad a la reso­lución de este gran problema. Y si a la vez logramos que nuestro sindicato se convierta en fuerza impulsora de la reforma universitaria, habremos dado un paso gigantesco en este proceso de adecuación de las tareas del Partido a la vida de la Universidad.




EXAMEN Y ALTERNATIVAS DE LA UNIVERSIDAD MEXICANA Discurso pronunciado en la XVIIIReunión Ordinaria de ANUIES,
realizada en Puebla
Sr. Lic. José López Portillo.
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos;
Sr Lie. Fernando Solana Morales. Secretario de Educación Pública;
Sr Lic. Ricardo García Sáinz. Secretario de Programación y Presupuesto;
Sr. Dr. Alfredo Toxqui Fernández de Lara. Gobernador Constitucional del Estado de Puebla;
Sn Arq. Jorge Enrique Zambrano Villa. Presidente de la X VIII Reunión Ordinaria de la Asamblea General de ANUIES;
Sr. Dr. Rafael Velase o Fernández. Secretario General Ejecutivo de ANUIES;
Distinguidos rectores de las universidades y directores de los institutos regionales del país;
Compañeros Universitarios; Señoras, señores.
Iniciamos hoy, con la presencia de los representantes de los centros de eduación superior, la XV11I Asamblea Nacional de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de


UNIVERSIDAD AUTONOMA DE PUEBLA Rector, licenciado Alfonso Vélez Pliego Secretario General, doctor Daniel Cazés Menache Secretario de Rectoría, licenciado José Doger Corte
Primera edición, abril de 1983 ©Universidad Autónoma de Puebla 4 Sur 104
72 000 Puebla, Pue., México. Impreso y hecho en México Prmted and made in México

UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD es una nueva colección de tas ediciones de la Universidad Autónoma de Puebla.
En ella se reunirán y se difundirán los documentos más importantes que se han producido en la creación y en el desarrollo del proyecto de la universidad democrática: desde sus antecedentes más remotos y los debates a que ha dado lugar, hasta los análisis de sus momentos históricos. Aquellos materiales que expresen las inquietudes, las concep­ciones y las prácticas de los universitarios que participan en la edificación de una sociedad democrática. Los documentos y estudios que ilustren las formas en que los procesos que se dan en la UNIVERSIDAD reflejan a los que acontecen en el conjunto de la SOCIEDAD, forman parte de estos últimos e inciden en ellos.
Varias son las instituciones de enseñanza superior en las que la Reforma Universita­ria Democrática ha llegado a avances de gran importancia que los universitarios democrá­ticos y de izquierda deseamos irreversibles, y que queremos elevar a planos superiores. Pero no existe aún un proyecto general de universidad alternativa que suscriban todos los universitarios partidarios de la Reforma en todo él pais, ni una sola alianza formal entre instituciones que garantice lazos, compromisos y unidad en las luchas convergentes, por encima de las vicisitudes de un proceso que es necesariamente prolongado y complejo. Ni siquiera una reflexión conjunta.
La colección UNIVERSIDAD y SOCIEDAD está destinada a convertirse en espacio de esa reflexión: para el análisis de las experiencias pasadas y también para la proyección futura de la universidad que hoy puede ser crítica, pero que logrará ser democrática y po­pular sólo cuando hayan desaparecido las condiciones de explotación y de opresión que lo impiden.
La colección UNIVERSIDAD y SOCIEDAD es parte de este proceso de democrati­zación, iniciado décadas atrás, y debe poder dar a los universitarios algunos de los instru­mentos que les permitan desarrollarlo hasta sus últimas consecuencias.
Enseñanza Superior. La importancia de este evento radica en la trascendencia de los obje­tivos que nos proponemos: Examinar la situación actual de la universidad mexicana y pre­sentar las mejores alternativas para ponerla en consonancia con el desarrollo general de nuestro país.
Las discusiones que en reuniones anteriores se han realizado, así como el interés que los universitarios y el Estado demostramos por esta problemática, revelan la necesidad de impulsar profundos cambios en el sistema educativo superior, para incorporarlo plenamen­te a su elevada misión de contribuir a la solución de los graves problemas nacionales y res* ponder a las demandas y exigencias de los amplios sectores de nuestra población.
Centramos nuestra atención en las transformaciones de fondo del sistema de educa­ción superior y en la redeflnición de sus objetivos, organización y relaciones para superar la crisis que padece y que se manifiesta con singular agudeza en las universidades públicas.
Con esta reunión de la ANUIES, no se inicia ni culmina un proceso de análisis de la problemática de la educación superior. Muchos esfuerzos hemos realizado los universita­rios del país para conocer y resolver los problemas que nos afectan y muchos serán tam­bién los trabajos a desempeñar en esta orientación. En este esfuerzo se han manifestado, y no podría ser de otra manera, distintas concepciones y enfoques de ia comunidad uni­versitaria nacional sobre las tareas de hoy. De ahí que lo más importante en tal proceso, es acercarnos con espíritu abierto y democrático, a las políticas más acordes con los inte­reses de nuestro país, representados en primera instancia, por los millones de mexicanos que producen la riqueza nacional.
Por mi parte quisiera hacer algunas reflexiones sobre la forma como ios universita- ris poblanos observamos la crisis de la universidad mexicana y las alternativas de solución que propugnamos e implementamos al respecto.
La crisis por la que hoy atraviesa la universidad no es de ninguna manera privativa del sistema educativo superior, sino que constituye una expresión de la crisis general que vive nuestro país en los diversos ámbitos de la economía, la política y la cultura.
En este sentido, los universitarios poblanos consideramos que no es posible solucio­nar la problemática educativa haciendo abstracción de los grandes problemas nacionales.
Debemos estar conscientes del papel positivo y transformador que pueden jugar las universidades y el conjunto de las instituciones educativas, en la superación de la crisis.
Pensamos que debe existir correspondencia adecuada entre los intentos de solución de la crisis general de nuestro país y los intentos de solución de la crisis del sistema educa­tivo superior.
Del examen de esta problemática, podemos concluir que la participación de los uni­versitarios y sus instituciones no pueden restringirse a los aspectos meramente educativos sino que, por el contrario, la situación actual reclama de las universidades y de sus inte­grantes un compromiso real para contribuir al desarrollo nacional. Para esto es necesario el establecimiento de relaciones universitarias con todos aquellos sectores de la población interesados en asegurar la independencia económica del país, el ejercicio real de su sobe­ranía, el fortalecimiento de su vida democrática y la elevación del nivel de vida de las gran­des masas populares, resolviendo los problemas seculares de alimentos, habitación, salud, empleo y educación. En este sentido, ia superación de la crisis del sistema educativo co­rresponderá a los avances en la solución de la crisis general de nuestro país. Y en este con­texto la universidad deberá presentar las aportaciones más importantes, en el terreno de la ciencia, la tecnología, la educación, la cultura y la crítica social, para corresponder real­mente a los intereses de los trabajadores y del conjunto de nuestro pueblo.
Quisiera reiterar que la universidad mexicana, necesitada de profundos cambios en sus relaciones internas y en sus relaciones con el Estado, encontrará mejores cauces para su propia transformación dentro de los marcos del fortalecimiento y extensión de su au­tonomía.
Esta es la condición sine qua non de cualquier proyecto nacional de desenvolvimien­to universitario. Sin una auténtica autonomía universitaria, elevada al rango de garantía constitucional, no sólo sería difícil superar la crisis señalada, a cuya solución estamos apor­tando esfuerzos, sino que ésta se agudizaría con toda la secuela de hechos negativos que
Para nosotros, como para muchos universitarios del país, antes que proponer esque­mas o fórmulas técnico-administrativas, encaminamos nuestros esfuerzos en definir las orientaciones más adecuadas que conlleven la transformación integral de las universidades.
En este sentido, creemos que nuestra mejor contribución consistiría en el impulso a) fortalecimiento de la autonomía universitaria y de la vida democrática de las institucio­nes educativas.
Nuestro país experimenta cambios dentro de su estructura económica, política y so­cial. Esta realidad exige, entre otras cosas, mejor preparación científica, política y cultural, a los jóvenes que ingresan a las instituciones de educación superior.
La responsabilidad que ésto implica —y que resulta cada vez mayor por la magnitud que adquiere el fenómeno de la masificación-, nos obliga a encontrar una acción común entre las universidades y el Estado, para responder al compromiso de educar a nuestro pueblo.
Para ésto, las formas y métodos con los que hasta ahora se han venido resolviendo las necesidades materiales de las universidades, deben transformarse definitivamente.
Tenemos que abrir paso a mecanismos más acordes con el desarrollo de nuestras ins­tituciones, preservando lo fundamental: el respeto a su autonomía y la obligatoriedad de! Estado a financiar de manera suficiente la educación superior.
Se debe dotar a las universidades de los recursos necesarios para realizar sus objeti­vos, tomando como base los requerimientos de sus planes y proyectos de desarrollo, el crecimiento de los sectores que las integran, el alza de los precios, las mejoras salariales, las prestaciones sociales para sus trabajadores y la eliminación de criterios políticos e ideoló­gicos en el otorgamiento de sus fondos presupuestarios.
No desconocemos las limitaciones del erario público y las dificultades económicas del Estado para atender los problemas más apremiantes de la nación. Por el contrario, pensamos que en la actual fase de desarrollo del país, más que nunca se torna importante el establecimiento de soluciones democráticas y populares para una mejor distribución de los recursos existentes, de acuerdo a las necesidades prioritarias de nuestro pueblo, como la creación de fuentes de trabajo, la atención de problemas relacionados con la salud, la vivienda, la alimentación y la educación, que conlleva, obviamente, no sólo la necesidad de un desarrollo económico sostenido, sino también la necesidad de distribuir la riqueza en forma más equitativa, como la apremiante tarea de abordar el desarrollo económico y social del país de una manera más equilibrada.

En esta orientación cobra importancia una iriyor intervención de] Estado en la vida económica y la introducción de modificaciones importantes en el terreno de la política fiscal, para obtener mayores recursos y atender las necesidades prioritarias del país. De esta manera consideramos compatibles el imperativo de solucionar los problemas presu­puestarios de las universidades y del sistema educativo en su conjunto, con la distribu­ción y uso racional de los recursos del Estado.
La universidad mexicana de hoy, es una institución de masas. Su realidad actual le exige también marcos distintos para asegurar su pleno desarrollo. En su seno se manifies­tan fenómenos nuevos. La presencia de miles de jóvenes, que exigen participación activa dentro del ámbito universitario,de los trabajadores universitarios académicos y administra­tivos, que exigen también el reconocimiento de sus derechos laborales establecidos en la Constitución y actúan a través de sus organizaciones sociales. El interés creciente de ios universitarios por intervenir en las decisiones institucionales y llevar a la práctica formas más elevadas de autogestión.
Dentro de las universidades, además de la existencia del sindicalismo, se desenvuelve una amplia gama de corrientes ideológicas y políticas.
Estos rasgos nuevos de las instituciones de educación superior, si bien han contribui­do efectivamente a profundizar la crisis de la educación tradicional, prefiguran, en cambio, algunas de las características de la nueva universidad.
Sin embargo, para que pueda cristalizar esta transformación progresiva de nuestras instituciones, es determinante modificar sus estructuras actuales, sus funciones y su régi­men jurídico.
Ninguno de los nuevos fenómenos que viven las universidades desquicia la vida uni­versitaria.
Por el contrario, han sido agentes importantes que impulsan su transformación para un mejor cumplimiento de sus fines.
Esto lo decimos sobre la base de la experiencia que hemos recogido del proceso de reforma universitaria, implementado en nuestra Máxima Casa de Estudios, de tal forma que podemos decir con sinceridad que el proyecto de Universidad Democrática, Crítica y Popular, enarbolado ya por miles de universitarios en este país, es la respuesta más acorde a las interrogantes universitarias que se presentan.
Este proyecto lo ofrecemos fraternalmente a la comunidad universitaria nacional.
Estamos en la antesala de importantes transformaciones en el régimen jurídico de las universidades.
Debemos buscar cuidadosamente el marco más idóneo para la superación de nuestros problemas, pues al no contemplar los signos de nuestro tiempo, se puede provocar a muy corto plazo un debilitamiento substancial de las tareas universitarias.
Algunas de las conclusiones a las que hemos llegado en el terreno de las transforma­ciones jurídicas nos permiten afirmar que, además de los elementos más generales que tie­nen que ver con la autonomía universitaria, con la obligatoriedad por parte del Estado al financiamiento de la educación superior y con los derechos laborales de los trabajadores, que corresponden a un marco jurídico más amplio y de alcance nacional, también se debe permitir a los propios universitarios que sean ellos quienes encuentren las formas más ade­cuadas de organización, de relaciones internas y de participación activa en esta gran tarea que se levanta ante todos los universitarios del país, tema central de los debates que este día se inician en el seno de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Ense­ñanza Superior. Gra de es nuestra responsabilidad y grandes son nuestras tareas, pero estoy convencido de que con el entusiasmo y conciencia que anima la comunidad universitaria nacional, podremos avanzar y dar a nuestro país una nueva universidad, más acorde con
las demandas del pveblo de México.
Bienvenidos a Puebla, señor Presidente, señores funcionarios, señores rectores, seño­res directores, señores delegados.
Esperamos que su estancia en esta capital del Estado de Puebla sea placentera y sirva para trazar las metas, los objetivos y los caminos del futuro de la educación superior en nuestro país.
Muchas gracias.





LA FUENTE DEL PENSAMIENTO
La NECESIDAD de poner de relieve una serie de problemas de la Universidad Autónoma de Puebla impulsó a un grupo de estudiantes a sacar a la luz pública este periódico, pen­sando que la solución de dichos problemas se facilitaría a través de la discusión ecuánime y serena de los mismos y de la influencia que pudiera ejercer esta publicación en el mode- lamiento de una conciencia genuinamente universitaria.
En el pensamiento de un gran número de estudiantes y profesores se pone en claro que las principales dificultades de nuestra Universidad giran en torno al concepto de Re­forma Universitaria. ¿Qué es la Reforma Universitaria? ¿Cuál es su significado y alcance?, y una vez precisada y esclarecida esta interrogante ¿cuáles son los caminos que pueden conducir a las metas planteadas?
A partir del movimiento de 1961, entró a formar parte del lenguaje universitario el término Reforma Universitaria pero (que sepamos), nadie se ha tomado el trabajo de es­clarecer este concepto. Más aún, en muchos discursos se menciona con énfasis la mencio­nada reforma, sacándose la impresión de que se encuentra en marcha y de que está en ca­mino de convertirse en realidad.
Ciertamente el haber eliminado de la dirección de la UAP a los grupos conservadores que habían pretendido hacer de ella un reducto obscurantista fué, sin duda alguna, un pa­so esencial en dicha dirección. Pero indudablemente esto no es todo; una reforma, cual­quiera que sea su índole, implica un cambio, una transformación en sentido progresivo y, si se quiere, implica también una regeneración. Esto es: dar un nuevo ser a nuestra Univer­sidad para que realice a plenitud las altas funciones que le han sido encomendadas.
En primer lugar entre estas funciones destaca, por su importancia, la calidad de la enseñanza universitaria. Es doloroso, pero debemos reconocerlo, que nuestra Universidad no se distingue por la alta calidad de sus estudios. Es verdad que en algunas Escuelas se están haciendo esfuerzos serios por remediar esta situación pero en otras, y tal vez sean la mayoría, subsisten profundas lacras que se manifiestan en un profesorado incompetente y faltista, en que aún no han sido modernizados sus planes de estudio, en una aguda caren­cia de bibliotecas y laboratorios proyectados bajo un plan racionalmente concebido, y otras más que sería largo mencionar.
Este panorama produce la impresión de que ciertos sectores universitarios actúan como si el desarrollo de la ciencia y de la técnica moderna fuera un fenómeno extraño y
hasta hóctfl, en cierta forma, a la propia UAP o por lo menos un hijo innecesario y costo­so, reservado solamente para algún privilegiado.
Paro no afilo es una tocto universitaria la preparación de profosionlslas idóneos, si- no que su actividad va mucho mis tojos. Toda gran universidad es un centro de investiga­ción científica a través de institutos, departamentos, etc., los cuales tienen a su cargo lo que ha dado en llamarse la "investigación básica**.
Una mirada superficial basta para enterarse de los grandes principios científicos, en todas las ramas del conocimiento humano, han sido descubiertos en los centros de inves­tigación y por científicos universitarios. Después estos conocimientos son utilizados de mil maneras, formando las bases de la aplicación tecnológica. Y nuestro país, tan lleno de ca­randas en todos sentidos, necesita investigadores y técnicos que contribuyan al desarrollo económico de México. He aquí una tarea de gran importancia; la de construir genuinos institutos de investigación, con personal de gran solvencia científica que, además de tra­bajar en su propio campo, preparen a la joven generación de científicos del futuro. Basta ya de institutos fantasmas que no realizan ninguna tarea constructiva y sí desprestigian a la UAP.
En tercer lugar, la Reforma Universitaria requiere el establecimiento de nuevos cri­terios, estrictamente universitarios, para juzgar y resolver la multitud de problemas que surgen a diario. A estas alturas resulta fatalmente intolerable que algunos graves problemas tengan que ser discutidos bajo la presión de grupos de estudiantes que esgrimen, en lugar de razonamientos, el "argumento" nada convincente del escándalo y de la manifestación ruidosa y violenta de sus simpatías o antipatías. Resulta ataimente imposible identificar estas manifestaciones con el genuino estusiasmo y alegría juveniles.
Por último, y no por ello menos importante, se encuentra la proyección de la UAP hada el pueblo, de quien forma parte entrañable, a quien se debe en todas formas y de quien recibe, en última instancia, el aliento y el estímulo que se manifiesta en mü formas; tangibles unas, intangibles las otras. Pero esta proyección debe ser efectiva, manifestada en actos concretos, y no meramente un pretexto para algún discurso ocasional o como un mero recuno retórico.                                                                                                                                                                                         \
Desde luego, entendemos que no existen recetas de fácil aplicación para la solución de todos estos problemas, pero creemos que el plantearlos es ya, de por sí, un paso im­portante de superación sobre todo si se aportan soluciones constructivas al caso.
Así, este periódico pretende ser la fuente del pensamiento auténticamente universi­tario, expresado a través de la palabra reflexiva, sensata y libre de toda ofuscación.
•Hrtódbo La ftiabrm, NÚm. Mfio 1H. Flubk de Z., Hcnkmbrt d* ¡963.


LOS 25 AÑOS DE REFORMA UNIVERSITARIA EN LA UAP Articulo periodístico hecho público befo seudónimo (LUCIO RITAS)
Ia primen botella
Pan 1950, la Universidad de Puebla -aún no era autónoma- contaba con poco mis de 4 000 estudiantes y con un presupuesto anual de 800 mil pesos. Los profesores recibían 130 por hora-clase y los directores un sueldo de 150 pesos mensuales.
El Gobierno estatal mantenía sobre la Universidad ua control y una ingerencia into­lerables: nombraba y destituía autoridades (El artículo 21 de la Ley Orgánica vigente en ese entonces, señalaba: "El rector será nombrado por el titular del Departamento Ejecu­tivo del Estado y podrá ser removido libremente por éste"}. Se permitía que los grupos mis retrógrados realizaran toda dase de actividades a la vez que se impedía que las fuer­zas progresistas te expresaran libremente. La antidemocrada y el autoritarismo eran nor­mas legales con base en el artículo So. de la misma ley que señalaba: **..m adopta una disciplina estricta, botada en el respeto a las jerarquías oficíeles, en la obediencia exacta..."
Los planes de estudio y los programas estaban impregnados de dogmatismo religio­so y anticientífico. La vida cultural de la Universidad era pobre y su patrimonio estaba sujeto al taqueo constante.
Las asociaciones estudiantiles servían únicamente para organizar bailes de fío de año, que dejaban jugosas ganancias a líderes venales. Otras actividades sobresalientes consistían en ir a misa a dar gracias.
Sin embargo, ese alio te da un hecho que vino a tener un gran significado para el de* «arrollo académico y político de la Universidad de Puebla: te funda la Escuela de Física, la segunda de este género en el país. Naturalmente, la Escuela de Física inmediatamente fue blanco de tos ataques de la reacción: "¿pan qué una escuela de ese tipo?", "es un des» püfarro" "un lujo", "es un gasto innecesarioargüían los oscurantistas enemigos de la ciencia y del progreso.
Ese mismo año se da también otro hedió importante: se integra el Comité Estatal del Partido Comunista Mexicano, con Mónico Rodríguez como Secretario General. Al mismo tiempo, la Juventud Comunista forma sus primeros chibes.

Dos afios después, en 1VS2, «i Gobernador del Estado, GraL Rafael Avila Canncfao» intenta militarizar la Universidad de Puebla. Ello provoca la renuncia del Lic. Horacio La- bastida, entonces rector. En su lugar es nombrada una Administración militar encabezada por el Lie, Vergara Soto, en Rectoría, y el Capitán Díaz Sánchez, en la Oficialía Mayor. En ese momento de embestida reaccionaria, la Juventud Comunista de la Universidad de Puebla lanza un volante rechazando la militarización y llama a la lucha contra ella; de 'Gobernador antipopular y antiestudiantil7' se calificaba a Avila Camacho, La lucha se in­tensificó y los mítines, reuniones y asambleas masivas impusieron la victoria. Las preten­siones castrenses fracasaron y el Lic. Guillermo Borja sustituyó a Vergara Soto de la direc­ción de la Universidad.
Esta fue la primera gran movilización que se dio en la Universidad de Puebla. La pri­mera piedra sobre la cual se construyó el gran edificio de la reforma universitaria y de la universidad democrática, crítica y revolucionaria.
Sin embargo, ese combate no logró convertirse en el inicio de un proceso transfor­mador de la vida y de la orientación social de la Universidad. La victoria no se consolidó. Las fuerzas revolucionarias eran nuevas y débiles y los enemigos poderosos. El control del clero sobre el pueblo era sólido. El fanatismo religioso imperaba por doquier y el antico- munismo reinaba aún en las filas estudiantiles.
Así se desató una poderosa contraofensiva encaminada a aplastar a la Juventud Co­munista de la Universidad de Puebla. En septiembre de 1952 una asamblea estudiantil mangoneada por derechistas enjuició, expulsó y golpeó a varios militantes destacados de la Juventud Comunista. Fue el inicio de un repliegue de esta organización revolucionaria y el inicio de una etapa de crisis que se prolongó por varios años, hasta que en 1955 se creó el círculo de estudios José María More los y Pavón.
La negra época del rector Bautista O'Farril
Gonzalo Bautista O'Farril fue el rector de la Universidad en los años 1954 y 1955. Como ge­nuino representante de la burguesía poblana más reaccionaria, reforzó el anticomunismo y favoreció la corrupción. Precisamente en esos años alcanzó su climax el saqueo de incu­nables, pinturas y lámparas coloniales propiedad de la Universidad.
A raíz de una denuncia policíaca aparecida en un diario capitalino, se expulsó de la dirección de la escuela de Física y de la Universidad al Ing. Luis Rivera Terrazas. Fue un golpe duro para las corrientes progresistas que se manifestaron dentro de la Universidad.
La derecha se organizó. En 1955 se constituye el Frente Universitario Anticomunis­ta (FUA), presidido por Jesús Corro Ferrer, al que tiempo después se le comprobó que co­braba en la embajada norteamericana. El apoyo de Rectoría a este grupo fascista era total, que, además, ejercía una gran influencia sobre muchos maestros universitarios.
El FUA introdujo la violencia dentro del movimiento estudiantil. Sus métodos esta­ban basados en la agresión y el ataque físico. Carecía de una plataforma política definida, pero contaba con grupos de choque dispuestos a entrar en acción en cualquier momento. UA pesar de que los cánones indiquen lo contrario; la lucha entablada en el aire enrarecido de una estructura mental de la Colonia, no respeta los esquemas prevalecientes y poco a poco va forjando su propia lógica de desarrollo", diría afios más tarde nuestro camarada Enrique Cabrera, refiriéndose al problema de la violencia.
El nivel académico estaba por los suelos y la seudociencia en su apogeo. En cursos de Sociología, por ejemplo, se enseñaban las "apariciones del Tepeyac" y por los pasillos del edificio Carolino veíanse pasar ridiculos desfiles de los consejeros con toga y birrete.
A pesar del clima prevaleciente, la salida de Bautista O'Farril de la Rectoría de la Universidad de Puebla, estuvo acompañada de un amplio prestigio político.
No era casual lo que ocurría en la Universidad; ésto era reflejo de una situación real que vivía la sociedad poblana, convertida en feudo de los clanes avüacamachistas y de Jenkis, quienes contaban también con el respaldo del clero.
La izquierda desplegaba su acción en condiciones difíciles. En 1952, el Partido Co* munista dio un fuerte combate contra el terror cromista en AtÜxco. En 1953,8c creó el Comité Estatal del Movimiento Mundial por la Paz, organismo encabezado por el Dr. Ig­nacio Hermoso. Sin embargo, estas actividades no eran aún lo suñcientemente poderosas como para romper el control y la manipulación reaccionarías.
Llegó así el año 1956, momento en que la Universidad de Puebla logró su autono­mía.
En noviembre de 1956, Rafael Avila Camacho, Gobernador en turno del Estado de Pue­bla, concedió la Autonomía a la Universidad de Puebla.
¿A qué obedeció este hecho?, ¿Con qué propósito se hizo?, ¿Fue progresista?, ¿se trató de una maniobra?
Para entender el carácter de esa medida es necesario reconocer que para esas alturas, la calidad y el tipo de enseñanza impartidas en la Universidad de Puebla eran insuficientes para cubrir los requerimientos de los nuevos grupos burgueses. No bastaban ya aquellos supuestos ingenieros, médicos (que más eran chamanes), químicos (que semejaban emplea­dos de botica), que formaba la Universidad de Puebla.
Sin embargo, los grupos oligárquicos tradicionales, de donde provenían algunos de los nuevos grupos burgueses, mantenían un sólido control del aparato estatal. No existía -ni había posibilidades para que existiese-, un sector liberal o democrático de la burgue­sía, con fuerza suficiente para implantar una serie de cambios reformistas. Empero ese re­lativo desajuste entre Universidad y burguesía estaba presente y un intento tímido y li­mitado por darle salida, fue la autonomía. La urgencia "de métodos de trabajo para adap­tarse a las formas permanentes y a las cambiantes de la sociedad'9 y "el inaplazabe orde­namiento y acomodo de los diferentes planes de estudio, para evitar que sean incomple­tos o excesivos, y, sobre todo, que en la mayoría de los casos no se cumplan en su inte­gridad" son algunos de los considerandos que fundamentan la iniciativa de Ley Orgánica de la UAP de 1956.
Pero esa Ley era profundamente antidemocrática. Las estructuras rígidas y autori­tarias de organización y funcionamiento de la Universidad se mantuvieron intactas. No era ya el Gobernador quien imponía rector, sino un Consejo de Honor nombrado preci­samente por el Gobernador. Y los más renombrados reaccionarios de la época, Caballeros de Colón en primer término, fueron miembros del Consejo de Honor. Las funciones del Consejo Universitario estaban restringidas.
Por su parte, los estudiantes seguían teniendo la obligación de "sujetarse estricta­mente a la disciplina que se establecía en la Universidad y cumplir exactamente las dis­posiciones de las Autoridades Universitarias" (art. 55). La Federación Estudiantil Pobla­na, corrompida y amafiada, estaba en manos de la derecha, y era la que designaba a los consejeros universitarios alumnos.
Veinte afioa después de expedida la primera Ley Orgánica de la Untoctfdad de Puebla, en algunos aspectos había retrocesos considerables. El más importante fué sin duda alguna d referente a las atribuciones y patrimonio de la Universidad.
Mientras que la Ley Orgánica expedida en mayo de 1937 en su artículo Tercero es­tipula que:
"La Universidad quedará integrada por las siguientes Instituciones:
L Colegio del Estado que comprende las siguientes organizaciones:
a)        Bachilleratos;
b)           Facultad de Filosofía y Letras; Facultad de Derecho y Ciencias Sociales; Facul­tad de Medicina; Facultad de Ingeniería; Facultad de Química y Farmacia; Facultad de Comercio y Ciencias Administrativas; Facultad de Odontología;
II       Escuelas:
Escuela Secundaria; Escuela de Bellas Artes; Escuela de Extensión Normal Superior; Escuela de Educación Física; Escuela de Música, Declamación y Teatros.
III      Institutos:
Biblioteca Lafragua; Biblioteca Palafoxiana; Observatorio Meteorológico; Instituto Obrero; Museo del Alfeñique; Museo Comercial; Hospital "Francisco Main", Dirección de Turismo.
En la Ley Orgánica de 1941, promulgada por el Gobernador Gonzalo Bautista, el artículo 6o. señalaba.
"La Universidad estará integrada por tos siguientes Institutos:
/Escuelas:
Los bachilleratos de las diversas facultades.
II Facultades de:
al Medicina
b)  Derecho y Ciencias Sociales
c)  Ingeniería
d)  Ciencias Químicas
e)  Odontología
f)  Comercio y Ciencias Adiministrativas
Bfl Departamento de Extensión Universitaria y labor social:
La Universidad perdió así una buena parte de su patrimonio material y cultura: La facultad de Filosofía y Letras, la Escuela Secundaria, Escuela de Bellas Artes, Escuela de Extensión Normal Superior, Biblioteca Palafoxiana, Museo del Alfeñique y Hospital "Fran­cisco Marín" entre otras.
Y, naturalmente, la Ley Orgánica de 1956 sanciona este hecho 20 años después de creada la Universidad de Puebla que, con la autonomía ya aceptada, su patrimonio y fun­ciones habían sido restringidas notablemente.
En esas circunstancias era difícil prever que afios después, en una nueva correla­ción de fuerzas, las corrientes democráticas harían efectiva y real esa autonomía, y ésta serviría como una gran arma política contra sus creadores.
Publicado en el No. 4 de "CRITICA (Primer Trimestre de 1980)
Critica. Comparada con las instituciones de educación superior del país, no se puede negar que la UAP es una universidad democrática. Sin embargo, todavía no hay paridad en el Consejo Universitario; existiría aún -son críticas que se hacen— tomas de decisión verti­cales y autoritarismo en las instancias de dirección universitaria. A su juicio ¿Cuáles serían los motivos de esta contradicciones?
LRI. Creo que no es correcto hablar de decisiones autoritarias. Las grandes decisio­nes se han tomado con base en el consenso y en la participación de las grandes masas universi­tarias. A veces es necesario que las autoridades tomen decisiones sobre problemas de su com­petencia, decisiones que en ningún caso exceden al margen de sus atribuciones. Pero las grandes líneas, las grandes decisiones, se han tomado a través del consenso universitario. En ese sentido, insisto, creo que no puede formularse una acusación de antidemocracia, de autoritarismo. Esta consideración es muy importante, y debe tomársela en cuenta para poder emitir juicios certeros que permitan fijar las bases del desarrollo futuro. Sucede que aún no se han definido los límites de actividad de cada una de las distintas instancias; falta establecer las relaciones entre los diferentes sectores y precisar sus funciones y responsabi­lidad. Esta falta de delimitación de funciones hace aparecer, a veces, determinadas resolu» ciones como autoritarias, cuando lo que en realidad sucede es que las resoluciones deben adoptarse para no frenar el desarrollo de la institución, porque tampoco es posible dejar a la universidad al garete. Una vez delimitadas las funciones de cada uno de los sectores, de las diferentes instancias, éstas adoptarán las medidas pertinentes en el lugar y en el tiempo que correspondan. Por ello es tan importante la nueva ley orgánica, que estable­cerá las funciones, las competencias y las responsabilidades de cada sector. Cada uno de estos sectores deberá funcionar democráticamente, pero evitando caer en un "democra­tismo" o en un "populismo" de tal modo que —como ejemplo ridículo- haya que con­vocar a las masas para nombrar un intendente. Habrá que tener mucho cuidado de caer en esas aberraciones.
Crítica. El último movimiento por aumento de subsidio ha dado lugar a diversos co­mentarios, Por ejemplo, se dice que el movimiento puso en evidencia la existencia de una crisis de dirección en todas las instancias —también en las instancias sindicales. ¿Podría decirse que existe una crisis de dirección universitaria en el momento actual?



jos, las funciones y las responsabilidades de los trabajadores, lo cual ha impedido que un funcionamiento más eficaz. La reforma administrativa tiene por objeto fijar las generales de funcionamiento de la universidad en forma coherente, para no entrar en tradicción ni con los sindicatos, ni con la reforma universitaria, ni con las tareas de ción académica.
Crítica. Por lo que usted menciona, la reforma administrativa tiene que estar estrechi te relacionada con lo académico. Al respecto existen comentarios de la gente que part* en el sindicato en el sentido de que la burocracia en la universidad se debe a la falta aplicación de la reforma administrativa, lo cual, a su vez, impide el desarrollo acadéi Por otro lado, hemos receptado comentarios de compañeros de la institución en cu; a que la burocracia sindical es la que impide o por lo menos frena, el desarrollo académic& A su juicio ¿En dónde radicaría el problema?
L R T. El problema es múltiple y muy complejo. No se puede decir qué responsabt» lidades tiene cada parte- Pienso que hasta el momento el sindicalismo ha tenido un papel importante; sin él no hay reforma universitaria, sin sindicatos no hay reforma universitaria. El problema que yo observo es que existe un gremialismo fuertemente arraigado en algu­nos compañeros sindicalizados. Da la impresión de que se interesan solamente por sus de­mandas económicas, que todo lo demás no tuviera importancia para ellos. Creo que Ies está faltando una visión de lo que representa el sindicalismo en nuestra realidad universitaria, que están olvidando que participan en un movimiento de una gran unidad, en un movi­miento universitario que enfrenta problemas tan importantes como el desarrollo de la universidad, su superación académica, la reforma universitaria, la reforma administrativa y que, en consecuencia las reivindicaciones de tipo económico que plantean no son sino un problema más. De no comprenderse esto se podría presentar una peligrosa desviación.
Crítica. Este gremialismo que se expresa en algunos miembros sindicalizados ¿Es una desviación, como usted señala, o de alguna manera refleja una limitación estructural de nuestra universidad? La cuestión es la siguiente: si la universidad funciona ajustadamente con su estructura democrática interna -cada Escuela con su Consejo de Gobierno; el Con­sejo Universitario, paritario y con una activa participación y genuina representatividad de sus integrantes- dictando la política académica del conjunto de la institución, ¿hasta qué punto serían necesarios, entonces, los sindicatos? En la vida democrática estarían re­presentados los intereses de los maestros y de los trabajadores. Hacemos esta pregunta porque pareciera que en algunas ocasiones los sindicatos se ven forzados a adoptar posturas gremialistas para poder subsistir como tales, y esto acarrea contradicciones: o hay una du­plicidad de instancias para resolver las mismas cosas sobre los mismos intereses entorpe­ciendo burocráticamente las resoluciones, o bien la gente se ve en la necesidad de actuar en la estructura democrática de una determinada forma y como sindicalista de otra. Esto excedería el marco de una simple desviación. No obstante, si es efectivamente una desvia­ción ¿Cómo podría corregirse?
L R T. Creo que es un problema de inmadurez, de inexperiencia, que podemos y que estamos a tiempo de corregir. Los compañeros sindicalistas a que hacíamos referencia, deben comprender que tienen una responsabilidad mayor que la simple defensa de los in-

económicos de los trabajadores, la responsabilidad de participar en el desarrollo de ersidad, en la reforma universitaria, apoyando y sosteniendo sus puntos, impulsán- Pueden presentarse situaciones anormales, por ejemplo cuando el sindicato —con intención, sintiendo seguramente que esa es su obligación- defiende a un trabajador no se ha caracterizado pecisamente por cumplir con empeño su responsabilidad. De •r así, objetivamente, de hecho, el sindicato se convertiría en cobijador de irrespon- lidades si no le dijese a ese trabajador: "Compañero: estás faltando ¿Porqué has Üe~ > tarde?, ¿Por qué saliste durante las horas de trabajo?" No obstante, considero que conjunto de problemas tiene solución. Un elemento que seguramente va a contribuir lucionar esos problemas es sin duda la elaboración de un reglamento interior de traba* qn el que ya estamos trabajando de consuno con los sindicatos. Mediante ese reglamento p. podrán solucionar problemas tales como la delimitación de las responsabilidades de los tobajadores, precisar sus funciones, asegurar el cumplimiento de sus labores, etc. Empero, -p no logramos superar esos problemas, hacemos peligrar el mismo proceso de reforma jpiiversitaria. Por otra parte, pienso que el funcionamiento perfecto de la universidad de* mocrática que nos hemos propuesto es un objetivo cuya realización sólo podremos alcan­zar a través de un largo y complejo proceso. Pienso que cuando lo alcancemos, quizás en ese momento los sindicatos dejarán de tener sentido, razón de ser. Pero tomará tiempo llegar a esa meta. En este momento el sindicalismo sí juega -y debe jugar- un papel im­potante; los sindicatos son necesarios, son indispensables, se necesitan, se requieren, pero repito, es sumamente importante que hagan frente a los problemas que más arriba mencio­né. Los derechos de los trabajadores son sagrados, hay que defenderlos, protegerlos. Al mismo tiempo, los trabajadores tienen un deber sagrado con la institución: cumplir, nada más cumplir con su obligación. Muy sencillo. Por otro lado, el problema no está en el sindicato -me refiero a cuestiones como ciertas tendencias al gremialismo— sino en el espíritu que lo anima, en su capacidad para visualizar los problemas universitarios. En esto radica el nudo de la cuestión. Por ejemplo, tenemos comisiones bipartitas que deben reu­nirse para dictaminar, pero en determinados casos, los compañeros de la parte sindical re­curren a métodos burocráticos para poder ganar el caso del maestro o del empleado que está en entredicho, basándose en artilugios de tipo legal: que faltó una coma en el escrito* que se entregó el documento diez minutos más tarde del plazo, etcétera; motivos como éstos son invocados para que no proceda un escrito. Pienso, entonces, que ahí debe haber un nuevo espíritu, una nueva conciencia.
Crítica. Hay otro problema en tomo al cual pareciera que hay una cierta confusión. Nos referimos a las funciones propias del sindicato. El sindicato trata, a través de comisio­nes bipartitas, el problema de la superación académica, de la admisión y promoción, etcé­tera. ¿Son éstas tareas sindicales o son tareas estrictamente institucionales?
L R T. Diría que parte y parte; es decir, debe ser una tarea compartida. De otra ma­nera estamos negando una de las principales funciones del sindicalismo, el derecho de par­ticipar en la admisión de los trabajadores.
Crítica. Otra contradicción en relación a este asunto. Supongamos que en una escue­la la academia de maestros y su consejo de gobierno resuelven la promoción de un maes* tro por méritos académicos, es decir, se resuelve esto democráticamente en una escuela, pero después el caso pasa a una instancia superior, la Comisión Bipartita. Y bien, ha ocu-

nido que las resoluciones de este organismo han contradicho la que democráticamente había sido tomada por la academia.
I R T. Creo que debemos precisar qué entendemos por democracia* Por ejemplo, puede suceder que un profesor sea promovido por una vfa democrática, pero que no ieú> na los antecedentes necesarios para la promoción; entonces se requiere cuestionar -no precisamente la democracia- sino el tipo de criterios que se adoptaron. Además, la comisión es bipartita están loe representantes sindicales vigilando el cumplimiento de un acuerdo sindical, pero al mismo tiempo está la institución, diciendo: muy trien, de acuer­do» veamos el curriculum; y puede o debe decir, Degado ei caso: "Ah, compañero» qué pa> sa contigo, qué curriculum tan malo tienes, ¿cómo te vamos a promover? No, rechazamos la proposición". Creo que ecto es sano, porque si no se hace así, caemos en el peligro de fomentar ciertos vicios, pov ejemplo que la academia se reúna y actúe según el principio del "Hoy parf mañana pot miT. Por eso nos estamos oponiendo a las promociones hattft qpe no tengamoa un filamento de promociones, d cual ya estamos elabotando conjuntamente con loa sindicatos. Un legluneMo, pienso, que salvaguarde la capacidad académica, la calidad ecadémldaí de la unhtiaidad, no iro tegumento sob^ la anttytodad, criterio que afectivamente juega un papel» pero lo dedsivo es la calidad académica del profesor. Ast puede haber un vie)o de 50 aflo» de antigüedad con barbas tsifaa, pavo que es un mal profeso*; fosffiado; y un joven, redén egresado de la escuela, dinámico, Sato, con capacidades. Es eae joven quien tiene dencho al sacenso. Por eao re-
Crítica. Nos parece que el proceso de reforma universitaria ha cumpHdouna etapa, ala que podríamos caracterizar como imprescindible para sentar las bases de una nueva coa­cepción de universidad. Sin embargo, existen aún cfcrtm cont uno de loe sectores. Pareciera que la reforma universitaria i» ha togrado una participación masiva --sobre todo en las últimas fechas- del estudiantado. En su opinión ¿Culi o cuáfaa serian loe motivos de esta no participación?
L R T. Pienso que la apatía que han demostrado loe estudiantes se debe fondamen- tafanente a que, hasta cierto punto, han quedado ftwra del proceso de reforma universita­ria; es dedr, loa últimos movimientoa de la UAP han sido movimientos retvindicativoe. sindicales, en loe cu4es han participado los estudiantes en forma activa-y en gran medi­da a eflot les debemos el éxito de aquéBos. Sin mbupK una m (píese obtuvieron las peticiones rrívindicativas, loe estudiantes quedaron al macfeu de dichos logros. Hasta esta última lucha por aumento de subsidios logramos incorporar un porcentaje que contempla­ra las necesidades y las demandas estudiantiles. Los movimientos ulteriores por aumento de subsidios se iban en pagoe de salarios, por lo que loe eetudiantea se incorporaban a una hacha que no satisfacía sus necesidades. Pienso que ésta puede ser una razón por la cual los estudiantes muestran apatía. Apatía que se expresa en el rezago del movimiento estu­diantil con respecto al resto dd movimiento universitario, pues es evidente que va desfasa­do -como se dice en física-, que no marcha al parejo, al unísono con los sindicatos.
Me parece que urge la organización estudiantil, peía que ésta participe junto con loe demás sectores en la búsqueda de soluciones a loe problemas integrales de reforma univer- sitaría. De esta manera, pienso, loa estudiantes se interesarán por los problemas de refor­ma universitaria y por ios concernientes al desarrollo universitario.
Critica. Existen comentarios de algunos estudiantes de que la falta de interés o par­ticipación del movimiento estudiantil se debe a que no existen posibflidades reales de que sean escuchados. Hay casos específicos en loa cuales elloe se quejan o demandan, pero no existen las instancias a través de las cuales puedan impugnar situaciones graves para la uni­versidad o presentar sus demandas como estudiantes. ¿Qué piensa usted de esto?
L R T. Pienso que la razón principal radica en la falta de organización estudiantil En el momento en que ellos se organicen tendrán la fonna de hacerse oír, tanto a nivel institucional como a nivel sindical, participarán entonces en los problemas, en la toma de decisiones en tomo a la problemática universitaria. En este momento las voces son aisla­das, no es una voz unánime, mayoritaria, vigorosa.
Critica. Es cierto. Sin embargo, ¿están establecidas orgánicamente las instancias a través de las cuales los estudiantes podrían hacer escuchar sus voces?
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por: Alfonso Yáfiez Delgado
Director del Departamento de Información y Relaciones Públicas de la UAP.
POR UNA UNIVERSIDAD DEMOCRATICA, CRITICA Y POPULAR
Discurso de toma de posesión del cargo de rector de la UAP, para el periodo 1975-1978. (Agosto, 1975)
LA REFORMA UNIVERSITARIA: CAMINO DE SUPERACION Discurso de toma de posesión del cargo de rector, para el periodo 1978-1981.
(Fecha: 7 de octubre de 1978) EL PCM Y LA UNIVERSIDAD
Intervención realizada en el Edificio Carolino de la UAP.
Discurso pronunciado en la XVIII
Reunión Ordinaria de ANUEES, realizada en Puebla


L R T. El problema es a la inversa. Primero la oiganización estudiantil, después bus­caremos las instancias para su participación. No hay necesidad de que los estudiantes par­ticipen en los debates sindicales, pero sí de que exista participación en el Consejo Univer­sitario en forma paritaria. Hay que luchar para que el Consejo Universitario futuro sea paritario. Entonces: primero la organización estudiantil, y después los modos de inciden­cia de ésta en los lugares de decisión de la Universidad.
Crítica. En relación con la superación académica y la admisión y promoción de los profesores —suponiendo que existe organización estudiantil- ¿No debería la universidad tender a una relación tripartita, en donde participaran también los estudiantes; o estable­cer los mecanismos para que ellos participen con sus opiniones en ese tipo de decisiones?
LRT. Pienso que hay ciertas cosas en las que no es ni conveniente ni necesaria la participación directa de los estudiantes a través del voto. Por ejemplo, el pronunciarse so- bre la calidad académica de un maestro. Pero sí tienen el derecho de constatar que el pro­cedimiento que se siga sea un procedimiento correcto; o sea, las más idóneas para inter­venir directamente son las comisiones bipartitas integradas por el sindicato y la institu­ción, y los estudiantes deben vigilar que se cumplan los procedimientos. Pienso que en el caso de incumplimiento de un profesor sí deben intervenir directamente, pero para eso se requiere la organización estudiantil. Pueden también, mediante los representantes de la organización estudiantil, presenciar los exámenes de oposición, opinar, levantar las objecio­nes que sean pertinentes para, después transmitirlas a sus respectivos organismos, llevarlas como objeciones de la organización estudiantil ante la comisión bipartita respectiva.
IV. Superación académica
Crítica. Con relación a la superación académica ya hemos dicho que es el problema neu­rálgico, central, de nuestra universidad. Existe un avance considerable desde el inicio de la reforma universitaria hasta la fecha en lo concerniente a este punto, pero aún subsisten problemas como el de los profesores de preparatoria -el más evidente quizás. Es verdad que la mayoría de las materias de preparatoria son impartidas por maestros del área, pero también es cierto que existe un número considerable de profesores de preparatoria que todavía son estudiantes de sus escuelas profesionales y que no se ven perspectivas —a pesar de que hay un Departamento de Desarrollo Académico- de superación académica para estos profesores y para muchos otros de las escuelas profesionales. ¿A qué se debe esta si­tuación?
L R T. No se pueden hacer las cosas de un día para otro. Es imposible atender todos los asuntos simultáneamente. En realidad, este proceso de reforma universitaria -cuyos inicios podemos ubicar en 1975- apenas se empieza a desplegar. Los anos anteriores (72 a 75) fueron de defensa de la universidad. ¡Qué iba uno a pensar en proyectos de reforma universitaria, en planes de superación académica, cuando había que defender a la universi­dad de la agresión cotidiana! Todavía en el 76 tuvimos que soportar una agresión de los pillos ésos del FEP-PST. La universidad no estuvo en condiciones de empezar un proceso de superación sino a partir del 76 o 77. Tenemos unos dos o tres años apenas en este proceso, y es muy difícil poder implementar de un día para otro la solución de todos los problemas. Si tomamos en cuenta, además, los problemas de tipo económico, presupuesta!;
y agregamos todas las lacras que hemos heredado, los errores que hemos cometido, pues entonces resulta que las cosas van marchando en forma lenta por propia naturaleza. Pero pienso que a este proceso de superación académica debe dársele un interés y un impulso inicial; un impulso definitivo, a corto plazo, que no se puede esperar más tiempo.
Crítica. Hemos escuchado comentarios y opiniones —que no son, queremos aclarar­lo, de un grupo- referidos al hecho de que, por un lado, existe un Departamento de Des­arrollo Académico, mientras que por el otro, el sindicato se pone a la vanguardia —cuan­do menos en términos de documentos- del proceso de Reforma Académica de esta uni­versidad.
LRI Creo que el desarrollo y la superación académica es una función eminente­mente institucional, en la que el sindicato tiene que participar, debe participar, pero sin convertirse en la única fuerza motriz. Creo que también éste es otro de los grandes proble­mas que aún no hemos solucionado, ya que no se trata, repito, de enfrentamos a una dis­yuntiva: o es el sindicato o es la institución quien tiene la responsabilidad exclusiva de la política de superación académica. Creo que tanto la institución como el sindicato deben participar en la elaboración de esa política; empero, deben delimitarse con precisión los niveles de responsabilidad. En ese sentido, creo que es la institución —a mi modo de ver- quien tiene en primer lugar la obligación de elaborar un proyecto de superación académi­ca; y los sindicatos deben coadyuvar efectivamente a su elaboración y concreción, pero sin constituirse en el único motor que ponga en marcha ese proyecto.
V. Política académica
Crítica. Nos parece que no es posible hacer una distribución del presupuesto universitario sin una política académica; sin embargo, da la impresión de que no existe, hasta el momento, una política académica global del conjunto de la universidad. ¿Sería importante para la consolidación del proceso de Reforma que se delinease esa política académica?
L R T. Muy importante y creo que es la base la que debe establecer los criterios ge­nerales, nada más; incluso no habría peligro de dejar fuera algún aspecto o algún sector, porque no sólo se discutirían los aumentos de salarios sino éstos en relación con los otros aspectos universitarios. Creo, sin embargo, que si bien la función de las bases es discutir los criterios, la distribución del subsidio debe ser hecha -sobre la base de esos criterios- por el Consejo Universitario, con el que despuést el sindicato discute para llegar a un acuerdo.
Crítica. ¿Cuáles serían, desde su punto de vista, los criterios fundamentales para de­finir una política académica global de la universidad?
L R T. Creo que deben darse los siguientes criterios: primero, salarios justos que compensen las diversas desventajas económicas (inflación, alza del costo de la vida, etcéte­ra); segundo, promoción de tipo académico, de superación académica, continua y cons­tante; es decir, reservar una partida suficientemente fuerte para el desarrollo académico de la universidad; tercero, desarrollo también constante y creciente, de laboratorios y biblio­tecas. Estos rubros posibilitarían, entonces, ir encauzando los criterios para la distribución del presupuesto.
Crítica. Estos lincamientos no son muy claros, porque si bien desde la iniciación del proceso de Reforma la universidad contó con algunas escuelas —que continúan funcionan­do- no es posible visualizar con claridad a qué poT responden; sus planes de estudios
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Crítica. El programa de reforma universitaria señala como un factor de suma importancia la relación universidad-sociedad; es decir, establece como uno de los principales objetivos a lograr el de la universidad popular a través de la extensión universitaria, o sea del servi­cio social y la difusión cultural, consideradas éstas como las instancias idónes para reali­zar una nueva concepción de lo que debe ser la función social de la universidad. Sin em­bargo, los estudiantes que llevan a cabo el servicio social lo consideran, en la gran ma­yoría de las escuelas, una mera traba burocrática. ¿Por qué se da esa situación y por qué, hasta la fecha, no se cuenta con un programa que permita re definir la función del servicio social, que permita enfocarlo como parte esencial de la formación profesional del estu­diante y no como un mero trámite burocrático?
L R T. No carecemos de una política de desarrollo del servicio social. La universi­dad está inmersa en esa actividad a través de los servicios que se prestan a las comunidades del estado de Puebla (e incluso fuera del estado). En este trabajo participa un elevado nú­mero de estudiantes con gran espíritu de trabajo, de colaboración, de servicio, no sólo pa­ra cubrir un requisito burocrático sino con conciencia y responsabilidad. Lo que nos falta es definir ciertos detalles, plantear algunas mejoras, perfeccionar este proyecto, de manera que se formen las brigadas interdisciplinarias en forma estructurada. Es parte del proyecto de reforma universitaria y se están haciendo cosas muy interesantes, muy importantes. Us­tedes podrían hablar con el responsable del servicio social para conocer lo que se está ha­ciendo en comunidades indígenas, agrarias y campesinas a través de la Escuelas de Arqui­tectura, Medicina, Odontología e Ingeniería Civil.
VIL Investigación científica
Crítica. La investigación que se realiza en la UAP es, en términos generales, bastante jo­ven; sin embargo ¿Cuál es el objeto de que existan investigaciones como la que se lleva a cabo sobre historia de Puebla en el siglo XIX o las que se realizan en el Laboratorio de Fí­sica del Estado Sólido? ¿Cuál es la política que en materia de investigación debe seguir la universidad?
LJIX Hasta este momento creo que en líneas generales, tenemos una política de investigación científica por la cual se procede a la creación de departamentos de acuerdo con su posibilidad, necesidad y plausibilidad. En el caso de física, por ejemplo, que es sobre lo que puedo opinar con mayor seguridad, se ha pensado en el Laboratorio de Física del


Estado Sólido y de Semiconductores, porque son investigaciones a nuestro alcance, que no requieren un equipo enormemente caro, sino uno que nos es posible adquirir, cuyo ma­nejo exige de los investigadores un alto nivel de conocimientos. Nuestra política ha sido, por otro lado, desarrollar aquellos aspectos de la investigación científica que permitan des­arrollar tecnología en el futuro, para dar soluciones a los problemas de nuestro país y con­tribuir así a su desarrollo tecnológico y científico. Por eso se eligieron esas líneas, que son las que llevan directamente a la tecnología del presente y del futuro y porque, además, son económicamente factibles. Ahora, por lo que se refiere a las ciencias sociales, se van presentando diferentes opiniones y proyectos, cuya conveniencia se estudia. Sobre esa base se decide si se instaura o no un proyecto. Lo que hacemos ahora es someterlo a gente entendida, a investigadores serios, para que nos asesoren acerca de si vale la pena o no im- plementarlo. Una vez en posesión de todos los elementos de juicio, se lo pone en marcha, siempre que haya recursos económicos para ello.
Crítica. El Instituto de Ciencias de la Universidad no tiene representación dentro del Consejo Universitario. ¿No escapa esto a una decisión democrática sobre lo que debe ser la investigación en la UAP, de acuerdo con los planteamientos de reforma universitaria?
LJRX Creo que el Instituto de Ciencias sí debe tener representación en el Consejo Universitario. Por otro lado, creo que en lo que respecta a la política de investigación ne­cesitamos diferenciar dos niveles. Por un lado, considero que es extraordinariamente im­portante que la comunidad universitaria, en su conjunto, intervenga en la definición de las grandes líneas para la investigación, su sentido político, sus orientaciones generales, sus objetivos, de tal forma que se tenga una concepción avanzada respecto a la contribución que nuestra universidad puede dar al desarrollo de alternativas tecnológicas que nos per­mitan superar la dependencia asfixiante de la tecnología extranjera, cuyas consecuencias ya son bien conocidas por todos nosotros. Por otro lado considero que en el terreno de la investigación propiamente dicha, se requiere de la intervención de gente capacitada, cons­ciente, con una formación científica elevada, que haya realizado los estudios suficientes y que muestre afán constante de superación.
SOBRE LA SUCESIÓN RECTORAL Desplegado publicado en la prensa local el 24 de¡uÜo de 1981.
Dentro de muy poco tiempo la Universidad debe elegir al nuevo rector, quien al frente dd Consejo Universitario asumirá la responsabilidad de dirigirla con el objeto de profundizar su carácter popular, su vida democrática y su espíritu profundamente crítico. No se trata de un acto formal sino de un evento que deberá afianzar las conquistas sustanciales que ya fueron logradas y plantearse las perspectivas de las nuevas conquistas a lograr, y es por esta razón que cada estudiante, cada docente y cada trabajador, deben con toda conciencia y por estar directamente implicado en el proceso, participar activamente en el mismo.
Como todos, tos procesos, también el de la Reforma Universitaria fue y seguirá sien­do un proceso contradictorio, fue y seguirá siendo di fruto de la práctica de la comunidad universitaria en su conjunto y no de personas providenciales.
El difícil y abnegado proceso de nuestra Reforma siempre mklió a tas personas por su capacidad para encamar los anhelos de las masas universitarias, por su capacidad para dirigir a ta Universidad en medio de los obstáculos que te opuso y le seguirán oponiendo los sectores más reaccionarios del estado, por su capacidad para crear las condiciones pro» pías de una enseñanza calificada y con una orientación profundamente popular, y final­mente, por su desinterés personal frente a la magnitud de la tarea del conjunto. Nuestra reforma, bueno es recordarlo, es fruto tanto de una historia de intensas luchas populares, que costaron la vida de compañeros que se sacrificaron para hacerla posible, como tam­bién es fruto de una práctica actual y viva.
La contradictoriedad de que hablamos no puede llevarnos a ocultar o minimizar su historia, ni tampoco puede llevarnos a ignorar su vigencia. La prueba de que esto es así la constituyen no sólo sus grandes progresos en la Incorporación de amplios sectores popula» res a sus aulas, sino los innegables progresos en la calidad de la enseñanza que imparte en todos los niveles de actividad así como en las investigaciones científicas, técnicas y huma­nísticas que desarrolla y muy fundamentalmente, por el espíritu de libertad y de respeto con que se trabaja, se investiga y se enseña.
La Universidad es parte de la vida de nuestro pueblo, y la vida es un incesante pro­ceso de lucha por su autosuperación. Es en este contexto dialéctico, y no en la simple ne­gación reaccionaria que bajo el pretexto de empezar de nuevo pretende negar lo ya logra*
do, donde debemos analizar nuestras deficiencias y errores, no para agitarlas en pro de meros apetitos circunstanciales sino para superarlas todos juntos mediante el trabajo in­tenso y la lucha cotidiana.
En este sentido, donde una crítica superadora, y un análisis serio nos comprometa en su realización, llamo a toda nuestra Comunidad para que iniciemos el análisis del proceso global de la Reforma Universitaria.
Ya pronto a abandonar un cargo que me ha llenado de legítimo orgullo, por la con­fianza reiterada que depositaron en mí los universitarios de Puebla, debo confesar que mi mayor deseo sería, hoy, que todos, estudiantes, trabajadores, docentes, investigadores, participemos sin trabas, abierta, desinteresadamente, en este proceso de análisis tendiente a profundizar sin pausas el desarrollo de la Reforma, y en este contexto elegir al nuevo Rector.
Particularmente, la incorporación de los estudiantes, debe ser una tarea que debe­mos impulsar, y preservando sus derechos de participación, vigilancia y organización en todos los ámbitos de la vida Universitaria.
También las organizaciones políticas que existen en el ámbito Universitario, así como las organizaciones sindicales, estudiantiles, deportivas y culturales en general, son invitadas a participar en la tarea universitaria común, constribuyendo al análisis crítico y a la propuesta de alternativas que favorezcan el crecimiento constante de nuestra institución.
Sólo así, mediante la participación colectiva del conjunto, la elección de quien me suceda en el cargo de Rector, superará los estrechos marcos de los personalismos y de las apariencias de grupo, para ubicarse en su verdadera y legítima dimensión que no puede ser otra que la de los intereses de nuestro pueblo-
Es a partir de las complejas coordenadas de los crecientes y múltiples movimientos populares que se desarrollan a lo largo de todo el país, tanto en las fábricas como en el campo, en las ciudades y los pueblos, que el análisis de nuestra Reforma puede desplegar­se en toda su plenitud.
El primer y el gran tema, según mi parecer, debiera consistir en el análisis y en la búsqueda de los medios para profundizar la relación de la Universidad con el pueblo, para que cada vez esté más al servicio real y objetivo de los sectores populares- En realidad nuestra lucha fundamental ha de consistir en encontrar los miles de caminos que nos enla­cen como elemento útil y como acción progresista con el conjunto de sectores populares.
En este sentido nuestra enseñanza y la acción política universitaria no deben plan­tearse de manera antinómica sino como mutuamente complementaria. Debemos crear profesionales cada día más aptos y capaces, pero imbuidos en un profundo sentido popu­lar; mujeres y hombres capacitados para satisfacer las graves necesidades de nuestro pueblo, esos deben ser los egresados de la Universidad de Puebla.
La enseñanza y las investigaciones deben tener el objetivo de servir claramente a los sectores populares de nuestro país, las actividades culturales y deportivas deben tender a conformar una juventud apta, física y espiritualmente para comprender y actuar en la transformación de México.
Es a partir de este eje, de esta función central y propia de una Universidad que ha comprendido definitivamente que el pueblo es quien la crea y la mantiene materialmente con su trabajo, y que por lo tanto se debe a ese mismo pueblo, es a partir de este eje que
debieran analizarse todos los problemas de nuestro quehacer en la Universidad, tanto en su vida interna como en su acción extema.
Así, la lucha contra la burocratización debe realizarse constantemente, porque la burocracia frena esta esencial función social que debiera caracterizar nuestra actividad para ello no es suñciente la denuncia sino que deberán crearse ios órganos de control mediante los cuales el conjunto de los universitarios rompan los frenos, los impedimentos que opo­nen al desarrollo todos aquellos que no comprenden el verdadero carácter de la Reforma.
Lo mismo sucede con la democracia, la democracia es patrimonio inalienable, de todos en cuanto constituye el medio más idóneo para que la Universidad realice su esencia popular, en este sentido la libertad de concepciones y creencias, así como la libertad de discusión y asociación, el espíritu crítico y la polémica creativa, son otros tantos medios que le permiten a la Universidad conocer las necesidades de nuestro pueblo para planificar respuestas adecuadas y luego llevarlas a la práctica, el conocimiento y la acción están ínti­mamente entrelazados a la democracia y hacen de ésta el espacio abierto de la comunica­ción con el resto de la comunidad. Se equivocan pues quienes entienden la democracia como un orden cerrado, puramente intelectual y destinado sólo al desarrollo subjetivo de los individuos. Se pierde de vista así el sentido social profundo de la más auténtica demo­cracia, la que implica libertad y crítica, pero siempre en función de ese eje al que nos re­ferimos, y que es el propio pueblo.
Si se profundiza esta discusión y en ella participa masivamente toda nuestra comu­nidad, estoy seguro que la elección del próximo Rector adquirirá su sentido más cabal de elegir a un hombre que responda al proceso histórico de la Reforma, a su carácter social, donde se mancomune la ciencia y la política que ha caracterizado a nuestra Universidad y que es el único camino para que cumpla con su función popular.
Tanto la teoría como la ciencia, si no se complementan con una política al servicio del pueblo, se convierten en tecnocracia, vale decir, en la ideología propia del sistema bur­gués que se basa en el egoísmo, en la lucha de todos contra todos. La defensa de los prin­cipios de la Reforma frente al "eficientismo" vacío, la defensa de nuestro sentido popular contra una universidad elitista de clase, el avance de la vinculación con el pueblo, en contra de los acuerdos con el poder y el aislamiento reaccionario.
Estos han sido y son nuestros principios, y en ellos debemos mantenemos y profun­dizarlos.
Con este espíritu es que llamo a toda la comunidad. Sin ningún tipo de distinción, a que participe de manera activa en el próximo proceso electoral para así asegurar que el nuevo Rector sea una garantía, tanto de la continuidad del proceso de la Reforma, como una garantía de que ésta se profundizará en su espíritu y su práctica al servicio del pueblo, así como en su vida democrática y en el respeto a la pluralidad de tendencias del conjunto de los Universitarios.
—P.: ¿Quisiera hacernos algún comentario respecto a ta ponencia que presentó el se flor Presidente JLP hoy?
—R.: Es muy interesante. Me dejó sorprendido su capacidad de síntesis, porque hizo una síntesis muy apretada. En una hora mostró un proceso histórico que tiene su origen -como él mismo dijo— en la historia, en el pasado mis remoto de la humanidad. Fue una síntesis brillante, basada -me parece- mi el método dialéctico -él mismo k> enfatizó-; pero yo dkía: en el método del materialismo dialéctico, cuando habló de la formación de la dase burguesa, de cómo surge y lucha contra el feudalismo asentado en Europa, y cum­ple tareas revolucionarias, triunfa y se establece definitivamente en la historia.
-P.: Realmente yo lo he oído en varias exposiciones y creo que ésta es la mejor que ha hecho, la más concreta, sin ninguna desviación de lo que quena decir. -R.: Estoy de acuerdo. También por su capacidad de improvisar, pensé que lo iba a llevar escrito; pero fue desarrollando su discurso en forma muy lógica y concreta desde el prin­cipio hasta el fin. De manera que sí, estoy muy impresionado y me gustaría tener una copia del mintió para leerlo después con mis calma.
—P.: ¿Qué nos podría decir respecto a la proposición que presentó el sefior Presidente en esta conferencia y cuál sería, a su manera de ver, la repercusión que debería tener? -R.: Pienso que debería publicarse extensamente, debería dañe a conocer, la deberían estudiar los técnicos del Estado de derecho, los abogados, los encargados de los problemas de tipo político, social y económico del país.
Creo que tener un panorama histórico de la estructura del Estado es benéfico para todos. Entonces es importante el conocimiento directo de ese documento.
~P.: ¿Qué piensa usted de que el sefior Presidente haya venido a dar una conferencia aquí, en Puebla, donde ha habido choques muy fuertes entre diferentes corrientes del Estado? -R.: Su presencia me parece muy oportuna, sobre todo su postura democrática, su postu­ra liberal, resulta formidable en un medio tan convervador como el poblano.
-?.: ¿En este caso podría haber alguna relación o cómo influiría esto, por ejemplo, en los casos de los ataques a la educación, como el caso muy concreto de Sinaloa?
—It: Creo que esto puede servir para afianzar las normas constitucionales de la democra­cia y, en concreto, de la autonomía universitaria.
Ya que usted tocó el caso de Sinaloa, creo que es importante mencionar que se está violando brutalmente un precepto constitucional. El artículo tercero que se refiere a la autonomía universitaria.
Allí hay un problema muy grave que debe denunciarse con vigor, con fuerza, para evitar que este atraco se consume.
-P.: A esta universidad se la ha acusado constantemente y desde hace muchos años, de ser un bastión del Partido Comunista.
Ayer, en la reunión de la ANUIES, a donde fue el señor Presidente, se habló de que las 4'ínsulas de poder político*' deberían de salir de las universidades, obviamente en refe­rencia a la intervención del Partido Comunista, en las universidades. ¿Qué opina de esto? —R.: Permítame hacerle una aclaración. Tengo aquí el Uno más Uno y dice: -esto es del licenciado Solana-: "dentro de las universidades, hay vida política. Esto es legitimo y natural, ya que fortalece el ejercicio de la libertad, de la reflexión critica y se fortalece la autonomía. Cosa distinta es en cambio bajo el pretexto de esta última, convertir a la comunidad universitaria en instrumento de un grupo o de un partido político "
Yo comparto plenamente este punto de vista. ¿Por qué? Pienso que cuando el
acceso de una persona que milita en un partido político, a la suprema autoridad de una
universidad, se da por los canales democráticos y cuenta con el apoyo mayoritario de la
comunidad universitaria» es el ejercicio democrático de la dirección de la Universidad; ahí veo la distinción.
Estoy de acuerdo en que un partido político no debe manejar una institución uni­versitaria como un feudo. Estamos plenamente de acuerdo. Comparto ese punto de vista y lo he expresado en muchas ocasiones.
En mi discurso de toma de posesión en 1976, dije esta frase, casi casi textualmente: "ningún partido, incluyendo el mío, debe estar par encima de la universidad". Así que comparto el punto de vista del licenciado Solana.
Otra cosa muy diferente es lo que dice el Sol de Puebla -y eso sí es manipulación-: "No a los partidos en universidades" No, el licenciado Solana no dijo esto. Aquello es manipulación.
Los partidos pueden exigir -y aquí tengo el discurso que pronunció el licenciado Solana en Durango el año pasado, en la XIX Reunión de ANUIES. Aquí está clarito: "en este México que vive cada vez con mayor conciencia sus conflictos sociales, es ingenuo esperar que las universidades sean apolíticas, pero, por otra parte, en una sociedad que busca caminos de transición de antiguos sistemas de privilegio a formas cada vez más justas de convivencia, es también ingenuo suponer que las unversidades pueden verse libres de las ambigüedades inherentes a toda institución social"
"En este contexto de alguna manera coflictivo, nuestra educación superior ejerce su función crítica. Es mucho lo que el gobierno le debe. Criticas, correcciones, proyectos alternativos generados en las aulas académicas han sido recogidos por organismos guber­namentales en no pocas ocasiones, etc..."
Y nosotros pensamos que esta Universidad es una alternativa a la educación superior de nuestro país.
-P.: Y el conflicto que ha habido aquí, precisamente en la Universidad Autónoma de Puebla ¿no se ha convertido en un bastión o en una punta de lanza? -R.: Pienso que no. Creo que sería cuestión de verificar eso, de hacer un estudio serio y crítico de la posición de la Universidad Autónoma de Puebla.
En primer lugar, esta Universidad ha sido agredida desde hace muchos años, -pero ahora tiene el respeto y la consideración de los régimenes gubernamentales recientes tanto del doctor Toxqui como del licenciado Jiménez Morales. No podemos menos que declarar esto-. La última agresión física que recibió fue en 1976. Antes, esta Universidad vivió etapas de brutal persecusión. En 1973 fueron asesinados dos profesores. En una verdadera cacería, los tiradores apostados en las alturas principales en tomo al Carolino, asesinaron seis estudiantes universitarios y un profesor.
Entonces usted comprende que durante esos años era imposible establecer normas -empleando el término del señor Presidente- de tipo académico, de superación. Esos fueron años de lucha, física a veces, contra las fuerzas más reaccionarias de este Estado, que aún subsisten, que ahí están presentes.
En 1976 fue el último ataque, un golpe armado dado por un grupo de "halcones", algunos de ellos universitarios; otros pandilleros de los barrios populosos de esta ciudad. Desde entonces, esta Universidad ha estado en un proceso continuo de superación en todos los órdenes. Algunos aspectos están más definidos que otros, pero son cinco los años que han transcurrido, en los cuales creo que hemos logrado avances muy importantes en el orden estrictamente académico, a tal grado que podemos decir que ésta es una de las universidades más desarrolladas del país, en referencia a la provincia.
Por ejemplo, en este momento, hay dos grandes áreas de investigación científica, y obviamente, creo que son las mejores —sin ninguna duda— del país: en física y en ciencias sociales. Nuestra Universidad ha dado un giro muy importante en la superación académi­ca; el número de profesores de carrera, los laboratorios que ahora tienen las escuelas, sus bibliotecas, sus edificios, todo eso ha sido la obra de estos últimos cinco años.
-P.: ¿Quiere decir que cada universidad en el país debe ganar su propia posición? -R.: Yo creo que sí; eso es exacto y correcto. Cada universidad debe tener su propia forma de vida.
—P.: ¿Qué piensa usted de los casos de Sinaloa y Guerrero?
-R.: La Universidad de Sinaloa está atravesando por las mismas etapas de agresión directa por parte del Gobierno del Estado, que nosotros pasamos desde 1970 hasta 1973.
Desde ese punto de vista en este momento, o sea en 1981 -ya no estamos en 1973-, ¿cómo calificaría usted el gobierno de Toledo Corro?
-R,: Como un gobierno represivo y anti-universitario, concreta y terminantemente.
-P.: ¿Cuál sería la sugerencia, en el ámbito estrictamente universitario, para ayudar a esa Universidad?
—R#: Pienso que la solidaridad académica, la solidaridad a nivel institucional de todas las universidades. Espero que en la reunión de ANUIES —yo no pude ir por estar presente en
la virita dal sefior Presidente-, es More lie, se saque un acuerdo de apoyo fkme hada la Unforridad Autónoma de Sinaloa.
Si el gobierno de Toledo Cono quiere fanpfementar un sistema de educación media superior, perfecto, que lo haga, legítimo su derecho. Lo que no es legítimo es que quiera cercenar a la Universidad sus sistema de educación media superior. ¿Por qué? Eso es atentar contra ta autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Las intenciones de cieSr un sistema educativo, sirven. Nosotros las apoyaríamos ca­lmosamente, como hemos apoyado, por ejemplo, el sistema del licenciado Jiménez Mora­les, (las telesecundarías esparcidas por todo el Estado). Eso es perfecto, lo vemos con una gran simpatía. ¿Por qué? Porque representa llevar la cultura y la educación a nuestro pueblo.
Si Toledo Corro quiere hacer lo mismo, que lo haga, pero sin cercenar la autonomía universitaria, sin cercenarles sus preparatorias. Eso ya es un atraco, una agresión.
-P.: Pareciera que ahora en el mundo se da una nueva escalada -por decir algo que suena feo- macarthista. Eso tiene su repercusión interna. ¿Esta agresión contra la Universidad de Sinaloa podría ser esta avanzada de represión contra los centros universitarios? -R.: No tengo datos ni bases para poder pensar que sea algo de mayor envergadura. Podría ser un intento de volver a esas actitudes que creía superadas hace mucho tiempo, puede ser; o a lo mejor es una cosa muy personal de este sefior. Espero que sea esto último, una posición muy personal de Toledo Corro y no una actitud que represente una tendencia mis fuerte, más amplia en tomo al problema educativo.
-P.: ¿Cómo se podría calificar este contrasentido? Cuando menos en el Presidente hay gran lucidez en relación a la Teoría del Estado y su aplicación, y luego sale un Gobernador que
es...
-R.: Pienso que es una de las fallas no del régimen presidencia] de López Portillo, sino del sistema político en que vivimos y en el que no existe una auténtica democracia, donde se accede al poder r través de maniobras viciosas, donde falta realmente un auténtico ejerci­cio de la democracia.
Toledo Corro Segó con menos del 20 por ciento de los votos. Esto significa que Segó sin ningún apoyo auténticamente popular, sino que fue impuesto a través de los mecanismos que el Estado ha perfeccionado en estos últimos 50 afios. Ese es uno de los aspectos más negativos del régimen político que estamos viviendo.
-P.: En este sentido, ¿no tienen también su responsabilidad las fuerzas de oposición? -R.: ¿Qué pueden hacer las fuerzas de oposición durante 60 afios perseguidas? No hace mucho todavía vivíamos en las catacumbas políticas aquí, en el Estado de Puebla, y en otras partes, y no hace mucho, hace diez afios comunista era peligro, como un adversario ideológico del PRÍ o del gobierno era muy peligroso. Estamos saliendo de las catacumbas tos partidos de la oposición.
No hace mucho nos han asesinado gente, y todavía la asesinan, claro que no en la ciu­dad, ese fenómeno se da, en el campo. Entonces, ¿cómo se le podría imputar eso a la iz­quierda? La izquierda, aunque es históricamente muy vieja, tiene en este país -el partido comunista- mis de 60 afios de existencia y es en realidad muy joven. Apenas hace unos
cuantos afios, con López Portillo, adquirió su mayoría de edad, cuando se le permitió fi­gurar públicamente como tal. Ahora creo que ya no es un anatema declararse comunista.
Entonces, necesitamos que se nos otorguen más garantías —bueno, ahora estoy hablando como miembro de un partido- para poder desarrollarnos efectivamente como oposición, dentro de las normas constitucionales. Entonces veremos si es posible.
Además, ¿qué pasa? Tenemos un pueblo apático, pero no porque el pueblo sea apático, sino por su experiencia. La gente no va a votar porque dice: para qué voy a votar si ya sé quién va a ganar. Y sí, es cierto eso.
Entonces, yo creo que es cuestión de que el gobierno haga un esfuerzo serio para democratizar los procesos electorales, para permitir a los partidos políticos su presencia, su intervención. Entonces veremos.
Yo creo que con el curso del tiempo los partidos políticos, sobre todo de izquierda, van a demostrar que tienen opciones muy válidas que ofrecer a nuestro pueblo.
-P.: Regresando al Estado ¿qué espera el Rector de la Universidad Autónoma de Puebla ante un gobierno que se ha declarado phiripartidista; que, según su versión, ha abierto las puertas a esa corriente de oposición en las acciones del gobierno? -R.: Yo pido, solicito que haya apoyo, comprensión para la Universidad.
Nosotros, los univenitarios del país, no sólo en Puebla,estamos ayudando a resolver un gravísimo problema social: el problema de millones de jóvenes que no tienen acceso al trabajo, que no tienen acceso a otras fuentes, sino que recurven a la Universidad. Es decir, cuando nosotros admitimos a miles y miles de estudiantes cada affo, estamos ayudando al Estado a resolver un grave problema que puede tener repercusiones muy graves.
México es fundamentalmente un pais de jóvenes. Los veteranos somos cada vez más escasos. México es un país de jóvenes. ¿Qué pasa si no tienen acceso al trabajo, si no tienen acceso a la educación superior?, podríamos convertimos en otra Irlanda del Norte, eso no lo queremos. Yo creo que nadie quiete que México sea una Irlanda del Norte o un Belfast. Nadie desea eso. Entonces, abrámosle las puertas a los jóvenes que están llaman­do.
El lunes 3 de agosto se inician los cursos del segundo semestre en esta Universidad. Hemos inscrito 13 mil estudiantes de nuevo ingreso. El afio pasado deben haber ingresado unos 8 ó 9 mil. Vean el ritmo de crecimiento.
Con las 500 telesecundarias del gobierno del Estado, dentro de tres afios ¿se imagi­nan cuántos estudiantes vamos a tener?
Entonces, el gobierno debe entender que debe apoyar a las universidades para poder dar cabida a estos miles y miles de estudiantes.
-P.: ¿Con qué fondos están entrando estos estudiantes a la Universidad?
-R.: ¿Con fondos federales y estatales, exclusivamente; no son suficientes como para
poder dar una educación óptima. Lo hacemos con miles de trabajos y miles de sacrificios.
—P.: ¿El presupuesto que tiene siempre se mantiene en el filo de la navaja?
-R.: Nos mantenemos al filo de la navaja. Empujamos nosotros, y llegamos a la esquina,
al borde del abismo y remendamos las coas. Nos apoyamos, pedimos subsidios, aumento
de subsidios, y nos dan una parte de aumento, que no siempre es suficiente, y con eso seguimos adelante .
Realmente a veces hacemos cosas heroicas. —P.: ¿No se podría estructurar un sistema de educación vocacional que desviara a la gente que no va a servir como universitario? —R.: No. ¿Dónde?
—P.: Posiblemente en las Universidades.
—R.: No. ¿Por qué? Este sistema vocacional tendría que hacerse desde la primaría, desde la secundaria. Nosotros usamos aspectos vocacionales con los cuales tratamos de inducir a los jóvenes hacia las diferentes carreras universitarias. No podemos meternos a inducirlos a que se vayan al tecnológico. ¿Con qué derecho lo hacemos? Seria estar violando las ñor- mas y entonces sí nos acusarían de estarnos inmiscuyendo en asuntos que corresponden a los tecnológicos.
-JP.: Yo solamente quería decir: no es una pregunta, sino quería disentir de lo que usted dice. Yo no considero que ustedes estén solucionándole un problema al Estado, sino que se lo están posponiendo nada más. -R.: ¿Cuál es la diferencia?
-P.: No hay ninguna en realidad; el resultado es el mismo.
—R.: ¿Qué cree usted que pasaría en ese momento? ¿Sabe usted cuántos alumnos tiene el sistema nacional en este momento? Tiene más de un millón de estudiantes. ¿Qué pasaría si ese millón de jóvenes no tuviese acceso a la Universidad? ¿Dónde estarían?
—P>: Posiblemente en una labor social, que quien sabe si correspondiera o no a la Univer­sidad, pero sí a los universitarios, que son de izquierda. Sería formar otra clase de escuelas con las cuales apoyar a esos alumnos. —R.: ¿Como cuáles, por ejemplo?
-P.: Se me ocurre que escuelas técnicas, posiblemente.
—R.: Ya están formadas. SEP tiene todo un sistema de escuelas técnicas. Además, son más de un millón de estudiantes universitarios, más el sistema educativo de los tecnológicos y politécnicos, que es otro tanto. Ya está hecho.
—P.: El problema es de crecimiento demográfico.
—R.: Exacto. Es un problema de crecimiento demográfico. Este país tiene ahora 70 y tantos millones de habitantes.
—P.: Y de falta de riesgo de los empresarios para crear fuentes de trabajo. —R.: Básicamente creo yo que lo que tiene que hacerse es considerar al sistema educativo no como las estancias en las que se ha educado en México. En México, por tradición, como aquí no hay marqueses ni condes ni reyes; hay licenciados, médicos, etcétera. No se ha estructurado un sistema educativo que considere las necesidades de la nación, tanto en el aspecto demográfico como en el aspecto productivo. Entonces, la gente no tiene opciones.
¿Qué es lo que va a ser? Creo que hoy se debe elaborar un sistema educativo en el cual cada quien tenga su posición igualmente valiosa, no importa que no sea universitario pero que sea útil en el contexto social.
—R.: Hay un Plan de Educación Nacional que abarca todos los aspectos; pero nosotros no lo podemos realizar, sólo vamos a coadyuvar. Allí estaremos presentes.
Ese Plan lo tiene que realizar el Estado; nosotros no tenemos posibilidades ni manera de establecer un Plan Nacional de Educación.
-P.: Pero sí pueden exigirlo.
-R.: Lo estamos exigiendo. No ha brotado por azar, ha sido el resultado de la lucha de las universidades.
—P.: Dicho de otra manera: ¿existe esta vinculación de la Universidad hacia las necesida­des del país?
—R,: Claro que existe, desde luego que existe; la tendencia en la investigación científica es crear tecnología, que puede ser útil a nuestro país. Para el 28 de agosto de este año -y están ustedes cordialmente invitados- vamos a presentar un paquete tecnológico en el campo de los semiconductores. Es la primera Universidad que presenta este paquete tec­nológico.
Entonces, estamos orientando la investigación científica hacia la solución de algu­nos aspectos tecnológicos necesarios para el desarrollo del país. Porque, como ustedes saben, nuestro país está amarrado a la tecnología extranjera, y el día que Estados Unidos o Japón nos nieguen la venta de productos tecnológicos, quedamos destruidos totalmen­te. Entonces, estamos creando la tecnología que el país necesita.
Por otro lado, estamos preparando y poniendo las bases de la tecnología del futuro; es decir, estamos haciendo investigación básica, fundamental, en el campo del estado sólido. El estado sólido *es la rama de las ciencias físicas que tiene perspectivas grandiosas para el futuro. Es decir, la tecnología del año 2000 va a estar basada en las investigaciones científicas que ahora se hagan en el área del estado sólido y de la superconductibilidad a bajas temperaturas.
Entonces, en esos dos campos estamos al frente, y los invitamos para el día 28 -y el señor Gobernador nos acompañará- a la presentación del paquete tecnológico en la Casa de la Cultura.
En el área de la investigación científica en el campo social, un grupo de investiga­dores está estudiando los problemas políticos, sociales y económicos del país, de la región, del Estado, y creo que es una contribución muy importante, de la que ya se han hecho más de 300 publicaciones. Entonces, estamos participando en este gran problema con lo que podemos hacer. Ahora, si no se hace más, créame que no es cosa nuestra, porque no es nuestro cometido ni tenemos recursos para poderlo realizar.
—P.: En este sistema, en este régimen actual se ha planeado todo lo que se ha hecho. Usted está hablando de vinculación de la Universidad con las necesidades del país. ¿Existe ya un censo que diga cuáles van a ser las necesidades del país dentro de tres, de cinco o de diez años y ustedes están trabajando ya de acuerdo con ese censo?
-R: No precisamente un censo, porque tampoco estamos en condiciones de hacer el cen­so; y ANUIES tampoco lo puede hacer. Un censo es una tarea nacional, pero sí podemos prever -y es lo que estamos haciendo-, planificando, previendo las necesidades futuras del país. Pensamos que dentro de 20 años México va a necesitar una gran tecnología, una fuerte tecnología, y nosotros estamos poniendo las bases de la tecnología del futuro. Eso es lo que estamos haciendo.
-P.: Eso está planteado dentro del Plan Global de Desarrollo, ¿verdad? -R: Exacto.
-P.: ¿Y no tienen hecho un censo estatal?
-R: Lo tenemos hecho en base a estimaciones, a la demanda, a una serie de factores que nosotros interpretamos científicamente y que proyectamos al futuro.
Puebla, Pue., 24 de juüo de 1981















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