jueves, 27 de enero de 2011

General Rafael Moreno Valle. Mauro González Rivera

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Mauro González Rivera

LLAMA A ESE MORENITO PARA LA CAMPAÑA



Había arrancado la campaña del candidato del PRI a la gubernatura del estado de Puebla en la que el licenciado Guillermo Jiménez Morales había anunciado recorrer los 217 municipios de la geografía poblana, lo que desde luego era un reto importante que supo cumplir porque hasta donde se sabía, nadie había realizado tal recorrido para mantener contacto directo con los habitantes.
Entre los antecesores inmediatos se encontraban el doctor Alfredo Toxqui Fernández de Lara (1975-1981)), Guillermo Morales Blumenkron (de mayo de 1973 a enero de 1975); doctor Gonzalo Bautista O‘farril (de abril de 1972 a mayo de 1973); doctor y general Rafael Moreno Valle (de febrero de 1969 a abril de 1972); ingeniero Aarón Merino Fernández (de octubre de 1964 a enero de 1969); general Antonio Nava Castillo (de febrero de 1963 a octubre de 1964); y, Fausto Manuel Ortega Olazo (de febrero de 1957 a enero de 1963). Durante esta época aciaga vivida por los poblanos hubo dos suplencias de los gobernador Rafael Moreno Valle y Fausto Manuel Ortega Olazo, que se dieron por unos cuantos días por los magistrados presidentes del Tribunal Superior de Justicia, licenciados Mario Mellado García y Arturo Fernández Aguirre. Pero cierto, ninguno había hecho la tarea de recorrer los 217 municipios.
EL PROPIO GUILLERMO JIMENEZ MORALES, YA LE HABÍA ECHADO EL OJO A FERNANDO ALBERTO
Llamado a ser su coordinador general de campaña en comunicación, Jiménez Morales me hacía saber de lo largo y pesado de la misma con las intenciones anunciadas, por lo que me sugería contar con un “segundo de abordo” que con eficacia cubriera las responsabilidades inherentes, sugerencia que ya tenía candidato de su parte porque “diciendo y haciendo”, expresó: “Fíjate que me cae muy bien ese morenito que anda desde el inicio de la campaña, porque en cuanta oportunidad tiene de verme me zambute la grabadora haciéndome preguntas y, como yo le contesto todas, pues él feliz de la vida”.
Se llama Fernando Alberto Crisanto Campos, señor, aunque todos los compañeros lo conocen como Fernando Crisanto o simplemente “Fer”. Es reportero de noticias del grupo Radio Oro de los señores Grajales. Me llevo bien con él y coincido plenamente en que es un joven muy inquieto, dinámico y que le encanta lo que hace, fue mi respuesta.
Búscalo, platica con Fernando Alberto y ofrécele la subcoordinación de la campaña para que se sienta seguro con un nombramiento así. Convéncelo de que se pase de este lado y dile que su trabajo será plenamente recompensado cuando ya seamos gobierno. Es muy joven y tiene un buen futuro si como tú dices le encanta lo que hace que es la comunicación”, inquirió don Guillermo.
Se atendieron las indicaciones y al día siguiente en una de las giras por el interior del estado me acerque a Fernando Alberto para platicarle del asunto, del interés del candidato y de mi satisfacción porque aceptara. El se resistió y durante un buen rato me hacía saber de su desinterés por el ofrecimiento porque él estaba feliz en su trabajo de reportero radiofónico. Le hice saber que respetaba sus decisiones pero que madurara la idea, porque estando en las tareas de campaña seguiría siendo un informador, claro, dentro de las filas del PRI, pero con proyección al futuro mediato porque contaría con una responsabilidad oficial y lo más importante con buen salario.
Efectivamente, me dijo que lo pensaría y que en un par de días tendría la respuesta definitiva. Antes de que el tiempo feneciera yo aprovechaba la mínima oportunidad para insistir. Finalmente, al término del plazo fijado por él mismo me hizo saber que aceptaba la invitación a participar en campaña con el cargo de subcoordinador, siempre y cuando no se le pidiera que dejara el noticiero de la radio. Ciertamente, en nada afectaba el asunto porque Fernando Alberto cuidaría a detalle sus informaciones que fueran cuales fueran, iban a redundar en beneficio de la campaña. Así fue el pacto y así se cumplió hasta el final. Su trabajo fue entusiasta, responsable, dinámico y altamente eficiente.,
FERNANDO ALBERTO A LOS 20 AÑOS ERA EL JEFE DE PRENSA DEL GOBIERNO DEL ESTADO
A partir del primero de febrero de 1981, yo ocupaba la titularidad de la Dirección de Comunicación Social y Relaciones Públicas del Gobierno del Estado del Gobierno del Estado (título prevaleciente); la subdirección Xavier Gutiérrez Téllez; la jefatura de prensa, Fernando Alberto Crisanto Campos y los reporteros ya con un buen tiempo en el gobierno eran en su orden Miguel Ángel Ponce de León, Oscar García (+), Juan Castillo y Humberto Moreno Sánchez, el más joven de todos. El titular del área de fotografía, Raymundo Lira Olguín.
Desde luego, el 30 de mayo de 1981, día de su cumpleaños, festejábamos los compañeros junto con Fernando Alberto, el aniversario número 20 de su natalicio. Hay que señalar que “FER”, actual director editorial de “Milenio” Puebla, cumplirá el 30 de mayo de 2011, los 50 años de edad y más de 30 de andar metido en los medios, donde ha participado en sus tres niveles: prensa, radio y televisión.
Tiempos aquellos de la auscultación del PRI, de la decisión tomada desde el centro que no era otra cosa que el dedo todopoderoso del presidente en turno. Tiempos aquellos de los pronunciamientos de los sectores obrero, campesino y popular del invencible partido de la Revolución Mexicana, aunque hay que reconocer y señalarlo con toda claridad que ahora en eso de las “tomas de las decisiones políticas”, no cantan mal las rancheras los hombres del poder del PAN.
Conocedores de esos tiempos y participantes de una manera u otra en el trabajo político de su partido, Rodolfo Sánchez Cruz y José Octavio Ferrer Guzmán, me comentaban en corto como siempre lo hacen en sus charlas de café semanarias en el VIPS de plaza dorada que, desde el inicio del año de 1968 se auscultaban las personalidades del doctor y general Rafael Moreno Valle y el doctor Gonzalo Bautista O`farril, como los principales personajes involucrados a competir en la sucesión del ingeniero Aarón Merino Fernández, quien terminaba su mandato interino el 31 de enero de 1969.
Presidente del CEN del PRI el originario del estado de Nuevo León Alfonso Martínez y Domínguez y delegado general del tricolor en Puebla el bajacaliforniano José Luis Noriega, conociendo la línea tendida desde el centro que no era otra que la que puso de Palacio Nacional a Puebla el presidente Gustavo Díaz Ordaz. En el termómetro político nacional, la preferencia mantenía fuerte al discreto Secretario de Salubridad y Asistencia, y en el local, la gran aldea poblana manifestaba sus simpatías por el Senador de la República porque decía, “viene pisando fuerte porque es un aspirante muy popular”.
Cuidadoso de los tiempos, disciplinado y leal, el doctor y general Rafael Moreno Valle, escondía muy bien sus aspiraciones e inquietudes, porque cuando había que hacer una declaración respecto a Puebla, a la prensa o a sus amigos, con sencillez manifestaba su interés por continuar cumpliéndole al “señor presidente de la República” en la Secretaría de Salubridad y Asistencia, donde había ocupado la cartera por decisión expresa de su jefe y amigo el presidente a partir del primero de diciembre de 1964.
Ya en tiempos próximos a la sucesión gubernamental, Alfonso Martínez Domínguez provocó un recorrido de auscultación por el estado de Puebla, claro, algunos puntos importantes. En este trabajo político de partido el gobernador Aarón Merino Fernández no se le despegó ni por un instante del presidente del CEN del PRI. Ah, pero “chucha cuerera” que era en eso de manejar la ciencia política, Merino ya había dado la consigna a su equipo de trabajo para que las propuestas fueran a favor del doctor y general.
MANUEL BERNARDO AGUIRRE, HABLÓ A “GONZA” DEL EXPRESO DE LAS 8
Desbordadas las pasiones de algunos de los sectores poblanos del PRI a favor del doctor Gonzalo Bautista O`farril, esto llegó a provocar la horadación del hígado de don Aarón porque presumía que todo era coser y cantar para Moreno Valle y se daba cuenta que lo hacían a favor del famoso “Gonza”. Con esa mirada de águila que tenía, fulminaba a todos los que se manifestaban adversos, cuando él mismo había girado las instrucciones de cumplir con la consigna procedente de México.
El senador Bautista O`farril, le pidió a su amigo José Octavio Ferrer Guzmán, acompañarlo a México porque había recibido la instrucción del CEN del PRI de “arraigarse” como domicilio en un céntrico hotel de la capital de la República, en espera de la resolución del Caso Puebla. En esas estaba cuando salió con su amigo a comprar la segunda edición de Últimas Noticias de Excelsior, donde ante mayúscula sorpresa se enteraba del “destape” hecho a favor del doctor y general Rafael Moreno Valle.
El no escogido en la decisión final, tomó el teléfono del hotel y le hizo saber personalmente a Moreno Valle, su incondicional apoyo a su candidatura. Bautista regresó a Puebla al día siguiente preocupado por su responsabilidad de contener a sus huestes porque cientos de ellos lo esperaban en “La Calera” (su residencia). Pero su interés principal no era otro que pedirles a sus seguidores sumarse a la decisión tomada por su partido.
Gonza”, Senador de la República, le hizo saber del historial del asunto a su amigo y líder de la Cámara de Senadores, Manuel Bernardo Aguirre. Este correspondió con un comentario que para siempre guardo Gonzalo.
Mira Gonzalo, si esto me hubiera pasado a mi, por mi edad, sería como si llegase a la estación del ferrocarril preguntando por el tren con rumbo a Chihuahua y, me contestaran: ¡fíjese que ya salió! Y yo hubiese preguntado inmediatamente por la hora de salida del siguiente y me hubieran contestado: ¡ya no hay otro! Pero en tu caso, si llegas en este momento a la estación y te dicen que el tren para Puebla ya salió, tú vas a preguntar: ¿y cual es el siguiente?, te van a responder: mire, hay el de las 3 de la tarde. El de las 5 de la tarde. El expreso de las 8 de la noche y finalmente el nocturno de las 10. Si sabes esperar, podrás tomar cualquiera de ellos”.
Pese a su edad, el gran político norteño, Manuel Bernardo Aguirre, cuando ya no lo esperaba, logró tomar un tren para Chihuahua.
¡Así es la política!
Como se conoce en la historia política de Puebla, la llegada del general de división Antonio Nava Castillo como gobernador constitucional del estado de Puebla para el periodo comprendido del primero de febrero de 1963 al 31de enero de 1969, se vio truncada por los tiempos de convulsión universitaria y un problema relacionado a la presunta autorización a una planta para la industrialización de la leche., por lo que a tan solo 18 meses de mandato se dio el relevo del cargo.
Bien, miembro de la legislatura local al Congreso del Estado (1963-1966) el priísta y dirigente campesino José Octavio Ferrer Guzmán, caracterizado como un hombre fuerte, recio de carácter y leal a las instituciones como siempre lo ha sido durante toda su vida que ya alcanzan los 80 años de edad, le correspondió estar al lado del entrante mandatario y proseguir con el titular del poder ejecutivo interino, el ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández, quien llegó procedente del entonces territorio de Quintanarró que gobernaba en aquél entonces.
El escrito de hoy dentro de mi anecdotario político número 47 (e-consulta.com/blogs/anecdotario), cuenta con cinco aristas que encajan bien porque corresponden a cabalidad con lo sucedido en esos años de los sesentas, cuando se inicia una debacle política que permite a los poblanos contar con seis gobernadores en tan solo 12 años, de 1963 a 1975 (Antonio Nava Castillo, Aarón Merino Fernández, Rafael Moreno Valle, Mario Mellado García, Gonzalo Bautista O’farril y Guillermo Morales Blumenkron).
1.- La caída del gobernador Antonio Nava Castillo, nacido en San Juan Ixcaquixtla, quien llegó rodeado de malos colaboradores que ni siquiera tenían la más remota idea de lo que era el estado de Puebla, porque simple y sencillamente no eran originarios del estado.
2.- La llegada del visionario ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández, originario también del pueblo de San Juan Ixcaquixtla, quien gobernó interinamente al estado a partir de octubre de 1964 al 31 de enero de 1969, entregando al día siguiente, el primero de febrero la estafeta del poder gubernamental al general Rafael Moreno Valle, quien como es conocido tampoco pudo culminar con su mandato.
3.- La actitud del joven oficial mayor del gobierno Merinista, Horacio Hidalgo Mendoza, quien por ignorancia política quiso entrometerse en asuntos del Congreso del Estado, sin reparar que el diputado por el distrito de Tepeaca, José Octavio Ferrer Guzmán, coordinador de los legisladores a la XLII legislatura local, protestaría con energía ante el hombre fuerte del régimen, el secretario particular del ejecutivo, licenciado Isidro Castorena Pedrero, originario del estado de Tabasco, quien dio la razón a José Octavio y ordenó al tesorero general del estado Alberto Briones Rodríguez, dar cumplimiento a la petición del líder camaral luego de que éste cometiera el desacato de no atenderlo, hasta en tanto escuchó los gritos de protesta del solicitante, ante su secretaria.
4.- El gesto inolvidable de don Ramón Díaz Ordaz (don Ramoncito), director del departamento de Glosa del Congreso del Estado, padre del presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz., quien al conocer esa dificultad económica del líder de la cámara de diputados, le ofreció facilitarle los 5 mil pesos que había cobrado como producto de sus ahorros, lo que desde luego no aceptó el legislador José Octavio Ferrer Guzmán, pero que emocionadamente agradeció ese gesto de solidaridad.
5.- El gobernador Merino Fernández no le tenía confianza al diputado Ferrer Guzmán, porque lo había heredado de la administración saliente, por lo que fomentó la animadversión hacía él de cuatro diputados (Agustín Pérez Caballero, de Atlixco; Esperanza Ramos de Naranjo, de San Martín Texmelucan, ambos de la CROM; Sacramento Jofre Vázquez, de Zacapoaxtla y Juan Castelán Sevilla, de Huauchinango).
Todo esto cuando agonizaba el trienio de la XLII legislatura local (63-66).
Don Ramón Díaz Ordaz, quien siempre mostró gran afecto por el diputado Ferrer, algún día le dijo que lo que se le ofreciera él lo podía pedir a Gustavo, su hijo, el presidente de la República, pero nunca éste fue capaz de pedir algo. Sin embargo, por azares del destino el gobernador Aarón Merino Fernández se enteró de la relación de amistad de don Ramoncito y del legislador por Tepeaca, por lo que lo mandó llamar para platicar con él, manifestándole su apoyo y su confianza, lo que fue suficiente para que nadie de sus compañeros volviera a pensar en la renuncia de Ferrer a la coordinación de los diputados en el seno del congreso, ni el mandatario en fomentarla.
Con el tiempo, las relaciones entre el gobernador Merino Fernández y el diputado Ferrer Guzmán fueron en el grado de excelencia y de gran afecto.
Los diputados a la XLII Legislatura, fueron: Jesús Ramírez Hernández, Puebla; Juan Hernández Cardel, Puebla; Esperanza Ramos de Naranjo, San Martín Texmelucan; Agustín Pérez Caballero, Atlixco; José Octavio Ferrer Guzmán, Tepeaca; Leopoldo Rivera González, Matamoros; Alberto Ortega Martínez, Tecamachalco; Arturo Alonso Hidalgo, Acatlán; Carlos Vargas Leyva, Tehuacán; Estéban Rangel Alvarado, Ciudad Serdán; Sacramento Jofre Vázquez, Zacapoaxtla; Pablo Camarena O`farril, Tetela de Ocampo; Enrique Zamora Palafox, Teziutlán; Raúl Hernández Márquez, Zacatlán y Juan Castelán Sevilla, Huauchinango.
Hasta la fecha José Octavio Ferrer Guzmán, guarda un profundo respeto a la memoria de don Ramón Díaz Ordaz y a la del gobernador Aarón Merino Fernández. Se lamenta, eso sí, de nunca haber podido comentarle al licenciado Gustavo Díaz Ordaz, los gestos de solidaridad, amistad y afecto de don Ramoncito hacía él.
Una charla más, tan buena como las de cada semana y acompañados del ingeniero Rodolfo Sánchez Cruz y el amigo Gabriel Sánchez Andraca, sirvió para que conociera de José Octavio Ferrer Guzmán, cenecista (Confederación Nacional Campesina) y priísta (Partido Revolucionario Institucional) a carta cabal, una anécdota de corte internacional cuando como diputado federal a la XLIX legislatura Federal al Congreso de la Unión, asistió a la Reunión Interparlamentaria Mundial que tuvo lugar en Londres, Inglaterra, lugar donde se desempeñaba como Embajador de México don Hugo B. Margáin.
Vino a colación el recuerdo de aquella reunión porque en ella estuvo presente el Senador de la República Vicente Fuentes Díaz, político guerrerense recientemente fallecido, quien destacó por su verticalidad, su honestidad, sus principios y valores, amén de su franqueza para expresar sus puntos de vista. “A su muerte, me hizo recordar su forma sutil y hasta elegante para poner las cosas en su lugar”, me decía con añoranza José Octavio, colaborador en las lides periodísticas de la revista “Momento”.
Alejandro Carrillo Marcor, Senador de la República, iba en esa ocasión como presidente de la delegación mexicana, pero por su manera de ser ya había incomodado a diputados y senadores integrantes de la comitiva, porque les había pedido su apoyo para distribuir entre los delegados de todas las naciones un sobre que supuestamente contenía la carta de los Deberes Económicos de los Estados, propuesta por el presidente de México Luis Echeverría Álvarez.
El cumplimiento de esta encomienda ya se había iniciado, pero no faltó alguno de los compañeros legisladores al que se le ocurrió abrir uno de los sobres y, ¡oh sorpresa!, no se trataba del documento del presidente Echeverría, sino contenía el curriculum vitae del senador sonorense Alejandro Carrillo Marcor, quien de esta forma se promovía para ocupar la presidencia de la Interparlamentaria Mundial. Con la molestia, disgusto y resentimiento, la distribución del sobre se suspendió de inmediato.
Me relata en charla de café José Octavio que los trabajos de la reunión se prolongaron por varios días, lo que dio lugar a que varias de las Embajadas de los países participantes se ocuparan de ofrecer recepciones a sus delegaciones. “Nuestro Excelentísimo Señor Embajador, don Hugo B. Margáin, a quien recordamos por su trato cordial y caballeroso y digno representante de México en el Reino Unido, no solamente tuvo la atención de ofrecernos un convivio protocolario, sino que nos invitó en una segunda ocasión a una espléndida comida en la Embajada Mexicana.
Quien lo creyera, a raíz de esas dos invitaciones, se conoció entre los compañeros legisladores “lo duro y martillo” que era para los centavos el Senador Carrillo Marco. Este, “en otra jugada” hábilmente planeada comentó a todos que había que apoyar con alguna cuota “al señor Embajador”, por los gastos que había erogado para la atención de la Delegación Mexicana. Nadie se tragó el anzuelo y fue precisamente el Senador de la República, originario del estado de Guerrero, Vicente Fuentes Díaz, quien se encargó de poner en evidencia al presidente de la delegación.
Terminada la interparlamentaria y ya disponiéndose el regreso de la delegación a México, el compañero Fuentes Días me pidió el teléfono del Embajador que yo tenía a la mano pues me había hecho cargo de invitarlo y acompañarlo a una de nuestras sesiones de trabajo. En mi presencia escuché el agradecimiento y las palabras de despedida que le hacía a Margáin por las atenciones brindadas a la delegación mexicana en Londres”, me comenta emocionadamente José Octavio y luego agregaría en términos como los siguientes, lo que fue para él la parte medular del llamado:
Señor Embajador: el licenciado Alejandro Carrillo Marcor nos dijo que había la necesidad de dar a la Embajada de México alguna aportacióneconómica para contribuir a los gastos que había realizado en las recepción que nos había ofrecido. Yo le ruego nos indique de cuanto es la cuota para hacérsela llegar de inmediato”.
La respuesta no la escuchó el diputado Ferrer y ni siquiera le hizo comentario alguno a Fuentes Díaz, pues no era de ninguna manera lo correcto. Sin embargo, asegura, era de suponerse su contenido al respecto.“Lo único que advertí gustoso fue el gesto de satisfacción del senadorVicente Fuentes Díaz, como queriendo decir: ¡Nos la pagaste, Alejandro”.
NOTA: También hay duendes en las computadoras, como los hay en las redacciones. En la anécdota anterior referente a los gobernadores
Gonzalo Bautista O’farril, Rafael Moreno Valle y Rafael Moreno Valle Rosas, “desaparecieron misteriosamente”
 del texto las palabras Raymundo Zamudio Muñoz y El Heraldo de México en Puebla, quedando en lugar una letra “C”, por lo que presto revisé “mi memoria” y me encontré que estaba correcta. “Se me aparecieron los duendes”, dije para mis adentros.

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